La Iglesia con el júbilo del Rey en ella

Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes y también los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones; es una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.

Aprecio y agradezco mucho el respaldo que le están dando a AMISRAEL y también el respaldo que le están dando al proyecto de La gran Carpa-Catedral en Puerto Rico, y también el respaldo que le están dando al programa de televisión: “Alimento Para El Alma,” aquí en la República de Colombia, producido por la “Oficina Nacional de Apoyo…” se transmite a nivel nacional en toda Colombia.

Siempre estén respaldando esa labor para que permanezca y se extienda aún más en otros canales de televisión; también el respaldo que le están dando al proyecto: “Los Pueblos del Mundo Escriben la Biblia,” es un proyecto muy importante y antes que se cierre el tiempo de oportunidad para escribir un versículo de la Biblia, la Biblia que se está haciendo escrita a mano acá en Colombia y que luego será llevada a Jerusalén, allá en la Tierra de Israel, y permanecerá allá, y ustedes luego podrán ver en el certificado que les darán, el versículo bíblico que usted escribió, y cuando vaya de visita a Jerusalén, podrá ir a ver la Biblia y el versículo que usted escribió.

También estén siempre respaldando la obra misionera, el trabajo evangelístico, porque esa es la forma en que son llamadas las ovejas del Señor por medio del Evangelio de Cristo. El programa de televisión, hasta donde me han informado, tiene sintonía también en las cárceles y penitenciarías del país, y varios batallones y brigadas del ejército y de muchos pueblos y regiones apartados de Colombia. O sea, que está llegando a muchos lugares y a muchas esferas de la sociedad colombiana.

También aprecio mucho el respaldo que le están dando al concurso de poesía: “Un Poema Para Cristo,” el cual sigue avanzando. Y el que todavía no ha escrito un poema para Cristo, al cual tanto amamos y tantas cosas bonitas tenemos que decir de Cristo y decirle a Cristo, ahora ha llegado la oportunidad de que queden impresas nuestras palabras para Cristo con un poema dedicado a Cristo.

Para estos momentos buscamos en el Evangelio según San Mateo, capítulo 23, versos 37 al 39, donde dice Jesús:

“¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!

He aquí vuestra casa os es dejada desierta.

Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema es: “LA IGLESIA CON EL JÚBILO DEL REY EN ELLA.”

Estas palabras de Jesucristo fueron habladas luego de que Él ya había tenido Su entrada triunfal a Jerusalén (en el capítulo 21), en donde Él mandó a buscar un pollino, o sea, un burrito joven, hijo de asna, y se lo trajeron, cuando el dueño de ese burrito y la madre del burrito, vio que estaban desatando a la madre del burrito, pregunta: “¿Por qué están desatando mi animal, mi burra?” y le dicen: “El Señor los necesita.” Y entonces les permitió que se lo llevaran, “el Señor lo necesita, y lo devolverá,” o sea, no se va a quedar con él.

Y ya sabía qué Señor era, sabían que era Jesucristo. Lo traen, dice la Escritura que nunca se había montado en ese burrito, en ese pollino ninguna persona. Lo traen, colocan de sus túnicas, sus mantos sobre el burrito y entonces Jesús sube al burrito y comienza a viajar hacia Jerusalén; ya era Jerusalén, pero comienza a viajar hacia la ciudad, digamos, al centro de la ciudad.

Y comienzan los que van con Él, los creyentes en Cristo, Sus discípulos y el resto de la multitud que creía en Cristo, comienzan a clamar como dice aquí en el capítulo 21, verso 8 en adelante:

“Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino.

Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!

Cuando entró él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es éste?

Y la gente decía: Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea.”

Esta fue Su entrada triunfal en Su primera Venida, y fue rechazado. Él entró ahí como Rey, por eso los que iban delante y los que iban detrás de Él clamaban: “Hosanna al que viene en el Nombre del Señor, hosanna al Hijo de David, bendito el que viene en el Nombre del Señor.”

Ahora, en Su primera Venida Él vino como Cordero para morir, por lo tanto, tenía que ser rechazado como Rey, porque no era el tiempo para la restauración del Reino en ese tiempo, pero tenía que cumplirse esa Escritura en Su primera Venida y ser rechazado para poder morir.

Y luego esta Escritura de la Venida del Señor que habla Cristo en el capítulo 23 de San Mateo que leímos al principio, vean, está repitiendo aquí que va acontecer lo que dice la Escritura y lo que había acontecido ya.

Es que esta promesa del capítulo 23 de San Mateo será cumplida en la segunda Venida del Señor en la cual Él viene como Rey, y ahí es donde van a ver al Mesías viniendo en el Día Postrero. Él es el Mensajero a Israel, Él es el Ángel del Pacto, Él es el Ángel Fuerte que desciende del Cielo en Apocalipsis, capítulo 10, y clama como cuando un león ruge, porque viene como León, como Rey. Él dice en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16.

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.”

Por lo tanto, Él es el Hijo de David descendiente del rey David y por consiguiente heredero al Trono y Reino de David como dice el Ángel Gabriel en San Lucas, capítulo 1, versos 30 al 36 a la virgen María, cuando le habla a la virgen María que ella va a tener un niño y que va a ser llamado Hijo de Dios, Hijo del Altísimo, y Dios le dará el Trono de David su Padre, y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y Su Reino no tendrá fin, y también le dice que le llamará o le pondrá por nombre Jesús.

Y ahora, aquí podemos ver que Cristo es el Hijo de David, el heredero al Trono de David, pero en Su primera Venida no fue recibido como estaba profetizado, porque Él tenía que morir para llevar a cabo la Obra de Redención.

Y cuando haya redimido hasta el último escrito en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, o sea, cuando lo haya llamado por medio del Evangelio y lo haya colocado en Su Iglesia y se haya completado así Su Iglesia, entonces ya Cristo, el cual está como Sumo Sacerdote en el Templo celestial, habrá terminado Su Obra de Intercesión en el Templo celestial en el Lugar Santísimo, y se convertirá en el León de la Tribu de Judá, se convertirá en el Rey de reyes y Señor de señores, y como Rey hará Su Obra de Reclamo, tomará el Título de Propiedad que es el Libro sellado con siete Sellos que está en la diestra de Dios en Apocalipsis, capítulo 5, lo tomará, lo abrirá y hará Su Obra de Reclamo, reclamará a todos aquellos que Él ha redimido con Su Sangre, los reclamará, los resucitará en cuerpos eternos, jóvenes, inmortales, glorificados, como el cuerpo glorificado que Él tiene.

Y a los creyentes en Cristo nacidos de nuevo que estén vivos en ese tiempo que ocurra la resurrección, los transformará, y entonces todos serán inmortales con cuerpos eternos, jóvenes, glorificados, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.

Y por cuanto el cuerpo glorificado que Él dará a los creyentes en Él en la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de los que estén vivos, es un cuerpo joven que representará de 18 a 21 años; ahí los niños que van a ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, al ser transformados, serán jóvenes, y los ancianitos creyentes en Cristo nacidos de nuevo que estén vivos, serán transformados y serán jóvenes.

Todos serán jóvenes en ese cuerpo nuevo, glorificado que Cristo ha prometido para todos los creyentes en Él. Vean, el mismo Cristo hablando en San Juan, capítulo 6, versos 39 al 40 dice:

“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.”

¿Para cuándo Cristo llevará a cabo la resurrección? Dice que será para el Día Postrero, que es el séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá. Es que el Día Postrero no es un día de 24 horas, sino que el Día Postrero es un día milenial, un día de mil años. Sigue diciendo en el verso 40:

“Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”

Así que la resurrección de la cual se ha estado hablando por dos mil años que Cristo llevará a cabo, es algo que Él ha prometido. Vean, también dice el mismo Jesucristo a Marta la hermana de Lázaro, cuando Cristo fue a resucitar a Lázaro, dice capítulo 11 de San Juan, verso 21 en adelante, dice:

“Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.

Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.

Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.

Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.”

Pues ya Jesús lo había enseñado y ella lo había aprendido así:

“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.

Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?

Le dijo: Sí, Señor (¿y qué decimos nosotros? Sí Señor, también nosotros lo creemos); yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.”

Y ahora, hemos visto lo que Cristo ha dicho con relación a esa resurrección de los muertos en Cristo y para los vivos, pues la transformación; pero ahora veamos lo que dice el apóstol Pablo en Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21:

“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;

el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”

Y ahora, la Venida del Señor es para resucitar a los muertos creyentes en Él viene con ellos, y para la transformación de los creyentes en Cristo que estarán viviendo en el Día Postrero, o sea, en el séptimo milenio de Adán hacia acá, o tercer milenio de Cristo hacia acá, pero no sabemos el año en que eso va a suceder.

Ahora, tenemos que estar esperándolo todos los años, si no vino en el pasado, pues lo estamos esperando este que estamos viviendo, y si no viene este que estamos viviendo, si no ocurre la resurrección de los muertos en Cristo en este año y la transformación nuestra, pues lo esperamos el próximo año, y así lo estaremos esperando todos los años hasta que se cumpla lo que Él prometió, para lo cual, pues estaremos preparados todo el tiempo, velando, vigilando por la Venida del Señor.

Ahora, la Venida del Señor que es la venida del Ángel Fuerte que desciende del Cielo en Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 al 11, traerá el júbilo del Rey en medio de la Iglesia, así como hubo júbilo del Rey en medio del pueblo hebreo que fue libertado de la esclavitud en Egipto, y salió con Moisés, pero Dios estaba con ellos en la Columna de Fuego, en aquella Columna de Luz o nube de Luz llamada la Columna de Fuego que les acompañaba; de noche era una Columna de Fuego y de día era una nube que los protegía del sol en su trayectoria por el desierto rumbo a la tierra prometida.

Y hubo júbilo del Rey en medio de ellos, júbilo del Rey de reyes y Señor de señores, porque Dios es el Rey de Israel y también de la Iglesia, porque la Iglesia del Antiguo Testamento es el pueblo hebreo y la Iglesia del Nuevo Testamento es la Iglesia del Señor Jesucristo, tan sencillo como eso.

Y ahora, el júbilo del Rey estará en medio de la Iglesia cuando esté la Columna de Fuego en medio de la Iglesia en el Día Postrero manifestándose y alumbrando el entendimiento de todos los creyentes en Cristo, trayendo luz, Luz divina, revelación divina para entender las profecías bíblicas, entender la Palabra divina y caminar en el Programa de Dios correspondiente al Día Postrero.

La presencia del Señor estará en medio de Su Iglesia y por consiguiente habrá júbilo del Rey en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, y luego más adelante habrá júbilo del Rey también en medio del pueblo hebreo, porque se cumplirá esa profecía: “No me verán más, ustedes no me verán más hasta que digáis: ‘Bendito el que viene en el Nombre del Señor.”

“Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor.”

Y eso ocurrirá en este tiempo final, por lo tanto, Israel está por recibir la bendición más grande que Dios le ha prometido y que será cumplida para este tiempo final: vendrá el Ángel Fuerte, el Rey de Israel, el Mensajero de Israel, ellos lo verán pero lo van a ver en medio de la Iglesia que estará con el júbilo del Rey en medio de ella.

O sea, que viene por Su Iglesia y ellos lo van a ver y van a ver y decir: “pero, éste es el que nosotros estamos esperando,” es que la Iglesia del Señor Jesucristo también lo está esperando. Por lo tanto lo está esperando la Iglesia del Señor Jesucristo para Su transformación, para ser transformados los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo, y luego llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, que es la fiesta más grande que se haya llevado a cabo en el Cielo, a la cual yo fui invitado y acepté esa invitación, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también.

Por eso Apocalipsis, capítulo 19, verso 7 al 10 dice que son bienaventurados los que son convidados a la Cena del Cordero. Vamos a leerlo tal y como está aquí para tener el cuadro claro; dice capítulo 19, verso 9 al 10

“Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios.”

O sea, que esto es cierto lo que está escrito aquí, dicho por el Ángel del Señor Jesucristo, son bienaventurados los que son convidados, invitados a la Cena de las Bodas del Cordero. Yo recibí la invitación la cual se recibe a través de la predicación del Evangelio de Cristo, acepté la invitación, y también dice la Escritura que hay un vestido de boda, o sea, que no van a ir con ropa común. El vestido de boda, recuerden la parábola de las bodas, ese vestido de boda allá en el Medio Oriente la costumbre es que el novio tiene las vestiduras: una túnica que todos los invitados van a recibir, y todos, pobres y ricos van a estar vestidos iguales. A eso es que hace referencia Cristo, de ahí es que viene esa parábola.

Y ahora, ¿cuál es la vestidura de boda que Cristo tiene para todos los creyentes? Es el Espíritu Santo, esa es la vestidura de boda, la primera parte, y la segunda parte de esa vestidura es el cuerpo glorificado que Él nos va a dar. Por lo tanto esa es la doble porción de la vestidura de boda para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero al Cielo.

Para este tiempo final la Iglesia del Señor Jesucristo tendrá el júbilo del Rey en medio de ella, cuando vea la manifestación de Cristo en medio de ella y llevando a cabo el cumplimiento de lo que Él ha prometido, y cuando veamos a los muertos en Cristo resucitados en cuerpos eternos, inmortales y jóvenes, el júbilo del Rey será mayor en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo. Y cuando los veamos y también nosotros seamos transformados, será mayor el júbilo del Rey en medio de la Iglesia.

Ya sabiendo que estamos en el Día Postrero y sabiendo que estamos siendo preparados para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, ya el júbilo del Rey comenzó acá en mi corazón, ¿y en el de quién más? En el de cada uno de ustedes también.

“LA IGLESIA CON EL JÚBILO DEL REY EN ELLA,” en el corazón de cada creyentes en Cristo.

Él es el que trae regocijo, júbilo a nuestras almas y a todo nuestro ser, Su presencia en medio de Su Iglesia trae el júbilo del Rey para todos los creyentes, y es júbilo, regocijo celestial en el alma de todos los creyentes en Cristo, todos aquellos que lo han recibido como único y suficiente Salvador.

Si hay alguna persona que todavía no lo ha recibido como su único y suficiente Salvador, puede pasar acá al frente y estaremos orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino y lo perdone y con Su Sangre lo limpie de todo pecado, sea bautizado en Su Nombre en agua y Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en usted el nuevo nacimiento, le dé la vestidura de boda para poder ir a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo con Cristo.

El Señor Jesucristo dijo que cuando un pecador se arrepiente hay gozo en el Cielo, júbilo en el Cielo, y podemos decir que en el Cielo hay júbilo porque ustedes están recibiendo a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador, y no solamente hay júbilo en el Cielo, hay júbilo del Rey también en medio de nosotros, hay júbilo del Rey en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo.

A medida que la Palabra de Dios es revelada a los creyentes en Cristo, produce júbilo en el alma del creyente, trae ese estímulo, ese júbilo y ese es júbilo del Rey, júbilo de Cristo, júbilo del Mesías, júbilo del Señor, júbilo en nuestras almas y júbilo en medio de todo el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo, como hubo júbilo del Rey en medio del pueblo hebreo cuando fueron libertados de la esclavitud en Egipto y fueron llevados por el desierto rumbo a la tierra prometida.

Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión. En las demás naciones también pueden venir a los Pies de Cristo los que están en estos momentos escuchando esta conferencia, y así quedarán incluidos en la oración que estaremos haciendo por todos los que están viniendo a los Pies de Cristo nuestro Salvador.

También los niños de diez años en adelante pueden venir a los Pies de Cristo, pues ya tienen conciencia del bien y del mal. Si falta alguna persona por venir, puede venir, de los que están presentes y también de los que están en otras naciones en estos momentos.

Lo más importante es la Vida eterna, no hay otra cosa más importante, a tal grado que el mismo Cristo dice.

“Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?”

No hay recompensa que usted pueda pagar por la salvación de su alma, Cristo en la Cruz del Calvario pagó el precio de nuestra salvación, pagó el precio de la salvación de nuestra alma. Por lo tanto, ya está pagado el precio, nos toca a nosotros aceptar ese Sacrificio de Cristo por nosotros en la Cruz del Calvario como el pago del precio de nuestra redención, de nuestra salvación.

No hay otra forma para llegar a Dios. Cristo dijo: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí,” no hay otro camino. Muchas personas piensan que hay muchos caminos para llegar a Dios, pero Cristo dice que Él es el camino, la verdad y la vida, y nadie viene al Padre, sino por Él, dice Cristo: “Y nadie viene al Padre, sino por mí.”

Es a través de Cristo que llegamos al Padre celestial y somos reconciliados con Dios por medio de Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario. Todos necesitamos a Cristo, todos lo amamos a Él, ¿por qué? Porque Él nos amó a nosotros primero, y Dios muestra Su amor para con nosotros en la forma más grande que en alguna ocasión Dios haya mostrado Su amor por el ser humano. Dice:

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito , para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Eso es en San Juan, capítulo 3, verso 16, y en Romanos, capítulo 5, verso 6 al 10 San Pablo dice que Dios muestra Su amor para con nosotros en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Esa es la demostración de amor más grande de Dios hacia el ser humano: dar a Su Hijo unigénito por nosotros, ¿por qué? Porque nos ama.

¿Daría usted a un hijo suyo a la muerte por algún amigo suyo o por algún familiar? Usted lo pensaría ¿verdad? Pero Dios lo pensó bien y como lo pensó bien, dio por nosotros en Sacrificio en la Cruz del Calvario a Su Hijo Jesucristo, por amor a nosotros. O sea, que la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario fue una obra de amor divino hacia nosotros.

Ya vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, y nuestros ojos cerrados los que están presentes y los que están en otras naciones, y los que han venido a los Pies de Cristo que están presentes aquí o en otras naciones, repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu evangelio y nació Tu fe en mi corazón, en mi alma, creo en Tu primera Venida y en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, y creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos.

Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre y produzcas en mí, el nuevo nacimiento.

Quiero nacer en Tu Reino, quiero nacer en y a la Vida eterna. Señor, sálvame, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.

Y con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador, pues Él dijo… ustedes me dirán: “Cristo dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo;’ he creído en Cristo y lo he recibido como mi Salvador y quiero ser bautizado en agua en Su Nombre lo más pronto posible. ¿Cuándo me pueden bautizar?”

El bautismo en agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado, pero el bautismo en agua es un mandamiento del Señor Jesucristo, y Él mismo fue bautizado por Juan el Bautista en el Jordán.

En el bautismo en agua nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo. Y cuando es sumergido en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado. Y cuando el ministro lo levanta de las aguas bautismales, tipológicamente está resucitando a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.

Y luego la persona se levanta para vivir con Cristo eternamente, y vivir sirviéndole todos los días de su vida y esperar la Venida del Señor para ser transformado si está vivo en ese momento, o ser resucitado si murió físicamente, ser resucitado en un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado.

Por lo tanto, bien pueden ser bautizados, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, ustedes que están presentes y ustedes que están en otras naciones conectados con esta transmisión.

Pregunto al ministro si hay agua, ¿hay bautisterio? Hay bautisterios. Hay ministros que les bautizarán también, ropas bautismales, por lo tanto, bien pueden ser bautizados y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de Jesucristo nuestro Salvador.

Dejo al doctor Camilo Montoya para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, que Dios les continúe bendiciendo a todos, y continúen pasando una noche feliz, con júbilo del Rey en vuestras almas. Buenas noches.

“LA IGLESIA CON EL JÚBILO DEL REY EN ELLA.”

Scroll al inicio