Pastores trabajando en armonía en los dos campamentos, en pro de la restauración del Reino de David

Muy buenas tardes, ministros, compañeros en el Reino de Cristo, en medio de Su Cuerpo Místico de creyentes. Es una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para saludarles y pedirle a Cristo Sus bendiciones sobre cada uno de ustedes.

Aprecio mucho y también agradezco todo lo que están haciendo por el proyecto La Carpa Catedral en Puerto Rico, el cual tiene base bíblica profética para la Iglesia del Señor Jesucristo para este tiempo final. Y esperamos que el cumplimiento de la Visión de la Carpa se haga una realidad en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo en la edad que nos toca vivir a nosotros, que no es una edad luterana, ni wesleyana, ni pentecostal; es la Edad de la Palabra, la Edad de Oro, la Edad de la Adopción, la Edad de la Piedra Angular.

Espero que a través del mensaje de hoy, de los mensajes que Dios nos dé, en donde se toquen algunas cosas importantes correspondientes a nuestro tiempo, Dios nos pueda abrir más los ojos de todo el Programa Divino correspondiente a este tiempo en el cual estamos viviendo y cómo trabajar en él.

Cuando Cristo resucitó estuvo unos cuarenta días apareciendo a Sus discípulos en diferentes ocasiones —no menos de ocho veces en esos cuarenta días—, hablándoles acerca del Reino de Dios, y también llevó a cabo algunas señales; y antes de irse, el día que se iba a ir, hubo una pregunta que los discípulos tenían[1].

Él les había estado hablando por esos cuarenta días (por supuesto, no los cuarenta días consecutivos, sino durante ese lapso de tiempo en diferentes ocasiones que les aparecía), les hablaba acerca del Reino de Dios.

Recuerden que Jesucristo, como Juan el Bautista también, predicaban el Reino de Dios[2]; era el Evangelio del Reino el cual ellos predicaban, porque la predicación del Evangelio del Reino corresponde a esa parte del ministerio del precursor y del Mesías; comenzó Juan el Bautista y continuó el Señor Jesucristo. Y tenemos la promesa de que se volverá a predicar el Evangelio del Reino.

Durante estos dos mil años que han transcurrido se ha estado predicando el Evangelio de la Gracia para la Dispensación de la Gracia; la predicación del Evangelio del Reino es para la Dispensación del Reino.

La predicación del Evangelio del Reino, dice en San Mateo, capítulo 24, verso 14: “Y será predicado este Evangelio del Reino por testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”. O sea que lo que estará marcando el fin del tiempo será la predicación del Evangelio del Reino. Y cuando escuchen que se está predicando el Evangelio del Reino, recuerden: el fin está por acontecer.

Ahora, en el libro de los Hechos, capítulo 1, verso 1 en adelante, dice San Lucas, el doctor San Lucas o Lucas (el cual escribió no solamente el Evangelio según San Lucas, sino también el libro de los Hechos; era el que acompañaba a San Pablo, y por esa causa es que habla más de las cosas que Dios hizo a través de San Pablo que de las cosas que Dios hizo a través de San Pedro), dice:

“En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar,

hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido…”.

O sea, los mandamientos que Él dio fue por el Espíritu Santo. En palabras más claras, el Ángel del Pacto, el Espíritu Santo, a través del cuerpo de Jesús, el cual ya estaba glorificado, hablando; así como había hablado a través del cuerpo de carne de Jesús antes de ser crucificado.

“… a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios”.

¿De qué les hablaba? Del Reino de Dios. Todavía estaba predicando el Evangelio del Reino, enseñando.

“Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.

Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días (no les dijo cuántos días).

Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?

Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad;

pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.

Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

“PASTORES TRABAJANDO EN ARMONÍA EN LOS DOS CAMPAMENTOS, EN PRO DE LA RESTAURACIÓN DEL REINO DE DAVID”.

El Reino de David es el Reino de Dios en la Tierra. David fue el hombre ungido por Dios, en quien estaba el Espíritu de Dios, el hombre que reinaba para Dios; así es en la monarquía del Programa Divino; la monarquía, que es de Dios y para Dios. En la teocracia es Dios reinando a través de un hombre; en la monarquía es un hombre reinando para Dios.

Y ahora, en Primera de Crónicas, capítulo 28, versos 4 en adelante, dice:

“Pero Jehová el Dios de Israel me eligió de toda la casa de mi padre, para que perpetuamente fuese rey sobre Israel (David aquí está hablando); porque a Judá escogió por caudillo, y de la casa de Judá a la familia de mi padre; y de entre los hijos de mi padre se agradó de mí para ponerme por rey sobre todo Israel.

Y de entre todos mis hijos (porque Jehová me ha dado muchos hijos), eligió a mi hijo Salomón para que se siente en el trono del reino de Jehová sobre Israel”.

El Trono del Reino de Dios sobre Israel es el Trono de David; y el Reino de Dios sobre Israel es el Reino de David. A David le fue dado el Reino de Dios para que David fuera el rey de ese Reino, en el cual estaría Dios obrando en ese Reino; y el Trono de David es nada menos que el Trono de Dios en la Tierra.

Y ahora pasamos a otro lugar…; aquí mismo, vamos a ver lo que dice [verso 6]:

“Y me ha dicho: Salomón tu hijo, él edificará mi casa y mis atrios; porque a este he escogido por hijo, y yo le seré a él por padre.

Asimismo yo confirmaré su reino para siempre (el Reino de David será confirmado para siempre, y por consiguiente tiene que ser restaurado; porque ese es el Reino de Dios en la Tierra), si él se esforzare a poner por obra mis mandamientos y mis decretos, como en este día.

Ahora, pues, ante los ojos de todo Israel, congregación de Jehová, y en oídos de nuestro Dios, guardad e inquirid todos los preceptos de Jehová vuestro Dios, para que poseáis la buena tierra, y la dejéis en herencia a vuestros hijos después de vosotros perpetuamente.

Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario…”.

“Y con ánimo voluntario”. O sea, no que lo estén empujando a servir a Dios, sino ánimo – con buen ánimo, pero voluntario.

“… y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le buscares, lo hallarás; mas si lo dejares, él te desechará para siempre.

Mira, pues, ahora, que Jehová te ha elegido para que edifiques casa para el santuario; esfuérzate, y hazla.

Y David dio a Salomón su hijo el plano del pórtico del templo y sus casas, sus tesorerías, sus aposentos, sus cámaras y la casa del propiciatorio.

Asimismo el plano de todas las cosas que tenía en mente para los atrios de casa de Jehová, para todas las cámaras alrededor, para las tesorerías de la casa de Dios, y para las tesorerías de las cosas santificadas”.

Y luego, del verso 18 en adelante, dice:

“Además, oro puro en peso para el altar del incienso, y para el carro de los querubines de oro, que con las alas extendidas cubrían el arca del pacto de Jehová”.

Le dio oro para que hiciera todo eso en oro, como era ordenado.

“Todas estas cosas, dijo David, me fueron trazadas por la mano de Jehová…”.

¿Fueron trazadas por quién? O sea que el Arquitecto fue Dios, el que diseñó, Ingeniero, Arquitecto; y ahora sería el Constructor, usando velos de carne que estaban ya ungidos y destinados para ese trabajo.

“Todas estas cosas, dijo David, me fueron trazadas por la mano de Jehová, que me hizo entender todas las obras del diseño”.

Le dio un entendimiento grande al rey David, para entender todas las cosas – o todas las obras del diseño. Y ahora le dice:

“Dijo además David a Salomón su hijo: Anímate y esfuérzate, y manos a la obra; no temas, ni desmayes, porque Jehová Dios, mi Dios, estará contigo; él no te dejará ni te desamparará, hasta que acabes toda la obra para el servicio de la casa de Jehová”.

Eso fue para la construcción del templo, luego que Salomón había sido declarado, ungido, como rey. Luego, en el capítulo 29, versos 22 en adelante, dice [Primera de Crónicas]:

“Y comieron y bebieron delante de Jehová aquel día con gran gozo; y dieron por segunda vez (ahora, esta es otra ocasión) la investidura del reino a Salomón hijo de David, y ante Jehová le ungieron por príncipe, y a Sadoc por sacerdote.

Y se sentó Salomón por rey en el trono de Jehová en lugar de David su padre, y fue prosperado; y le obedeció todo Israel”.

¿En qué trono se sentó? Dice:

“Y se sentó Salomón por rey en el trono de Jehová en lugar de David su padre”.

El Trono de Dios en la Tierra es el Trono de David; el Reino de Dios en la Tierra es el Reino de David.

Y por eso le preguntan a Jesús: “Señor, ¿restaurarás Tú el Reino a Israel en este tiempo?”; ¿qué Reino? El Reino de David. Por eso en una ocasión, luego de uno de los milagros de los panes y los peces, quisieron tomar a Jesús algunas personas para coronarlo como Rey, pero Él se fue al monte a orar[3].

Ahora, ahí estamos viendo de qué es que le están preguntando a Jesús cuando le preguntan: “Señor, ¿restaurarás Tú el Reino a Israel en este tiempo?”. Le están preguntando acerca de la restauración del Reino de David, para lo cual el Mesías-Príncipe se tiene que sentar en el Trono de David; porque no puede ser otra persona sino el Mesías-Príncipe.

De este Reino y de este Trono habló Cristo. Por ejemplo, dice en el capítulo 21, versos 41 al 46 de San Mateo: “El Reino de Dios será quitado de vosotros (le dice allá a los judíos), y será dado a gente que produzca los frutos de él”. Y a los creyentes en Él, en una ocasión les dice: “No temáis, manada pequeña, porque al Padre le ha placido daros el Reino”[4].

Y ahora, de etapa en etapa, de edad en edad, han estado entrando al Reino de Dios millones de personas que han escuchado la predicación del Evangelio de la Gracia, han recibido a Cristo como Salvador, han sido bautizados en agua en Su Nombre, han recibido el Espíritu de Jesucristo y han obtenido el nuevo nacimiento: han nacido en el Reino de Dios; pues Cristo fue el que le dijo a Nicodemo: “El que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios”[5].

Por lo tanto, se nace del Agua y del Espíritu y se entra al Reino de Dios, nace la persona en el Reino de Dios; así como para entrar a este reino terrenal tuvimos que nacer en esta Tierra. Y para entrar al Reino de Dios hay que nacer en el Reino de Dios; eso es el nuevo nacimiento.

Y ahora, encontramos que esa es la razón por la cual en Apocalipsis, capítulo 1, verso 5 al 6; Apocalipsis, capítulo 5, versos 8 en adelante; y Apocalipsis, capítulo 20, verso 4 al 6; nos habla acerca de Cristo, y que Cristo con Su Sangre nos ha limpiado de todo pecado y nos ha hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes.

Y ahora, por consiguiente, pertenecemos a esa gran parte de ese Programa Divino, pertenecemos a la Realeza celestial; y por consiguiente, en el Reino del Mesías en la Tierra, estaremos como reyes y sacerdotes y jueces también. En palabras más claras, príncipes y princesas estarán aquí en la Tierra, que son los que han creído en Cristo y han obtenido el nuevo nacimiento.

Esos son los hijos del Reino, de los cuales la Escritura nos habla en la parábola del trigo y la cizaña. Vamos a ver si es esa; si no, Miguel nos consigue por ahí donde nos habla de los hijos del Reino. Capítulo 13, versos 36 en adelante, dice [San Mateo]:

“Entonces, despedida la gente, entró Jesús en la casa; y acercándose a él sus discípulos, le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo.

Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre.

El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo.

El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles”.

Para el tiempo de la cosecha, de la siega, es que el ministerio de los Ángeles del Hijo del Hombre tienen que aparecer en la Tierra; y la aparición de esos ministerios de los Ángeles del Hijo del Hombre es, para el Día Postrero, la señal más grande de que se estará viviendo en el fin del siglo, se estará viviendo en el fin de la Dispensación de la Gracia, y se estará viviendo en el fin del Programa Divino con el cristianismo, para el recogimiento de los últimos escogidos; y también para el llamado de los miembros o descendientes de las tribus perdidas de Israel, para juntarlos con la tribu de Judá y la tribu de Benjamín.

Y ahora, siendo que los hijos del Reino son los creyentes en Cristo, representados en el trigo, siendo entonces ellos los miembros del Reino, y por consiguiente la descendencia de Dios, los miembros de la Realeza celestial, que será establecida aquí en la Tierra en el Reino de David siendo restaurado…

Cuando Jacob vio en una ocasión una escalera (en sueños), una escalera que estaba colocada en tierra y llegaba hasta el cielo, él dice que vio ángeles: ángeles que descendían, ángeles de Dios que subían y descendían por esa escalera; y en la parte alta de la escalera vio a Dios. Eso está en el capítulo 28 del Génesis, versos 10 al 22. Y ahí Dios le habló, se identificó con él, le dice [verso 13]:

“Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia”.

Y sigue hablándole ahí:

“Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente.

(Y) He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho.

Y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía.

Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo”.

Y ahora, cuando Cristo, en San Juan, capítulo 1, verso 51, está hablando con Natanael, y Natanael cuando escucha que Jesús le dice: “Cuando estabas debajo de la higuera…”, o sea: “Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi”, y tuvo una experiencia allá (estaría, por supuesto, orando; era, de seguro, la hora de orar los judíos); y le dice a Jesús: “Tú eres el Rey de Israel, Tú eres la persona; y Tú eres…”:

[San Juan 1:49] “… Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel.

Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás.

Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre”.

Suben y descienden sobre el Hijo del Hombre. Y esto no es otra cosa que las personas por esa Escalera, el cual es Cristo; y por consiguiente, también es la Iglesia, que es el Cuerpo Místico de Cristo; y por consiguiente, que son los creyentes en Cristo, que suben por esa Escalera para encontrarse con Dios, suben por esa Escalera al Cielo: entran al Reino de Dios; y por consiguiente son personas celestiales, son los miembros de la Familia de Dios, están entrando al Reino de Dios.

Y ahora, vean cómo aquello que… aquella experiencia que tuvo Jacob, ahora Cristo hace referencia con estas palabras, porque se va a cumplir ahora en Cristo y Su Iglesia; y aquí llama Jacob “ángeles” que suben y bajan por esa escalera.

En una ocasión, cuando le preguntan a Jesús acerca de una mujer que se había casado y su esposo había muerto y no había tenido hijos; y se volvió a casar con un hermano, con el hermano que le seguía de ese que murió (porque tenía que levantarle simiente a su hermano que había muerto), y murió también sin dejar simiente; y así, murió el otro hermano siguiente, tenía que levantarle simiente, por lo tanto se casó de nuevo, y murió también; y así por siete ocasiones sucedió, en donde se volvió a casar con otro de los hermanos; y así fueron siete hermanos los que tuvieron con esta mujer vida matrimonial, pero no tuvieron hijos.

Y ahora, le preguntan a Cristo: “En la resurrección (porque Cristo estaba hablando de la resurrección), en la resurrección, ¿de quién será esposa ella?, ¿de quién será ella compañera?, ¿de cuál de los hermanos?”. Parecía un problema, pero Jesús les dice: “En la resurrección no se casan ni se dan en casamiento, sino que serán como los ángeles”[6].

Ahí los tienen: los ángeles que vio Jacob son los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo; fue una visión.

Y ahora, más adelante encontramos a Jacob, que está de regreso a la tierra que Dios le había prometido, y ahora viene… Cuando tuvo esta experiencia iba solo, pero llevaba a todos sus hijos en los lomos; y ahora, cuando regresa a la tierra (después de unos 20 años) viene con toda su familia, con once hijos; y Esaú – supo que Esaú venía con unos 400 o 450 hombres armados, y dijo: “Aquí Esaú va a cumplir lo que dijo; él dijo que me iba a matar por haberle robado la bendición”.

Y ahora, Jacob estaba muy preocupado, pero él había visto también visión de ángeles. Y dice… (en el capítulo 32 del Génesis), y dice que él estaba entre dos campamentos: uno: el terrenal, el campamento de él, que iba con toda su familia y sus siervos, su ganado de ovejas, vacas y camellos, mulos y de todo, mulas y burros (porque en esos tiempos las personas ricas tenían muchos camellos, mulas, burros, ovejas, vacas y bueyes); o sea que era su hacienda andante. Igual que Israel por el desierto: era un pueblo, pero un pueblo caminante, hasta llegar a su tierra prometida.

Y ahora, aquí Jacob (vean) también va hacia la tierra prometida; tipificando ya también el regreso, más adelante, de la descendencia suya, que sería libertada de Egipto más adelante, cuando ya estuvieran multiplicados y estuvieran allá cautivos en Egipto.

Ahora, hay dos campamentos: uno terrenal, y el otro celestial.

Entre dos campamentos Jacob estaba. Él colocó a las siervas delante, sabiendo que venía su hermano y con hombres armados; colocó luego también a Lea detrás de las siervas, la colocó a ella con sus hijos; y después colocó a Raquel y a José (el hijo de Raquel y Jacob). Todavía no había nacido ¿quién? Benjamín, porque ese es el único que nacería en la tierra prometida.

Así que, por nacimiento, solamente uno sería israelita por nacimiento; los demás eran (sin querer ofender), los demás eran de Padan-aram, y eso es Siria; porque ellos nacieron en ese territorio, y por consiguiente tenían su ciudadanía de nacimiento. Solamente Benjamín sería el que nacería en la tierra prometida.

Y ahora, vienen para la tierra que Dios les había prometido y en donde Jacob había nacido (¿verdad, Miguel?). Jacob y Esaú sí habían nacido allí, Isaac también.

Y ahora…, ahora ellos van en una caravana regresando; ya tipo y figura también del regreso de los hebreos, más adelante, de Egipto, en una caravana también, por el desierto. Y él sabe (Jacob) que no solamente hay un campamento, sabe que hay uno invisible, el cual es de ángeles: son los hijos del Reino, los hijos e hijas de Dios.

Y ahora, consciente de que iba acompañado por ese campamento celestial, sabe que Dios está con él; aunque estaba asustado por su hermano Esaú, que venía.

Y ahora, recuerden que ese viaje, y ese encuentro que va a tener Jacob con su hermano Esaú, es tipo y figura de lo que va a suceder en este tiempo final; porque después que él prepara en cuatro grupos – o tres grupos su familia: los hijos – las siervas con los hijos de las siervas, un grupo; luego otro grupo: de Lea con todos sus hijos; y luego otro grupo pero pequeño, pero el más importante para Jacob, porque era Raquel la esposa amada…

Y luego de eso, que los coloca así y los envía, luego él se queda y lucha toda la noche con un Varón, con un Ángel, hasta que rayaba el alba. Y no lo soltaba. Y el Ángel le decía: “Suéltame, porque raya el alba”. Y Jacob le decía: “No te soltaré hasta que me bendigas” (Génesis, capítulo 32, versos 24 al 32). Y no lo soltó hasta que recibió la bendición del Ángel.

Vean cómo Oseas narra ese evento, en el capítulo 12 de Oseas, versos 2 en adelante, que dice:

“Pleito tiene Jehová con Judá para castigar a Jacob conforme a sus caminos; le pagará conforme a sus obras.

En el seno materno tomó por el calcañar a su hermano, y con su poder venció al ángel.

Venció al ángel, y prevaleció; lloró, y le rogó; en Bet-el le halló, y allí habló con nosotros.

Mas Jehová es Dios de los ejércitos; Jehová es su nombre”.

Y ahora vean, dice que lloró y le rogó al Ángel, y venció. Por eso el Ángel le dice: “Has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido”; y le cambió el nombre: de Jacob a Israel.

Y ahora, eso es tipo y figura también de lo que va a suceder en este tiempo final. Si ustedes buscan en la página 458 y 459 del libro de Los Sellos (también en el libro de Las Edades nos habla algo, por esas páginas también, y en el… y otros capítulos), él dice que para este tiempo Esaú, que representa a Roma, con quien los judíos hacen un pacto monetario, económico; Jacob, o sea, Israel, tiene miedo; por unos miles de años ha tenido miedo a Roma. Y Esaú, Edom, es Roma.

Si ustedes buscan en una Torá (o sea, una Biblia hebrea), ustedes encontrarán en las explicaciones que dan (como en las explicaciones de Scofield también), usted encontrará que cuando habla de Edom, explican que ese es Roma.

Y ahora, así como Jacob se encontró con el Ángel de Dios, y luego que recibió la bendición dijo…, le puso por nombre Peniel al lugar, porque dijo: “Vi a Dios cara a cara y fue librada mi alma”. Él se encontró con el Ángel de Dios; y por cuanto es la imagen, el cuerpo angelical de Dios, ahí estaba Dios; y vio el rostro de Dios, el rostro de ese Ángel, que es el cuerpo angelical, donde Dios moraba, mora y morará eternamente.

Para este tiempo final se va a encontrar Jacob, se va a encontrar con algo que será real para ellos, algo que están esperando; y cuando vean la posibilidad de agarrarse de eso, como se agarró Jacob del Ángel, lo van a hacer.

Allá estaba ya rayando el alba cuando pidió la bendición (no lo soltaba que hasta que recibiera la bendición), acá va a estar rayando el alba de un nuevo día dispensacional y de un nuevo día milenial. Cuando se dice “rayando el alba”, ya entonces tenemos que entender que está ya cerca el comienzo del Reino Milenial del Señor. Así que ellos van a ver lo que va a estar pasando.

Por consiguiente, se estará llevando a cabo un trabajo doble, que tendrá que ver con la restauración del Reino de David. Por cuanto la Iglesia va a tener parte ahí, entonces en medio de la Iglesia se va a estar llevando a cabo una labor de parte de Dios; y por cuanto los judíos van a tener parte en ese Reino del Mesías, también con ellos se va a estar llevando a cabo una labor.

Y no debe haber conflicto entre el trabajo que se estará haciendo con la Iglesia-Novia del Señor (que es para la restauración a la vida eterna, la restauración a tener un cuerpo eterno, inmortal y glorificado) y lo que será la restauración para Israel, la restauración del Reino.

Y así pues nos vamos a comprender mejor y vamos a trabajar mejor, tanto en favor de la Iglesia como en favor del pueblo hebreo, del Medio Oriente y de toda la humanidad.

La paz permanente, la paz duradera, solamente vendrá en el Reino del Mesías. Es el único Reino, el único Gobierno que tiene la promesa divina, por decreto divino, que tendrá y traerá la paz a Israel, a todo el Medio Oriente y a toda la humanidad; porque se extenderá a toda la humanidad, por cuanto el Reino del Mesías será universal, mundial.

Todas las naciones que estarán en el Reino Milenial pertenecerán al Reino del Mesías. El Mesías será el Rey de todas las naciones, no solamente de Israel; pero en todas las naciones tendrán su representación; diríamos, como sus delegados.

Como en algunas naciones grandes en tiempos pasados: bajo la corona (digamos) de Inglaterra estaban otros países; y por lo tanto, el rey de esos otros países, de otros países, era el representante, el cual reinaba bajo la corona del rey de Inglaterra, ¿ve?

Y así, bajo la corona del Rey de reyes y Señor de señores, será que reinarán, gobernarán, en otras naciones; todo estará sujeto al Rey, que estará en el Trono de David. Ese es el Trono de Jesucristo, del Hijo del Hombre.

El Trono de Dios celestial es el que está en el Cielo, donde Cristo se sentó; el Trono terrenal de Dios es el Trono de David, donde el Mesías-Príncipe se sentará. Por eso Él dijo en Apocalipsis, capítulo 3, verso 20 al 21:

“Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”.

En la misma forma en que Cristo venció, vencerá el que se va a sentar con Cristo en Su Trono. En la misma forma que hizo el Padre con Jesús al vencer, que lo sentó en Su Trono celestial, así hará Cristo con el Vencedor: lo sentará en Su Trono terrenal. Y no vamos a explicar mucho sobre eso, para que no haya interrupción en todo ese Programa que se está desarrollando.

La paz permanente para la humanidad, y el trabajo que hay que hacer para ella, tiene que estar dentro de un contexto bíblico profético; y tiene que estar, por consiguiente, en el Programa de Dios correspondiente a este tiempo final para la restauración del Reino de David, donde Dios va a dar la paz a Israel, a todo el Medio Oriente y a todas las naciones.

“PASTORES TRABAJANDO EN ARMONÍA EN LOS DOS CAMPAMENTOS, EN PRO DE LA RESTAURACIÓN DEL REINO DE DAVID”.

Y Jacob estaba entre dos campamentos. Y ahí tenemos: un campamento eran los judíos allá, la familia de Jacob; y otro campamento era un campamento celestial, que representa a la Iglesia del Señor Jesucristo. Entre judíos y cristianos; entre judíos y la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el campamento celestial (la Iglesia del Señor Jesucristo); y el campamento terrenal: el pueblo hebreo. ¿Ven? Tan simple como eso.

Y ahora, el Ángel que le apareció a Jacob está prometido para ser manifestado en el tiempo final; y eso será la Palabra hecha carne. Y lo van a ver viniendo por Su Iglesia y van a decir: “¡Este es el que nosotros estamos esperando!”; pero el interrogante para ellos será: “Pero si es el que estamos esperando nosotros, si es de nosotros, ¿qué hace allá con otro campamento?”.

Es que ese es un campamento celestial: la Iglesia del Señor Jesucristo. Y ese es el más importante; porque son los descendientes de Dios, los hijos e hijas de Dios, los reyes y sacerdotes, los príncipes y princesas, los que van a ser transformados y van a ser inmortales físicamente, y van a estar allá en Israel; y la mayoría, en el tiempo final, van a ser descendientes también de las tribus perdidas, y otros de las dos tribus: la tribu de Judá y la tribu de Benjamín.

Pero ese misterio va a ser abierto más ampliamente. Y luego, en el Reino Milenial, entonces lo vamos a ver más ampliamente.

La Escritura en Hebreos, capítulo 2, dice: “Porque no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia, a la simiente de Abraham”. Así socorrió Dios, por medio de Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, a la simiente, a la descendencia de Abraham. (Así que…). Y vean, comenzó con judíos, con hebreos, la Iglesia; así tiene que terminar.

La Edad de la Piedra Angular es la edad más importante de todas; es una edad eterna; es la Edad de la Adopción: la adopción del cuerpo, o sea, es la edad para la transformación de los que están vivos y la resurrección de los muertos en Cristo; y es la edad que se entrelaza y en donde se entrelaza el Evangelio del Reino con el Evangelio de la Gracia; en donde el Evangelio del Reino continuará siendo predicado, conforme a San Mateo, capítulo 24, verso 14, que dice: “Y será predicado este Evangelio del Reino por testimonio a todo el mundo; y entonces vendrá el fin (o a todas las naciones)”.

En San Mateo, capítulo 4, versos 11 al 23, dice que Jesús predicaba el Evangelio del Reino; Juan también lo predicaba. Por eso ustedes los encuentran, a ambos, hablando al pueblo que el Reino está cerca.

Y ahora, Cristo, en San Lucas, capítulo 21, versos 25 al 36, nos habla que cuando nosotros veamos que suceden todas estas cosas, levantemos nuestras cabezas, porque nuestra redención (o sea, nuestra transformación) está cerca. Y también dice que miremos, que estemos con nuestros ojos abiertos y veamos, miremos, la higuera; dice: “De la higuera aprended la parábola (es una parábola; por lo tanto, la higuera representa a un pueblo: a Israel; y todos los árboles: todas las demás naciones): cuando ya sus ramas se enternecen, y sus hojas brotan, sabéis que el verano está cerca”.

¿Y qué es el verano? Para hoy, el verano pues es este tiempo de calor que tenemos. Pero Él dice más adelante: “Cuando veamos estas cosas, entended que está cerca el Reino de Dios”[7].

Por lo tanto, es en el tiempo de la Cosecha, que es el tiempo del verano, donde viene y se establece el Reino de Dios, es restaurado el Reino de Dios. Por eso, para el tiempo de la Cosecha estarán los Ángeles del Hijo del Hombre, que son los ministerios de Moisés y Elías, para llevar a cabo esa labor.

Y ahora, lo que es la Séptima Trompeta para los judíos (que es nada menos que los Dos Olivos: Moisés y Elías), es el Séptimo Sello para la Iglesia, lo mismo. Entre la Iglesia será conocido como el Séptimo Sello, y entre los judíos será conocido como los Dos Olivos. Dice: “Lo que es el Séptimo Sello para la Iglesia…”, o: “Lo que es la Séptima Trompeta para Israel, es el Séptimo Sello para la Iglesia: la Venida del Señor”[8].

Y como el Señor viene con Sus Ángeles, ahí estará el ministerio de Jesús, el ministerio de Elías y el ministerio de Moisés. Por eso ustedes encuentran al reverendo William Branham, en su Mensaje que precursa la Venida del Señor: habla de Jesús, habla de Elías y habla de Moisés, porque viene el Hijo del Hombre con Sus Ángeles, con los Dos Olivos.

Viene el Señor, el Ángel Fuerte que desciende del Cielo, viene hablando como cuando ruge un león; porque ya —cuando se complete la Iglesia— cambia de Sumo Sacerdote a Rey y León, y a Juez de toda la Tierra.

Y cuando habla, ya está hablando como León, no como Sumo Sacerdote; porque ya la misericordia, el tiempo de la misericordia termina, el tiempo de redención termina.

Ya las personas que recibieron a Cristo están seguras; y los que no lo recibieron: ya no tienen tiempo para recibirlo.

Pero Cristo sigue hablando, habla “como cuando ruge un león y siete truenos emiten sus voces”: es la Voz de Cristo hablando consecutivamente a Su pueblo, y son los Truenos clamando “como cuando ruge un león y siete truenos emiten sus voces”[9].

Y los Truenos revelan el misterio de Su Venida, revelan el misterio del Séptimo Sello (que es Su Venida), y revelan el misterio del Nombre Nuevo.

Y los Truenos son los que traen el avivamiento a la Iglesia-Novia del Señor Jesucristo. Página 212 del libro de Los Sellos, donde dice: “La Novia todavía no ha tenido un avivamiento; se necesitarán esos Siete Truenos para despertarla”. Y dice que ¡va a suceder!, porque es una promesa.

Por lo tanto, el avivamiento prometido para la Iglesia-Novia viene por la Voz de Cristo como León, clamando como cuando un león ruge y siete truenos hablando sus voces, o sea, trayéndonos Su Mensaje en forma consecutiva, todo el tiempo Él hablando.

No como en las edades: que habló en una edad por un mensajero, hubo una pausa, una brecha, y después comenzó más adelante otra edad, y a través del mensajero de esa edad habló nuevamente Cristo; y así por siete ocasiones diferentes entre los gentiles, durante las siete edades de la Iglesia.

Pero en la Edad de la Piedra Angular se recorren en forma consecutiva siete etapas, en donde Cristo para cada etapa habla, donde Cristo estará hablando en forma consecutiva y revelando todo lo relacionado al Séptimo Sello; en donde incluye Su Venida, Su Nombre Nuevo (porque Él viene con un nombre nuevo, que ninguno conoce); incluye la fe, la revelación, de rapto. O sea que todo eso que será revelado es la fe, la revelación que necesita la Iglesia para ser transformada y raptada.

Así como la revelación para obtener el perdón de pecados y obtener el nuevo nacimiento: esa revelación viene en la predicación del Evangelio de Cristo, en donde se revela el misterio de la Primera Venida de Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados; y así nace la fe de Cristo en el alma de la persona, y obtiene la salvación y vida eterna recibiéndolo como Salvador.

Para la redención del cuerpo el secreto está, y la fe está, en Su Venida para este tiempo final, que será revelado ese misterio; y los que van a ser transformados creerán, obtendrán esa revelación.

Hasta aquí yo creo que hemos llegado, para luego continuar con todo el pueblo en la actividad de la noche.

“PASTORES TRABAJANDO EN ARMONÍA EN LOS DOS CAMPAMENTOS, EN PRO DE LA RESTAURACIÓN DEL REINO DE DAVID”.

Ha sido una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión.

Que Dios les bendiga y les guarde; y oren mucho por la actividad que vamos a tener con el campamento o parte del campamento que está reunido o estará reunido en esta noche.

Bueno, que Dios les bendiga y les guarde. Y nuevamente con nosotros el misionero, doctor Miguel Bermúdez Marín.

Muchas gracias, Miguel. Que Dios te bendiga, Miguel. Me das un permisito pues ya para… ¿Qué hora tienes por ahí, Miguel? ¿A qué hora es la actividad?

[Hno. Miguel: Faltan 20 para las 7:00].

Dentro de…

[Hno. Miguel: A las 7:30].

¿7:30 está anunciada o a las 7:00?

[Hno: A las 7:00 está anunciado, para que vengan…].

[Hno. Miguel: Para que lleguen…].

Ah, 7:00 paraguayo. Bueno, por lo menos es media hora la diferencia acá, otros países es una hora y hasta dos horas.

Bueno, que Dios les bendiga y les guarde. Y ya están llegando a la hora inglesa o alemana, ¿verdad?

[Hno. Miguel: Llegando a la buena hora, porque todavía no son las 7:00 y ya hay mucha gente].

Sí.

Bueno, que Dios les bendiga y les guarde; y continúen pasando una tarde llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.

“PASTORES TRABAJANDO EN ARMONÍA EN LOS DOS CAMPAMENTOS, EN PRO DE LA RESTAURACIÓN DEL REINO DE DAVID”.

[Revisión diciembre 2024]

[1] Hechos 1:6

[2] Mt. 3:1, 4:23, 9:35; Mr. 1:14; Lc. 8:1

[3] San Juan 6:1-15

[4] San Lucas 12:32

[5] San Juan 3:5

[6] Mt. 22:23-30, Mr. 12:18-25, Lc. 20:27-36

[7] San Mateo 24:32-33, San Marcos 13:28-29

[8] Citas, pág. 128, párr. 1143

[9] Apocalipsis 10:3

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