Las cosas que Dios ha preparado para los que le aman

Muy buenas tardes, amables amigos y hermanos presentes, y los que están también a través del satélite Amazonas o de internet. También a todos los ministros, autoridades eclesiásticas, políticas, académicas y demás autoridades.

Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes.

Para esta ocasión, leemos un pasaje muy importante que se encuentra en Primera de Corintios, capítulo 2, versos 6 al 16, en donde el apóstol San Pablo expresa la Palabra divina y donde nos muestra cómo viene la revelación Divina al ser humano; y dice de la siguiente manera:

“Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen.

Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria,

la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria.

Antes bien, como está escrito:

Cosas que ojo no vio, ni oído oyó,

Ni han subido en corazón de hombre,

Son las que Dios ha preparado para los que le aman.

Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.

Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.

Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido,

lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual.

Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.

En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie.

Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

“LAS COSAS QUE DIOS HA PREPARADO PARA LOS QUE LE AMAN.” Ese es nuestro tema para esta ocasión.

Muchas personas se preguntan: “¿qué provecho tenemos en servir a Dios? ¿Qué provecho tenemos en servir a Cristo y recibirlo como nuestro Salvador? ¿Qué provecho hay en ser un creyente en Dios?”

Algunos piensan que no hay ningún provecho, pero el hombre espiritual concibe por el Espíritu de Dios, las cosas de Dios; el ser humano está en esta Tierra por un Propósito Divino, y cuando llega a la Tierra no sabe de dónde ha venido, no sabe porqué está aquí en la Tierra, y no sabe hacia dónde va después que muera su cuerpo físico porque no conoce el Programa Divino; y por eso se requiere que se le enseñe al ser humano la Palabra de Dios, para que entienda porqué existe en este planeta Tierra y sepa qué en realidad es el ser humano; aunque su cuerpo físico es animal, pero es la corona de la creación, el único de toda la creación que está colocado en esta Tierra, que es a imagen y semejanza de Dios.

Los animales no tienen alma, son cuerpo y espíritu, tienen dentro del cuerpo el espíritu, que es un cuerpo, otro cuerpo parecido al cuerpo físico que tienen, pero de otra dimensión; pero el ser humano fue creado por Dios a imagen y semejanza de Dios, por lo tanto lo más que se parece a Dios, ¿quién es? El ser humano.

Ahora, siendo que Dios es trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo, el ser humano también es trino: alma, espíritu y cuerpo; y por consiguiente el ser humano, así como necesita alimento para su cuerpo físico, porque si no se debilita, se enferma y se muere, también para su espíritu y para su alma necesita alimento.

Por lo tanto, se requiere que haya un alimento para el espíritu del ser humano y para el alma del ser humano. Enseñamos a los seres humanos en las escuelas, en las universidades, y no es al cuerpo físico que estamos enseñando, es al espíritu de la persona que es el que obtiene ese conocimiento.

Así como el cuerpo físico tiene cinco sentidos, el espíritu del ser humano, que es un cuerpo pero de otra dimensión, tiene también cinco sentidos, y es en el espíritu y con el espíritu que la persona siente afecto por las demás personas, razona. El ser humano tiene sus canales dados por Dios para comunicarse con el mundo espiritual, obtenemos conocimientos terrenales en el espíritu, los cuales usamos para la profesión que cada uno obtenga.

El ser humano siente afecto por las demás personas con el espíritu y en el espíritu. Pero, ¿qué del alma? El alma es lo más importante del ser humano, pues eso es lo que en realidad es el ser humano: alma viviente. Así como el mismo Jesús, dice: “El Padre mayor es que yo,” así también el alma del ser humano es mayor que el espíritu del ser humano y que el cuerpo del ser humano.

Cuando muere el cuerpo físico del individuo no quiere decir que terminó su vida la persona, lo que terminó fue su tiempo de vida aquí en esta dimensión material, en esta dimensión visible, pero él pasa a otra dimensión, a la dimensión de los espíritus para continuar viviendo, puede ir a una de dos dimensiones a las cuales van los seres humanos.

Los creyentes en Cristo nacidos de nuevo van al lugar llamado el Paraíso, lo cual es otra dimensión, y a esa es que todo el mundo quiere ir, porque todo el mundo quiere ir al Cielo, quiere ir al Paraíso; pero Cristo dijo: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.” Por lo tanto, hay un camino que nos lleva a Dios, hay un camino que nos lleva al Paraíso, y es Cristo, por eso es que todo ser humano necesita a Jesucristo, lo entienda bien o no lo entienda bien, necesita a Cristo.

Y el que termine sus días en la Tierra sin Cristo no puede esperar que Cristo lo lleve al Paraíso, Cristo dijo hablando con Marta la hermana de Lázaro, cuando fue a resucitar a Lázaro allá en el capítulo 11 de San Juan, versos 21 al 27: “Tu hermano resucitará. Marta le dice: “Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.” Pues ya eso Cristo lo había enseñado en el capítulo 6 del Evangelio según San Juan, versos 39 al 40, que todos los que ven al Hijo y creen en Él, tienen Vida eterna. Vamos a leerlo aquí, para que tengan el cuadro claro de este pasaje, dice capítulo 6 de San Juan, versos 39 al 40:

“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.”

Vean, aquí está hablando que va a resucitar a esas personas en el Día Postrero, pues vivirían en esta Tierra y terminarían sus días de vida en la Tierra, irían al Paraíso a vivir, pero luego en la resurrección en el Día Postrero, que es el séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá, porque un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día; hay días de años y hay días de milenios.

Y ahora, el Día Postrero del cual nos habla Cristo para llevar a cabo la resurrección de los muertos creyentes en Él, es el séptimo milenio de Adán hacia acá, así como el séptimo día de la semana es el último día de la semana, el sábado. Y ahora, sigue diciendo Jesús:

Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”

¿Qué beneficio tenemos en escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, creer y recibirlo como nuestro Salvador y ser bautizados en agua en Su Nombre y recibir Su Espíritu? Que recibimos la Vida eterna con todo lo que está en la Vida eterna para los que heredan la Vida eterna. Vean en el capítulo 11 de San Juan, donde está hablando con Marta, ahí le dice Cristo:

“Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.” (Capítulo 11, versos 23 en adelante).

“Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.

Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.

Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?

Le dijo: Sí, Señor…”

Y nosotros ¿qué decimos?: “Sí Señor, nosotros también creemos lo que has dicho a Marta.” Sigue diciendo ella:

“…yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.”

Y yo también lo creo así. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también.

Y ahora, ya estamos viendo cuál es el beneficio de recibir a Cristo como único y suficiente Salvador, y nadie más puede darle a usted Vida eterna, solamente hay UNO que nos puede dar Vida eterna, y Su Nombre es: SEÑOR JESUCRISTO.

Vean lo que nos dice el mismo Cristo en San Juan, capítulo 10, versos 27 en adelante:

“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,

y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.

Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.

Yo y el Padre uno somos.”

Y ahora, ¿qué le da Cristo a los que escuchan la predicación de Su Evangelio y lo reciben como su Salvador? Esas personas están escuchando la Voz de Cristo, que es el Evangelio de Cristo, y Cristo los conoce desde antes de la fundación del mundo, tienen sus nombres escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, y siguen a Cristo, reciben a Cristo como su Salvador y Cristo les da Vida eterna.

¿Qué beneficio tenemos u obtenemos al ser creyentes en Cristo? La Vida eterna, ¿hay alguna otra forma de recibir la Vida eterna? No la hay, es a través de Cristo que el ser humano puede recibir la Vida eterna; por lo tanto, el ser humano no puede estar haciéndose de ilusiones pensando que sin servir a Cristo, sin recibirlo como Salvador cuando muera va a ir al Cielo, no puede hacerse de esas ilusiones. Cristo vino con un propósito y para un Propósito Divino a la Tierra. Vean, dice el capítulo 3 de San Juan, versos 13 en adelante, dice:

“Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo.

Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,

para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

En el tiempo en que Moisés estaba con el pueblo hebreo en el desierto, luego de haberlos libertado de la esclavitud en Egipto, no se portaban muy bien y eran mordidos por las serpientes venenosas y escorpiones, y una persona que es mordida por una serpiente venenosa está condenada a muerte y solamente le quedan minutos de vida; depende qué tipo de serpiente venenosa lo muerda es el tiempo o minutos que le quedan de vida. Por lo tanto, esa persona está condenada a muerte.

Pero, Dios le dijo a Moisés: “Prepara una vara, y en ella coloca una serpiente de bronce (es el mismo símbolo de los médicos), y toda persona que es mordida por serpientes venenosas, que mire a esa serpiente de bronce y no morirá.” Una persona que está condenada a muerte y que le digan que mirando algo, ya no va a morir, se pone muy feliz.

Ahora vean, mirar una serpiente de bronce en una vara levantada, eso anulaba la condena de muerte, anulaba el veneno y la persona continuaba viviendo. ¿Qué poder puede haber en una serpiente de bronce levantada en una vara? Ningún poder, era lo que significaba esa serpiente de bronce en esa vara lo que daba la bendición de ser anulado el veneno y la sentencia de muerte.

Las personas miraban esa serpiente de bronce arrepentidos de haber pecado, y era anulada la sentencia de muerte y el veneno y seguían viviendo, ¿por qué? Porque esa serpiente de bronce levantada, tipificaba a Cristo Crucificado en la Cruz del Calvario, era el tipo y figura, la sombra de la Crucifixión de Cristo en la Cruz del Calvario.

Y ahora, si el tipo y figura hacia eso, cuánto más la realidad que estaba siendo allí tipificada, por eso es que Cristo dice:

“…para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

Por eso Él dijo que era necesario que el Hijo del Hombre fuera levantado como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así fue levantado Cristo en la Cruz del Calvario.

Y así como una mirada de fe de aquellas personas del pueblo hebreo en el desierto que eran mordidos por las serpientes venenosas, con una mirada de fe quedaban libres de la maldición de la muerte y por consiguiente continuaban viviendo, era una bendición. Y si el tipo y figura era una bendición, más grande es la realidad que estaba allí representada, que es Cristo en la Cruz del Calvario muriendo por nosotros.

Y una mirada de fe a Cristo, recordando que Él murió en la Cruz del Calvario al tomar nuestros pecados y hacerse pecado por nosotros, y pagar por nosotros y en lugar de nosotros pagar el precio de nuestra redención. Una mirada de fe a Cristo nos libra de la maldición de la muerte causada por una serpiente que allá en el Edén introdujo el pecado, o sea, que la raza humana en términos espirituales fue mordida por la serpiente antigua que se llama diablo o Satanás, usando una serpiente literal allá en el Huerto del Edén.

Y ahora, Juan el Bautista cuando ve a Jesús, dice: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” ¿Cómo lo quitaría? Siendo levantado en la Cruz del Calvario, así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, para quitar el pecado del mundo; y por consiguiente una mirada de fe a Cristo, creyendo en Él y recibiéndolo como nuestro Salvador nos libra de la muerte eterna, nos libra del pecado y de la muerte como dice San Pablo en Gálatas, capítulo 6, verso 23, dice… luego ustedes leen en sus hogares.

Cristo es el que nos ha libertado de la maldición, de la muerte y del pecado. Ahora, esto ha sido una Obra Divina, una Obra de amor como nos dice el Evangelio según San Juan, ahí el mismo Cristo hablando dice en el capítulo 3, verso 16:

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (ahí vemos cómo obtener la Vida eterna).

Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.

El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.

Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.”

Luego, en los versos 35 al 36, de este mismo capítulo 3, de San Juan, dice:

“El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano.”

Cristo tiene la exclusividad de la Vida eterna, y al que quiere da Vida, Vida eterna, por eso Él dice: “Mis ovejas oyen mi Voz, yo las conozco y me siguen, y yo les doy Vida eterna.” Porque Él tiene la exclusividad de la Vida eterna; y cuando alguien tiene la exclusividad de algo, hay que ir al que tiene la exclusividad para obtener lo que deseamos, y todos deseamos la Vida eterna, todos deseamos vivir eternamente, dice:

“El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.”

El que cree en Cristo tiene la Vida eterna, el que no cree, no tiene Vida eterna, la ira de Dios está sobre él; esa persona no verá la Vida eterna, solamente se conformó con una vida temporera que dura de cincuenta a cien años, que comparado con la eternidad es menos que un granito de arena; no nos podemos conformar con unos cien años de vida aquí en la Tierra, cuando hay la oportunidad de vivir eternamente y en mejores condiciones que en las que vivimos en estos cuerpos terrenales.

Ahora, continuamos aquí en Romanos, capítulo 5, donde el apóstol San Pablo dice, capítulo 5, verso 6 en adelante, veamos lo que aquí él nos expresa hablando de Cristo:

“Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.

Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.”

Esa es la muestra más grande del amor de Dios hacia nosotros: que Jesucristo, el Hijo de Dios murió por nosotros, porque Dios lo envió a la Tierra para morir por nosotros. Sigue diciendo:

“Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.

Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.

Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.”

Es únicamente por medio de Cristo que somos reconciliados con Dios, lo cual fue tipificado en el Sacrificio de Expiación, en donde un macho cabrío era sacrificado por el pecado del pueblo, en medio del pueblo hebreo conforme a Levítico, capítulo 23, versos 26 al 29.

Y ahora, es por medio del Sacrificio de Cristo que el ser humano puede obtener la Vida eterna, sin Cristo el ser humano no puede estar pensando que va a vivir eternamente, es a través de Cristo que obtenemos la Vida eterna. Vean, hay otro pasaje muy importante en donde Cristo dice, en San Juan, capítulo 5, versos 20 en adelante, dice:

“Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis.

Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida.”

¿Y a quiénes quiere darle Vida eterna Jesucristo, el Hijo de Dios? Pues a todos los que escuchan el Evangelio de Cristo y lo reciben como único y suficiente Salvador, esas son las ovejas del Padre que le han sido dadas a Cristo para que las busque y les dé Vida eterna.

Recuerden que Él dijo: “Porque el hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” O sea, que vino a buscarme a mí y a salvarme a mí. ¿Y a quién más? Pues a cada uno de ustedes también. Eso está en San Lucas, capítulo 19, verso 10 y en San Mateo, capítulo 18, versos 11 al 14.

Recuerden que Él compara a todas esas almas de Dios con ovejas: las ovejas que el Padre le dio, los hijos de Dios e hijas de Dios, esas almas de Dios.

Y ahora, la Palabra de Dios es el alimento para nuestra alma, por eso cuando se predica el Evangelio de Cristo, se le está dando a las personas el alimento para su alma; el alimento para lo que son en realidad: almas vivientes; recuerden que Cristo dijo:

“Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?

Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.” (San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 28).

Tenemos que estar conscientes que somos seres creados por Dios a imagen y semejanza de Dios, tenemos que estar conscientes que lo más importante en nosotros es nuestra alma, de nada le sirve a una persona luchar y trabajar, y convertirse en una persona multimillonaria, y perder su alma; se olvidó de que es alma viviente, pensó que las cosas materiales eran las importantes, pero esas son las menos importantes; comenzó con el cuerpo, cuando hay que comenzar con el alma.

Y ahora, comprendiendo lo importante que es saber qué somos, porque el ser humano viene con la angustia existencial porque no sabe qué es o quién es, no sabe de dónde ha venido, no sabe porqué está aquí en la Tierra y no sabe hacia donde va después.

Pero todas estas ovejas que el Padre le dio a Cristo, ¿de dónde han venido? De donde vino Cristo, ¿por qué están aquí? Por causa del Programa Divino de Redención para ser lavados con la Sangre de Cristo. ¿Y hacia dónde van? Hacia donde está Cristo. Por lo tanto, el futuro eterno de estas personas está asegurado con Jesucristo, por eso es tan importante escuchar la predicación del Evangelio de Cristo y recibirlo como único y suficiente Salvador.

Ahora, ¿cómo es posible que vayamos a vivir eternamente cuando nuestros cuerpos son temporeros? No se preocupen, la solución está dada en la Escritura; el mismo Cristo dijo que a los creyentes en Él, Él los resucitará en el Día Postrero, o sea, todos los que mueren físicamente. En el capítulo 3, versos 20 al 21 de Filipenses, el apóstol San Pablo, dice:

“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo.”

Cualquier persona puede decir: “Mi ciudadanía está en el país que yo nací.” Esa es la ciudadanía terrenal, de su nacimiento terrenal a través de sus padres terrenales; pero todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo de lo cual Cristo le habló a Nicodemo, cuando le dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios, el que no nazca del Agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios.” Ese nacimiento no es físico, es un nacimiento espiritual y es del Cielo.

Y por consiguiente, el que obtiene ese nacimiento del Agua y del Espíritu, o sea, de la Palabra, del Evangelio y del Espíritu Santo, ha nacido de nuevo, ha nacido del Cielo y por consiguiente su ciudadanía de ese nuevo nacimiento, ¿dónde está? En el Cielo, porque el nuevo nacimiento no es terrenal, es celestial. El cual… dice:

“…de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;

el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”

Y ahora, los creyentes en Cristo por estos dos mil años de Cristo hacia acá, ¿qué ha estado realizándose, llevándose a cabo? Se ha estado esperando la Venida del Señor, ¿para qué? Dice:

“…de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;

el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya…”

Lo estamos esperando en Su Venida para la transformación de nuestros cuerpos físicos, para tener un cuerpo físico, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, como el Cuerpo glorificado de Jesucristo, el cual está tan joven como cuando subió al Cielo.

El cuerpo glorificado que Cristo nos dará para los que vivimos, creyentes en Cristo, y para los muertos en Cristo, será igual al Cuerpo glorificado de Jesucristo; y el cuerpo glorificado es joven que representa de dieciocho a veintiún años de edad y nunca se pone viejo, es un cuerpo inter-dimensional también.

Recuerden que Cristo ya resucitado, entraba a donde estaban los discípulos, ellos con las puertas cerradas pero Cristo entraba donde ellos, aparecía, comía con ellos y luego desaparecía; esa es la clase de cuerpo que Cristo tiene para todos los creyentes en Él.

Y encontramos, que cuando tuvo que subir al Cielo, luego de estar unos cuarenta días apareciendo en diferentes ocasiones a Sus discípulos, luego Subió al Cielo con ese Cuerpo glorificado y está a la diestra de Dios sentado en el Trono de Dios como Sumo Sacerdote.

O sea, que ese cuerpo no necesita un automóvil, un avión o un cohete para viajar de un lugar a otro. Para ir a la Casa del Padre celestial a la Gran Cena de las Bodas del Cordero, se necesita ese cuerpo glorificado, para ir en el arrebatamiento de la Iglesia o rapto de la Iglesia con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, a la fiesta más grande que se haya llevado a cabo en el Cielo.

Ahora, esa gran fiesta se va a llevar a cabo en el Día Postrero, que es el séptimo milenio de Adán hacia acá, pero no sabemos en que año.

Ahora, veamos esta otra promesa de la cual San Pablo habla aquí en el capítulo 4, verso 13 en adelante de Primera de Tesalonicenses.

“Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen (o sea, de los que han muerto), para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza.

Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.”

En la Venida del Señor, Él traerá a todos los muertos creyentes en Él que están en el Paraíso y los resucitará en cuerpos eternos, cuerpos glorificados.

“Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron.

Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.

Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.

Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.”

Y aquí estamos viendo: “LAS COSAS QUE DIOS HA PREPARADO PARA LOS QUE LE AMAN,” que son aquellos que han recibido a Cristo como único y suficiente Salvador.

Veamos aquí otro pasaje de San Pablo, en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 47 en adelante, donde dice:

“El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo.

Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales.

Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial.”

La imagen es el cuerpo espiritual, cuerpo angelical. Y ahora continuamos aquí:

“Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción.”

O sea, que el cuerpo físico no puede vivir eternamente, no puede ser incorruptible, se pone viejo, se muere y luego desaparece.

“He aquí, os digo un misterio: (y este es uno de los grandes misterios para la familia humana.) No todos dormiremos…

O sea, que no todos vamos a morir; recuerden que para los creyentes en Cristo, el mismo Cristo dice que la muerte es dormir, porque van a resucitar, van a ser despertados.

Recordamos las palabras que dijo de Lázaro cuando le dijo a Sus discípulos: “Lázaro, nuestro amigo, duerme.” Ellos pensaban que dormía del sueño natural físico que nosotros acostumbramos a dormir, pero entonces Cristo le dice: “Lázaro, nuestro amigo, ha muerto,” para que lo entendieran mejor. Ahora:

“He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados.”

Al decir: “No todos dormiremos,” está mostrando que habrá un grupo de personas creyentes en Cristo en el Día Postrero que no van a ver muerte, sino que van a ser transformados estando vivos en la Venida del Señor, con todos los muertos en Cristo que Él resucitará en cuerpos glorificados, y cuando los veamos resucitados entonces nosotros seremos transformados. Dice:

“…en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta…”

¿Y qué es la final Trompeta? El mensaje final de Dios que es el Evangelio del Reino, el Evangelio eterno; cuando las personas y sobre todo los creyentes en Cristo estén viendo y escuchando la predicación del Evangelio del Reino por un mensajero que va a ser enviado, estarán escuchando la Trompeta final, esa gran Voz de Trompeta. Para que lo tengan más claro, en Apocalipsis, capítulo 14, dice del verso 6 al 7:

“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo,

diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.”

Este mensajero… recuerden que Ángel significa: “Mensajero.” Y si este mensajero viene con el Evangelio eterno que es el Evangelio del Reino para predicarlo a los moradores de la Tierra, a toda nación, pueblo y lengua, pues tiene que estar en la Tierra para estar predicando el Evangelio eterno. En San Mateo, capítulo 24, verso 14, dijo Jesucristo:

“Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”

Y vimos quién es el mensajero que viene con el Evangelio eterno, el Evangelio del Reino para predicarlo a todas las naciones; cuando vean a ese mensajero, a ese hombre predicando el Evangelio del Reino, Evangelio que predicaba Juan el Bautista y Jesús de Nazaret, pero que luego desde el Día de Pentecostés ya comenzó a predicarse el Evangelio de la Gracia.

Pero se volverá a predicar el Evangelio del Reino, en el cual está incluido la adoración a Dios y la enseñanza de adorar a Dios Creador de los Cielos y de la Tierra, y también estará siendo proclamado que ha llegado la hora del juicio de Dios para la raza humana, eso es lo que dice ese Ángel con gran Voz.

Cuando se habla de gran Voz, se habla de un mensaje dispensacional, como cuando se habla de una gran Voz de Trompeta, es el mensaje de la Dispensación del Reino, que es el Evangelio del Reino de Dios, el Reino del cual Cristo dijo que orando digamos: “Padre nuestro que estás en los Cielos, Santificado sea Tu Nombre. Venga tu Reino. Hágase tu voluntad como en el Cielo, aquí en la Tierra, o también en la Tierra.” (San Mateo, capítulo 6, versos 10 en adelante).

Y ahora, Él enseñó a todos los creyentes en Él que oremos por la Venida del Reino de Dios. ¿Y qué será la Venida del Reino de Dios? ¿Y qué será el Establecimiento del Reino de Dios en la Tierra? Será la restauración del Reino de David; recuerden que cuando Cristo estuvo en la Tierra ya resucitado le preguntan a Él: “Señor, ¿restaurarás el Reino a Israel en este tiempo?” ( libro de los Hechos, capítulo 1, versos 1 al 10).

Y ahora, la restauración del Reino de Dios en la Tierra, será la restauración del Reino de David, es en ese Reino que Israel obtendrá la paz verdadera, la paz permanente, todo el Medio Oriente obtendrá la paz permanente y toda la humanidad obtendrá la paz permanente, la paz que viene de Dios.

Mientras llega ese momento de la restauración del Reino de David en la Tierra, en donde el Mesías Príncipe se sentará sobre el Trono de David, mientras llega ese tiempo, ese momento, pues luchamos por una paz temporera, una paz por tratados humanos, tratados políticos, diplomáticos; porque la paz es buena aunque sea temporera, y cuando se rompa ese tratado, pues se trata de hacer otro tratado para continuar teniendo paz; porque queremos paz para nuestra familia, para nuestra comunidad, para nuestra nación, para que pueda haber armonía, pueda haber progreso en la nación.

Todos queremos progresar y todos queremos estar bien, pues a todos nos gusta vivir bien, tener buenos recursos económicos y que nuestros hijos lleguen a ser profesionales.

Ahora, continuamos con el pasaje de Primera de Corintios, estamos aquí en el verso 52, donde dice:

“…en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles (o sea, en cuerpos glorificados y jóvenes para toda la eternidad), y nosotros seremos transformados.”

Los que estemos vivos en ese momento, cuando los veamos seremos transformados; yo estaré jovencito de dieciocho a veintiún años en ese cuerpo glorificado. ¿Y quién más? Pues, cada uno de ustedes también, no es solamente para mí, es para todos ustedes también, es para todos los creyentes en Cristo. Y estas son cosas que Dios ha preparado, ¿para quién? Para mí. ¿Y para quién más? Para todos ustedes también, para todos los creyentes en Cristo, para todos los que aman a Dios, para todos los que aman a Cristo. Sigue diciendo:

“Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.”

Para poder vivir físicamente eternamente, este cuerpo mortal tiene que ser vestido de inmortalidad, por consiguiente tiene que ser transformado.

“Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.”

Y de ahí en adelante ya no habrá más muerte para los creyentes en Cristo, y todos los creyentes en Cristo de nuestro tiempo y de todos estos dos mil años que han transcurrido, estarán en cuerpos eternos y glorificados para toda la eternidad y jovencitos, y son millones.

Así que no se preocupen por las cosas que van a pasar en el planeta Tierra en donde millones de seres humanos van a morir, pero recuerden que hay millones de seres humanos que han recibido a Cristo durante estos dos mil años que han transcurrido, y van a volver para la Tierra, van a habitar este planeta Tierra y son Reyes y Sacerdotes y Jueces también del Orden celestial de Melquisedec, de la Jerusalén celestial.

Y ahora, recuerden que en el mensaje del Evangelio eterno, del Evangelio del Reino que predica, que proclama ese mensajero, dice: “La hora de Su juicio ha llegado,” o sea, que va a estar siendo dado a conocer a la raza humana que el juicio divino va a venir sobre la raza humana como fue en los días de Noé con el mundo antediluviano, un hombre sencillo predicando que vendría un diluvio que destruiría la raza humana y construyéndole un arca para escapar; eso era inconcebible, no llovía en aquel tiempo para colmo.

La humanidad en aquel tiempo estaba delante de Dios en una condición muy terrible, dice que la Tierra estaba llena de violencia, como es en nuestro tiempo, como está en nuestro tiempo: llena de violencia, en todas las naciones usted escucha a través de la televisión, violencia, noticias de violencia.

Y ahora, Cristo mismo dijo que como fue en los días de Noé, así será el día en que el Hijo del Hombre se revelará, así será la Venida del Hijo del Hombre; estamos nuevamente como en los días de Noé. Por lo tanto, aparecerá ese mensajero con el Evangelio eterno, el Evangelio del Reino predicando, y entre las cosas de las cuales él hablará, hablará del Juicio divino que vendrá sobre la raza humana y mostrará el porqué.

Recuerden que Dios es un Dios amoroso, pero es justo y Dios es amor, pero es fuego consumidor, y Dios es el Juez de toda la Tierra; recuerden que también Cristo dijo que: “Será como en los días de Lot,” donde Sodoma y Gomorra fue destruida, y en aquel tiempo Dios en un cuerpo juntamente con los Arcángeles Miguel y Gabriel, visitaron a Abraham, comieron con Abraham y luego los dos Ángeles, Gabriel y Miguel, se fueron a Sodoma y allá cenaron con Lot, y ya en la madrugada sacaron a Lot de Sodoma y a su familia y destruyeron a Sodoma, a Gomorra y a las ciudades cercanas.

O sea, que Dios es amor pero también es fuego consumidor, Dios es un Dios amoroso pero es un Dios justo, y por amor a los buenos Él tiene que juzgar a los malos. Así que, tenemos que entender que la justicia de Dios lo obliga a hacer justicia. Un juez ni tiene que ser bueno ni tiene que ser malo, sino justo.

Y ahora, encontramos que esta es la situación de la familia humana en este tiempo, por lo cual ya conociendo cuáles son las cosas que Dios ha preparado para los que le aman, que son aquellos que escuchan la predicación del Evangelio de Cristo y lo reciben como su único y suficiente Salvador, también podemos ver el otro cuadro: los que no reciben a Cristo como Salvador, al Hijo de Dios que fue enviado para tomar nuestros pecados y morir por nosotros en la Cruz del Calvario, se hizo pecado por nosotros; y por consiguiente se hizo mortal por nosotros al tomar nuestros pecados, para que nosotros podamos vivir eternamente.

Y ahora, hemos visto: “LAS COSAS QUE DIOS HA PREPARADO PARA LOS QUE LE AMAN.”

Yo escuche la predicación del Evangelio de Cristo y lo he recibido como mi único y suficiente Salvador y sé que todas estas cosas que Él ha preparado para los que le aman, son para mí. ¿Y para quién más? Para cada uno de ustedes también, no es solamente para mí, es para todos los que le aman y reciben a Cristo como único y suficiente Salvador.

Y lo más grande de todo que Él ha preparado para los que le aman es: la Vida eterna, a través de Cristo nos da la Vida eterna, cosa que usted por sí mismo no la puede buscar y encontrar, solamente recibiendo a Cristo es que recibimos la Vida eterna, porque Él es la Vida eterna, Él es el Árbol de la Vida que estaba en el Huerto del Edén.

Recuerden que en árboles son tipificados personas, son tipificadas personas que existieron o existen o existirán en la Tierra. “El justo es como árbol plantado junto a aguas de reposo, que da su fruto a su tiempo y su hoja no cae,” dice en los Salmos.

Y ahora, si alguno todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos ya viendo las cosas que Dios ha preparado para nosotros, y preparó el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, el cual se llevó a cabo en la Cruz del Calvario por Jesucristo, todas estas bendiciones Dios las preparó para mí. ¿Y para quién más? Para cada uno de ustedes también, por lo tanto ustedes tienen derecho y oportunidad de obtener todas estas cosas que Dios ha preparado para los que le aman.

Por lo tanto, los que todavía no han recibido a Cristo como Salvador, pueden pasar al frente y estaremos orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino, y así Cristo le asegure su futuro eterno con Él en Su Reino eterno; esa es la única forma en que podemos asegurar nuestro futuro eterno: es por medio de Cristo nuestro Salvador.

Dios tiene mucho pueblo en esta hermosa ciudad de Bogotá y en toda la bella República de Colombia, y los está llamando en este tiempo final, y también en todas las naciones Dios tiene mucho pueblo, muchos hijos y los está llamando en este tiempo final.

Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, Él te está llamando porque tú eres una oveja del Señor, tú estas escrito, tu nombre está escrito en el Libro de la Vida, y Él te está llamando para darte Vida eterna.

En una ocasión Cristo envió a Sus discípulos a predicar el Evangelio, y cuando regresan ellos de haber predicado el Evangelio y haber orado por los enfermos y haber echado fuera demonios, regresan donde Cristo y le dicen a Cristo bien felices, bien alegres, bien contentos le dicen a Cristo: “Señor, hasta los espíritus se nos sujetan en Tu Nombre.” Y Cristo les dice a ellos: “No os gocéis de que los espíritus se os sujetan en mi Nombre, gozaos de que vuestros nombres están escritos en el Cielo.”

Y eso es motivo de gozo: saber que nuestros nombres están escritos en el Cielo en el Libro de la Vida y estamos aquí en la Tierra por un propósito Divino, y no podemos dejar que se nos pase el tiempo sin que se cumpla en nosotros ese propósito Divino.

Si la persona deja pasar el tiempo y no recibe a Cristo y muere, no aprovechó aquí el tiempo en la Tierra para obtener la Vida eterna, el propósito es que obtengamos la Vida eterna por medio de Cristo, ese es el propósito Divino para el cual Dios lo envió a usted a vivir en este planeta Tierra, y la voluntad de Dios es que usted reciba a Cristo como único y suficiente Salvador para que usted reciba la Vida eterna.

Porque Dios quiere que vivamos eternamente por eso envió a Su Hijo unigénito para que muriera por nosotros en la Cruz del Calvario; y cuando uno recibe a Cristo puede decir: “No fue en vano que Cristo viniera a la Tierra y muriera en la Cruz del Calvario, porque yo lo he recibido como mi Salvador y he obtenido la Salvación y Vida eterna.

Por lo tanto, no ha sido en vano la primera Venida de Cristo y Su Muerte en la Cruz del Calvario, porque ustedes lo están recibiendo como único y suficiente Salvador, y la Escritura dice que Él quedará satisfecho al ver el fruto de esa aflicción. El fruto de Su aflicción somos todos nosotros, el fruto de Su Venida y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, el beneficio para Él, somos todos nosotros.

Todavía están viniendo más personas que como ustedes quieren vivir eternamente, han visto las cosas que Dios ha preparado para los que le aman y quieren recibir todas esas bendiciones que Dios ha preparado para nosotros.

En las demás naciones pueden continuar viniendo también a los Pies de Cristo, pues Cristo tiene lugar para ustedes también, y los niños de diez años en adelante presentes y también los que están en otras naciones, pueden también venir a los Pies de Cristo para recibirlo como único y suficiente Salvador, pues ya tienen conocimiento, conciencia del bien y del mal; el mismo Cristo dijo:

“Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos.”

Por eso compara a todos Sus discípulos, a todos los que le siguen, los compara con niños.

Todavía continúan viniendo más personas a los Pies de Cristo que han escuchado el llamado de Dios en sus almas, en sus corazones. Es hermoso ver que Dios tiene mucho pueblo, muchos hijos en Bogotá y en toda la República de la bella Colombia, y que el Reino de Cristo, el Reino de Dios se está llenando de colombianos.

En el Reino milenial del Mesías nos vamos a ver, porque esa es otra de las cosas que Dios ha preparado para los que le aman: heredar el Reino, estar con el Mesías en el Reino milenial, y estaremos con cuerpos eternos y glorificados.

Todavía continúan viniendo más personas a los Pies de Cristo en estos momentos, por lo cual estamos esperando unos segundos en lo que llegan todas las personas que en su corazón han escuchado el llamado de Dios por medio del Evangelio de Cristo.

Solamente hay esperanza de Vida eterna cuando se cree en Cristo como nuestro Salvador, y es una esperanza verdadera, está bien fundamentada, está fundamentada en la Palabra de Dios y por consiguiente en el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario.

Todavía veo que vienen más personas que como ustedes quieren vivir eternamente con Cristo en Su Reino, en las demás naciones también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo ya que estamos conectados con el satélite Amazonas y también por internet, y se está transmitiendo a todo el Continente Americano, ya que el satélite Amazonas cubre el Continente Americano, Norteamérica y toda la América Latina.

Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo nuestro salvador, todavía los que faltan por venir, pueden venir para que así queden incluidos en la oración que estaremos haciendo por todos los que están viniendo a los Pies de Cristo en esta ocasión.

Saber que tenemos la oportunidad de vivir eternamente es una buena noticia, y saber la forma en que podemos obtener esa Vida eterna es una buena noticia, y es a través de Cristo nuestro Salvador que podemos obtener la Vida eterna para vivir con Él en Su Reino eterno.

Ya vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo nuestro Salvador, para lo cual levantemos nuestras manos al Cielo, a Cristo, y con nuestros ojos cerrados los que están presentes y los que están en otras naciones, los que han venido a los Pies de Cristo, repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Tu primera Venida, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.

Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador. Doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre y produzcas en mí el nuevo nacimiento.

Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente. Sálvame, Señor. Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.

Y con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. El mismo Cristo dijo:

“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16).

Ustedes me dirán: “Escuché la predicación del Evangelio de Cristo y lo he recibido como mi Salvador, y ahora quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor lo más pronto posible, porque Él dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.”

Aun el mismo Cristo fue bautizado por Juan el Bautista, aunque Juan al principio no lo quería bautizar y le decía: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por ti, ¿y Tú vienes a mí para que yo te bautice?” Cristo le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia;” y si Cristo para cumplir toda justicia necesitó ser bautizado en agua, cuánto más nosotros.

Por lo tanto, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.

El agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado. En el bautismo en agua nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección.

Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo. Y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado. Y cuando lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.

Por lo tanto, como señal de una buena conciencia, pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.

Quiero leerles algo que dijo San Pedro aquí cuando Cristo murió y fue sepultado; dice en Primera de Pedro, capítulo 3, versos 18 en adelante, dice:

“Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu;

 en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados,

los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua.

El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo,

quien habiendo subido al cielo está a la diestra de Dios; y a él están sujetos ángeles, autoridades y potestades.”

Y ahora, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. Los que están en otras naciones también pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes también el nuevo nacimiento.

Y ahora, para que les indiquen cómo hacer para ser bautizados, dejo al ministro Alejandro Sarria para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino glorioso de Jesucristo nuestro Salvador.

Que Dios bendiga grandemente al doctor Juan Manuel Galán, Senador de la República, quien recibió también al Señor como su Salvador.

“LAS COSAS QUE DIOS HA PREPARADO PARA LOS QUE LE AMAN.”

Scroll al inicio