Al caer la tarde habrá Luz

Muy buenas noches, compañeros, ministros en el Reino de Cristo nuestro Salvador; es un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión, en esta noche, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor del Programa Divino correspondiente a este tiempo final.

Para esta ocasión leemos en Zacarías, capítulo 14, y Malaquías, capítulo 4. Zacarías, capítulo 14, nos dice, verso 4 en adelante… un poquito antes: del 1 al 9, dice:

“He aquí, el día de Jehová viene, y en medio de ti serán repartidos tus despojos.

Porque yo reuniré a todas las naciones para combatir contra Jerusalén; y la ciudad será tomada, y serán saqueadas las casas, y violadas las mujeres; y la mitad de la ciudad irá en cautiverio, mas el resto del pueblo no será cortado de la ciudad.

Después saldrá Jehová y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla.

Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur.

Y huiréis al valle de los montes, porque el valle de los montes llegará hasta Azal; huiréis de la manera que huisteis por causa del terremoto en los días de Uzías rey de Judá; y vendrá Jehová mi Dios, y con él todos los santos.

Y acontecerá que en ese día no habrá luz clara, ni oscura.

Será un día, el cual es conocido de Jehová, que no será ni día ni noche; pero sucederá que al caer la tarde habrá luz.

Acontecerá también en aquel día, que saldrán de Jerusalén aguas vivas, la mitad de ellas hacia el mar oriental, y la otra mitad hacia el mar occidental, en verano y en invierno.

Y Jehová será rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre”.

Y pasamos a Malaquías, capítulo 4, verso 2, que nos dice… 1 al 2, dice:

“Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama.

Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada.

Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo actúe, ha dicho Jehová de los ejércitos.

Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel.

He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible.

Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición”.

Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

AL CAER LA TARDE HABRÁ LUZ”. Esa es la profecía dada por Dios a través del profeta Zacarías: “Al caer la tarde habrá luz”. (Zacarías, capítulo 14, verso 6 al 7).

Y ahora, siendo que tenemos la promesa que habrá Luz al caer la tarde, nos conviene conocer todo este misterio de la Luz y el tiempo de la tarde en que ha de venir esa Luz maravillosa que está aquí prometida, ya que esa Luz es la que todos necesitamos.

Ahora, hay luz literal y hay luz espiritual. Hay luz que viene del sol, hay luz cósmica y también hay luz humana; o sea, un sol-luz, que da luz; un universo, que tiene luz cósmica; y también un hombre-luz, el cual encontramos que siempre ha sido el que trae la luz para el alma de los seres humanos, el que alumbra a todo ser humano. Y la Escritura también nos dice que Dios es Luz, y en Él no hay tinieblas[1]; y Cristo dijo: “Yo soy la Luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, mas tendrá la Luz de la vida”[2].

Ahora, vamos a estudiar un poquito acerca de la luz, y veamos lo que nos dice la Escritura acerca de la luz. Veamos Hebreos, capítulo 1, lo cual fue tomado de Proverbios; y dice, capítulo 1, verso 5 en adelante…; y viene directo de Proverbios, capítulo 20, verso 27. Dice capítulo 1, verso 7, de Hebreos:

“Ciertamente de los ángeles dice:

El que hace a sus ángeles espíritus,

Y a sus ministros llama de fuego”.

Y también en Hebreos, capítulo 1, verso 14, dice:

“¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?”.

Ahora, esos espíritus ministradores son los espíritus de los mensajeros de Dios, que son enviados de edad en edad y de dispensación en dispensación, y en su cuerpo espiritual o angelical o teofánico pueden aparecer en forma de luz; como el Ángel del Pacto, un Hombre de otra dimensión en el cual está el Nombre de Dios: aparecía en una llama de fuego, pero en algunas ocasiones se dejaba ver en la forma de hombre; como también le acompañaba al reverendo William Branham el Ángel que ministraba a través de él.

Recuerden: el Ángel que ministraba a través del reverendo William Branham: el Ángel que le daba las visiones, y el reverendo William Branham hablaba lo que veía, y entonces el Ángel hacía aquello que le mostraba al reverendo William Branham. O sea que no era una obra de un hombre, sino que era la Obra de Dios por medio de ese Ángel usando un velo de carne.

Y para que lo que tengamos claro, vean aquí: en la página 12 y página 13, párrafo 97, del libro de Citas, dice:

97 – “El ángel del Señor anduvo detrás de mí a mi lado derecho, y vino directamente en frente de mí —el mismo que he visto— un hombre alto, fuerte, del tamaño de un hombre de 200 libras, brazos grandes, vestido de una túnica blanca, descalzo (o sea, sin zapatos, descalzo, o ‘descalzado’ dice aquí), cabello oscuro. Me miró directamente en el rostro (o sea, en la cara) y dijo: ‘¡Lo que te dije que no hicieras, hiciste!’.

Yo pensé: ‘¡Esto es el fin mío ahora!’.

Él dijo: ‘La primera vez que yo te dije que le dieras un estirón lento y que guardaras silencio acerca de ello, era cuando ellos ponían sus manos en las tuyas (o ‘en la tuya’). Tu segundo halón, cuando yo te dije que sacudieras más rápido y que guardaras silencio acerca de ello, era cuando yo te daba las visiones para que supieras los secretos de los corazones de las gentes, y mientras tú predecías lo que yo te decía, yo hacía exactamente lo que te decía que hicieras. En vez de guardarte silencio acerca de estas cosas, te subiste en la plataforma e hiciste un espectáculo público de estos dones divinos. Mira lo que has causado: ¡Una muchedumbre de personificaciones carnales!’.

Yo comencé a llorar verdaderamente fuerte. Yo dije: ‘¡Siento mucho, Señor, que hice eso!’”.

Más abajo dice:

97 – “Entonces Él me miró con firmeza, y dijo: ‘¡No dejes que se enrede tu línea en esta clase de tiempos!’”.

Ahora vean, son ángeles ministradores que son enviados en diferentes edades y dispensaciones.

Y ahora, Dios hace a Sus ángeles: espíritus, y a Sus ministros: llama de fuego; y por eso aparecen en esa forma, aparece una luz en algunas ocasiones.

¿Recuerdan cuando le apareció el Ángel al reverendo William Branham allá en una cueva por el año 1946 por ahí, o 47? Él vio una luz que le apareció en donde él estaba, en la habitación, de noche. Y de la luz, que estaba en circulación, comenzó a sentir unos pasos que venían dentro de esa luz; y de la luz apareció un hombre, ese hombre como de 200 libras, con brazos grandes, un hombre fuerte, y con cabello oscuro, no tenía barba, y así por el estilo; y su piel pues no era blanca, sino tirando a verdoso[3].

Ahora, encontramos ese Ángel ministrador ministrando a través del reverendo William Branham; era el Ángel el que hacía los milagros. Como el Ángel del Pacto, que envió a Moisés a Egipto: era el Ángel a través de Moisés el que hacía aquellos milagros, pero para la Palabra creadora ser hablada la ponía en ese velo de carne, y a través de ese velo de carne era hablada esa Palabra, y entonces venía a ser la Palabra de Dios hablada.

Mientras no era hablada, era el pensamiento de Dios que estaba en el Ángel; había sido traído de la mente de Dios, de Dios Padre, había sido traído al cuerpo angelical a través del cual Dios estaba obrando; pero tenía que pasar al cuerpo de carne a través del cual Dios estaría obrando en ese tiempo. Y entonces, cuando a través de ese velo de carne fuera hablada esa Palabra creadora, ese hombre que hablaría, ungido por el Espíritu…; en palabras más claras: Dios por medio de Su Espíritu estaría… Vamos a verlo aquí: capítulo 7 de Zacarías, verso 11 al 12:

“Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;

y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros”.

O sea que la Palabra de Dios es enviada por Su Espíritu, por y a través de Su cuerpo angelical; “porque el Espíritu es el que todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios”, dice San Pablo[4].

Por lo tanto, toda Palabra de Dios es primero el pensamiento de Dios Padre; y tiene que venir a las personas por medio del Ángel del Pacto, el Ángel de Dios, el cuerpo angelical de Dios, que es Cristo en Su cuerpo angelical, el Verbo, a través del cual Dios creó todas las cosas; Dios habló por medio de ese cuerpo angelical.

Y ahora, encontramos que para que los seres humanos puedan escuchar la Voz de Dios, tiene que —Dios por medio de Su Ángel— velarse en un cuerpo humano, un profeta, y poner esa Palabra en el corazón, en la mente de ese hombre; y ese hombre hablar inspirado por el Espíritu Santo.

Porque la profecía no vino por voluntad humana (o sea que no fue un hombre diciendo sus propios pensamientos: “Esto va a ser así”), sino que hablaron ungidos, inspirados, por el Espíritu Santo; o sea que fue el Espíritu Santo el que habló a través de esos velos de carne.

Y también la predicación del Evangelio de Cristo, dice San Pedro que “los hombres que predicaron el Evangelio por el Espíritu Santo”[5]. ¿Ve? Fue el Espíritu Santo hablando a través de Pedro, hablando a través de Felipe, hablando a través de San Pablo; por eso San Pablo decía: “Estos son mandamientos del Señor”[6].

Y ahora, siempre las personas han tropezado en el velo de carne a través del cual Dios se vela y se revela y le habla al pueblo. Tenemos que recordar que “no hará nada el Señor, sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos Sus profetas”[7]; y a través de ellos es que le revela al pueblo las cosas. Eso está establecido aquí en Deuteronomio, capítulo 18, versos 15 al 19, donde dice:

“Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo (o sea, como Moisés), te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis;

conforme a todo lo que pediste a Jehová tu Dios en Horeb (o sea, en el monte Sinaí) el día de la asamblea, diciendo: No vuelva yo a oír la voz de Jehová mi Dios, ni vea yo más este gran fuego, para que no muera.

Y Jehová me dijo: Han hablado bien en lo que han dicho.

Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca (¿Dónde Dios coloca Sus palabras? En la boca del profeta que Él levanta de en medio de Su pueblo), y él les hablará todo lo que yo le mandare.

Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta”.

Escuchar lo que ese hombre dice por Palabra de Dios es escuchar a Dios hablando a Su pueblo a través de un velo de carne; no escucharlo es no escuchar a Dios. Los que no quisieron escuchar a los profetas en el Antiguo Testamento: no quisieron escuchar la Voz de Dios. Esa es la forma en que viene la Voz de Dios al pueblo; y esa es la misma forma en que viene la Luz de Dios al pueblo.

Cristo dijo de Juan el Bautista, en el capítulo 5, verso 35 [San Juan]:

“Él era antorcha que ardía (o sea, una lámpara, las lámparas allá del templo, una lámpara así, porque él era la luz de la séptima edad de la Iglesia hebrea bajo la Ley) y alumbraba; y vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz”.

Y luego Cristo en San Juan, capítulo 8, verso 12, dice:

“Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.

Cristo tiene mayor testimonio que Juan, porque Cristo es la Luz que alumbra a todo hombre. Juan era la luz que alumbraba a aquellos que le seguían a él, pero Cristo es la Luz que alumbra a todo ser humano. Vamos a ver si lo dice aquí: capítulo 1, verso 1 en adelante, de San Juan, dice:

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”.

Ya sabemos que el Verbo es ese Ángel, ese cuerpo angelical de Dios, que aparece en forma de luz en algunas ocasiones o en forma de un hombre de otra dimensión.

“Este era en el principio con Dios.

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres (¿ve?).

La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.

Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.

Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él”.

“Para que diese testimonio de la Luz”. ¿Y cuál era su testimonio? Era el Mensaje que estaba precursando la Venida de la Luz, la Venida del Mesías. El Mesías es la Luz que alumbra a todo hombre, el Ángel del Pacto velado en carne humana en la persona de Jesús. Ahora, sigue diciendo:

“… a fin de que todos creyesen por él”.

O sea, a fin de que todos creyesen por el Mensaje que Juan les estaba predicando.

“No era él la luz…”.

Juan no era la Luz; él era una luz, una antorcha, una lámpara que alumbraba, pero él no era la Luz que alumbra a todo hombre; estaba alumbrándole el camino.

Como hacemos con una linterna o una lámpara, que alumbramos durante la noche en lo que sale el sol. Cuando sale el sol, de nada le sirve una lámpara alumbrando. ¿Quién va a seguir detrás de usted, y usted diciéndole: “Ven detrás de mí para alumbrar el camino”? —“No, si ya el sol salió. No necesitamos esa lámpara, esa luz. El mismo sol nos va a alumbrar el camino, vamos a saber por dónde tenemos que caminar”.

Y cuando salió el precursado y Juan lo presentó, ya no necesitaban a Juan ni el Mensaje de Juan; eran alumbrados con la Luz verdadera que alumbra a todo hombre, que es Cristo; Él les guiaba. Ya el Mensaje de Juan no era efectivo para aquellas personas. El Mensaje efectivo para ellos era el Mensaje de Jesucristo nuestro Salvador.

Pero Cristo dio testimonio de Juan, así como Juan dio testimonio de Cristo, de aquel al cual le estaba preparando el camino; ahora Cristo da testimonio de Juan y lo vindica como Su mensajero que vendría delante de Él preparándole el camino, conforme a Malaquías, capítulo 3:

“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí (el que lo envía va a venir después: Él, vean. ¿Y entonces qué?); y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros”.

O sea que el Dios de Israel vendría, y el Ángel del Pacto, el cuerpo angelical de Dios, que es el Espíritu Santo, vendría. ¿Cómo? Vestido de un cuerpo de carne, el cual sería el Ungido por el Espíritu de Dios: el Mesías (que es ‘el Ungido’, ‘el Cristo’), el cual sería hecho Señor y Cristo.

O sea, ahí estaría Padre, Hijo y Espíritu Santo, la plenitud de la Divinidad en medio del pueblo hebreo siendo visto por todos y escuchado, y viendo las maravillas que Dios por medio de Su Espíritu haría a través de ese velo de carne.

Pero el velo de carne decía: “Yo no hablo nada de mí mismo”, y también decía: “El Padre que mora en mí, Él hace las obras”[8]. Eran las obras de Dios por medio de Su Espíritu a través del velo de carne.

El velo de carne solamente hablaba, porque a través de esa Palabra creadora que el Espíritu hablaba por medio del velo de carne se realizaban todas las cosas; era la Palabra creadora siendo hablada, era ASÍ DICE EL SEÑOR. No eran palabras humanas, no eran palabras de un hombre.

Y ahora, continuamos aquí leyendo, dice [San Juan 1:9]:

“Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo”.

¿Cómo iba a venir la Luz verdadera que alumbra a todo hombre? Vestida de carne humana. Cualquier persona podía decir: “Jesús dice que es la Luz, y nosotros lo que vemos es un cuerpo de carne, no una luz”. Pero dentro estaba la Luz, velada en un cuerpo de carne.

La Palabra hecha carne para cada edad y para cada dispensación es la Luz hecha carne; cuando se hace carne es que puede alumbrar a las personas.

Noé fue la Luz de su día, Abraham fue la Luz de su día; Isaac, Jacob, Moisés, los profetas; Juan el Bautista fue la Luz de su séptima edad; Jesús, la Luz de la Edad de la Piedra Angular; y la Edad de la Piedra Angular no es local: alumbra a todo ser humano.

Por eso es que en la Nueva Jerusalén la Luz estará en la parte alta, y desde ahí alumbrará toda la Ciudad, y se verá desde otras naciones también; va a estar a unos dos mil quinientos pies o metros de alto; o sea que va a estar bastante alta la Ciudad; o sea que va a estar por las nubes, o millas[9]. Así que se va a ver desde muy lejos.

Y la Ciudad, la Nueva Jerusalén, no tendrá necesidad de energía eléctrica; ahí va a estar una energía mayor que la energía eléctrica: la presencia de Dios en la parte alta, y desde ahí iluminará toda la Ciudad. Estará el Trono de Dios y el Trono del Cordero allí; o sea, el Trono celestial y el Trono terrenal. Cristo es la Luz.

“Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.

En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció”.

Así como se movía en medio del pueblo hebreo en el Éxodo, en esa luz, así también era en el tiempo de Adán y los demás hombres; pero en algunas ocasiones se dejaba ver en forma de hombre; eso dependía de Dios mismo. Y cuando se veía en forma de hombre era llamado el Ángel de Dios, el Ángel del Pacto. Y las personas que lo veían, decían: “He visto a Dios cara a cara”.

Ahora, sigue diciendo:

“A lo suyo vino (o sea, al pueblo hebreo), y los suyos no le recibieron (eso es algo muy triste).

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;

los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.

Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”.

Ahora, podemos ver que cuando el Verbo, aquella Luz verdadera que alumbra a todo hombre se hizo carne: era la Luz de Dios, era Dios velado a través de Su Ángel en un cuerpo de carne llamado Jesús; y por consiguiente, la Luz fue manifestada en medio del pueblo hebreo.

También sigue diciendo el mismo Cristo, en diferentes pasajes de San Juan, nos dice que mientras está la Luz entre ellos caminen en la Luz, para que no les sorprendan las tinieblas. Caminar bajo la guianza de Cristo es caminar en la Luz.

Y ahora, Cristo, luego que se fue, vino en forma de luz: la Columna de Fuego, el Día de Pentecostés, pues Él dijo que estaría con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo (San Mateo, capítulo 28, versos 16 al 20).

Él ha estado en medio de Su Iglesia en Espíritu Santo, ha estado en la Columna de Fuego en medio de Su Iglesia todo el tiempo; y se ha estado velando en carne humana en los diferentes hombres de Dios, diferentes mensajeros de cada edad; y así ha resplandecido Cristo en medio de Su Iglesia, y por consiguiente ha estado en medio de Su Iglesia resplandeciendo para el mundo, para toda la humanidad. Por eso dijo Cristo a los creyentes en Él: “Vosotros sois la luz del mundo”[10]. Todo lo que Cristo es, también lo son los creyentes en Él.

Y ahora, encontramos que el Día de Pentecostés fueron llenos del Espíritu Santo como 120 personas, 120 que estaban allí esperando el Espíritu Santo, llamas de fuego se posaron sobre cada uno de ellos[11]. ¿Ve? La luz entró, el cuerpo angelical entró a cada uno de ellos; y ese cuerpo angelical es el ángel que le corresponde a cada persona.

Por eso cuando Pedro estuvo en la cárcel y fue libertado por el Ángel de Dios y fue sacado a la calle, y allí lo dejó el Ángel para que siguiera hacia adelante; y se fue allá, tocó a la casa donde estaban orando por Pedro; y cuando toca sale una joven para abrir la puerta, llamada Rode, y cuando escucha que es Pedro, de gozo no abrió la puerta, y le da la noticia a los que están allí en la casa: “Es Pedro el que está tocando la puerta”. Le dicen: “Rode, estás loca, es su ángel”[12]. ¿Ven? Ellos tenían conocimiento que cada persona tiene un cuerpo angelical.

Aun muchas personas que ignoran estos misterios, en algunos países cuando ven a una persona que conocen que pasa, y ellos lo ven y se desaparece, dicen: “Tal persona murió o va a morir, porque está… lo vi caminar y desapareció. Es su espíritu”. Tienen ese conocimiento muchas personas sin comprender bien el misterio del cuerpo espiritual que tiene cada persona; en el cual sigue viviendo en otra dimensión.

Ahora, cada mensajero de cada edad fue la Luz de su edad: era nada menos que Dios velado en el mensajero, alumbrando en la etapa de noche en que ha estado viviendo la Iglesia durante las diferentes etapas o edades. Por eso se requiere el candelabro con siete lámparas: para alumbrar en la noche, en la etapa del Lugar Santo del Templo espiritual de Cristo.

Luego de las siete edades se entra al Lugar Santísimo, donde no hay lámparas allí; porque allí, en medio de los dos querubines de oro que están sobre el propiciatorio (propiciatorio, que es la tapa del arca del pacto), está la Columna de Fuego para alumbrar en ese lugar; que corresponde a la Edad de la Piedra Angular, donde estará la Columna de Fuego alumbrando a Su Iglesia para madurar el grano de trigo, el trigo, para la cosecha.

¿Hacia qué parte estaba el lugar santísimo? Hacia el oeste. ¿A qué tiempo dice que habrá luz? Al tiempo de la tarde. ¿Hacia qué parte del planeta Tierra se pone el sol? Hacia el oeste.

Cristo dice: “Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno abre la puerta, yo entraré a él y cenaré con él, y él conmigo”[13]. ¿En qué tiempo es que se lleva a cabo la cena? En la tarde. La cena corresponde al oeste, que es el tiempo de la tarde, para la gran cena o comida con el Señor.

Allá al principio, de los apóstoles, digamos que se estaba en el desayuno; y así por el estilo de edad en edad. Pero ahora es una cena; es la comida más fuerte, es donde hay mucha variedad en la comida.

Y después de la cena ya vienen las tinieblas para el mundo; pero para los escogidos tenemos también la promesa de que iremos a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. O sea que tendremos una Cena aquí y una Cena allá en el Cielo.

Ahora, la cena, por cuanto corresponde al tiempo de la tarde, y el sol se pone en la tarde, en el oeste, entonces queda identificado el territorio como el oeste, el occidente, que corresponde al continente americano en el cual vivimos. Y ya la séptima edad se cumplió en la parte norte del continente americano, y por consiguiente ahora le toca a la América Latina la bendición más grande.

La Luz del tiempo de la tarde sale para madurar el trigo para la cosecha; para con su Luz, su revelación de la Palabra, madurarnos como hijos de Dios en el Cuerpo Místico de Cristo.

Ahora, vamos a ver un lugar donde el reverendo William Branham nos habla… Ya vimos que la Luz de cada edad es Dios por medio de Su Espíritu velado y revelado en el mensajero de cada edad; ellos son la Palabra hecha carne de su edad, y por consiguiente la Luz de su edad; pues son la luz en el candelabro alumbrando en medio de la Iglesia en el Lugar Santo.

Vamos a pasar a la página 160, párrafo 1428, donde dice [Citas]:

1428 – “Y esta Luz de la tarde… Por supuesto, la gran Luz vendrá cuando Jesús mismo será manifestado aquí en la Tierra, o arriba en los Cielos, llevándose a Su Novia; y entonces el Milenio comenzará”.

Ahora, la gran Luz, la Luz mayor, es con la Venida, la manifestación del Señor, el cual es la Luz del mundo.

Ahora, siendo que los días comienzan en la tarde y terminan en la tarde del otro día, tenemos que entender que hay un entrelace de la luz de un día con la luz de otro día que va a comenzar.

¿Y dónde se ve la luz de un nuevo día que va a comenzar? En el oeste, en la tarde. Ahí en la tarde comienza la luz, por eso dice la Escritura: “Y fue la tarde y el día… (vamos a leerlo aquí), la tarde y la mañana un día”. Vamos a verlo aquí:

[Génesis 1:3] “Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.

Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.

Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día”.

Y ahora, si ustedes observan en las leyes divinas dadas al pueblo hebreo, el sábado comienza el viernes en la tarde, cuando ya cae el sol pero todavía se ve la luz, porque todavía se está viendo la luz del sol; pero el sol, las personas lo buscan y no lo ven; pero ya se está viendo la luz del sábado, la luz que va a salir sábado en la mañana.

¿Dónde se ve la luz del sábado, que saldrá por la mañana? Se ve en el oeste; y el oeste representa el continente americano, y sobre todo la América Latina.

Ahora, tenemos la promesa de que el Hijo, la Luz, Cristo, va a surgir, a salir para el pueblo hebreo: el Mesías va a alumbrar al pueblo hebreo, va a establecer Su Reino en medio del pueblo hebreo, va a alumbrarles el entendimiento, el corazón.

¿Y dónde va a ser vista por primera vez esa Luz que va a salir en la mañana? En la tarde. Esa Luz que va a salir por el este, primero es vista en el oeste, en el continente americano, cuando llega a su final la Dispensación de la Gracia y comienza la Dispensación del Reino; ahí es que se entrelaza la Dispensación del Reino con la Dispensación de la Gracia, y comienza la Luz de la Dispensación del Reino a alumbrar. “Al tiempo de la tarde habrá Luz”: Luz para un nuevo día que ha de venir.

Por lo tanto, lo que estaremos viendo en el Reino Milenial, en la mañana, cuando salga la Luz para Israel, será lo mismo que nosotros estaremos viendo en el tiempo de la tarde en América.

Por eso es que dice el reverendo William Branham que cuando ellos vean a Cristo con Su Iglesia, con Su Novia, ellos dirán: “Este es el que nosotros estamos esperando”. ¿Y dónde lo van a ver? Pues en el oeste, que es el territorio donde será la manifestación más grande de Cristo en medio de Su Iglesia.

Ahora, vamos a ver algo más aquí. Tenemos grandes promesas de parte de Dios, y tenemos que conocerlas para poder disfrutar esas bendiciones que Cristo tiene para Su Iglesia.

Vamos a buscar… En el Programa de la restauración de la Iglesia del Señor Jesucristo, encontramos que todo es paralelo a la restauración del pueblo hebreo; porque la Iglesia del Antiguo Testamento es el pueblo hebreo bajo la Ley, “los sacados de Egipto”; y la Iglesia del Nuevo Testamento: “Los sacados del mundo, del reino de las tinieblas”, es la Iglesia del Señor Jesucristo. Y pasan por etapas paralelas.

Y ahora, el Sol de la mañana y el Sol de la tarde. Vean, el Sol de la tarde es para madurar el trigo, y por consiguiente corresponde al oeste. Les quiero buscar un pasaje aquí; vean, dice página 68 y 69, el párrafo 591 y 592, del libro de Citas, dice:

591 – “Él va a restaurarlo. ¿Cómo? Por cuatro mensajeros de muerte lo mataron (o sea, al Árbol-Novia); entonces cuatro mensajeros de vida lo restaurarán. ¿Qué era el primero? Martín Lutero: ­justificación. ¿Qué era el segundo? Juan Wesley, por santificación. ¿Qué era el tercero? Pentecostés, con la restauración de los dones, el Espíritu Santo, bautismo del Espíritu Santo. ¿Qué era el cuarto? La Palabra (…). Hubo cuatro grandes profetas (hubo cuatro grandes profetas). Uno de ellos fue Martín Lutero, él comenzó a brillar una luz. Ella era una luz pequeña (¿ven que en los mensajeros y a través de los mensajeros es que la Luz brilla, resplandece?), solamente una fuerza muy pequeña de justificación. A lo largo vino Wesley. Wesley, más fuerte, santificación. Después de Wesley vino uno más fuerte que él, el pentecostal, el bautismo del Espíritu Santo, en otro gran profeta (ahí tiene el tercero; pero hay que conseguir el cuarto). ¿Ven? Pero en los últimos días, de Malaquías 4, Elías ha de venir con la mera Palabra”.

Y Elías en el tiempo final viene dos veces: en su cuarta manifestación y en su quinta manifestación. En su quinta manifestación viene con Moisés (o sea, la Luz es doble) y viene con Jesús (la Luz es triple): una Luz mayor que la que hubo en cada edad.

“Cuatro etapas…”. Dice:

592 – “‘Profetiza. ¿Pueden estos huesos vivir?’. (Está citando a Ezequiel 37, verso 1 en adelante). Tengo las cuatro etapas de esa venida hacia adelante de esa Iglesia”.

O sea que lo que cubre la Iglesia del Señor Jesucristo tipificado aquí, también corresponde a la Iglesia del Antiguo Testamento; corren paralelas la Iglesia del Antiguo Testamento con la Iglesia del Nuevo Testamento.

592 – “¿Qué son las cuatro etapas de la venida hacia adelante de los huesos secos de Ezequiel? Pero la vida vino, no cuando la piel de fibra estaba en ellos, pero cuando el aire sopló sobre ellos. Eso es cuando ello vino para atrás, ese cuarto Mensaje de Vida fue traído para atrás”.

¿Ve? Es en el cuarto Mensaje. No es en la edad luterana, ni en la edad wesleyana, ni en la edad pentecostal. Para cada edad hubo un Mensaje; el cuarto Mensaje corresponde a la Edad de la Piedra Angular, que es la edad que corresponde a esa cuarta generación en la restauración de la Iglesia del Señor.

Y la promesa a Abraham, vean ustedes, allá en el capítulo 15, versos 12 al 19, de Génesis, fue que a los 400 años Dios los libertaría y regresarían a su tierra; ¿cuándo? En la cuarta generación.

Para la Iglesia, por cuanto Dios trata con Su Iglesia en esos términos espirituales: la primera generación de restauración: edad luterana; la segunda generación de restauración para la Iglesia: edad wesleyena; la tercera generación para restauración de la Iglesia: edad pentecostal; y la cuarta generación para la Iglesia, para la restauración de la Iglesia: la Edad de la Piedra Angular. Todo… toda bendición para el Día Postrero para la Iglesia corresponde a la Edad de la Piedra Angular.

Dice:

592 – “… ese cuarto Mensaje de Vida fue traído para atrás. ‘Yo restauraré’, dice el Señor (…). La cuarta luz ha de venir la cual traerá las mismas señales. ¡Miren! Justificación trajo para atrás la pulpa. Santificación trajo para atrás la corteza, doctrina de santidad. ¿Qué trajo para atrás la hoja? Pentecostales. ¿Qué es ello? Pentecostales, hojas, palmear sus manos. La Palabra hecha carne, frutas de fruto de la señal de resurrección que Cristo por fin ha, después de justificación siendo plantada, santificación siendo plantada, bautismo del Espíritu Santo. Organizaciones se murieron, y Cristo otra vez se ha colocado en el centro de Sí mismo como ese tope de la pirámide”.

¿Y dónde se coloca en Su Iglesia como el tope de la pirámide? Arriba. El tope de la Iglesia es la Edad de la Piedra Angular, donde Cristo estaría en este tiempo final; ya no está en ninguna de las otras edades.

592 – “Primera línea, justificación, (segunda) santificación, (tercera) bautismo del Espíritu Santo, entonces la venida de ese tope. ¿Qué es ello? Ese grupo del Espíritu Santo siendo refinados, para que pueda encajar con la misma clase de ministerio que Él tenía cuando Él se fue, para que cuando Él venga para atrás ello cogerá la cosa entera en el Rapto, donde ellos son justificados, santificados, y el bautismo del Espíritu Santo. Esa pirámide se parará otra vez”.

Todos los muertos en Cristo serán resucitados y los vivos transformados, y estará en pie toda la Iglesia del Señor Jesucristo. Ahora, vean lo sencillo que es todo.

Y ahora pasamos al verso 593 de esa misma página (página 69 ahora) [Citas]:

593 – “Vendrá una Luz, se levantará. ¿Dónde vendrá? ¿Allá en Jerusalén? No, señor. Las luces de la tarde no se levantarán en Jerusalén. Las luces de la tarde ¿van para dónde? ¡En el oeste! Ellos tuvieron su día y lo rechazaron. Pero la Luz de la tarde se levantará en el oeste. ¿Para qué? Para brillar sobre la Palabra. Para madurar la fruta, traer hacia adelante el Árbol-Novia con las mismas señales, maravillas y frutos que ellos tenían en el principio”.

Y todo eso llegará a su fiel cumplimiento en la Visión de la Carpa; ahí estaremos viendo plenamente esa total restauración, en donde los muertos en Cristo van a aparecer y los vivos van a ser transformados. Bajo esa etapa es que va a venir toda esa bendición para la Iglesia del Señor Jesucristo. El mundo entero va a ser estremecido por esa manifestación de Dios en Su Iglesia en el Día Postrero, ¿dónde? En el oeste, en una Gran Carpa Catedral.

Mientras tanto, siguen siendo llamados y juntados los escogidos de Dios en este tiempo final, en el tiempo en que vivimos, en la tarde de la Dispensación de la Gracia, donde se entrelaza la Luz de la Dispensación del Reino; para luego, en el Reino Milenial de Cristo, surgir en la mañana lo mismo que estaría en la Iglesia en el tiempo de la tarde, antes que venga la noche de la gran tribulación.

Así que podemos ver que algo grande está preparándose. Recuerden que siendo que corresponde al tiempo de la tarde, al tiempo de la cosecha, al tiempo del verano…; del cual dijo Cristo que cuando veamos estas cosas y veamos a Israel, la higuera, siendo – echando sus hojas, y todas estas cosas, sepamos que el verano está cerca; o sea, el Reino de Dios está cerca[14].

¿Saben ustedes una cosa? Que en el tiempo del verano las noches son más cortas. Y gracias a Dios que el tiempo de la gran tribulación va a tener solamente tres años y medio; pero después amanecerá para Israel; amanecerá y vendrá el Reino Milenial de Cristo a la Tierra.

Ahora, también tenemos que por el este es que se ve el lucero de la mañana. Por el este: Israel, tendrá el Lucero de la Mañana regresando a ellos, que es el Ángel del Pacto, el Espíritu Santo, el cual será visto. Vendrá, ¿y cómo vendrá? Siendo que es el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, el Lucero de la Mañana, el cual es Cristo… Cristo dijo: “Yo soy la Estrella resplandeciente de la Mañana”. (Apocalipsis 22, verso 16).

¿Y cómo lo vamos a ver? Aun Pedro dice: “Hasta que el día esclarezca y salga en nuestros corazones (¿qué?) el Lucero de la Mañana”[15]. Hasta que el día esclarezca; o sea que nos está hablando de una mañana que ha de venir. Y si el día va a esclarecer es porque se está viviendo de noche durante las diferentes etapas de la Iglesia; por eso hay lámparas, el candelero, para alumbrar.

Y ahora, el Lucero de la Mañana va a ser visto, va a estar alumbrando, y será la señal de que el día de la Dispensación del Reino estará amaneciendo por el este. ¿Dónde lo vamos a encontrar? El mismo Cristo dice dónde lo vamos a encontrar; dice: “Al que venciere, yo le daré… (¿qué?), le daré autoridad sobre las naciones, las regirá con vara de hierro, serán quebrantadas delante de él como vaso de alfarero; y le daré el Lucero, la Estrella de la Mañana”. Apocalipsis, capítulo 2, versos 26 al 28.

El verso 28 es que habla de la Estrella o Lucero de la Mañana, que es el Espíritu Santo, por eso aparece en forma de luz; y es la Columna de Fuego.

Y Apocalipsis, capítulo 7, verso 2 en adelante, dice que el Ángel que viene para sellar 144.000, ¿viene con qué? Con el Sello del Dios vivo; ahí viene el Ángel con el Lucero de la Mañana. Ahí lo van a ver, al Espíritu Santo, al Lucero de la Mañana, velado y revelado a través del Ángel que viene para llamar y sellar 144.000 hebreos; por eso viene por el este. Ese Ángel aparece para sellar, el Ángel que se levanta o surge del este; el Ángel: el Mensajero a Israel.

Y ahora, estamos viendo todas estas cosas que giran alrededor de la Luz de la tarde que habrá en este tiempo final. Pues la Luz de la tarde, el Sol que alumbra en la tarde, por el oeste, es el mismo Sol que alumbrará por el este en la mañana; y alumbrará todo el día de la Dispensación del Reino, por el este y desde el este en el Reino de Cristo, y cubrirá todas las naciones Su Luz.

Y ahora, estamos viviendo en el tiempo más glorioso de todos los tiempos. La Luz de la tarde, la Luz, que es Cristo, el cual se manifestará en medio de Su Iglesia en el tiempo de la tarde, en el oeste, en el continente americano, y sobre todo en la América Latina, estará alumbrándonos con Su Luz, Su revelación, para madurar: para madurarnos en el Reino de Cristo, y ser cosechados: ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero; darnos la fe, la revelación, para ser transformados y raptados: darnos la revelación de la Venida del Señor, de la Venida de la Luz; darnos la revelación del Séptimo Sello.

Esa es la fe, la revelación, para ser transformados y raptados. Como la fe para la transformación interior, y obtener así el nuevo nacimiento, es la revelación de la Primera Venida de Cristo, de la Venida del Ángel del Pacto velado en carne humana en la persona de Jesús, y la Obra que Él llevó a cabo; la cual, luego que Él la llevó a cabo, todos esos tres años y medio de ministerio y luego Su muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por los pecados del pueblo…; lo cual no era comprendido mientras se estaba llevando a cabo toda esa labor.

Pero luego, el Día de Pentecostés, fue abierto ese misterio por el que tenía las llaves: Pedro; y así trajo la fe, la revelación, para obtener la redención, la salvación y vida eterna, la cual gira alrededor de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario.

Ese misterio de la Primera Venida de Cristo fue abierto allá, por San Pedro, el Día de Pentecostés; y millones han estado entrando al Cuerpo Místico de Cristo recibiendo la salvación y vida eterna, obteniendo la redención.

Pero ahora nos falta la redención del cuerpo. Ya hemos recibido la redención espiritual y hemos obtenido el cuerpo angelical, cuerpo teofánico; pero nos falta el cuerpo físico glorificado, el cuerpo físico eterno, sin el cual no podemos ir al rapto, no podemos ir a la Cena de las Bodas del Cordero.

Para obtenerlo, tenemos que tener la fe de rapto, o sea, la fe para ser transformados y raptados, que gira alrededor de la Venida del Señor como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo; gira alrededor del Séptimo Sello, que es la Venida del Señor. Sello que tiene que ser abierto e identificado con la Venida del Señor.

Ese es el misterio del Séptimo Sello: la Venida del Señor; y tiene que ser identificada la Venida del Señor, del Ángel del Pacto, con ese Séptimo Sello. Y esa identificación, al ser escuchada y recibida por las personas, les da la fe para la transformación de sus cuerpos.

Por eso es que, en edades pasadas, aunque los mensajeros fueron personas santas, que podían obtener bendiciones de Dios, la bendición de la transformación y el rapto no la podían obtener. ¿Por qué? Porque tenían que tener la revelación del Séptimo Sello, la revelación de la Segunda Venida del Señor, de la Venida del Señor a Su Iglesia en el Día Postrero, y la Obra que estaría haciendo el Señor para producir esa fe y producir esa transformación en nuestros cuerpos, y la resurrección de los muertos en Cristo.

Cuando Cristo se levante del Trono del Padre, ahí ya Él estará como el León de la tribu de Judá; y en Su manifestación final es donde Él cambia de Cordero a León. Ahí es donde Él cambia, hace el cambio. Y hace el cambio de la Luz de la Dispensación de la Gracia a la Luz de la Dispensación del Reino.

Ahí es donde hace el cambio, y ahí es donde vendrá también el cambio para la Iglesia del Señor Jesucristo; y luego para tornarse al pueblo hebreo, que dirá: “Este es el que nosotros estamos esperando”.

Ya no estará como Cordero sino como León, como Rey de reyes y Señor de señores, con el Nombre con el cual va a reinar: con el Nombre Nuevo; con el Nombre de nuestro Dios, Nombre de la Ciudad de nuestro Dios y Nombre Nuevo del Señor.

Así que estamos en un tiempo muy importante, en el cual de un momento a otro se cierra por completo la Dispensación de la Gracia, se cierra por completo el tiempo de redención bajo la Dispensación de la Gracia, y se abre por completo el ciclo de la Dispensación del Reino bajo un Programa de Reclamo de parte de Cristo.

Reclamará a cada persona que ha redimido con Su Sangre, reclamará Su Trono y Su Reino: el Trono de David y Reino de David. Reclamará todo; reclamará el planeta Tierra completo, todo lo que está escrito en el Libro de la Redención, por lo cual Él murió en la Cruz del Calvario.

Así que estamos en el tiempo más grande de todos los tiempos, el tiempo de la tarde para el mundo, el tiempo de la tarde para el cristianismo, el tiempo de la tarde donde la Luz de un nuevo día estará surgiendo, alumbrando. Porque cuando se llega a cierta hora y minuto en la tarde, conforme al calendario hebreo, comienza… – termina un día y comienza un nuevo día; y conforme al Génesis, capítulo 1.

Ahora, estamos viviendo en un tiempo muy pero que muy importante; un tiempo en que de un momento a otro la Puerta se cerrará, conforme a San Lucas, capítulo 13, versos 25 al 27; y entonces la Voz del Ángel Fuerte: “El tiempo no será más”, será una realidad: el tiempo de la redención bajo la Dispensación de la Gracia no será más. Todo habrá terminado para la Dispensación de la Gracia y se entra a la Dispensación del Reino, y el mundo entra al juicio de la gran tribulación. Ya no será Trono de Misericordia en el Cielo, sino Trono de Juicio; ya no será Sumo Sacerdote, sino León, Rey y Juez.

Y si quieren tener un cuadro más claro de lo que será y sucederá, busquen el mensaje “Almas Encarceladas”, y también busquen la página 113 y 114 del libro de Las Edades, y ahí ustedes comprenderán lo que estará sucediendo. Recuerden que vamos a estar por aquí todavía. Página 114, párrafo 1002 (o sea, mil dos), dice [Citas]:

1002 – “Y tiene que haber un ministerio que le predique. Pero recuerden, para ese tiempo ya todo habrá cesado. ¡Es una cosa horrenda! Habrá un ministerio que mostrará grandes maravillas…”.

¿Y qué ministerio es que está prometido en la Biblia que mostrará grandes maravillas? El ministerio de los Dos Olivos de Apocalipsis, capítulo 11. Dice:

1002 – “Pero no habrá tiempo para redención. Todo entonces es terminado, porque el Cordero ya habrá tomado Su Libro y la redención habrá cesado. Jesús predicó y fue rechazado; luego prosiguió hacia aquellos que estaban encarcelados y no podían arrepentirse; ya no había tiempo para la salvación. ¡Ese mismo ministerio tendrá que repetirse! ¿Qué tal si eso pudiese ser la Tercera Etapa, a los que están perdidos eternamente?”.

Y ahora, habrá un ministerio que mostrará grandes maravillas. El reverendo William Branham cuando tuvo la Visión de la Carpa vio un ministerio que tenía grandes maravillas, y él quiso hacerlo una realidad en su tiempo; pero no era para la edad séptima, sino que es para la Edad de la Piedra Angular.

Ahora miren aquí en la página 136, párrafo 1208 dice…, es una pregunta que le hacen, le hacen la pregunta:

1208 – “‘¿La Novia, antes de que venga Jesús, Ella tendrá todo poder del Espíritu Santo para hacer milagros, levantar muertos, y así sucesivamente, como en la Lluvia Tardía, y es esta Lluvia Tardía para los 144.000 judíos? ¿Tendrán todos los ministros esto, y estamos solo esperando la Venida?’. (…) Ahora, Lluvia Tardía, 144.000 judíos, no; eso es cuando Elías y Moisés… Allí es donde los milagros tienen lugar”.

La Visión de la Carpa está conectada a los ministerios de los Dos Olivos.

Y ahora, página 138, párrafo 1236 [Citas]:

1236 – “‘Y entonces Él enviará sus ángeles, y juntará sus elegidos de los cuatro vientos, desde el cabo de la tierra hasta el cabo del cielo’. Eso está hablando de la resurrección, el arrebatamiento, subiendo. Él enviará a Sus Ángeles para juntar. ¿Ustedes alguna vez pensaron qué son los ángeles? Mensajeros. Él los juntará, los congregará, trayéndolos, juntándolos de las partes extremas de la Tierra a las partes extremas del Cielo, la Palabra que fue y ha sido hecha manifiesta en la Tierra. ¿Lo captan? La Palabra ha sido hablada; aquí se manifiesta”.

Y ahora, el párrafo 1235 dice:

1235 – “El arrebatamiento de la Novia será la misma cosa. La Palabra que está en ustedes, el cuerpo materializará alrededor de esa Palabra, y la misma cosa hizo por Sara”.

O sea que tiene que tener la Palabra que corresponde para esa transformación, para que pueda materializarse – alrededor de esa Palabra pueda materializarse el cuerpo glorificado, se pueda – se haga una realidad.

Ahora, muchas personas piensan, dicen: “Va a haber un recogimiento de la Novia; la Novia va a ser recogida”, y todas estas cosas. Pero vamos a ver si se los puedo tener aquí…

También la Edad de la Piedra Angular es llamada la Edad de la Novia. Esto lo encuentra en la página 170, párrafo 1519 [Citas].

Ahora, se preguntan mucho: ¿Cómo será que va a ser recogida la Iglesia-Novia? Hay una forma en que tiene que ser recogida y preparada para su transformación. Y no puede ser en otra forma, pues tiene que ser en la forma de Dios.

Y la Novia tiene que estar unida, tienen que estar como estaban en el Día de Pentecostés: unánimes juntos.

Unánimes: tienen que estar en una edad. Allá fue en el aposento alto y acá tienen que estar en el Aposento Alto de la Iglesia, que es la Edad de la Piedra Angular, la parte más alta; y tienen que estar unánimes.

¿Y qué será lo que los unirá, los juntará y los colocará ahí? Dice…, página 116, párrafo 1022 [Citas]:

1022 – “Y en los últimos días, como nos ha sido dicho, así como fue en los días de Sodoma, la Novia se unirá por la Palabra de Dios hecha manifiesta en carne”.

Lo que unirá a la Iglesia será la Palabra manifiesta en carne. No es lo que opine una persona o lo que opine otra, sino: la Palabra hecha carne será la que juntará, unirá, a la Iglesia.

Y pueden conseguir en otros lugares más información acerca de todo lo que estará sucediendo en este tiempo.

1026 – “Este Libro ya está abierto, esto es cierto; solo esperando el Séptimo Sello, que sea identificado con la Venida de Cristo”. (Página 116, párrafo 1026 [Citas]).

Eso es lo que ha sido dicho. Y la Iglesia-Novia se hace la Palabra a medida que recibe la Palabra; la recibe y se hace carne esa Palabra en Ella.

Se hace carne la Palabra de la quinta edad, de Lutero, a medida que recibían el Mensaje de Dios a través de Lutero; y así de edad en edad. Así se hará carne la Palabra de nuestro tiempo en cada creyente en Cristo, en el Día Postrero.

Y alrededor de esa Palabra será que se materializará esa transformación o glorificación para los creyentes en Cristo que estén vivos; y para los que murieron: alrededor de la Palabra que ellos recibieron en su tiempo; y luego también ellos estarán viendo desde la sexta dimensión todo lo que estará pasando en el Cuerpo Místico de Cristo.

Por lo tanto, en nuestro tiempo, el tiempo de la tarde para el mundo, el tiempo de la tarde para la Iglesia, el cristianismo, el tiempo de la tarde para todas las cosas…; porque luego viene la noche de la gran tribulación, donde el juicio divino caerá sobre la humanidad.

“Levántate, resplandece; porque ha venido tu Luz, y la gloria del Señor ha nacido sobre ti”. ¿Dónde nace? En la Iglesia, en la Edad de la Piedra Angular. Dice: “Porque he aquí que tinieblas cubrirán la Tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti será vista la gloria del Señor”[16].

Ahora, para el mundo es el tiempo más terrible en el cual haya vivido; pero para la Iglesia del Señor Jesucristo es el tiempo más glorioso, el tiempo en que la Luz que va a salir por el este estará alumbrándole a la Iglesia en este tiempo final, antes de la resurrección y del rapto.

“AL CAER LA TARDE HABRÁ LUZ”.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de esta Luz del tiempo de la tarde; esta Luz, esta cuarta Luz, que es para la restauración de la Iglesia: ser restaurados no solamente espiritualmente, sino físicamente también, restaurados a la vida eterna.

Recuerden, les dejo por aquí dos Escrituras importantes: capítulo 17 de San Mateo, verso 10 en adelante:

“Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?

Respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas.

Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos.

Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista (el cual era el tercer Elías, o la tercera manifestación del ministerio de Elías)”.

Ahora, para el tiempo de la restauración de todas las cosas, Elías restaurará todas las cosas, dice Cristo. Y eso es con la cuarta Luz, que estará brillando, resplandeciendo en la parte alta de la Iglesia del Señor: en la Piedra de Corona, la Edad de Corona, la Edad de la Adopción.

Y en el libro de los Hechos, capítulo 3, verso 19 en adelante, dice:

“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,

y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado;

a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo”.

O sea que la Venida del Señor es para el tiempo ¿de qué? De la restauración de todas las cosas. Es para el tiempo en que Elías viene para restaurar todas las cosas.

Así que podemos ver que viene para la restauración del pueblo hebreo, también la restauración del Reino de David. “¿Restaurarás Tú el Reino en este tiempo?”, le preguntan a Cristo en el capítulo 1 del libro de los Hechos, verso 6 al 10. Él dice: “No toca a vosotros saber los tiempos y las sazones que el Padre puso en Su sola potestad”.

Es que eso no era para ellos conocerlo en aquel tiempo. Eso es para el tiempo de la restauración de todas las cosas: la restauración de la Iglesia, la restauración de Israel, la restauración del Reino de David, la restauración del Trono de David, la restauración de los creyentes en Cristo en cuerpos eternos; todo lo que tiene que ver con la restauración a como era en el original.

Así que estamos en el tiempo para la restauración de todas las cosas, en donde la Luz del tiempo de la tarde nos alumbrará, nos dará la fe, la revelación, para obtener esa restauración a la vida eterna, la restauración a un cuerpo eterno, la restauración de la Iglesia a lo que era totalmente allá en el principio, tanto en el tiempo de los apóstoles como en el tiempo también de Adán; la restauración a como era todo; así será en este tiempo.

Y entonces obtendremos la inmortalidad física, obtendremos el cuerpo joven y eterno, y nos iremos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Por eso el Sol, la Luz, sale en este tiempo en la tarde en el oeste (vean la bendición que tiene el oeste); la cual luego saldrá por el este, la misma Luz. Será lo mismo que tendrá la Iglesia en la Edad de la Piedra Angular, lo que tendrá el pueblo hebreo cuando reciba su Luz. Por eso dirá: “Esto es lo que nosotros estamos esperando”. Está esperando la Luz, la misma Luz, la cual va a salir.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de nuestro tema: “AL CAER LA TARDE HABRÁ LUZ”.

Que Dios les bendiga y les guarde. Dejo nuevamente con ustedes al misionero, doctor Miguel Bermúdez Marín; y nos vemos mañana, Dios mediante, en las dos actividades que hemos de tener.

Ya tenemos por aquí al misionero, doctor Miguel Bermúdez Marín. Vamos a dejarlo con nosotros.

Dios les bendiga y les guarde a todos.

“AL CAER LA TARDE HABRÁ LUZ”.

[Revisión octubre 2024]

[1] 1 Juan 1:5

[2] San Juan 8:12

[3] 50-0813E “Dios revelándose Él mismo a Su pueblo”, párrs. 24-28 / 47-1102 “El Ángel del Señor”, párrs. 25-26

[4] 1 Corintios 2:10

[5] 1 Pedro 1:12

[6] 1 Corintios 14:37

[7] Amós 3:7

[8] San Juan 14:10

[9] 64-0802 “El futuro Hogar del Novio celestial y la Novia terrenal”, párr. 402 / Apocalipsis 21:16

[10] San Mateo 5:14

[11] Hechos 2:1-4

[12] Hechos 12:1-15

[13] Apocalipsis 3:20

[14] Mt. 24:32-33, Mr. 13:28-29, Lc. 21:29-31

[15] 2 Pedro 1:19

[16] Isaías 60:1-2

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