Muy buenas noches, ministros compañeros en el Reino de Dios; es una bendición grande para mí estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios.
Para esta ocasión leemos en Primera de Pedro, capítulo 4, verso 12 en adelante; dice así la Palabra del Señor:
“Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese,
sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría.
Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado.
Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno;
pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello.
Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios?
Y:
Si el justo con dificultad se salva,
¿En dónde aparecerá el impío y el pecador?
De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien”.
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Para esta ocasión nuestro tema es: “EL JUICIO COMENZARÁ POR LA CASA DE DIOS”.
El juicio comienza por la Casa de Dios, eso es lo que nos enseña San Pedro. Y San Pablo también nos habla del juicio de Dios. San Pablo nos dice (y San Pedro también) que Dios ha puesto a Jesús por Juez de los vivos y de los muertos[1]. Por lo tanto, Jesucristo es el Juez.
En San Juan, capítulo 5, dice la Escritura, versos 21 en adelante… vamos a ver, verso 19 en adelante, para que tengamos el cuadro claro:
“Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente.ah
Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis.
Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida.
Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo”.
Y ahora, el juicio divino viene a través de Jesucristo, porque Dios ha dado a Su Hijo Jesucristo todo el juicio; por eso nos dice la Escritura que Dios ha colocado a Jesús como Juez de los vivos y de los muertos.
Si Jesucristo es el Juez de los vivos y de los muertos, entonces el juicio divino vendrá, tanto a la Casa de Dios como al mundo, por medio de Jesucristo.
Es que Dios no hace nada a menos que sea a través de Jesucristo; todas las cosas Dios las ha realizado a través de Jesucristo, el cual es el Verbo que era con Dios y era Dios, y se hizo carne y habitó en medio de la raza humana[2]. Por medio del Verbo creó Dios los Cielos y la Tierra; por lo tanto, aun el juicio divino lo traerá Dios por medio de Jesucristo nuestro Salvador.
En el libro de los Hechos, capítulo 10, verso 42, dice:
“Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos”.
Y si Dios ha colocado a Jesucristo por Juez de los vivos y de los muertos, el juicio divino será administrado por Jesucristo nuestro Salvador; porque Dios ha puesto a Jesucristo por Juez de los vivos y de los muertos, nos dice el Espíritu Santo a través de San Pedro.
Y ahora, siendo que estamos hablando del juicio, y que el juicio comienza por la Casa de Dios, encontramos que a nosotros nos interesa saber lo relacionado al juicio de Dios en la Casa de Dios.
Ya hemos visto que será por medio de Jesucristo que Dios traerá Su juicio a Su Casa, a Su Iglesia.
El apóstol Pablo nos dice en Romanos, capítulo 14, verso 9 en adelante:
“Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven.
Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo.
Porque escrito está:
Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla,
Y toda lengua confesará a Dios.
De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí (mismo)”.
Y ahora, siendo que todos vamos a comparecer delante del Tribunal de Cristo, entonces debemos de estar preparados para ese momento.
La Escritura también nos dice que no juzguemos nada antes de tiempo. En Primera de Corintios, capítulo 4, verso 1 al 5, dice:
“Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios.
Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel.
Yo en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros, o por tribunal humano; y ni aun yo me juzgo a mí mismo.
Porque aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que me juzga es el Señor.
Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor…”.
Aquí nos muestra que no se puede juzgar nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor. En la Venida del Señor es que el Tribunal de Cristo será establecido, y entonces el juicio comenzará por la Casa de Dios; ese juicio que está prometido para ser efectuado en medio de la Iglesia de Jesucristo en el tiempo final.
Sigue diciendo:
“Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas…”.
Aclarará no solamente lo oculto de los miembros de la Iglesia de Jesucristo y lo oculto de la Iglesia de Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes; también aclarará lo oculto del reino de las tinieblas; y ahí dará a conocer abiertamente el misterio del anticristo, lo aclarará públicamente. Estará dando a conocer todo el misterio del reino de las tinieblas.
Muchos han hablado del reino de las tinieblas, pero no han hecho el impacto que va a hacer Cristo en este tiempo final cuando aclare lo oculto del reino de las tinieblas, y también aclare lo oculto de la Iglesia del Señor Jesucristo. Él aclarará todas estas cosas.
¿Recuerdan a la mujer samaritana cuando le dijo a Jesús?: “Nosotros sabemos que el Mesías ha de venir, y nos aclarará todas las cosas (o sea, ‘nos dará a conocer todas las cosas’)”. Jesús le dijo: “Yo soy, que hablo contigo”[3].
Ahora, aquí tenemos la promesa: que el Señor en Su Venida nos aclarará todas las cosas; esto será: el Señor en el cumplimiento del Séptimo Sello nos aclarará todas las cosas, todas las cosas del Reino de Jesucristo y también del reino de las tinieblas.
Y así todos los escogidos de Dios conocerán el misterio del reino de las tinieblas y cuál es el instrumento del reino de las tinieblas; y también nos aclarará todo el misterio del Reino de Cristo y a través de quién estará Cristo manifestándose en este tiempo final.
“… y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios”.
Aquí nos coloca en el juicio del Trono de Cristo antes de la gran tribulación. Antes de la gran tribulación el Trono de Cristo estará establecido, y desde ahí la Voz de Cristo nos estará hablando, y desde ahí estará Cristo juzgando. Todos estarán ante el Tribunal de Cristo.
Todo esto fue reflejado en el Antiguo Testamento y también en el tiempo de los apóstoles.
Encontramos, en el tiempo de Moisés, a Dios manifestado por medio de la Columna de Fuego, por medio de Cristo, el Ángel del Pacto, manifestado en el profeta Moisés, y hablando el juicio: juzgando al faraón y al imperio del faraón, y hablando el juicio divino sobre el faraón y sobre el imperio del faraón; y luego ese juicio divino siendo materializado.
Allí tenemos un ejemplo claro de lo que va a ser en este tiempo final. Por eso tenemos la promesa de los Dos Olivos para este tiempo final, porque habrá un tiempo en que todos estarán frente al Trono de Cristo: todos estarán siendo juzgados. Por lo tanto, todos comparecerán ante el Tribunal de Cristo.
Allá en Egipto estaba allí establecido el Tribunal de Dios; y lo que Dios hablaba desde Su Trono celestial era transmitido a través del profeta Moisés, que era el instrumento terrenal de Dios.
Y ahora, veamos cómo a través de los diferentes profetas también Dios obró.
A través del profeta Elías habló juicio divino, y se materializó.
Encontramos que todo eso es un ejemplo de lo que va a suceder en este tiempo final bajo los ministerios de los Dos Ungidos, de los Dos Olivos, de los Dos Candeleros que están en pie delante de Dios. Esos ministerios tienen que ver con ese juicio en el Tribunal de Cristo; ellos han tenido que ver con el juicio divino que ha venido en otros tiempos a la Tierra. Por esa causa es que en Apocalipsis, capítulo 11, verso 1 al 14, reciben poder sobre la Tierra y también sobre la naturaleza.
Ahora, podemos ver que todo eso corresponde al Tribunal de Cristo.
Ahora vamos a ver en Apocalipsis, capítulo 2, verso 26 al 28; dice:
“Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones,
y las regirá con vara de hierro, y serán quebrantadas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre”.
Dios el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo; por eso Cristo en San Mateo, capítulo 28, verso 16 al 20, dice: “Todo poder me es dado en el Cielo y en la Tierra”. Por lo tanto, todo el poder divino es manifestado a través de Jesucristo. Por lo tanto, el poder judicial es administrado por Jesucristo nuestro Salvador.
Y así como Jesucristo recibió de parte del Padre celestial todo poder, y el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, ahora Cristo dice:
“Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones,
y las regirá con vara de hierro, y serán quebrantadas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre”.
En la misma forma que recibió del Padre todo poder en el Cielo y en la Tierra, ahora Cristo le confiere poder en la Tierra sobre las naciones al Vencedor, y sobre la naturaleza; y todo eso corresponde a los Dos Olivos.
En Apocalipsis, capítulo 19, verso 11 en adelante, dice:
“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea”.
Aquí nos habla de un juicio, pues dice que juzga; y si juzga, pues hay un juicio.
“Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo”.
O sea que es un nombre que nadie conocía. Por lo tanto, no es el nombre Jesús, es otro nombre; porque el nombre Jesús todos lo conocen como el nombre del Señor en Su Primera Venida. Pero este pasaje nos está hablando de la Venida del Señor para el Día Postrero como Juez y como Rey.
“Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo de Dios”.
El Verbo, dos mil años atrás, se hizo carne y habitó en medio de los seres humanos; y el Nombre que estaba en el Verbo antes de venir en carne humana, luego estaba en el Verbo hecho carne.
El pueblo hebreo sabía que el Mesías vendría, los rabinos lo sabían, los miembros del Concilio del Sanedrín sabían que el Mesías vendría; cada sumo sacerdote sabía que el Mesías vendría a la Tierra y que sería Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros[4]; pero no sabían con qué nombre iba a aparecer el Mesías. Pero el nombre tenía que ver con la Obra que iba a llevar a cabo.
Ahora, ese era un misterio: qué nombre tendría el Mesías cuando apareciera en Su ministerio en la semana número setenta, en la cual también moriría como el Sacrificio de la Expiación por el pecado del pueblo hebreo y de todo ser humano; era un misterio el nombre que tendría el Mesías.
Con razón el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, no le quiso revelar a Jacob el Nombre[5], ni a Manoa tampoco[6].
Encontramos que el único que tuvo mayor información fue Moisés, un profeta dispensacional.
Si Dios va a dar a conocer Su Nombre, vamos a tener un profeta dispensacional al cual venga la Palabra revelada para la Dispensación del Reino completa; porque es para la Dispensación del Reino que Dios va a revelarse y va a revelar Su Nombre.
En el tiempo de Moisés, vean, en el capítulo 3, verso 13 al 14, la conversación que hubo entre Moisés y Dios, o entre Dios y Moisés:
“Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?
Y respondió Dios a Moisés: Yo soy el que soy. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: Yo soy me envió a vosotros”.
Y ahora, Yo soy son cuatro letras, cuatro consonantes. Moisés escuchó esas cuatro consonantes siendo habladas por el Ángel de Jehová como el Nombre de Dios, que estaba en el Ángel de Jehová.
Recuerden que el Nombre de Dios estaba en el Ángel de Jehová. Capítulo 23, verso 20 al 23, del Éxodo, dice:
“He aquí yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.
Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él”.
¿Dónde estaba el Nombre de Dios? En Su Ángel, el Ángel de Jehová.
“Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren”.
Y ahora, la bendición estaba en escuchar la Voz del Ángel de Jehová. ¿Por qué? Porque esa era la Voz de Dios hablando a través de Su Ángel, a través de Su cuerpo angelical, a través del cuerpo angelical de Cristo.
Y ahora leemos en el Éxodo, capítulo 6, verso 1 en adelante; Dios hablándole a Moisés le dice:
“Jehová respondió a Moisés: Ahora verás lo que yo haré a Faraón; porque con mano fuerte los dejará ir, y con mano fuerte los echará de su tierra.
Habló todavía Dios a Moisés, y le dijo: Yo soy Jehová.
Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente, mas en mi nombre Jehová no me di a conocer a ellos”.
O sea que al primero que Dios se da a conocer como YHWH es a Moisés.
Y ahora, tenemos un cuadro claro aquí que Moisés fue muy privilegiado al escuchar ese nombre de parte del Ángel de Jehová.
Por cuanto Dios es sencillo, Su Nombre es sencillo; pero en ese nombre sencillo está todo lo que Dios es.
Vean acá cuando le continúa hablando a Moisés, en el capítulo 3, verso 15 en adelante [Éxodo]:
“Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre; (este es mi memorial) por todos los siglos.
Ve, y reúne a los ancianos de Israel, y diles: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, me apareció diciendo: En verdad os he visitado, y he visto lo que se os hace en Egipto…”.
Ahora, vean que Dios se preparaba para libertar al pueblo hebreo; y para libertar al pueblo hebreo iba a traer juicio a Egipto.
“… y he dicho: Yo os sacaré de la aflicción de Egipto a la tierra del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo, a una tierra que fluye leche y miel.
Y oirán tu voz (van a oír la voz del que tenía la revelación del Nombre de Dios); e irás tú, y los ancianos de Israel, al rey de Egipto, y le diréis: Jehová el Dios de los hebreos nos ha encontrado; por tanto, nosotros iremos ahora camino de tres días por el desierto, para que ofrezcamos sacrificios a Jehová nuestro Dios”.
Ahora encontramos que Moisés, un profeta dispensacional, tenía el conocimiento del Nombre de Dios; tenía el conocimiento del Nombre de Dios, que estaba en el Ángel de Jehová.
En el capítulo 23 también le dice Dios a Moisés para que le diga al pueblo hebreo que Él ha enviado Su Ángel; y también le dice que no le sean rebeldes al Ángel, porque el Ángel no perdonará la rebelión de ellos, porque el Nombre de Dios está en Él, en el Ángel.
Luego, cuando el Ángel se hizo carne, allí estaba el Nombre de Dios. Por eso el Ángel del Pacto hecho carne, apareciendo en medio del pueblo hebreo, dijo: “Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís” (San Juan, capítulo 5, verso 43). Son las palabras del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, Jesucristo, en medio del pueblo hebreo.
Era un misterio el Ángel de Jehová con el Nombre de Dios en Él.
Pero ahora, vean, cuando se hizo carne, allí estaba el Ángel de Jehová como un hombre, un profeta; pues estando en Su cuerpo angelical era el que profetizaba a través de los profetas; y ahora cuando viene en carne humana continuó profetizando: apareció como un profeta. Porque Él es un profeta de otra dimensión, y cuando viene a la Tierra sigue siendo un profeta acá en esta dimensión.
Y ahora, estamos viendo este misterio de Cristo.
Cristo, en una ocasión frente al templo de Salomón – o al templo que construyó Herodes allí en Jerusalén, en el capítulo 2, verso 19, de San Juan (hasta el 21), dice: “Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré”, o sea, lo resucitará al tercer día.
Las personas pensaban que Cristo estaba hablando del templo físico. El templo físico solamente tipifica a Cristo.
Por eso Cristo decía en otra ocasión: “He aquí uno mayor que el templo”[7]. ¿Por qué? Porque Cristo es el Templo humano de Dios; por eso Jesucristo podía hablar así.
¿Qué es más grande: un templo de piedra, o un templo humano a través del cual Dios pueda obrar y a través del cual Dios pueda expresarse, expresar Sus sentimientos, y hablar? Un templo humano es mayor.
Por eso también podía decir: “He aquí uno mayor que Salomón”[8]. Cualquier persona podía pensar que Jesucristo se quería hacer grande; pero Él no se quería hacer grande, Él estaba dando a conocer quién Él era: Él es el mismo ayer, hoy y siempre[9].
Y ahora, vamos a ver con más detalles. Dice el reverendo William Branham en Citas, página 49, párrafo 431… Aun podemos buscar otro pasaje antes de ese; pero vamos a tener este listo (y me recuerdan leerles ese pasaje).
Y ahora, siendo que nuestro tema es: “EL JUICIO COMENZARÁ POR LA CASA DE DIOS”, la Casa de Dios entonces se convertirá en una Corte; habrá un Trono de Juicio.
Es que los miembros de la Iglesia de Jesucristo pertenecen al poder judicial del Cielo, del cual Jesucristo es el Juez Supremo de la Corte celestial; y por consiguiente todos los miembros de la Iglesia de Jesucristo son jueces de ese poder judicial celestial según el Orden de Melquisedec, el cual es Rey, es Sacerdote y es Juez.
Esos tres poderes corresponden al Orden de Melquisedec y a todos los descendientes de Melquisedec, que son los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo. Porque Cristo es Melquisedec; y Él es Sumo Sacerdote, según el Orden de Melquisedec, del Templo celestial; y Él es Juez, según el Orden de Melquisedec, de la Corte celestial; y Él es Rey, según el Orden de Melquisedec, del Reino celestial.
Todo ese Orden celestial está en la Iglesia del Señor Jesucristo, y será establecido en este planeta Tierra en el Reino Milenial de Cristo.
Y ahora veamos en la página 475 del libro de Los Sellos. Él está hablando aquí de todo este misterio del Séptimo Sello. Dice… por la mitad del párrafo dice, del segundo párrafo, dice:
“[175]. Yo no puedo decirles, porque no sé; pero uno de estos días, puede ser que no nos volvamos a ver más sobre la Tierra, pero sí nos encontraremos ante el Trono de Juicio de Jesucristo; entonces sabrán que en aquel cuarto la revelación me vino de Dios, igual como me han venido todas las demás. El misterio de ese Sello no fue revelado, porque fueron Siete Truenos que tronaron, y allí está perfectamente, porque nadie sabe nada al respecto, no estaba escrito. Entonces estamos en el fin. Aquí estamos”.
Y ahora nos dice, en este pasaje que leímos:
“[175]. … pero sí nos encontraremos ante el Trono de Juicio de Jesucristo…”.
Y ahora, Dios dio a Jesucristo todo el juicio; por lo tanto, Jesucristo es el Trono de Juicio de Dios.
Vamos a ver esto ahora. Después que leamos esto yo creo que podemos terminar, y el resto usted lo entenderá. Esto es en el libro de Citas, página 49, párrafo 431… (en este libro parece que es en la página 50 de este libro que yo tengo, pero es el mismo párrafo. Lo voy a leer aquí como está en la hoja, vamos a ver… Vamos a ver, aquí ya este libro lo conozco). Párrafo 431[10] del libro de Citas:
431 – “[229] ‘El Padre no juzga a ningún hombre, sino Él somete todo juicio al Hijo’[11]. La silla de juicio de Dios”.
La Silla (el Trono) de Juicio de Dios, ¿quién es? Jesucristo. Es un Trono humano. Así como Cristo también es el Templo humano de Dios donde Él moró en toda Su plenitud; y por eso dijo: “Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré” (San Juan, capítulo 2, verso 19 en adelante). Muchos pensaron que hablaba del templo de piedras, y le dicen: “En cuarenta y seis años fue construido este templo, ¿y tú dices que lo levantarás en tres días? Nos dices que destruyamos este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?”.
Por esas palabras de Jesús trataron de juzgarlo y condenarlo, porque trataron de llevarlas ante el Concilio del Sanedrín y ante el sumo sacerdote cuando estaban juzgando a Jesús, diciendo de Jesús que Él dijo que destruyeran ese templo y en tres días él lo iba a levantar; o sea que podían acusar a Jesús de incitar al pueblo a destruir el templo. Eso trataron de hacer: de probar que Jesucristo estaba diciéndole a la gente que destruyeran el templo; por lo tanto, eso es un delito. Pero Él hablaba de Su cuerpo, de Su templo.
431 – “[229] ‘El Padre no juzga…”. (O “a nadie juzga”).
Aquí lo dice en sus propias palabras el reverendo William Branham:
431 – “[229] ‘El Padre no juzga (a ninguna persona) a ningún hombre, sino Él somete todo el juicio al Hijo’. La silla de juicio de Dios. ‘Tú hablas en contra de mí, y serás perdonado’. Habla de otro que viene, otro trono de misericordia. ‘Si hablares en contra del Hijo del Hombre yo te perdonaré (eso es Cristo; o sea, diciendo lo que Cristo dijo); pero algún día el Espíritu Santo vendrá a morar en los corazones de la gente. Una palabra en contra de ello nunca será perdonada’.
230 Sigue siendo más severo, más severo, todo el tiempo, el juicio, porque Dios continuamente está gastando Su paciencia, tratando de traer los pecadores a Él, para reconciliarlos. Primero, estaba en los cielos arriba, que lucían por las estrellas; segundo, estaba en la Tierra alumbrando por la gloria de la Shekinah. Enseguida Él vino y se hizo carne y habitó entre nosotros, todavía usando Su paciencia. Luego redimió al hombre por Su sangre, vino a Su Iglesia en forma del Espíritu Santo; y hablar en contra de eso es una cosa terminada, acabada.
231 Ahora mire dónde viene el estremecimiento. Estamos en un tiempo que no realizan. La gente no comprende lo que quiere decir.
232 Ahora, el primer trono estaba en el Cielo, trono de misericordia; el segundo trono estaba en Cristo; el tercer trono está en el hombre”.
Y ahora, el Trono de Cristo, el Tribunal de Cristo, está señalado para estar en un hombre. Cristo ha estado manifestado de etapa en etapa, de edad en edad, en los apóstoles y en Sus ángeles mensajeros; a través de ellos el poder de Cristo por Su Espíritu Santo ha sido manifestado; y todo eso en la Dispensación de la Gracia. Por lo tanto, han sido tronos de misericordia esos instrumentos que Cristo ha tenido de edad en edad.
Para el Día Postrero la Dispensación de la Gracia llegará a su final. Y por consiguiente, la Dispensación de la Gracia, al llegar a su final, por cuanto el Trono de Misericordia corresponde a la Dispensación de la Gracia…; y luego, en la Dispensación del Reino, será Trono de Juicio.
Así como en cada ángel mensajero se manifestó Cristo, y cada uno de ellos fue un trono humano a través del cual Cristo extendió Su misericordia a esa edad, Cristo en Espíritu Santo manifestándose a través de cada mensajero; para el Día Postrero, el mismo Trono final que Cristo tendrá en Su Iglesia en la Dispensación de la Gracia, cuando Cristo haya completado Su Iglesia, cuando Cristo haya extendido Su misericordia hasta el último escogido, luego Cristo se levantará del Trono del Padre, y ya el Trono celestial no será un Trono de Misericordia.
Recuerden que el Trono celestial y del Trono celestial, donde está Cristo, Él habla —Dios habla por medio de Cristo—, y viene a la Iglesia esa Voz, al mensajero, que en la Iglesia es un trono de misericordia, un trono humano de misericordia; y desde ahí sale el Mensaje de Misericordia: el Evangelio de la Gracia, y se extiende la misericordia de Dios a los seres humanos en esa edad. Así ha sido de edad en edad.
Para el Día Postrero, Cristo estará extendiendo Su misericordia mientras Él esté en el Trono de Misericordia en el Cielo y esté la Sangre Suya en el Trono; porque lo que hace que el Trono de Dios sea un Trono de Misericordia es que la Sangre de Cristo está allí y Cristo está como Sumo Sacerdote, haciendo intercesión con Su propia Sangre por toda persona escrita en el Cielo, que lo recibe como su único Salvador en el tiempo que le toca vivir.
Cuando Él complete el número de los escogidos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, Él se levantará del Trono del Padre, y ya no habrá Sangre sobre el Propiciatorio, no habrá Sangre sobre el Trono de Dios; y por consiguiente se convierte en Trono de Juicio.
Y por consiguiente, en la Tierra, el trono de misericordia, el trono humano de misericordia a través del cual Cristo estará hablando y extendiendo Su misericordia, y llamando y juntando a los escogidos; cuando ya no haya Sangre en el Trono celestial, el Trono celestial se convierte en Trono de Juicio, y el trono humano que Cristo tendrá en la Tierra se convierte en un Trono de Juicio. Tan simple como eso.
Y luego, lo que estará Cristo hablando desde el Cielo, desde Su Trono celestial —o sea, Dios hablando por medio de Cristo—, será el juicio divino que vendrá sobre la raza humana, y que comenzará por la Casa de Dios.
Y entonces se va a cumplir esto que está aquí hablado por el reverendo William Branham. Vamos a ver dónde está. Página 171, párrafo 1530…, página 171 del libro de Citas, párrafo 1539[12]:
1539 – “60 Ustedes saben, la hora pronto aparecerá cuando precisamente entre nosotros el Espíritu Santo hablará claramente como con Ananías y Safira. Esa hora está llegando. ¡Solo recuerden eso! Dios va a morar entre Su gente”.
Y ahora, leemos también en la página 148, párrafo 1315[13] [Citas]:
1315 – “129 Nos falta poder que debemos tener, donde la gran maquinaria debe estar funcionando, y grandes señales y maravillas; donde este edificio debe estar tan lleno de poder de Dios, ahora, hasta que el pecador no podría quedarse aquí adentro; el Espíritu Santo condenándole bien de prisa así, como Ananías y Safira”.
Volverán los días de Pedro y de Ananías y Safira[14]. Los días aquellos son tipo y figura de estos días finales. Allá tenemos la muestra de lo que Dios va a hacer en este tiempo final.
Vean aquí, en la página 114 del libro de Citas, párrafo 1002[15], a la mitad del párrafo dice:
1002 – “[205] Y tiene que haber un ministerio que les predique. Pero recuerden, para ese tiempo ya todo habrá cesado. ¡Es una cosa horrenda!
206 Habrá un ministerio que mostrará grandes maravillas, Joel así lo dijo. Pero no habrá tiempo para la redención. Todo entonces es terminado, porque el Cordero ya habrá tomado Su Libro y la redención habrá cesado”.
O sea, el tiempo de redención habrá cesado. “El tiempo no será más”[16]: el tiempo de redención no será más. El que esté sucio permanecerá sucio; ya no habrá más Sangre en el Trono de Dios. Por lo tanto, ya el Trono de Dios no será un Trono de Intercesión; será un Trono de Juicio; y lo que Dios hablará desde Su Trono, a través de Cristo, será juicio para la humanidad. El juicio comenzará por la Casa de Dios. Habrá un ministerio que hará grandes maravillas, un ministerio que les predicará.
Ahora vean, recuerden que cuando el Ángel dice…, levanta la mano y dice que el tiempo no es más, es el tiempo de redención que no es más, porque ya habrá terminado.
1002 – “[206] Jesús predicó y fue rechazado; luego prosiguió hacia aquellos que estaban encarcelados y no podían arrepentirse; ya no había tiempo para la salvación”.
O sea, aquellos que estaban en el infierno que fueron desobedientes en el tiempo de Noé, los cuales estaban allá en espíritu, ya no tenían oportunidad de salvación, no tenían oportunidad para arrepentirse.
Por eso toda persona tiene que arrepentirse estando aquí; si muere, ya no hay oportunidad. Por eso toda persona tiene que recibir a Cristo como Salvador mientras vive en la Tierra. Si muere sin Cristo, allá en el infierno no hay oportunidad de salvación, no hay llamamientos para que las personas reciban a Cristo.
Sigue diciendo:
1002 – “[206] ¡Ese mismo ministerio tendrá que repetirse! ¿Qué tal si eso pudiese ser la Tercera Etapa, a los que están perdidos eternamente?”.
Y ahora, por cuanto el infierno se ha abierto sobre la Tierra, en la Tierra estarán viviendo personas que ya no podrán ser salvos.
Cuando Cristo termine Su Obra de Intercesión ya no habrá salvación para las personas, porque ya Cristo no estará en el Cielo como Intercesor, para perdonar los pecados de las personas y con Su Sangre limpiarlos de todo pecado; ya Él no estará como Sumo Sacerdote, sino que estará como Juez, como Rey de reyes y Señor de señores, y Juez de toda la Tierra.
Y cuando Cristo se levante del Trono, ese ministerio que Él estará usando en la Tierra se convertirá en el ministerio a través del cual Él hable todas estas cosas, estos juicios que han de venir. Y bajo ese ministerio, Cristo en Espíritu Santo, a través del instrumento que Él tenga, predicará el Espíritu Santo a los perdidos que ya no tienen oportunidad, porque ya se habrá cerrado la Puerta de la Misericordia.
Ya Cristo se habrá levantado del Trono del Padre, por lo tanto ya no habrá misericordia en el Trono de Dios; y por consiguiente, lo que Dios por medio de Cristo estará hablando desde Su Trono celestial será el juicio divino que vendrá sobre la raza humana. Y el juicio comenzará por la Casa de Dios.
Por lo tanto, en medio del cristianismo comenzará el juicio de Dios.
Ahora, ese ministerio mostrará grandes maravillas, grandes señales (vamos a verlo aquí en la página 119…), y eso será la Tercera Etapa. En la página 119, párrafo 1057[17], hablando de las tres etapas, dice [Citas]:
1057 – “[42] … el tercero es propiamente identificado. Nosotros sabemos dónde está. Así que la Tercera Etapa está aquí.
43 Es tan sagrado que no debo hablar mucho de ello, como Él me dijo en el principio, Él me dijo: ‘De esto no hables nada’. ¿Ustedes recuerdan años atrás? Ella habla por sí mismo. Pero traté de explicar los otros, e hice un error. En mi opinión (yo no digo que el Señor me dijo esto), esto será lo que empezará la fe para el rapto, para irse.
44 Yo tendré que quedarme callado por un tiempecito. Ahora recuerden (y tú que estás oyendo esta cinta): tú vas a ver un cambio en mi ministerio, luego, decayendo, no levantándose, decayendo. Ya estamos en la edad y no puede ir más allá. Tenemos que esperarnos aquí un minuto hasta que esto acontezca acá para alcanzarlo (…).
[49] Y entonces viene el tiempo, y la presión está en un lugar donde tú estás oprimido; entonces mira lo que estoy preparando para decirte en estos momentos… Mire la Tercera Etapa entonces, será absolutamente y totalmente para los perdidos…”.
Eso nos habla de la predicación a los perdidos, la predicación del juicio divino que va a venir luego que Cristo se levante del Trono del Padre. El mundo entero va a ser estremecido; habrá milagros, maravillas, señales. Sigue diciendo, dice:
1057 – “[49] Mire la Tercera Etapa entonces, será absolutamente y totalmente para los perdidos, pero será para la Iglesia y la Novia”.
O sea, para los perdidos, para las vírgenes fatuas y para las vírgenes prudentes. O sea que la Tercera Etapa tendrá un impacto grande en el mundo entero; y también en las vírgenes insensatas (que son los creyentes que no han nacido de nuevo), y en los escogidos de Dios (nacidos de nuevo).
Luego más abajo, en el párrafo 1058[18] dice [Citas]:
1058 – “[50] Tal vez sea que estoy construyendo una plataforma para que alguien más suba en ella”.
Juan el Bautista construyó una plataforma, ¿para quién? Para Jesucristo; estuvo anunciando que después de él venía un varón, un hombre, el cual era mayor que él, y el cual los bautizaría con Espíritu Santo y Fuego.
Y el reverendo William Branham, siendo precursor de la Segunda Venida de Cristo, es un precursor, un mensajero, paralelo a Juan el Bautista; y él habló de otro que vendrá después de él. Por lo tanto, el que vendrá después de él es paralelo también al que vino después de Juan el Bautista.
¿Quieren ver dónde él lo dijo? Página 474 y 475 de Los Sellos, en el penúltimo y último párrafo de la 474, que pasa hasta la página 475, dice:
“[173]. Yo no sé quién será, ni qué va a suceder”.
Ahora, no sabe quién será. No dice: “No sé qué será”, sino “quién será”, refiriéndose a una persona.
“[173]. ¡No sé! Solamente sé que esos Siete Truenos contienen el misterio por cuya razón hubo silencio en el Cielo. ¿Todos entienden?
- Quizás sea ahora el tiempo y la hora cuando aparezca esta gran persona que hemos estado esperando”.
Y ahora está hablando de una persona que vendrá después de él, y dice: “Esta gran persona que vendrá” y “que han estado esperando”. Sigue diciendo:
“[174]. Quizás este ministerio, por el cual he tratado de convertir a la gente a la Palabra, ha servido de fundamento”.
O sea que estará fundamentada, la Venida de esa persona, en el Mensaje que Dios le dio al reverendo William Branham. O sea que esa persona vendrá de acuerdo a como Dios habló a través del reverendo William Branham; porque el reverendo William Branham es el precursor de una persona que vendrá después de él; como fue Juan el Bautista precursor de una persona que vino después de Juan el Bautista, el cual fue Jesús.
“[174]. Si así es, entonces les estaré dejando para siempre (y ya se fue). No habrá dos aquí al mismo tiempo”.
Y ahora, está hablando de una persona; por lo tanto, no estará el reverendo William Branham y esa otra persona aquí en la Tierra a la misma vez ministrando.
“[174]. No habrá dos aquí al mismo tiempo. Y aun si así fuera…”.
O sea, y si los dos están aquí en la Tierra, vean lo que pasará:
“[174]. Y aun si así fuera, él crecerá y yo menguaré”.
Eso fue lo que dijo el reverendo William Branham del que vendrá después de él; así como Juan el Bautista dijo: “No puede el hombre hacer nada de sí mismo…”, cuando le dijeron que Jesús – que a Jesús le seguían más personas que a él, y que bautizaba más personas que Juan, Juan dijo… (eso está por el capítulo 2 de San Juan) Juan dijo: “A Él le conviene crecer, y a mí menguar”. Y eso mismo es lo que dice el reverendo William Branham. Lo de San Juan es el capítulo 3, verso 26 al 30.
Y ahora, lo que dijo el precursor de la Primera Venida de Cristo es lo mismo que dice el reverendo William Branham como precursor de la Segunda Venida de Cristo. Por lo tanto, así como el que vino después de Juan, Juan dijo que era mayor que él: ahora el reverendo William Branham dice que el que vendrá después de él es esa “gran persona que han estado esperando”; nos muestra que el que viene después de él será mayor que él.
Y ahora, continuamos leyendo acá, en la página 119, párrafo 1058, donde nos detuvimos, donde dice:
1058 – “[50] Tal vez sea que estoy construyendo una plataforma para que alguien más suba en ella. Tal vez yo sea llevado antes de ese tiempo”.
O sea, antes que suba esa otra persona en la plataforma que él le ha preparado.
Recuerden, cuando preparan una plataforma para una actividad es porque alguien va a subir a esa plataforma.
Y cuando en el campo espiritual, un profeta como Juan el Bautista y como el reverendo William Branham, prepararon esas plataformas, fue que después de ellos vendría una persona que subiría sobre todo ese fundamento que fue colocado por ese precursor; o sea que estaría parado sobre lo que fue dicho que sucedería, sobre lo que fue dicho: que vendría otro hombre mayor que él.
1058 – “51 Pero yo creo que estamos tan cerca que yo no me moriré de edad avanzada. Y siendo de cincuenta y cuatro años, no me moriré de viejo hasta que Él esté aquí”.
Esto fue en el año 1963; ya él tenía 54 años de edad, y decía: “Yo creo que no moriré de viejo hasta que él esté aquí”, hasta que esa persona al cual él le preparó el camino, le preparó esa plataforma, esté aquí.
Por lo tanto, ese que vendrá tendrá un ministerio que estará fundamentado en todo lo que Dios dijo a través del reverendo William Branham, y lo que Dios dijo a través de los apóstoles y a través de los profetas del Antiguo Testamento, y a través de nuestro amado Señor Jesucristo.
Sigue diciendo… dice… él dice que:
1058 – “[51] … no me moriré de viejo (o viejo) hasta que Él esté aquí. O solo que sea disparado, asesinado o alguna otra cosa (y la otra cosa fue el accidente automovilístico en el cual él luego partió, a consecuencia de los golpes recibidos), de algún modo muerto, pero no por la edad avanzada, hasta que Él venga”.
¿Cuántos años tendría en este tiempo? ¿Miguel está por aquí? ¿Cuántos tendría?
[Hno. Miguel: 95 años…].
Noventa y… ¿Fue en el 9?
[Miguel: Fue en el 9, y estaba…].
Le restas 9… ¿96 será, o 95? Vamos a ver.
[Miguel: Nació en el 9, y estamos en el 1905 {2005}].
De 95 a… 95 años. ¿O 96?
[Miguel: 96 años].
¿Cuánto?
[Miguel: 96 años].
[Hnos: 96].
[Miguel: Ya estaría bien ancianito].
96 años, Miguel. Así que en abril de este año 2000 estaría cumpliendo 96 años.
Él cuando llegó a más de 53 años, él creía que iba a morir pronto, porque su papá murió a los cincuenta y algo de años[19].
Ahora, él dice que no morirá de viejo, o sea, no morirá como un ancianito, hasta que Él esté aquí; a menos que muera por alguna otra causa.
(Sigue diciendo…). Hablando de la introducción, recuerden que el Ángel siempre le dijo: “Tu Mensaje introducirá a Cristo a la Tierra”.
1058 – “[52] Tal vez yo no lo haré, pero este Mensaje introducirá a Jesucristo al mundo. ‘Así como Juan el Bautista fue enviado como precursor a la Primera Venida, así este Mensaje será precursor de la Segunda Venida’. Y Juan dijo: ‘He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo’. Así es que será paralelo en todo. Y yo sé que será”.
Será paralelo en todo.
Y ahora, cualquier persona puede decir: “Juan el Bautista señaló al Mesías, fue el precursor, le preparó el camino y lo identificó”. Las mismas palabras de Juan identificaron al que vendría después de él.
Cualquier persona podrá pensar: “El reverendo William Branham, siendo precursor de la Segunda Venida de Cristo, estando en la Tierra no señaló a ninguna persona diciendo: ‘Este es el que vendrá después de mí’”. Pero él dice: “Aunque yo no esté aquí, este Mensaje introducirá a Cristo al mundo”.
Por lo tanto, el Mensaje dará testimonio de quién es el que vendrá después de él; será identificado con el Mensaje. El Mensaje lo identificará.
Por lo tanto, el pueblo y los ministros creyentes en el ministerio del reverendo William Branham, tienen que buscar al que vendría después del reverendo William Branham, tienen que buscarlo a la Luz del Mensaje del reverendo William Branham.
Él dice que después de él vendrá aquel al cual él le ha preparado el camino. Y vean ustedes lo que será. Por eso él habla tanto: “El que vendrá es el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19”. Dice en el libro de Los Sellos, página 256:
“121. Pero cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.
Eso fue lo que precursó el reverendo William Branham.
¿Qué tienen que estar buscando todos los que creen el Mensaje del reverendo William Branham? Tienen que estar buscando la Palabra, el Verbo encarnado en un hombre; el Verbo, la Palabra, el Espíritu Santo.
Vamos a ver, en la página 134 del libro de Los Sellos…, y aun la 131; dice [pág. 131]:
“131. Y ahora Jesús: Su Nombre sobre la Tierra fue Jesús el Redentor, porque fue el Redentor cuando estuvo sobre la Tierra; pero cuando conquistó el infierno y la muerte, los venció y ascendió, entonces recibió un nuevo Nombre. Por esa razón es que gritan y hacen tanto ruido y no reciben nada. Será revelado en los Truenos.
- Fíjense en el misterio. Él viene cabalgando. Tiene que haber algo para cambiar esta iglesia. Ustedes saben eso. ¡Tiene que venir algo! Ahora noten: Nadie entendía ese nombre, sino Él mismo (y luego cita Apocalipsis, capítulo 19, verso 11 en adelante)”.
Y ahora, todo el misterio del que vendrá después de él está mostrado en el libro de Los Sellos.
Y ahora, página 134 dice, del libro de Los Sellos:
“142. Y noten ustedes: Cuando este Espíritu Santo que tenemos llegue a encarnarse…”.
El Espíritu Santo, que ha estado en medio de la Iglesia de Jesucristo, dice el reverendo William Branham que va a encarnarse, va a tener un velo de carne aquí; eso será el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19: el Verbo, la Palabra encarnada en un hombre.
El Verbo, la Palabra, es el Espíritu Santo: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él nada de lo que ha fue hecho, fue hecho – nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. Y aquel Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. Eso está en San Juan, capítulo 1, verso 1 al 18.
“[142]. … el que está en nuestro medio ahora mismo en la forma del Espíritu Santo, cuando Él llegue a ser encarnado en la Persona de Jesucristo, entonces nosotros le coronaremos como ‘Rey de Reyes y Señor de Señores’”.
¿Qué está precursando el reverendo William Branham? La Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, la Venida del Espíritu Santo.
¿Cómo lo está precursando? Está preparando el camino para la Venida del Espíritu Santo en carne humana, para la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19 en carne humana. Será la Palabra encarnada en un hombre, dijo el reverendo William Branham.
¿Qué tienen que estar buscando todos los que creen el Mensaje del reverendo William Branham? Tienen que estar buscando al hombre donde el Espíritu Santo, donde el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, estará encarnado en el Día Postrero. A ese es al cual le preparó el camino el reverendo William Branham como precursor de la Segunda Venida de Cristo.
¿Qué fue la Primera Venida de Cristo? El Verbo hecho carne.
¿Qué tendrá que ser la Segunda Venida de Cristo? El Verbo hecho carne. Tan simple como eso.
Si conseguimos el velo de carne donde el Espíritu Santo está encarnado en el Día Postrero, habremos encontrado a aquel al cual el reverendo William Branham le preparó el camino; y lo encontraremos sobre la plataforma que él le preparó; lo estaremos viendo fundamentado, su ministerio, en lo que Dios dijo a través del reverendo William Branham; y con el Mensaje del reverendo William Branham él estará siendo introducido al mundo. Será el cumplimiento de lo que Dios habló a través del reverendo William Branham.
Así como Jesús tuvo diferentes etapas, también será en aquel al cual el reverendo William Branham le preparó el camino.
En la página 146 del libro de Los Sellos en español, dice el reverendo William Branham, en el último párrafo, de la mitad en adelante del último párrafo, dice:
“[192]. Y al mismo tiempo que el diablo cae del Cielo y se encarna en un hombre, el Espíritu Santo sube y viene encarnado en un hombre”.
Ahí lo tienen. Por lo tanto, eso es lo que ha sido prometido para este tiempo final.
En la página 352 dice, en el penúltimo párrafo, dice [Los Sellos]:
“[107]. Y sucederá que al tiempo cuando el anticristo venga en su plenitud, Dios también vendrá en Su plenitud para redimirnos”.
La Venida de Dios en Su plenitud es para redimirnos: para redimir nuestro cuerpo, para nuestra transformación, para darnos la fe para ser transformados; y para la resurrección de los muertos en Cristo; para eso está prometida la Venida del Espíritu Santo manifestado en toda Su plenitud en el Día Postrero. Será el Espíritu Santo encarnado en un hombre.
“[107]. … Dios también vendrá en Su plenitud para redimirnos”.
Por lo tanto, no hay otra cosa que esperar sino la aparición de un hombre en el cual esté el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, Cristo en Espíritu Santo encarnado en un hombre de este tiempo final en la Iglesia del Señor Jesucristo. Y ahí estará la manifestación del Séptimo Sello.
Dice el reverendo William Branham que el Séptimo Sello viene como vino Juan el Bautista y como vino nuestro Señor Jesucristo naciendo en un pesebre allá en Belén. Eso está en la página 472 del libro de Los Sellos. Dice: “Será en una forma tan humilde. Uno pensaría que algo tan grande como esto sería revelado allá en cierto lugar (en cierto lugar grande)”. Si lo estuviera leyendo aquí, ya lo leería completo. Pero dice: “Pero viene como vino Juan el Bautista y como vino nuestro Señor Jesucristo”; dice: “Será en una forma sencilla”.
También dice: “Cuando el Séptimo Sello…”. Dice que el Séptimo Sello… Página 472:
“164. Noten bien el Mensaje del tiempo del fin (este Sello)…”.
¿Cuál es el Mensaje del tiempo del fin? El Séptimo Sello. Y la predicación del Mensaje del tiempo del fin contiene la revelación del Séptimo Sello, la revelación de la Segunda Venida de Cristo.
“164. Noten bien el Mensaje del tiempo del fin (este Sello) (o sea, el Séptimo Sello)… Él nos ha revelado seis Sellos, pero no dice nada del séptimo. El Sello del tiempo del fin (o sea que el Sello del tiempo del fin es el que corresponde a este tiempo final), cuando empiece será algo completamente secreto, según la Biblia”.
O sea, el comienzo del Séptimo Sello es algo secreto. Pero siempre habrá personas como la virgen María, como José el marido de la virgen María, como Zacarías el sacerdote, y Elisabet la esposa del sacerdote Zacarías, y como Simeón, y como Ana, y como los pastores que estaban en Belén; y el Ángel —con Su Ejército celestial— dijo a ellos que fueran a Belén y encontrarían allí al Salvador envuelto en pañales y acostado en un pesebre[20].
Por lo tanto, siempre habrá personas que se darán cuenta de lo que estará sucediendo en el Programa Divino.
Ahora, vean ustedes, nos dice [Los Sellos]:
“[164]. Pero antes de conocer eso… Recuerden Apocalipsis 10:1-7: que al fin del Mensaje del séptimo ángel TODOS los misterios de Dios serían conocidos. Estamos en el tiempo del fin —la apertura del Séptimo Sello.
- El domingo pasado, hace una semana hoy, cuando estaba predicando sobre: ‘Sed humildes, sed humildes, recuerden que Dios obra en cosas pequeñas’, en verdad no me daba cuenta de lo que estaba hablando, pero ahora lo veo bien. Será de una manera tan humilde. Uno pensaría que una cosa tan tremenda sería revelada allá en el Vaticano, pero más bien viene como vino Juan el Bautista, viene como el nacimiento de nuestro Señor, ¡allá en un establo! ¡GLORIA A DIOS! ¡La hora está a la mano! ¡Aquí estamos! ¡Oh hermano!”.
¿Ven? Todo es sencillo.
Ahora, podemos ver que el misterio del tiempo final es el misterio del Séptimo Sello; y es la Voz de los Siete Truenos los que revelan el misterio del Séptimo Sello.
Y la Voz de los Siete Truenos es la Voz de Cristo, la Voz de Cristo clamando como cuando un león ruge y siete truenos emiten sus voces, conforme a Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 al 7.
Y en el cumplimiento de estas profecías Cristo tendrá Su Trono de Juicio: Cristo tendrá Su Trono humano a través del cual Él se manifestará, se revelará, y transmitirá todas las palabras de Dios; desde el Trono celestial las transmitirá a Su Trono humano que Él tendrá en la Tierra.
Y por consiguiente, la humanidad estará escuchando el juicio divino que será manifestado en la Tierra; porque ya ese instrumento que Cristo tendrá, el cual tendrá primero como Trono de Misericordia…
Vean que lo que Cristo es para Dios, lo será el instrumento que Dios tenga para Cristo; o sea, lo que Cristo es para Dios, lo será para Cristo el instrumento que Él tenga. Por eso, en la misma forma en que Dios ha obrado con Cristo, Cristo obra con el Vencedor.
Y así como fue el Ángel de Jehová el que se sentó en el Trono de Dios, y fue también el Templo humano de Dios y Trono humano de Dios, así también tiene que ser el Trono humano de Cristo del Día Postrero que esté usando como Trono de Misericordia, a través del cual Cristo esté otorgando misericordia al pueblo; y luego se convertirá en Trono de Juicio, cuando ya en el Trono celestial no haya Sangre.
Recuerden que lo que sucede en el Trono celestial, luego Cristo lo proyecta en Su Trono terrenal humano: los siete ángeles mensajeros de las siete edades, y al final el Ángel del Señor Jesucristo. Ese es el Trono humano de Jesucristo para el Día Postrero; y desde ese Trono humano es que Dios por medio de Cristo estará dando a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, y estará dando a conocer los juicios divinos que han de caer sobre la raza humana.
Estamos viendo nuestro tema: “EL JUICIO COMENZARÁ CON LA CASA DE DIOS”.
Eso fue reflejado en el tiempo de Pedro cuando el Espíritu Santo habló juicio sobre Ananías y Safira; y también fue hablado juicio por boca de Pedro y de San Pablo a otras personas.
Todo eso ahora es tipo y figura de lo que Cristo va a hacer en este tiempo final. Pero todavía Cristo nos está hablando misericordia por medio de Su Espíritu Santo en este tiempo final. Nos agarramos bien de las palabras de amor y misericordia que habla para todos nosotros en este tiempo final.
Y que Dios nos ayude a estar preparados para, cuando venga esta otra etapa, que estemos preparados delante de Dios, con nuestras vidas arregladas, para que lo que hable a través del Trono de Juicio no sea juicio para nosotros; para que en el Tribunal de Cristo recibamos bendición de Dios.
El reverendo William Branham, cuando estuvo en el Paraíso antes de partir, le fue dicho que él sería juzgado[21]. Todo eso corresponde al Tribunal de Cristo antes de la gran tribulación.
Por lo tanto, estemos preparados para que, cuando llegue ese momento, por cuanto el juicio comenzará por la Casa de Dios, no vayamos a coger nosotros juicio divino, sino bendición de Dios.
Hasta aquí puedo llegar con ustedes en esta noche. Hay otras cosas, pero hasta aquí podemos llegar.
Recuerden que antes de los muertos en Cristo (incluyendo al reverendo William Branham) ser resucitados en cuerpos glorificados, antes de estar adoptados físicamente, van a pasar, el reverendo William Branham, por un juicio que Cristo le hará a él y a cada uno de los ángeles mensajeros, y también a los apóstoles.
Antes de la transformación el juicio comenzará por la Casa de Dios. Ahí podemos ver que se aproxima esa etapa.
Así como Pedro y Pablo trajeron el Evangelio a los gentiles, los gentiles lo llevarán a los hebreos[22]; o sea que estaremos viviendo en este tiempo final como en los días de Pedro y Pablo.
Pedro y Pablo son tipo y figura de Moisés y Elías, de los Dos Olivos; porque son —los ministerios de Moisés y Elías— los que llevarán de entre los gentiles, de entre la Iglesia de Jesucristo, llevarán el Evangelio a los hebreos. Nadie más puede hacer esa labor.
Por lo tanto, en quien estará el ministerio de Moisés y de Elías, operado por el Espíritu Santo, será el mensajero que podrá llevar el Evangelio a los hebreos. Pero primero estará en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo dándole el Evangelio de la Gracia y el Evangelio del Reino, dándole la Lluvia Temprana y Tardía, y así dándonos la fe para ser transformados espiritualmente y la fe para ser transformados físicamente también.
Este es un tiempo muy hermoso, pero pronto vendrá la etapa del comienzo del juicio en la Casa de Dios; porque el juicio comienza por la Casa de Dios.
“EL JUICIO COMENZARÁ POR LA CASA DE DIOS”.
Aparecerán los Ananías y Safiras.
Por lo tanto, tenemos que cuidarnos de tener esas cualidades de Ananías y Safira, y también las cualidades de Judas Iscariote, y las cualidades de aquellos que se levantaron en contra de Moisés. No podemos tener las cualidades de Coré, de Datán, de Abiram, y de todas esas personas, sino que tenemos que tener las cualidades de Cristo manifestadas en nosotros.
Ha sido para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de nuestro tema: “EL JUICIO COMENZARÁ POR LA CASA DE DIOS”.
Que Dios les bendiga y les guarde a todos.
Con nosotros nuevamente el reverendo Miguel Bermúdez Marín para continuar.
Pasen todos muy buenas noches.
Miguel pregunta por el postre cuando pregunta así, pero ya el postre ya hace rato lo di, ese fue dado. Recuerden que nos detuvimos, terminamos, y volvimos y hablamos algo; ese fue el postre.
Así que Dios les continúe bendiciendo a todos.
“EL JUICIO COMENZARÁ POR LA CASA DE DIOS”.
[Revisión mayo 2025]
[1] Hechos 10:42
[2] San Juan 1:1-5, 1:14
[3] San Juan 4:25-26
[4] San Mateo 1:23
[5] Génesis 32:29
[6] Jueces 13:17-18
[7] San Mateo 12:6
[8] San Mateo 12:42, San Lucas 11:31
[9] Hebreos 13:8
[10] Cita 431: 61-0101 “Apocalipsis, Capítulo Cuatro, Parte 2”, párrs. 229-232
[11] San Juan 5:22
[12] Cita 1539: 65-1212 “Comunión”, párr. 60
[13] Cita 1315: 65-0427 “¿Cambia Dios Su manera de pensar?”, párr. 129
[14] Hechos 5:1-11
[15] Cita 1002: 63-1110M “Almas encarceladas hoy”, párrs. 205-206
[16] Apocalipsis 10:5-6
[17] Cita 1057: 63-1229E “Apartando la mirada hacia Jesús”, párrs. 42-44, 49
[18] Cita 1058: 63-1229E “Apartando la mirada hacia Jesús”, párrs. 50-52
[19] 60-1218 “El sonido incierto”, párr. 202 / 63-1110M “Almas encarceladas hoy”, párr. 112
[20] San Lucas 2:8-20
[21] Los Sellos, pág. 209-219
[22] Las Edades, pág. 30, párr. 109