El ser humano en el Huerto del Edén

Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes, y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones. Un saludo muy especial a todos los ministros presentes y también los que están en otras naciones.

Para esta ocasión leemos en el libro del Génesis, capítulo 2, versos 4 en adelante, y dice de la siguiente manera:

“Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados, el día que Jehová Dios hizo la tierra y los cielos,

y toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y toda hierba del campo antes que naciese; porque Jehová Dios aún no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre para que labrase la tierra,

sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra.

Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.

Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado.”

Luego el verso 15 en adelante dice, de este mismo capítulo 2:

“Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.

Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer;

mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.

Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

“EL SER HUMANO EN EL HUERTO DEL EDÉN.”

El ser humano es la corona de la creación, por esa causa Dios colocó al ser humano sobre toda la creación, sobre todo el planeta Tierra, y lo colocó para que cuidara, guardara el planeta Tierra con todo lo que Dios había colocado en él. El ser humano no tenía miedo.

En el Huerto del Edén hubo dos árboles: uno el Árbol de la Vida y el otro el árbol de ciencia del bien y del mal; y el ser humano por cuanto fue colocado en la Tierra habiendo antes recibido el libre albedrío, ¿por qué desde antes de estar en la Tierra tenía el libre albedrío? Veamos el porqué, capítulo 1 de Génesis, versos 26 al 28, y dice:

“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.

Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.

Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.”

El ser humano fue hecho a imagen de Dios, Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza,” pero cuando leemos el verso 27, dice:

“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.”

Pero Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza,” son dos cosas, pero cuando lo hace aquí, lo crea aquí, lo creó a Su imagen, ¿y qué de la semejanza? Luego se la dio en el capítulo 2, verso 7:

“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.”

En esta ocasión es que le da la imagen, la imagen física, o sea, la semejanza física; la imagen es la angelical, o sea, el cuerpo angelical, pero la semejanza es la parte física. Fueron dos momentos, el ser humano vivió en su cuerpo angelical en esa imagen divina por un tiempo, y no sabemos cuánto, pero luego le dio el cuerpo físico del polvo de la Tierra.

Ya teniendo la imagen divina, siendo un ser angelical, o sea, con un cuerpo angelical, porque la imagen es el cuerpo angelical, el cuerpo angelical pertenece a otra dimensión, la dimensión de los Ángeles.

Por eso cuando se habla de la imagen de Dios, se está hablando del cuerpo angelical de Dios, el cual usted lo encuentra en el Génesis, en el Éxodo, en Levítico, en Números, en Deuteronomio, en los Salmos, en los profetas y así por el estilo.

Esa imagen de Dios es el Ángel del Pacto, en el cual está el Nombre de Dios, el cual le apareció al profeta Moisés y le dijo que había descendido para libertar el pueblo hebreo, porque había escuchado el clamor, el gemido del pueblo, y ese Ángel le dice: “Yo soy el Dios de tu Padre (o sea, el Dios de Amram el Padre de Moisés), el Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob.” ¿Y cómo puede ser ese Ángel el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob? Porque ese es el cuerpo angelical de Dios, la imagen divina en el cual está Dios.

Por eso encontramos a través de la Escritura que muchos hombres de Dios dijeron que Dios le apareció, Abraham, Isaac, Jacob, el cual luchó con un hombre, un Ángel, un hombre de otra dimensión (hoy en día dirían un extraterrestre), eso está en el capítulo 32 del Génesis, versos 24 al 32.

Y Jacob estuvo bien agarrado de ese varón, no lo soltaba, y ese varón le dice: “Suéltame, raya el alba,” vamos a leerlo, dice, capítulo 32, verso 24 del Génesis:

“Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba.

Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba.

Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices.

Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob.”

Ahora, él sabía cuál era el nombre de Jacob, como también Él sabe cuál es el nombre suyo, pero se requería que Jacob se identificara con su nombre, porque iba a recibir una bendición, un cambio de nombre y él no lo sabía, pero quería una bendición.

“Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.”

Y ahora, él estaba luchando allí con un hombre, pero Jacob había luchado con su hermano Esaú y había vencido, y luchó con su padre para que le diera la Bendición de la Primogenitura y venció también, luchó con su suegro y también obtuvo la victoria, no le quisieron dar a Raquel cuando él trabajó siete años por Raquel y le dieron a Lea, pero él trabajó siete años más, eso nos enseña lo que es un hombre con metas.

Ahora, el suegro creyó que él estaba ganando, pero el que estaba ganando era Jacob, porque todas las cosas obran a bien para los que aman a Dios, había un Programa Divino.

Y ahora, no le dan la… por el cual él trabajó, le dieron la mayor y trabajó siete años más, pero obtuvo la que él amaba, la que representa a la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora, también cada una de ellas tenía una sierva, o sea, es que Jacob ganó cuatro, para multiplicarse y formarse así las cabezas de tribu, los patriarcas, y de ahí venir un pueblo que Dios le había prometido a Abraham.

Y ahora, podemos ver que todas las cosas obran para bien para los que aman a Dios, para aquellos que son llamados conforme al propósito divino; hay un propósito divino y si usted está en ese propósito divino incluido por Dios, todo va a obrar para bien.

Y ahora, Jacob viene con muchas riquezas pero se tiene que enfrentar a su hermano, y le dan la noticia que su hermano viene con unos cuatrocientos o cuatrocientos cincuenta hombres armados y ahí sintió miedo, ¿por qué? Porque Esaú había dicho: “Cuando muera mi padre, yo voy a matar a Jacob mi hermano,” y Jacob estaba muy asustado.

Y ahora, cuando él envía delante de él a sus siervas y a Lea con sus hijos, sus siervas también con los hijos de ellas, y luego se queda o deja a lo último a *Raquel (la amada), y queda con su hijo José, y quizás estaba embarazada; dice: “Si Esaú viene y mata los primeros, ya los últimos pueden escapar; y si mata a las siervas con los hijos, y también a Lea con sus hijos, por lo menos *Raquel puede escapar con José, y si está embarazada pues también con el bebé que tenía en el vientre que sería Benjamín.”

Y ahora, la envía también pero en el último grupo y luego se queda solo y se encuentra con un hombre de otra dimensión, para entenderlo más claro.

Recuerde que los Ángeles son hombres de otra dimensión, con cuerpos de otra dimensión. Dios dice que ha hecho sus Ángeles espíritus. Veamos aquí Hebreos, capítulo 1, nos dice verso 7:

“Ciertamente de los ángeles dice:

El que hace a sus ángeles espíritus,

Y a sus ministros llama de fuego.”

Dios hace a Sus Ángeles espíritus, un espíritu es un cuerpo de otra dimensión, por eso cuando han aparecido en la Escritura a través de la historia bíblica han sido vistos en muchas ocasiones como hombres, como hombres de otra dimensión.

Si leemos el libro del profeta Daniel encontraremos ahí al Arcángel Gabriel, y recordando por supuesto que Gabriel significa Varón de Dios, hombre de Dios, el cual le habla al profeta Daniel. Ese profeta era un gobernador, un político, era el gobernador de Babilonia, o sea, que no solamente era un hombre espiritual, sino que era un político también.

Ahí en el capítulo 2 y otros capítulos del libro de Daniel le habla acerca de temas políticos cuando le muestra sobre el sueño que tuvo Nabucodonosor de una estatua gigante que tenía la cabeza de oro, el pecho y los brazos de plata, el vientre y los muslos de bronce, y las piernas de hierro y los pies de hierro y de barro cocido; con ese sueño o visión, porque al ser un sueño y luego ser interpretado por Daniel, viene a ser una visión, un sueño interpretado por un profeta viene a ser una visión.

Y ahora, Nabucodonosor estaba interesado, siendo un político, en lo que eso significaba, porque los pensamientos de él eran ¿qué será el futuro, qué será de mí, qué será de mi reino, qué será de la humanidad más adelante?” Y Dios le muestra en sueño lo que iba a ser, y se lo muestra con esa estatua, y solamente Daniel podía interpretar ese sueño; a él le podía ser dada la visión de lo que Nabucodonosor había soñado y también la interpretación, pues nadie más podía interpretarlo, pues era un sueño de Dios y tenía un propósito por el cual fue dado este sueño a Nabucodonosor.

Encontramos que ahí está lo que sería la trayectoria del reino de los gentiles, en ese sueño encontramos las diferentes etapas por las cuales pasaría el reino de los gentiles.

La cabeza de oro es el reino de Nabucodonosor, Nabucodonosor y su reino; se le había olvidado el sueño a Nabucodonosor, pero a Daniel le fue mostrado, Daniel salvó, libró de la muerte a los sabios de Babilonia, a los astrólogos, a los adivinos, a todos, porque el rey iba a matar a todos esos sabios porque no le podían dar a conocer cuál era su sueño.

El pecho y los brazos de plata significaban o mostraban el imperio Medopersa, que vendría después del imperio babilónico; y luego del imperio Medopersa representado en el pecho y los brazos de plata, vendría el imperio de Grecia representado en el vientre y los muslos de bronce; y luego del imperio de Grecia, vendría el imperio Romano, de los césares representado en las piernas de hierro.

Ese cuarto imperio tendría dos partes: las piernas de hierro, que estaban gobernando en el tiempo de Jesús y que fue el imperio que crucificó a Cristo por medio de los soldados romanos, y luego viene la etapa de los pies de hierro y de barro cocido, con diez dedos (cinco cada pie), lo cual corresponde a todo el tiempo después del reino de los césares, después de la caída del imperio Romano, de ahí en adelante hemos estado viviendo en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido del reino o imperio de los gentiles, la etapa que estará existiendo hasta la Venida del Señor.

Y ahora, podemos ver cómo desde otra dimensión Ángeles de Dios están a cargo de revelar, de dar a conocer estas cosas; el Ángel Gabriel tiene acceso al Libro de la Verdad, Libro que contiene todas estas cosas que van a suceder, por eso siempre le he llamado a ese Ángel: el Ángel Profeta de la revelación divina.

Y ahora, podemos ver que este Ángel aparece en diferentes ocasiones al profeta Daniel en forma de hombre, por eso es llamado Gabriel, hombre, Varón de Dios, un mensajero de Dios, un hombre mensajero de Dios de otra dimensión, se puede decir un extraterrestre.

También el Ángel o Arcángel Miguel es una persona de otra dimensión, y es el Príncipe, el Ángel, Arcángel que está por los hijos de Israel.

Recuerden que hay una costumbre en muchas naciones que tienen como Ángel guardián a un Ángel, y el pueblo hebreo conforme a la Biblia tiene al Arcángel Miguel. A cualquier nación le gustaría que el Ángel guardián fuera Miguel.

Ahora, podemos ver que hay un mundo espiritual pero real y aún más real que el que vivimos aquí, porque el que vivimos aquí es temporero, uno vive un tiempo y después muere el cuerpo físico, pero el espiritual no tiene muerte, sigue hacia adelante, a ese mundo van los creyentes en Cristo: al de los Ángeles, a la dimensión sexta, que es la dimensión de los Ángeles llamado también el Paraíso.

Y ahora, encontramos que antes del ser humano tener el cuerpo físico, o sea, la semejanza física que fue traída del polvo de la Tierra, de donde Dios formó el cuerpo físico del ser humano, primero tenía el cuerpo angelical, la imagen de Dios.

Y ahora, el ser humano fue colocado en el Huerto del Edén para cuidar, labrar, llevar a cabo las labores correspondientes en el Huerto del Edén; fue colocado sobre los animales, sobre las aves, sobre los peces y sobre toda la plantación que Dios colocó en la Tierra, o sea, que Dios colocó al ser humano como señor, como rey en el planeta Tierra, porque de toda la creación que Dios realizó en la Tierra, el ser humano es el único hecho, creado por Dios a imagen y semejanza de Dios, por lo cual así como Dios tiene libre albedrío, el ser humano también.

Y así como Dios y los Ángeles conocen el bien y el mal, cuando el ser humano pecó, le fueron abiertos los ojos y vino a conocer el bien y el mal. Para que tengan un cuadro claro, leemos en el capítulo 3, del Génesis, verso 22 al 24:

“Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre.

Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado.

Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.”

El ser humano no puede llegar al Árbol de la Vida para comer, porque sería eterno, si comía del Árbol de la Vida y habiendo pecado, sería un pecador eterno, viviría como pecador eternamente, y así Dios no desea que el ser humano viva.

Y ahora, sabiendo el bien y el mal, como Dios viene a ser el ser humano, y por consiguiente el ser humano tiene libre albedrío para escoger entre el bien y el mal, porque sabe, conoce el bien y el mal.

Y ahora, encontramos que el ser humano tiene una responsabilidad delante de Dios: escoger entre el bien y el mal, y Dios recomienda al ser humano que escoja el bien; lo encontramos en Deuteronomio capítulo 30. Recordemos que es muy importante para el ser humano escoger. Capítulo 30 de Deuteronomio, verso 15 en adelante, dice:

“Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal.”

Y eso es como fue en el Huerto del Edén: el ser humano tenía que hacer la elección correcta, pero no la hizo, y luego que pecó perdió la Vida eterna, porque Dios le dijo: “El día que comas del árbol de la ciencia del bien y del mal, ese día morirás,” por lo tanto le dijo, le advirtió que no comiera del árbol de la ciencia del bien y del mal.

Pero, ¿y por qué estaba allí el árbol de la ciencia del bien y del mal y Dios no le impidió que comiera? Porque así como Dios tiene libre albedrío, el ser humano por cuanto es a imagen y semejanza de Dios, también Dios le dio libre albedrío, por lo tanto el ser humano tenía que elegir.

Y ahora, luego que pecó perdió la Vida eterna, pero todavía tiene la responsabilidad delante de Dios, en esta vida temporera de elegir entre el bien y el mal, entre servir a Dios o no servirle, porque tiene libre albedrío, y Dios le dice al ser humano que ha puesto delante de él, el bien y el mal, la vida y la muerte y le recomienda que escoja el bien; dice, sigue diciendo:

“Porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella.”

Y el verso 19 de este mismo capítulo 30 de Deuteronomio, dice, en adelante:

“A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia.”

Ahí tenemos la recomendación de Dios: escoger la vida.

Y ahora, no podemos criticar a Adán y a Eva, eso es historia de la vida de ellos, ahora nos toca a nosotros, ¿qué le gustaría a usted que Adán y Eva hicieran en aquel tiempo? Que no comieran del árbol de ciencia del bien y del mal, sino que comieran del Árbol de la Vida, pues eso mismo que a usted le gustaría que ellos hicieran, hágalo usted, porque ahora le corresponde a usted y a mí escoger, escoger la vida, escoger el Árbol de la Vida eterna para vivir eternamente en el Reino de Dios.

Y ahora, ¿cómo podemos escoger nosotros? Veamos en Jeremías, capítulo 21, nos habla algo también, con relación a lo que Dios ha hecho para el ser humano, y vamos a leerlo también, porque queremos tener un cuadro claro para comprender nuestra responsabilidad delante de Dios. Capítulo 21, verso 8, dice:

“Y a este pueblo dirás: Así ha dicho Jehová: He aquí pongo delante de vosotros camino de vida y camino de muerte.”

Y ahora, por lo que hemos estado viendo, todos queremos la Vida eterna. En el capítulo 2, verso 7 del Apocalipsis, dice:

“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.”

Y ahora, el ser humano nuevamente tiene la oportunidad que tuvo Adán y Eva: de comer del Árbol de la Vida. El Árbol de la Vida allá en el Huerto del Edén, todos sabemos que es Cristo, el Ángel del Pacto, el cual dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida, y nadie viene al Padre sino por mí,” San Juan, capítulo 14, verso 6, y también Él dijo. “Yo soy el pan de vida, y el que come de este pan, vivirá eternamente,” eso está en San Juan, capítulo 6.

El Árbol de la Vida es Cristo, no es que hay un árbol literal del cual usted coma y viva eternamente, si fuera así no necesitaríamos a Cristo para obtener la Vida eterna, recuerden que en la Escritura árboles tipifican seres humanos.

La higuera ¿qué representa? Al pueblo hebreo, ¿ven?, también la Escritura nos dice “que el justo es como árbol plantado junto a aguas de reposo, que da su fruto a su tiempo y su hoja no cae” (eso está en el Salmo número 1), y “junto a las aguas,” eso nos habla del Espíritu de Dios.

Recuerden que Cristo hablando de las aguas, refiriéndose al Espíritu Santo dijo: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba, esto dijo del espíritu que habían de recibir los que creyesen en él,” los que creerían en Él, pero dice que “de su interior correrán ríos de agua viva, hablando del Espíritu Santo, pero dice que todavía no había venido el Espíritu Santo, porque Cristo todavía no había sido glorificado.” (Eso está en San Juan, capítulo 7, versos 37 al 39).

Cuando nos habla en el pasaje del capítulo 4, Cristo hablando con la mujer samaritana, le habla también de agua, cuando Él le pide agua y ella le dice, “¿cómo tú siendo judío me pides a mí agua, sabiendo que los judíos y los samaritanos no se tratan?” Cristo le dice: “Si tú supieras quién es el que habla contigo, tú le pedirías a Él agua; Él te daría agua de vida.” Vamos a verlo aquí, San Juan, capítulo 4, dice, verso 10 en adelante:

“Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.

La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva?

¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados?

Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;

mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.”

Y esa agua que Él dará es el Espíritu Santo representado también en el agua que le dio de la roca allá en el Monte Horeb, agua con la cual pudo continuar viviendo el pueblo hebreo allá en el área del Sinaí, porque sin agua y en un desierto, el ser humano no puede continuar viviendo.

También es representado el Espíritu Santo en el agua que le dio de la roca de Cades-barnea, que hirió Moisés también con la vara, pues sin el agua el ser humano muere, y sin el Espíritu Santo el ser humano no puede vivir eternamente.

Por lo tanto, todos necesitamos el Espíritu Santo para poder vivir eternamente, por eso Cristo dijo a Nicodemo en San Juan, capítulo 3, verso 1 al 6:

“De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.”

Nicodemo pensó que era nacer otra vez a través de su madre, pero Cristo le dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.”

Todos necesitamos nacer de nuevo, y por consiguiente necesitamos el Espíritu Santo, Él es el que produce el nuevo nacimiento.

Los discípulos del Señor Jesucristo no habían nacido de nuevo hasta el Día de Pentecostés, allí nacieron de nuevo, y de ahí en adelante se ha estado produciendo el nuevo nacimiento en millones de personas que reciben a Cristo como Salvador, y así han estado entrando al Reino de Dios, así han estado comiendo del Árbol de la Vida que es Cristo, porque todos queremos vivir eternamente, y no hay otra forma para obtener la Vida eterna, sino a través de Cristo. Él mismo lo dijo, y Él dice “que el que cree en Él, aunque esté muerto vivirá, y todo aquel que vive y cree en Él, no morirá eternamente.” (San Juan, capítulo 11, versos 25 al 27).

Esta es la ocasión en donde Jesús estuvo hablando con Marta, la hermana de Lázaro, cuando fue a resucitar a Lázaro.

Y ahora, está la Vida eterna y por consiguiente el nuevo nacimiento para individuos, pero también para naciones; y para naciones esto será cuando Dios trate con Israel nuevamente, será una resurrección, porque Israel murió pero va a ser resucitada; y eso lo dice el mismo Dios a través del profeta Oseas, en el capítulo 6, verso 1 en adelante, dice:

“Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará.

Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él.”

Una resurrección, así es también con los individuos, es una resurrección a la Vida eterna, porque el ser humano murió allí en el Huerto del Edén, murió a la Vida eterna, y ahora Cristo trae una resurrección a la Vida eterna de todo ser humano que lo recibe como Salvador, Él dijo: “Y yo le resucitaré en el Día Postrero.”

Espiritualmente eso ocurre a través de la Dispensación de la Gracia desde el Día de Pentecostés hacia acá y físicamente va a ocurrir la resurrección de los muertos en Cristo, y para los que estén vivos, será una transformación y entonces todos seremos jóvenes con Vida eterna, porque en Vida eterna física el cuerpo es joven, inmortal, incorruptible, glorificado como el cuerpo glorificado de Jesucristo; eso es lo que Él tiene para todos aquellos que han elegido, han elegido correctamente, porque tienen libre albedrío los seres humanos, por eso se predica el Evangelio de Cristo como Cristo dijo:

“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

El que no elige a Cristo, no cree, será condenado; el que elije a Cristo, cree en Cristo y es bautizado en agua en Su Nombre, será salvo dice Cristo (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16), y si Él lo dijo, así es.

Es una bendición grande escoger la vida, la Vida eterna, el cual es Cristo, el Árbol de la Vida eterna.

Yo escogí a Cristo como mi único y suficiente Salvador, y por consiguiente la angustia existencial con la cual viene el ser humano a la Tierra, porque esa angustia comenzó cuando el ser humano pecó, y esa angustia trae miedo, es producto del miedo que tiene el ser humano, porque no sabe de dónde ha venido, no sabe porqué está aquí en la Tierra y no sabe a dónde va cuando muera físicamente; pero el creyente en Cristo sabe que ha venido de donde viene Cristo, el mismo Cristo dijo: “Salí de Dios, y vuelvo a Dios,” y también Él dice, hablando de las ovejas que el Padre le dio: “Tuyas eran y me las diste,” y también Él dice que nadie las podrá arrebatar de la mano del Padre.

Por lo tanto, esas personas han venido de otro lugar, han venido de donde vino Cristo, han venido del Cielo. Vamos a ver estas ovejas que representan hijos e hijas de Dios: no se perderán. Cristo dice: “Nadie las arrebatará de mi mano,” y también dice: “Nadie las podrá arrebatar de la mano de mi Padre,” y ahora en el capítulo 17, verso 14 de San Juan, dice Cristo orando:

“Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.”

¿Y entonces de dónde son? De donde es Cristo. Y ahora sí sabemos de dónde hemos venido, por lo tanto la angustia existencial se ha ido de todos los creyentes en Cristo; saben de dónde han venido, saben porqué están aquí en la Tierra: están para ser rociados con la Sangre de Cristo al recibirlo como Salvador, saben que están para recibir el Espíritu de Cristo y obtener el nuevo nacimiento, y por consiguiente obtener la Vida eterna, saben porqué están aquí en la Tierra y saben a dónde van: van al Paraíso si mueren físicamente y luego regresarán en la resurrección con cuerpos eternos, y luego iremos a la Cena de las Bodas del Cordero, a la Fiesta más grande que se haya llevado a cabo en el Cielo, a la cual yo fuí convidado, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también.

En Apocalipsis, capítulo 19, dice que son bienaventurados los que han sido convidados a la Cena de las Bodas del Cordero, somos bienaventurados, porque hemos sido llamados a la Cena de las Bodas del Cordero.

¿Cómo hemos sido llamados? Por medio de la predicación del Evangelio del Reino, del Reino de Cristo, por medio del Evangelio de Cristo; por medio del Evangelio de la Gracia hemos sido convidados para estar, ir a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo.

Por eso encontramos en las parábolas que Cristo menciona de un padre de familia que hizo fiesta o cena de boda para su hijo, no quisieron ir a esa cena de boda los que fueron convidados, y entonces mandó a su siervo, que es el Espíritu Santo, a ir por todos los caminos, todos los lugares, ciudades y aldeas llamando gente para entrar a la casa, que es la Casa de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo para la gran Cena, la Cena de Bodas del Hijo de Dios, y luego regresa el siervo, el Espíritu Santo, y dice: “Se ha hecho como mandaste, y todavía hay lugar.”

Y ahora, en este tiempo es que esa parte tiene cumplimiento, se ha estado predicando el Evangelio de Cristo en todo el mundo por estos dos mil años que han transcurrido, esa es la invitación para la Cena de las Bodas del Cordero, para la Fiesta de Boda, o sea, para la unión del ser humano con Cristo, para la unión de la Iglesia del Señor, que es la Esposa del Cordero con Cristo, el Hijo de Dios.

Y todavía hay lugar, por lo tanto todavía se predica el Evangelio en el llamado final para completarse la Casa de Dios, la Familia de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo.

Estamos viviendo en un tiempo muy, pero que muy importante. Estamos viviendo como en el tiempo de Adán y Eva en el Huerto del Edén, por eso es que la Escritura nos habla que Cristo es el segundo Adán, y la Iglesia viene a ser la segunda Eva para tener hijos e hijas de Dios, hijos e hijas de Dios por medio de Cristo que está en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia reproduciéndose en hijos e hijas de Dios.

Esa es la Familia de Dios, los hijos e hijas de Dios que han comido del Árbol de la Vida, sin nadie obligarlos, porque el que tiene libre albedrío, tiene la responsabilidad de elegir entre el bien y el mal, tiene la responsabilidad de elegir entre el Árbol de la Vida o árbol de la ciencia del bien y del mal.

Por lo tanto, todos aquellos que han elegido a Cristo como su único y suficiente Salvador, han estado comiendo del Árbol de la Vida eterna y por eso vivirán eternamente con Cristo en Su Reino, y yo soy uno de ellos, y no me avergüenzo del Evangelio, porque es potencia de Dios para salvación de los judíos o del judío primeramente y también para el griego, y también para todos los gentiles.

Por lo tanto, estando el ser humano en el Huerto del Edén nuevamente, pero no en el Huerto del Edén del territorio donde estuvo allá, sino en la misma condición en que se estaba allá frente a la Vida que es Cristo, o la muerte.

El que no escoge a Cristo como Salvador pierde la esperanza o no tiene esperanza de vivir eternamente, porque la esperanza nace cuando la persona recibe a Cristo como su Salvador.

Cuando escucha el Evangelio de Cristo siendo predicado, nace la fe de Cristo en el alma, porque la fe viene por el oír la Palabra, el Evangelio de Cristo, y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.

Si hay alguna persona que ha confesado a Cristo como Salvador, lo ha recibido como Salvador, ha sido bautizado en agua en Su Nombre y Cristo lo ha bautizado con Espíritu Santo y fuego, le tengo buenas noticias: usted tiene Vida eterna, ¿y quiénes son esas personas? Todos nosotros que estamos aquí presentes y ustedes que están en otras naciones escuchando esta conferencia a través del satélite Amazonas o de internet.

Todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo tienen Vida eterna, y no perecerán jamás ni nadie las arrebatará de la mano del Padre; nadie las arrebatará de la mano de Cristo ni del Padre, eso lo dice Cristo en San Juan, capítulo 6, versos 27 en adelante, en donde también dice:

“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen, y yo les doy Vida eterna, y no perecerán jamas, mi padre que me las dio es mayor que todos y nadie las puede arrebatar de la mano de mi padre.”

Por lo tanto, están seguras esas personas representadas en ovejas, están en las manos del Señor, y por consiguiente desapareció la angustia existencial, estamos seguros en Cristo; viviremos eternamente con Él en Su Reino, y cuando lo establezca aquí en la Tierra, estaremos ahí también en cuerpos eternos, jóvenes y glorificados, ¿y quiénes son esas personas que van a estar ahí con Él? Todos nosotros.

Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, y está aquí presente o a través del satélite, en algún país, y ha nacido la fe de Cristo en su alma, puede en estos momentos dar testimonio público de su fe en Cristo recibiéndole como único y suficiente Salvador.

Recuerde que la fe nace, viene por el oír la Palabra, el Evangelio de Cristo, y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación; ahora tiene la oportunidad de confesar públicamente a Cristo como su único y suficiente Salvador, recuerden que Él dijo:

“A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.”

Pero también dice:

“Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.” (San Mateo, capítulo 10, versos 32 al 33).

Y también de eso nos habla en San Marcos, capítulo 8, versos 36 al 38, o sea, que por cuanto el ser humano tiene libre albedrío tiene la responsabilidad de decidir, de escoger entre el bien y el mal, entre la Vida eterna y la muerte, entre existir eternamente con Cristo y Su Reino o dejar de existir. Si solamente se conforma con esta vida terrenal que a la mayor parte de las personas le dura hasta menos de cien años, si se conformó con ese tiempo, esos años de vida nada más, pues no tiene esperanza de vivir eternamente, no quiso la Vida eterna, y la Vida eterna es la más importante, y está disponible para todo ser humano, y le toca al ser humano elegir.

La decisión más grande que el ser humano hace es una sola, la más grande; aunque el ser humano hace muchas decisiones en la Tierra: decide estudiar, decide trabajar, decide enamorarse, decide casarse, decide tener hijos, decide formar por supuesto un hogar, decide trabajar; son grandes decisiones en la vida del ser humano, pero ninguna de esas decisiones coloca al ser humano en la Vida eterna, hay una sola decisión que coloca al ser humano en la Vida eterna, y es recibir a Cristo como único y suficiente Salvador, y eso es comer del Árbol de la Vida, que es Cristo nuestro Salvador.

Dios tiene mucho pueblo en esta ciudad de Boa Vista y en todas las ciudades del Brasil, y los está llamando, Cristo dijo: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen.” Él les conoce a todos ustedes, ustedes que están aquí y los que están en otras naciones.

Si oyes hoy su Voz, no endurezcas tu corazón, Él te está hablando por medio del Evangelio, te está llamando para darte Vida eterna, Él te ama a ti y a mí, y Él quiere que tú vivas eternamente, pero a ti te toca la decisión porque Dios te dio libre albedrío, y por lo tanto tienes la responsabilidad de elegir, y Él recomienda que escojas la vida, que escojas la Vida eterna, que escojas a Cristo que es la Vida eterna.

Él dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida, y nadie viene al Padre sino por mí.” (San Juan, capítulo 14, verso 6).

No hay otra forma de llegar a Dios, es a través de Cristo. Si oyes hoy su Voz, no endurezcas tu corazón, Él te está llamando para darte Vida eterna.

En todas las naciones pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo también, para que queden incluídos en la oración que estaremos haciendo por todos los que están viniendo para recibirlo como su único y suficiente Salvador.

Si esta vida terrenal es tan buena, cuanto más la Vida eterna, no habrá preocupaciones de que si nos saldrá alguna arruga por el rostro o si nuestro cuerpo se va a poner viejo, en el cuerpo eterno no habrá esas preocupaciones, seremos jóvenes para toda la eternidad; pero mientras estamos en este cuerpo aprovechamos bien el tiempo sirviendo al Señor Jesucristo nuestro Salvador.

Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Los niños de diez años en adelante, también pueden venir a los Pies de Cristo, para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo.

Con nuestras manos levantadas al Cielo y nuestros ojos cerrados, los que están presentes y los que están en otras naciones, los que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos, repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de expiación por nuestros pecados, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos, reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador.

Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego y produzcas en mí el nuevo nacimiento, quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir Contigo eternamente en Tu Reino, salvame Señor, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso Señor Jesucristo. Amén.

Y con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en Su Nombre lo más pronto posible, ¿cuándo me pueden bautizar?” Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.

El mismo Jesucristo fue bautizado por Juan el Bautista, y si Cristo fue bautizado, cuánto más nosotros necesitamos ser bautizados; es un mandamiento de Cristo el bautismo en agua.

En el bautismo en agua nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador muere al mundo; y cuando es sumergido en las aguas bautismales por el ministro, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando es levantado de las aguas bautismales está resucitando a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en su Reino eterno. Tan simple como eso es le bautismo en agua.

Por lo tanto, bien pueden ser bautizados e identificarse con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de Jesucristo nuestro Salvador.

Dejo al ministro Israel en estos momentos, para que les indique hacia dónde dirigirse para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y ustedes que están en otras naciones también pueden ser bautizados, ustedes que han recibido a Cristo como Salvador en estos momentos.

Nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de Jesucristo nuestro Salvador.

Continúen pasando una tarde feliz llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.

“EL SER HUMANO EN EL HUERTO DEL EDÉN.”

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