Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones. Un saludo muy especial para el misionero, doctor Miguel Bermúdez Marín y también para el doctor Salomón Cunha y la doctora Kélita Machado; es una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Aprecio y agradezco mucho el respaldo que le están dando al proyecto de la gran Carpa-Catedral y también a AMISRAEL. Como les fue anunciado, esta tarde estaré en Orizaba a las 5:00 de la tarde, en un culto, una actividad en la Iglesia allá del reverendo Mayorga, y también el lunes, mañana lunes a las 5:00 de la tarde estaremos en Orizaba también en una marcha por la paz, y todos los Agentes de la Paz también van a estar allá, tanto de Orizaba como de otras ciudades de la República Mexicana. Les esperamos allá a todos los que han de viajar hasta Orizaba.
Para esta ocasión leemos en San Juan, capítulo 10, verso 7 en adelante, y dice de la siguiente manera:
“Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas.
Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas.
Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.
Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa.
Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas.
Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,
así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.
También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.
Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.
Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
“JESUCRISTO, LA PUERTA: EL ÚNICO Y SUFICIENTE SALVADOR.”
En este pasaje que hemos leído, encontramos a Cristo presentándose como la puerta del redil de las ovejas y mostrándonos que el que entra por esa puerta será salvo. Él también en San Mateo, nos dijo de la siguiente manera, en San Mateo, capítulo 7, verso 13 al 14.
“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella;
porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.”
Hay una puerta y un camino que lleva a la Vida eterna: una puerta por donde hay que entrar y un camino por donde hay que andar. En San Juan, capítulo 14, verso 6, Cristo dijo:
“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”
Él es la puerta por donde hay que entrar para ser parte del redil del Señor, de las ovejas del Señor, y Él es el camino por donde tienen que andar esas ovejas, donde tienen que ser pastoreadas esas ovejas. El camino que las lleva a Dios y por consiguiente a la Vida eterna.
“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” Dice Jesucristo nuestro Salvador hablando de Sí mismo.
Todo ser humano quiere llegar a Dios, todo ser humano quiere llegar a la Vida eterna, obtener la Vida eterna, obtener la inmortalidad, pues todos estamos conscientes de que tenemos vida, pero esta vida es temporera, y deseamos una vida que sea eterna, la cual nuestros padres no pudieron darnos, porque ellos heredaron vida temporera que fue lo que Adán y Eva dejaron a la raza humana, a su descendencia.
Pero gracias a Dios por esta vida aunque sea temporera, porque nos da la oportunidad de echar mano de la Vida eterna a través del segundo Adán, Jesucristo nuestro Salvador. Jesucristo es el único y suficiente Salvador para todo ser humano. Él dijo: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” (San Lucas, capítulo 19, verso 10).
Y eso nos habla de seres humanos, de almas de Dios, representados en ovejas en la lectura que tuvimos al principio, y también hablando de este mismo tema del Hijo del Hombre viniendo a buscar y salvar lo que se había perdido, nos dice Cristo en San Mateo, capítulo 18, verso 11 al 14:
“Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.”
¿Qué se había perdido? Esas almas de Dios, esas ovejas de Dios, esas almas que tenían que venir a la Tierra para vivir en cuerpos de carne; pero cuando Adán y Eva pecaron, ahí se perdió la humanidad porque ahí murió toda la raza humana que viviría en esta Tierra y que estaba representada en Adán y que vendrían por medio de Adán y Eva.
O sea, que el primer crimen que se llevó a cabo en la Tierra y el más grande, o el segundo más grande fue en el Huerto del Edén, allá cuando el diablo a través de la serpiente mató a Adán, no físicamente con un cuchillo o algo, sino cuando lo hizo pecar, porque la paga del pecado es muerte, y el diablo fue el que pecó al principio e introdujo el pecado en el Huerto del Edén, y con el pecado mató a Adán y a Eva, les quitó la Vida eterna que ellos tenían, por lo tanto, fue el crimen al nivel más alto que se haya llevado a cabo. Aunque si observamos la muerte de Cristo, Cristo no murió a la Vida eterna, Adán si murió a la Vida eterna.
Ahora, al morir Adán a la Vida eterna y Eva también, los cuales estaban en una etapa de prueba, todavía no habían sido adoptados, todavía no habían sido glorificados, encontramos que la raza humana allí murió con Adán y Eva, ¿y cómo puede ser posible que la raza humana que todavía estaba comenzando, muriera allá cuando Adán y Eva murieron? Como una semilla de algún árbol o de lo que sea, si es contaminada con alguna plaga esa semilla, ahí todo el fruto, los árboles que vendrán de esa semilla y el fruto que vendrá de esa semilla y de esos árboles, será un fruto contaminado.
Así también encontramos que sucedió en el caso de Adán y Eva, la raza humana fue contaminada con el pecado y como resultado la muerte, cuando pecó Adán y Eva, cuando el diablo, Satanás, los hizo pecar, allí les quitó la Vida eterna, y por consiguiente la descendencia de Adán y Eva vendría a la Tierra sin Vida eterna, solamente con una vida temporera que se le acabaría en cierto tiempo.
Pero encontramos que Adán y Eva vinieron a heredar una vida temporera que es la que Satanás, el diablo tiene, porque él va a dejar de existir juntamente con todo su ejército. O sea, que el diablo como no va a vivir eternamente, va a morir juntamente con todo su hueste, juntamente con todos los miembros de su reino, él tampoco quiere que otras personas vivan eternamente.
Pero Dios envió a Jesucristo al mundo, al Segundo Adán, le dio las ovejas, el Padre le dio Sus ovejas para que las busque y les dé Vida eterna. O sea, todas esas personas que están en Dios y vendrían de Dios como Jesucristo vino de Dios, pues estaba en Dios, y por consiguiente en Cristo estaban todas esas ovejas. Todas esas personas estaban en Cristo y por consiguiente vienen de donde Cristo vino: del Cielo, del Padre celestial, y por esa causa es que pueden ser redimidas, pueden volver a la Vida eterna porque vinieron de la eternidad, vinieron de Dios y Cristo las regresa a Dios y por consiguiente las regresa a la Vida eterna y al Reino eterno de Dios.
Esas personas mencionadas por Cristo como las ovejas del padre que le han sido dadas a Él para que las busque y les dé Vida eterna, están escritas en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, son los descendientes de Dios, los hijos e hijas de Dios que Él tendría, manifestaría y tendría compañerismo con ellos, esa es la familia de Dios, la descendencia de Dios, y por consiguiente los miembros de la realeza del Reino divino.
Por eso cuando nos habla en Apocalipsis, capítulo 1, versos 5 al 6 y Apocalipsis, capítulo 5, versos 8 al 11 y Apocalipsis, capítulo 20, versos 4 al 6, de que Jesucristo con Su Sangre nos ha limpiado de todo pecado y nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes y reinaremos con Él, nos está mostrando que Él nos ha restaurado al Reino de Dios, y en ese Reino nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes, ¿por qué? Porque los descendientes de un rey, son príncipes y princesas, y son los miembros de la realeza, y por consiguiente son los miembros del gabinete del Reino de Dios.
Por eso es que Dios envió a Jesucristo por Su amor tan grande hacia esas personas, hacia esas ovejas que dice:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito , para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
Esas ovejas son las que escucharían la Voz de Cristo, creerían en Cristo y lo recibirían como su único y suficiente Salvador, para esas personas Jesucristo es el único y suficiente Salvador, para esas personas Jesucristo es la puerta del Reino de Dios, la puerta del redil del Señor, para esas personas Jesucristo es el todo, es Su Redentor, Su Salvador. Continuamos aquí leyendo en San Mateo, capítulo 18, ya leímos el verso 11, continuamos ahora al verso 12 al 14. Sigue diciendo:
“¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado?
Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se descarriaron.
Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.”
No es la voluntad de Dios, el Padre que se pierda una de estas ovejas del Padre que le han sido dadas a Cristo para que las busque y les dé Vida eterna. Por eso es que le han sido dadas a Cristo para que las busque y les dé Vida eterna, porque no es la voluntad del Padre celestial que se pierdan, y si no es la voluntad de Él que se pierdan, entonces tiene que proveer un camino de salvación, y abrir una puerta de entrada al Reino de Dios, de regreso a la casa del Padre celestial.
Cristo es la puerta del Reino de Dios, Cristo es la puerta del redil, y Él dice: “Yo soy la puerta, y el que por mí entrare, será salvo,” San Juan, capítulo 10, verso 9. Esa es la puerta de la cual Cristo dio las llaves a San Pedro en el capítulo 16 de San Mateo, las llaves del Reino de los Cielos, le dio a San Pedro, y si le da las llaves del Reino de los Cielos, tiene que haber una puerta, porque ¿para qué usted quiere unas llaves si no hay una cerradura de una puerta la cual tiene que ser abierta?
Por lo tanto, el Día de Pentecostés San Pedro abrió la puerta del Reino de los Cielos, abriendo el misterio de la Venida del Señor y Su muerte en la Cruz del Calvario, y el misterio de Cristo, de que Dios ha hecho a Jesús Señor y Cristo. En Cristo habitaba, habita y habitará eternamente la plenitud de Dios, ¿y qué significa esto? Padre, Hijo y Espíritu Santo moraba en Jesucristo, la plenitud de Dios moraba, mora y morará eternamente en Jesucristo, porque al Padre, a Dios, le agradó que en Él morase o morara la plenitud de la Deidad, de la Divinidad, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Este es el misterio de Dios el Padre y de Cristo, del cual nos habla San Pablo en Colosenses, capítulo 2, versos 2 al 3 y del cual Él dice que nosotros debemos conocer ese misterio, leemos Colosenses, capítulo 2, verso 2 al 3:
“Para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo,
en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.”
Estamos llamados a proseguir conociendo cada día más y más de Dios el Padre y de Cristo, de ese misterio de Dios el Padre y de Cristo, en donde están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.
O sea, que mientras más la persona obtiene conocimiento de Dios el Padre y de Cristo, más se llena de sabiduría y de conocimiento divino. La sabiduría, el conocimiento divino está más alto que el conocimiento y sabiduría terrenal, la ciencia de Dios está más alta que la ciencia de los hombres.
Y ahora, miren aquí para que tengamos un cuadro claro de quién es Jesucristo, el segundo Adán, a través del cual Dios está creando una nueva raza con Vida eterna, para lo cual tiene que nacer primero en otra dimensión con Vida eterna, como el segundo Adán que viene de otra dimensión, de la dimensión angelical, viene de Dios y tiene Su cuerpo angelical antes de venir a la Tierra en carne humana; antes de nacer el cuerpo de carne al cual le fue puesto por nombre Jesús, ya Cristo existía y existía desde antes de la fundación del mundo, por eso le dice a los judíos:
“Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.
Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? (o sea, le quieren decir: “Eso es imposible, estás mintiendo.” pero no estaba mintiendo, estaba diciendo la verdad)
Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.”
¿Cómo era Cristo antes de Abraham? Era el Ángel del Pacto, el Ángel de Dios, el cual le aparecía a los profetas y el cual era llamado un hombre, un varón, un hombre de otra dimensión; el Ángel del Pacto, el Ángel de Dios, ese es Cristo en Su cuerpo angelical, era antes que Abraham y era antes que Adán también.
Él vino del Cielo, de la eternidad, y regresó a eternidad, y está tan joven como cuando subió al Cielo, representa de 18 a 21 años, porque Su cuerpo fue glorificado, así será para todo creyente en Cristo nacido de nuevo de edades pasadas y también de nuestro tiempo; los muertos en Cristo van a resucitar en cuerpos glorificados igual al de Jesucristo, y los vivos en Cristo van a ser transformados y van a tener cuerpos jóvenes, eternos, inmortales y glorificados, como el cuerpo de Jesucristo. Esa es la bendición más grande que Cristo, nuestro único y suficiente Salvador, tiene para todos nosotros.
Pero antes de darnos el cuerpo físico glorificado, primero se requiere que la persona nazca del Agua y del Espíritu como dijo Cristo a Nicodemo en San Juan, capítulo 3, verso 1 al 6, nacer del Agua es nacer del Evangelio de Cristo, y nacer del Espíritu es nacer del Espíritu Santo, recibir el Espíritu Santo y por consiguiente la persona obtiene el nuevo nacimiento, entra al Reino de Dios, no hay otra forma para entrar al Reino de Dios, tiene que entrar por la puerta que es Cristo, que es lo que le muestra el Evangelio de Cristo a todos los seres humanos, recibiéndolo como Salvador, creyendo en Cristo, recibiéndolo como Salvador, siendo bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y luego Cristo bautizándolo con Espíritu Santo y Fuego y obteniendo así el nuevo nacimiento. Así nace del Cielo porque el bautismo del Espíritu Santo es del Cielo, y por consiguiente el nuevo nacimiento es del Cielo. Por eso San Pablo en Filipenses, capítulo 3, versos 20 al 21 dice:
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”
Él tiene el poder para transformar a todos los creyentes que estarán en la Tierra viviendo cuando Él resucite a los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados, nuestra ciudadanía dice que está en los Cielos, así como nuestra ciudadanía terrenal está en el país en donde nacimos, obtuvimos esa ciudadanía por nacer en ese país en el que hemos nacido, y podemos decir: “Mi ciudadanía terrenal está en el país tal.” Aunque haya obtenido otra ciudadanía, haya adoptado otra ciudadanía, pero la ciudadanía original es del país donde usted nació. Y por cuanto el nuevo nacimiento es del Cielo, nuestra ciudadanía como cristianos, como creyentes en Cristo es del Cielo, porque el nuevo nacimiento no es terrenal, es del Cielo.
Y ahora, ¿qué ha estado pasando en medio del Cristianismo? Una nueva raza ha estado siendo creada, y Dios ha estado dándole un cuerpo angelical a cada persona que lo recibe como Salvador, es bautizado en agua en Su Nombre y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce el nuevo nacimiento, y todos los que están en Cristo son una nueva criatura, una nueva creación, pertenecen a una nueva creación que Dios está llevando a cabo, de la cual Jesucristo es la cabeza y por medio de Jesucristo ha estado creando esa nueva raza que forma la Iglesia del Señor Jesucristo.
Es una nueva raza de inmortales, una nueva raza con cuerpos glorificados, pero primero les da el cuerpo angelical que es el Espíritu Santo que reciben todos los creyentes en Cristo. Recuerden que San *Pedro cuando estuvo preso fue libertado por el Ángel de Dios, fue sacado de la cárcel, pues lo iban a matar (Herodes), esa noche lo iban a sacar para ya en la mañana presentarlo al pueblo y hacer lo mismo que había hecho con otro de los apóstoles del Señor.
Pero todavía no había llegado el tiempo para San Pedro morir, pues Dios por medio de Cristo le había mostrado que sería crucificado, por lo tanto, no podía morir de otra forma, era en la forma en que Cristo se lo había mostrado.
Ahora (eso está en el capítulo 12 del libro de los Hechos), ya habían matado a Jacobo el hermano de Juan, uno de los tres que habían estado en el Monte de la Transfiguración (Jacobo hermano del apóstol Juan), ya Herodes lo había matado y luego pensaba matar a San Pedro, porque Herodes comenzó una persecución en contra de la Iglesia del Señor Jesucristo, y comenzó a matar los líderes de la Iglesia para parar ese movimiento, y eso, pues le gustaba a los judíos, eso le gustaba al concilio del sanedrín, que Herodes hiciera eso.
Cuando mató a Jacobo dice la Escritura que eso le agradó a los judíos, y esto es historia bíblica, no hay ningún propósito de herir al pueblo hebreo, pues ese como nación es el pueblo de Dios, y Dios tiene un plan con Israel. Dice el capítulo 12, verso 1 en adelante del libro de los Hechos:
“En aquel mismo tiempo el rey Herodes echó mano a algunos de la iglesia para maltratarles.
Y mató a espada a Jacobo, hermano de Juan.
Y viendo que esto había agradado a los judíos, procedió a prender también a Pedro. Eran entonces los días de los panes sin levadura.
Y habiéndole tomado preso, le puso en la cárcel, entregándole a cuatro grupos de cuatro soldados cada uno, para que le custodiasen; y se proponía sacarle al pueblo después de la pascua.”
Y sigue ahí la historia de lo que sucedió en la cárcel donde el Ángel de Dios entró, libertó a Pedro, las cadenas se cayeron de sus brazos, estaba encadenado a los guardias, y las puertas se fueron abriendo a medida que iba caminando con el Ángel del Señor hasta que salió con el Ángel a la calle, y allí el Ángel se fue y Pedro se dio cuenta que no era una visión, sino que era una realidad, estuvo viendo al Ángel de Dios.
Y ahora, cuando llega a la casa donde estaban orando por él, porque estaban orando fuertemente por San Pedro, la persecución era fuerte en contra de la Iglesia, toca a la puerta y una joven fue abrir la puerta llamada Rode, y cuando escucha que es Pedro, de gozo no abrió la puerta, sino que le dice a las personas que están allí orando: “Es Pedro,” le dicen: “Rode, estás loca, no es Pedro, es su ángel.”
Recuerden que el ángel es el cuerpo angelical de cada creyente en Cristo, cada creyente en Cristo tiene su ángel, su cuerpo angelical de la dimensión celestial. Por eso cuando muere un creyentes en Cristo, sigue viviendo en su cuerpo angelical en el Paraíso, y cuando ocurra la resurrección, ¿qué es lo que pasará? Esa persona con su cuerpo angelical recibirá un cuerpo físico glorificado, joven, eterno para continuar viviendo físicamente con un cuerpo físico, pero glorificado, igual al cuerpo glorificado de Cristo nuestro Salvador.
Así que, podemos ver la bendición tan grande para los creyentes en Cristo que Él tiene para manifestar en nuestras vidas, ya comenzó esa nueva creación, Cristo es la cabeza, el principio de la creación de Dios dice la Escritura, Él mismo dice que es el principio de la creación de Dios, y si Él lo dice, así es. El principio de la creación de Dios.
Ahora, siendo Él principio de esa creación divina, recuerden, todos sus descendientes serán la familia de Dios, hermanos menores de Jesucristo nuestro Salvador. Por eso es que Cristo le llama a los creyentes en Él: “Mis hermanos más pequeños.” Tenemos un hermano mayor, y Su Nombre es Señor Jesucristo, Él es la cabeza de esa familia de inmortales, de esa familia con Vida eterna que Cristo está llevando a cabo.
Lo que Adán tenía que hacer con Eva, no lo hizo y trajo una descendencia mortal. Y ahora, Cristo está llevando a cabo esa nueva creación a medida que se manifiesta en Su Iglesia que es la segunda Eva, por eso aparecen ¿dónde? Aparecen en la segunda Eva, la Iglesia del Señor Jesucristo.
Por eso es que Cristo habla de los creyentes en Él como las ovejas que el Padre le dio para que las busque y les dé Vida eterna, para que las salve. En San Juan, capítulo 10, verso 27 en adelante, dice:
“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,
y yo les doy vida eterna.”
Es Vida eterna lo que Cristo le da a las ovejas que el Padre le dio para que las busque y les dé Vida eterna, esas personas tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, porque el Cordero las redimiría, Cristo es el Cordero de Dios del cual Juan el Bautista dijo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” (San Juan, capítulo 1, versos 29 al 36).
Jesucristo es nuestro amado Salvador, nuestro Redentor, Él es la puerta al Reino de Dios, Él es la puerta al redil de las ovejas que el Padre le dio para que las busque y les dé Vida eterna y las coloque dentro de Su redil, dentro de Su Iglesia, dentro de Su Reino.
Y es un privilegio grande ser una de esas ovejas, las cuales pueden clamar como el salmista en el Salmo 23, donde dice el salmista de la siguiente manera:
“Jehová es mi pastor; nada me faltará.
En lugares de delicados pastos me hará descansar;
Junto a aguas de reposo me pastoreará.
Confortará mi alma;
Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo.”
En este planeta Tierra vivimos en valle de sombra y de muerte, porque la muerte entró a la raza humana por un hombre, Adán, y se ha convertido ese planeta Tierra en un valle de sombra de muerte; pero los que están en el valle de sombra de muerte, Dios les prometió en Isaías, capítulo 9 lo siguiente. Capítulo 9, verso 1 al 3, dice:
“Mas no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia, tal como la aflicción que le vino en el tiempo que livianamente tocaron la primera vez a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí; pues al fin llenará de gloria el camino del mar, de aquel lado del Jordán, en Galilea de los gentiles.
El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.”
Y ahora, luz ha resplandecido sobre los seres humanos que moran en este valle de sombra de muerte, este planeta Tierra, y esa luz es Cristo.
“Despiértate, tú que duermes,
Y levántate de los muertos,
Y te alumbrará Cristo.”
Él dijo: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas, mas tendrá la luz de la vida,” San Juan, capítulo 8, verso 12, y el pasaje anterior que les cité también lo encontramos ahí en la Escritura que nos dice en San Mateo, capítulo 4, versos 12 en adelante, los que moran en tinieblas y sombra de muerte y también encontramos en Efesios, capítulo 5, verso 14 donde nos dice San Pablo:
“Despiértate , tú que duermes,
Y levántate de los muertos,
Y te alumbrará Cristo.”
Él toma del pasaje de Isaías, capítulo 60, verso 1 en adelante para traerlo al Nuevo Testamento mostrando que esa luz de la cual Isaías habla:
“Levántate, resplandece ; porque ha venido tu luz, y (la gloria del señor)la gloria de Jehová ha nacido sobre ti.
Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria.” Sobre ti será visto ¿quién? El Señor.
Y ahora, podemos ver que Cristo es esa luz que sería vista y que resplandecería, y nos alumbraría el corazón y el entendimiento. Se levantan las personas de entre los muertos, o sea, de entre los muertos que murieron a la Vida eterna y solamente les quedó vida temporera, ahora se levantan de entre los muertos, ¿para qué? Para obtener la Vida eterna por medio de Cristo nuestro Salvador. Por eso en San Juan, capítulo 5, verso 17 ena delante Cristo hablando, dice… y lo vamos a leer para tener el cuadro claro, capítulo 5, verso 19 en adelante dice:
“Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente.
Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis.
Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida.”
Cristo a los que quiere les da vida: Vida eterna, y es a las ovejas del Padre, porque están muertos en una raza humana que murió a la Vida eterna y ahora los resucita, los levanta de la muerte, los levanta a la Vida eterna, y luego en la resurrección los resucitará físicamente a la Vida eterna en cuerpos eternos. Sigue diciendo:
“Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo,
para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió.
De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna (¿quiénes son los que tienen Vida eterna? Los que han escuchado la Palabra del Señor, el Evangelio de Cristo); y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.”
O sea, que hemos pasado de muerte a vida, perdimos la Vida eterna, morimos cuando Adán y Eva murieron a la Vida eterna, pero ahora pasamos de muerte a Vida eterna. O sea, de esa muerte a la Vida eterna, y ahora pasamos a Vida eterna, eso es una resurrección para el ser humano, para el alma del ser humano, y luego viene más adelante la resurrección física en el programa de redención.
La primera parte encontramos que tiene que ver con el alma y el espíritu, la segunda parte tiene que ver con el cuerpo físico, el cual será transformado y entonces tendremos el cuerpo eterno y glorificado, y si murió nuestro cuerpo físico, pues resucitaremos en cuerpo eterno glorificado, como el cuerpo glorificado de Cristo nuestro Salvador. Sigue diciendo:
“De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán.”
Escuchan el Evangelio de Cristo que es la Voz de Cristo, y los que oyen el Evangelio de Cristo y lo reciben como Salvador, vivirán, obtienen la Vida eterna y vivirán eternamente con Cristo.
Es una resurrección espiritual primero, para que después venga la resurrección física para los que han muerto siendo creyentes en Cristo:
“Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo;
y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre.
No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz;
y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida.”
Y ahora, todos los que han escuchando la Voz de Cristo aunque mueran físicamente, van a resucitar cuando la Gran Voz de Trompeta o trompeta de Dios esté siendo sonada, lo cual es la predicación del Evangelio del Reino, esa es la Voz de Cristo para la Dispensación del Reino que nos da la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, y para los muertos traerlos en la resurrección.
Es que ellos escuchan lo que se predica aquí en la Tierra; ellos están en otra dimensión, la sexta dimensión, pero están viendo todo lo que se lleva a cabo en la Iglesia del Señor y todo lo que se predica y escuchan y saben ya que la resurrección de ellos en cuerpos glorificados está muy cerca, así como nosotros sabemos que nuestra redención física está cerca porque hemos entrado por la puerta que es Cristo, hemos entrado por esa puerta al Reino de Dios, al redil del Señor y por consiguiente a la Vida eterna.
Él dijo: “Yo soy la puerta, el que por mi entrare, será salvo.” Hemos obtenido la salvación, la redención y estamos en la etapa espiritual, el Reino de Dios está en la etapa espiritual, pero de un momento a otro cambiará a la etapa física con Cristo como Rey de reyes y Señor de señores y León de la Tribu de Judá. Todo eso está en esa etapa de reclamo.
Por lo tanto, yo estoy esperando mi transformación, mi redención física, la cual está prometida en la Escritura, y Cristo dijo que cuando veamos todas estas cosas, esas señales que Él dijo que estarían siendo manifestadas en el sol, la luna y las estrellas y en el planeta Tierra, que levantemos nuestros ojos porque nuestra redención está cerca.
Yo entré por la puerta que es Cristo, al redil del Señor, al Reino del buen Pastor, lo recibí como mi suficiente Salvador y ahora estoy esperando mi redención física, o sea, la transformación de mi cuerpo físico para obtener un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado y joven, como el cuerpo glorificado de Cristo nuestro Salvador, el cual está tan joven como cuando subió al Cielo. Él no está muerto, está vivo, tiene Vida eterna y eso es lo que Él hará con nosotros físicamente también, ya lo ha hecho en lo espiritual y tenemos un cuerpo angelical un cuerpo espiritual, y nos dará el cuerpo físico también, ya hemos entrado a la primera fase de la redención de la salvación, y nos falta la segunda fase o la segunda parte, la cual es física para entrar físicamente al Reino físico del Señor Jesucristo.
Por lo cual yo espero mi redención del cuerpo que es la adopción física como hijo de Dios, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también, porque hemos entrado por la puerta que es Cristo, al Reino de Dios, al redil del Señor, la Iglesia del Señor Jesucristo, Reino que está en la esfera espiritual. Él es el único y suficiente Salvador, Él es mi único y suficiente Salvador, ¿y de quién más? De cada uno de ustedes también.
Si hay alguna persona que todavía no ha entrado por la puerta al Reino de Dios, la cual es Cristo, lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted. Puede pasar acá al frente y oraremos por usted, y los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo, y los que están en otras naciones también pueden venir a los Pies de Cristo para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo por todos los que están recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador.
Lo más importante es la Vida eterna, y solamente hay una persona que la tiene y nos puede otorgar a nosotros la Vida eterna, y Su Nombre es Señor Jesucristo. Dios le ha dado a Jesucristo la exclusividad de la Vida eterna para que Él la dé a quien Él desee darla, ¿y a quién Él desea darle la Vida eterna? A todos aquellos que lo reciben como su único y suficiente Salvador, y Él llama esas personas: “Las ovejas que el Padre me dio para que las busque y les dé Vida eterna,” Él le llama a esas personas: “Mis ovejas.”
El nombre de ustedes está escrito en el Cielo, ustedes son ovejas del Señor, de las cuales Él dijo: “Mis ovejas oyen mi voz y yo las conozco y me siguen, y yo les doy Vida eterna.” Ninguna otra persona nos puede dar Vida eterna, solamente hay uno y Su Nombre es: Señor Jesucristo.
Así aseguramos nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno: recibiéndole como nuestro único y suficiente Salvador, recordando que Él es la puerta del Reino de Dios y al Reino de Dios, Él es el camino a Dios el Padre, Él es la puerta al Reino de Dios y por consiguiente a la Vida eterna, y tenemos que entrar por esa puerta y andar por ese camino antes de terminar nuestros días aquí en la Tierra, para que cuando terminen nuestros días en la Tierra Él nos lleve al Paraíso a descansar de los trabajos terrenales y esperar allá la resurrección de los muertos en Cristo para regresar a la Tierra con cuerpos eternos y glorificados. Pero si permanecemos vivos, pues entonces seremos transformados.
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo nuestro Salvador. Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo los que faltan por venir, y los que están en otras naciones también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, pues Cristo tiene lugar en Su Reino para todos ustedes.
El nombre de ustedes está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida y por eso ustedes están escuchando el Evangelio de Cristo, Su Voz, Su Palabra. Él nos ama y por eso fue enviado a la Tierra por el Padre, el cual nos ama y demostró Su amor infinito y eterno para con nosotros enviando a Su Hijo unigénito, a Jesucristo, a este mundo para morir por nosotros y así todo el que en Él cree, que no se pierda, sino que tenga Vida eterna.
La demostración máxima del amor de Dios hacia nosotros es que envió a Jesucristo, Su Hijo amado a este mundo para morir por nosotros en la Cruz del Calvario, aún sin todavía nosotros venir a la Tierra, ya Él murió dos mil años atrás por nosotros en la Cruz del Calvario.
“JESUCRISTO, LA PUERTA: EL ÚNICO Y SUFICIENTE SALVADOR.”
En las demás naciones pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, y los niños de diez años y medio también (o de diez años también), y los que están presentes, niños y adultos también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo si todavía no lo habían hecho.
Vamos a estar listos para orar por todos los que han venido a los Pies de Cristo nuestro Salvador. Con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, y nuestros ojos cerrados, los que han venido a los Pies de Cristo repitan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu primera venida y creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo, dado a los hombre en que podemos ser salvos, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.
Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, un Redentor, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre y sea producido en mi el nuevo nacimiento.
Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente contigo en Tu Reino, sálvame Señor, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
Y con nuestras manos levantadas al Cielo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador.
Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible, pues Él dijo:‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.’ Quiero ser bautizado lo más pronto posible. ¿Cuándo me pueden bautizar?” es la pregunta desde lo profundo de vuestro corazón.
Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino glorioso de Jesucristo nuestro Salvador.
Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo, y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado. Y cuando lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.
El bautismo en agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado. El agua no puede quitar los pecados, solamente la Sangre de Cristo es la que nos limpia de todo pecado, es la que quita los pecados.
Cuando la persona es bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, se está identificando con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua conociendo el simbolismo del bautismo en agua, siendo que es un mandamiento de Cristo, el cual dijo:
“El que creyere y fuere bautizado, será salvo.”
El mismo Cristo fue bautizado por Juan el Bautista. Juan no lo quería bautizar, y Cristo le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia,” y entonces lo bautizó en las aguas del Jordán. Y si Cristo para cumplir toda justicia fue bautizado, cuánto más nosotros necesitamos ser bautizados.
Por lo tanto, bien pueden ser bautizados, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso de Jesucristo nuestro Salvador.
Dejo al ministro aquí correspondiente, el reverendo Elizondo para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y continúen todos pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.
En cada país dejo también al ministro correspondiente para que haga en la misma forma y sean bautizados los que han recibido a Cristo en otros países también. Que Dios les bendiga y les guarde a todos.
JESUCRISTO, LA PUERTA: EL ÚNICO Y SUFICIENTE SALVADOR.”