El Mensaje para todas las naciones

Muy buenas noches, amados ministros, compañeros en el Cuerpo Místico de Cristo nuestro Salvador. Es un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios.

Para esta ocasión vamos a leer en el capítulo 14 del Apocalipsis, verso 6 en adelante, donde dice:

“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo,

diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Aquí tenemos claro lo que será el Mensaje Final de Dios para la humanidad: un Mensaje para todas las naciones, para todos los pueblos, para todos los seres humanos. Y en este Mensaje nos dice:

“… porque la hora de su juicio ha llegado”.

O sea que es un Mensaje donde habla del juicio divino que ha de venir sobre la raza humana. Y el único Mensaje que está prometido, en el cual se hablarán todas estas cosas, lo encontramos en Apocalipsis, capítulo 11, verso 3 en adelante, donde dice:

“Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio.

Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de (toda) la tierra.

Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de la boca de ellos, y devora a sus enemigos; y si alguno quiere hacerles daño, debe morir él de la misma manera.

Estos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva en los días de su profecía; y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran”.

Este es el ministerio de Moisés y Elías, de los Dos Olivos, que estarán profetizando las cosas que han de venir; ese es el ministerio que estará anunciando el juicio divino que ha de venir sobre la raza humana; así como el ministerio de Moisés anunció el juicio divino que vendría sobre Egipto en el tiempo en que Dios iba a libertar al pueblo hebreo del reino de las tinieblas, representado en el reino o imperio del faraón en Egipto.

Y para este tiempo final Dios va a libertar físicamente a Su pueblo de este reino terrenal de las tinieblas, porque los va a transformar (a los hijos de Dios) y van a ser libertados. Esa es la libertad gloriosa de los hijos de Dios, de la cual habla San Pablo en Romanos, capítulo 8, versos 19 en adelante; libertad gloriosa de los hijos de Dios, por la cual clama toda la Creación; porque con la libertad gloriosa de los hijos de Dios, también serán libertados todos – todo lo que está en cautiverio. Toda la Creación será libertada en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Eso está en el capítulo 8 de Romanos, verso 17 al 29 o 31.

Y la liberación será la adopción, la redención del cuerpo, que será la transformación de los vivos en Cristo, y resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados; y así seremos libertados físicamente del reino de las tinieblas, y estaremos y entraremos al Reino de Dios, al Reino de Cristo, físicamente; y luego nos iremos a la Cena de las Bodas del Cordero con Cristo; en donde Cristo obtendrá el Reino, será coronado para recibir el Reino terrenal, el Reino de Dios en la Tierra, para establecerlo; lo cual será recibir el Reino de David y el Trono de David, al cual Él es heredero.

Ese Trono de David es aquel del cual Él dijo:

[Apocalipsis 3:21] “Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono”.

El Trono de Cristo es el trono de David, al cual Él es heredero conforme a las palabras del Ángel Gabriel a la virgen María: “Dios le dará el trono de David Su padre, y se sentará sobre él, y reinará para siempre sobre Israel”.

Eso nos lo habla en el capítulo 1 de San Lucas. Vamos a ver, a verificarlo. Eso fue cuando le habló a la virgen María. Capítulo 1, verso 30 en adelante, ahí está [verso 31]:

“Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús.

Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;

y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”.

Eso fue lo que dijo el Espíritu Santo a la virgen María.

“Así como Gabriel anunció la Primera Venida de Cristo, anunciará la Segunda Venida de Cristo”[1], dice el reverendo William Branham. ¿Y cómo lo va a hacer? Vamos a dejar eso quietecito ahí.

Recuerden que la virgen allá, la virgen María, representa la Iglesia del Señor Jesucristo; por lo tanto, habrá una conversación con la Iglesia, una conversación angelical. Y vamos a dejarlo ahí ya; porque la Iglesia, la Virgen, fue dicho…

No tengo aquí el libro de Los Sellos, si no, les leería algo. Tiene que ser el que termina en la página 484; si no termina en la página 484, no… Vamos a ver. Recuerden que la virgen María tipifica a la Iglesia del Señor Jesucristo [pág. 368]:

188. Y eso no es solamente en este país, sino por todo el mundo. Todo está contaminado, el mundo, toda la naturaleza. ¡Dios tenga misericordia! El mundo entero está con dolores de parto. El mundo está haciendo el esfuerzo”.

Ustedes ven los gobiernos luchando, están haciendo el esfuerzo. Es un éxito lo que los gobernantes han tenido frente a la situación mundial que existe de corrupción en todas las esferas del planeta Tierra.

Miren, es un éxito en una ciudad como San Pablo tenerle el servicio de agua a toda la ciudad, ¡eso es un milagro!; y tenerle energía eléctrica, y también comida, ¡todo eso es un milagro! Y muchas otras cosas; y trabajo también. Es un milagro la vida de las ciudades, como de los individuos, en este tiempo.

Por lo tanto, no criticamos a los gobernantes, ya sean presidentes, gobernadores, alcaldes y las demás personas que trabajan en los gobiernos; están haciendo el esfuerzo.

En los días de política, para obtener esos cargos hacen muchas promesas, pero después se enfrentan con que no hay dinero para cumplirlas, y no pueden cumplirlas todas; pero lo importante es que estamos sobreviviendo. Y mientras podamos sobrevivir, las cosas están bien, en cierto sentido. ¡Estamos vivos! Y lo que podemos hacer es economizar, gastar lo menos posible, y aprovechar bien lo que tenemos; y trabajar en la Obra de Dios lo más que podamos, para que Dios nos bendiga y nos ayude a sobrevivir en este tiempo final.

Recuerden que Cristo dijo que sería como los días de Noé y como en los días de Lot[2]; y así está la humanidad en este tiempo. En los días de Noé: un hombre anunciando el juicio divino que vendría; por lo tanto, si este tiempo es como en los días de Noé, habrá un mensajero con un Mensaje, con el Evangelio, anunciando que la hora de Su juicio ha venido. También dice Cristo que será como en los días de Lot; y allí estaban dos mensajeros anunciando el juicio que vendría[3].

Vean, es un tiempo de anuncio de juicio. Eso nos habla ¿de qué? De los ministerios de los Dos Olivos, que son los que tienen la labor para anunciar el juicio divino; como lo hizo Moisés en Egipto en el reino del faraón, que representa el reino de los gentiles, el cual está bajo el imperio o reino de las tinieblas.

Y ahora, vamos a continuar aquí para cumplir lo que les prometí:

[188]. El mundo está haciendo el esfuerzo, está en angustias, como dijo Isaías. Pero ¿por qué? Es que está tratando de dar a luz un mundo nuevo para el Milenio, donde no existirá el pecado; está tratando de dar a luz un mundo nuevo para un pueblo nuevo que no pecará ni lo corromperá. Correcto. Todo está en angustias (y ahora, todo está en angustia).

189. Por eso nosotros también estamos en angustia. La Novia está en angustia para dar a luz a Cristo Jesús”.

Ahí tenemos la promesa de, como María dio a luz a Cristo, ahora la Novia está representada en María.

Por eso la Venida del Señor, que es un misterio y que es —por consiguiente— una promesa que será cumplida en secreto, por eso dice que vendrá como ladrón en la noche[4]; o sea que llegará ese cumplimiento y nadie se dará cuenta, excepto los escogidos.

Es que confunden, como confundió el pueblo hebreo y sus líderes religiosos: confundieron la Segunda Venida con la Primera Venida, y lo estaban esperando como Él vendrá en Su Segunda Venida; y en Su Primera Él vendría en forma sencilla, para morir como Cordero, pero lo estaban esperando como León, como Rey.

Y ahora, el cristianismo lo está esperando como Él va a venir al final de la gran tribulación, como Él va a venir para establecer el Milenio después de la gran tribulación; pero no se han dado cuenta que, antes de comenzar la gran tribulación, Su Venida será en secreto para Su Iglesia; porque viene por Su Iglesia.

Y ese es el misterio que está en el Séptimo Sello: cómo vendrá y cuándo vendrá.

Por lo tanto, ese es el secreto, el misterio del Séptimo Sello, que va a conocer la Iglesia-Novia del Señor Jesucristo; y por consiguiente va a tener la fe, la revelación, para ser transformada y llevada con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero; y por consiguiente, eso será el nacimiento de Cristo en y a través de Su Iglesia-Novia, que está con dolores de parto para dar a luz a Cristo.

[189]. Todo está en angustia gimiendo, porque algo está a punto de acontecer. Y este Sexto Sello da lugar a todo eso”.

O sea que da lugar al nacimiento de un nuevo mundo, al nacimiento de Cristo a través de la Iglesia-Novia, y un sinnúmero de cosas más.

Es que la Séptima Trompeta, que la suenan los Dos Olivos: Moisés y Elías, de lo cual habló Cristo cuando dijo: “Y enviará Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta, y juntarán a Sus escogidos, desde un extremo del Cielo hasta el otro” (San Mateo, capítulo 24, verso 31); vean ustedes, esa Séptima Trompeta son los Dos Olivos con el Mensaje Final de Dios, sonando la Trompeta, el Mensaje de Dios.

Eso es en el cumplimiento de la fiesta de las trompetas de Levítico, capítulo 23, verso 24; y eso corresponde a año nuevo en medio de los judíos; o sea que nos habla de algo nuevo, un año nuevo. Pero esa Fiesta de las Trompetas contiene ese misterio; y cuando se haga realidad todo eso, estaremos en la Fiesta de las Trompetas disfrutando el sonido de esa Trompeta: la Voz de Cristo hablándole a Su Iglesia y al pueblo hebreo.

Recuerden que el reverendo William Branham quería predicar acerca de las Trompetas, de las Copas y de las Plagas; pero él quería hacerlo en una carpa, una gran carpa que él vio. Unan eso a la Visión de la Carpa, está ligado al cumplimiento de la Visión de la Carpa.

Recuerden que cuando predicó los Sellos (vamos a decir, oficialmente) fue en un tabernáculo que fue restaurado; estuvo en esos días en la dedicación del tabernáculo, del nuevo tabernáculo, porque fue hecho de nuevo en el mismo lugar.

Y ahora, para predicar de las Trompetas y de las Copas y de las Plagas, él quería un nuevo tabernáculo, una Carpa Catedral, para predicar sobre eso. Si ustedes lo buscan en el libro de Citas y en otros mensajes, ustedes van a encontrar sobre eso.

Esta es una bendición que corresponde a los Dos Olivos, en donde esos ministerios —operados por el Espíritu Santo— estarán hablando acerca del juicio divino que ha de venir sobre la raza humana, como Moisés habló de los juicios divinos que vendrían sobre Egipto.

Y ahora, continuemos aquí leyendo, dice:

[189]. Y este Sexto Sello da lugar a todo eso. ¡Oh, hermano! Será un tiempo cuando acontecerán todos los terremotos…”.

Y vean ustedes, si van a acontecer todos los terremotos bajo el Sexto Sello, ¿cómo será? Si con ese que hizo en… ¿China, fue? ¿70.000 personas fueron?, o un poquito más, que murieron, ¿cómo será cuando ese Sexto Sello esté manifestado durante ese ciclo divino de la gran tribulación?

Ahora, hay una promesa. Si nos detenemos aquí un momento (y no podemos hablar mucho, porque tenemos la actividad allá con todos), para que no tengan miedo a los terremotos, recuerden lo que dijo el salmista: “Aunque la Tierra tiemble, y los montes se traspasen al corazón del mar (o de la mar), no temeré mal alguno, porque el Señor estará conmigo”[5].

Página 373 dice, del libro de Los Sellos (de esta traducción o versión):

215. Reconocemos que nos queda poco tiempo, y la Novia puede subir en cualquier momento. En cualquier momento es posible que el Cordero salga del Trono de Dios, donde se encuentra el Sacrificio. Luego allí será el fin. Ya no habrá esperanzas para el mundo; allí será el final. En ese tiempo la tierra comenzará con sus contracciones violentas, que serán los terremotos y las tremendas sacudidas…”.

Y nos preguntamos: ¿Serán esas las tremendas sacudidas? ¿Cómo será cuando ocurran estas que están aquí? Ya estas que están aconteciendo nos están avisando.

[215]. … como sucedió en el día de la resurrección de nuestro Señor”.

O sea que va a ser algo paralelo. Cuando resucitó el Hijo de Dios, para eso sucedió ese terremoto[6]; y para la resurrección de los muertos en Cristo, los hijos de Dios, va a suceder lo mismo. Lo que sucedió con uno, va a suceder cuando resuciten todos los hijos de Dios.

[215]. La misma cosa sucederá ahora cuando los santos aparezcan”.

Por eso, cuando sabemos de terremotos que están aconteciendo, lo que esperamos es ver de un momento a otro a los santos apareciéndonos a nosotros.

[215]. Señor, sabemos que puede ser en cualquier momento. Estamos esperando que llegue ese gran día de alegría (¡Vean, un día de alegría!). Padre, toma a Tus hijos bajo Tu brazo ahora mismo, y junta los corderitos en Tu seno y aliméntalos con Tu Palabra para que sean fortalecidos para servirte”.

¿Para qué ser fortalecidos? Para servir a Dios.

Y ahora, yo creo que…, vamos a ver, dice [Los Sellos, pág. 368]:

[189]. Será un tiempo cuando acontecerán todos los terremotos, las estrellas caerán del cielo, habrá erupciones volcánicas, y en eso la Tierra se renovará. La lava volcánica brotará del centro de la Tierra y entonces se regará sobre todos lados mientras la Tierra gira”.

Miren cómo va a ser la renovación del planeta Tierra; lo que va a parecer un problema será la labor de preparar la Tierra para el glorioso Reino Milenial.

Ahora, para este terremoto que habrá para la resurrección de los muertos vamos a estar aquí; por eso cada vez que ocurren terremotos estamos alertas: “¿Será el de la resurrección?”. Alguno va a ser. Y lo vamos a saber cuando comiencen a aparecer los santos resucitados, y ahí seremos transformados; por consiguiente, estemos preparados.

Estará sobre la Tierra predicándose el Mensaje Final de Dios, donde estará siendo dado a conocer el juicio divino que ha de venir sobre toda la Tierra.

Y ahora, en Apocalipsis, capítulo 10, donde Cristo, el Ángel Fuerte, desciende del Cielo (ese Ángel Fuerte, Cristo en Su cuerpo angelical, el que estuvo en el Antiguo Testamento con Moisés; el que visitó a muchos hombres de Dios como Abraham, Isaac, Jacob y los demás profetas, les apareció en forma visible en Su cuerpo angelical), ese es el que viene con el Librito abierto en Su mano; y por consiguiente viene con el Título de Propiedad.

El que Adán y Eva perdieron, ahora será restaurado nuevamente a la Tierra a los escogidos de Dios; y por consiguiente le será dado a alguna persona que estará en medio de la Iglesia de Jesucristo como el mensajero de Cristo para Su Iglesia; y así viene a la Iglesia de Jesucristo el Título de Propiedad.

Sin ese Título de Propiedad no habrá resurrección de los muertos ni transformación; es el Título de Propiedad de la vida eterna; y para regresar a la vida eterna se tiene que tener el Título. Adán lo perdió, y perdió la vida eterna.

Y ahora, el verso 8 en adelante, del capítulo 10 del Apocalipsis, dice… Recuerden que Juan representa a la Iglesia del Señor Jesucristo pasando por diferentes etapas, y por consiguiente también representa a cada mensajero de cada etapa.

“La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra.

Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel.

Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre.

Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes”.

Ese es el que tiene el Mensaje para todas las naciones en el tiempo final.

Cuando Cristo tome el Título de Propiedad, lo abra en el Cielo y lo traiga a la Tierra, lo entregará a ese hombre; y por consiguiente él estará en la Iglesia del Señor Jesucristo y estará creciendo de fe en fe, de conocimiento en conocimiento; y cuando reciba ese Título será adoptado: vendrá la transformación para él y también para todos los escogidos de ese tiempo.

Sin ese Título de Propiedad no habrá adopción. Vamos a ser adoptados físicamente con un cuerpo eterno, y por consiguiente a la vida eterna física.

Ahora, hemos visto: “EL MENSAJE PARA TODAS LAS NACIONES”; y a la misma vez hemos visto quién es el mensajero para todas las naciones.

Él estará ligado a la Visión de la Carpa; porque a través de él estará Cristo, el Ángel Fuerte que desciende del Cielo, y por consiguiente estará operando esos ministerios.

Los judíos, los rabinos, están esperando a Elías (están esperando un hombre que estará en la Tierra, en el cual estará Dios operando el ministerio de Elías), y están esperando a Moisés también, y están esperando al Mesías; pero ellos esperan un hombre de esta Tierra, un hombre de carne y hueso.

Por lo tanto, lo que fue dicho por el reverendo William Branham: “Cuando ellos vean a Cristo viniendo por Su Iglesia, ellos dirán: ‘Este es el que nosotros estamos esperando’”[7]. Por lo tanto, aunque deseemos desligar a la Iglesia-Novia de Cristo de los hebreos, está difícil, porque ellos van a ver en la Iglesia-Novia de Cristo lo que ellos están esperando; por consiguiente, ese mensajero, con el Mensaje para todas las naciones, estará ligado a la Iglesia-Novia de Cristo y al pueblo hebreo.

Pero hay que ver lo que es para la Iglesia y lo que es para los judíos, no pueden mezclarlo; tienen que entender los judíos lo que es para ellos, y la Iglesia-Novia de Cristo lo que es para Ella; y dejar que sea Cristo el que obre con la Iglesia y obre con los judíos. Lo vamos a ver, a Cristo, obrando con ambos pueblos.

Es difícil obrar con un pueblo, ¿y cómo será con dos? Y dos pueblos celosos, ¡mucho más difícil!; porque ambos van a decir: “No, este es nuestro”. —“No, Él vino por nosotros – o viene por nosotros”. Pues viene por los dos, pero cada cosa está bajo un Programa.

Así que esperamos que se desarrolle el Programa para con la Iglesia-Novia y también para con los hebreos.

El Espíritu de Dios, el Espíritu de Cristo, como estuvo en otras edades y dispensaciones, está con nosotros en este tiempo final; y lo estaremos viendo obrando con la Iglesia-Novia de Cristo, donde habrá un número muy grande, un porciento muy grande de descendientes de las diez tribus perdidas de Israel, las cuales estarán bajo un Nuevo Pacto, el Nuevo Pacto, cubiertos con la Sangre del Nuevo Pacto, que es la Sangre de Cristo. Así ha sido durante edades pasadas también, con descendientes de las diez tribus perdidas.

La única identificación que van a tener muchos de esos descendientes de las diez tribus que estarán en el Cuerpo Místico de Cristo, será que estarán escuchando la Gran Voz de Trompeta de Isaías, capítulo 27, verso 13; y esa es la identificación más grande, porque “el que es de Dios, la Voz de Dios oye”[8]; no hay otra identificación más grande. Y lo más que vale es la identificación divina.

La parte física es buena; pero hay descendientes hebreos que físicamente pueden identificarse como descendientes hebreos, pero son unos incrédulos. ¿Y de qué sirve eso? De nada. Como los que perecieron en el desierto: pura sangre, pero puros incrédulos; no se sujetaron al Programa Divino que estaba en Moisés.

Y ahora, otra identificación importante de descendientes de las diez tribus es que estarán siguiendo el ministerio de Moisés y de Elías, que viene con Gran Voz de Trompeta llamando y juntando a los escogidos, 12.000 de cada tribu; y también entrarán los 24.000 de las dos tribus del sur: la de Judá y Benjamín.

Y ahí lo vamos a dejar, diciéndoles solamente que ese Mensaje que para el tiempo final estará siendo proclamado y que será para todas las naciones, será el que llamará y juntará a los escogidos de la Iglesia-Novia del Día Postrero, y también de los descendientes de las diez tribus del norte (o sea, de la casa de Israel) y de las dos tribus del sur (la casa de Judá).

“EL MENSAJE PARA TODAS LAS NACIONES”.

Hemos visto cuál es el Mensaje, hemos visto el mecanismo y hemos visto quién lo traerá, cuáles son los ministerios que estarán en el que estará trayendo ese Mensaje.

Como en el tiempo de Moisés, muchos desearán ser ese mensajero; y otros dirán como decían Aarón y Miriam (la hermana de Moisés): “¿No ha hablado Dios también por nosotros?”[9]; y decir eso fue un gran error, porque Dios solamente hablaba por Moisés.

Aarón estaba llamado a hablar lo que Moisés le dijera que hablara, porque Dios dijo: “Tú serás en lugar de Dios para Aarón, y Aarón será en lugar de profeta para ti; Yo te hablaré a ti y tú le hablarás a él, y él hablará lo que tú le digas”[10]. Tan simple como eso.

Pero ellos pensaron que estaban al mismo nivel de Moisés. Moisés es un mensajero dispensacional; y hay solamente uno para cada dispensación, y Dios tiene solamente siete mensajeros dispensacionales. Y ese mensajero que vendrá con un Mensaje para todas las naciones, será el séptimo mensajero dispensacional; será el séptimo como mensajero dispensacional, y será el octavo como mensajero de la Edad Eterna de la Piedra Angular. Tan simple como eso.

El séptimo será el octavo también. El enemigo lo que hace es una imitación, por lo tanto uno lo verá imitando. Apocalipsis, capítulo… uno de los capítulos dice acerca de eso también; creo que es el 17, verso 11 al 18. Pero vamos a dejar eso quietecito; nos están esperando allá.

Que Dios les bendiga y les guarde. Y recuerden nuestro tema: “EL MENSAJE PARA TODAS LAS NACIONES”, y por consiguiente para todo ser humano.

Que Dios les bendiga y les guarde, y dejo con ustedes nuevamente al reverendo, misionero Miguel Bermúdez Marín.

Muchas gracias.

“EL MENSAJE PARA TODAS LAS NACIONES”.

[Revisión diciembre 2024]

[1] Citas, pág. 33, párr. 282

[2] San Mateo 24:37-39, San Lucas 17:26-30

[3] Génesis 19:1-15

[4] 1 Tes. 5:2, 2 P. 3:10, Ap. 16:15

[5] Salmo 46:2

[6] San Mateo 27:51-53

[7] Citas, pág. 22, párr. 176

[8] San Juan 8:47

[9] Números 12:1-16

[10] Éxodo 7:1-2

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