Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes, y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones; es una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión.
Aprecio y agradezco mucho el respaldo que le están dando al proyecto La gran Carpa-Catedral, en Puerto Rico, y también el respaldo que le están dando a AMISRAEL. Que Dios les bendiga por eso y les continúe usando grandemente en ese respaldo y en todas las demás cosas de la Obra de Dios.
Para esta noche leemos en Efesios, capítulo 5, verso 14, donde dice:
“Por lo cual dice:
Despiértate, tú que duermes,
Y levántate de los muertos,
Y te alumbrará Cristo.
Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios,
aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.
Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor.”
Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema para esta ocasión es sencillo: “DESPIÉRTATE TÚ QUE DUERMES.”
Son palabras habladas por el apóstol San Pablo tomadas de Isaías, capítulo 60 y la vamos a leer también para que tengamos el cuadro claro. Capítulo 60, verso 1, en adelante que dice:
“Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti.
Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria.
Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento.
Alza tus ojos alrededor y mira, todos éstos se han juntado, vinieron a ti; tus hijos vendrán de lejos, y tus hijas serán llevadas en brazos.
Entonces verás, y resplandecerás; se maravillará y ensanchará tu corazón, porque se haya vuelto a ti la multitud del mar, y las riquezas de las naciones hayan venido a ti.”
El comienzo de este capítulo, dice: “Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti.”
De ahí fue que San Pablo tomó esas palabras que leímos al principio en el capítulo 5, verso 14, de Efesios. Y de ahí es que tomamos nuestro tema: “DESPIÉRTATE TÚ QUE DUERMES.”
Una persona puede estar dormida físicamente o espiritualmente puede estar dormida, este despertamiento lo trae la predicación del Evangelio de Cristo para que el alma de los seres humanos despierte a la realidad, la realidad que la luz para todo ser humano a venido y vamos a verlo en San Juan, capítulo 1, donde nos dice, hablándonos de la luz para todo ser humano:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios.
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.”
De noche normalmente las personas duermen, excepto aquellos que trabajan de noche, pero cuando ya es hora de levantarse, llega el momento de la luz de la mañana. ¿Y quiénes son los más madrugadores? Los pajaritos. Y algunas veces el despertador de algunas personas son los pajaritos cuando comienzan a cantar, o las gallinas (si tienen gallinas en sus casas); el gallo canta, las gallinas comienzan a ponerse contentas, se tiran de árbol donde duermen para buscar comida; así también es con los pajaritos y con el ser humano tiene que ser en la misma forma. Cuando la luz de Dios sale es para que el ser humano reciba su alimento espiritual para el alma. “Porque no solamente de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”
Y ahora, tenemos que ver cual es la luz. Aquí vimos que el Verbo que era con Dios y era Dios y creó todas las cosas, es la luz que alumbra a todo hombre; por lo tanto, la llegada o salida de la luz es la Venida del Verbo que era con Dios, era Dios y creó todas las cosas.
Y ahora, pasando más adelante, al verso 6 en adelante de este mismo capítulo, San Juan, sigue diciendo:
“Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan (o sea, ese es Juan el Bautista, el precusor de la Venida del Señor, o sea, el precursor de la luz).
Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él (o sea, que el mensaje de Juan el Bautista era testificando de la luz que vendría para el ser humano, para alumbrar el alma de los seres humanos).
No era él la luz…”
O sea, que Juan el Bautista no era la luz, aunque él era una luz, dice Jesús. Dice que Juan era una luz, una antorcha que ardía y alumbraba y muchas personas quisieron caminar a la luz de Juan. Pero Jesús dice: “Mas yo tengo mayor testimonio que Juan.” Eso está por el capítulo 5 de San Juan, verso 35, ahí lo encuentran.
Ahora vamos a continuar aquí leyendo:
“No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.
En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció (o sea, que el que hizo el mundo entero tanto el planeta Tierra como todos los planetas, todas las galaxias, venía a esta Tierra).
A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron (o sea, el pueblo hebreo, a Su pueblo).
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”
O sea, que ahora los hijos de Dios no son aquellos que nacen en la Tierra sino aquellos que nacen del agua y del espíritu; de eso es que habla Efesios, capítulo 2, versos 11 al 22. Cuando la persona nace en la Tierra, por cuanto Adán y Eva pecaron y cayeron de la Vida eterna, o sea, que perdieron la Vida eterna, y solamente les quedó vida temporera; ahora toda la descendencia de Adán que nace en la Tierra, nace a una vida temporera, y por consiguiente no nace como un hijo de Dios o una hija de Dios, porque nacer como un hijo o una hija de Dios coloca al ser humano en la Vida eterna, en el Reino eterno de Dios.
Y ahora, se requiere nacer de nuevo dice Cristo a Nicodemo para entrar al Reino eterno de Dios y tener Vida eterna (San Juan, capítulo 3, verso 1 al 6). Ahora, leímos que la luz verdadera venía a este mundo y es el Verbo, el Ángel del Pacto.
Y ahora, vamos a ver aquí mismo en este capítulo 1, verso 14, que es o quién es la luz que vendría a este mundo y que es llamado el Verbo de Dios:
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”
Y ahora, la luz verdadera que alumbra a todo hombre, el Verbo que era con Dios y era Dios se hizo carne; y por consiguiente se hizo hombre en esta dimensión terrenal y fue conocido por el nombre de JESÚS, o sea, traducido al español, “Jesús.”
El Verbo que con Dios y era Dios, que creó todas las cosas, ahora aparece en forma de un hombre en medio del pueblo hebreo; y luego en el capítulo 8, de San Juan, verso 12, dice:
“…Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo (ahí tenemos la luz del mundo, la luz que alumbra a todo hombre); el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.”
Y la luz que alumbra a todo hombre, la luz de la vida es Cristo, la luz de la vida, el Ángel del Pacto, ahora se hace hombre, o sea, se hace un cuerpo de hombre aquí en la Tierra y habita en ese cuerpo; por eso cuando Él hablaba podía decir que el Padre estaba en Él, y que era el que hacía las obras, y también podía decir que el Espíritu de Dios, el Espíritu Santo, el Espíritu del Señor estaba en Él; por eso cuando dice que va a enviar el Espíritu Santo, vean ustedes tenía que estar en Él.
Y ahora, el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, la luz que alumbra a todo hombre es nada menos que el Ángel del Pacto, Cristo en Su cuerpo angelical, el mismo que libertó al pueblo hebreo de la esclavitud allá en Egipto; por eso la roca que seguía al pueblo hebreo representado en la primera roca y en la segunda roca, era Cristo; la roca que los seguía era Cristo; por eso estuvo representado Cristo en la primera roca que estaba allí en el Sinaí y que fue herida por Moisés con la vara y dio aguas para el pueblo, y luego la segunda roca allá en Cades-barnea que hirió Moisés con la vara (aunque Dios le dijo que le hablara a la roca y la roca daría agua); aquella roca también representa a Cristo, en esas dos rocas está representada la primera Venida de Cristo: la primera Venida del Mesías en la primera roca allá en el Sinaí, y la segunda roca en Cades-barnea, representa la segunda Venida del Señor. Tan sencillo como eso.
Y ahora, la Venida de la roca, la Venida del Señor, Su primera Venida y Su segunda Venida sigue siendo la luz que alumbra a todo hombre.
Y ahora, con la predicación del Evangelio de la Gracia, se da a conocer la luz que alumbra a todo hombre, que es Cristo alumbrar el alma y el Espíritu de todo ser humano, por eso el llamado es: “Despiértate tú que duermes.”
Toda persona dormida espiritualmente no puede ver a Cristo como su único y suficiente Salvador; por lo tanto, necesita despertar y despierta por medio de la gran Trompeta del Evangelio de la Gracia para recibir la luz para su alma, o sea, recibir a Cristo como Salvador y obtener Vida eterna. Dice: “El que me sigue no andará en tinieblas, más tendrá la luz de la vida, (o sea, de la Vida eterna).” Tendrá a Cristo, Cristo es el que trae la Vida eterna al alma del ser humano; por lo tanto, toda persona necesita despertar espiritualmente para recibir la luz de la Vida eterna, que es Cristo y obtener por consiguiente Vida eterna.
Yo escuche la Palabra, el Evangelio de Cristo, y desperté, y recibí a Cristo como mi único y suficiente salvador, y Él me ha alumbrado el alma.
Y ahora, me ha dado Vida terna y me ha colocado en el Reino eterno. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también. Si hay alguna persona que todavía no lo ha recibido como Salvador, lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted; para lo cual puede pasar acá al frente, y los que están en otras naciones pueden también pasar al frente en donde ustedes se encuentran, en los auditorios o iglesias en que se encuentren, para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo por usted.
Recibir a Cristo como Salvador es un asunto de Vida eterna, no hay otra forma para el ser humano recibir la Vida eterna, no hay otra forma para el ser humano ser reconciliado con Dios, es por medio de Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario que podemos ser reconciliados con Dios; y por consiguiente obtener la Vida eterna, la vida que todos deseamos tener, pues la vida que obtenido a través de papá y mamá es temporera, pero nos da el privilegio y oportunidad de obtener la Vida eterna recibiendo a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.
Vamos a estar en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Si falta alguna persona por venir a los Pies de Cristo, puede venir, y de los que están en otras naciones también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo. Cristo es la única esperanza para el ser humano, no hay otra esperanza para el ser humano.
No hay otra esperanza para el ser humano, el ser humano viene a la Tierra y no sabe de dónde vino y tampoco escogió venir a la Tierra, aparece aquí en la Tierra. Usted no escogió vivir en esta Tierra, usted no escogió venir en este tiempo a la Tierra, no fue elección suya, fue elección de un Ser superior a usted y ese Ser superior se llama Dios.
Por lo tanto, Él tiene un plan aquí en la Tierra para usted y para mí, es el plan o programa de redención, para Salvación de todo ser humano. La Venida de Cristo a la Tierra dos mil años atrás tuvo un propósito, Él podía continuar viviendo en la Tierra, en aquel cuerpo; pero los seres humanos tenían que morir en aquel tiempo y solamente quedaría Él viviendo en esta Tierra, solito en esta Tierra aunque el planeta Tierra no es tan grande, pero para un sólo hombre es bastante grande. Él dijo: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere él solo queda, pero si cae en tierra y muere mucho fruto lleva.” (San Juan, capítulo 12, verso 24)
Cristo es el grano de trigo, o sea, la semilla original, la semilla humana de los hijos e hijas de Dios para reproducirse en muchos hijos e hijas de Dios; por eso Él es llamado el segundo Adán. Por medio del primer Adán hemos obtenido una vida terrenal, temporera, mortal; pero por medio del segundo Adán, Jesucristo obtenemos la Vida eterna; primero en la esfera espiritual y después recibiremos en la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de los vivos en Cristo, recibiremos el cuerpo eterno, glorificado, joven igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, o sea, es un Programa Divino, es un proyecto divino de Vida eterna para el ser humano.
Por eso también Cristo dijo en una ocasión: “Yo soy la puerta, el que por mí entrare será salvo;” la salvación viene de Cristo. Eso fue en San Juan, capítulo 10, verso 9, que Él dijo esto, que Él es la puerta. Él es la puerta para todas las ovejas que representan a los hijos de Dios escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero. De eso es que nos habla San Juan, capítulo 10, versos 1 al 30.
Por eso Él dijo también: Mis ovejas oyen mi voz y me siguen y yo las conozco y yo les doy vida eterna.” (San Juan, capítulo 10, versos 27 al 30). Y también Él dijo acerca de esas ovejas que Él tendría otras ovejas que no son de aquel Redil, allá en medio del pueblo hebreo, y que escucharían Su Voz (Su Voz es el Evangelio de Cristo) y que Él les daría Vida eterna. También en San Lucas, capítulo 19, verso 10, dice:
“Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”
O sea, que vino a buscarme a mí y a salvarme a mí. ¿Y a quién más? A ustedes también. Y también Él dijo que Sus ovejas escucharían Su Voz. Ustedes que están en esta noche escuchando el Evangelio de Cristo, que es la Voz de Cristo, porque ustedes tienen sus nombres escritos en el Cielo en el Libro de la Vida; por eso es que ustedes están escuchando el Evangelio de Cristo.
Ya vamos orar por todos ustedes los que han venido a los Pies de Cristo, si falta alguno por venir, puede venir de los que están aquí presentes y de los que están también en otras naciones. Vamos a levantar nuestras manos a Cristo, al Cielo, y con nuestros ojos cerrados oremos. Los que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión, repitan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón. Creo en Tu primera Venida, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo en el cual podemos ser salvos; creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados. Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, un Redentor, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego, y produzcas en mí el nuevo nacimiento. Quiero nacer de nuevo, quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente contigo en Tu Reino.
Sálvame, Señor, Te ruego salves mi alma, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
Y ahora, ustedes me preguntarán: “¿Cuándo me pueden bautizar?” Porque Cristo dijo: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16).
Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón y lo han recibido, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
Cristo mismo fue bautizado por Juan el Bautista, cuánto más nosotros necesitamos ser bautizados. Juan no lo quería bautizar y decía: “Tengo yo necesidad de ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí para que yo te bautice?” Cristo le dijo: “Deja, nos conviene cumplir toda justicia.” Y entonces lo bautizó y el Espíritu Santo vino sobre Jesús. Todos necesitamos ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Los apóstoles fueron bautizados también por Juan el Bautista y luego cuando Cristo predicaba los que creían eran bautizados por los apóstoles, y el Día de Pentecostés vino el Espíritu Santo sobre ciento veinte creyentes en Cristo que estaban en el Aposento Alto, esperando la venida del Espíritu Santo, y luego Pedro predicó y como tres mil personas creyeron y fueron bautizadas en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; y así ha sido todo el tiempo para todos aquellos que reciben a Cristo como único y suficiente Salvador.
Por lo tanto, usted también tiene el derecho y privilegio de ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. El agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado. Pero en el bautismo en agua nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo.
Dejo al doctor Gian del Corto con ustedes para que les indique hacia dónde dirigirse para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. ¿Hay agua y ropas bautismales? Hay todo lo que se necesita para que ustedes puedan ser bautizados en agua como lo desean de todo corazón.
Que Dios les bendiga y les guarde, y continúen pasando una noche feliz todos los presentes y todos los que están en otras naciones; y en las demás naciones y demás lugares dejo al ministro correspondiente para que haga en la misma forma en donde ustedes se encuentren.
Que Dios les bendiga y les guarde a todos.
“DESPIÉRTATE TÚ QUE DUERMES.”