Muy buenas tardes, ministros compañeros en el Cuerpo Místico de Cristo. Es una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Para lo cual leemos en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 45 en adelante; y dice San Pablo, por Palabra de Dios, de la siguiente manera:
“Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante.
Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual.
El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo.
Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales.
Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial.
Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción.
He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados,
en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.
Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.
Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria”.
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
“LOS REQUISITOS PARA LA TRANSFORMACIÓN”.
A través de la Escritura vemos que hay una promesa de transformación, en donde todos vamos a ser a imagen y semejanza del segundo Adán, o sea, de Jesucristo; vamos a tener la inmortalidad física, como está prometida por Cristo, y a través de los escritos de San Pablo y de San Pedro también, y también de los profetas del Antiguo Testamento. Dice:
“Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad”.
Y entonces ya tendremos un cuerpo inmortal, incorruptible, joven, glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.
En una familia todos los hermanos pues tienen cuerpos iguales, iguales en cuanto a que son de carne y hueso y sangre; y en la Familia de Dios todos tienen la promesa de que tendrán un cuerpo igual a nuestro Hermano mayor, a nuestro amado Señor Jesucristo. Ese es el Programa Divino, o sea, la meta divina en Su Programa de Redención.
Así como Cristo tuvo Su cuerpo angelical primero, al igual que Adán y primero que Adán, y luego, vean ustedes, Adán recibió el cuerpo físico, luego también más adelante el segundo Adán, que es Cristo, recibió el cuerpo físico, el cual nació de la virgen María.
Y ahora, todo hijo e hija de Dios del Nuevo Testamento tiene que nacer en la sexta dimensión, la dimensión de los ángeles, la dimensión de Cristo, de ese Ángel del Pacto; ahí es donde se nace en el campo espiritual, en donde se obtiene el cuerpo angelical y a donde van los que mueren en Cristo, siendo creyentes en Cristo; y por consiguiente, primero han obtenido el cuerpo angelical, para después pasar a tener el cuerpo físico eterno y glorificado.
Pero primero hay que recibir el cuerpo angelical, que es eterno, para luego tener el cuerpo nuevo físico, en la parte de la redención física que está prometida para los hijos e hijas de Dios.
Y ahora, esa es la redención en el campo espiritual e invisible para los seres humanos, porque la parte física sigue siendo el cuerpo de carne mortal, corruptible y temporal. Es en la redención física, en la redención del cuerpo, donde habrá un cambio físico: de un cuerpo mortal a un cuerpo inmortal, de un cuerpo corruptible a un cuerpo incorruptible.
Para los muertos creyentes en Cristo, y para los vivos también, es la promesa de un nuevo cuerpo, para el tiempo en que se esté tocando una Trompeta que está prometida como la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta.
Así como se toca la Trompeta del Evangelio de la Gracia durante la Dispensación de la Gracia, para que se lleve a cabo esa Obra de Redención en la esfera espiritual; para que se lleve a cabo en la esfera física: se toca la Trompeta del Año del Jubileo, la Trompeta del Evangelio del Reino, donde está la revelación del misterio de la Segunda Venida de Cristo.
Y escuchando esa Trompeta, ese Mensaje dispensacional, en un entrelace dispensacional, como fue allá cuando se tocó la Trompeta del Evangelio de la Gracia, en aquel entrelace dispensacional…
Vean, en el tiempo de Jesús y los apóstoles, allí se estaba llevando a cabo un entrelace dispensacional, pero tenían que pasar a la Dispensación de la Gracia, tenían que pasar hacia adelante; y diez días después de haber subido Cristo al Cielo, estando ellos unánimes y juntos, vino el Espíritu Santo y produjo en ellos el nuevo nacimiento, y entraron de lleno a la nueva dispensación[1]; y es en la nueva dispensación, en la Dispensación de la Gracia, donde se ha estado tocando la Trompeta del Evangelio de Cristo, del Evangelio de la Gracia.
Y ahora, en este tiempo final se entrelaza la Dispensación del Reino con la Dispensación de la Gracia, y la Trompeta o Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino con la Gran Voz de Trompeta del Evangelio de la Gracia, para preparar al pueblo para la transformación de los que están vivos y para la resurrección de los muertos en Cristo, los cuales están escuchando en el Paraíso, en la sexta dimensión.
Y vean ustedes, un Mensaje dispensacional es representado en una Gran Voz de Trompeta para el pueblo. Esa es la Voz de Dios hablando un Mensaje dispensacional para preparar al pueblo para que reciban las bendiciones que hay en esa nueva dispensación; las cuales comenzarán…: así como comenzaron allá con el bautismo del Espíritu Santo (donde recibieron el cuerpo angelical, recibieron las primicias del Espíritu, la primera porción), para este tiempo final recibirán la otra porción; y por consiguiente, tendrán el cuerpo nuevo y glorificado.
Un Mensaje dispensacional los llama, los junta, los coloca unánimes, para recibir esa bendición; y los coloca en la única edad de esa dispensación que estará llevándose a cabo: la Edad Eterna, la Edad de la Piedra Angular.
Esa es la edad para la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final, para la Trompeta del Año del Jubileo, que estará actualizado en la Iglesia del Señor Jesucristo en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular, como estuvo actualizada en los días de los apóstoles, allá en el tiempo de Jesús y los apóstoles; aquel tiempo era la Edad de la Piedra Angular de aquel entrelace dispensacional.
Y ahora, estamos en tiempos paralelos al de Jesús y los apóstoles: con la primera porción ya, y esperando la segunda porción: la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos.
Por lo tanto, los que van a ser transformados tendrán unos requisitos que habrán llenado o cumplido: estarán escuchando la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final, que está representada en la trompeta del año del jubileo que se sonaba para la liberación del pueblo, para cada cual regresar a su herencia, a su posesión, a su familia[2].
Y ahora, hemos llegado a un tiempo muy importante; así como el tiempo de Noé también nos habla de este tiempo en el cual estamos viviendo, pues Cristo dijo que como fue en los días de Noé será la Venida del Hijo del Hombre. Allá la humanidad había llegado a su final; pero hubo un profeta dispensacional, con un Mensaje, dando a conocer las cosas que iban a suceder.
También en el tiempo de Lot: pues Cristo dice que como fue en los días de Lot así también será el día en que el Hijo del Hombre se manifestará, se revelará. Eso está en San Lucas, capítulo 17; y también en San Mateo, capítulo 24, versos 34 al 39. En los días de Lot hubo también un mensajero dispensacional: Abraham.
Y ahora, para el Día Postrero habrá un mensajero dispensacional con un Mensaje dispensacional, en una edad eterna: la Edad de la Piedra Angular; y estará —Dios con ese Mensaje— llamando y juntando a Sus escogidos para formar la edad correspondiente a este tiempo, la Edad de la Piedra Angular, formarla con piedras vivas; porque la Iglesia del Señor es el Templo espiritual de Cristo, y es formado ese Templo con piedras vivas, o sea, con personas, con seres creyentes en Cristo; y Cristo es la Piedra principal, la Piedra del Ángulo.
Y ahora, estarán…, los que estarán vivos y serán transformados estarán en ese entrelace recibiendo un Mensaje dispensacional; en una edad eterna: la Edad de la Piedra Angular; y estarán teniendo un avivamiento grande que viene en el Día Postrero, así como ha venido en cada edad: la Palabra ha sido revelada al mensajero de una edad, él ha captado esa Palabra, la ha hablado, la ha predicado, y ha surgido un avivamiento.
Es un avivamiento de parte de Dios, que viene creado por la Palabra creadora de Dios, para llamar y juntar a los escogidos de ese tiempo y ser llenos del Espíritu de Dios; y así están con el vino y el Aceite: el vino del estímulo por la revelación de la Palabra que le fue dada, y el Aceite del Espíritu Santo que tendrán. Y así ha sido en cada edad, y así tiene que ser en nuestro tiempo también.
No hay otra forma para Dios cumplir lo que Él prometió; y Él lo cumplirá como Él lo pensó. Estén de acuerdo o no estén de acuerdo con Él mucha gente, no importa.
En el tiempo de los apóstoles muchos no estaban de acuerdo con ellos; en el tiempo de Jesús, tampoco estaban de acuerdo con Cristo; en el tiempo de los profetas, tampoco estaban de acuerdo con los profetas la mayor parte de la gente; en el tiempo de Moisés, muchos de su mismo pueblo no estaban de acuerdo con él, ni el faraón tampoco estaba de acuerdo con él.
O sea que no es un asunto de que vayan a estar de acuerdo la gente con la persona y la labor que estará haciendo esa persona: dando el Mensaje Final de Dios, y trayendo Dios el avivamiento del Día Postrero, que está prometido para ser manifestado por medio de la presencia del Espíritu de Dios, del Espíritu de Cristo, operando los ministerios de Moisés y Elías.
Vean en la página 166 lo que dice Elías en su cuarta manifestación; párrafo 1485, dice [Citas]:
1485 – “‘¿Habrá otro avivamiento, veré otro tiempo?’. Y solo recuerden, del occidente vendrá un Jinete en un caballo blanco. Cabalgaremos esta senda otra vez. Eso es correcto. Tan pronto como estemos listos. ¿Ven? Es una promesa”.
Vean, Elías dice que del occidente viene uno en un caballo blanco; y dice Elías en su cuarta manifestación: “Recorreremos”; o sea que Elías va a estar de nuevo. Si va Elías a recorrer de nuevo: “Recorreremos esa senda nuevamente”, su senda ministerial la va a recorrer de nuevo, o sea, por quinta vez; y con quien Elías recorre su camino ministerial es con Moisés. El que viene en el Jinete del caballo blanco es Moisés: el ministerio de Moisés siendo operado por el Espíritu Santo; porque el que opera los ministerios es el Espíritu Santo. Y por consiguiente, estará ahí Cristo, que es el Espíritu Santo, Cristo en Su cuerpo angelical.
Donde esté el ministerio de Elías y el ministerio de Moisés, estará Cristo en Su cuerpo angelical operando esos ministerios. Tan simple como eso.
Estuvo en los días y ministerio de cada uno de aquellos en los cuales fue operado el ministerio de Elías. Y para este tiempo está prometido que estará en medio de Su pueblo en la edad que corresponde a nuestro tiempo, que es la Edad de la Piedra Angular, y en este entrelace dispensacional, en donde estará introduciendo una nueva dispensación con un nuevo Mensaje dispensacional, con el cual le dará la fe, la revelación, para ser transformados los que estarán vivos, y para ser resucitados los que estarán muertos.
Ese Mensaje es el Evangelio del Reino; y la revelación que traerá es la revelación del Séptimo Sello, la revelación de la Segunda Venida de Cristo, como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Por lo tanto, cuando se esté escuchando o esté cayendo la Lluvia Temprana y Tardía a la vez, o se esté escuchando la Trompeta del Evangelio de la Gracia y la Trompeta del Evangelio del Reino, los escogidos (que ya entenderán sobre estas cosas) dirán: “Esto corresponde al Evangelio del Reino”; y escucharán otra cosa: “Esto otro corresponde al Evangelio de la Gracia”; podrán hacer la diferencia; tendrán esa habilidad a causa del entrenamiento que Dios les habrá dado en este entrelace dispensacional que hemos estado teniendo por unos cuantos años.
Por muchos años hemos estado en este entrelace dispensacional; pero ya cuando estemos transformados, ya de ahí para adelante será Dispensación del Reino. Aun cuando Cristo se levante del Trono del Padre: se cierra la Puerta de la Dispensación de la Gracia; y por consiguiente se cierra la Puerta de esa etapa de la Iglesia, y se entra ya de lleno a una nueva fase del Programa Divino.
Y ahora, los requisitos para ser transformados es que primero sean personas – o serán personas que estarán escritas en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.
Esas son las ovejas del Señor, que escucharán la Voz del Buen Pastor, la Voz de Cristo; empezando desde ahí: escucharán Su Mensaje para el Día Postrero. Primero el Mensaje del Evangelio de la Gracia, para poder obtener la adopción en la esfera espiritual, poder obtener las primicias del Espíritu, poder recibir el Espíritu Santo, y así obtener el cuerpo angelical; y luego recibir, más adelante, después de recibir el Evangelio de la Gracia reciben el Evangelio del Reino, para ser preparados para así recibir la transformación del cuerpo; lo cual todos estamos esperando.
O sea que no puede brincar la Dispensación de la Gracia y el Evangelio de la Gracia y el bautismo del Espíritu Santo, no; tiene que haber pasado primero por esa etapa. Porque no va a ser transformado su cuerpo si no ha nacido de nuevo.
Si no ha obtenido el cuerpo angelical: no puede recibir el cuerpo físico eterno; eso sería como darle a una persona la vida eterna física sin tener vida eterna interior. Eso hubiera sido lo que hubiera sucedido si no sacan a Adán y a Eva del Paraíso: hubieran recibido la vida eterna física pero sin el nuevo nacimiento.
Ahora, una persona allá, y en cualquier tiempo, si recibe la vida eterna física y no ha recibido el nuevo nacimiento, vean, serían iguales siempre; o sea que sería una vida terrenal eterna con muchos problemas y hacia el mal siempre, y por consiguiente serían un instrumento del maligno, sería más bien el reino del maligno viviendo eternamente.
Y ahora, podemos ver que hay unos requisitos para la transformación de los que están vivos, y para la resurrección y glorificación, resurrección en cuerpos eternos, de los que han partido. Cada uno de los que han de resucitar en cuerpos eternos y glorificados habrán estado (en la edad que les correspondía) escuchando el Mensaje de Dios para la edad que les tocó vivir, y habiendo recibido el Espíritu de Cristo en el tiempo que les tocó vivir.
Así ha sido de edad en edad. Cada uno tuvo el mensajero de su edad, y por consiguiente pertenece al grupo de un mensajero.
El mensajero viene a ser como son los apóstoles para… – como son los patriarcas, hijos de Jacob, para los descendientes de ellos; es el patriarca, el padre de ese grupo.
Y por consiguiente, el padre de Familia de la edad es el mensajero de esa edad; eso fue en cada uno de los hijos de Jacob, y eso también es o son los apóstoles con la Iglesia en medio de los judíos de aquel tiempo; y tendrán una parte importante en el Reino del Mesías.
También cada mensajero tiene una bendición igual a esos patriarcas que aparecen en la Escritura. Cada mensajero es el patriarca de su edad, cada mensajero de cada edad es el padre de Familia al cual su Señor puso sobre Su Casa para que le dé el Alimento a tiempo[3], el cual ha recibido de Dios; y al darle ese Alimento hay un avivamiento, surge un avivamiento.
Ustedes pueden ver a los niños cuando tienen hambre, que están muy tristes; pero cuando el padre de familia trae la comida, y la preparan y la ponen en la mesa, todos están contentos, están en un avivamiento; porque están recibiendo vida, alimento. Y así es en el campo espiritual: el avivamiento viene por medio de la Palabra prometida para cada edad, etapa de la Iglesia; esa Palabra es la que trae el avivamiento, la cual el Espíritu de Cristo usa para traer esa Vida al pueblo.
El vino es el estímulo causado por la revelación, ese gozo; y el Aceite: el Espíritu. “No hagáis daño al vino y al Aceite”, eso está en Apocalipsis 6:6. O sea, no…, el enemigo está ordenado que no le haga daño al vino y al Aceite. ¿Y dónde está el vino y el Aceite? En los escogidos de cada edad. Tienen el estímulo y tienen el Espíritu, por lo tanto, le fue prohibido hacerles daño.
Y ahora, habiendo visto los requisitos para los que han de ser transformados (los que estarán vivos) y los que han de ser resucitados en cuerpos eternos, podemos ver que los que van a resucitar pertenecieron a una edad, están bajo el liderazgo del mensajero de su edad, a través del cual Dios llama y junta los escogidos de su edad.
Por supuesto, él no tiene que estar presente, sino que su Mensaje sale, y muchos ministros, colaboradores maravillosos que Dios coloca al lado de ese mensajero, llevan ese Mensaje por todos los sitios, y se lleva a cabo el recogimiento, la cosecha; y todos luego tendrán la recompensa delante de Dios; todos no podrán ser el mensajero, pero todos sí podrán ser colaboradores.
Y ahora, el requisito más importante para ser transformado (o no más importante, pero que es importante), el requisito para ser transformado: es estar vivo; y para ser resucitado: estar muerto físicamente. Tan simple como eso.
Y ahora, LOS REQUISITOS PARA LA TRANSFORMACIÓN, los hemos visto; hemos visto que todo es sencillo; hemos visto cómo todo está moviéndose; hemos visto que esos que tendrán ese cuerpo nuevo habrán vivido en el avivamiento del tiempo que les tocó vivir. Ya sea que vivieron ahí con el mensajero, o vivieron en otros sitios, no importa; lo importante es que fueron impactados por el Mensaje y la Obra que Dios llevó a cabo a través de ese mensajero. Y cada persona estará con – está en el grupo correspondiente a ese mensajero.
Estamos en un tiempo muy importante. Estamos viendo todos los problemas que están surgiendo en todos los países; en la actualidad hay muchos terremotos, maremotos, tsunamis, volcanes, y hay muchas inundaciones.
Estamos en un tiempo muy pero que muy difícil. Vean ustedes, el terremoto de China fueron sobre 70.000 personas que murieron, eso es algo grande; y todas estas cosas son dolores de parto, porque en la gran tribulación eso va a estar ocurriendo en una forma multiplicada.
Así que, ya con lo que estamos viendo, sabemos que estamos ya al final de una dispensación; y por consiguiente, al final de cada dispensación viene el juicio divino; Dios juzga a la raza humana al final de cada dispensación.
También hemos estado viendo los problemas económicos que han estado surgiendo a causa de los problemas económicos de Norteamérica; en todas las naciones han estado agravándose los problemas económicos.
Ahora miren, página 53, párrafo 462, dice el reverendo William Branham (esto fue en el año 61); dice: “Así dice…”; dice [Citas]:
462 – “‘Yo les voy a enseñar qué es el rechazar mi Mensaje’. ¿Qué asentó dentro? Guerra, escasez, hambres”.
Vean, guerras, escasez, hambres y todos esos problemas es señal de juicio; (así…) y juicio por haber rechazado el Mensaje de Dios de la edad que le correspondió a ese tiempo o a ese pueblo. Dice:
462 – “Así dice el Espíritu Santo, pongan cuidado a lo que viene, pongan cuidado a lo que va a seguir. Allá hubo una escasez, aquí habrá una escasez. ¡Oh!, puede ser que no por pan, pero por escuchar la Palabra de Dios y Su Verdad. (…) Cuando Dios manda adelante un Mensaje, y les dice a la gente y ellos no lo reciben, entonces Él retira a Su siervo y manda Sus plagas: escasez, muerte (hablando espiritualmente, físicamente también) (o sea, cubre la parte espiritual y la parte física también). Ustedes esperen una depresión”.
Y por ahí se está acercando. Y vamos a dejar… vamos a dejar eso quietecito ahí.
Estamos en un tiempo muy pero que muy importante.
El comercio se está deteniendo; porque el que tiene algún dinerito no va a estar comprando cosas, porque después no sabe cómo va a conseguir más dinero, o no sabe si después puede conseguir dinero; y la gente pues han estado guardando dinero y no malgastando, comprando cosas que no son necesarias. Si uno compra lo que es necesario, uno no gasta tanto. Siempre cuando uno gasta mucho o de más, es porque compra cosas que no son necesarias o que no son de primera necesidad.
En la Obra de Dios queremos tener lo que Dios dijo que habrá en el tiempo final (y le fue mostrado al reverendo William Branham y él lo vio): una Carpa Catedral gigante, en donde la Tercera Etapa, que es el Séptimo Sello, estará manifestándose; y ahí es que culminará la Obra de Cristo en y con Su Iglesia.
Después de ahí no hay otra cosa sino el rapto, la Cena de las Bodas del Cordero, y así por el estilo. Después de ahí…, porque ahí será la parte culminante del avivamiento final de la Iglesia del Señor Jesucristo; y por eso estarán ahí los ministerios de Moisés y de Elías.
El reverendo William Branham dice que los grandes milagros y maravillas internacionales son para Moisés y Elías; y eso fue lo que estuvo siendo visto allí: grandes milagros y maravillas; o sea que todo eso corresponde al quinto Elías y segundo Moisés, siendo operado todo por Cristo, el Ángel del Pacto.
Por lo tanto, Cristo estará allí, Cristo, el Ángel del Pacto; estará el ministerio de Elías y estará el ministerio de Moisés. Y todo eso estará cumpliendo lo que fue visto en el Monte de la Transfiguración: Moisés – Elías, Moisés y Jesús[4]; allí fue visto todo lo que sería manifestado en el Día Postrero.
Y así será que Dios estremecerá por última vez esta humanidad y se llevará a Su Iglesia-Novia.
O sea que la parte culminante de la Obra de Dios se está preparando; y como ya sabemos que todo va a culminar en una Carpa Catedral gigante, pues trabajamos en esa parte del Programa Divino y aparecemos como colaboradores de Dios.
Él dijo, Él mostró lo que va a hacer, o dónde lo va a hacer: en una Carpa Catedral; y alguien tiene que trabajar y ser colaborador con Dios para que sea hecha una realidad la Carpa Catedral.
Y yo creo que estamos un poquito atrasados, Miguel, porque ya la apretura, ya la apretura económica está por ahí.
Y queremos, pues, tener todo sin deuda; porque en una apretura total, una depresión total, da mucho trabajo para conseguir dinero; aun para conseguir trabajo y ganar dinero, es difícil: surge mucho desempleo; y, por consiguiente, muchos problemas económicos, de salud, hambre, hambrunas y cosas así, surgen cuando vienen estas depresiones.
Por el 29 fue que hubo una, ¿verdad, Miguel? Por ahí. Y esto, según dicen, como que va a ser peor que aquella. [Comentario inaudible del hermano Miguel –Ed.]. (Sí). Y dicen que en guerra avisada no muere gente.
Tenemos que saber estas cosas, y evitar las deudas; y nosotros, pues, luchar para que el lugar – tengamos ese lugar listo y sin deudas. Queremos que no haya deudas. Queremos respaldar a ese proyecto de Puerto Rico, que vemos que tiene fundamento bíblico y que está acorde con lo que fue visto por el reverendo William Branham.
O sea que no estamos trabajando en algo que estamos inventando, sino algo que ya fue visto y tiene que ser materializado; y por consiguiente tiene que haber personas que lo crean y trabajen en pro de ese proyecto; o sea, personas que por la fe conquisten esa promesa, conquisten esas promesas que fueron hechas, así como conquistaron por la fe las promesas que fueron hechas para cada edad y para el tiempo de los profetas.
Muchos, por la fe, conquistaron promesas; y nosotros también hemos conquistado muchas; y conquistaremos las que faltan ser conquistadas. ¡Que no se nos escape ninguna!
Así que, Miguel, chequea las promesas, todas las que hay para nuestro tiempo, y vamos a vigilar que no se nos vaya a escapar ni una promesa. Estaremos creyéndolas para que se materialicen, creyéndolas y trabajando para que se hagan una realidad.
Y ahora miren: “¿Habrá otro avivamiento?”. Miren, el avivamiento dice que será… Elías dice: “Recorreremos esta senda otra vez”; y cuando la recorre por segunda vez la recorre con Moisés.
O sea que bajo el ministerio de Moisés y Elías…, que el avivamiento del Día Postrero lo llevará a cabo Cristo, el Ángel del Pacto, operando esos ministerios.
Y es para una nueva edad: la Edad de la Piedra Angular; porque ya el avivamiento de la séptima edad ya pasó, ya se llevó a cabo; y fue glorioso, pero ya pasó, ya es historia.
Y ahora, es en una nueva dispensación que se lleva a cabo el avivamiento del Día Postrero, en una nueva edad, una edad eterna: la Edad de la Piedra Angular; es ahí donde será cumplida la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de los que vivimos.
Que Dios les bendiga y les guarde. Y adelante, ¡firmes!, y trabajando en pro de todas las promesas para que se hagan una realidad.
Aprecio y agradezco mucho todo lo que están haciendo por Puerto Rico, en ese proyecto que se está llevando a cabo allá, en esos terrenos que están siendo adquiridos, y esa Gran Carpa que ha sido – que han mandado a construir.
Esperamos que la Gloria de Dios sea manifestada y vista allí, pues Dios ha prometido que en una Carpa Catedral gigante va a manifestarse; y tiene que ser con el pueblo correspondiente a la edad correspondiente a nuestro tiempo; y tiene que ser en otro idioma que no sea el de una edad pasada, sino el de la edad que corresponde a este tiempo.
Bueno, ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión.
Que Dios los bendiga y les guarde. Y ya nos veremos dentro de algunos minutos nuevamente, en el culto que habrá con todos los hermanos.
Vamos a dejar al reverendo Miguel Bermúdez Marín por aquí. Ya yo creo que es hora (¿verdad, Miguel?) de que entren todas las demás personas; se nos pasó un poquito de tiempo, pero lo importante es que estemos aquí para tener la otra parte de la actividad.
[Inaudible]. (Sí, está muy bien).
Que Dios les bendiga y les guarde; y dejo con ustedes al reverendo Miguel Bermúdez Marín.
“LOS REQUISITOS PARA LA TRANSFORMACIÓN”.
[Revisión enero 2025]
[1] Hechos 2:1-4
[2] Levítico 25:8-13
[3] San Mateo 24:45-47
[4] Mt. 17:1-8, Mr. 9:2-8, Lc. 9:28-36