Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones; es una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Un saludo para el doctor Miguel Bermúdez Marín donde se encuentre en estos momentos, y también para el doctor Salomón Cunha y la doctora Kélita Machado, y para todos los ministros y todos los colaboradores del Cuerpo Místico de Cristo y también todos los colaboradores de AMISRAEL.
Aprecio y agradezco mucho todo lo que están haciendo por el proyecto de La gran Carpa-Catedral y también por el respaldo que le están dando a AMISRAEL, ya ustedes vieron el documental que fue pasado en esta tarde, y vieron el trabajo que está llevando a cabo AMISRAEL.
Para esta ocasión leemos en la carta de San Pablo a los Hebreos, capítulo 11, versos 1 en adelante, donde dice:
“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos.
Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.
Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella.
Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios.
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.
Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe.
Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba.
Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa;
porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido.
Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar.
Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra.
Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria;
pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver.
Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.
Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito,
habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia;
pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir.
Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras.
Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón.
Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos.
Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey.
Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón,
escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado,
teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón.
Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible.
Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos.
Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados.
Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días.
Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz.
¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas;
que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones,
apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros.
Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección; mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección.
Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles.
Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados;
de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra.
Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido;
proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “LOS HÉROES DE LA FE.”
A través de la historia bíblica podemos encontrar los héroes de la fe que son las personas creyentes en el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el cual creó los Cielos y la Tierra, y colocó al hombre en este planeta, a Adán, y de Adán sacó una ayuda idónea para él, a Eva, y luego encontramos de ahí en adelante la historia del ser humano, la historia terrenal de su vida aquí en este planeta Tierra.
Tenemos a Abel, el cual aunque murió fue un héroe de la fe, porque Abel ofreció un mejor sacrificio que su hermano Caín y fue aceptado por Dios, tuvo la revelación de Dios de lo que tenía que hacer para obtener el perdón de pecados y ser cubierto con la sangre de ese sacrificio, revelación que no tenía Caín. Por lo cual Caín no fue aceptado por Dios y su ofrenda tampoco fue aceptada por Dios y por consiguiente no quedó reconciliado con Dios.
Por lo tanto, los héroes de la fe son los que han recibido, han obtenido la revelación de Dios para el día en que están viviendo, son personas que conocen a Dios y sirven a Dios. En el Antiguo Testamento tenemos una lista muy grande de esos héroes de la fe, los cuales lucharon grandemente para mantenerse firmes en lo que ellos creían: en el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, que es el mismo Dios de Adán.
Y ese es el Dios verdadero para todos los seres humanos, las demás creencias en dioses diferentes no está correcta, por eso es que en Zacarías, capítulo 14, verso 9, nos dice el tiempo en que se obtendrá la victoria o Dios obtendrá la victoria sobre todos los dioses paganos que han sido establecidos en diferentes naciones. Dice que esto será en el Reino del Mesías. Nos dice, capítulo 14, verso 8 en adelante:
“Acontecerá también en aquel día, que saldrán de Jerusalén aguas vivas, la mitad de ellas hacia el mar oriental, y la otra mitad hacia el mar occidental, en verano y en invierno.
Y Jehová será rey sobre toda la tierra…”
Dios siendo Rey sobre toda la Tierra es esto a través del Mesías Príncipe, el Príncipe de Paz, el Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de Paz. Recuerden que el Mesías Príncipe es el heredero del Trono de David y por consiguiente del Reino de David.
“Y Jehová será rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre.”
Será un tiempo en que la humanidad conocerá el Nombre de Dios, y conocerá que Dios es uno, y uno Su Nombre, y tendrá la humanidad a Dios reinando sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones. En Habacuc, capítulo 2, verso 14, nos dice:
“Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová (o sea, de la gloria del Señor), como las aguas cubren el mar.”
Eso también lo dice en Isaías, capítulo 11, verso 9, y está dicho ahí para el tiempo en que el Mesías Príncipe estará reinando; es en el Reino del Mesías, ese Rey que gobernará desde Jerusalén sobre el pueblo hebreo y sobre todos los habitantes del Medio Oriente y sobre todas las naciones. Vean, reinará teniendo Su Trono en Jerusalén, por eso el interés tan grande de tantas naciones en esa ciudad llamada Jerusalén, la Ciudad de Paz, aunque no tiene paz, es la Ciudad de Paz, porque de ahí saldrá la paz para todas las naciones, porque ahí estará al Príncipe de Paz para traer justicia y paz para todas las naciones, para que sean felices todos los habitantes de la Tierra.
Por eso Jesús dijo que no juremos por el Cielo porque es el Trono de Dios y tampoco juremos por Jerusalén, porque es la Ciudad del Rey. La única ciudad en el planeta Tierra que es identificada por el mismo Dios como la Ciudad del Rey, la Ciudad de Dios, y que está identificada como el lugar donde estará el Trono del Mesías y desde donde reinará el Mesías Príncipe.
El Reino del Mesías es el Reino de Dios en la Tierra, y por consiguiente es el Reino de David que va a ser restaurado por el Mesías Príncipe, y el Trono de Dios en la Tierra es el Trono de David, al cual el Mesías Príncipe es el heredero.
Por eso cuando el Ángel Gabriel le apareció a la Cuerpo Místico en San Lucas, capítulo 1, verso 30 al 36, le dice a ella palabras muy hermosas que cualquier joven quisiera escuchar. Capítulo 1, versos 30 en adelante de San Lucas, dice:
“Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”
Aquí tenemos la Escritura de parte de Dios, la Palabra de Dios enviada a través del Ángel Gabriel de quién es el heredero del Trono de David y Reino de David. Por eso es que Jesucristo en Apocalipsis, capítulo 3, versos 20 nos habla de ese Trono del cual también Él había hablado en la parábola del juicio de las naciones, donde nos dice… veamos aquí en el juicio de las naciones capítulo 25 de San Mateo, solamente vamos a leer una partecita. Dice capítulo 25, verso 31 en adelante, dice:
“Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria (ese es el Trono de David en la Tierra).
Y dice:
“Y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos.”
Y ahí Cristo es el que va a decir qué nación o cuáles son las naciones que entrarán a Su Reino y cuáles no van a entrar a Su Reino; las naciones que no entrarán al Reino del Mesías serán destruidas, serán echadas en el fuego, dice Cristo en San Mateo, capítulo 25, donde dice en el verso 41:
“Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.”
Eso le espera a las naciones que serán identificadas como los cabritos colocados a la izquierda, y los que estarán a la derecha, serán las siguientes personas o siguientes naciones, compuestas por personas que han sido de ayuda y bendición para la Iglesia del Señor Jesucristo y para el pueblo hebreo. Dice verso 34:
“Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.”
Ese Reino del Mesías está preparado por Dios, asignado por Dios y por eso es que Cristo nos habla tanto en Su ministerio terrenal del Reino de Dios, y les dice que el Reino de Dios está cerca y en otra ocasión les dice: “El Reino de Dios entre vosotros está.”
Ahora, veamos en San Lucas, capítulo 19, Él fue rechazado, Él sabía que iba a ser rechazado por Su pueblo, “a lo suyo vino y los suyos no le recibieron.” Pero ahora vean, en el capítulo 19 de San Lucas, nos habla algo muy importante para todos nosotros y también hay otro pasaje muy importante que nos habla sobre estas cosas, es el pasaje donde nos dice que el Señor se fue para recibir un Reino, y luego Él vendrá.
Vamos a ver si podemos conseguir ese pasaje que es muy importante para todos nosotros. Es que Cristo cuando fue rechazado, murió y luego resucitó, subió al Cielo para recibir un Reino, el Reino de Dios, sentándose en el trono de Dios celestial, y por eso luego en San Mateo, capítulo 28, verso 16 al 20 dice: “Todo poder me es dado en el Cielo y en la Tierra,” porque el que tiene el poder es el que está sentado en el trono, y por consiguiente Cristo recibió todo el poder en el Cielo y en la Tierra, por lo cual Él es el Rey de los Cielos y de la Tierra.
Y ahora, ¿qué de Su Reino terrenal? Si es el Rey de los Cielos y de la Tierra, es el Rey de reyes y Señor de señores, ese Reino terrenal está incluido en Su dominio del Reino celestial. Como Hijo de Dios es el Rey de los Cielos y de la Tierra, pero Él dice que luego Él regresará, regresará para establecer Su Reino en la Tierra, el Reino de Dios, lo cual será la restauración del Reino de David y Trono de David.
De eso es que nos habla Primera de Crónicas, capítulo 28, versos 4 en adelante y Primera de Crónicas, capítulo 29, versos 21 en adelante. Ahí nos habla que el Reino de David es el Reino de Dios sobre Israel, y que el Trono de David es el Trono de Dios, el Trono de Jehová donde se sentó David y donde luego se sentó Salomón el hijo de David.
Por lo cual ese Reino será el que dominará, gobernará sobre todas las naciones, es el Reino que la piedrita no cortada de manos de Daniel, capítulo 2, versos 30 en adelante, forma, porque esa piedrecita no cortada de manos al venir en Su segunda Venida, hiere la imagen en los pies de hierro y de barro cocido, y esa imagen es el reino de los gentiles, desde Nabucodonosor hasta nuestro tiempo.
Y luego esa piedrecita crecerá y se hará un gran Monte que llenará toda la Tierra, un Monte significa o representa un gran Reino que cubrirá toda la Tierra, el Reino del Mesías será mundial, pero Su Capital será Jerusalén y el Distrito Federal será el territorio de Israel. Tan simple como eso.
Por eso podemos ver los problemas que hay allá en el Medio Oriente por ese pedacito de tierra que allí existe y que no tiene casi agua y no tiene petróleo también, pero es el lugar de Dios, Jerusalén es la Ciudad de Dios donde está el Trono terrenal de Dios, el Trono de David.
Por eso es tan importante ese territorio, y ahí yo voy a estar con Cristo, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también, porque el Cuerpo Místico de Cristo, los creyentes en Cristo de diferentes tiempos, de diferentes edades son nada menos que el gabinete del Reino del Mesías. O sea, los miembros del gabinete, los miembros de gobierno del Reino del Mesías. Dice la Escritura que Cristo nos ha limpiado con Su Sangre de todo pecado, y nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes y reinaremos con Él; reinaremos con Él durante el Reino milenial, reinaremos por mil años y luego por toda la eternidad.
Así que no va haber problemas en cuanto a nuestra posición en el Reino del Mesías, vamos a estar allí, yo voy a estar allí con el Señor, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también, porque Él lo ha prometido a todos los creyentes en Él, por eso Él dijo: “No temáis manda pequeña, porque al Padre le ha placido daros el Reino.”
Los creyentes en Cristo nacidos de nuevo de todos los tiempos, son nada menos que coherederos del Reino de Dios con Cristo, somos coherederos con Cristo; son nada menos que los elegidos, los predestinados, los escogidos de los cuales habla la Biblia, y estaremos con Él en Su Reino.
A Sus apóstoles Cristo les prometió doce tronos para Sus doce apóstoles. Judas Iscariote perdió el derecho y bendición de estar en el Reino del Mesías sentado sobre uno de esos tronos; pero la bendición no se perdió, la perdió Judas Iscariote, pero fue pasada a otro apóstol.
Por lo tanto, esas palabras de Cristo cuando le dice a Sus apóstoles: “Vosotros que habéis estado conmigo desde el principio, os sentaréis en doce tronos y juzgaréis a las doce tribus de Israel.” Ya esa posición y esos doce tronos tienen dueño. Los diferentes mensajeros de las diferentes edades de la Iglesia tienen una posición parecida en el Reino de Cristo, y están ligados a los gentiles porque los siete mensajeros de las siete edades tienen que ver con la Iglesia del Señor Jesucristo entre los gentiles.
Y aparentemente se acabaron los lugares porque los doce apóstoles tienen los doce tronos, los otros doce tronos los tienen los patriarcas hijo de Jacob, ¿y qué para nuestro tiempo? La promesa aquí, recuerden que Cristo dice en Apocalipsis, capítulo 22, verso 12:
“He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.” Él viene para recompensar.
Todas estas bendiciones que da a Sus apóstoles, son recompensan que son otorgadas.
Y ahora, los Mensajeros también como los apóstoles obtienen, han obtenido su victoria en el tiempo que les tocó vivir, cada uno de ellos obtuvo la victoria en su tiempo con su grupo. Y ahora, miren ustedes, Apocalipsis, capítulo 12, verso 10 al 11 nos dice:
“Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche (nos está hablando de la venida del Reino de Dios).
Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.
Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo.”
O sea, que el diablo va a ser echado del Cielo, echado fuera del Cielo; ya no podrá estar como acusador de los creyentes en Cristo porque los creyentes en Cristo habrán recibido u obtenido la victoria en contra del diablo por medio de la Sangre de Cristo, la que nos limpió de todo pecado y nos mantiene limpios de todo pecado cuando fallamos a Dios y confesamos a Dios por medio de Cristo nuestras faltas, errores y pecados, y Cristo con Su Sangre nos limpia de todo pecado, y así nos mantiene limpios, y el acusador por más que nos acuse, cuando Dios nos mira, nos ve sin pecado porque la Sangre de Cristo nos ha limpiado de todo pecado.
Por lo tanto, por la Palabra que tenemos, el testimonio por el testimonio de la Palabra, o la Palabra del testimonio que tenemos, o sea, la Palabra del pacto que tenemos, la Palabra del nuevo Pacto, y el Evangelio de Cristo y la Sangre de Cristo que nos limpia de todo pecado, hemos vencido al diablo y por consiguiente yo soy un héroe de la fe, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también.
Así que, podemos ver a través de la historia bíblica los héroes de la fe del pasado, los héroes de la fe del Antiguo Testamento, los héroes de la fe de la Iglesia del Señor Jesucristo en el Nuevo Testamento a través de las siete etapas o edades de la Iglesia, esos mensajeros poderosos que obtuvieron la victoria con su grupo en contra del enemigo.
Y ahora, nos toca a nosotros obtener la victoria contra el maligno, contra el diablo, y será la gran victoria en el amor divino en la Edad de la Piedra Angular, la edad de oro de la Iglesia del Señor Jesucristo, la edad más gloriosa de todas las edades o etapas, porque es una etapa o edad eterna, y vamos a obtener la victoria y vamos a ser transformados y entonces obtendremos por consiguiente la corona de la vida, la inmortalidad, el cuerpo glorificado y joven para toda la eternidad.
Y así estaremos una temporada, diríamos, estrenando nuestro nuevo cuerpo, pero en la Obra del Señor, en esa etapa gloriosa que viene; y luego nos iremos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, ya vestidos de boda con el vestido del cuerpo espiritual nuevo, el vestido de boda que es el Espíritu Santo, y el cuerpo nuevo, físico y glorificado.
O sea, que estaremos bien vestidos para poder ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, porque con esos cuerpos mortales no podemos salir de este planeta Tierra, tiene que ser con un cuerpo nuevo, un cuerpo glorificado, un cuerpo eterno, un cuerpo inmortal, un cuerpo interdimensional que pueda pasar de una dimensión a otra, como Cristo con Su cuerpo glorificado pasaba de una dimensión a otra, y luego se fue al Cielo para estar en el Lugar Santísimo del Templo celestial en el Trono de Dios haciendo intercesión con Su Sangre por todos los que le recibirían como Su Salvador, los cuales están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, esas son las ovejas del Padre que le fueron dadas a Cristo para que las busque y les dé Vida eterna, y Él dijo:
“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,
y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.
Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.”
Por lo tanto, no se pueden perder, permanecerán en el Reino de Dios para toda la eternidad, y esos son los héroes de la fe en el nuevo Pacto en medio del Cristianismo. Por lo tanto, los héroes de la fe siempre van hacia adelante en el camino de Dios, y el camino es Cristo nuestro Salvador, el cual dijo: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.”
Cuando las personas escuchan la predicación del Evangelio de Cristo y nace la fe de Cristo en su alma, y creen en Cristo, dan testimonio público de su fe en Cristo recibiéndole como su único y suficiente Salvador, son bautizados en agua en Su Nombre y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en ellos el nuevo nacimiento, y así nacen en el Reino de Dios, el Reino de Cristo y por consiguiente han obtenido la Vida eterna.
Ya tienen Vida eterna en su alma, les falta la Vida eterna física en el cuerpo físico que será en el cuerpo glorificado que hemos de recibir, y los muertos en Cristo también en el cuerpo en que Cristo los va a resucitar que será un cuerpo eterno y glorificado, inmortal, incorruptible para toda la eternidad y joven; ahí estaremos entonces con la victoria total, la gran victoria en el amor divino la habremos obtenido en ese tiempo. A través de la historia luego y a través del tiempo durante el Reino milenial apareceremos en la lista de los héroes de la fe.
Por lo tanto, adelante en el Reino de Cristo, sabiendo que nuestro trabajo en el Señor no es en vano y que estamos en el camino de Dios que es Cristo, para obtener totalmente la victoria en el amor divino.
Recuerden que los héroes de la fe del Día Postrero estarán ¿dónde? En la Edad de la Piedra Angular. Obtendremos la gran victoria en el amor divino, ya está profetizada esa victoria en el amor divino, por lo cual estamos en la edad del amor divino, la Edad de la Piedra Angular, la edad para la Venida del Hijo del Hombre, la venida del Señor.
“LOS HÉROES DE LA FE.”
Esas son las personas en el Nuevo Testamento, que han sido los líderes de la Iglesia, los mensajeros de cada etapa y todos los creyentes en Cristo que han formado cada una de las edades de la Iglesia o etapas de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted, para lo cual puede pasar acá al frente para que oremos por usted.
Y los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo nuestro Salvador, y los que están en otras naciones conectados con esta transmisión vía satélite y vía internet, también pueden venir a los Pies de Cristo en estos momentos para que oremos por usted y Cristo les reciba en Su Reino.
Dios tiene mucho pueblo en esta ciudad de Minatitlán, Veracruz, República Mexicana y los está llamando en esta ocasión, y también los que están en otras naciones pueden venir a los Pies de Cristo para que Cristo les reciba en Su Reino.
Cristo tiene muchos hijos, muchas ovejas en toda la República Mexicana y los está llamando en este tiempo final, Él dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y yo las conozco y me siguen, y yo les doy Vida eterna.” (San Juan, capítulo 10, versos 27 al 30).
Así que, es importante estar en el rebaño, en el redil del Señor. Es el único lugar seguro, es el lugar donde Cristo es el buen Pastor y el que cuida Sus ovejas, y pueden decir los creyentes en Cristo: “El Señor es mi Pastor,” Jesucristo es nuestro Pastor.
También en las demás naciones que están conectados a través del Satélite Amazonas o de internet pueden continuar viniendo a lo Pies de Cristo, y los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo, pues Cristo dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.” O sea, que los niños tienen un lugar en el Reino del Señor y nadie les puede quitar ese lugar, esa bendición, ellos también obtienen la victoria.
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Si hay alguno que todavía no ha venido y nació la fe de Cristo en su alma, puede pasar acá al frente para orar por usted, y en las demás naciones pueden continuar viniendo a los Pies de Jesucristo nuestro Salvador.
Algunas veces hay personas que son un poco tímidas y les da timidez o vergüenza pasar al frente para recibir a Cristo como su Salvador, Jesucristo es el Rey de reyes y Señor de señores, es la persona más importante que existe y está sentado en el Trono celestial. Por lo tanto, es realmente un privilegio grande recibirlo como nuestro único y suficiente Salvador. Cristo dijo:
“A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.”
Y para los que lo niegan, dice:
“Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.” (San Mateo, capítulo 10, versos 32 al 33).
Así que, todo ser humano solamente tiene dos cosas y tiene que… para elegir y tiene que elegir una de las dos: o recibir a como Salvador, o no recibirlo, o rechazarlo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Así que, solamente puede hacer el ser humano una de dos cosas: creer para ser salvo, creer en Cristo y no creer, rechazarlo para ser condenada la persona; así es la situación, la realidad para todo ser humano delante de Dios. Bien lo dice también en San Juan, capítulo 3, versos 35 al 36:
“El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano.
El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.” Tan simple como eso.
El que cree en Jesucristo el Hijo de Dios tiene Vida eterna, el que rehúsa creer en Cristo no verá la Vida eterna, sino que la ira de Dios está sobre él.
Y en San Juan, capítulo 3, verso 16, dice:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
El que cree en Cristo no se perderá, tendrá Vida eterna, obtiene la Vida eterna por medio de Cristo, para eso es que viene el mensaje de Dios, el Evangelio de Cristo siendo predicado a todas las naciones y a todos los seres humanos para que el que cree en Cristo no se pierda, sino que reciba la Vida eterna; para eso es que se predica y se le da la oportunidad a las personas que reciban a Cristo como único y suficiente Salvador, para que Cristo les dé Vida eterna. Eso es lo que Él prometió, Él dijo: “Y yo les doy Vida eterna.”
¿Qué otra persona nos puede dar Vida eterna a nosotros? No lo hay, solamente hay UNO y Su Nombre es SEÑOR JESUCRISTO, Él fue el que murió por todos nosotros llevando nuestros pecados allí en la Cruz del Calvario para que así nosotros seamos limpios de todo pecado con Su Sangre y seamos justificados, seamos bautizados en agua en Su Nombre y Él nos bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en nosotros el nuevo nacimiento.
Al nacer de nuevo se nace en el Reino de Dios, el Reino de Cristo, y la vida en el Reino de Dios es Vida eterna, se nace a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.
Vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión. Con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, los que están presentes y los que están en otras naciones, y nuestros ojos cerrados, repitan conmigo esta oración los que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti , creo en Tu primera Venida y creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo, dado a los hombres en que podemos ser salvos, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.
Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador; Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y sea producido en mí el nuevo nacimiento.
Quiero nacer en Tu Reino, quiero nacer a la Vida eterna contigo en Tu Reino para vivir por toda la eternidad. Sálvame Señor, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
Y con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador.
Ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo, nació la fe de Cristo en vuestra alma y lo han recibido como vuestro Salvador, han creído en Cristo, Cristo dijo:
“El que creyere y fuere bautizado, será salvo.”
Ustedes me dirán: “quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible, porque Él dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo.’ Es un mandamiento de Cristo el bautismo en agua en Su Nombre.
En los días de San Pedro, el Día de Pentecostés cuando predicó Pedro como tres mil personas creyeron y preguntan:
“Varones hermanos, ¿qué haremos?
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos (y para los que están cerca); para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Y con otras muchas palabras testificaba…”
Y les hablaba acerca del Reino de Dios, y como tres mil personas creyeron y fueron bautizadas en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y fueron añadidos a la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y así ha sido a través de la historia de la Iglesia del Señor Jesucristo, todos los que han creído en Cristo han sido bautizados en agua en Su nombre y Cristo los ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego y ha producido en ellos el nuevo nacimiento.
El mismo Cristo fue bautizado por Juan el Bautista, Juan no lo quería bautizar y Jesús le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia,” y entonces lo bautizó, y si Cristo tuvo que ser bautizado, ¿cuánto más nosotros?
El bautismo en agua es un mandamiento del Señor Jesucristo en el cual la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. El bautismo en agua es tipológico, simbólico. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales tipológicamente, simbólicamente está siendo sepultada la persona, como Cristo fue sepultado; y cuando el ministro lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a la Vida eterna como Cristo resucitó a la Vida eterna para nunca más morir.
Conociendo el simbolismo del bautismo en agua, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino de nuestro amado Señor Jesucristo.
Dejo al ministro Bladimiro Rivera para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Hay bautisterio, hay agua, hay ropas bautismales y ministros que les bautizarán, así como sucedió el Día de Pentecostés, que todos los que creyeron fueron bautizados ese día, en esos momentos, y eran como tres mil personas, y fueron añadidas a la Iglesia del Señor Jesucristo, y así hacían siempre cuando predicaban: los que creían eran bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Pablo o Saulo de Tarso encontramos que cuando tuvo el encuentro con el Señor en aquella luz más fuerte que el sol, y quedó ciego, luego fue a un lugar en Damasco y allí Dios envió a un profeta para que orara por San Pablo y oró por San Pablo para que recibiera la vista, y recibió la vista, y entonces le dice ese profeta Ananías a Saulo: “Saulo, ¿por qué detienes, levántate y bautízate en el Nombre del Señor Jesucristo, bautízate y lava tus pecados.”
Eso se encuentra en el libro de los Hechos, y fue una experiencia muy importante por la cual el apóstol San Pablo pasó. Veamos lo que le fue dicho a Saulo de Tarso en el libro de los Hechos, capítulo 22, versos 12 en adelante del libro de los Hechos, capítulo 22, verso 12 en adelante, dice:
“Entonces uno llamado Ananías, varón piadoso según la ley, que tenía buen testimonio de todos los judíos que allí moraban,
vino a mí, y acercándose, me dijo: Hermano Saulo, recibe la vista. Y yo en aquella misma hora recobré la vista y lo miré.
Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca.
Porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído.
Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre.”
Ese es el mismo consejo divino para ustedes también. Que Dios les bendiga y les guarde y continúen pasando una noche feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador, con ustedes dejo al reverendo Bladimiro Rivera, y en las demás naciones y demás lugares de la República Mexicana, dejo al ministro correspondiente para que haga en la misma forma que hará el reverendo Bladimiro Rivera para que puedan ser bautizados todos los que han creído en el Señor Jesucristo en esta ocasión. Pasen todos muy buenas noches.
“LOS HÉROES DE LA FE.”