Las profecías para la restauración del Reino de David

Muy buenas noches, ministros, compañeros en el Cuerpo Místico de nuestro amado Señor Jesucristo, o sea, en Su Iglesia. Es una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, y poder compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.

En una ocasión yo estaba hablando acerca de que, si yo tenía que escoger el… o elegir entre estar con la Iglesia del Señor Jesucristo o con el pueblo hebreo, ¿saben lo que yo dije que elegiría? Quedarme con la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y automáticamente me estoy quedando con el pueblo hebreo (jejeje). ¿Por qué? Porque la Iglesia del Señor Jesucristo está compuesta en el 50, 75, 80, 90, 99 o quizás hasta el 100%, de las tribus del norte y las tribus del sur, en sus diferentes etapas; y en este tiempo es que se ha venido a ver más claramente que las tribus perdidas no están perdidas.

Cristo dijo que Él fue enviado a las ovejas perdidas ¿de quién? De Israel[1]; y Él envió a Sus discípulos a las ovejas perdidas de Israel[2]. Y San Pablo dice, en Hebreos, capítulo 2, que “Dios no socorrió a los ángeles, sino que socorrió (¿a quién?) a la simiente o descendencia de Abraham”; y aunque estaba esparcida por el mundo la mayor parte…; porque en Israel solamente hubo un grupo pequeño en los días de Jesús, comparado con los millones que estaban esparcidos por el mundo entero.

Y además de eso: las tribus del norte no solamente esparcidas, sino desterradas; y aun sus nombres no quedaron; y por consiguiente, desaparecieron hasta los nombres, en cuanto a saberse a qué tribu pertenecía cada persona que estaba viviendo en otra nación, aunque era un descendiente de Abraham.

Excepto algunos de las tribus del sur: de Judá, de Benjamín, y de Leví, que mantuvieron su identidad como tribu y su identidad como descendientes de esas tribus: personas, individuos; y quizás algunos de alguna otra tribu del norte, pero muy pocos; y ya en la actualidad, quizás muy pocos saben de qué tribu del norte son descendientes.

Pero a Dios, ¿cree usted que se le han perdido las tribus? A Dios no le pasa como nos pasa algunas veces a nosotros, que buscamos algo y no sabemos dónde está, y ahí decimos: “Se nos perdió”, y hay que encontrarlo. Pero a quien se le perdió o se le perdieron las tribus fue a Israel; a Dios no se le perdieron las tribus; sino que se perdieron en medio de las demás naciones, y ahora Dios las ha estado buscando de etapa en etapa, de edad en edad.

Cuando fueron (en España y en otras naciones) obligados a convertirse al cristianismo los judíos, miren hacia dónde fueron echados: hacia el cristianismo; por eso en medio del cristianismo podemos encontrar (para que no digan que exageramos) la mayor parte de los miembros de las tribus del norte, y parte de las tribus del sur también. Si fueron obligados a la conversión al cristianismo, ¿para dónde cogieron? Hacia el cristianismo.

Por lo tanto, hay millones, a través de las diferentes etapas de la Iglesia, que recibieron a Cristo sin saber que son descendientes de Abraham.

Para este tiempo final la promesa es que serán llamados con una Gran Trompeta, conforme a Isaías, capítulo 27, verso 13. Y esa es la misma Gran Trompeta o Gran Voz de Trompeta de la cual habla San Pablo en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 49 al 58, y Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, versos 13 al 17. Ahí tenemos la misma Gran Trompeta o Gran Voz de Trompeta.

Y en Apocalipsis, capítulo 11, versos 15 al 19, tenemos también esa Trompeta. Al final, cuando se haya tocado, cuando el Ángel haya tocado esa Séptima Trompeta…; vean, ahí nos habla de esa Séptima Trompeta. Y ahora, esa Trompeta marcará… Capítulo 11, verso 15 en adelante, dice:

“El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos”.

Esa es la Trompeta que corresponde a Moisés y Elías: la Séptima Trompeta. Y así como la Séptima Trompeta suena para los hebreos, el Séptimo Sello se abre, obra, para la Iglesia del Señor Jesucristo; porque la Séptima Trompeta para los judíos es lo mismo que el Séptimo Sello para la Iglesia.

Y ahora, ahí veremos que hay un misterio; pero que, así como todos los misterios de la Biblia han sido revelados por Dios, por medio de Su Espíritu…; porque nadie conoce las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios[3]. Y ahora, así como en otros tiempos, por medio de los profetas Dios reveló Sus misterios correspondientes a cada tiempo… ¿Y esa revelación es para quién? Para las personas y para los hijos de las personas de ese tiempo y de tiempos que siguen a esa etapa; y las cosas, los secretos —los cuales están escondidos de los ojos de los hombres—, pertenecen ¿a quién? A Dios. Eso está en Deuteronomio, capítulo 29, verso 29.

Y ahora, los que son secretos (porque no están revelados), para ser revelados Dios tendrá siempre un profeta para el tiempo en que va a revelar esos secretos; y coloca Su Palabra en la boca de ese profeta; Su Palabra, para hablar esos misterios, abrirlos. Siempre ha sido de esa forma.

Y entonces ya no serán secretos, sino que serán revelaciones divinas para el pueblo que vive en ese tiempo, y para los hijos de ellos y para los nietos, y así por el estilo; para todas las generaciones que vengan después de ese tiempo. O sea, para nuestro tiempo: las que corresponden a nuestro tiempo; y esos secretos revelados seguirán para los que vivirán en el Reino Milenial.

De seguro allá la Biblia va a tener más páginas, que contarán la historia de las diferentes etapas de la Iglesia; como en el Antiguo Testamento, en la Biblia, cuenta la historia del pueblo hebreo del Antiguo Testamento. Y en el libro de los Hechos cuenta parte de la historia de la Iglesia en su comienzo; pero el resto, el resto va a ser conocido y colocado en el glorioso Reino Milenial del Mesías.

El Mesías, para los judíos será un hombre que aparecerá en este tiempo. Y también Elías será un hombre que aparecerá en este tiempo, y que anunciará el Reino, y que preparará al pueblo para recibir al Mesías y recibir el Reino del Mesías.

Y de eso no explico mucho para que todo marche bien; porque algunas veces hay personas que escuchan y ya quieren tomar todo eso para tratar de hacer lo que no les toca hacer a ellos sino que le toca hacer a otra persona.

Ahora, para nuestro tiempo todo se está preparando para lo que está prometido en las profecías bíblicas, y es Dios el que estará cumpliendo todas esas cosas.

Y ahora, para el tiempo en que la profecía de la venida de Elías se cumpla, tiene que estar sonando la Séptima Trompeta, la Gran Voz de Trompeta, que también corresponde a la Fiesta de las Trompetas siendo cumplida. Y ahí no vamos a explicar mucho tampoco, para que no aparezca alguno diciendo que tiene esa Trompeta; mejor que no entiendan nada. Vamos a dejar todito esto así.

La cosa es que el verdadero mensajero, en el cual estará el espíritu y virtud de Elías, conocerá lo que es esa Trompeta y conocerá lo que debe estar hablando esta Trompeta; él conocerá el misterio antes de darlo a conocer al pueblo. Y por cuanto es un misterio que está sellado, solamente él lo conocerá al serle revelado, y él solamente podrá darlo a conocer.

Ninguna otra persona podrá hacerlo porque no conoce el secreto de ese misterio, pero el que le corresponde, ese sí lo conocerá; y va a funcionar. Va a funcionar con y en medio del cristianismo, y va a funcionar en medio del judaísmo, y en cualquier otro grupo al cual Dios lo envíe.

¿Recuerdan que Dios enviaba a Elías, y también a Eliseo, no solamente a los judíos sino a los asirios también? Elías fue profeta no solamente para judíos sino para gentiles también. Por lo tanto, el Elías prometido sabrá cómo lidiar con judíos y cómo lidiar con gentiles.

Y nosotros ¿qué vamos a hacer? Estar brazo a brazo con él en aquella labor que él tenga que hacer. Por lo tanto, los creyentes en Cristo, y los ministros que están ordenados para verlo, lo verán, y se pondrán al lado de él para la labor que Dios le habrá encomendado.

Por lo tanto, tenemos que tener los ojos bien abiertos; porque el reverendo William Branham también dijo que todo el misterio del Séptimo Sello y Su manifestación, si no vigilábamos, nos pasaría (¿cómo?) por encima y no lo veríamos[4]. O sea, tenemos que estar al tanto, alerta, y ver qué cosas dice la Escritura que va a ser hecho por el Espíritu Santo a través de Elías, y lo que va a hacer el Mesías.

Y a medida que estemos viendo lo que estará sucediendo, estaremos diciendo: “Esto es lo que dice aquí en la Escritura, en tal libro de tal profeta, y en tal capítulo y en tal versículo; y también esto es lo que dijo Dios por medio del reverendo William Branham; lo estamos viendo con nuestros propios ojos”. Y nuestra exclamación va a ser: “Este es el tiempo que desearon vivir los apóstoles, los mensajeros de las siete edades, ¡pero a mí me ha tocado vivir en ese tiempo!”.

Por lo tanto, podremos decir como Jesucristo dijo a Sus discípulos: “Bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen. Porque muchos de los profetas y de los justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron”[5].

Y ahora, los que estarán viendo el cumplimiento de las profecías de la venida de Elías y de la Venida del Mesías serán personas bienaventuradas, con ojos bienaventurados y con oídos bienaventurados. Ojos para ver y oídos para oír: ver el cumplimiento de lo que Dios ha prometido, y oír lo que estará diciendo el que aparecerá en el cumplimiento de lo que fue prometido.

Porque si habrá personas que serán bienaventuradas para ver, algo estará pasando; y si habrá personas que serán bienaventuradas sus oídos por oír, algo se estará hablando. Por lo tanto, se estará hablando y viendo lo que está prometido para nuestro tiempo siendo (¿qué?) cumplido, y siendo proclamado, siendo dado a conocer al pueblo.

Este es el tiempo para los bienaventurados. Este es el tiempo en que muchos serán bienaventurados, muchos ministros y muchas congregaciones serán bienaventurados; y estarán brazo a brazo trabajando en la Obra de Dios correspondiente a nuestro tiempo.

Todo esto se está haciendo con una base profética; o sea que no es un asunto por hacer un gran edificio.

En la actualidad, con el que tenemos nos da y nos sobra; pero viendo que hay profecías para nuestro tiempo, alguien tiene que tener aquello en el cual – o en lo cual se cumplirá lo que fue prometido.

Por ejemplo, si Dios ha prometido que enviará a Elías, pues tendrá un hombre en el cual cumplirá esa promesa. Si ha prometido que enviará al Mesías, pues habrá un hombre en el cual Él cumplirá esa promesa; aparecerá un hombre.

Y así por el estilo, si Dios promete algo… Por ejemplo, en el tiempo en que Israel estuvo como esclavo en Egipto, y Dios dijo que libertaría a Su pueblo, el cual estaría por cuatrocientos años cautivo, y que Dios lo libertaría con mano fuerte, poderosa (por lo cual castigaría a la nación que los tendría oprimidos), y dijo que en la cuarta generación Él los libertaría (o sea, volverían a su tierra, a la tierra prometida)[6], pues entonces tenía que tener para ese tiempo un hombre a través del cual se manifestaría, hablaría, y las cosas acontecerían; y los sacaría del cautiverio y de la esclavitud.

Por lo tanto, la historia nos muestra cómo Dios obró en el pasado; y Dios no cambia Su forma de obrar: siempre ha obrado por medio de un hombre en favor de Su pueblo. Pero el hombre no es el que hace las cosas, es el Espíritu de Dios a través de ese hombre. En palabras más claras, es Dios por medio de Su Espíritu, es Dios por medio de Su Ángel, el Ángel del Pacto, manifestado a través de un hombre que aparece en la Tierra en cada tiempo.

Y en ese hombre se manifiesta Dios, entra Dios, se manifiesta y habla a través de ese hombre. Eso ha sido siempre de esa forma, “porque no hará nada el Señor, sin que antes revele Sus secretos (¿a quién?) a Sus siervos Sus profetas”[7]. No hay otra forma para Dios obrar. Siempre ha sido así, y este tiempo no será la excepción.

Por lo tanto… Y aún más: en este tiempo es que va a surgir la restauración de la raza humana, en donde un grupo de personas va a ser restaurada a la vida eterna física; para lo cual tiene que venir, tiene que Dios enviar el Título de Propiedad de los Cielos y de la Tierra, que es el Libro de la Vida del Cordero, es el Libro de la Vida, el Libro que en el libro del Apocalipsis es llamado el Libro sellado con siete Sellos[8]. El que posea ese Libro: lo posee todo.

Es como una propiedad: Cualquiera puede decir: “Esa propiedad es mía”; el otro puede decir: “No, esa propiedad es mía”; pero viene uno y dice: “Esa propiedad es mía, aquí está el título”. ¿De quién es? No del que dijo que era de él, sino de aquel que tiene el título y dice: “No, esa es mía”.

Por eso es que, bajo el ministerio de los Dos Olivos, de Zacarías, capítulo 4, verso 1 al 14 (lo cual en el libro del Apocalipsis está con más luz, es más luz de lo que ya había sido dicho), nos muestra que estos Dos Olivos, que son los Dos Ungidos que están delante de la presencia de Dios, tendrán poder, autoridad sobre la Tierra y también sobre los Cielos; pues la Escritura ha prometido que Dios estremecerá no solamente la Tierra, sino también los Cielos.

En Hebreos San Pablo habla de eso, en el capítulo 12; pero eso lo tomó él del Antiguo Testamento, de Hageo, capítulo 2 (por ahí), verso 5 (debe ser).

Y en Hebreos dice que es la Voz de Dios. “La Voz”, o sea que será Dios hablando.

Y Dios va a estar hablando por medio de los Dos Olivos, por medio de esos ministerios de los Dos Olivos; y por consiguiente, en la Tierra estará de nuevo el profeta Elías. A través de Elías la Gran Trompeta sonará, esa Voz que estremecerá los Cielos y la Tierra; será la Voz de Dios a través de un hombre.

Por eso es tan importante la venida de Elías, para prepararle el camino al Mesías: preparar al pueblo, despertar al pueblo del letargo, para que despierte a la realidad del tiempo en que estamos viviendo.

No podemos estar dormidos en este tiempo. El mundo está dormido, pero el pueblo de Dios no puede estar dormido; tiene que estar despierto a la realidad.

Y ahora, viendo que las tribus perdidas…; perdidas para la vista y la mente de muchas personas, pero no para Dios: Dios fue colocando en medio ¿de dónde? Del cristianismo. Si estudiamos la historia, fueron obligados a convertirse al cristianismo miles o millones de judíos, tanto en España como en Portugal, y en otros países. Entonces, ¿hacia dónde fueron? Hacia el cristianismo.

Ese es uno de los misterios de las tribus perdidas; pero ese misterio va a ser abierto completamente. Porque Israel ha llegado a un tiempo en que, si no es totalmente restaurado, como está prometido, dejará de existir en este siglo de la era común (que ya lleva seis años, y va para el séptimo año de la era común); pues en este siglo de la era común dejará de existir Israel como nación y todos los judíos, incluyendo a las tribus del norte y las tribus del sur, los que están identificados; porque los que no están identificados, no habrá cómo identificarlos como descendientes de Jacob, y por consiguiente podrán escapar algunos, de lo que viene.

Pero los juicios divinos, por cuanto para este tiempo será el juicio divino, donde, en el cumplimiento de la Fiesta de las Trompetas…, que corresponde al día primero del primer mes del año, no del año religioso…

Ahora, por eso el día de Año Nuevo ustedes encontrarán que no se lleva a cabo en Aviv (como fue establecido, que ese sería el primer mes del año, allá en el Éxodo, capítulo 12); se lleva a cabo por ahí por octubre en el calendario judío; diríamos, el que se usa comúnmente, no el religioso.

Y ahora, en ese tiempo, el día de Año Nuevo, ese es el día de la fiesta de las trompetas; que corresponde también al día primero del séptimo mes del año religioso judío, de Levítico, capítulo 23, versos 24 en adelante.

Ahora, esa es, en el cumplimiento, la… – esa fiesta de las trompetas, donde se suena la trompeta, eso corresponde a la Trompeta de la Voz de Dios hablando, en donde Dios juzgará. Y luego, en el día del perdón, en el Día de la Expiación, ahí unos salen libres, pero otros pierden el derecho a continuar viviendo.

Por eso la Fiesta de las Trompetas es un misterio; es donde Dios juzgará; es (de todas las fiestas) la más misteriosa, porque no hay mucha explicación, no hay explicación sobre ella; pero los grandes sabios, los rabinos, han hablado acerca de que es un gran misterio. Es el “día de los fuertes”, es el día donde se decide quiénes van a vivir y quiénes van a morir. Esto es así para individuos y también para naciones.

Por lo tanto, ahí es donde se decide quiénes van a entrar al Reino del Mesías y quiénes no van a entrar al Reino del Mesías.

Así que la materialización de esa Fiesta y esa Trompeta sonando, no será un cuerno sonando, sino que será la Voz de Dios hablando.

Dios va a juzgar a todas las naciones; unas van a entrar al Reino de Dios, del Mesías, y otras no van a entrar.

Y siendo que Jesús…, aunque no fue reconocido por los rabinos de Su tiempo y de este tiempo como el Mesías, con todo y eso es conocido como un profeta, y por consiguiente Sus profecías entonces son verdaderas; y en Sus profecías Él habla del Juicio de las Naciones.

El Hijo del Hombre, o sea, el Mesías, va a juzgar a las naciones, y Él es el que va a decir quién es el que va a entrar – qué nación va a entrar y qué nación no va a entrar a Su Reino; ¡porque es Su Reino! Él va a decidir quiénes van a entrar y quiénes no van a entrar. Y ese juicio va para las naciones de acuerdo a como se hayan comportado con Su pueblo, Israel, y con Su Iglesia.

Recuerden que Él enseña que, al juzgar, va a decir a unos: “Entra en el Reino preparado para vosotros. Porque tuve hambre, y me disteis de comer (y así por el estilo)”; y a otros dirá: “Malditos, al fuego preparado para el diablo”. O sea que para donde va a estar el diablo, para ahí van a ir aquellos que serán rechazados; y preguntarán: “Pero ¿por qué?”. —“Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber”, y así por el estilo, comienza a hablar[9].

O sea que lo que hayan hecho las naciones en favor o en contra de los judíos, y de la Iglesia…, que ha sido las tribus del norte principalmente, que entraron al cristianismo… primero los obligaron; y después ya no hubo que obligarlos, porque ya los hijos de los hijos continuaron en el cristianismo; y son tan judíos o hebreos como los judíos que están en la tierra de Israel.

El nombre “judío” está siendo usado para todos los que viven en Israel, pero ¿saben ustedes una cosa? Que el nombre “judío” es correspondiente a las tribus del sur; pero el nombre que se usaba para las tribus del norte es “Israel”. Y ese mismo nombre se llegó a usar para las dos tribus juntas; o sea, el único nombre que se podía usar para la unión de todas las tribus. El nombre de aquel del cual descienden los patriarcas, los doce patriarcas, y del cual viene su pueblo. Ese nombre “Israel” corresponde a las tribus del norte, con el cual eran identificadas.

Y ahí, con la unión de las tribus del sur con las tribus del norte (conforme a Ezequiel, capítulo 37, versos 15 al 28), será que será restaurado Israel a la monarquía, la monarquía de David, el reino de David; porque ese es el Reino de Dios. El reino de David es el Reino de Dios, que le fue dado a David y luego Salomón lo heredó. Y el trono de David es llamado el Trono de Dios. Eso está en Primera de Crónicas, capítulo 28, verso 4 en adelante, y capítulo 29, versos 22 en adelante.

Vean, algunas veces piensan algunas personas: “Cuando venga el Reino de Dios, cuando sea restaurado el Reino de Dios…”, pero no saben ni lo que es el Reino de Dios. Vean, capítulo 28, verso 5 en adelante (para no leer mucho), dice:

“De entre todos mis hijos (este es David, el rey David hablando, ya anciano)… De entre todos mis hijos (porque Dios me ha dado muchos hijos), eligió a mi hijo Salomón para que se siente en el trono del reino de Jehová (dice aquí en esta versión) sobre Israel”.

¿Qué trono es el trono de David? El Trono de Dios; el Trono terrenal de Dios, que es el trono que representa el Trono celestial.

La única nación que tiene un trono que representa el Trono celestial, es Israel. La única nación a la cual le fue dada el Reino de Dios, es Israel. La única nación que por decreto tiene señalado que tendrá un rey que reinará no solamente sobre Israel sino sobre todas las naciones, es Israel; y la única nación que por decreto divino será la cabeza de todas las naciones, es Israel. Y eso es por decreto divino; no es por elección de las demás naciones, es por decreto divino. Lo que está por decreto divino, ¿quién lo puede estorbar?

Por eso es que hubo un tiempo en que otras naciones trataban de que… de unir su familia con la descendencia de David por medio del casamiento de hijos: una hija o un hijo que se casara con un descendiente del rey David; ¿para qué? Para tratar de obtener un rey, un hijo, un príncipe, que lo pudieran colocar en el trono de alguna nación y decir: “Este tiene decreto divino para ser rey sobre Israel y sobre todas las naciones”. Eso era lo que estaban buscando: alguien que pudiera decir que por decreto divino era rey.

Pero solamente Israel tiene decreto divino para tener un rey que reinará sobre todas las naciones; y ese es el Mesías-Príncipe, que está esperando; y que en este tiempo está siendo esperado. Todos saben que será en un tiempo de muchos problemas.

¿Saben ustedes una cosa? Que en el tiempo de muchos problemas es que se busca más a Dios. La Escritura dice que cuando Dios hería al pueblo era que lo buscaban[10]; pero cuando estaban bien, pues entonces cogían – tomaban la vida muy suave, y se apartaban de Dios.

Siempre que hay problemas las personas se apegan más a Dios, porque no encuentran de quién agarrarse sino de Dios; no hay otra esperanza.

La Escritura dice que Dios será la esperanza (¿de quién?) de Su pueblo[11]; y si dice que será la esperanza de Su pueblo, pues estará en tiempos difíciles para el tiempo de la Venida del Mesías. Y aun dice la Escritura que va a ser un tiempo muy pero que muy difícil el tiempo para la Venida del Mesías.

Ahora, continuando aquí, hemos visto ya que el Trono de Dios, del Reino de Dios (que estaba establecido en medio del pueblo hebreo), el Trono era el trono de David. Tan simple como eso.

Ahora, en el capítulo 29, versos 22 en adelante, dice…, esto fue cuando le dieron por segunda vez la investidura a Salomón; dice [Primera de Crónicas]:

“Y comieron y bebieron delante de Jehová aquel día con gran gozo; y dieron por segunda vez la investidura del reino a Salomón hijo de David, y ante Jehová le ungieron por príncipe, y a Sadoc por sacerdote”.

Aquí tenemos una combinación: un rey y un sacerdote; porque esto es tipo y figura de lo que será el Mesías-Príncipe: Rey y Sacerdote. Será un Rey-Sacerdote según el Orden de Melquisedec, porque será el Reino de Dios con el orden celestial, que será establecido en el planeta Tierra.

“Y se sentó Salomón por rey en el trono de Jehová en lugar de David su padre, y fue prosperado; y le obedeció todo Israel”.

¿En qué trono se sentó? En el Trono de Dios terrenal. La única nación que ha tenido un trono que es llamado el Trono de Dios ¿cuál es? Israel. No hay otra nación que pueda decir: “El trono en donde reinó o reina el rey de esta nación, o la reina de esta nación, es el Trono de Dios”. No. Solamente hay una nación que puede decir eso, y es Israel.

Y ese es el Trono que va a ser restaurado; ese es el Trono en donde el Mesías-Príncipe se va a sentar; y ese es el Reino que hereda el Mesías-Príncipe. Y por eso se llama el Mesías señalado como David, ¿por qué? Porque es un descendiente de David, y lleva el título de David.

Como los reyes romanos, o los emperadores romanos, como los Césares: desde que establecieron el título de “el César”, todos luego que aparecían era “el César”, un título.

Y ahora, por cuanto David fue confirmado y su reino fue confirmado… Saúl tuvo la oportunidad pero falló, no obedeció a Dios. Cualquiera podría decir: “A quien no obedeció fue a Samuel”. No. Fue a Dios, el cual habló a través del profeta Samuel; y por consiguiente no fue confirmado. Y al no ser confirmado, su reino sería temporal; o sea, no tendría continuidad, sería un reino pasajero.

Vamos a ver. Aquí está: en el capítulo 13, verso… Y miren, tan sencillo que fue, aparentemente, porque Samuel le dijo: “Espera, espera siete días, y yo vendré”. Aquí está: dice, capítulo 13, verso 8 en adelante (esto fue cuando estaba en una guerra) [Primera de Samuel]:

“Y él esperó siete días, conforme al plazo que Samuel había dicho; pero Samuel no venía a Gilgal, y el pueblo se le desertaba”.

O sea, se estaban yendo, tenían miedo. Frente a una guerra… en una guerra, pues la gente tiene un poco de miedo si ven que el enemigo es más poderoso.

“Entonces dijo Saúl: Traedme holocausto y ofrendas de paz. Y ofreció el holocausto”.

¿Y por qué está mal que haya hecho eso? Saúl no era un sacerdote, no le correspondía ocupar el lugar de un sacerdote, ni profeta tampoco. Aunque en una ocasión profetizó, cuando estaba entre los profetas, pero se dijo: “Saúl entre los profetas”[12]. ¿Ve? No era profeta, estaba “entre”: entre ellos, pero no era profeta.

“Y cuando él acababa de ofrecer el holocausto, he aquí Samuel que venía; y Saúl salió a recibirle, para saludarle (él pensaba que había hecho la gran cosa).

Entonces Samuel dijo: ¿Qué has hecho? Y Saúl respondió: Porque vi que el pueblo se me desertaba, y que tú no venías dentro del plazo señalado, y que los filisteos estaban reunidos en Micmas,

me dije: Ahora descenderán los filisteos contra mí a Gilgal, y yo no he implorado el favor de Jehová (o sea, “del Señor”. En esta traducción dice: “Jehová”). Me esforcé, pues, y ofrecí holocausto.

Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho (lo que Saúl creyó que había hecho la gran cosa, fue una locura)… Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que él te había ordenado…”.

¿Y cómo lo había ordenado? A través de Samuel. Dios estaba en Samuel reinando, gobernando al pueblo; y como todavía Samuel estaba, Samuel estaba sobre Saúl; aunque Saúl ya estaba como rey, estaba en una etapa de prueba. Algunas veces las personas no comprenden que antes de una adopción hay una etapa de prueba. Dice:

“… no guardaste el mandamiento (del Señor, o sea) de Jehová tu Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre”.

¿Y qué significaba eso, o qué significa eso? Que ya el Reino del Mesías y el Mesías-Príncipe tenía que ser un descendiente ¿de quién? De Saúl; y la dinastía que tendría el Reino para siempre sería la dinastía ¿de quién? De Saúl. Mató su dinastía; comenzando la mató, no llegó a la confirmación.

“Mas ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón”.

Esto muestra que Saúl no era un hombre conforme al corazón de Dios; pero ahora, dice que Dios se ha buscado a uno conforme a Su corazón. Y si es conforme al corazón de Dios: pues del corazón de Dios va a ser transmitido el pensamiento del corazón de Dios al corazón de ese hombre, de ese rey; será, por consiguiente, un rey que reinará para Dios.

Porque eso es la monarquía establecida por Dios: un rey que reine no para sí mismo sino para Dios, que reine conforme a la voluntad de Dios, y que Dios a través de ese hombre esté obrando.

En la teocracia, que tuvo el pueblo hebreo…; miren, tuvo la teocracia y la monarquía. En la teocracia Dios reinó a través de los jueces; era Dios reinando.

Miren, aquí también está (y Samuel fue el último de los jueces); está por aquí, en el capítulo 8, verso 7, cuando el pueblo pidió rey. No es que estaba mal pedir rey o tener rey, pero cambiar la teocracia no era un asunto del pueblo, porque no era una democracia sino una teocracia.

En la democracia el pueblo es el que vota y decide a quién quiere como presidente, y como gobernador de un estado, y como alcalde de una ciudad. Pero en la teocracia es Dios el que decide; y también en la monarquía divina, en la monarquía en medio de Su pueblo.

O sea que en la democracia son muchos votos los que eligen a un hombre. En la teocracia y en la monarquía divina es un solo voto el que cuenta: el de Dios; y el resto no perdió, el resto ganó. Así es en la teocracia y en la monarquía de Dios, en medio del pueblo hebreo.

Ahora, miren aquí lo que dice en el capítulo 8… También en el libro de Deuteronomio, capítulo 17, verso 15, vamos a ver lo que nos dice aquí; dice… [verso] 14 al 15 dice:

“Cuando hayas entrado en la tierra que Jehová tu Dios te da, y tomes posesión de ella y la habites, y digas: Pondré un rey sobre mí, como todas las naciones que están en mis alrededores;

ciertamente pondrás por rey sobre ti al que Jehová tu Dios escogiere…”.

¿Ve? El voto es de Uno solo. Y antes de un presidente, o un alcalde, o un gobernador ser gobernador, tiene que haber tenido el voto primero. Y el pueblo quiso un rey sin tener el voto de Dios todavía; aunque tenía la promesa de que podía poner rey, pero cuando Dios…, y aquel al cual Dios escogiera.

“… de entre tus hermanos pondrás rey sobre ti…”.

O sea que tiene que ser un descendiente de Israel, de Jacob. Como en las naciones: tiene que ser de esa nación el rey o el presidente que vayan a tener.

“… de entre tus hermanos pondrás rey sobre ti; no podrás poner sobre ti a hombre extranjero, que no sea tu hermano”.

O sea que tiene que ser un hermano, un descendiente de Jacob, de Israel.

Ahora vamos aquí: Primera de Samuel, capi-… Les leí capítulo 17, verso 14 y 15, de Deuteronomio; ahora vamos aquí… Samuel se puso muy triste, y molesto también, cuando le pidieron que les diera rey (porque tenían que hablar con él); y se puso muy triste; ya estaba anciano. Y ahora, vamos a ver: capítulo 8, verso 4 en adelante, dice [Primera de Samuel]:

“Entonces todos los ancianos de Israel se juntaron, y vinieron a Ramá para ver a Samuel,

y le dijeron: He aquí tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones.

Pero no agradó a Samuel esta palabra que dijeron: Danos un rey que nos juzgue. Y Samuel oró a Jehová (o sea, a Dios).

Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos”.

Era Dios el que estaba reinando sobre el pueblo hebreo a través de Samuel, como lo había hecho a través de los demás jueces.

Y ahora, Dios le dice que a quien han desechado no era a Samuel. Samuel estaba… se sentía como un desechado por el pueblo, y con poco ánimo en favor del pueblo; pero Dios le dice: “No es a ti que te han desechado, es a Mí”.

Es que quizás pensaban: “Ya Samuel está viejo; a través de un viejito ¿qué podemos obtener?”. Se les había olvidado que Moisés comenzó su ministerio a los 80 años; y que Abraham tuvo su hijo a través de Sara: Isaac, cuando tenía 100 años; a los 99 años lo engendró, y nació a los 100 años de Abraham; cuando tenía Abraham 100 años, y Sara 90 años, nació el hijo; porque no hay ninguna cosa imposible para Dios.

Y ahora, por supuesto hubo un rejuvenecimiento; lo cual es mostrado cuando Abraham va a otra tierra, porque tuvo que irse del lugar donde vivía después que los Ángeles lo visitaron, porque hubo un juicio que cayó sobre Sodoma y Gomorra[13]; y algunos piensan que fue un juicio atómico: llovió fuego y azufre, quemó todo. Y Abraham ya luego se fue hacia otro lugar; y en ese otro lugar al cual él se fue… o sea, al territorio de Gerar, en donde el rey era Abimelec.

Ahora, Sara con 89 años y Abraham con 99 años, ahora el rey se enamora de Sara, que tiene 89 años[14]. ¿Qué rey se va a enamorar de una viejita de 89 años? Sara estaba rejuvenecida, y también Abraham. Aun después de tener el hijo, Sara vivió muchos años más (hasta los 127 años por ahí, 127 años); y Abraham, luego que Sara murió, se volvió a casar y tuvo seis hijos más, de Cetura; y…; o sea, estaba jovencito[15].

Y luego, otra cosa: a una mujer, después de cierta edad, los óvulos ya no están en condiciones para ser fecundados y tener hijos. Pero cuando Dios hace una promesa, para cumplirla: hace un milagro. ¿Y por qué un milagro? Porque es una Obra de Dios; y toda Obra de Dios es un milagro.

Y ahora, Sara está tan joven y tan hermosa que un rey se enamora de ella; pero el hijo que Sara tenía que tener no era del rey Abimelec, era de Abraham. Abraham era el que tenía la promesa de que iba a tener un hijo a través de Sara: el hijo de la promesa; y por ahí sería la línea por la cual vendría Israel, el pueblo de Dios.

Ahora, encontramos que Israel es un milagro. Vean ustedes, ha sido un milagro todo el tiempo. Para nacer Isaac, fue un milagro; para nacer Esaú y Jacob, fue un milagro también. Miren, Sara estéril, luego la esposa de Isaac también estéril; y así por el estilo. Si usted encuentra la historia, encontrará que la historia de Israel, del pueblo de Israel, está llena de grandes milagros. Es un milagro.

Cuando leemos o estudiamos la historia de Israel, estamos estudiando la historia de Dios en medio de la descendencia de Abraham; estamos viendo a Dios obrando en todo el tiempo, en toda la trayectoria del pueblo de Israel.

Cuando Jacob y Esaú están en el vientre de su madre, ya hay una revolución (pueden sentarse, si…) hay una revolución en el vientre ahí de su madre; y en esa revolución… Ustedes saben que algunas veces las madres, cuando están embarazadas, sienten que los niños – el niño se le mueve mucho en el vientre, y dicen: “Este niñito (o niñita) va a ser muy inquieto, porque en el vientre ya está moviéndose mucho”. Y si con uno es así, ¿cuánto más con dos que están allá luchando?

Y miren aquí: en el capítulo 25, verso 19 en adelante, dice:

“Estos son los descendientes de Isaac hijo de Abraham (Génesis 25, verso 19 en adelante): Abraham engendró a Isaac,

y era Isaac de cuarenta años cuando tomó por mujer a Rebeca, hija de Betuel arameo de Padan-aram, hermana de Labán arameo.

Y oró Isaac a Jehová por su mujer, que era estéril (el mismo problema que había tenido Abraham con su esposa, ahora lo tiene Isaac); y lo aceptó Jehová (o sea, el Señor), y concibió Rebeca su mujer.

Y los hijos luchaban dentro de ella; y dijo: Si es así, ¿para qué vivo yo? Y fue a consultar a Jehová;

y le respondió Jehová:

Dos naciones hay en tu seno,

Y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas;

El un pueblo será más fuerte que el otro pueblo,

Y el mayor servirá al menor”.

Y ahora, miren, ya lo que será la vida e historia de la descendencia de Jacob y de la descendencia de Esaú, ya está determinada por Dios; lo que falta después es que la vivan, pero ya la profecía está. Son dos pueblos.

¿Cómo van a ser dos pueblos dos niñitos que están en el vientre y que todavía no han nacido? Es como: usted toma una semilla de mango, de aguacate, o de trigo, y dice: “Aquí tengo una planta o un árbol con mucho fruto”. Cualquiera dice: “¡Estás loco!”. Y es así: ¿Dos niños que están en el vientre y decir que son dos naciones? Cualquier persona dice: “Eso es una locura”. Pero no era una locura; era el mismo Dios que estaba diciendo lo que sería la descendencia de cada uno de ellos.

Y ahora, cuando usted siembra la semilla: después crece y viene el fruto, y ahí tiene lo que usted ya visualizó; porque todo estaba potencialmente en esa semilla. Así estaban dos pueblos en el vientre de Rebeca, la esposa de Isaac.

Y ahora, dice:

“Dos naciones hay en tu seno,

Y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas;

El un pueblo será más fuerte que el otro pueblo,

Y el mayor servirá al menor”.

Y ahora, es Dios el que decide; y por consiguiente todo va a obrar en favor de lo que Dios ya dijo; porque Dios es el que va a obrar para que eso sea así, porque ya Él lo diseñó de esa forma.

Y ahora, el mayor va a servir al menor; por lo tanto, la descendencia de Esaú va a servir a la descendencia de Jacob. Y eso no se puede quitar, ya Dios lo estableció así, y lo mejor es aceptarlo; porque el mayor sirviendo al menor: va a recibir la bendición que Dios va a dar a través del menor.

Por eso luchaba Jacob en el vientre de su madre por la Primogenitura; pero ya para Dios, vean, ya estaba determinado.

Estamos viviendo en esta Tierra, pero ya está determinado de parte de Dios nuestro futuro eterno; pero tenemos que luchar para que se haga una realidad en nuestra vida.

Jacob es el ejemplo grande de lo que es un hombre luchando por su futuro y por el futuro de su descendencia; es el ejemplo más hermoso de lo que es un hombre de fe, un hombre luchador, un hombre que lucha hasta obtener su meta. Así tiene que ser cada persona que cree en el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.

Dios ha elegido un pueblo, Dios ha elegido los que han de formar parte de ese pueblo; y podemos decir: “Las cuerdas nos han caído en lugares deleitosos, y grande es la heredad que nos ha tocado”[16].

Ahora miren, esto de que el mayor servirá al menor lo aplicó después Jacob cuando fue a bendecir a los hijos de José; y también él dijo que Dios había cruzado sus manos, o sea, que había sido Dios[17].

¿Saben ustedes una cosa? Las tribus del sur tienen la bendición que vino por la tribu de Judá, pero la Bendición de la Primogenitura es la más grande; sin la Bendición de la Primogenitura no habrá reino de David restaurado para Israel.

La Bendición de la Primogenitura es muy importante para Israel; sin esa Bendición de la Primogenitura no hay futuro para Israel. ¿Y dónde va a ser conseguida la Bendición de la Primogenitura? Aquí está: Primera de Crónicas, capítulo 5, verso 1 en adelante, dice:

“Los hijos de Rubén primogénito de Israel (porque él era el primogénito, mas como violó el lecho de su padre, sus derechos de primogenitura fueron dados a los hijos de José, hijo de Israel, y no fue contado por primogénito;

bien que Judá llegó a ser el mayor sobre sus hermanos, y el príncipe de ellos; mas el derecho de primogenitura fue de José)”.

Y, vean ustedes, por eso José tiene una doble bendición; porque la Bendición de la Primogenitura tiene una doble porción de herencia. Y por eso José tiene la bendición de una doble porción de tribu: la tribu de Efraín y la tribu de Manasés.

Y cuando echó la bendición Jacob sobre José, bendijo a sus hijos (los hijos de José, en el capítulo 48), y colocó la mano derecha sobre la cabeza de Efraín y la mano izquierda sobre la cabeza de Manasés; José quiso quitar las manos para colocarlas bien, aparentemente, pero bien estaban colocadas en la forma en que Jacob las colocó.

La bendición del mayor pasó al menor. Y José decía: “No así, padre mío; pon la mano – tu mano derecha sobre la cabeza de Manasés, que es el mayor”, y trató de quitar las manos; pero miren, aunque trató no pudo, Jacob no lo permitió.

Y Dios no permitirá que la bendición que Él tiene ya determinada para una persona le sea quitada, o para una nación. La bendición que Dios tiene para Su pueblo no puede ser quitada.

Ahora, miren ustedes aquí lo que nos dice: capítulo 48, versos 19 en adelante… o 18 en adelante [Génesis]:

“Y dijo José a su padre: No así, padre mío, porque este es el primogénito; pon tu mano derecha sobre su cabeza.

Mas su padre no quiso, y dijo: Lo sé, hijo mío, lo sé; también él vendrá a ser un pueblo, y será también engrandecido; pero su hermano menor será más grande que él, y su descendencia formará multitud de naciones”.

Y ahora, quien formará multitud de naciones será el que tiene la bendición de la mano derecha, de la diestra, del poder.

Por eso cuando fueron divididas – fue dividido el reino de David en el tiempo de Roboam, hijo de Salomón, a causa de que Salomón permitió la idolatría en medio de su pueblo…; y él mismo adoró, sirvió, a dioses ajenos; por lo cual Dios dijo que dividiría el reino[18].

Y cuando fue dividido…, pero no en el tiempo de Salomón, por amor a David, sino en el tiempo de Roboam, hijo de Salomón…; y le dejó a Roboam solamente la tribu de Judá y la tribu de Benjamín; y por eso viene a ser el reino de Judá o reino del sur.

Y las otras diez tribus le fueron dadas a Jeroboam, ¿un descendiente de quién? De Efraín; o sea, la parte grande del reino le fue dado a uno que viene del que tiene la Bendición de la Primogenitura. Y así fue dividido el reino.

Cuando estaba Saúl como rey, estaba reinando y las tribus estaban unidas. Pero cuando comenzó David, comenzó con la tribu de Judá y de Benjamín allá en Hebrón[19]; y después, siete años después, las otras diez tribus se unieron y lo reconocieron como rey, lo tuvieron como rey[20]. Pero ahora, en el tiempo de Roboam, vuelven a ser divididas: dos reinos.

Y van a ser unidas bajo el Mesías-Príncipe prometido para venir. Ese es el que unirá en el tiempo final las doce tribus, para establecer Su Reino.

Sin la unión de las tribus del norte (las tribus perdidas) con la tribu de Judá y la tribu de Benjamín…, en donde está también parte de la tribu de Leví (también están en otras naciones distribuidos), porque no era contada como tribu.

Y ahora, vean por qué la importancia de que aparezcan, salgan a la luz, sean identificadas y restauradas las tribus del norte en Israel: para que pueda ser restaurado el Reino de David, y el Mesías-Príncipe gobernar sobre Israel y sobre todas las naciones; y ser así el Distrito Federal de ese Imperio, porque será mundial; de ese Imperio ser el Distrito Federal el territorio de Israel, y la capital: Jerusalén.

Es la única ciudad que tiene decreto divino para ser la capital del mundo entero. Esa es la única ciudad eterna, por decreto divino; no porque alguna nación u otras naciones se hayan reunido y digan: “Queremos que esta sea la capital de la humanidad”. No. Ya Dios fue el que lo decidió; y todo va a obrar para que así sea. Y así será en el Reino Milenial del Mesías, pues así está profetizado y así se cumplirá.

Y ahora, nos encontramos en un tiempo de preparación, no solamente del pueblo hebreo sino de la humanidad, porque ese Reino está muy cerca para ser establecido en la Tierra; y eso será el Reino de Dios en el planeta Tierra. Será la restauración del reino de David, y el Trono de ese Reino será el trono de David restaurado.

Aunque cualquiera puede decir: “¿Y dónde estará el trono que Salomón usó?”. No importa. Salomón se sentó en el trono de David, y después Salomón hizo un trono[21].

Y cuando el Mesías se siente en el trono de David, no quiere decir que será en el mismo que David se sentó literalmente, sino que será ese trono llamado el Trono de David.

Y Él será “el David prometido”, tendrá el título de “el David”; como los emperadores romanos tenían el título de “el César” (y así en otras naciones pueden tener otro título), el Mesías-Príncipe tendrá el título de David, de “el David”, será el Hijo de David.

Por lo tanto, tenemos que estar con nuestros ojos bien abiertos; porque estamos en el tiempo más glorioso de todos los tiempos, en el tiempo en que las profecías correspondientes al tiempo final estarán cumpliéndose cada una en su debido tiempo.

Nadie forzará la situación para que se cumplan, es Dios el que estará obrando para que se cumplan. Y yo oro a Dios para que Dios nos tenga los ojos espirituales bien abiertos para ver lo que estará cumpliéndose en este tiempo final.

Estamos en el tiempo más glorioso de todos los tiempos. ¿En qué tiempo le hubiera gustado a usted vivir?; si Dios le preguntaba: “¿En qué tiempo quieres vivir?”. Sabiendo lo que sabemos en este momento, yo diría: “Yo quiero vivir en el tiempo en que estoy viviendo actualmente”; y yo sé que ustedes también.

Este es el tiempo más glorioso de todos los tiempos. Este es el tiempo en donde va a salir a la luz todo lo que está prometido para este tiempo final. Este es el tiempo más glorioso para todos los creyentes en el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Este es el tiempo más glorioso para los esparcidos de Judá y los desterrados de Israel.

Los de las tribus del norte quedaron sin tierras, y también sin nombre, porque la mayoría perdió su identificación. Y cualquiera puede decir: “Va a ser difícil identificar o que se identifiquen”; pero el que va a identificar es Dios, por lo tanto no va a haber ningún problema.

Y lo otro: quienes tienen la Bendición de la Primogenitura no es el reino del sur, es el reino del norte: los descendientes del reino del norte. Sin esa Bendición de la Primogenitura no puede ser restaurado el reino de David.

O sea que los más que tienen que tener interés en encontrar e identificar y recibir esas tribus perdidas son los que están en Israel en este tiempo; es Israel como nación, con todos los rabinos; porque sin esos que fueron esparcidos o desterrados, no podrá ser restaurado el Reino de Dios o Reino de David, porque esos que fueron desterrados se llevaron ¿qué? La Bendición de la Primogenitura.

Como se la llevó Jacob cuando se fue de la tierra donde estaba su padre Isaac, y se fue allá a la tierra donde encontró una joven con la cual se casó[22]. Él andaba con la Bendición de la Primogenitura; y también las tribus del norte, porque con ellas siempre ha estado Efraín, que es el que tiene la bendición más grande; que es al cual le fue dicho que formaría multitud de naciones. ¡Esas naciones tienen que aparecer!

Dios ha estado formando esas naciones. Así que todo eso va a aparecer, y va todo a ser puesto en claro en este tiempo final.

Así que los de las tribus del norte… Miren, actualmente – por muchos años ha dado (para algunos) trabajo, ha sido un poquito complicado para tener sus papeles y su pasaporte israelí. Pero en este tiempo final lo que más difícil va a ser es que logren llevarse los descendientes de las diez tribus del norte para Israel, porque casi todos están muy bien entre los gentiles; y están ocultos, con nombres de entre los gentiles, y que nadie puede probar que son descendientes hebreos de – en – la mayoría de ellos. Que en una persecución contra los judíos: no hay forma que los identifiquen, porque se han metido, han estado dentro de los gentiles, y algunas veces nadie los puede identificar. Solamente habrá una forma de identificarlos, y es la Gran Trompeta o Gran Voz de Trompeta, de Isaías, capítulo 27, verso 13, sonando, que es la Voz de Dios hablándoles y llamándolos.

No hay otra cosa que los pueda hacer salir de entre los gentiles; porque de entre – entre los gentiles no tienen ningún problema, los problemas están allá en el Medio Oriente. Pero aman a Israel, aman lo que Dios ha prometido, y quieren el cumplimiento de lo que Dios ha prometido.

Por eso ese amor que sienten una cantidad grande de entre los gentiles, y es porque hay simiente de Jacob, de Abraham, acá dentro de esas personas. Y la mayoría están en medio del cristianismo, porque fueron obligados a convertirse al cristianismo; y después los hijos y los nietos y todo, han estado en medio del cristianismo, la mayor parte de ellos; otros, pues no, pero otros sí.

Unos ya quedaron, permanecieron sin unirse al cristianismo y sufrieron muchísimo, y tuvieron descendientes y tienen su identificación, pero la mayor parte no; pero son tan hijos de Abraham, de Isaac y de Jacob, como los que están identificados viviendo en Israel, y son tan herederos del Reino de Dios como los que están allá.

Y son unos seis millones y algo los que están allá, pero el grupo grande es los que están fuera. Dos tribus, cuando fueron divididas, era un grupo pequeño; y diez tribus era el grupo grande. Así tiene que ser.

Por lo tanto, la bendición de Efraín, de formar multitud de naciones, la veremos cuando queden identificadas las diez tribus. Y verán, cuando llegue el momento del regreso a la tierra prometida, verá Israel y dirá: “Y estos, ¿quiénes son?”. Son sus hijos, sus hermanos, que regresarán de entre los gentiles.

Así que las promesas que Dios ha hecho para nuestro tiempo, y para Israel, estarán cumpliéndose.

Israel con las dos tribus solas no podrá reinar, y no podrá tener la restauración del reino de David.

Las diez tribus están muy bien entre los gentiles, porque tenían la promesa (por la bendición de uno de las diez tribus: de Efraín, descendiente de José) de que formará multitud de naciones. Y vamos a ver algún día todas esas naciones.

Hemos hablado de la restauración del reino de David, y hemos estado viendo cómo se están moviendo las cosas; y hemos estado viendo que no serán forzados ni obligados, los judíos que están en Israel o en otras partes, que se mantienen bajo la Ley, no serán forzados a creer en Jesucristo, sino que Dios continuará obrando; y son, más bien, dos líneas diferentes, pero el mismo Dios.

De Israel… de Abraham desciende Jacob, de Abraham desciende Isaac, desciende Ismael, desciende Moisés, y desciende Jesús. Y las tres religiones monoteístas, miren de dónde vienen: de Abraham, de descendientes de Abraham. Ahí los tenemos:

  • De Ismael, de esa línea de Ismael, viene Mahoma.
  • De Jacob, por Leví, viene Moisés.
  • Y de Jacob, a través de Isaí y David, vino Jesús.

¿Ven? Las tres grandes religiones monoteístas del mundo, miren cuál es el tronco, la raíz: Abraham.

Por eso es que a través de la historia se han peleado; y eso ha sido una pelea de familia, aunque a muerte en muchas ocasiones, pero no ha sido de todos. En una familia grande encontramos que siempre hay uno o dos que les gusta pelear, y otros son tranquilos. Ha sido una pelea, una lucha, entre los que son belicosos (dicen), belicosos; y siempre cuando hay dos en la familia así, siempre se forman peleas, y los otros tratan de que haya paz. Y eso es lo que ha estado pasando en medio del judaísmo, cristianismo e islamismo.

Por eso hay que trabajar con esos que forman los problemas, para que comprendan que son hermanos y que en una familia pues no deben de surgir esos problemas; debe estar la paz en medio de ellos, y cada cual ocupar su lugar; y recibir la bendición de parte de Dios, la que le corresponde, no tratar de quitarle la bendición el uno al otro.

No hacer como contaba una vez el misionero, reverendo Miguel Bermúdez Marín, que en una casa estaban dos muchachitos, y su madre les servía comida al… a uno de ellos, y empezaba a llorar, y ella le decía:

—“Hijo, ¿por qué tú lloras?”.

—“No-no, que a mi hermano le dan siempre más que a mí, le dan lo mejor”.

Y entonces, una vez su mamá le sirvió todo lo que había; y el muchachito entonces comienza a llorar más.

—“Pero si te he servido todo, ¿por qué estás llorando ahora?”.

—“Si a mí me han dado todo esto, ¿cómo será el de mi hermano?”. (Jejeje).

Y eso es lo que pasa.

—“¿Cómo será lo que le van a dar a mi hermano si me dan todo esto tan grande a mí?”.

O sea que siempre era un problema.

Y así es lo… eso está surgiendo entre hermanos descendientes de Abraham; y eso pues tiene que ser resuelto. Y con la venida de Elías y el Mesías, va a ser resuelto todo ese problema.

Por consiguiente, oramos por la venida de esos dos personajes prometidos para este tiempo final, para la restauración del Reino de Dios, que es la restauración del reino de David.

La restauración del reino de David es lo más importante para nuestro tiempo, para lo cual la promesa del Mesías fue hecha. No es para venir y ser un personaje más entre los seres humanos; es para la restauración del reino de David con el pueblo hebreo y todas las naciones. Será un Reino de bendición, no solamente para Israel sino para todas las naciones. Por eso es llamado “El Deseado (¿de qué?) de todas las naciones”[23], porque todas las naciones quieren un rey así.

Y entonces, para que todas las naciones tengan un rey así, entonces tiene que ser un solo Reino, con un solo Rey, gobernando sobre un trono: el Trono de David; y con una capital: Jerusalén, la Ciudad de Paz. Ahí es donde el nombre va a concordar con lo… – con su significado; y de ahí saldrá la paz para todas las naciones.

Por eso es que hay que trabajar con Israel y con Jerusalén; porque de ahí es que va a salir la paz.

Si una persona quiere tener un pozo (de estos que uno cava con unas máquinas y coloca una tubería para que salga agua), tiene que buscar primero el lugar donde está el agua, la vena de agua; no puede decir: “No, dondequiera hay agua”. Si piensa así, mejor que busque un dron o un barril, y lo ponga hacia arriba, y espere que llueva; porque para abajo hay que buscar dónde está la vena de agua.

Y en cuanto a la paz, el secreto está en la tierra de Israel, Jerusalén; de ahí es que está prometida que saldrá la paz para Israel y para todas las naciones. Ahí es donde hay que cavar, ahí es donde hay que trabajar para que sea establecida ahí la paz bajo el Reino del Mesías, y de ahí salga la paz para todas las naciones. Y cuando hay paz: hay amor, hay prosperidad, hay felicidad para las personas.

El Reino del Mesías, la restauración del Reino de David, la venida del Reino, todo eso está dentro de esa promesa correspondiente al tiempo final.

Ha sido para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en este saludo, en esta plática, que no le pusimos ni tema, pero que está en las Escrituras; por lo tanto, ha sido una plática… una plática alrededor de la Palabra de Dios, en donde hemos visto las promesas de Dios para nuestro tiempo.

“LAS PROMESAS DE LA RESTAURACIÓN DEL REINO DE DAVID”. Vamos a tener eso como tema, para ponerle un tema ahí a la grabación.

Vamos a poner: “LAS PROFECÍAS PARA LA RESTAURACIÓN DEL REINO DE DAVID”.

Será hasta mañana, Dios mediante, en que estaré con ustedes para la actividad pública, con todas las personas que han de estar en esa actividad de mañana. Que tampoco tenemos el tema, Miguel, ¿o sí? Pero Dios nos dará un tema; al comienzo o al final, pero nos lo va a dar. Y esperamos pues grandes bendiciones de parte de Dios.

Que Dios les bendiga y les guarde; y continúen pasando una noche llena de las bendiciones del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Amén.

Con nosotros el misionero, reverendo Miguel Bermúdez Marín, para continuar.

“LAS PROFECÍAS PARA LA RESTAURACIÓN DEL REINO DE DAVID”.

[Revisión diciembre 2024]

[1] San Mateo 15:24

[2] San Mateo 10:5-6

[3] 1 Corintios 2:11

[4] Los Sellos, pág. 472, párrs. 164-165

[5] San Mateo 13:16-17

[6] Génesis 15:13-16

[7] Amós 3:7

[8] Apocalipsis 5:1

[9] San Mateo 25:31-46

[10] Salmos 78:34

[11] Joel 3:16-17

[12] 1 Samuel 10:10-13, 19:23-24

[13] Génesis 19:1-25

[14] Génesis 20:1-18

[15] Génesis 25:1-6

[16] Salmos 16:6

[17] Génesis 48:14-20

[18] 1 Reyes 11:1-13, 11:26-36

[19] 2 Samuel 2:1-4

[20] 2 Samuel 5:1-5, 1 Crónicas 11:1-3

[21] 1 Reyes 2:12, 1 Reyes 10:18-20; 2 Crónicas 9:17-19

[22] Génesis 28:1-5, 29:1-30

[23] Hageo 2:7-9

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