La Venida del Señor y la gran cosecha del fin del tiempo

Muy buenas días, amables amigos y hermanos presentes, y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones; es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra y Su Programa correspondiente a este tiempo final.

Aprecio y agradezco mucho el respaldo que le están dando al mega proyecto La gran Carpa-Catedral, en Puerto Rico, y también el respaldo que le están dando a AMISRAEL.

Para esta ocasión leemos en Santiago, capítulo 5, verso 7 al 8, donde nos dice de la siguiente manera:

“Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía.

Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema es: “LA VENIDA DEL SEÑOR Y LA GRAN COSECHA DEL FIN DEL TIEMPO.”

La Venida del Señor. Este tema es muy importante, para no solamente el Cristianismo, sino para el Judaísmo y todas las demás religiones, y para todas las esferas de la sociedad: la esfera política, la académica, la artística también, todas esas esferas serán impactadas con este gran evento prometido en la Escritura, el cual conocemos como la Venida del Señor; pues conforme a la promesa divina habrá una gran cosecha, y todo esto está prometido para el fin del siglo (en otros lugares nos habla del fin del mundo). Y en San Mateo, capítulo 24, el Señor Jesucristo nos habla de la Venida del Señor, y también en San Mateo, capítulo 13. Conforme a la lectura que tuvimos de la Venida del Señor y la gran cosecha en el fin del siglo, en San Mateo, capítulo 13, Cristo nos dice, del verso 30 y luego versos 37 en adelante (de San Mateo, capítulo 13), dice:

“Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.”

Luego, los discípulos, más adelante, cuando ya fue despedida la gente, preguntan a Cristo aparte lo siguiente; dice, capítulo 13 verso 36 en adelante:

“Entonces, despedida la gente, entró Jesús en la casa; y acercándose a él sus discípulos, le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo.

Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre.

El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo.

El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles.

De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo.

Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad,

y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.

Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga.”

En este pasaje de esta parábola, Cristo dice que para el fin del tiempo esta parábola va a tener el cumplimiento de la cosecha del trigo, que son los hijos del Reino (o sea, recogimiento de los hijos del Reino), los cuales vendrían a formar la Iglesia del Señor Jesucristo. Dice:

“…la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles.”

Y ahora, esto va a ser una señal muy grande, que estará identificando el fin del siglo para todos los lectores de la Biblia. Por lo tanto, no deben fallar en ver el tiempo en que se estará viviendo cuando aparezcan los ministerios de los ángeles a cargo de llevar a cabo esa cosecha. El trigo dice que son los hijos del Reino, los hijos del Reino van a ser recogidos en el fin del siglo.

Y ahora, tenemos también otra parábola en este mismo capítulo 13, versos 47 al 50 de San Mateo, donde Jesucristo, dice:

“Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces;

y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera.

Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos,

y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.”

Los malos van a ser echados en ese horno de fuego durante el tiempo llamado y conocido por el Cristianismo, como la gran tribulación. Es el tiempo del cual habla Malaquías en el capítulo 4, versos 1 en adelante, donde dice:

“Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará (o sea, los quemará), ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama.”

¿Y qué será con los buenos: con el trigo, con los hijos del Reino?

“Mas a vosotros (esto es para los hijos del Reino)… más a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación.”

El Sol de Justicia es el Mesías. El mismo Cristo dijo:

“Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.” (San Juan, capítulo 8, verso 12).

El nacimiento del Sol de Justicia es la Venida del Mesías, la Venida del Señor.

“…y en sus alas traerá salvación.”

Traerá la resurrección de los muertos creyentes en Cristo en cuerpos glorificados y la transformación de los creyentes en Cristo, los cuales obtendrán un cuerpo glorificado, eterno, inmortal, incorruptible, como el cuerpo glorificado del Señor Jesucristo. Eso es de lo que habla el apóstol Pablo en Primera de Corintios, capítulo 15 [verso] 49 en adelante, cuando dice:

“Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial (o sea, traeremos la imagen de Cristo).

Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción.”

O sea, que para entrar al Reino de Dios físicamente, necesitamos un cuerpo incorruptible, un cuerpo inmortal, un cuerpo glorificado.

“He aquí, os digo un misterio…”

Este es un misterio muy grande para el ser humano. Será el misterio en que un grupo de personas, que ya murieron, van a regresar a la Tierra en el Día Postrero en cuerpos eternos, cuerpos inmortales y jóvenes como el cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo. De esto fue que Cristo habló cuando dijo en San Juan, capítulo 6, verso 39 al 40:

“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.”

La resurrección de los muertos creyentes en Cristo está señalada por el mismo Cristo para el Día Postrero. Y luego el otro verso siguiente, verso 40, dice:

“Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”

Fue establecida la resurrección de los muertos en Cristo para el Día Postrero. ¿Quién lo estableció? Dios. Pues también en Daniel, capítulo 12, nos habla de una resurrección, cuando se levante el Arcángel Miguel, que es el Arcángel que está por los hijos de Israel.

Y ahora, veamos a continuación lo que sigue diciendo San Pablo en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 51, donde nos detuvimos. Vean, dice:

“He aquí, os digo un misterio…”

Es un misterio muy grande, es un tiempo muy importante para la familia humana, en donde millones de personas van a obtener la inmortalidad física, pues van a obtener un cuerpo eterno, un cuerpo inmortal, un cuerpo glorificado, un cuerpo interdimensional como el cuerpo glorificado de Jesucristo; y ese será la corona de la creación encabezada por el Mesías Príncipe.

Ahora, ¿para qué tiempo San Pablo señala que será ese misterio manifestado? Cristo dijo que será para el Día Postrero, el Día Postrero contando desde Adán hasta este tiempo final. Vean, un día delante del Señor es como mil años y mil años como un día; un día de Dios para los seres humanos son mil años, o sea, es un milenio. De Adán hacia acá ya han transcurrido conforme al calendario gregoriano, que es el que comúnmente se usa en Europa y Norteamérica y la América Latina, ya han transcurrido seis mil años, y ya hemos entrado al milenio séptimo; y así como la semana tiene siete días, los días postreros de la semana son: el quinto día, que es el jueves; el sexto día, que es el viernes, y el séptimo día, que es el sábado, y último día de la semana.

Delante de Dios, los días postreros son: quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio. Por esa causa el apóstol San Pablo en Hebreos, capítulo 1, nos dice de la siguiente manera, y vamos a ver lo que Él dice en este estudio bíblico que estamos teniendo:

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas…”

¿Cómo es que Dios ha hablado? Por medio de los profetas.

“…en estos postreros días…”

Ahora está diciendo: “En estos postreros días (el tiempo que estaba viviendo San Pablo),” lo estaba identificando ya como los postreros días o días postreros.

“En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo (o sea, por Jesús), a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”

El heredero de toda la creación es Jesucristo, el Hijo de Dios; y por medio de Él Dios creó todas las cosas. ¿Y cómo puede ser posible esto si Él nació en Belén de Judea? Lo que nació en Belén de Judea fue Su cuerpo físico. Pero Su cuerpo angelical, que es el Ángel del Pacto que le aparecía a los profetas y que le apareció a Moisés, y por medio de Moisés libertó al pueblo hebreo, ese cuerpo angelical, llamado el Ángel del Pacto, es eterno. Por eso Jesús podía decir: “Antes que Abraham fuese, Yo Soy.” ¿Cómo era Él? Era el Ángel del Pacto, era antes que Abraham y era antes que Adán también. Con ese Ángel del Pacto era que Adán hablaba. ¿Pero no era con Dios? Claro que sí, Dios estaba dentro de ese cuerpo angelical.

Por eso siempre que aparecía el Ángel de Dios a los profetas, ellos decían: “He visto a Dios cara a cara,” porque habían visto al Ángel de Dios donde estaba morando Dios. Es el Ángel del Pacto un cuerpo angelical de otra dimensión, en palabras más claras: es un hombre de otra dimensión.

Y ahora, fue todo creado por medio de Él, ¿y para quién? Para Él. El Trono celestial, el Trono de Dios, es el Trono del Ángel del Pacto; y cuando se hizo carne Su velo de carne fue conocido por el Nombre de Jesús. En ese velo de carne estaba Dios, el Padre, y estaba el Ángel del Pacto, el cuerpo angelical de Dios. Por eso Jesús decía: “Yo no hago nada sino lo que veo al Padre hacer.” Y también decía: “El Padre que mora en mí, Él hace las obras.” San Juan, capítulo 14 y otros pasajes bíblicos de San Juan y de los demás libros del Evangelio. También Él decía en San Lucas, capítulo 4 [verso 18]:

“El Espíritu del Señor está sobre mí,

Por cuanto me ha ungido…”

Y comenzó a enumerar las cosas para las cuales Él había sido ungido. Aun cuando Juan el Bautista bautizó a Jesús, vio al Espíritu Santo que descendió sobre Él. La primera vez en que Padre, Hijo y Espíritu Santo, lo encontramos frente a los seres humanos caminando en un cuerpo humano, en medio de la familia humana, en la tierra de Israel, y en otros territorios a los cuales Él visitó.

Ahora, continuamos leyendo, dice [Hebreos 1:3]:

“El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia…”

¿Cuál es la imagen de Dios? Cristo. Él es la imagen misma de Su sustancia; y la imagen es el cuerpo angelical. Es ese Ángel del Pacto, el Espíritu Santo; un espíritu es un cuerpo de otra dimensión; y el Espíritu Santo es ese Ángel del Pacto que aparecía a los profetas, es el mismo varón con el tintero de escribano en Su cintura que aparece en Ezequiel, capítulo 9.

Ahora, estamos viendo quién es Jesucristo. Por eso Él podía decir: “Antes que Abraham fuese, yo soy.” (San Juan, capítulo 8, versos 56 al 58).

Y ahora, encontramos también aquí en Colosenses, capítulo 1, verso 12 en adelante, que nos dice:

“Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz (los santos en luz tienen una herencia: la herencia de Dios. Son herederos de Dios, son herederos de la Vida eterna);

el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo.”

Dios nos ha libertado del reino de las tinieblas, del reino del maligno, y nos ha colocado, nos ha trasladado del reino de las tinieblas al Reino de Jesucristo, el Reino de Su Hijo.

“En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.

Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.”

Y ahora, Él es el primero en todo, Él es el primogénito, por lo tanto el Heredero de los Cielos y de la Tierra; y no solamente eso, Él es el Unigénito; o sea, que de Él y a través de Él vinieron a existencia todas las cosas, toda la creación.

Y ahora, veamos, sigue diciendo:

“Porque en él fueron creadas todas las cosas…”

Eso es muy importante entenderlo. No es que apareció Cristo y habían aparecido otros personajes, o el Universo, sino que el Ángel del Pacto surgió, vino de Dios, salió de Dios; y de Dios a través del Ángel del Pacto salió, surgió toda la creación. Él es el primero en todo, y a través de Él fue que Dios creó todas las cosas; por eso es el Unigénito.

Y ahora, podemos ver por qué dice:

“Porque en él fueron creadas todas las cosas…”

Para que lo entiendan más claro en una ocasión Jesús dijo en San Juan, capítulo 12, verso 24:

“…si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.”

Cristo está representado en el grano de trigo, por lo cual Él tenía que morir para que pudieran surgir a la Vida eterna muchos granos de trigo, o sea, muchos hijos e hijas de Dios, lo cuales estaban en Cristo.

Así como en un grano de trigo está una planta de trigo con muchos granos de trigo. Y cualquier persona mira el grano de trigo, y dice: “Yo no veo nada,” pero si un agricultor mira, puede decir: “Yo si veo una planta de trigo con muchos granos de trigo, y aún veo más: veo esas plantas de trigo con muchos granos de trigo, que luego al producirse esos granos de trigo van a ser cosechados, y van a ser sembrados y van a surgir más plantas de trigo con millones de granos de trigo.” Y puede ver una cosecha de millones de granos de trigo, puede ver una siembra también que llene un país completo o muchos países. Y todo surgiendo de un solo grano de trigo. Así es el Cristianismo. Todo estaba en Cristo y de Cristo es que han surgido todos los creyentes en Cristo. Los cristianos vienen de Cristo.

Y ahora, encontramos que son esos granos de trigo que tienen la promesa para el fin del tiempo, en donde serán recogidos para ser colocados en el alfolí de Dios.

Ahora, veamos a continuación el pasaje que estamos leyendo, dice:

“Porque en él fueron creadas todas las cosas (no solamente los seres humanos, sino el Universo completo), las que hay en los cielos y las que hay en la tierra (¿ve?), visibles e invisibles…”

Porque hay un mundo visible y hay un mundo invisible. El invisible fue primero. La Escritura dice en Hebreos, capítulo 11: “Lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.” Así que, dice:

“…visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.”

Hay potestades, principados, arcángeles con multitud de ángeles. Esos arcángeles tienen el principado, son los Príncipes de esas multitudes de ángeles; por eso nos habla del Arcángel Miguel y lo muestra como Príncipe o principal, el cual está de parte del pueblo hebreo. Recuerden que las naciones dicen: “Nosotros tenemos como protector al arcángel tal, o a tal persona, tal personaje.” El ángel guardián de Israel es el Arcángel Miguel. Cualquier nación quisiera tener un ángel guardián como el Arcángel Miguel con todo Su ejército.

Ahora, podemos tener una expliación más clara del porqué hay tantas naciones que llevan cientos y miles de años, y no han logrado llegar a ser del primer mundo. Israel nació en el año 1948 como un Estado libre y soberano, y es de primer mundo. Hay algo invisible en favor del pueblo hebreo, y eso es el Arcángel Miguel con todo Su ejército.

Y también hay una bendición y una maldición con relación a la forma de ver y tratar al pueblo hebreo las demás naciones, y los individuos. Dice: “El que te bendiga, será bendito; y el que te maldiga, será maldito.”

Así que es una bendición grande bendecir Israel, orar por la paz de Israel, orar por la paz de Jerusalén, y respaldar a Israel en todas las formas posibles, buscando la paz de Jerusalén, para que de ahí se extienda la paz para todo el Medio Oriente y para todas las naciones. El que no pueda bendecir a Israel, no puede ayudar a Israel. Tampoco que lo maldiga, tampoco que lo critique, tampoco que se ponga en contra; pues nadie quiere maldición para sí.

Sigue diciendo… hablando de Cristo, dice:

“Y él es antes de todas las cosas (antes de toda la creación, Jesucristo es), y todas las cosas en él subsisten (Él es el que le da continuidad de existencia de vida);

y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;

por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud.”

Toda la plenitud de Dios habitó en Cristo: Padre, Hijo y Espíritu Santo, todo estaba allí presente en la persona de Jesucristo en medio del pueblo hebreo.

“Y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.

Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado

en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él.”

Aquí podemos ver que la Venida y muerte de Cristo en la Cruz del Calvario tuvo un propósito: fue para ser perdonados y limpios de todo pecado, y reconciliados con Dios. Fue para llevar a cabo esa Obra de Redención, para que así todo ser humano tenga el Sacrificio de Expiación por sus pecados.

Ahora, continuamos con la Escritura que estábamos leyendo hace unos minutos, de Primera de Corintios, pues nos detuvimos en el verso 51 (lo vamos a leer de nuevo para refrescar la memoria):

“He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados…”

La promesa es que vamos a ser transformados y vamos a tener un cuerpo eterno, un cuerpo inmortal, un cuerpo joven y glorificado como el cuerpo glorificado de Jesucristo.

“…en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta…”

Y ahora, aquí nos está diciendo San Pablo cuándo va a ser. Y Cristo había dicho que será en el Día Postrero que Él va a resucitar a los muertos creyentes en Él. Por lo tanto, la gran Trompeta o la final Trompeta va a estar sonando en el Día Postrero, que es el séptimo milenio de Adán hacia acá.

“…porque se tocará la trompeta…”

Y por lo tanto va a haber alguien que la va a sonar: la Trompeta del año del jubileo, que es la predicación del Evangelio del Reino en el Día Postrero; pues Cristo dijo en San Mateo, capítulo 24, verso 14:

“Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”

El Evangelio que Cristo predicaba, y Juan el Bautista, era el Evangelio del Reino. Pero cuando fue rechazado Jesús, fue rechazado el Reino; y allí cuando Cristo fue crucificado se detuvo la semana número setenta en la mitad.

Recuerden que cada semana de esas setenta semanas de la profecía de Daniel, capítulo 9, cada semana corresponde a siete años, son semanas de años. Siendo setenta semanas son cuatrocientos noventa años, y el Mesías Príncipe tenía que venir; y en la semana número setenta, o sea, después de siete semanas de años y sesenta y nueve semanas de años, como lo dice aquí la profecía dada por el Arcángel Gabriel al profeta Daniel. Vamos a leerla para tengamos el cuadro claro, capítulo 9, verso 21 en adelante, dice:

“Aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel…”

Vean, el varón Gabriel, el Ángel Gabriel, es un hombre un varón de otra dimensión, de la dimensión de los espíritus de Dios.

“…a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde.

Y me hizo entender, y habló conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento.”

Este Ángel conoce los misterios de Dios, tiene acceso al Libro de la verdad, y es un maestro, viene para darle sabiduría y entendimiento al profeta Daniel. Así que con lo que le va a explicar y le va a abrir también el entendimiento, la mente, a todas estas cosas que van a suceder, Daniel va a obtener una sabiduría y un entendimiento de cosas que los seres humanos no comprendían. Va a entender un Programa Divino que Dios estará llevando a cabo con el pueblo hebreo. Dice:

“Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado…”

Un ángel decirle a una persona: “Tú eres muy amado,” ¿amado dónde? En el Cielo. Amado por Dios, amado por los ángeles, amado por todas las huestes celestiales. Y ahora el viene para enseñarle (un maestro de las cosas de Dios, de la ciencia de Dios es este Ángel Gabriel):

“…entiende, pues, la orden, y entiende la visión.

Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad (o sea, sobre Jerusalén y sobre su pueblo, el pueblo judío, el pueblo hebreo), para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.

Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas…”

Siete semanas y sesenta y dos semanas de años, vean, sesenta y nueve semanas en total son cuatrocientos ochenta y tres años. Tenían que transcurrir cuatrocientos ochenta y tres años hasta que el Mesías Príncipe se presentara en Su ministerio terrenal.

“Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos.

Y después de las sesenta y dos semanas…”

Y antes de las sesenta y dos transcurren siete, que en total son sesenta y nueve, después de esas sesenta y dos semanas, (añadiéndoles las siete primeras) se quitará la vida del Mesías. Por lo tanto, se quitará la vida del Mesías en la semana, ¿cuál? Número setenta.

Él comenzó Su ministerio en la semana número setenta, y a la mitad de esa semana, que son tres años y medio, porque la semana completa tiene siete años (son semanas… es una semana de años); a la mitad de la semana, a los tres años y medio de ministerio, Cristo murió en la Cruz del Calvario. Y ahí se detuvo la semana número setenta, porque son semanas de años de trato de Dios con el pueblo hebreo.

Ahí se detuvo, y luego más adelante, se abrió la Dispensación de la Gracia y comenzó con los judíos y luego pasó a gentiles bajo la predicación del Evangelio de la Gracia; y así la Dispensación de la Gracia ha impactado a todas las naciones bajo la Tierra. Para lo cual Cristo les dijo:

“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Tan simple como eso. [San Marcos 16:15-16].

Y ahora, le quedan tres años y medio al pueblo hebreo de trato con Dios bajo el programa de las setenta semanas, le queda la mitad de la semana número setenta; y esa cantidad de años corresponde al tiempo llamado “la gran tribulación,” en donde Dios juzgará a todas las naciones, y vendrá el juicio divino sobre todas las naciones, sobre el reino de los gentiles, que fue representado en la estatua que vio el rey Nabucodonosor, y que luego la vio el profeta Daniel, y se la interpretó: que tenía la cabeza de oro representando a Nabucodonosor y su imperio; el pecho y los brazos de plata, representando por el imperio medopersa; y el vientre y los muslos de bronce representado al imperio griego; y las piernas de hierro y los pies hierro y de barro cocido (las piernas de hierro del imperio romano).

Y luego que el imperio romano cayó, luego pasó a la etapa de los pies de hierro y de barro cocido, que es la etapa en la cual todavía está viviendo la humanidad bajo el reino de los gentiles.

En el tiempo de las piernas de hierro, el imperio romano, fue que Cristo apareció en la Tierra dos mil años atrás, y ese imperio fue el que crucificó a Cristo por medio de su ejército, a petición de líderes religiosos del Judaísmo que no estaban de acuerdo con Cristo, y aun el sumo sacerdote era colocado por el emperador, y no era realmente una persona como lo era Aarón, y los hijos o hijo de Aarón; o sea, que era un hombre puesto por el imperio romano, por el gobierno romano, que tenía que responder a todo lo que el imperio romano le imponía.

Así que, podemos ver que para ese tiempo hubo algo allí en el orden sacerdotal que no estaba bien, pero todo obra para bien; tenía que el Mesías morir para que nosotros podamos vivir eternamente, y para que Israel pueda existir y pueda tener una restauración del Reino de David que será la restauración del Reino de Dios en la Tierra.

Ahora, podemos ver que estamos ya llegando a los últimos tres años y medio de las setenta semanas de la profecía de Daniel. Este tiempo será en el cual Dios va a tratar con el pueblo hebreo, y por consiguiente va a concluir Su trato con y entre los gentiles; va a completar Su Iglesia, va a resucitar a los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados, y va a transformar los que estén vivos en la Tierra. Dice [Primera de Corintios 15:52]:

“…a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.

Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.

Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.”

Y ya de ahí en adelante no habrá muerte para los creyentes en Cristo que van a estar con cuerpos eternos, cuerpos glorificados como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. El cuerpo glorificado que tiene Cristo ya no puede morir más, no puede morir, está glorificado para toda la eternidad.

Y ahora, marcará el tiempo final, marcará el Día Postrero, marcará el fin del tiempo o fin del siglo, lo que Cristo dijo que estaría aconteciendo. Cuando dijo: “Así será en el fin del siglo, enviará el Hijo del Hombre a Sus ángeles.” Y ahora vamos a ver con más detalles estos ángeles de los cuales Cristo habló en diferentes ocasiones. San Mateo, capítulo 24, versos 30 al 31, dice:

“Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo…”

Así como hubo una señal en el Cielo cuando Jesús nació, habrá una señal en el Cielo para la Venida del Hijo del Hombre.

“…y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.

Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.”

Estos ángeles son los dos Olivos de Zacarías, capítulo 4, verso 1 al 14; y Apocalipsis, capítulo 11, versos 3 en adelante (3 al 14). Son los ministerios de Moisés y Elías repitiéndose en el Día Postrero para llevar a cabo la cosecha. Dice que “enviará a Sus Ángeles con gran Voz de Trompeta y juntarán a Sus escogidos.” Esos escogidos ahí, son los judíos, los hebreos que van ser llamados y juntados en el Día Postrero, y que aparecen en el capítulo 7 de Apocalipsis, el cual vamos a leer para que tengamos el cuadro claro de lo que estará pasando en este tiempo en el cual nos ha tocado vivir. Dice Apocalipsis, capítulo 7, versos 1 en adelante:

“Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol.”

Soplar viento sobre la Tierra es guerra. Para que no surgiera una tercera guerra mundial antes de tiempo están esos Ángeles deteniendo los vientos, los ejércitos y sus naciones.

“Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo (el Sello del Dios vivo es el Espíritu Santo: ‘…y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.’Efesios 4:30)…”

Será un hombre, un profeta que Dios va a levantar para llamar y juntar las doce tribus de Israel.

“…y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar,

diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios.

Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel.”

Ese es el Ángel que viene con la gran Voz de Trompeta, de la cual Cristo dijo: “Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de un extremo del cielo hasta el otro (o de un extremo de la Tierra hasta el otro).”

Ese es el mensajero de Israel que viene con el Sello del Dios vivo, viene con el Espíritu Santo, viene con el Ángel del Pacto en Él manifestándose, para hacer ese llamado final. ¿Con qué lo hace? Con el mensaje de la gran Voz de Trompeta, con el mensaje de la Trompeta final, el mensaje de la Trompeta del año del jubileo, el mensaje del Evangelio del Reino. Dice, luego Apocalipsis capítulo 14, verso 1 en adelante:

“Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sión, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente.”

Ya ahí están llamados y juntados, y con el conocimiento del Nombre del Cordero y del Nombre del Padre escrito en la frente, o sea, con el conocimiento ya en sus mentes del Nombre del Señor y el Nombre del Padre. Todo esto está prometido para este tiempo final, en donde la señal del fin del siglo estará siendo vista cuando vean al Ángel, al Mensajero (ángel significa: “mensajero”)… al Mensajero de Israel, el Mensajero enviado a Israel, que viene con el sello del Dios vivo; Él viene con el Espíritu Santo en Él.

El mismo Espíritu que estuvo en los profetas del Antiguo Testamento, el mismo Espíritu que estuvo en Jesús, el mismo Espíritu que estuvo en los apóstoles, el mismo Espíritu que estuvo en los mensajeros de cada edad, ese mismo Espíritu estará en ese Mensajero a Israel; y estará con el mensaje de la gran Voz de Trompeta, que es el mensaje del Evangelio del Reino. Por eso es que San Pedro hablándonos en el libro de los Hechos, nos dice que es necesario que el Cielo retenga a Cristo hasta cierto tiempo. Dice, capítulo 3, verso 19 en adelante, dice:

“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,

y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado;

a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.”

¿Hasta cuándo el Cielo tiene que retener a Cristo? Hasta que llegue el tiempo de la restauración de todas las cosas: la restauración de los miembros de la Iglesia de Jesucristo a la Vida eterna física, porque ya tienen vida eterna espiritual, pero le falta la Vida eterna física, para lo cual recibieran un cuerpo fisco, eterno, glorificado. Para la restauración – tiempo para la restauración de las tribus perdidas; tiempo de la restauración de las doce tribus siendo restauradas, juntadas. La restauración también – tiempo para la restauración del Reino de Dios en la Tierra, que será la restauración del Reino de David. Para la restauración de todas las cosas será el tiempo de la Venida del Señor. Y Cristo dijo: “Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles y entonces pagará a cada uno según sean sus obras.” [San Mateo 16:27].

Así que la Venida del Hijo del Hombre, la Venida del Señor es con Sus Ángeles como fue mostrada en el Monte de la Transfiguración en San Mateo, capítulo 17, versos 1 al 9, en donde aparecieron, a cada lado de Jesús, dos personajes que ya habían ministrado en la Tierra, los cuales fueron Moisés y Elías. Ese es el Orden de la Venida del Señor para el Día Postrero.

Estarán en la Tierra nuevamente los ministerios de Moisés y de Elías operando; esos son los ministerios de los Ángeles del Hijo del Hombre enviados para llamar y juntar a los escogidos, llamar y juntar a las doce tribus de Israel, todos los miembros de las doce tribus de Israel. Y son enviados esos ministerios con gran Voz de Trompeta, o sea, con el mensaje del Evangelio del Reino, ¿para qué? Para la restauración del Reino.

Y ahora, cuando Jesús, Pedro, Jacobo y Juan bajan del Monte de la Transfiguración, se encuentran que los otros discípulos tienen un problema grande en la parte de abajo del monte, en donde un padre de familia trae a su hijo, que era atormentando por un espíritu epiléptico, y le pide a Sus discípulos que echen fuera ese espíritu, y ellos no pudieron.

Y entonces el padre de familia viene a Jesús y le habla del problema de su hijo, y que lo trajo a Sus discípulos y ellos no pudieron echar fuera ese espíritu malo, y ahora le pide a Jesús que lo ayude. Y le dice Jesús: “Si puedes creer, todo es posible para el que cree.” El hombre le dice: “Si creo, ayuda mi fe, ayuda mi incredulidad.” Y Jesús reprendió ese espíritu malo, que es la clase de espíritu malo, peor de todos, el de epilepsia, y quedó libre el joven y feliz su padre; porque hay felicidad para los padres cuando sus hijos que están enfermos, son sanados. Todos los padres queremos que nuestros hijos estén en buena salud.

Ahora, cuando ya fue hecho ese milagro, dice la Escritura que se acercaron a Jesús Sus discípulos, en el capítulo 17, verso 10 al 13 de San Mateo, dice… Corrijo: fue antes de echar fuera el espíritu malo, pues cuando estaban bajando del monte, al bajar del monte, dice verso 9:

“Cuando descendieron del monte, Jesús les mandó, diciendo: No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos.

Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?”

Estaban viendo a Elías con Moisés en el Monte de la Trasfiguración al lado de Jesús.

“Respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas.”

Aquí Jesús está hablando de la restauración de todas las cosas, está hablando de acuerdo a lo que dice el profeta Malaquías (esto está aquí en Malaquías). Jesús no podía salirse de lo que ya estaba anunciado; pues Él mismo estando en Su cuerpo angelical, y por medio de Él mismo fue que Él le habló estas cosas al profeta Malaquías y a través de Malaquías las habló al pueblo.

Vean aquí, nos dice Malaquías, capítulo 4, verso 2 en adelante:

“Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación (esa es la Venida del Señor); y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada.

Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo actúe, ha dicho Jehová de los ejércitos.”

Durante el Reino milenial los hijos e hijas de Dios caminarán sobre las cenizas de los malos, porque estarán muertos, quemados, serán ceniza y caminaremos sobre las cenizas de los que morirán durante la gran tribulación.

“Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel.

He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible.”

O sea, que antes de comenzar la gran tribulación estará Elías, el profeta, en la Tierra; por eso es que el pueblo hebreo; por eso es que los judíos no creen a los predicadores del Cristianismo, sino que ellos están esperando un hombre en el cual estará el ministerio del profeta Elías, y el cual estará proclamando la paz imperecedera; y ese profeta estará bien fundamento en la Escritura; ellos lo van a conocer. Él es el único que va a saber cómo predicarles, cómo hablarle a los judíos. Y él es el único que sabrá cómo anunciarles la forma en que Israel, Jerusalén la capital, va a tener la paz y de ahí va a salir para todas las naciones.

Él aparecerá antes que venga “el día de Jehová grande y terrible,” o sea, antes que llegue la gran tribulación. Elías pertenecía a las tribus del Norte, que son llamadas las tribus perdidas. Vigilen, porque por ahí… porque están esparcidas por el mundo entero, y a él es que le toca recoger esas tribus perdidas y unificarlas con las otras dos tribus: la tribu de Judá y la tribu de Benjamín. Lo cual representó el profeta Elías cuando para el reto que se efectuó en el monte Carmelo buscó doce piedras, representando con cada piedra a cada tribu, y restauró el altar que estaba arruinado.

Ahí tenemos en tipología, la restauración de las tribus perdidas, y la unión de las tribus perdidas con las dos tribus: la tribu de Judá y la tribu de Benjamín; o sea, el reino de Norte, reino de Israel o reino de Efraín, siendo juntado con el reino de Judá para esa restauración, para poder ser restaurado el Reino de David en la Tierra. Dice:

“Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.”

O sea, que antes de Dios herir la Tierra con la maldición que está señalada, el juicio divino cayendo sobre la humanidad, antes de eso, enviará Elías.

Ahora, el ministerio de Elías ha estado otras veces aquí en la Tierra: en Elías Tisbita, se repitió en Eliseo, se repitió en Juan el Bautista y se repitió en el reverendo William Branham. Ya cuatro veces el ministerio de Elías se ha estado manifestando en la Tierra; y estará por quinta ocasión, y estará acompañado con el ministerio de Moisés; por lo tanto será la ocasión más grande de la manifestación del ministerio de Elías junto al ministerio de Moisés.

Así que, todo esto está señalado para el tiempo de la restauración de todas las cosas, y Elías vendrá para restaurar todas las cosas, dijo Jesús.

“A la verdad, Elías viene primero y restaurará todas las cosas.” [San Mateo 17:11].

Ese Elías que por quinta ocasión… en el cual por quinta ocasión estará el ministerio de Elías manifestado, estará ligado al pueblo hebreo. Será el que Dios usará para bendición del pueblo hebreo. En palabras más claras: ese es el Elías que Israel está esperando. El Elías que vendrá proclamando la paz imperecedera, la cual solamente surgirá en el Reino del Mesías.

Así que él conocerá todo el mecanismo relacionado a la paz permanente para el pueblo hebreo, y la restauración del Reino de David en este planeta Tierra. Sin ese Mensajero, Israel no sabe qué hacer, y mucho menos el Cristianismo.

Ese mensajero tendrá de parte de Dios la comisión correspondiente al Día Postrero para la restauración de las tribus perdidas que escucharán la Voz de Dios, la gran Voz de Trompeta, la Trompeta final, y responderán a ese llamado. Eso está aquí en Isaías, capítulo 27, verso 12 en adelante, dice:

“Acontecerá en aquel día, que trillará Jehová desde el río Eúfrates hasta el torrente de Egipto, y vosotros, hijos de Israel, seréis reunidos uno a uno.

Acontecerá también en aquel día, que se tocará con gran trompeta, y vendrán los que habían sido esparcidos en la tierra de Asiria, y los que habían sido desterrados a Egipto, y adorarán a Jehová en el monte santo, en Jerusalén.”

El recogimiento de las tribus perdidas es por medio de esta gran Trompeta que será tocada, lo cual será la proclama del Evangelio, de las buenas nuevas de Reino de Dios lo cual será la restauración y para la restauración del Reino de David en la Tierra.

Y ahora, todo eso está ligado a la Venida del Señor con Sus ángeles para la gran cosecha del fin del tiempo.

Antes se llevará a cabo la cosecha de los creyentes en Cristo, de los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo, los cuales cuando estén viendo, ya resplandeciendo el sol por el Este, por Israel… aunque no vean el sol todavía, recuerden que hay una claridad siempre por el Este cuando ya va a amanecer. Cuando estén viendo esa claridad, cuando estén viendo ese acercamiento, cuando estén viendo ustedes que los judíos le pegan la vista a un hombre que tendrá un ministerio y que estará proclamando la paz imperecedera, recuerden: está por amanecer para Israel.

Como le dijo el Ángel que le apareció a Jacob en el capítulo 32, versos 24 al 32 del Génesis, del cual Jacob se agarró, lo cual es tipo y figura de lo que va a pasar en este tiempo final. Y el Ángel le decía: “Suéltame que raya el alba,” estaba rayando, ya estaba viéndose la claridad por el Éste, y el Ángel tenía que irse; como tendrá que irse ese Ángel que viene con el sello del Dios vivo, que es el Elías en su quinta manifestación, que viene para llamar y juntar las tribus de Israel.

Buscar, llamar y juntar, las tribus perdidas con la tribu de Judá y la tribu de Benjamín; en palabras más claras: juntar el reino del Norte con el reino del Sur, para la restauración del Reino de David o Reino de Dios en la Tierra.

Estamos en un tiempo muy importante que por la elección divina nos ha tocado a nosotros vivir. Este es el tiempo más importante de la historia de la raza humana, este es el tiempo en que muchos seres humanos obtendrán la inmortalidad física; y eso sí que es un evento grande.

Y para los que ya tienen bastante edad y estén vivos en esos momento y sean transformados, para ellos tiene mucho pero que mucho más valor, más importancia; y para mí también, ¿y para quién más? Para cada uno de ustedes también.

Estamos en un tiempo en que Cristo por medio de Su Espíritu Santo en el Día Postrero, bajo el mensaje del Día Postrero, está llamando y juntando a todos los escogidos que faltan por venir a los Pies de Cristo y venir a formar parte de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Cristo está completando Su Iglesia. Yo escuché Su Voz y lo recibí, y Él me colocó en Su Cuerpo Místico de creyentes, que es Su Iglesia, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también.

Si falta alguno por venir a los Pies de Cristo, puede hacerlo en estos momentos y estaremos orando por usted, para que Cristo le reciba en Su Reino, para lo cual puede pasar aquí al frente; si hay alguna persona aquí o en las demás naciones que están conectados poro el satélite Amazonas o por internet, pueden venir a los Pies de Cristo para orar por ustedes.

Vamos a pedirle a los que están en las cámaras que nos indiquen en los demás países cuando estén listos para la oración por los que están viniendo a los Pies de Cristo. Vamos a pedirle que nos den una imagen, si es posible, de Villahermosa o de Venezuela, o de algún país; de Chile también. Los que sí es posible conectarse, y también por teléfono que nos digan cuando estén listos allá para la oración por todos los que están viniendo a los Pies de Cristo en los diferentes lugares.

Acá todos son creyentes, y si hay alguno que todavía no ha recibido a Cristo, tiene la oportunidad de recibirlo en estos momentos.

La bendición más grande que un ser humano tiene es recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, y es la única esperanza de Vida eterna. No hay otra forma en que el ser humano pueda obtener la Vida eterna y la inmortalidad física. Cuando Cristo resucite a los muertos creyentes en Él en cuerpos eternos y a los que estén vivos los transforme, para eso tienen que ser personas creyentes en Cristo, para poder recibir esa o esas bendiciones.

Nos pueden avisar por teléfono desde Chile y de Villahermosa también, y de cualquier otro lugar para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Cristo tiene mucho pueblo aquí en San Antonio, Texas, y en todas las naciones también, y los está llamando en este tiempo final, los está colocando en Su Redil, que es Su Iglesia; los está colocando en Su Cuerpo Místico de creyentes.

Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión. Los que están en otras naciones también puestos en pie; y ahora con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, y nuestros ojos cerrados, repitan conmigo esta oración los que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión.

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón. Creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados. Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y produzcas en mí el nuevo nacimiento. Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir Contigo por toda la eternidad. Sálvame, Señor, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.

Con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado. Y ahora, pueden ser bautizados en la iglesia, ya que aquí no tienen bautisterios, pueden ser bautizados en la Iglesia cuando tengan la primera oportunidad.

En Chile están aquí reunidos también, en las demás naciones, Chile y las demás naciones, pueden ser bautizados en estos momentos. Y que Cristo los bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.

El agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado. En el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección; cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; cuando la persona es sumergida en las aguas bautismales por el ministro, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando el ministro lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.

El bautismo en agua ha estado siendo efectuado desde la antigüedad. Juan el Bautista predicaba y bautizaba a las personas en el Jordán. Aun el mismo Jesucristo fue donde Juan estaba predicando y bautizando, entró a las aguas para que Juan lo bautizara. Y Juan le dijo: “Yo necesito ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí para que yo te bautice?” Cristo le dice: “Deja (o sea, no discutas), nos conviene cumplir toda justicia,” y entonces Juan lo bautizó.

En estos días que estábamos en Jerusalén fuimos también al lugar donde Juan bautizó a Jesús. Si Jesús, para cumplir toda justicia, fue necesario que fuera bautizado, cuánto más nosotros; por lo tanto nos conviene cumplir toda justicia.

Bien pueden ser bautizados en agua en estos momentos. Y que Cristo los bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. Ustedes que están en otras naciones y tienen allí las facilidades de los bautisterios para ser bautizados en estos momentos. Y ustedes que están aquí presentes pueden ser bautizados en la iglesia, el auditorio o congregación donde tienen los bautisterios, ya que aquí no hay bautisterios disponibles. Y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo.

También nos continuaremos viendo esta tarde, en la actividad que ya está programada, la cual le van a reiterar la invitación para estar en ella (la persona que a continuación estaré dejando aquí). Y en cada país estaré dejando a la persona correspondiente para que le indique a las personas que recibieron a Cristo hacia dónde dirigirse para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Que Dios les bendiga a todos y les guarde, y continúen pasando una tarde llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador. Dejo con ustedes al reverendo Jacobo Charnichard con ustedes; Jacobo es Santiago y es Israel también.

Bueno, que Dios les bendiga y les guarde, y nos veremos en la tarde, Dios mediante.

“LA VENIDA DEL SEÑOR Y LA GRAN COSECHA DEL FIN DEL TIEMPO.”

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