Pastores venciendo al enemigo con el Espíritu del Dios de Israel

Muy buenos días, ministros, compañeros en el Reino de nuestro amado Señor Jesucristo; es una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.

Leemos un pasaje bíblico en Primera de Samuel, capítulo 17 (es el caso de la batalla de David con Goliat), versos 45 en adelante, donde dice:

“Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado.

Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel.

Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

“PASTORES VENCIENDO AL ENEMIGO CON EL ESPÍRITU DEL DIOS DE ISRAEL”. Ese es el tema para esta ocasión.

Así como en la historia quedó registrada esta batalla de David siendo un joven, ya ungido por el profeta Samuel con el aceite de la unción (que representa el Espíritu Santo)…: ya siendo ungido como rey[1], él sabía que no iba a morir ni en esa ni en otras batallas, hasta llegar a ser rey y ser confirmado en el reino; por lo tanto, David confiaba en Dios y la bendición que había sido hablada sobre él y para él.

Así también, encontramos, en David y su trayectoria, un reflejo de lo que sería la vida del Mesías.

Así como se reflejó el Mesías en Abel muriendo; y luego en Set siendo restaurada la descendencia de Adán ahora con el nacimiento de Set, el cual es un hijo a semejanza de Adán; encontramos que Abel muriendo representa a Cristo muriendo, y Set naciendo representa a Cristo resucitado, la resurrección de Cristo; y con Set, la gente o el pueblo, él y el pueblo, comenzaron a proclamar el Nombre de Dios.

Vamos a ver aquí…, nos dice la Escritura… vamos a ver el pasaje donde nos habla de Set: capítulo 4, verso 25 al 26, dice, del Génesis:

“Y conoció de nuevo Adán a su mujer, la cual dio a luz un hijo, y llamó su nombre Set: Porque Dios (dijo ella) me ha sustituido otro hijo en lugar de Abel, a quien mató Caín.

Y a Set también le nació un hijo, y llamó su nombre Enós. Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová”.

Y ahora, encontramos que Set es tipo y figura de Cristo. Y ahora, con Cristo resucitado encontramos que los hombres en medio de la humanidad comenzaron a invocar el Nombre del Dios de Israel; y así se ha extendido el Evangelio, dando a conocer el nombre humano de Dios, que es Jesús o Jesucristo, y han estado entrando al Reino de Dios millones de seres humanos.

Y en esa línea de los hijos e hijas de Dios y sus descendientes, tipificado en Set y su descendencia (hijos, nietos, bisnietos, y así por el estilo), encontramos diferentes mensajeros, en donde algunos de ellos fueron mensajeros dispensacionales.

Así como Adán fue el primer mensajero dispensacional, luego el segundo viene a la escena en lugar de Abel: luego viene a la escena Set; y luego, más adelante, aparece Noé como el mensajero… vamos a ver a qué número equivale Noé…: el décimo es Noé. Y en el tiempo del décimo mensajero, Noé, vendría el juicio divino sobre el mundo antediluviano.

También en esa línea de mensajeros aparece Enoc como el séptimo mensajero, pero no era dispensacional; luego viene Matusalén como el octavo, y luego viene Lamec como el noveno, y luego Noé como el décimo, décimo mensajero, lo cual en esta línea es muy importante. Contando a Noé como el décimo, y si damos hacia atrás, encontraremos a Enoc como el séptimo, y encontraremos también a Set como el segundo, y a Adán como el primero.

Y ahora, de la descendencia del segundo Adán tenemos ahí una línea muy importante. Por ejemplo, el segundo Adán: Cristo; después viene San Pedro; después de San Pedro viene San Pablo… O sea, viene Cristo, el segundo Adán; viene Pedro, el primer mensajero de… con las llaves del Reino; y después vienen los siete mensajeros; ya son nueve. O sea que el reverendo William Branham fue el número nueve. Pablo fue el tercero.

Y ahora, como en los días de Noé será este tiempo; y por consiguiente será el tiempo en que Dios le pondrá fin al reino de los gentiles, para establecer Dios Su Reino en este planeta Tierra.

Con el décimo mensajero, Noé…, vean ustedes que fue un mensajero que vivió antes del diluvio, y luego vivió más años después del diluvio; pues Noé, dice la Escritura que vivió una cantidad de años muy larga. O sea, Noé… Vamos a ver si lo tengo aquí a la mano. Capítulo 9, verso 28 al 29, dice [Génesis]:

“Y vivió Noé después del diluvio trescientos cincuenta años”.

O sea, vivió… antes del diluvio vivió más que después: a los 600 años de la vida de Noé vino el diluvio, y después vivió 350 años.

“Y fueron todos los días de Noé novecientos cincuenta años; y murió”.

Y ahora, vean, un profeta, pero dispensacional —Noé—, el cual fue el mensajero de la Dispensación del Gobierno Humano, y fue el mensajero con el Mensaje del fin de aquella generación antediluviana; fue el mensajero con la revelación divina del juicio divino que iba a venir sobre la raza humana, y por consiguiente fue el mensajero que habló ese juicio, dando a conocer a la gente lo que sucedería; y mostró también la forma de escapar del juicio divino.

Y ahora, Cristo mismo dijo que la Venida del Hijo del Hombre, la manifestación, la revelación del Hijo del Hombre, será como en los días de Noé[2]. Por lo tanto, habrá un mensajero dispensacional con un Mensaje Final de Dios, y será de la línea del segundo Adán; el cual estará trayendo su Mensaje para todo pueblo, nación y lengua, porque será el que se comerá el Librito abierto que trae el Ángel de Apocalipsis 10; lo cual es el Libro de la Redención, el Título de Propiedad de los Cielos y de la Tierra, el Libro de la Vida del Cordero, donde están escritos todos los que vivirán eternamente y que formarán la Iglesia del Señor Jesucristo, cada uno en la edad que le tocaría vivir.

Y ahora, esa descendencia de Dios por medio del segundo Adán nace en el Reino de Dios al nacer del Agua y del Espíritu: al recibir a Cristo y ser bautizados en agua en Su Nombre, y recibir el Espíritu de Cristo.

Y por consiguiente, es una nueva raza que Dios estaría creando, la cual pertenece al Cielo; es una raza celestial, que pasaría por la Tierra en cuerpos mortales, pero que harían contacto con la vida eterna para obtener el nuevo nacimiento, y nacerían —por consiguiente— de nuevo.

Nacen en la Tierra, pero ese nacimiento les da un cuerpo temporal, mortal; pero el propósito es que hagan contacto con Cristo, el segundo Adán, para que Él les dé el nuevo nacimiento y nazcan en el Reino del segundo Adán, el Reino de Dios, que es el Reino de Cristo. Nazcan; y por consiguiente nacen en y a la vida eterna, y por consiguiente obtienen un cuerpo angelical de la sexta dimensión, y quedan sellados para el día de la redención del cuerpo, que será nuestra transformación; en donde, así como Adán y también el segundo Adán (Cristo), antes de tener el cuerpo físico tuvieron el cuerpo angelical, y después Dios les dio el cuerpo físico, así también es para todos los hijos e hijas de Dios: aunque obtienen el cuerpo físico al venir a la Tierra, ese es un cuerpo temporal, pero el nuevo cuerpo lo obtendrán luego, en la resurrección de los muertos en Cristo y transformación de los que vivimos.

Por lo cual, reciben primero el cuerpo angelical, que es el espíritu, de otra dimensión: de la sexta dimensión. Porque el espíritu que obtuvieron cuando nacieron en la Tierra a través de sus padres terrenales, era un espíritu del mundo, un cuerpo espiritual del mundo, y por consiguiente un cuerpo espiritual de otra dimensión contraria a la de Dios; y luego obtuvieron un cuerpo físico mortal (que no es un cuerpo del Reino de Dios, porque el Reino de Dios es eterno), pero harían contacto con Cristo, obtendrían la redención; y eso es el segundo éxodo, en donde Dios los sacaría del reino de las tinieblas, como sacó a Su pueblo Israel del reino del Faraón.

El Faraón representa al maligno, al diablo, y su reino representa el reino de las tinieblas, donde estaban esclavizados los descendientes de Jacob o Israel.

Así también, todo eso da testimonio de lo que estaría ocurriendo para la liberación de todos los hijos e hijas de Dios, los cuales serían libertados del reino de las tinieblas y del poder de las tinieblas, el poder del príncipe de las tinieblas, que es el diablo, y serían colocados en la tierra prometida del Reino de Dios, del Reino de Cristo; y por consiguiente vendrían a formar la Iglesia del Señor Jesucristo, que son los miembros de ese Reino de Dios, que son los hijos e hijas de Dios, que son la Realeza del Cielo: hijos e hijas del Rey de los Cielos y de la Tierra.

Ahora, en un reino ¿quiénes son los que pertenecen a la realeza? El rey, la reina y sus hijos; esos son los que tienen sangre real; le llaman también “sangre azul”; aunque toda la sangre es roja, pero le llaman “de sangre azul”.

Y ahora, todos los descendientes del segundo Adán no nacen en la forma que nacen los descendientes del primer Adán; porque en el tiempo de Adán y Eva, Eva pervirtió la forma en que tenían que venir todos los hijos e hijas de Dios que estaban escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero; y Adán entonces no podía traer todos esos hijos a manifestación en cuerpos eternos, con cuerpos espirituales eternos, porque había sido pervertida la forma en que tenían que venir, lo cual era por creación divina.

Y ahora, se recibe, después de la caída en el Huerto del Edén, se recibe un espíritu y un cuerpo del mundo, del reino de las tinieblas, y por consiguiente reciben un cuerpo animal, y por consiguiente eso no es eterno.

Pero en el Programa de Redención (lo cual significa ‘volver al lugar de origen’), Dios por medio de Cristo, así como libertó a Israel por medio del profeta Moisés, ahora por medio de Cristo lleva a cabo el segundo éxodo, el cual se opera en la esfera espiritual, pero para lo cual físicamente Él tuvo que morir; así como para el éxodo, y para evitar la muerte de los primogénitos hebreos que estaban en Egipto, tuvo que efectuarse el sacrificio del cordero pascual, el cual cada familia sacrificó para la preservación de la vida de los primogénitos que estaban en esos hogares[3].

Y ahora, para la preservación de la vida de los primogénitos de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, tuvo que morir Jesucristo en la Cruz del Calvario; por eso es que tenemos lo mismo que sucedió allá: la sangre del cordero pascual era colocada en el dintel y los postes del hogar u hogares o casas donde estaban los hijos primogénitos; o sea, toda familia tenía que tener en su hogar esa señal de sangre. Y en la Casa de Dios, que es la Iglesia de Jesucristo, está la Sangre del Cordero Pascual, de Cristo, aplicada.

Recuerden que Juan dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Eso está en San Juan, capítulo 1, versos 29 al 36.

Y ahora, Cristo es nuestra Pascua, dice San Pablo en Primera de Corintios, capítulo 5, verso 7; Cristo es nuestra Pascua, la cual fue ya sacrificada.

Y ahora, la muerte espiritual ha estado pasando por la Tierra; pero los que han tenido la Sangre de Cristo aplicada en sus corazones…, los cuales —por consiguiente— han entrado a la Casa de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, donde también está esa Sangre aplicada en la Puerta de esa Casa…; y la Puerta es Cristo; y es en Cristo, la Puerta, donde está la Sangre que libraría de la muerte a todos esos primogénitos.

Y ahora, encontramos que el segundo éxodo ha sido en la esfera espiritual: saliendo, siendo sacados del reino de las tinieblas, y colocados en el Reino de Cristo, el Reino de Dios.

Luego, el tercer éxodo tiene unos cuantos aspectos; por ejemplo, el tercer éxodo cubre el ser libertados, el salir victoriosos, salir del Egipto denominacional, y ser colocados en la etapa de la Edad del Reino, que es la Edad de la Piedra Angular; y la parte física será siendo sacados del reino terrenal, del reino de los gentiles, los que estén en ese reino que cubre toda la Tierra.

Y también, siendo libertados, nos muestra que eso nos habla de que seremos libertados de la esfera física terrenal, que está controlada por el reino de las tinieblas, y llevados al Reino de Dios, Reino de Cristo; lo cual nos habla de una transformación para los que vivimos, y de una resurrección en cuerpos eternos de los muertos en Cristo.

Y así físicamente entraremos al Reino de Dios, al Reino de Cristo; y por consiguiente iremos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Y luego regresaremos a la Tierra para el establecimiento del Reino de Cristo, que es el Reino de Dios, lo cual será la restauración del Reino de David en esta Tierra. Tan simple como eso.

Ahora, en el primer éxodo y para el primer éxodo hubo una lucha; para el segundo éxodo también; y para este tercer éxodo habrá una lucha, una apretura. Pero si allá, en el primer éxodo, el pueblo tuvo la victoria, Dios le dio la victoria al pueblo, encabezado por el Espíritu de Dios manifestado en Moisés; y en el segundo éxodo también el pueblo obtuvo la victoria, la cual Dios le dio por medio de Jesucristo…

Recuerden que para cada éxodo hay un mensajero dispensacional con un Mensaje dispensacional.

Luego, si en los éxodos anteriores el pueblo obtuvo la victoria, Dios le dio la victoria —y por consiguiente es la victoria de Dios sobre el reino de las tinieblas—; para el tercer éxodo también la victoria será de Dios, de Cristo, de Dios por medio de Cristo, y por consiguiente del pueblo de Dios.

Y por consiguiente, habrá un mensajero dispensacional, y ministros que estarán brazo a brazo con él trabajando en el Programa de ese tercer éxodo, que traerá la Gran Victoria en el Amor Divino: traerá la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos.

Todo esto también… esta victoria la vemos en David venciendo a Goliat.

Pues así como Faraón representa al príncipe de las tinieblas —porque el príncipe de las tinieblas, el diablo o Satanás, estaba en el faraón—, encontramos también que luego, en el segundo éxodo, Cristo venció al diablo, al faraón del reino de las tinieblas.

Y luego, en el tercer éxodo, encontramos que Cristo y el anticristo se enfrentarán; el anticristo representado en el faraón, y Cristo representado en Moisés.

Y ahora, Cristo y el mensajero que Él tenga (en donde estará manifestándose), y los ministros que estarán junto a ese mensajero, serán pastores que estarán venciendo en el Día Postrero al enemigo por medio del Espíritu Santo, del Espíritu del Dios de Israel.

Todas esas batallas, en donde Dios intervino y le dio la victoria al pueblo y al mensajero que estaba frente a ese pueblo de Dios, es tipo y figura de lo que estará pasando en este tiempo final. Y la victoria ¿de quién será? Será de Dios y Su pueblo, junto a los ministros que estarán con el pueblo de Dios en el Día Postrero, en la edad que les toca, que es la Edad de la Piedra Angular, y que estarán en ese entrelace dispensacional.

Como Noé estuvo en ese entrelace dispensacional, y también Moisés, y también Jesús:

Jesús: lo encontramos en ese entrelace dispensacional de la Dispensación de la Gracia con la Dispensación de la Ley.

Así también Moisés: en el entrelace dispensacional de la Ley con la Dispensación de la Promesa.

Y Noé: en el entrelace de la Dispensación del Gobierno Humano con la Dispensación de la Conciencia.

Y para el Día Postrero: en el entrelace de la Dispensación del Reino con la Dispensación de la Gracia. Tan simple como eso.

Por lo tanto, habrá pastores que estarán venciendo al enemigo con el Espíritu del Dios de Israel, que estará manifestado en medio de Su Iglesia en el Día Postrero; y tendrá Su mensajero para el Día Postrero, el cual estos ministros —que estarán venciendo al enemigo— lo reconocerán: reconocerán al mensajero que Dios tiene para el Día Postrero.

Junto a ese mensajero estarán venciendo al enemigo, al anticristo, que tratará de destruir a los escogidos de Dios; tratará de destruir a la Iglesia, tratará de destruir a la Iglesia-Novia de Jesucristo, y tratará de destruir a los judíos también.

Pero Cristo estará manifestado; y habrá ministros que estarán viendo esa manifestación de Cristo, y estarán brazo a brazo con Cristo y el mensajero que Él tenga para el Día Postrero; y por consiguiente estarán venciendo al enemigo de Dios, estarán venciendo al diablo, que se encarnará en el anticristo, en el hombre de pecado.

Por lo tanto, esa lucha o batalla o enfrentamiento que aparece en Apocalipsis, capítulo 17, donde dice la Escritura que el hombre de pecado, el diablo encarnado, hará guerra contra el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 17 y Apocalipsis 19…; pero dice: “Pero el Cordero los vencerá, porque Él es Señor de señores y Rey de reyes”.

Por lo tanto, estamos del lado correcto: estamos del lado de Cristo, para obtener la Gran Victoria en el Amor Divino en este tiempo final; estamos del lado victorioso.

Vean aquí, este enfrentamiento que habrá es el mismo de Apocalipsis, capítulo 12, (y…), donde habrá una batalla en el Cielo; esa batalla en el Cielo se va a reflejar también en la Tierra. Y luego, en Apocalipsis, capítulo 17, verso 11, dice:

“La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición.

Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia.

Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia.

Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles”.

Los que están con Él son los miembros de Su Iglesia, son los redimidos por la Sangre de Cristo, son todos los creyentes en Cristo, nacidos de nuevo, que pertenecen a ese Reino de Dios, el Reino de Jesucristo el Hijo de Dios.

Por lo tanto, ¡la victoria es nuestra! La victoria es de Cristo y Su Iglesia. Y por consiguiente, todos los ministros que estarán trabajando brazo a brazo en el Programa Divino correspondiente a nuestro tiempo obtendrán la Gran Victoria en el Amor Divino; porque será la victoria de Cristo y Su Iglesia.

“PASTORES VENCIENDO AL ENEMIGO CON EL ESPÍRITU DEL DIOS DE ISRAEL”.

Ahora, encontramos que siempre, cuando hay un trabajo de compra o de construcción para el propósito divino, el pueblo siente en su corazón el deseo y gozo de colaborar, de ofrendar para ese propósito. Y si hay Escrituras o profecías que hablan de un lugar así (como en el caso del tabernáculo que construyó Moisés y del templo que construyó el rey Salomón), y que eso está en el Programa Divino: ¡mucho más! Más gozo y más ánimo tiene el pueblo para ofrendar.

Lo que hay que decirles es lo que está prometido para ser hecho, lo que está prometido para aparecer en la escena en el Programa Divino; y ellos dirán: “Yo quiero que eso venga a existencia; para lo cual voy a trabajar, voy a ofrendar, voy a colaborar y también voy a orar, para que aparezca en la escena eso que Dios dijo que iba a aparecer, para que Él haga todo lo que Él prometió que haría”.

Y ahora, hay promesas para nuestro tiempo, de que vendrá una etapa gloriosa en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, la cual fue llamada o identificada como “la Tercera Etapa”.

Y cuando la vio el reverendo William Branham en acción, esa Tercera Etapa, luego de que él ya había terminado su tiempo, él vio que esa Tercera Etapa estaba siendo manifestada en un auditorio gigante, que él describió como una carpa gigante o una catedral[4]; lo cual muestra que tenía aspecto de una carpa y tenía aspecto también de un edificio.

Por lo tanto, tendrá esas características el lugar donde la Tercera Etapa (donde Dios manifestará Su poder en toda su plenitud) estará cumpliéndose. Por lo tanto, todos queremos que aparezca en la escena.

Para aparecer en la escena el tabernáculo que Dios le dijo a Moisés, tuvieron que trabajar, ofrendar y construirlo; porque la parte física le toca al pueblo con el mensajero del tiempo donde tiene que aparecer la parte física para esa etapa.

Si fue dicho que aparecería un tabernáculo, alguien lo tenía que construir; y el pueblo de Dios estaría trabajando en pro de esa construcción, el mensajero junto al pueblo. Así fue en el tiempo de Moisés y así fue en el tiempo del rey Salomón también; y así tiene que ser en nuestro tiempo también.

Y yo digo: Y ojalá que no solamente uno, sino más de uno, aparezcan en la escena en diferentes países.

Esa Tercera Etapa puede manifestarse en diferentes países; pero el momento en que fue llevado el reverendo William Branham para ver esa etapa manifestada, pues la vio en un sitio; pero no quiere decir que comenzará en un solo sitio. Puede comenzar y ser manifestada en un país, ser manifestada en otro, y ser manifestada en otro; y en alguno de los que sea manifestada se cumplirá el momento en que fue transportado el reverendo William Branham para ver la manifestación de la Tercera Etapa.

Cuando él ve esa Tercera Etapa manifestada, estaba ya bastante avanzado el tiempo; o sea que ya hacía tiempo que se estaba manifestando esa Tercera Etapa, no era el comienzo; porque para llegar a esa parte culminante que él vio, tuvo que haber comenzado todo en forma sencilla hasta llegar a la cumbre, llegar a la parte culminante que él vio. Y él no vio allí el final, sino que él vio lo que allí estaba sucediendo; y no se sabe cuántos días ya estaba sucediendo eso, y cuántos días más estaría sucediendo en ese mismo lugar; porque la línea de oración, dice él que era muy grande[5]; o sea que las personas que en ese momento no pudieron ser atendidas, pues entonces al otro día tenían que continuar, y así por el estilo.

Tenemos que conocer cuáles son las promesas para nuestro tiempo, y, junto a nuestras congregaciones, trabajar en pro de la materialización de esas promesas.

Ahí, para el cumplimiento de esa Visión de la Carpa o Catedral, Dios tendrá una Gran Victoria en el Amor Divino en favor de todo Su pueblo, y por consiguiente en favor del Reino de Jesucristo nuestro Salvador. Y habrá ministros trabajando, habrá ministros trabajando en ese Programa, en favor de ese Programa; y por consiguiente, serán ministros que estarán venciendo al enemigo con el Espíritu del Dios de Israel.

El Dios de Israel en Espíritu se movió entre los gentiles de edad en edad; y en cada edad, ahí estaba el Espíritu de Dios manifestado en el mensajero correspondiente de cada edad. Para el Día Postrero estará en medio de la Iglesia, y después en medio del pueblo hebreo; estará en medio de la Iglesia en la edad correspondiente, que es la Edad de la Piedra Angular.

Siempre ha tenido un mensajero, y por consiguiente lo tendrá para nuestro tiempo; y él, junto a los ministros que estarán trabajando, estarán también obteniendo la Gran Victoria en el Amor Divino; y por consiguiente, estarán venciendo al enemigo.

“PASTORES VENCIENDO AL ENEMIGO CON EL ESPÍRITU DEL DIOS DE ISRAEL”.

El Espíritu del Dios de Israel se ha movido de edad en edad, se ha velado y revelado en medio de Su Iglesia y a Su Iglesia a través del mensajero correspondiente a cada edad; así lo estará haciendo también en este tiempo final; y se revelará también al pueblo judío o pueblo hebreo.

Por lo tanto, tendremos en nuestro tiempo la Voz de Dios, la Voz del Espíritu de Dios; o como dice Cantares, también dirán todos los creyentes: “En nuestro país se ha oído la Voz de la Tórtola, la Voz del Espíritu Santo”[6]. “En nuestro país”, cada cual en su país podrá decir lo mismo. Y cuando ya vamos a una esfera espiritual, entonces podemos decir: “Y en nuestro país, en nuestro Reino, en el Reino de Cristo, en la Iglesia de Jesucristo, se ha oído la Voz de la Tórtola, la Voz del Espíritu Santo”.

Así como se escuchó en cada edad, se estará escuchando en este tiempo final. Será la Voz del Espíritu Santo, la Voz de la Tórtola, la Voz de la Paloma, la Voz de Dios por medio de Cristo, el Ángel del Pacto, hablándole a Su pueblo; y eso es la Gran Trompeta o Gran Voz de Trompeta, la Voz de Cristo hablándole a Su pueblo; y por consiguiente, trayéndole a Su pueblo el Mensaje correspondiente a este tiempo: el Mensaje de la Lluvia Tardía y de la Lluvia Temprana: el Mensaje del Evangelio del Reino y el Mensaje del Evangelio de la Gracia.

Dos Mensajes estarán siendo hablados, lo cual será la Lluvia Temprana y la Lluvia Tardía: el Mensaje del Evangelio de la Gracia, de la Dispensación de la Gracia, y el Mensaje del Evangelio del Reino, para la Dispensación del Reino —tan simple como eso—, para obtener la Gran Victoria en el Amor Divino, la Gran Victoria en el Reino de Dios; y tener – obtener la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero; la fe, la revelación para el rapto, que es la revelación del Séptimo Sello, la revelación correspondiente al tiempo final.

Y los escogidos verán esa manifestación o revelación del Séptimo Sello, lo creerán de todo corazón, y serán preparados para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero; ellos estarán viendo al Ángel que tiene el Séptimo Sello, de la página 469 del libro de Los Sellos en español, el Ángel que era diferente a los demás, el Ángel que estaba con los otros ángeles, con los otros mensajeros de las diferentes edades de la Iglesia.

El reverendo William Branham allí vio siete ángeles; él vio siete, pero si él se cuenta eran ocho; y de entre todos ellos hubo uno que era diferente a los siete ángeles de las siete edades, y ese fue el más que le llamó la atención al reverendo William Branham; ese era diferente a los demás, pues ese era un mensajero dispensacional.

Por lo tanto, así como Dios por medio de Su Espíritu, por medio del Ángel del Pacto manifestado en cada ángel mensajero, visitó a Su Iglesia, también estará visitando a Su Iglesia en el Día Postrero por medio del Ángel que era diferente a los demás; y la Iglesia obtendrá la revelación del Séptimo Sello, y conocerá al Ángel que era diferente a los demás: el Ángel que tiene el Séptimo Sello.

Todos esos misterios estarán siendo abiertos para los ministros del Cuerpo Místico de Cristo del Día Postrero y para toda la Iglesia del Señor Jesucristo. Y todo quedará grabado, para que todos puedan ver y escuchar tal y como sea hablado, para que nadie le añada ni le quite, para que nadie haga inefectiva esa Palabra que estará siendo hablada, para que nadie le cambie el sentido; porque si alguien le cambia el sentido, también le cambia el resultado que va a tener.

Por lo tanto, queremos que la Palabra se mantenga pura, tal y como venga de parte de Dios en nuestro tiempo, para que lleve el fruto prometido, para que produzca aquello para lo cual Dios por medio de Su Espíritu lo estará hablando en este tiempo final.

Y así es como todos los ministros serán pastores que estarán venciendo al enemigo con el Espíritu del Dios de Israel; porque el Espíritu del Dios de Israel estará en medio de Su Iglesia; será identificado por los demás ministros. Y con el Espíritu de Dios en esa manifestación en medio de Su Iglesia, los demás ministros caminarán escuchando lo que el Espíritu estará hablando, y caminando en la guianza del Espíritu; o sea, todo el Cuerpo Místico de Cristo.

Esa es la forma en que Dios por medio de Su Espíritu, por medio del Ángel del Pacto, ha guiado a Su pueblo en todos los tiempos: por medio de esa manifestación de Dios por medio de Su Espíritu, por medio del Ángel del Pacto, en el mensajero correspondiente a cada edad.

Así es como ha estado el Espíritu de Dios en Su Iglesia como Cuerpo Místico; y en cada individuo como el bautismo del Espíritu Santo, en donde la persona obtiene el cuerpo angelical: un espíritu del Cielo, de la sexta dimensión; y ese espíritu lo guía a toda justicia y a toda verdad; ese cuerpo teofánico, angelical, de cada creyente (llamado el Ángel de Jehová, que acampa en derredor de los que le temen y los defiende), los guía en el Programa de Dios.

Por eso cuando Pedro estuvo preso, y estaban orando por él, luego fue libertado; y llegó a la casa donde estaban orando por él; y la joven Rode, cuando escuchó que tocaron la puerta, fue a abrir la puerta, y de gozo no la abrió, al saber que era Pedro; y le dio la noticia a los que estaban en la casa, y ellos dicen: “No es Pedro, Rode; estás loca. No es Pedro, es su ángel”. Pero Rode insistía y decía: “No, ¡es Pedro!”[7].

¿Por qué ellos decían que era su ángel? Porque cada persona, cada creyente en Cristo, tiene su ángel, que es su cuerpo angelical, un espíritu de otra dimensión. Recuerden que la persona es alma, espíritu y cuerpo; y la persona cuando nace del Cielo, del Reino de Dios: nace a la vida eterna, y obtiene —por consiguiente— un espíritu del Cielo, de la sexta dimensión, del Reino de Dios.

Y ahora, hemos visto que así es para cada creyente en Cristo como individuo; se le llama “el ángel de la persona”. Y para la Iglesia: “el ángel de la persona” es la manifestación de Cristo en Espíritu Santo en el mensajero de cada edad; ese mensajero es “el ángel de la Iglesia” para esa edad.

Pero el Ángel de la Iglesia que cubre todas las edades es Cristo, el Ángel del Pacto; el Ángel del Pacto manifestado en el ángel mensajero terrenal que Dios coloca en Su Iglesia en cada edad, uno para cada edad.

Y para el Día Postrero: uno para la Edad de la Piedra Angular, una edad eterna; y con ese se quedará. Porque después de ese no viene otra etapa para la Iglesia; y por consiguiente, continuará con esa – con ese mensajero para el Milenio y para toda la eternidad; y los demás estarán con él brazo a brazo, como estuvieron en la nube: brazo a brazo. Decimos “brazo a brazo”, es…, eso quiere decir: no que estarán agarrados, sino trabajando unidos.

Bueno, si los santos juzgarán al mundo, tendrán el poder judicial; y por consiguiente la Corte celestial estará representada en ellos en la Tierra. Y para los judíos: doce apóstoles juzgarán a las doce tribus de Israel. Y para la Iglesia tenemos los diferentes mensajeros de las siete edades, y luego el de la Edad de la Piedra Angular.

Por lo tanto, el poder judicial estará ahí manifestado. Ahí tendremos la Corte Suprema, con los siete jueces miembros de la Corte, y uno presidiendo ese grupo: el Ángel que era diferente a los demás.

Y ahí vamos…, eh, podríamos dejar todito quieto; porque también tenemos el Orden Sacerdotal, del cual dice la Escritura que los creyentes en Cristo son sacerdotes: “El Cordero, Cristo, nos ha lavado con Su Sangre de todo pecado; y nos ha hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos con Él”. Eso está en Apocalipsis, capítulo 1, verso 5 al 6; y Apocalipsis, capítulo 5, versos 8 al 11; y capítulo 1, versos 5 al 6 (o al 7); y Apocalipsis, capítulo 20, versos 4 al 6.

Así que ahí tenemos, en el Orden Divino, tres poderes: el orden político, del cual…, por cuanto será la monarquía y la teocracia fusionada: tenemos ahí el orden de la Realeza, que son los descendientes de Dios como hijos e hijas de Dios, y los cuales son los miembros de la Iglesia de Jesucristo. Y entre ellos están los que son cabeza de cada edad, que son los mensajeros de cada edad.

[CAMBIO DE CINTA] … de Cristo, y ha estado ministrando el Espíritu Santo a través de cada ángel mensajero; pero junto a ellos han estado otros sacerdotes, que son los miembros de la Iglesia, trabajando junto al mensajero de cada edad.

Ninguno de ellos ministró en el Lugar Santísimo, ninguno de los siete mensajeros, porque les tocó el Lugar Santo; pero habrá uno que entrará al Lugar Santísimo, que será el mensajero del Día Postrero.

Y ahí vamos a dejar todito quieto, porque ese es el que coloca en el Lugar Santísimo el Arca del Pacto, la Palabra; que ha venido siendo cargada de edad en edad por el mensajero de cada edad, la ha llevado hasta donde le tocó llevarla; y junto a él han estado los ministros y los hermanos, los creyentes de cada edad, trabajando en esa labor hasta donde les fue permitido. Y luego ha venido otro mensajero, ha tomado el Arca, juntamente con los que han estado brazo a brazo con él, y la han llevado hasta donde les tocó llevarla; hasta que se llega al momento en que del Lugar Santo tiene que pasar al Lugar Santísimo.

Las siete edades corresponden al Lugar Santo; la Edad de la Piedra Angular corresponde al Lugar Santísimo.

Ahí pueden ustedes ver la bendición tan grande que tenemos en este tiempo: la Edad del Lugar Santísimo, la edad del oeste —porque en el oeste estaba el lugar santísimo—, la edad donde el Arca del Pacto es colocada; y de ahí no saldrá.

Cristo, el Arca del Pacto; porque el Nuevo Pacto ha sido hecho y está colocado en Cristo: “Te pondré por Pacto al pueblo”. Isaías, capítulo 42, verso 6 al 8, e Isaías 49, verso 8, ahí encontramos esa promesa.

Por lo tanto, la bendición de Dios ha estado en medio de la Iglesia de Jesucristo desde el Día de Pentecostés. Antes de eso ¿dónde estaba? En medio del pueblo hebreo: en el Atrio; pero cuando se entró al Lugar Santo, ahí entraron los apóstoles con creyentes judíos, hebreos, y después comenzaron a entrar también los gentiles.

Y luego, han sido más gentiles que hebreos (que judíos) los que han estado entrando al Lugar Santo del Templo espiritual de Cristo.

Y para el Día Postrero, vamos a dejar ahí todo quieto, porque ahí estarán entrando los escogidos del Día Postrero, que, en su mayoría, aunque no tienen un acta de nacimiento o una identificación física que puedan mostrar, en su mayoría serán simiente de Abraham, descendientes de Abraham. Y aun todo creyente en Cristo es descendiente de Abraham, es hijo de Abraham: es un hijo de Abraham por la fe en Cristo.

Bueno, “PASTORES VENCIENDO AL ENEMIGO CON EL ESPÍRITU DEL DIOS DE ISRAEL”: adelante sirviendo a Cristo.

Y reciban mi aprecio y agradecimiento por todo lo que están haciendo en favor de Puerto Rico; porque todo tiene un propósito, y ustedes entienden que hay un propósito.

Bueno, que Dios les continúe bendiciendo a todos.

Y adelante teniendo la victoria: venciendo al enemigo con el Espíritu de Dios, del Dios de Israel.

Dejo nuevamente con ustedes al reverendo David para continuar.

“PASTORES VENCIENDO AL ENEMIGO CON EL ESPÍRITU DEL DIOS DE ISRAEL”.

[Revisión mayo 2025]

[1] 1 Samuel 16:1-13

[2] San Lucas 17:26-27

[3] Éxodo 12:1-28

[4] Los Sellos, pág. 471, párr. 161

[5] Citas, pág. 40, párr. 321: 56-0219 “Siendo guiados por el Espíritu Santo”, párrs. 20-21

[6] Cantares 2:12

[7] Hechos 12:6

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