El Título de Propiedad en las manos de la raza humana

Muy buenas tardes, ministros, compañeros en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo en este tiempo final; es una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Cristo, la Palabra de Dios, y Su Programa correspondiente a este tiempo final; o sea, compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios correspondiente a este tiempo final, en Su Programa correspondiente a este tiempo final.

Para lo cual leemos en Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 en adelante; dice de la siguiente manera:

“Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego.

Tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra;

y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces.

Cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba a escribir; pero oí una voz del cielo que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas.

Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo,

y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más,

sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará, como él lo anunció a sus siervos los profetas.

La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra.

Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel.

Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre.

Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

El tema es: “EL TÍTULO DE PROPIEDAD EN LAS MANOS DE LA RAZA HUMANA”.

“EL TÍTULO DE PROPIEDAD EN LAS MANOS DE LA RAZA HUMANA”.

Este Título de Propiedad, el Libro de los Siete Sellos, es el Título de Propiedad de los Cielos y de la Tierra; y por lo tanto, es el Libro de la Redención, donde está escrito todo lo que será redimido. Ahí están escritos los nombres de todos los escogidos de Dios.

Es el Título de Propiedad de la vida eterna. Por consiguiente, cuando Adán pecó: perdió el Título de Propiedad, y regresó a la diestra de Dios ese Título de Propiedad, y por eso Adán físicamente ya no tenía vida eterna.

Sin el Título de Propiedad la persona no puede vivir físicamente por toda la eternidad. Para poder una persona continuar viviendo físicamente, tiene que tener el Título de Propiedad y tiene que Dios producir una transformación física en la persona.

En el Programa Divino encontramos que este Título de Propiedad es un Título abstracto, dice el reverendo William Branham en el mensaje de Los Siete Sellos, en la página 69 y 70. En esas dos páginas nos habla acerca de ese Título de Propiedad, y nos dice de la siguiente manera; en la página 69 dice:

62. El título de propiedad que se había perdido ahora está en las manos del dueño original, Dios Todopoderoso. Cuando Adán perdió el título de la Tierra y de la vida eterna, las manos inmundas de Satanás no lo pudieron tomar, entonces volvió a su dueño original, Dios mismo. Vamos a ver estas cosas enseguida, porque allí está Él sobre el Trono con el título en la mano. Eso hace sentirme religioso. El título de propiedad de la vida eterna, el título de la vida eterna, cuando Adán lo canjeó por la sabiduría, lo cual anhelaba más que la fe, entonces volvió directamente a las manos del Dueño, Dios Todopoderoso. ¡Qué cosa tan tremenda!

63. Ahora, ¿qué está sucediendo? El título está en las manos de Dios, esperando ser reclamado por medio de la redención. Él hizo un camino para la redención, una manera de volver, y algún día el Redentor lo tomará de nuevo. Ahora, ¿ve usted hacia dónde vamos? Fíjese bien en Este que está sobre el Trono. Ahora bien, está esperando el reclamo por la redención, su propia redención. ¿Qué es este Libro de la Redención, este título de propiedad? Es un título que ha sido examinado hasta su origen. Es como el ejemplo que dimos esta mañana de la gotita de tinta. Cuando la tinta cayó en el cloro, volvió hasta su origen. Y cuando el pecado ha sido confesado y ha caído en la Sangre del Señor Jesucristo, ¡oh, hermano!, le es dado un título abstracto directamente al Creador, y usted llega a ser un hijo de Dios. El título de propiedad está en las manos del Todopoderoso. Su redención significa una posesión legítima y completa a todo lo que fue perdido por Adán y Eva. ¡Oh hermano! ¿Qué deberá hacer eso para un cristiano renacido? Su posesión legal al título de propiedad de vida eterna, significa que usted posee todo lo que Adán y Eva perdieron”.

Ahora, hemos visto aquí, que este Título de Propiedad es el Título más importante, el cual existe en el Cielo; es tan importante que nadie era digno ni de mirar ese Libro, ni de leerlo, hasta que apareció Cristo nuestro Redentor[1].

Ahora, Él toma ese Título de Propiedad y luego lo trae de regreso a la raza humana, a quien fue dado originalmente ese Título de Propiedad; o sea que Él no toma el Título de Propiedad para quedarse con él, sino para regresarlo a la raza humana. Y Él regresa ese Título de Propiedad a esa nueva raza, que es Su Iglesia.

Ahora, este es el Título de la Redención, es el Libro que contiene los nombres de todos los redimidos y, por consiguiente, de todos los que han de ser salvos, pues están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Y ahora, este Título de Propiedad tiene que venir a la Tierra para que el ser humano pueda ser restaurado a la vida eterna física, o sea, pueda obtener la inmortalidad física, la cual viene con la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos. Y eso es para el Día de la Redención, de la cual habla San Pablo en Efesios, capítulo 4, verso 30, cuando dice: “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”.

Y en Romanos, capítulo 8, San Pablo hablándonos de la redención, nos dice que es la redención del cuerpo, lo cual es la manifestación de los hijos e hijas de Dios. Esa manifestación de los hijos e hijas de Dios es la manifestación en cuerpos eternos, cuando tengamos ese cuerpo nuevo.

Ahora, todo esto está sellado en ese Programa Divino que está ahí contenido en ese Libro de los Siete Sellos. Por eso…, por esa causa, es que, cuando es reflejado todo lo que va a ser hecho: es reflejado en el reverendo William Branham, él predicando sobre los Sellos; ahí Dios está reflejando que algún día Dios va a conceder ese Título de Propiedad ¿a quién? A Cristo, el cual es el León de la tribu de Judá, y también Él es el Cordero de Dios.

Él va a tomar ese Título de Propiedad ¿cuándo? Cuando termine Su Obra de Intercesión; y luego lo va a traer a la Tierra y se lo va a entregar a un hombre; y por consiguiente vendrá la transformación para esa persona y también para el grupo que estará con él; porque ese hombre será un mensajero dispensacional.

Vean, solamente tres mensajeros dispensacionales son los que han tenido acceso a ese Libro. Dios lo dio a Adán: un mensajero dispensacional, primer mensajero dispensacional. Luego, en Apocalipsis, capítulo 5, es concedido a Cristo, el cual es el León de la tribu de Judá, pero es también el Cordero de Dios, con los siete cuernos y los siete ojos[2].

Él no podía tomar ese Título de Propiedad en ninguna de las edades pasadas, porque primero tiene que tener Sus siete cuernos con los siete ojos. Y luego que los tiene, luego es que Él llegará a un tiempo en que completará Su Iglesia; y entonces sale del Trono del Padre y toma el Título de Propiedad, lo abre en el Cielo y hace Su Reclamo.

Ahora vean lo que nos dice el reverendo William Branham; hablándonos acerca de este Libro, dice…, en la página 83 y 84 y 85 dice, del libro de Los Sellos…, veamos el penúltimo párrafo, o un poquito antes, dice [pág. 83]:

[115]. … El hecho de que ningún ángel, ni ningún otro pudo hacerlo, y luego vino el Cordero y tomó el Libro de la diestra del que estaba sobre el Trono. Ahora pertenece al Cordero”.

O sea, al segundo Adán. Lo perdió el primer Adán, regresó a las manos de Dios; y luego lo recibe el segundo Adán.

[115]. Ahora pertenece al Cordero. Amén. Él es Quien lo tiene.

116. La ley de Dios requiere un Redentor semejante, y el Cordero salió valientemente diciendo: ‘¡Yo soy su semejante, yo soy su Redentor! Ya he hecho intercesión por ellos (¿Ven? Es cuando Él termina de hacer la Intercesión) y ahora he venido para reclamar sus derechos’. ¡Amén y amén! ‘He venido para reclamar sus derechos. Ellos tuvieron derecho a todo lo que se perdió en la caída y ahora yo he pagado el precio’. ¡Oh hermano, qué cosa! ¿No le hace esto sentirse gozoso? No es por nuestras buenas obras, sino por Su misericordia. Todos aquellos ancianos y los demás empezaron a tirarse al suelo y quitarse sus coronas. No había nadie que podía hacerlo (o sea, no había nadie que podía tomar el Título), entonces el Cordero llegó directamente a la diestra de Dios y tomó el Libro de Su mano, y reclamó Sus derechos. ‘Yo he muerto por ellos, soy su Redentor semejante, soy el Mediador, mi Sangre fue derramada y he llegado a ser hombre e hice todo esto para redimir de nuevo aquella Iglesia que vi antes de la fundación del mundo; he decretado y he hablado diciendo que estaría en ese día; nadie podía tomar el Libro, pero yo bajé y lo hice yo mismo. ¡Yo soy su pariente!’. Él tomó el Libro. ¡Amén!

117. ¿Quién me está esperando allá esta noche? Iglesia, ¿quién es Aquel que nos está esperando? ¿Cuál otro le podía esperar? Es aquel pariente como Redentor. ¡Qué cosa más sublime!

118. Ahora Él tiene el acta del título de la redención en la mano. La mediación ha cesado”.

O sea que cuando Él toma el Título de Propiedad en el Cielo, ha terminado la Obra de Intercesión de Cristo en el Cielo.

[118]. Recuerde, por todo este tiempo ha estado en la mano de Dios, pero ahora está en la mano del Cordero. Fíjense bien: El título de la redención de toda la Creación está en Su mano y Él ahora ha venido para reclamarlo todo para la raza humana. No lo reclama para los ángeles, sino para los humanos, a quienes fue dado originalmente, para volverlos a ser hijos e hijas de Dios, volviéndolos al Huerto de Edén y todo lo que perdieron: los árboles, los animales y toda la Creación”.

Más abajo dice:

119. Esto me transforma, porque sé que hay Alguien allá esperándome. Hubo Uno que pagó el precio que yo jamás podría pagar. Correcto. Él lo hizo por mí y por usted y por toda la raza humana, y ahora viene para reclamar los derechos que ha redimido. ¿Para quién los está reclamando? No para Sí mismo, sino para nosotros. Él es uno de nosotros; es nuestro semejante. Él es mi Hermano, mi Salvador, mi Dios, es mi Redentor semejante. Él es mi todo, porque sin Él, ¿qué era yo? O sin Él, ¿qué podría ser? Entonces Él es mi TODO. Y allí está como nuestro semejante y ha estado intercediendo por nosotros hasta este tiempo; y ahora sale y toma el Libro de la redención para reclamar Sus derechos por lo que hizo por nosotros”.

Aquí vimos que todo esto está todavía en el futuro; estaba en el futuro en los días del hermano Branham, y todavía está en el futuro. Y por eso es que llevamos el Mensaje y damos la oportunidad a todas las personas que todavía no han recibido a Cristo, para que reciban a Cristo como su Salvador.

Ahora, encontramos que todo allí está…, en los días del hermano Branham y en nuestro tiempo, la toma de ese Título de Propiedad todavía está en el futuro.

Vean, vamos a ver; dice: “¡Qué gran jubileo!”. Página 89:

[138]. ¡Qué gran jubileo! Esto es exactamente cuando son abiertos estos Sellos. Enseguida veremos la media hora de silencio. Estamos empezando hoy y el domingo entrante terminaremos aquí mismo. Escuchen bien. Si están listos digan: ‘Amén’.

139. Cuando Él hubo hecho esto, cuando toda la Creación estaba gimiendo y nadie sabía qué hacer, allí estaba Juan llorando, entonces se presentó el Cordero. El Libro estaba en las manos del dueño original porque el hombre había caído y perdido el Libro y no había otro hombre digno de tomarlo para redimir la Tierra”.

Luego más abajo dice:

[139]. … sino el Cordero fue Quien vino, sangrando e inmolado, y tomó el Libro de la diestra de Aquel que estaba sobre el Trono. Y cuando vieron que en verdad había un Redentor… Todas las almas bajo el altar, los ángeles, los ancianos y toda la Creación vio que esto sucedió… Ahora, todo esto queda todavía en el futuro. Esta noche Él todavía es un Mediador, pero esto le queda en el futuro”.

¿Ve? O sea que Dios está reflejando en el reverendo William Branham, y a través del reverendo William Branham, lo que Él va a hacer más adelante; por eso fue que no pudo abrir el Séptimo Sello.

Él dio a conocer la historia de lo que sucedió bajo el Primer Sello, Segundo Sello y Tercer Sello. Y luego, cuando habla del Cuarto Sello, él dice: “Este es un Sello predicho”[3]; o sea que no se había cumplido todavía.

En este Libro de los Siete Sellos está contenido todo lo que se materializaría en la Tierra y todo lo que Cristo haría en Su Iglesia.

En este Libro de los Siete Sellos encontramos que, por cuanto está contenido todo lo que luego sería la historia de la Iglesia del Señor Jesucristo, para cada etapa de la Iglesia una parte de ese Libro se hizo realidad, una parte de ese Título de Propiedad abstracto se concretó, se hizo realidad: Le fue dado a cada mensajero la Palabra revelada para su edad; y cuando salió llevando el Mensaje, Cristo llamó y juntó Sus escogidos; era Cristo en Espíritu Santo en esos mensajeros.

Esos son los siete ojos de Dios que recorren toda la Tierra. Y por medio de la manifestación del Espíritu en esos mensajeros es que entran al Cuerpo Místico de Cristo los escogidos de cada etapa; y así es para nuestro tiempo, la etapa de la Edad de la Piedra Angular.

Cualquier persona puede pensar: “Pero…”. El Cordero tiene siete cuernos y siete ojos, por lo tanto esos son los siete espíritus de Dios que recorren toda la Tierra. Y cualquier persona puede pensar: “Ya Dios no va a tener más mensajeros, no va a tener más profetas”.

¿Y qué de Apocalipsis 7, verso 2: el Ángel que viene con el Espíritu Santo, con el Sello del Dios vivo, para llamar y juntar 144.000 hebreos, 12.000 de cada tribu?

¿Y qué de Apocalipsis, capítulo 11, verso 3 en adelante, que son los Dos Olivos y los Dos Candeleros de Oro que están delante de Dios, los cuales son los Dos Ungidos que están delante de Dios?

Esos son los ministerios de los Dos Olivos, los ministerios de Moisés y Elías, que también aparecen en Zacarías, capítulo 4, verso 1 al 14, en donde nos muestra la Obra que Dios haría con Su Iglesia, la cual fue reflejada en el pueblo hebreo y en el templo que fue construido.

Ahora, para cada tiempo, la porción de escogidos de cada tiempo están escritos ahí en el Libro de la Vida del Cordero; y por consiguiente, una parte del contenido de ese Título de Propiedad se hace realidad en aquellos que reciben a Cristo como su Salvador, lavan sus pecados en la Sangre de Cristo, son bautizados en agua en Su Nombre, y reciben el Espíritu Santo y obtienen el nuevo nacimiento; nacen en el Reino de Cristo.

Esas personas son las que han escuchado la Voz de Cristo, son las ovejas de Cristo, el Buen Pastor; la Voz de Cristo, el Buen Pastor, el cual ha estado en medio de Su Iglesia todo el tiempo en Espíritu Santo: ha estado manifestándose en Espíritu Santo por medio de cada mensajero, y ha estado llamando y juntando Sus escogidos por medio de la manifestación que Cristo ha tenido en Espíritu Santo en cada mensajero.

No ha sido un hombre sino ha sido Cristo el que ha llamado y juntado a Sus ovejas en cada edad, pero se ha vestido de un velo de carne temporalmente para cada edad; y cuando ha terminado esa edad, y Dios ha colocado en descanso al mensajero: ha levantado otro velo de carne, otro mensajero, en el cual se ha manifestado Cristo; y esa ha sido la revelación de Cristo en cada edad: a través de un mensajero en cada edad, llamando por medio de ese mensajero los escogidos de esa edad. Así ha sido de etapa en etapa, de edad en edad.

Ahora, hemos visto que hay siete ojos en los siete cuernos del Cordero; pero vean, esos son los siete mensajeros de las siete edades: los cuernos son las siete edades, y los ojos son los siete videntes, los siete mensajeros.

Ahora, tenemos la promesa de que habrá un ministerio doble, un ministerio de doble porción: el ministerio de Moisés y de Elías, el ministerio de los Dos Olivos. ¿Y dónde están, en el Cordero, esos ministerios? Tiene Dos Ojos el Cordero; porque así como tiene siete ojos en los siete cuernos, también tiene Dos Ojos el Cordero (ahora…); porque el Cordero es Cristo.

Ahora, encontramos que ahí está reflejado el ministerio de los Dos Olivos, el ministerio de Moisés y de Elías; y esos son los ministerios que corresponden al Lugar Santísimo. El Lugar Santísimo en la Iglesia de Jesucristo es la Edad de la Piedra Angular.

Por eso el reverendo William Branham, cuando nos habló de esa edad, la Edad de la Piedra Angular, él dijo que esa es una edad perfecta. En el mensaje “La estatura de un Hombre perfecto” él habló de esto en la página 4[4], y dijo que cuando la Iglesia subiera a esa edad perfecta; o sea, una edad perfecta, una edad eterna.

Y luego de las siete edades viene la edad perfecta: la Edad de la Piedra Angular; y es en la Edad de la Piedra Angular donde se estará cumpliendo el contenido del Libro de los Siete Sellos, el Libro de la Vida del Cordero, el Título de Propiedad, se estará cumpliendo lo que corresponde a este tiempo final.

Y cuando Cristo complete Su Iglesia, entonces se levantará del Trono del Padre y tomará el Título de Propiedad y hará Su Obra de Reclamo. Pero antes tiene que cumplirse lo que está contenido en el Libro de la Vida del Cordero, el Título de Propiedad, el Libro de los Siete Sellos, lo correspondiente a este tiempo final.

Y por consiguiente, en lo correspondiente a este tiempo final no solamente está el llamado de los escogidos, sino también la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos. Todo eso está en la parte que corresponde a este tiempo final, a la etapa de la Edad de la Piedra Angular.

Ahora, en cada edad se ha hecho realidad el contenido de ese Libro de los Siete Sellos correspondiente a cada edad; la parte correspondiente a cada edad se concretó, se hizo carne en los escogidos correspondientes a cada edad; y se está haciendo carne en los escogidos de este tiempo final la parte correspondiente a este tiempo final.

Y así como el reverendo William Branham nos habló en el Libro de los Sellos de lo que se cumplió en la primera, segunda y tercera edad, así también nosotros no solamente veremos y escucharemos la historia luego que todo haya concluido, sino que estaremos viendo con nuestros propios ojos lo que Dios está haciendo en nuestro tiempo; y por consiguiente estaremos viendo lo que será la historia de la Obra de Dios de este tiempo final. Estaremos viendo todo, y por consiguiente estaremos haciendo historia.

Sabemos que estamos haciendo historia, como cada ángel mensajero con su grupo estuvo haciendo historia en la edad en que vivió. Y fue, cada mensajero con su grupo, el grupo de la historia más importante, con el cual estuvo Cristo en Espíritu Santo manifestado en el mensajero correspondiente a cada edad.

Ahora, para el tiempo en que nos ha tocado vivir, es el tiempo donde Cristo completará Su Iglesia, se levantará del Trono del Padre, tomará el Título de Propiedad, lo abrirá en el Cielo y lo entregará a un hombre: al mensajero del Día Postrero, que será también un mensajero dispensacional. Recuerden, esos son los… – el tercero de los tres mensajeros dispensacionales que han tenido acceso al Título de Propiedad, que lo han tenido en su mano.

Pero vean ustedes, Adán lo tuvo y lo perdió; no supo qué hacer con él, o no hizo lo que tenía que hacer con él. Luego Cristo hace Su Obra de Redención, y ahora Cristo tiene el derecho a recibir ese Título de Propiedad luego que haya hecho intercesión hasta por el último hijo e hija de Dios escrito en ese Título de Propiedad. Y luego Él toma ese Título de Propiedad, y lo abre en el Cielo, y hace Su Obra de Reclamo; lo trae a la Tierra y se lo entrega a un hombre; ese es el tercero que tendrá ese Título de Propiedad en su mano.

Vean, leímos que el reverendo William Branham dice que Cristo toma el Título de Propiedad y hace Su Obra de Reclamo, y no reclama para Sí mismo sino para la raza humana; o sea que Cristo restaura ese Título de Propiedad a la raza humana. Dice:

[118]. No lo reclama para los ángeles, sino para los humanos, a quienes fue dado originalmente, para volverlos a ser hijos e hijas de Dios, volviéndolos al Huerto de Edén y todo lo que perdieron” (página 83 y 84).

Y la 85 dice, de Los Sellos:

[123]. … ahora viene para reclamar Sus derechos que redimió para mí y usted. Viene para reclamar lo que redimió para nosotros, todo lo que tuvo Adán en el Huerto del Edén. Él nos ha redimido de nuevo a todo aquello”.

Ahora, hemos visto… Miren aquí, sigue diciendo:

124. Note que cuando Él tomó el Libro, el acta del título, estaba sellado. Retenga eso en su mente. Ahora abre los sellos de los misterios para revelarlos y traerlos a todos Sus súbditos redimidos”.

Y en la página 86 dice:

[128]. El Cordero abrió los sellos y se los reveló a Su Iglesia, para así recoger Sus súbditos para Su Reino, Su Novia. ¿Ve usted? ¡Oh, mire! Él ahora quiere traer Sus súbditos a Sí mismo. ¿Cómo lo hará? Del polvo de la tierra, de las profundidades del mar (o de la mar), de los abismos y de todas partes donde fueron colocados, de las regiones de tinieblas, del paraíso y de dondequiera que se encuentren; Él llamará y ellos responderán. ¡AMÉN! Él llamará y ellos responderán.

129. Él viene para llevarse Sus súbditos. Él reveló Sus secretos y ellos lo reconocieron. Luego para ese tiempo, el tiempo no será más, ya se acabó, ha terminado. Bien, ahora, Él deja el Trono donde ha estado como Cordero Intercesor, para ser el León, un Rey para traer el mundo a juicio, el cual ha rechazado Su Mensaje. Él ya no es Mediador (ahora, cuando Él toma el Título de Propiedad cambia de Cordero a León). Recuerde la enseñanza del Antiguo Testamento: Cuando la sangre se apartaba del propiciatorio ¿qué sucedía? Se convertía en tribunal de juicio. Y ahora cuando el Cordero inmolado salió de la eternidad, del Trono del Padre, y tomó Sus derechos, fue entonces un tribunal de juicio (del te-… esto corresponde al tema de mañana); y Él entonces ya no es un Cordero sino un León, el Rey, y clama por Su Reina que venga a pararse a Su lado”.

Vean aquí, dice:

“‘¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo?’.

1 Corintios 6:2

130. Daniel dijo en el capítulo 7 y verso 10 que ‘el Juez se sentó y los libros se abrieron, y millones de millones asistían delante de él’ (el Rey y la Reina). Luego en Apocalipsis 20:12: ‘y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida’. Eso es para la iglesia. Allí se pararon el Rey y la Reina. Esto me hace pensar en una poesía que tenemos en inglés, titulada ‘La meditación de un vaquero’, la cual dice así:

‘Anoche mientras estaba acostado allí en el llano,

Fijé la vista en las estrellas del cielo;

Y me pregunté si acaso un sencillo vaquero

Podía llegar a aquel lugar tan bello.

Hay una senda que conduce a esa región celestial,

Pero, según dicen, es una senda estrecha;

Pero el camino amplio que conduce a la perdición

Tiene señales y está bien marcado hasta el fin’.

131. El autor está hablando en términos de su vida como ganadero. Si usted en alguna ocasión ha estado en ese ambiente, podría ver muy claro lo que está diciendo.

‘Se habla de otro Dueño de ganado,

Y según dicen, Él nunca tiene de más.

Él siempre hallará lugar para un pecador,

Que de alguna manera se encuentre caminando en esa senda angosta.

Dicen que Él nunca desampara,

Y hasta conoce toda acción y toda costumbre,

Para estar seguros nos conviene ser sellados,

Y tener nuestro nombre en Su gran Libro de cuentas.

Porque dicen que habrá un tiempo cuando todos se van a reunir.

Cuando los vaqueros serán juntados como el ganado,

Para ser marcados por los jinetes del juicio

(Esos profetas y videntes)…’”.

¿Quiénes son los Jinetes del juicio?

“‘… (Esos profetas y videntes),

Que están en sus puestos y conocen todas las marcas’.

132. Y si usted en alguna ocasión ha estado en este ambiente de la vida del rancho, recordará que cuando reúnen todas las reses, el patrón está así a un lado y los vaqueros están cuidando el ganado, que no se escape ni uno solo. Luego cuando un vaquero ve una res con su marca, pues le hace una señal al patrón, y este lo ve y le señala al vaquero. Luego el vaquero entra en medio de todas esas reses y saca la suya.

‘Dicen que habrá un tiempo cuando todos se van a reunir,

Cuando los vaqueros serán juntados como el ganado,

Para ser marcados por los jinetes de juicio,

Que están en sus puestos y conocen todas las marcas.

Me supongo que seré una res joven perdida,

Únicamente un hombre condenado a muerte

(Uno que no tiene marca, ese es el primero en llegar al matadero),

Que seré metido con los demás,

Cuando pase y me vea el patrón de esos jinetes’.

133. ¿Ve usted quién es el Patrón de los jinetes? Ese es el Cordero a los siete mensajeros, los cuales están cada uno en su puesto y conocen todas las marcas”.

O sea que cada mensajero conoce los que pertenecen a su edad, a su grupo.

134. Noten ahora, Él sale y deja el Trono como Intercesor, como el Cordero inmolado, para ser un León, el Rey, para traer al mundo entero ante el tribunal de juicio, el mundo que le ha rechazado. Entonces nuestro pariente como Redentor es Rey sobre todo. ¿Por qué? Porque tiene el acta del título de la redención en Su mano. Estoy tan contento que le conozco. Entonces Él reclama Su herencia, la Iglesia, o sea la Novia. Entonces Él echa al suelo Su contendiente Satanás. Él echa a Satanás en un lago de fuego juntamente con todos los que fueron inspirados por Satanás para rechazar Su Palabra de redención. Él ahora es Rey (o sea, Cristo).

135. Hoy todavía hay misericordia, no vaya usted a rechazar su oferta. Los jinetes saben exactamente quién es usted…”.

O sea, cada mensajero en su edad sabe quién es cada persona.

“Ahora Él viene…”. Vean ahora. Vamos a ver:

[135]. Su contendiente, quien le ha dado guerra por dos mil años (o sea, bajo la Dispensación de la Gracia; pero que le ha dado guerra por miles de años), ahora todavía está diciendo: ‘Puedo hacer con ellos como quiero, todavía los tengo, son míos. Ellos canjearon el título allá en el principio’ (o sea, así dice el diablo). PERO, Él es el Redentor semejante (o sea, Cristo). Él ahora está intercediendo por nosotros, pero algún día… El diablo dice: ‘Yo los pondré en la tumba’. Pero Dios dijo a la Iglesia: ‘Yo os sacaré, pero primero tengo que ser Intercesor’.

136. Ahora Él viene y sale de la eternidad allá del Trono del Padre, donde ha estado como Intercesor, y viene para ser Rey, para reinar sobre todas las naciones con vara de hierro. El juicio está listo. ¡Oh, hermano, nuestro Redentor semejante tiene todas las cosas! Correcto. Ahora ¿qué hace? Desafía a Satanás, el contendiente, y dice: ‘Ahora son míos. Los he resucitado’”.

¿Ven? Cuando Cristo resucite a los muertos creyentes en Él y nos transforme a nosotros, ahí será el reto grande.

[136]. Entonces toma todos los mentirosos y todos los pervertidores de la Palabra juntamente con Satanás y los destruye en el lago de fuego. Entonces todo queda terminado. Los destruye en el lago de fuego”.

Ahora, podemos ver que todavía estas cosas están en el futuro, pero Dios reflejó en el reverendo William Branham lo que Él va a hacer cuando termine Su Obra de Intercesión.

Y así como le fue dada la revelación al reverendo William Branham acerca de seis Sellos, y de entre ellos solamente tres estaban cumplidos…; y faltaban, de esos seis que él dio a conocer, faltaban tres, que estaban en el futuro; y el Séptimo Sello, que también estaba en el futuro.

El reverendo William Branham, como San Pablo y los demás apóstoles, tuvo una parte del Libro de los Siete Sellos; y en la manifestación que tuvo el Espíritu Santo, Cristo en Espíritu Santo, en cada mensajero, cumplió la parte correspondiente a cada edad; y todo eso está escrito en el Libro de los Siete Sellos, y sería cumplido. Y por consiguiente, encontramos que otra parte estaría fuera del alcance de los siete ángeles mensajeros.

Ahora, si para el tiempo del reverendo William Branham, Cristo terminaba Su Obra de Intercesión, completaba Su Iglesia y terminaba Su Obra de Intercesión: Cristo se levantaría del Trono de Intercesión, tomaría el Título de Propiedad, lo abriría en el Cielo, haría Su Obra de Reclamo, entregaría ese Título de Propiedad al reverendo William Branham; él se lo comería y sería adoptado físicamente, sería transformado; y vendría también la resurrección de los muertos en Cristo en esos días y la transformación de todos los escogidos vivos.

Pero la séptima edad, de la cual él era su mensajero, no era una edad perfecta; y para colmo lo echaron fuera; echaron fuera al Espíritu Santo, que estaba en el reverendo William Branham; y por consiguiente la séptima edad de la Iglesia no podía ser adoptada, ni las personas de la séptima edad de la Iglesia.

Como sucedió en los días de Juan el Bautista, que los que se quedaron con Juan el Bautista, encontramos que no pudieron recibir la adopción espiritual el Día de Pentecostés. Pero los que siguieron a Cristo sí fueron adoptados espiritualmente el Día de Pentecostés. Y siguen siendo adoptados todos los que reciben a Cristo como su Salvador cuando (arrepentidos de sus pecados) piden perdón a Cristo, Cristo los perdona y con Su Sangre los limpia de todo pecado, y son bautizados en agua en Su Nombre, y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y obtienen el nuevo nacimiento; y así obtienen la adopción espiritual.

Por lo tanto, vean, de etapa en etapa una parte del Título de Propiedad se ha estado cumpliendo en la Iglesia de Jesucristo, en cada edad, en esta fase espiritual que se está llevando a cabo desde el Día de Pentecostés hacia acá.

Ahora, pronto tiene que venir la parte física, la adopción física, que es nuestra transformación; para lo cual, el Título de Propiedad tiene que ser tomado de la diestra del que está sentado en el Trono, y tiene que ser abierto.

Y cuando eso ocurra, ya la Puerta de la Gracia se habrá cerrado; ya Cristo no será Intercesor, sino que será Juez y Rey, será el León de la tribu de Judá. Él toma el Título, lo abre en el Cielo, lo trae a la Tierra en Apocalipsis, capítulo 5… – lo toma en Apocalipsis, capítulo 5, verso 1 en adelante; lo abre en Apocalipsis, capítulo 6 y capítulo 8, verso 1; y luego en Apocalipsis, capítulo 10, lo trae abierto a la Tierra y se lo entrega a un hombre.

Y Juan el apóstol representa a la Iglesia del Señor Jesucristo y representa a cada mensajero de la Iglesia del Señor Jesucristo; o sea, en Juan el apóstol están representadas todas las edades o etapas de la Iglesia y los mensajeros que la Iglesia tendría.

Y por cuanto esto de Apocalipsis 10 ocurre en el Día Postrero, cuando Cristo haya completado Su Obra de Intercesión, Juan el apóstol representa a la Iglesia de Jesucristo y al Ángel Mensajero del Señor Jesucristo que estarán en la Tierra; y en ese tiempo en que Cristo toma el Título de Propiedad y lo trae a la Tierra, se lo entregará a ese Ángel Mensajero, el cual hará lo que ninguno de los otros que han tenido ese Título en la mano han hecho: ninguno había recibido la orden de comérselo.

Vean, en el Huerto del Edén, ahí estaba. Y ahora, regresa para el Día Postrero en la diestra del segundo Adán: Cristo, para traer la adopción, la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos, en la Obra de Reclamo de Jesucristo. Y Cristo no lo reclama para Sí, sino para Su Iglesia. Dicen…

Ahora vean, este Ángel Mensajero que Cristo tendrá en la Tierra, y que es el que recibirá la Piedrecita blanca con un Nombre nuevo…; y Cristo es esa Piedrecita blanca con un Nombre nuevo, Él es la Estrella resplandeciente de la Mañana, Él es el que viene con el Librito abierto en Su Mano y lo entrega a un hombre, a un profeta. Y por consiguiente, ese es el tercer hombre que recibe ese Título de Propiedad.

Pero vean, la Escritura dice lo que hace con ese Título de Propiedad, lo cual encontramos que no hicieron los demás. Apocalipsis, capítulo 10, verso 8 en adelante, dice:

“La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra.

Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo…”.

El Ángel Fuerte, que es Cristo, le dice: “Tómalo”. ¿Y qué más? “Ve…”. Dice:

“Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel”.

Y ya, al comerse ese Librito, ya no hay más riesgos ni para el Libro, ni para el Reino de Dios, ni para la Iglesia de Jesucristo, ni para el que se come el Librito, ni para la Iglesia del Señor Jesucristo; porque entonces tiene que venir la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de todos los que estamos vivos. “Entonces…”. Dice:

“Y él me dijo…”.

O sea, Cristo, el Ángel Fuerte, dice:

“Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes”.

Y luego, en el Apocalipsis, capítulo 11, comienza el ministerio profético de los Dos Olivos; ministerio profético que estará en el que se come el Título de Propiedad, el Libro de los Siete Sellos.

Y por eso es que encontramos en el ministerio de Moisés y Elías, el ministerio de los Dos Olivos, que tienen poder, autoridad sobre toda la naturaleza: pueden ordenar que vengan plagas sobre la Tierra, como lo hizo Moisés; pueden ordenar lo que ellos quieran, y así sucederá. ¿Por qué? Porque bajo el ministerio de los Dos Olivos, el Título de Propiedad estará en el instrumento de Dios en quien estarán manifestados los ministerios de Moisés y Elías; y por consiguiente tendrá lo que Cristo ha prometido en Apocalipsis, capítulo 2, verso 26 al 29, donde dice:

“Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones,

y las regirá con vara de hierro, y serán quebrantadas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre…”.

Eso es un ministerio adoptado, un ministerio que tendrá el Título de Propiedad; y por consiguiente estará adoptado el instrumento donde estará ese ministerio.

También en Apocalipsis, capítulo 2, verso 7, dice:

“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios”.

Vean, Adán no comió del Árbol de la Vida; y el Árbol de la Vida ¿es quién? Es Cristo, el Verbo; y perdió el derecho a vivir eternamente. O sea que Adán tuvo una etapa de prueba antes de ser adoptado; pero falló y no fue adoptado. Si era adoptado, era transformado, y entonces viviría eternamente.

Ahora, para este tiempo final un mensajero comerá del Árbol de la Vida para su adopción física; así como hemos estado comiendo del Árbol de la Vida desde el Día de Pentecostés hacia acá: al recibir a Cristo como nuestro Salvador, el cual es el Árbol de la Vida. Creyendo en Él y recibiéndolo como Salvador, hemos estado comiendo de Cristo, el Árbol de la Vida, y por eso hemos obtenido vida eterna; pero hemos recibido vida eterna espiritual, en un cuerpo espiritual, angelical; pero vida eterna física todavía no la hemos recibido; todavía nuestros cuerpos son mortales, se ponen viejos y se enferman, y le pasan los años, y mueren los cuerpos físicos; porque todavía el Título de Propiedad está en la diestra de Dios.

Pero los creyentes en Cristo han estado recibiendo una adopción espiritual. Así como Adán estuvo primero en el cuerpo angelical, y Cristo también en Su cuerpo angelical, así también todos los creyentes en Cristo reciben el cuerpo angelical y viven como creyentes en Cristo en esa esfera espiritual.

Pero viene la parte física también, que es la otra porción; y así tendremos las dos porciones, tendremos una doble porción: un cuerpo angelical y un cuerpo físico glorificado; esas son las dos porciones. Y cuando tengamos esas dos porciones (nos falta la segunda), entonces seremos no solamente a imagen, sino a semejanza también de Jesucristo nuestro Salvador.

Ahora, ¿cómo vendrá y quién será el que recibirá ese Título de Propiedad? Porque es el Libro más importante de todos los libros, es el Título de Propiedad de la vida eterna.

En el mensaje “Tratando de hacer un servicio a Dios”, o “Tratando de hacer servicio a Dios fuera de Su voluntad”, vamos a ver lo que nos dice el reverendo William Branham; en la página 85…, pero leyendo también el último párrafo de la 83, dice[5]:

313 Cristo es nuestra Arca, la Palabra. Ellos quieren su denominación. Él no puede, noten, no puede ser llevado en carros nuevos denominacionales. Su Mensaje no puede ir en el carro de una nueva denominación cuando Él está supuesto a estar contenido y venir en el corazón de un profeta”.

Así es como viene siempre el Mensaje de Dios.

Luego, en la página 85 dice:

318 Ellos tienen un arca metodista, un arca bautista, un arca presbiteriana; todos están yendo a estas arcas porque la gran tribulación está por venir. ‘¡Gloria a Dios! Yo fui bautizado en el arca metodista…’”.

O sea, así se expresa la gente; y eso es lo que…, al hacerlo, pues eso es lo que ha ocurrido.

[318] ‘Yo fui bautizado en el arca metodista, la presbiteriana, el arca pentecostal’. Hay tan solo un Arca: esa es Jesucristo, ¡y Él es la Palabra!

319 Noten, Dios le dijo al profeta, dijo: ‘Come el rollo’, en el Antiguo Testamento (o Viejo Testamento)…”.

Eso está en Ezequiel, capítulo 3, donde dice…: capítulo 3, verso 1 en adelante, dice:

“Me dijo: Hijo de hombre, come lo que hallas; come este rollo, y ve y habla a la casa de Israel.

Y abrí mi boca, y me hizo comer aquel rollo.

Y me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu vientre, y llena tus entrañas de este rollo que yo te (daré). Y lo comí, y fue en mi boca dulce como miel.

Luego me dijo: Hijo de hombre, ve y entra a la casa de Israel, y habla a ellos con mis palabras.

Porque no eres enviado a (un) pueblo de habla profunda ni de lengua difícil, sino a la casa de Israel”.

Ahora vean, ¿para qué le entregó Dios a Ezequiel este rollo escrito? Para que se lo comiera, y luego profetizara de acuerdo a lo que estaba escrito en ese libro, en ese rollo.

Y ahora, aquí le es dado el Título de Propiedad, el Libro de los Siete Sellos, a un hombre para que se lo coma, para que luego profetice sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.

Ahora, vamos a continuar aquí, dice: “Noten…”, página 85 estamos leyendo aquí, del mensaje “Tratando de hacer un servicio a Dios fuera de Su voluntad”:

319 Noten, Dios le dijo al profeta, dijo: ‘Come el rollo’, en el Antiguo Testamento. Al profeta del Nuevo Testamento, Él le dijo: ‘Come el Librito’. ¿Para qué? ¡Para que el profeta y la Palabra fueran uno! ¿Ve? Esa es el Arca, la Palabra de Dios”.

Y así es como el Título de Propiedad se estará haciendo uno con el profeta mensajero del Día Postrero; y profetizará sobre muchos pueblos, naciones y lenguas; será adoptado; y cuando sea adoptado, entonces él va a tener el ministerio con el pueblo hebreo.

Ahora pueden ver por qué es que, aunque luchen por llevar el Mensaje al pueblo hebreo, nadie los puede conquistar (al pueblo hebreo como nación), hasta que llegue ese que se comerá el Libro y que será adoptado y tendrá el ministerio de los Dos Olivos con el pueblo hebreo.

Y nos dice el reverendo William Branham acerca de Moisés y Elías, dice que la Séptima Trompeta es Moisés y Elías; esa Séptima Trompeta de Apocalipsis, capítulo 11, verso 15 en adelante. Es Moisés y Elías, los Dos Olivos, los que tocan, suenan, esa Trompeta Séptima.

Y vean lo que dice aquí: en la página 128 y 129 del libro de Citas, párrafo 1143, dice:

1143 – “Debajo de la Séptima Trompeta es para Israel lo mismo que el Séptimo Sello fue para la Iglesia”.

¿Ven? Lo mismo que es el Séptimo Sello para la Iglesia, es la Séptima Trompeta para Israel.

Ahora, vamos a ver lo que es, dice… luego en la página 129 del libro de Citas, párrafo 1150, dice:

1150 – “Ahora, tan pronto como esta Iglesia… (…); el misterio del Séptimo Sello es conocido. Y los judíos son llamados por el misterio de la Séptima Trompeta, que son dos profetas, Elías y Moisés”.

¿Cuál es el misterio de la Séptima Trompeta? Moisés y Elías.

¿Cuál es el misterio del Séptimo Sello? La Venida del Señor.

Y ahora, en la página 130, párrafo 1164, del libro de Citas, dice:

1164 – “Recuerden que ‘los que están vivos y queden, no impedirán a los que están durmiendo; porque la Trompeta de Dios, esa última Trompeta…’. La sexta acaba de tocar. Y esa última Trompeta, como el último Sello, será la Venida del Señor. ‘… y los muertos en Cristo se levantarán primero’”.

Y esto es lo que la Iglesia vigila que sea vindicado, que sea cumplido. El Séptimo Sello para la Iglesia, lo cual luego es la Séptima Trompeta para el pueblo hebreo.

Luego en la página 149 dice, párrafo 1333 [Citas]:

1333 – “Recuerden que ‘los que viven y quedan, no impedirán a los que duermen; porque la Trompeta de Dios, esa última Trompeta…’. La sexta acaba de sonar. Y esa última Trompeta, con el último Sello, será la Venida del Señor. ‘Tocará, y los muertos en Cristo se levantarán primeramente’. Solo descansando hasta ese tiempo”.

O sea que todo gira alrededor, para la Iglesia, gira alrededor del Séptimo Sello. Y eso es lo que la Iglesia del Señor Jesucristo (dice el reverendo William Branham) estaría esperando.

Vean, la página 120 del libro de Citas, párrafo 1065, dice:

1065 – “Él era la Luz vindicada de Su día (o sea, la Luz hecha realidad). ¿Ve? Pero hay más Palabra que tiene que ser vindicada. Él tiene que vindicar más Palabra. Y cuando la última Palabra sea vindicada, entonces la muerte es sorbida en victoria y los muertos en Cristo se levantarán, y entrará el Milenio”.

Ahora vean cuál es la Palabra que tiene que ser vindicada: la Palabra que traerá la resurrección de los muertos y la transformación de nosotros los que vivimos; y eso es el Séptimo Sello para la Iglesia, y Séptima Trompeta para el pueblo hebreo.

En la página 156 también dice, en el párrafo 1396, dice…, hablando de la Iglesia-Novia de Jesucristo, dice [Citas]:

1396 – “… esperando en amor que la promesa de la edad sea confirmada. Ella está vigilando por ello. Ella es parte de esa Palabra, y está vigilando para que su vida manifieste esa Palabra (o sea que en la Iglesia tiene que ser vindicada, manifestada, cumplida, esa Palabra prometida). Hermanos, ¿no pueden ver eso? Espero que no pasará por encima de ustedes. El Cuerpo está esperando (que es la Palabra), esperando para que la Vida (que es el Espíritu) confirme o lo haga vivo (o sea, lo haga realidad, lo cumpla; cumpla lo que está prometido para nuestro tiempo en y a la Iglesia del Señor Jesucristo). Eso es lo que Ella está esperando. Ninguna otra cosa funcionará en ella. Ella no puede venir a vida de ningún otro modo. Ella todavía lo siente allí afuera, y Ella sabe que va a acontecer; entonces aquí acontece, entonces Ella despertará. Dios dijo: ‘Que sea’, y Ella salió como la primera salió”.

Como salió la Iglesia al principio, la Iglesia del Señor Jesucristo de nuestro día sale como una Iglesia joven, representada en aquellas jovencitas que vio el reverendo William Branham en la visión[6]. Es una Iglesia joven, la Iglesia del Señor Jesucristo de nuestro tiempo; y será, cada miembro de esa Iglesia, rejuvenecido también, cuando seamos transformados.

Y necesitamos que venga pronto nuestra transformación, porque ya a casi todos nos han salido algunas canas, y los de la vieja guardia (como decimos) ya hemos pasado de los 40 años. Y algunos de los que están aquí, que son jóvenes, eran los bebés de aquellos días, de los años del 63 en adelante, hasta el setenta y algo (la década del 63 y década del sesenta y… – del 70); y quizás hay algunos que en esa década todavía no habían nacido.

Ahora, ¿por qué nosotros siendo de un tiempo en donde participamos de la séptima edad, nosotros estamos esperando nuestra transformación? Porque la séptima edad no tiene promesa de ser transformada, esa generación ya murió; espiritualmente la séptima edad murió.

Ahora, los miembros de la séptima edad, por consiguiente, morirán físicamente cada uno en su tiempo. Pero hay una edad, una edad eterna, en donde los escogidos que suben a esa edad tienen la promesa de que habrá una transformación para los que están vivos y permanezcan vivos en esa edad hasta que los muertos en Cristo resuciten. Cuando resuciten los muertos en Cristo, todos los que están en esa edad eterna y estarán vivos: serán transformados.

Por lo tanto, nuestra esperanza está basada en la promesa que Cristo ha hecho. Y nuestra fe está basada en la Palabra de Cristo. Por lo tanto, nosotros lo creemos con toda nuestra alma; no importa cuántas canas nos aparezcan, no importa que nuestro cabello se ponga blanquito, eso no importa; más grande es el milagro.

Si Abraham creyó la promesa y esperó 25 años, pero Dios se la cumplió, no importa cuántos años pasen para nosotros: Dios cumplirá Su promesa. No importa cuántos años pasen desde el Día de Pentecostés en adelante, Cristo cumplirá Su promesa. Lo que sucede es que está haciendo intercesión hasta que entre hasta el último escogido de Dios.

No nos daría ninguna molestia a nosotros si entraran los últimos en algún país de la América Latina o del Caribe, no nos molestaría que fueran de Haití los últimos que entraran, o que fueran del África. No importa el color de la piel, lo que importa es que sean almas de Dios; y eso es lo que a Dios le importa.

Y Él sabe no solamente de dónde serán los últimos escogidos que entrarán, sino que Él sabe también quién será el último escogido que entrará al Cuerpo Místico de Cristo en este Día Postrero, en la edad correspondiente, que es la Edad de la Piedra Angular.

No hay otra edad a la cual puedan entrar los creyentes en Cristo y esperar la transformación. Las otras edades ya no tienen esperanza de una transformación estando vivos, solamente hay esperanza para ellos de una resurrección en cuerpos eternos.

Pero la esperanza de una transformación estando vivos es para los creyentes en Cristo que han subido más arriba de la primera, segunda, tercera, cuarta, quinta, sexta y séptima edad; y aun más arriba de la etapa del cuello, del cual el reverendo William Branham dice: “Esto ahora es la etapa del cuello”[7]; ¿ven?, esa etapa que hay de separación entre la séptima edad y la Edad de la Piedra Angular, donde tuvo su tiempo el reverendo William Branham, sus últimos años; digamos desde el 59 o 58 en adelante, hasta que partió.

Pero él no pudo colocar su grupo más arriba, en la Edad de la Piedra Angular, ni él tampoco pudo ser colocado en la Edad de la Piedra Angular; aunque él siendo profeta vio lo que vendría en esa edad eterna.

Y todas las cosas que él dijo que estarían sucediendo después de él y su ministerio, corresponden a la Edad de la Piedra Angular, todo lo que estará pasando en el Programa de Cristo en Su Iglesia y con Su Iglesia. Ahí es donde Cristo nos da la fe de rapto, la fe de transformación y rapto, que gira alrededor del Séptimo Sello, alrededor de la Segunda Venida de Cristo.

Ahora, hemos visto que el Título de Propiedad se necesita para poder recibir la adopción física; y por consiguiente, la Iglesia del Señor Jesucristo necesita recibir ese Título de Propiedad.

¿Cómo lo recibe Cristo? Lo recibe de la diestra de Dios. ¿Cómo lo recibe el mensajero del Día Postrero? De la diestra de Cristo, de la mano de Cristo.

Y por cuanto ese mensajero es un miembro de la Iglesia de Jesucristo, al recibirlo y comérselo: queda en la Iglesia del Señor Jesucristo el Título de Propiedad. ¿Pero en qué parte de la Iglesia queda? Queda en el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo, que es la Edad de la Piedra Angular.

Es en el Lugar Santísimo donde – del Templo espiritual de Cristo, que es la Edad de la Piedra Angular, donde ocurrirá la transformación de los vivos en Cristo y la resurrección de los muertos en Cristo; porque ellos reciben la resurrección en cuerpos eternos, todos los de las edades pasadas, ¿en qué edad? En la Edad de la Piedra Angular; por eso en otras edades no hubo una resurrección, pero en la nuestra sí va a surgir una resurrección.

Fue en la Edad de la Piedra Angular de los días de Jesucristo, dos mil años atrás, que hubo una resurrección de los santos del Antiguo Testamento, y del mismo Señor Jesucristo.

Juan el Bautista no estuvo mucho tiempo fuera de un cuerpo; él fue al Paraíso; y allá pues, por supuesto, estuvo hablando de que ya había presentado al Mesías en la Tierra; y por consiguiente se alborotó el Paraíso, vigilando la Venida del Señor.

Recuerden que también en el Paraíso, donde están los santos del Nuevo Testamento, le dijeron al reverendo William Branham, cuando él quiso ir… cuando él quiso ver a Cristo: “Yo quiero ver a Jesús, Él fue mi Salvador en la Tierra”, le dijeron: “Ahora no puedes verlo. Él está más arriba (en la séptima dimensión). Él vendrá primero a ti y te juzgará”. También le dijeron: “Aquí estamos esperando la Venida del Señor”[8].

Así que en alguna forma, que no puede ser dada a conocer todavía a la Iglesia, pero que ellos allá saben…; y ya el precursor está allá con ellos. Así que lo que no pudo decir acá, allá sí se lo tiene que estar diciendo.

Vean, ellos hablaron con él allá cuando dio la visita allá, y le explicaron muchas cosas, y lo colocaron en una posición bien alta, lo colocaron en un lugar alto, porque él había sido su líder aquí en la Tierra[9]. Así que él tiene una posición bien alta allá en el Paraíso.

Y todos los que están con él, los de su edad, vean, le dijeron a él también, que ni comían ni bebían ni dormían, pues allí no hay necesidad de comer ni de dormir, en esos cuerpos angelicales. Y esa es una dimensión de Luz, allí no hay noche.

Pero ellos dijeron: “Pero nosotros vamos a regresar contigo. Tú serás juzgado; y si tú entras, entonces nosotros entraremos contigo. Regresaremos a la Tierra y tomaremos cuerpos, y entonces comeremos”. Así que son ellos nuestros invitados, nuestros huéspedes. Nosotros vamos a ser transformados también, y todos vamos a estar en cuerpos glorificados.

Ahora, hay muchas cosas que todavía no pueden ser habladas para no interrumpir el Programa Divino; pero ya con lo que hemos escuchado sabemos que el Título de Propiedad Cristo lo trae a la Tierra y se lo entrega a un hombre que estará en Su Iglesia como mensajero; y que será el Ángel del Señor Jesucristo, colocado en Su Iglesia para recibir todas esas bendiciones y compartirlas con la Iglesia del Señor Jesucristo. Y así regresará el Título de Propiedad a las manos de la raza humana, para ser restaurados a todo lo que perdió Adán y Eva en la caída.

Y por consiguiente, ahí estará Elías, Moisés y Jesús, esos tres grandes ministerios, manifestados en un hombre del Día Postrero.

Y por consiguiente, ahí estará el Título de Propiedad en las manos de la raza humana, para la restauración de todas las cosas; no solamente la restauración espiritual, sino la restauración de todas las cosas: restauración espiritual y restauración física de los escogidos; y del pueblo hebreo, la restauración del pueblo hebreo como nación: la restauración del Reino de Dios en la Tierra en medio del pueblo hebreo. Todo eso está bajo el Séptimo Sello y Séptima Trompeta, y bajo el Título de Propiedad en las manos de la raza humana.

Sin el Título de Propiedad no puede haber restauración física, ni puede haber restauración del pueblo hebreo y del Reino de Dios en medio del pueblo hebreo.

Así que podemos ver que el propósito de Cristo traer el Título de Propiedad es la restauración a la vida eterna de los escogidos de Dios, los miembros de Su Iglesia, a la vida eterna física; y también la restauración del Reino de Dios en la Tierra; así como era antes de la caída de Adán y Eva, en donde Dios visitaba todos los días a Adán y a Eva.

Por lo tanto, la restauración de todas las cosas depende de que el Título de Propiedad sea restaurado a la raza humana.

Con la restauración del Título de Propiedad a la raza humana viene la restauración física de la raza humana a la vida eterna; de la raza humana que ha recibido a Cristo como su Salvador, o sea, de los individuos que han recibido a Cristo como su Salvador; y vendrá la restauración del Reino de Dios a la Tierra, lo cual será la restauración del Reino de David y del Trono de David; Trono al cual Cristo es el heredero.

Y para que se cumplan todas esas profecías: Cristo toma el Título de Propiedad en el Cielo, lo trae a la Tierra, y se lo entrega a un hombre para que se lo coma; y así quede restaurado el Título de Propiedad a la raza humana.

Y esa raza será una raza con vida eterna, porque recibirá la restauración a la vida eterna; y será una súper raza: inmortal, incorruptible y glorificada; será la raza que gobernará con Cristo no solamente en la Tierra, sino en el universo completo. Por lo tanto, no se agotarán los galardones que podamos recibir de parte de Cristo.

Cualquier persona podría pensar: “Pero son unos cuantos millones los creyentes en Cristo de todas las edades, así que no le tocarían mucho espacio”. Eso no hay ningún problema. Hay un universo completo, lleno de galaxias, que son billones; por lo tanto, eso está tan lleno de herencia divina para Sus hijos, que lo que necesitamos es abrir nuestro corazón y nuestras manos para recibir todas esas bendiciones.

¿Y cómo hacemos eso? Trabajando en la Obra del Señor Jesucristo, y orando también para que Cristo envíe más obreros a Su Obra, y llevando el Mensaje, y colaborando económicamente también; haciendo tesoros así en el Reino de Dios, que fue lo que Cristo recomendó: “Haced tesoros (¿dónde?) en el Cielo”[10]; o sea, esto es: en el Reino de Cristo.

No dejemos nada para la gran tribulación aquí. Tenemos que decir como decía Moisés y como Dios le dijo a Moisés: “Ni una uña de nuestro ganado dejaremos acá en Egipto”[11].

Así que todo lo podemos almacenar en el Reino de Cristo si deseamos tener grandes bendiciones en el Reino de Cristo, las cuales son ilimitadas. Usted le pone el límite a los galardones que usted recibirá; le pone el límite usted mismo; una: creyendo, y: trabajando.

La fe se suelta a medida que nosotros creemos lo que está prometido. La fe… El poder de Dios es soltado por nosotros a través de la fe.

Vean, Cristo decía: “Tu fe te ha salvado. Tu fe te ha sanado”, y así por el estilo. O sea que usted puede obtener todo lo que usted quiera creyendo; es un asunto de creer.

Y aun la salvación, vean, dijo Cristo [San Marcos 16:15]: “… Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo”.

Es por la fe; por la fe es que obtenemos todas las cosas.

“Es, pues, la fe la sustancia de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven”.

También dice la Escritura que… en el mismo verso… en el mismo capítulo 11 de Hebreos… Vamos a leerlo como está en esta versión aquí; capítulo 11, verso 1 en adelante, dice:

“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.

Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos.

Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía”.

Y ahora, usted y yo creyendo en algo que no podemos ver con nuestros ojos, pero que sabemos que es una promesa divina (aquí lo tenemos, en la Escritura), eso se tiene que hacer realidad, se tiene que materializar en usted y en mí.

Por lo tanto, estamos esperando: creyendo lo que Dios ha prometido, estamos esperando el cumplimiento de toda promesa que Él ha hecho para nosotros como individuos y para Su Iglesia como Cuerpo Místico de creyentes; y depositamos nuestra fe en la infalible Palabra de Dios.

Por lo tanto, el Título de Propiedad en las manos de la raza humana traerá las grandes bendiciones que Cristo ha prometido para nosotros, pues nosotros creemos lo que Él ha prometido para nosotros para este tiempo final; y estamos esperando nuestra transformación, lo cual será cuando entre hasta el último escogido de Dios; entonces vendrá la adopción física de todos nosotros; y vendrá la manifestación plena de la Tercera Etapa en el cumplimiento de lo que fue visto en la Visión de la Carpa.

Lo que fue visto en la Visión de la Carpa es una manifestación de un ministerio profético dispensacional con el Título de Propiedad en sus manos.

“EL TÍTULO DE PROPIEDAD EN LAS MANOS DE LA RAZA HUMANA”.

Ha sido para mí una bendición grande estar con ustedes en esta tarde, dándoles testimonio de: “EL TÍTULO DE PROPIEDAD EN LAS MANOS DE LA RAZA HUMANA”.

La parte correspondiente a nuestro tiempo, de ese Título de Propiedad, ha estado cumpliéndose en forma progresiva. Y cuando Cristo se levante del Trono del Padre: tomará el Título de Propiedad, lo abrirá en el Cielo, y lo traerá a la Tierra y lo entregará a un hombre, que será adoptado y que estará haciendo —Cristo en Espíritu Santo por medio de él— la Obra del Día Postrero, de la Edad de la Piedra Angular.

Por lo tanto, habrá una restauración a todo lo que perdió Adán y Eva en la caída; porque está prometido que un hombre recibirá ese Título de Propiedad de mano de Cristo y se lo comerá, se hará carne en él, será uno con la Palabra, y es el que profetizará sobre muchos pueblos, naciones y lenguas; y nadie puede caminar ese camino si Dios no es con él.

Por lo tanto, no es del quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia[12]. Ya eso está pre-ordenado por Dios desde antes de la fundación del mundo.

También el hermano Branham dijo algo muy importante; dice también el hermano Branham que el Espíritu Santo vendrá; dice: “El Espíritu Santo que tenemos se encarnará”[13]. ¿Ven? Esas son promesas divinas para la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y si se va a encarnar, pues tiene que ser un cuerpo de carne; y si es un cuerpo de carne…, el hermano Branham dijo: “El Espíritu Santo sube y viene encarnado en un hombre”[14]. Esa es la promesa de Dios para nuestro tiempo.

Bueno, todo eso está ligado al Título de Propiedad. En quien venga el Espíritu Santo manifestado en carne humana en el Día Postrero: ahí será donde estará el Título de Propiedad siendo restaurado a la raza humana.

Bueno, que Dios les continúe bendiciendo a todos.

Y dejo nuevamente al misionero, reverendo Miguel Bermúdez Marín, para continuar; y ya él pasará a la persona correspondiente.

Así que vamos a pedirle a nuestro hermano Bermúdez pase por aquí, para que terminemos él y yo nuestra parte en esta ocasión.

Que Dios les bendiga. Y muchas gracias por vuestra amable atención.

“EL TÍTULO DE PROPIEDAD EN LAS MANOS DE LA RAZA HUMANA”.

[Revisión febrero 2025]

[1] Apocalipsis 5:1-14

[2] Apocalipsis 5:5-6

[3] Los Sellos, pág. 256, párr. 120

[4] 62-1014M “La estatura de un Varón perfecto”, párr. 31

[5] 65-1127B “Tratando de hacer un servicio a Dios sin ser la voluntad de Dios”, párrs. 313, 318-319

[6] 64-0705 “La Obra Maestra”, párrs. 186-196

[7] Citas, pág. 134, párr. 1197

[8] Los Sellos, pág. 320, párrs. 198-220

[9] Los Sellos, pág. 320, párrs. 196-197

[10] San Mateo 6:19-21

[11] Éxodo 10:26

[12] Romanos 9:16

[13] Los Sellos, pág. 134, párr. 142

[14] Los Sellos, pág. 146, párr. 192

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