Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Para lo cual leemos en San Marcos, capítulo 9, versos 14 al 29, donde dice: “Cuando llegó…” Esto fue cuando Jesús había descendido del Monte de la Transfiguración, donde había sido transfigurado delante de Sus discípulos y en donde estaban Pedro, Jacobo y Juan con Jesús, y donde aparecieron Moisés y Elías hablando con nuestro amado Señor Jesucristo.
Luego cuando bajaron del Monte de la Transfiguración estaba una multitud en la parte abajo del Monte, y un hombre que tenía un hijo el cual estaba poseído de un espíritu mudo, y en diferentes momentos ese espíritu tomaba al niño y le echaba algunas veces en el fuego y otras veces en el agua y quería matar a ese niño.
Ahora, veamos todo lo que sucedió allí. Dice capítulo 9, versos 14 en adelante de San Marcos:
“Cuando llegó a donde estaban los discípulos, vio una gran multitud alrededor de ellos, y escribas que disputaban con ellos.
Y en seguida toda la gente, viéndole, se asombró, y corriendo a él, le saludaron.
El les preguntó: ¿Qué disputáis con ellos?
Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo,
el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron.
Y respondiendo él, les dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo.
Y se lo trajeron; y cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con violencia al muchacho, quien cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos.
Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño.
Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos.
Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible.
E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad.
Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él.
Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndole con violencia, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto.
Pero Jesús, tomándole de la mano, le enderezó; y se levantó.
Cuando él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera?
Y les dijo: Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “TODO ES POSIBLE PARA EL QUE CREE.”
Se requiere que todo ser humano, por cuanto el ser humano es hecho a imagen y semejanza de Dios, crea al Dios Creador de los Cielos y de la Tierra, y una a la Palabra de Dios que escucha, una su fe y así crea a Dios y la Palabra de Dios; porque la fe viene por el oír, no cualquier cosa, sino por el oír la Palabra de Dios.
Y este hombre padre de este joven, le dijo: “Señor, creo, ayuda mi incredulidad.” O sea, que él creía pero deseaba que Cristo ayudara a su incredulidad, o sea, que aumentara su fe.
Y la fe crece en la misma forma en que la fe es manifestada o nace en la persona; la fe surge, nace por medio de la Palabra de Dios que la persona escucha, la fe viene por el oír la Palabra de Dios. Y la fe crece a medida que continúa escuchando la Palabra de Dios, porque la Palabra de Dios es el Alimento Espiritual para el alma de la persona.
“No solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios.” Ese es el Alimento Espiritual para el alma, para que la persona vaya creciendo espiritualmente. Nace como un niño, un bebé, así como los niños nacen pero van creciendo a medida que les van dando el alimento físico, la leche, y luego de cierto tiempo comida más sólida o comida sólida, y así van creciendo hasta que lleguen a niños ya más grandes, y luego a jóvenes y así por el estilo hasta que llegan a lo que somos nosotros.
Así es como se va creciendo a medida que vamos comiendo; y en el campo espiritual vamos creciendo espiritualmente a medida que vamos comiendo la Palabra de Dios revelada para el tiempo que nos toca vivir, y así va creciendo nuestra fe también: a medida que escucha la Palabra de Dios, porque la fe viene por el oír la Palabra, y crece por el oír la Palabra de Dios.
Por lo tanto, toda persona que piense que tiene poca fe y quiere tener más fe, así como Pedro, al cual Cristo le dijo: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?” Pero luego la fe de Pedro más adelante fue creciendo, a medida que fue escuchando la Palabra de Cristo, que es la Palabra de Dios.
Y ahora, toda persona que quiere que su fe crezca tiene la forma divina para que su fe crezca, lo cual es escuchando la Palabra de Dios, que es el Alimento Espiritual para el alma, para que crezcamos espiritualmente en la fe de Jesucristo, y así nuestra fe crezca, porque sin fe es imposible agradar a Dios; sin fe es imposible, por consiguiente, que la persona reciba el cumplimiento de lo que Dios ha prometido para todo ser humano. Es muy importante que toda persona añada a la Palabra que escucha, la fe.
Los hebreos que salieron de Egipto de 20 años en adelante cuando Dios los libertó a través del Profeta Moisés, no unieron a la Palabra que escucharon la fe y fueron señalados como incrédulos; por la incredulidad de ellos no entraron a la tierra prometida. Porque a la Palabra de Dios que la persona escuche hay que añadirle la fe, porque sin fe es imposible agradar a Dios.
Ahora, la fe no es algo imaginario, la fe tiene como fundamento la Palabra de Dios, o sea, tiene a Dios y Su Palabra. La fe suya y la fe mía no puede estar fundada por palabra de hombre, sino por la Palabra de Dios y sobre la Palabra de Dios.
La Palabra de Dios es el alma de nuestra fe. Así como somos alma, espíritu y cuerpo, la fe tiene un alma que es la Palabra de Dios. El alma de la fe es la Palabra de Dios, y el espíritu es la fe, y el cuerpo es la obra, o sea, el cumplimiento de lo que Dios prometió y creyó la persona, siendo materializado en la vida de la persona.
Por lo tanto, las obras de la fe son el cuerpo de la fe, el cuerpo físico de la fe, y el alma de la fe es la Palabra de Dios, y la fe en sí es el espíritu, el espíritu. Por lo tanto toda persona tiene fe basada en la Palabra de Dios y le sigue las obras de la fe.
Por consiguiente en la vida del creyente en Cristo se van manifestando las obras de la fe, o sea, el cumplimiento de las promesas divinas que ha creído la persona; y la persona trabaja en la obra de Cristo, y va viéndose en esa labor que llevan a cabo el cumplimiento de lo que Dios prometió.
Y las personas ven a ese creyente en Cristo y dicen: “Esa persona todo lo que hace le sale bien, esa persona trabaja en la obra de Cristo y es prosperada.” ¿Qué está sucediendo? Esas son las obras de la fe.
Dios ve la fe de la persona, pero las personas ven las obras de la fe manifestadas en la persona; por lo tanto todo es posible para el que cree. Por eso San Pablo dice en su carta a los Hebreos, en el capítulo 6, verso 12:
“…a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.”
Por la fe y la paciencia heredan las promesas los que no son perezosos, como aquellos que en el Antiguo Testamento y también en el Nuevo Testamento heredaron el cumplimiento de lo que Dios prometió en Su Palabra.
Por lo tanto, el fruto de la fe son las obras de la fe, que son el cumplimiento de las promesas divinas siendo cumplidas en la persona que ha escuchado la Palabra de Dios y ha creído con toda su alma, con todo su corazón, y por consiguiente ha recibido el Espíritu de la Palabra, y por consiguiente recibirá también las obras de la Palabra que son la materialización de lo que Dios prometió.
Cristo… leamos aquí también lo que dice San Pablo en el capítulo 11 de Hebreos, verso 33, dice:
“…que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones.”
Por la fe; así que por la fe alcanzaron promesas. Todo lo que Dios ha prometido en Su Palabra para Su pueblo, usted y yo lo podemos obtener, solamente necesitamos tener fe como un grano de mostaza.
¿Y por qué tener fe como un grano de mostaza? El grano de mostaza vino de la Palabra creadora de Dios cuando Dios creó los Cielos y la Tierra y creó los árboles, la vegetación, las plantas. La semilla de mostaza es una semilla, una simiente original, producto de la Palabra creadora hablada por Dios.
Y la fe genuina es la fe producto de la Palabra creadora de Dios siendo hablada, siendo predicada, la cual la persona al escucharla, cree y obtiene esa fe, nace esa fe acá en el alma, por lo tanto es una fe original, es una semilla original.
Por consiguiente esa fe es una sustancia, es algo real, ya tiene la sustancia, por lo tanto la promesa que Dios ha hecho se materializará, porque usted tiene la sustancia, la fe para que se haga realidad y tome cuerpo esa fe que usted tiene, se haga carne, se haga realidad esa fe en la vida suya.
Cristo en San Marcos, capítulo 11, luego que Él maldijo la higuera, la cual se secó, dice… dice en el capítulo 11, verso 12 en adelante:
“Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre.
Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era tiempo de higos.
Entonces Jesús dijo a la higuera: Nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y lo oyeron sus discípulos.
Vinieron, pues, a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo; y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas;
y no consentía que nadie atravesase el templo llevando utensilio alguno.
Y les enseñaba, diciendo: ¿No está escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones? Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.
Y lo oyeron los escribas y los principales sacerdotes, y buscaban cómo matarle…”
O sea, tenían una mentalidad homicida, porque estaban pensando siempre cómo matar a Jesús. Con razón Jesús les dijo que eran hijos del diablo y que su padre, el diablo, era homicida desde el principio: porque querían matar a Jesús. Dice:
“Y lo oyeron los escribas y los principales sacerdotes, y buscaban cómo matarle; porque le tenían miedo, por cuanto todo el pueblo estaba admirado de su doctrina.
Pero al llegar la noche, Jesús salió de la ciudad.
Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces.
Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.
Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios.
Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.”
Esas son palabras de Jesucristo, en donde muestra el poder de Dios manifestado al la persona tener fe en Dios y creer de todo corazón que lo que diga será hecho conforme a como él diga:
“…lo que diga le será hecho.
Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.”
Por lo tanto, lo que necesitamos es tener fe como un grano de mostaza, esto es tener fe original, producto de la Palabra hablada de Dios, que es una Palabra creadora, una fe creada por Dios en el alma, en el corazón de la persona. Esa fe aunque sea pequeña, tiene la bendición de proveerle a la persona todo lo que Dios ha prometido. Usando esa fe aunque sea pequeña, obtendrá todo lo que pida a Dios, y todo lo que diga que sea hecho, será hecho.
Pero como el padre del joven que estaba enfermo, dijo: “Creo,” o sea, tenía fe, era pequeña pero tenía fe, creyó, creyó lo que Jesús le dijo: “Para el que cree todo es posible.” Le dijo Cristo al padre de este niño, que podía obtener todo lo que él deseaba: “Si puedes creer, al que cree todo le es posible.” O sea, que lo que el padre de este niño le pedía a Jesús, lo cual era el deseo de su alma, de su corazón: la sanidad de su hijo, lo podía obtener creyendo:
“Si puedes creer, al que cree todo le es posible.
E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad.”
Por lo tanto, necesitaba el padre o deseaba el padre de este niño, que Cristo le aumentara la fe, pero lo que el padre de este niño tenía que hacer era creer en Jesús y la Palabra de Jesús.
Porque para el que cree; no para el que cree cualquier cosa sino para el que cree la Palabra de Dios, todo es posible; no importa cuál sea su problema, no importa cuál sea su necesidad, no importa cuál sea su petición, todo es posible para el que cree. Solamente con fe como un grano de mostaza, lo cual es una fe original, nacida de la Palabra de Dios que es hablada.
La fe gira alrededor de Dios y Su Palabra hablada, no gira alrededor de ideas humanas, sino alrededor de Dios y Su Palabra hablada. De esa Palabra hablada de Dios es que nace la fe acá en el alma, en el corazón de las personas. Y por medio de la misma Palabra de Dios, a medida que la va escuchando, va creciendo la fe en la persona. Por eso que la Escritura dice que hay hombres de poca fe, pero también dice que hay hombres de mucha fe.
Por ejemplo tenemos el caso del centurión romano, el cual pidió a Cristo la sanidad de su siervo, y ese centurión romano, un gentil, tenía tanta fe que dijo a Jesús, el cual había dicho: “Yo iré y lo sanaré, yo iré y pondré mi mano sobre él.” El centurión le dijo: “No tienes necesidad de ir, yo no soy digno de que entres bajo el techado de mi casa, solamente dí la Palabra y mi mozo sanará.”
Vean, este hombre gentil, tenía una fe grande, Cristo dijo: “Ni en Israel he hallado tanta fe.”
La fe mayor es la que la persona tiene en la Palabra hablada de Cristo, que no necesita que Cristo coloque Su mano sobre él o sobre su siervo enfermo para recibir la salud, solamente lo que necesita es que Cristo hable esa Palabra creadora, y lo que Cristo hable se materializará, se cumplirá.
También sucedió así con una mujer sirofenicia que quería la sanidad de una… ¿hija parece que era, Miguel? De su hija; y por cuanto era gentil Cristo no le daba importancia; ella quería la sanidad de su niña, de su hija.
Y ella le decía: “Hijo de David.” Pero Jesús no vino para los gentiles como Hijo de David, sino para el pueblo hebreo, pero le dijo: “Señor.” Y cuando le dice: “Señor,” entonces Cristo la atendió; y Cristo al escuchar su petición, Cristo le dice que no era permitido dar el pan de los hijos a los perrillos; pero ella dijo: “Pero los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores.” Cristo dijo que grande era su fe, ni en Israel había hallado tanta fe. O sea, ni en los hebreos había encontrado tanta fe.
Encontramos que los hebreos como Jairo, pidió… el cual era un principal de los sacerdotes y pidió que Jesús fuera para orar por su niña enferma, la cual luego había muerto, y le pidió que fuera para que pusiera su mano sobre ella, y Cristo fue y la resucitó.
Pero vean, para los hebreos poner la mano sobre los enfermos era común, pero ahora los gentiles creyentes en Cristo no necesitan que Cristo ponga Sus manos sino que hable Su Palabra creadora: “Dí la Palabra y mi mozo sanará.”
La fe es un tesoro divino muy grande que viene a la persona, y nace en el alma de la persona cuando escucha la Palabra de Dios; y la persona cree y es un misterio en la persona el que haya creído, es que nació ahí la fe en él, porque en su alma él es un hijo de Dios. Por lo tanto, esa persona cree de todo corazón y recibe a Cristo como su Salvador.
La fe no es solamente para recibir sanidad del cuerpo físico, la fe es para recibir la salvación y Vida eterna recibiendo a Cristo como nuestro Salvador. Esa es la forma más elevada en que la persona puede usar su fe: para recibir a Cristo como su Salvador y obtener el perdón de sus pecados y ser limpio con la Sangre de Jesucristo, ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y recibir el Espíritu Santo y obtener el nuevo nacimiento, y todas esas cosas son las obras de la fe de la persona, y por consiguiente la persona está recibiendo los beneficios de su fe en Jesucristo nuestro Salvador.
Esa fe no es fe propia de la persona, sino que es la fe de Jesucristo naciendo en el alma de la persona. Por lo tanto, para el que cree, todo es posible.
La fe y con la fe podemos obtener todo lo que Dios ha prometido en Su Palabra para Sus hijos. Por lo tanto, con la fe y por la fe es que nosotros creemos lo que Dios ha dicho en Su Palabra, y esperamos el cumplimiento de lo que Dios ha prometido.
Por la fe vivimos, por la fe perseveramos en el Cuerpo Místico de Cristo, y por la fe trabajamos en la Obra de Cristo y se materializan en nosotros las obras de la fe; por lo tanto, el trabajo que realizamos en la Iglesia del Señor Jesucristo son las obras de nuestra fe: la fe que Cristo ha colocado en nuestra alma.
También la fe es para recibir nuestra transformación y el Rapto; pero recuerden que la fe gira alrededor de Dios, de Cristo y Su Palabra. Por lo tanto, creemos todo lo que Cristo ha dicho de una transformación que Él realizará para los vivos en Cristo del Día Postrero, y una resurrección de los muertos en Cristo. Y para este tiempo final Él ha prometido darnos la fe, la revelación que necesitamos tener para obtener nuestra transformación nosotros los que vivimos, y para los muertos en Cristo recibir su resurrección en cuerpos glorificados.
Por lo tanto, necesitamos comprender este misterio de la fe y de cómo usar nuestra fe; porque toda promesa de Dios la podemos obtener, puede ser cumplida en nosotros teniendo fe, creyéndola de todo corazón.
La fe para salvación y Vida eterna gira alrededor de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario.
Esa es la revelación divina contenida en el Evangelio de la Gracia, y por eso se predica el Evangelio de la Gracia y se da a conocer el misterio de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, se da a conocer la muerte de Jesucristo en la Cruz del Calvario, lo cual no fue mera casualidad, sino que fue el Programa Divino desde antes de la fundación del mundo, diseñado por Dios para la Primera Venida de Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario como el Cordero de Dios quitando el pecado del mundo.
Y cuando las personas escuchan la predicación del Evangelio de la Gracia dando a conocer este misterio de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, mezclan fe a esa Palabra, la escuchan y dicen: “Yo creo eso que es predicado con todo mi corazón, con toda mi alma.”
Y cuando llega el momento del llamamiento para recibir a Cristo como Salvador, la persona levanta su mano y dice: “Yo acepto, recibo a Cristo como mi único y suficiente Salvador.” Y ahí la fe de la persona obra para la salvación de su alma, obra ahí para recibir a Cristo como Salvador y obtener el perdón de sus pecados, ser limpio de todo pecado con la Sangre de Cristo y ser bautizado en agua en Su Nombre, y recibir el Espíritu Santo y obtener el nuevo nacimiento.
¿Ven? La fe obra para salvación, pero también la fe obra para sanidad divina, para la sanidad del cuerpo; pero primero es la sanidad del alma, la salvación de nuestra alma, eso es lo más importante.
Ahora, viendo que la salvación del alma gira alrededor de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, y al depositar nuestra fe en Cristo y Su Primera Venida y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, obtenemos la salvación del alma, y obtenemos así una transformación interior, y obtenemos el nuevo nacimiento al recibir Su Espíritu Santo, y obtenemos esa transformación interior, que es la Adopción Espiritual como hijo o hija de Dios.
Pero necesitamos una transformación física, que es la Adopción física de hijos e hijas de Dios, en donde seremos vestidos de inmortalidad, seremos transformados y entonces tendremos un cuerpo inmortal, incorruptible y glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo, el Hijo de Dios, porque esa es la clase de cuerpo para todos los hijos de Dios; esa es la promesa de Dios para todos los creyentes en Cristo, y esa promesa la obtendremos, o sea, el cumplimiento de esa promesa, pues la creemos con toda nuestra alma.
Pero tenemos que tener la revelación del misterio del Séptimo Sello, porque alrededor del misterio del Séptimo Sello gira la fe, la revelación para ser transformados y raptados, porque esa es la revelación del misterio de la Segunda Venida de Cristo.
Así como el misterio de la Primera Venida de Cristo nos da la fe para ser transformados y raptados y obtener esa Adopción espiritual, la revelación del misterio de la Segunda Venida de Cristo nos da la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Por eso la fe para ser transformados y raptados gira alrededor del Séptimo Sello, alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Por consiguiente todos necesitamos obtener la fe de transformación y Rapto, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo; por lo tanto, necesitamos escuchar el misterio de la Segunda Venida de Cristo. Ese misterio será abierto, será revelado a la Iglesia del Señor Jesucristo para que obtengan la fe para ser transformado y llevado con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Y cada creyente en Cristo necesita como individuo obtener esa revelación de la Segunda Venida de Cristo, esa revelación del Séptimo Sello, esa revelación, esa fe, porque fe es revelación.
Usted no puede tener fe sin que sea revelación, y usted no puede tener revelación sin que sea fe: FE. Por lo tanto, todos necesitamos tener, recibir la fe, la revelación de la Segunda Venida de Cristo para que nazca acá en nuestra alma la fe de transformación y Rapto, para ser transformados e ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Podemos ver que la fe abarca todos los campos divinos y todas las promesas divinas, por lo tanto, ¿por qué, o cómo vamos a obtener nuestra transformación? Porque para el que cree todo es posible.
Por lo tanto, para la transformación física y arrebatamiento de los escogidos de Dios necesitamos estar escuchando el misterio del Séptimo Sello, el misterio de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, para que así nazca la fe en el alma, en el corazón de todos los creyentes en Cristo y crezca esa fe, vayamos creciendo de fe en fe, vayamos obteniendo músculos de fe.
Por lo tanto, así como con el ejercicio se obtienen los músculos, con la fe ejercitada se obtienen músculos de fe, escuchando la Palabra del Señor, ejercitándonos en escuchar la Palabra de Cristo, creyéndola con toda nuestra alma, porque todo es posible para el que cree.
No hay nada imposible. Cristo dijo que si la persona tiene fe como un grano de mostaza, puede decir al monte que Él señaló o a cualquier monte: “Pásate de aquí allá,” y se pasará y nada será imposible. Con esa misma clase de fe es que el monte del reino de los gentiles será quitado y será establecido el Monte de Dios, será establecido el Reino de Dios en este planeta Tierra.
Por lo tanto, toda persona creyente en Cristo debe estar consciente de que todo es posible para el que cree. Usted no necesita que coloquen la mano o las manos sobre usted para usted recibir la sanidad de su cuerpo, solamente escuchar la Palabra de Cristo y creer con toda su alma, y se tiene que materializar en usted la sanidad de su cuerpo, crea con toda su alma, crea lo que dice la Escritura: “Por Su llaga nosotros fuimos curados, sanados.” Él llevó nuestras enfermedades. Así es en lo físico y así es en lo espiritual también.
Por lo tanto, tengamos nuestra fe en acción, creyendo todas las promesas de Cristo y pidiendo que se materialicen en nosotros todo lo que Cristo ha prometido para nosotros, porque todo es posible para el que cree.
Vean lo que dijo Elisabet, la esposa del sacerdote Zacarías, cuando la virgen María la visitó. En el capítulo 1 de San Lucas, versos 30 en adelante; vamos a leer este pasaje donde nos muestra la Palabra de Dios siendo hablada a María y ella creyendo con todo su corazón y pidiendo que se haga en ella conforme a esa Palabra. Capítulo 1, versos 30 en adelante. Vean, la Palabra de Dios vino a la virgen María a través del Arcángel Gabriel, el cual es portador de la Palabra creadora de Dios.
“Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón.
Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.
Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril;
porque nada hay imposible para Dios.”
Nada hay imposible para Dios, y todas las cosas son posibles para el que cree; por lo tanto, todas las cosas son posibles para el creyente en Cristo, y entonces por cuanto para Dios nada es imposible, Dios cumple a la persona todo lo que él creyó, lo cual Dios ha prometido para todos los creyentes en Cristo. Sigue diciendo:
“Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.”
Tiene que hacerse en nosotros también de acuerdo a la Palabra de Dios: que se cumpla en nosotros lo que Dios ha prometido para mí, ¿y para quién más? Para cada uno de ustedes también.
“En aquellos días, levantándose María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá;
y entró en casa de Zacarías, y saludó a Elisabet.”
Recuerden que Elisabet era prima de María:
“Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo.”
La criatura que estaba en el vientre de Elisabet que era Juan el Bautista, saltó en el vientre de Elisabet, y así fue lleno Juan el Bautista del Espíritu Santo aún desde el vientre de su madre como le había dicho el Arcángel Gabriel al sacerdote Zacarías: que ese hijo que tendrían Zacarías y Elisabet, sería grande delante de Dios y sería Profeta del Altísimo, y sería lleno del Espíritu Santo aún desde el vientre de su madre.
“…y Elisabet fue llena del Espíritu Santo,
y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres.”
Sería y fue la primera y única mujer que ha existido hasta el presente, que sin la unión con un hombre tendría un hijo por creación divina, por obra y gracia del Espíritu Santo, porque ella creyó la Palabra que fue dicha a ella, lo que le fue prometido:
“Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre (o sea, bendito Jesús que es el fruto del vientre de María).
¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?
Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.”
O sea, Juan el Bautista saltó de alegría en el vientre de Elisabet, o sea, que Juan el Bautista al escuchar la Voz de *María, ahí saltó de alegría, fue lleno del Espíritu Santo y ahí comprendió que había llegado el Mesías, aunque había llegado en el vientre de María; allí estaban el precursor y el precursado frente el uno al otro: uno en el vientre de Elisabet (el precursor), y el otro en el vientre de María (el precursado).
“Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor.”
¿Ven? El secreto para que se cumpla lo que Dios ha dicho es creer, porque para el que cree todo es posible.
“Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor.”
Y todos los que han creído la Palabra del Señor Jesucristo hablada por medio de Sus diferentes Apóstoles y Ángeles Mensajeros, desde los tiempos de los Apóstoles hasta este tiempo final, son bienaventurados, porque se cumplirá en ellos lo que les fue dicho de parte del Señor a través de los Ángeles Mensajeros del Señor Jesucristo.
Por lo tanto, nosotros somos personas bienaventuradas, porque se cumplirá en nosotros lo que nos ha sido dicho de parte del Señor, lo que Cristo por medio de Su Espíritu Santo nos ha dicho en este tiempo final.
Por lo tanto, para mí todo es posible, ¿y para quién más? Para cada uno de ustedes. Todo lo que Cristo ha prometido para nosotros para el Día Postrero, es posible el cumplimiento de esas promesas, porque lo creo con toda mi alma, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también.
Por lo tanto, todo es posible para el que cree, todas las promesas que Cristo ha hecho para nosotros para este tiempo final, son posible el cumplimiento de ellas, porque nosotros con toda nuestra alma las creemos con toda nuestra alma y toda nuestra fe.
Por lo tanto, continuamos perseverando en el Señor Jesucristo, en el Cuerpo Místico de Cristo, creyendo todo lo que Cristo ha prometido para todos nosotros; y continúan materializándose en nosotros las promesas de parte del Señor Jesucristo, y continúan las bendiciones de Cristo viniendo a nuestra alma, a nuestro espíritu y a nuestro cuerpo también, porque todo es posible para el que cree.
Por la fe y con la fe es posible obtener toda bendición que Cristo ha prometido para el ser humano. La salvación del alma es lo más grande, y es por la fe en Cristo que obtenemos la salvación y Vida eterna.
Yo he recibido a Cristo como mi Salvador y por consiguiente he recibido la salvación y Vida eterna, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también; y si hay alguno que todavía no ha recibido a Cristo, todavía no ha recibido la salvación y Vida eterna de su alma. Pero en esta tarde puede recibir a Cristo como Salvador y Cristo lo salvará, Cristo materializará en usted la salvación y Vida eterna, porque usted ha creído en Cristo como Salvador, y para el que cree, todo es posible.
La salvación y Vida eterna es posible para cada uno de ustedes que escuchan la Palabra de Cristo en esta ocasión, porque han mezclado fe a la Palabra que han escuchado, y han creído en Cristo como su Salvador.
Si hay alguno que todavía no ha recibido a Cristo puede hacerlo en esta tarde y yo estaré orando por usted, para que Cristo le reciba y perdone sus pecados y con Su Sangre le limpie de todo pecado. Ponga su fe en acción basada en la Palabra de Jesucristo nuestro Salvador, que es la Palabra de Dios, que es el alma, el centro de nuestra fe. Nuestra fe está fundada, basada en la Palabra de Dios revelada.
Por lo tanto, puede levantar su mano y recibir a Cristo como Salvador y yo estaré orando por usted, pueden pasar al frente y oraré por ustedes en esta ocasión.
Vamos a dar unos minutos en lo que pasan las personas que han escuchado la Palabra y en esta noche Cristo les ha tocado en el alma y ha creado esa fe para salvación de su alma, para recibir la salvación y Vida eterna, porque la fe viene por el oír la Palabra de Dios. Y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se hace confesión para salvación, se confiesa a Jesucristo como su único y suficiente Salvador.
Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, yo le confesaré delante de mi Padre.” Y también dijo: “El que me negare delante de los hombres, yo le negaré delante de mi Padre.” (Nota – San Lucas 12:18)
¿Por qué Cristo habla en esta forma? Porque el que lo niega, el que no lo recibe y no lo confiesa públicamente como su Salvador, no tiene fe, lo que tiene es incredulidad; y ningún incrédulo entrará a la Vida eterna.
Pero el que recibe a Cristo como Salvador, tiene fe en Cristo y confiesa su fe en Cristo recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador, para así obtener la salvación y Vida eterna, que se recibe por la fe en Jesucristo como nuestro Salvador.
Estamos dando unos minutos en lo que las personas que necesitan recibir a Cristo como su Salvador pasan para orar por ustedes. Estamos dando unos segundos.
En la actividad anterior, pasaron un grupo muy hermoso de personas que recibieron a Cristo como Salvador y fueron bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y se identificaron con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección.
Y en esta noche también damos la oportunidad para los que no pasaron pero que fueron tocados en sus almas en la actividad anterior, y en esta actividad que han sido tocados en sus almas para recibir a Cristo como Salvador, porque Cristo ha creado en sus almas, en sus corazones, esa fe para recibir la salvación y Vida eterna, pueden hacerlo en esta noche, pueden pasar al frente para recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador.
También cualquier persona que en alguna ocasión servía a Cristo y se apartó de los caminos del Señor, puede pasar también al frente para ser reconciliado con Cristo, y también los niños de 10 años en adelante pueden pasar para recibir a Cristo como Salvador, para que Cristo les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, y para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, para que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca el nuevo nacimiento en ellos.
Estamos dando unos minutos en lo que llegan todos los que necesitan recibir a Cristo para obtener la salvación y Vida eterna.
La Vida eterna es lo más importante para todo ser humano, no hay nada más importante que la Vida eterna; y solamente a través de Jesucristo es que podemos recibir la Vida eterna, y tenemos que asegurar nuestro futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno. Él es el único que le puede asegurar a usted el futuro eterno en Su Reino eterno.
Todavía estamos dando unos minutos en lo que pasan las demás personas que desean pasar para recibir a Cristo, confesar a Cristo como su único y suficiente Salvador, para dar testimonio de su fe en Jesucristo como su Salvador. Vamos a dar unos segundos y oraremos ya por los que han pasado.
La Escritura dice que hay gozo en el Cielo cuando un pecador se arrepiente; y cuando más de uno se arrepiente el gozo es mayor, y cuando más de dos se arrepienten el gozo es mayor.
Por lo tanto, hay gozo en el Cielo en esta noche por lo que está sucediendo en este lugar, en donde personas están recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador. Cristo también dijo: “Dejad a los niños venir a mi.” Por lo tanto, tienen la oportunidad también los niños de 10 años en adelante, de recibir a Cristo como su Salvador personal.
Es una oportunidad única que tiene todo ser humano que vive en esta Tierra, la oportunidad única de recibir a Cristo como Salvador para recibir salvación y Vida eterna y así asegurar su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno, y así estar consciente que aunque su vida terrenal termine aquí en la Tierra, continuará viviendo con Cristo en Su Reino por toda la eternidad.
Ya vamos a orar por las personas que han pasado. Si falta alguno puede hacerlo, puede pasar inmediatamente para ya orar por todas las personas que han pasado. Vamos a estar puestos en pie y vamos a orar a Cristo. Repitan conmigo esta oración las personas que han pasado para recibir a Cristo como Salvador. Inclinemos nuestros rostros:
Señor Jesucristo, ante Tu presencia vengo reconociendo que Tú eres mi único y suficiente Salvador, reconociendo Tu Primera Venida y Tu muerte en la Cruz del Calvario por mí, en donde llevaste mis pecados, reconociendo que Tu Sangre es la Sangre del Nuevo Pacto que me limpia de todo pecado.
Señor Jesucristo, reconozco que soy pecador; Señor Jesucristo, doy testimonio de mi fe en Ti; Señor Jesucristo, creo en Ti con toda mi alma, creo en Ti como mi Salvador y Te recibo como mi único y suficiente Salvador.
Señor Jesucristo, en Tus manos encomiendo mi alma, salva mi alma, Te lo ruego, perdona mis pecados y con Tu Sangre límpiame de todo pecado y bautízame con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y Te ruego produzcas en mí el nuevo nacimiento; quiero nacer del Agua y del Espíritu, quiero entrar a Tu Reino, quiero vivir eternamente contigo en Tu Reino.
En Tus manos encomiendo mi alma. Te ruego salves mi alma; públicamente Te recibo como mi Salvador, salva mi alma Señor Jesucristo. Te lo ruego. En Tu Nombre glorioso Señor Jesucristo. Amén y amén.
Y ahora repitan conmigo: La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado.
Cristo les ha recibido, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado. Ustedes han creído en Jesucristo de todo corazón, Él dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.”
Ustedes han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo, y dijo:
“El que creyere (y ustedes han creído de todo corazón en Jesucristo y lo han recibido como vuestro Salvador) y fuere bautizado, será salvo.”
Les falta todavía ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y me preguntarán: “¿Y cuándo me pueden bautizar?” Pregunto al ministro aquí, al Rvdo. Juan Ramos si hay agua, ¿hay bautisterio y ropas? Hay dos bautisterios y ropas bautismales, para que se cambien de ropa y sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y así cumplan el mandato de Cristo:
“El que creyere y fuere bautizado, será salvo.”
Cristo les bautizará con Espíritu Santo y Fuego y producirá en ustedes el nuevo nacimiento, y así nacerán del Agua y del Espíritu y entrarán al Reino de Dios. Bien pueden ser bautizados esta misma noche en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Y ahora, inclinemos nuestros rostros nuevamente para orar (no tienen que repetir esta oración):
Padre nuestro que estás en el Cielo, ante Tu presencia vengo con este grupo de personas que han recibido a Cristo, Tu Hijo amado, como su Salvador, recíbeles en Tu Reino, bendíceles y bautízales con Espíritu Santo y Fuego luego que sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Y cuídales, guárdales, guía sus vidas todos los días de su vida terrenal, y a sus familiares tráelos a los pies de Jesucristo para que reciban la salvación y Vida eterna y vivan eternamente también con ellos en Tu Reino eterno.
Padre, Te lo ruego en el Nombre del Señor Jesucristo para quien sea la gloria y la honra, por los siglos de los siglos. Amén.
Ha sido para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de nuestro tema: “TODO ES POSIBLE PARA EL QUE CREE.”
Y para ustedes ha sido posible la salvación y Vida eterna, porque han creído en Cristo como vuestro Salvador, basados en la Palabra de Dios, en la Palabra de Jesucristo. Sobre la Palabra de Jesucristo está basada vuestra fe en Cristo.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y continúe Cristo haciendo crecer nuestra fe, y continúen las bendiciones de Cristo, Sus promesas siendo materializadas en ustedes y en mí, y continuemos así siendo bendecidos por Jesucristo nuestro Salvador. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Muchas gracias por vuestra amable atención; y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.
Con nosotros nuevamente el Rvdo. Juan Ramos para continuar e indicarles hacia dónde caminar para cambiarse de ropas y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; mientras las congregación estará atenta y también cantando y glorificando a Dios, y llena de gozo; porque así como hay gozo en el Cielo también hay gozo entre nosotros, porque este grupo de personas que han recibido a Cristo como Salvador, ha causado gozo en el Cielo y ha causado gozo en nuestras almas también.
Que Dios les bendiga y les guarde, y con nosotros el Rvdo. Juan Ramos para continuar.
“PARA EL QUE CREE TODO ES POSIBLE.”