Trabajando con esfuerzo en tanto que el dí­a dura porque la noche viene

Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones; es una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.

Aprecio y agradezco mucho el respaldo que le están dando al proyecto de La gran Carpa-Catedral, y también el respaldo que le están dando a AMISRAEL, que Dios les bendiga por lo que están haciendo y les prospere espiritualmente y materialmente, y quede todo almacenado en el Reino de Cristo, en el Reino de Dios como Él dijo: que hagamos tesoros en los Cielos, sea así todo lo que ustedes están haciendo por el proyecto de La gran Carpa-Catedral y por AMISRAEL, y todo lo que están haciendo en la congregación donde ustedes están, todo lo que están haciendo en la Obra del Señor.

Para esta ocasión vamos a leer un pasaje que es muy conocido por nosotros, se encuentra en el capítulo 9 de San Juan, esto fue cuando Cristo sanó al ciego de nacimiento, dice:

“Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento.

Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?

Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él.

Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar.

Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo.

Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego,

y le dijo: Vé a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Tomando las palabras del verso 4 que dice:

“Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar.”

Por lo tanto, “TRABAJANDO CON ESFUERZO ENTRE TANTO QUE EL DÍA DURA PORQUE LA NOCHE VIENE.”

A través de la Escritura encontramos que tanto San Pablo como los otros apóstoles nos hablan de la noche, de las tinieblas, aun en el mismo libro de Cantares dice: “Hasta que apunte el día y huyan las sombras, huya la noche.” Eso nos habla de la Venida del Señor.

Y ahora, las obras que tienen que ser hechas por Cristo, tienen que ser en el tiempo que le corresponde en Su ministerio terrenal. Luego las demás obras que Él hará o haría, sería a través de Su Iglesia. Pero las obras que Él tenía que hacer estando en Su cuerpo terrenal, tenía que hacerlas mientras el tiempo le duraba, y Él por cuanto es la Luz del mundo conforme a Sus palabras en el capítulo 8 de San Juan, verso 12, cuando dice: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas, mas tendrá la luz de la vida.”

Y ahora, Cristo tenía que hacer las obras del Padre que le envió, tenía que llevar a cabo aquel ministerio que vemos a través de la Escritura que fue manifestado en Cristo, y eso era Dios por medio de Su Espíritu obrando a través de Jesús, hablando a través de Jesús, realizando milagros a través de Jesús, y llevando a cabo la Obra de Redención a través de Jesús. Su cuerpo tenía que ser colocado en Expiación por el pecado del ser humano, esa fue la obra más grande que fue hecha allí por Cristo en favor de todos nosotros.

Y ahora, Cristo vino con una comisión divina de llevar a cabo las obras que el Padre le había encomendado para hacer en esta Tierra, y entre tanto que el día duraba, entra tanto que el tiempo de Jesús duraba para llevar a cabo Su ministerio Él tenía que hacer todo lo que estaba en el Programa Divino, y eso tenía que Él llevarlo a cabo en Su ministerio en la semana número setenta, los primeros tres años y medio, porque los otros tres años y medio corresponden para este tiempo final.

Por lo tanto, las obras que Él hacía en Nombre de Su Padre daban testimonio de quién Él era, de que Él era el Hijo de Dios, el Mesías prometido conforme a Daniel, capítulo 9, versos 21 al 27, el cual vendría, tendría Su ministerio en la semana número setenta, y moriría en la semana número setenta después de las sesenta y nueve semanas.

Por lo tanto, Él tenía que hacer en ese lapso de tiempo de tres años y medio toda la obra que el Padre le dio para llevar a cabo, o sea, que tenía un tiempo límite para hacer todas las cosas correspondientes a Su venida y Su ministerio.

Cuando Él vio que tenía que morir, porque había llegado ya el tiempo en la semana número setenta, Él subió a Jerusalén por última vez y le dijo a Sus discípulos que el Hijo del Hombre sería tomado preso, sería juzgado, condenado y moriría, pero al tercer día resucitaría; o sea, que Él conocía todo el Programa Divino para el cual Él vino a este planeta Tierra.

Ahora, tenemos el día con la luz del día, y tenemos la noche con las tinieblas o la oscuridad; la noche y las tinieblas corresponden al maligno y su reino, el reino de las tinieblas; la luz corresponde a Cristo y Su Reino, el Reino de luz al cual Dios nos ha trasladado, nos ha libertado del reino de las tinieblas y trasladado al Reino de Su amado Hijo Jesucristo, nos dice San Pablo en Colosenses, capítulo 1, versos 12 en adelante.

Por lo tanto, las tinieblas están ligadas al maligno, al diablo o Satanás y su reino, y la luz está ligada a Cristo y Su Reino, Su Reino es un Reino de luz, el de Cristo; el del maligno es un reino de oscuridad, de tinieblas.

Pero Cristo resplandeció en nuestros corazones y nos libertó del reino de las tinieblas y nos ha colocado en Su Reino de luz, esa es una obra que Él ha hecho en nuestras vidas.

Y ahora, encontramos que las obras que Cristo hacía, Él dice: “Las obras que yo hago, dan testimonio de que Dios me ha enviado,” o sea, daban testimonio de que Él era el Mesías Príncipe enviado en ese tiempo para cumplir la promesa de la venida del Mesías al pueblo hebreo.

Cristo es la luz, la luz del mundo, y la luz en las tinieblas resplandece, Cristo la luz del mundo ha estado resplandeciendo en medio del reino de las tinieblas y ha estado alumbrando el alma, el espíritu y todo el ser de los hijos e hijas de Dios, que han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y ha resplandecido Cristo, la luz del mundo en sus corazones, y los ha libertado del reino de las tinieblas y los ha colocado en el Reino de luz, el Reino de Cristo.

Y ahora, Cristo también dice de los creyentes en Él: “Vosotros sois la luz del mundo,” lo que Cristo es, lo es también Su Iglesia como Cuerpo Místico de creyentes, y con el Evangelio alumbra en este mundo de tinieblas para traer la luz divina, todos los que están escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, y eso es Cristo en Su Iglesia obrando, así como el Padre obró a través de Cristo.

Cristo obró en el Nombre del Padre: “Las obras que yo hago en Nombre de mi Padre (¿ven?), ellas dan testimonio de mí, dan testimonio de quién yo soy,” y la Iglesia del Señor Jesucristo obra también en el Nombre del Señor Jesucristo, pues Cristo dijo: “Todo lo que pidáis al Padre en mi Nombre, yo lo haré,” y también San Pablo dice: “Y todo lo que hagáis ya sea de palabras o de hechos, hacedlo todo en el Nombre del Señor Jesucristo.” Por lo tanto, la Iglesia del Señor Jesucristo, obra en el Nombre del Señor Jesucristo, así como Cristo obró en el Nombre del Padre.

Y ahora, las obras que la Iglesia del Señor Jesucristo hace desde el Día de Pentecostés hacia acá, dan testimonio de que ella es la Iglesia del Señor Jesucristo, lavada con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador; y así como a Cristo le convenía hacer las obras del que lo envió, a la Iglesia del Señor Jesucristo le conviene las obras de Jesucristo, quien ha enviado a Su Iglesia para ir por todo el mundo predicando el Evangelio a toda criatura, y el que creyere y fuere bautizado, será salvo. ¿Ven? Predicando el Evangelio y bautizando a las personas que creen, y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en las personas el nuevo nacimiento.

Vean la Iglesia del Señor Jesucristo es identificada por las obras que hace en el Nombre del Señor Jesucristo, así como Cristo fue identificado por las obras que hizo en el Nombre del Padre, el que lo envió.

Y ahora, en San Juan, capítulo 13, verso 20, vean cómo dice, Cristo dice:

“De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo enviare, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.”

Todos los que recibieron a Cristo dos mil años atrás, estaban recibiendo al Padre que estaba en Él, y todos los que reciben al que Cristo envía, a los apóstoles, a los mensajeros de cada edad, están recibiendo a Cristo que viene en Espíritu Santo en esos mensajeros, y a través de ellos Cristo lleva a cabo las obras divinas correspondientes a cada etapa de la Iglesia.

Muchas personas ven a un hombre obrando, pero otros ven a Cristo en Espíritu Santo obrando a través de un hombre; como en el tiempo de Jesús, muchos veían a un hombre obrando, pero otros veían a Dios obrando a través de un hombre. Por eso Cristo decía: “El Padre que mora en mí, Él hace las obras.”

Era Dios por medio de Cristo obrando, cumpliendo Sus promesas para el pueblo hebreo, para aquel tiempo de la primera Venida del Señor, para aquel tiempo de los tres años y medio primeros de la semana número setenta de la profecía de Daniel. Para el pueblo hebreo faltan tres años y medio de la semana número setenta, los cuales van a ser cumplidos en ese lapso de tiempo llamado la gran tribulación o apretura de Jacob, ahí también estaremos viendo las obras de Dios en favor del pueblo hebreo y con el pueblo hebreo; pero a través de la historia de la Iglesia del Señor Jesucristo hemos estado viendo las obras de Dios por medio de Cristo en Espíritu Santo en los diferentes mensajeros que Él ha enviado, y en el Cuerpo Místico de Cristo como templo espiritual, como Iglesia del Señor Jesucristo.

La Iglesia ha estado obrando en el Nombre del Señor Jesucristo, y las obras que ha estado haciendo, dan testimonio de que ella es la Iglesia del Señor Jesucristo, ella obra en el Nombre del Señor Jesucristo, ella viene en el Nombre del Señor Jesucristo.

Así cada mensajero del Señor también, y así será con el mensajero del Día Postrero que vendrá obrando en el Nombre del que lo envió, del Señor Jesucristo en el cual Él prometió escribir el Nombre de nuestro Dios, Nombre de la Ciudad de nuestro Dios, la nueva Jerusalén que desciende del Cielo, de mi Dios “y mi Nombre nuevo,” dice Cristo en Apocalipsis, capítulo 3, verso 12.

Por lo tanto, tenemos que ver las obras de Dios siendo llevadas a cabo para identificar bien la Iglesia del Señor Jesucristo que vendría en el Nombre del Señor, y también identificar a cada mensajero enviado por Cristo a Su Iglesia.

Y ahora, viene un tiempo de tinieblas y oscuridad sobre la raza humana, aunque también la raza humana ha estado viviendo en tinieblas y oscuridad, pues San Pablo nos dice en Primera de Tesalonicenses, capítulo 5, verso de la siguiente manera, y lo vamos a leer para que tengamos el cuadro claro de lo que aquí San Pablo nos está hablando. Capítulo 5 de Tesalonicenses, verso 1 en adelante dice:

“Pero acerca de los tiempos y de las ocasiones, no tenéis necesidad, hermanos, de que yo os escriba.

Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche.”

O sea, que vendrá sin que la gente comprendan lo que es el día del Señor y entrará como ladrón en la noche, sin darse cuenta la gente de que ha entrado el día del Señor, el Día Postrero en el cual Cristo resucitará a los muertos creyentes en Él y transformará los creyentes vivos en Él, pero no sabemos en qué año o en qué día o semana o mes del Día Postrero. El Día Postrero es el milenio postrero, el séptimo milenio de Adán hacia acá, o tercer milenio de Cristo hacia acá, tan simple como eso:

“Que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán (sobre ¿quién? Sobre ellos, sobre los que están en el reino de las tinieblas).

Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón.”

O sea, que los escogidos no van a ser sorprendidos, porque comprenderán lo que es el día del Señor, comprenderán lo que es la venida de ese día, y comprenderán todas estas cosas correspondientes al Día Postrero a tal grado que van a comprender, a entender y recibir la Venida del Hijo del Hombre como ladrón en la noche; como la ladrón en la noche, la noche del reino de las tinieblas, pero para la Iglesia es de día, porque está en Cristo, y el que está en Cristo vive en luz, vive de día:

“Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día (¿ven?); no somos de la noche ni de las tinieblas.

Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios.

Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan.

Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo.

Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo.”

Estamos colocados en el Cuerpo Místico de Cristo para alcanzar salvación y Vida eterna, para alcanzar la adopción, la redención del cuerpo que será nuestra transformación; y para los muertos en Cristo la resurrección en cuerpos glorificados, para vivir en el Reino de Cristo, en el Reino de Cristo por el milenio y por toda la eternidad.

El Reino del Mesías en la Tierra será de luz, de conocimiento, de sabiduría, “porque la Tierra será llena del conocimiento de la gloria del Señor, como las aguas cubren el mar,” dice Habacuc, capítulo 2, verso 14 y también Isaías, capítulo 11, verso 9.

Por lo tanto, habrá luz espiritual, conocimiento de Dios y de Su Programa, y en Zacarías, capítulo 14, verso 9 dice:

“Y Jehová será rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre.”

Eso es en el Reino del Mesías, un Reino de luz para llenar del conocimiento de la gloria de Dios a todos los seres humanos y por consiguiente a todas las naciones.

Así que, podemos ver que la labor que va a ser llevada a cabo en el Reino milenial, que será la Obra de Dios para que sean llenos del conocimiento de la gloria de Dios las naciones y por consiguiente los seres humanos, será una obra que identificará la presencia de Dios en la Tierra en el Mesías Príncipe, identificará ese Reino del Mesías y llenará de bendición, de conocimiento, de paz y como meta… de felicidad a los seres humanos en ese glorioso Reino del Mesías.

Mientras estamos en esa etapa de la Iglesia en la cual vivimos, nos conviene hacer las obras de Cristo, el que nos envió, Él dijo:

“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo.”

Esa es una obra que Cristo ha ordenado para que la Iglesia, Su Iglesia la lleve a cabo, y así un sinnúmero de cosas más que Cristo ha dicho a los creyentes en Él que debemos llevar a cabo: bautizar en agua en el en Nombre del Señor Jesucristo, también tomar la Santa Cena y el Lavatorio de Pies o Lavado de Pies, y así por el estilo todas estas cosas que han sido establecidas en la Iglesia del Señor Jesucristo.

Nos conviene estar trabajando esforzadamente en la obra del Señor entre tanto que el día dura, porque viene la gran tribulación donde nadie podrá obrar, donde la Iglesia no podrá obrar, y Cristo se la va a llevar de aquí de la Tierra a la casa del Padre celestial a la Cena de las Bodas del Cordero, por lo tanto, la Iglesia no va a estar aquí en la Tierra obrando, sino que va a estar en el Cielo de fiesta con Cristo en la casa del Padre celestial.

Por lo tanto, nos conviene hacer las obras del que nos envió: de Jesucristo nuestro Salvador, ellas dan testimonio de quiénes somos nosotros, ellas dan testimonio de quién es la Iglesia del Señor Jesucristo; las obras dan testimonio de la Iglesia del Señor Jesucristo enviada para hacer, para llevar a cabo esas obras, y nos conviene estar haciendo las obras del Reino de luz, del Reino de Cristo.

No estar haciendo las obras del reino de las tinieblas, sino las obras del Reino de Cristo nuestro Salvador, porque esas son las obras que cuentan delante de Dios para los galardones que Cristo va a dar a los creyentes en Él, por eso Él dice en Apocalipsis, capítulo 22, verso 12:

“He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.”

Esto lo encontramos aquí en el libro del Apocalipsis, y todos queremos recibir ese galardón:

“He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.”

Y vean, en el capítulo 16 dice… capítulo 16 del Apocalipsis y también en el capítulo 3 del Apocalipsis nos dice (capítulo 3 de Apocalipsis)… recuerden que la Venida del Señor está prometida para ser cumplida como ladrón, vamos a buscar ese pasaje; capítulo 3, verso 3 dice del Apocalipsis:

“Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti.”

Esto es un pasaje que nos habla de la Venida del Señor. Y ahora, siendo que la Venida del Señor es como ladrón en la noche, tenemos que estar apercibidos para Su Venida, pues Su Venida es la esperanza del Cristianismo para este tiempo final para obtener nuestra transformación y el rapto, capítulo 16, verso 15 del Apocalipsis, dice:

“He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza.”

Tenemos que estar despiertos como las vírgenes prudentes estaban despiertas y con sus lámparas encendidas, pues tenían aceite en sus lámparas, tenían el Espíritu Santo y tenemos que estar despiertos velando, velando ¿por qué? Velando, vigilando por la Venida del Señor en este tiempo final.

Van a ver Su Venida los creyentes en Cristo que van a ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, van a ver las obras de Cristo en Su Venida que será el cumplimiento de lo que Él ha dicho que va a llevar a cabo.

Por lo tanto, tenemos que estar esforzados trabajando en la Obra del Señor siempre mientras el día dura, el tiempo dura porque viene la noche, viene el tiempo de tinieblas y oscuridad de la gran tribulación, donde nadie puede obrar, donde ya la Iglesia no estará trabajando, ya estará en la Cena de las Bodas del Cordero.

Por lo tanto, trabajemos esforzados o esforcémonos trabajando en la Obra de Señor mientras el día dura, porque la noche viene, y nadie podrá trabajar en ese tiempo. Pero nos vamos a ir de aquí porque vamos a terminar, a completar el trabajo que Cristo nos ha dado para llevar a cabo.

“Me conviene hacer las obras del que me envió,” dijo Cristo, ¿y quién más lo dice? También nosotros lo decimos, la Iglesia del Señor Jesucristo como Cuerpo Místico lo dice, y cada creyentes en Cristo como individuo tiene una labor para llevar a cabo en el Cuerpo Místico de Cristo, obra que también le conviene hacer, realizar cada creyente en Cristo.

Por lo tanto, adelante trabajando esforzadamente entre tanto que el día dura, la noche viene en la gran tribulación, la noche de la gran tribulación donde ahí ya nadie podrá obrar, donde la Iglesia no estará tampoco para estar obrando: estará de fiesta en la casa del Padre celestial, en la Cena de las Bodas del Cordero con Cristo.

Todos tienen que estar dentro del Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia del Señor, todos los hijos e hijas de Dios, y en esa labor que hace la Iglesia de llevar el Evangelio por todo el mundo, se cumple la obra que Cristo le ha dado a Su Iglesia para llevar a cabo, llevando el Evangelio, bautizando a las personas que creen, teniendo la Santa Cena, el Lavatorio de pies y el compañerismo los unos con los otros asistiendo a sus congregaciones, sin dejar sus congregaciones, sin quedarse en sus casas, sino asistiendo a las actividades que se llevan a cabo.

Todavía quedan personas que están escritas en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero que no han llegado al Cuerpo Místico de Cristo, pero Cristo en Espíritu Santo por medio de Su Iglesia ha estado llevando a cabo la obra de buscar a Sus ovejas y será la Iglesia del Señor Jesucristo ungida con el Espíritu de Cristo llevando a cabo esa labor, y cuando se complete el número de los escogidos de la Iglesia del Señor Jesucristo, se habrá completado la obra que Cristo le ha dado a Su Iglesia para llevar a cabo, y la obra que nos ha dado a cada uno de nosotros como individuos.

Ya yo le recibí como mi Salvador, ¿y quién más? Por lo tanto, ya estamos seguros en Su Reino trabajando en la obra de aquel que nos envió a trabajar en Su redil o en Su viña. Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, bien lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted. Recuerden que Cristo dijo:

“Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?

Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.” (Eso está en San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 28).

Por lo tanto nos conviene estar trabajando y los que todavía no han recibido a Cristo, recibirlo como su único y suficiente Salvador para asegurar su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno.

Por lo tanto, pueden pasar acá al frente para orar por usted, para que oremos por usted, los que están presentes y los que están en otras naciones también pueden venir a los Pies de Cristo para orar por usted para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, sea bautizado en agua en Su Nombre y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en usted el nuevo nacimiento y así usted obtenga la Vida eterna.

Recuerde que Cristo dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y yo las conozco y me siguen, y yo les doy Vida eterna,” es Vida eterna lo que Cristo le da a la ovejas que el Padre le dio para que las busque y les dé Vida eterna, esas ovejas son seres humanos, personas que escucharían el Evangelio de Cristo, nacería la fe de Cristo en su alma, creerían y lo recibirían como único y suficiente Salvador; esas personas tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, esas son las ovejas del Padre, esos son los elegidos de Dios, los Escogidos de Dios, los primogénitos de Dios que irán con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, esas son las personas que nacerían de nuevo, nacerían en el Reino de Cristo y obtendrían la Vida eterna.

Los que están en otras naciones también pueden venir a los Pies de Cristo para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo por todos los que están viniendo a los Pies de Cristo en esta ocasión. Cristo tiene mucho pueblo en esta ciudad y los está llamando, Cristo tiene mucho pueblo en toda la República Mexicana y los está llamando en este tiempo final, los está llamando ¿para qué? Para darle Vida eterna.

No podemos recibir la Vida eterna, a menos que sea a través de Jesucristo nuestro Salvador, no podemos ser reconciliados con Dios a menos que sea por medio de Cristo y Su Sacrificio de Expiación por nuestros pecados en la Cruz del Calvario. Él es nuestro Salvador, nuestro Redentor, Su muerte en la Cruz del Calvario es el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.

Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo nuestro Salvador. Pueden continuar viniendo los que faltan por venir para que Cristo les reciba en Su Reino, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, y puedan ser bautizados en agua en Su Nombre y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.

Lo más importante es la Vida eterna. Sin la Vida eterna el ser humano no puede vivir eternamente en el Reino de Dios, se requiere que el ser humano nazca de nuevo del Agua y del Espíritu, o sea, del Evangelio de Cristo y del Espíritu Santo, nazca del Agua y del Espíritu para entrar al Reino de Dios, y todos queremos entrar al Reino de Dios para obtener la Vida eterna, la cual está al alcance de todos los seres humanos a través de Cristo nuestro Salvador, el cual tiene la exclusividad de la Vida eterna para otorgarla a aquellos que lo reciben como único y suficiente Salvador.

Todavía hay lugar para los que faltan por venir, y los niños también de diez años en adelante pueden venir a los Pies de Cristo, pues Cristo tiene lugar para los niños también, pues Él dijo: “Dejad a los niños venir a mi y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.”

Vamos ya a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo nuestro Salvador. Algunas veces hay personas que son un poco tímidas y les timidez o vergüenza pasar al frente porque piensan que los estarán mirando, pero recibir a Cristo como Salvador es el privilegio más grande que una persona tiene, recibir al Rey de reyes y Señor de señores, al Rey de los Cielos y de la Tierra, a la persona más importante de los Cielos y de la Tierra, ese es nuestro amado Señor Jesucristo.

Con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, y nuestros ojos cerrados, los que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión y están aquí presentes o en alguna otra nación o en algún otro lugar de la República Mexicana, repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón; creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu primera Venida, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo, dado a los Hombres en que podemos ser salvos, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.

Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y sea producido en mí el nuevo nacimiento.

Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente contigo en Tu Reino, sálvame Señor, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.

Y con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes lo han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Cristo dijo:

“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Tan simple como eso.

Ustedes me dirán: “He creído al escuchar el Evangelio de Cristo nació la fe de Cristo en mi alma y lo he recibido como mi único y suficiente Salvador, quiero se bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta de ustedes.

Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino glorioso de Jesucristo nuestro Salvador.

El agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado, pero el bautismo en agua es un mandamiento del Señor Jesucristo en el cual nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; y cuando la persona es sumergida en las aguas bautismales por el ministro, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando es levantado de las aguas bautismales por el ministro, está resucitando a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.

Tan simple como eso es el simbolismo del bautismo en agua. Recuerden, Cristo fue bautizado por Juan el Bautista; no quería Juan bautizarlo, pero Cristo le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia,” y Juan entonces lo bautizó.

Y si a Cristo le convenía cumplir toda justicia siendo bautizado, ¿cuánto más a nosotros? Por lo tanto, bien pueden ser bautizados y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de Jesucristo nuestro Salvador.

Dejo al ministro aquí correspondiente para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua, y al ministro correspondiente en cada nación, en cada país y en cada lugar para que haga en la misma forma.

Continúen pasando una tarde llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad.

Dios les bendiga y les guarde a todos.

“TRABAJANDO CON ESFUERZO ENTRE TANTO QUE EL DÍA DURA PORQUE LA NOCHE VIENE.”

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