Estamos Seguros en Dios

Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.

Aprecio y agradezco mucho el respaldo que le están dando al proyecto de La gran Carpa-Catedral en Puerto Rico, y también el respaldo que le están dando a AMISRAEL, y también el respaldo que le están dando a la obra misionera, la obra evangelística, con todos los ministros y también el reverendo Miguel Bermúdez Marín junto a todos los ministros.

Que Dios les bendiga y les recompense grandemente por todo lo que ustedes están haciendo y que en el Reino del Mesías tengan grandes galardones allí, pues Cristo dijo: “He aquí vengo pronto y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.” (Apocalipsis, capítulo 22, verso 12).

Para esta ocasión leeremos un pasaje de Romanos, capítulo 8, versos 28 al 34, donde nos dice el apóstol Pablo:

“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.

Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.

Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.

¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?

El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?

¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.

¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.

¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?

Como está escrito:

Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;

Somos contados como ovejas de matadero.

Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.

Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,

ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema es: “ESTAMOS SEGUROS EN DIOS.”

El ser humano nace en esta Tierra y viene con angustia existencial porque no sabe de dónde vino, no sabe porqué está aquí en la Tierra, y no sabe hacia dónde va después que muera su cuerpo físico.

Pero cuando la persona llega al conocimiento del propósito divino por el cual está en la Tierra y entra al Programa Divino, desaparece la angustia existencial y se da cuenta que estamos seguros en Dios, y aunque la Tierra tiemble y los montes se traspasen al corazón de la mar (o del mar), no temeré mal alguno porque Jehová está conmigo, ¿y con quién más? Con cada uno de ustedes también, por lo tanto, estamos seguros en Dios.

Aunque veamos que hay guerras en diferentes países y diferentes problemas, de todo tipo de problemas que estamos viendo en las diferentes naciones, con todo y eso estamos seguros en Dios, porque Cristo nos ha sacado del reino de las tinieblas y nos ha colocado en Su Reino. Por eso en Isaías, capítulo 9 nos dice, verso 1 en adelante:

“Mas no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia, tal como la aflicción que le vino en el tiempo que livianamente tocaron la primera vez a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí; pues al fin llenará de gloria el camino del mar, de aquel lado del Jordán, en Galilea de los gentiles.

El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.”

Y ahora, este pasaje nos muestra en tipo y figura, que así como aquellas personas que moraban en Zabulón, en la tierra de Zabulón y la tierra de Neftalí, que estaban viviendo en un lugar, un pueblo que andaba en tinieblas y luego vio gran luz, un pueblo que moraba en tierra de sombra de muerte y luz les resplandeció, vean, cuando la luz resplandeció para ellos, entonces obtuvieron la vida; la sombra de muerte, las tinieblas desaparecieron y vino luz para ellos, resplandeció la luz para las personas de ese territorio.

¿Y cómo se cumplió esto? En San Mateo, capítulo 4, versos 12 en adelante está la forma en que se cumplió:

“Cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, volvió a Galilea;

y dejando a Nazaret, vino y habitó en Capernaum, ciudad marítima, en la región de Zabulón y de Neftalí,

para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo:

Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,

Camino del mar, al otro lado del Jordán,

Galilea de los gentiles;

El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz;

Y a los asentados en región de sombra de muerte,

Luz les resplandeció.

Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.”

Y ahora, vean cómo fue que resplandeció la luz en ese territorio, ese fue el territorio donde Jesucristo llevó a cabo Su ministerio en toda Galilea, pues Él se crió allá en Nazaret, que pertenece a ese territorio.

Con la Venida del Mesías en medio de ellos y Su ministerio en medio de ellos estaba la luz resplandeciendo porque el Mesías es la luz del mundo, Él mismo dijo: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas, mas tendrá la luz de la vida.” (San Juan, capítulo 8, verso 12). Así es como la luz de Dios resplandeció en ese territorio, y eso fue en la primera Venida del Señor.

Ahora la humanidad vive en esa misma condición de tinieblas, de oscuridad, y solamente Cristo, la luz del mundo, puede resplandecer y alumbrar el entendimiento y el corazón de los seres humanos para que tengan así luz en su alma, o sea, tengan a Cristo, que es la luz del mundo.

Cuando el ser humano viene a este planeta Tierra, ha nacido o nace en una región de tinieblas, de oscuridad, porque este mundo está controlado por el reino de las tinieblas. Por lo tanto nace en el reino de las tinieblas y por consiguiente vive en un territorio de tinieblas y sombra de muerte.

El salmista nos habla en el Salmo 23, y nos dice:

“Jehová es mi pastor; nada me faltará.

En lugares de delicados pastos me hará descansar;

Junto a aguas de reposo me pastoreará.

Confortará mi alma;

Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.

Aunque ande en valle de sombra de muerte,

No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo.”

Aunque vivimos en este planeta Tierra que se encuentra en tinieblas y sombra de muerte en el campo espiritual, porque está controlado por el príncipe de las tinieblas, del cual Cristo habló en San Juan, capítulo 12, verso 31, y dijo:

“Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera.”

Y luego en el capítulo 14, verso 30 dice, de San Juan:

“No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí.”

Ahora, siendo que el príncipe de este mundo es el maligno, el reino del príncipe, del maligno, es el reino de las tinieblas, ese es el reino del príncipe de este mundo, y por consiguiente los seres humanos viven en un mundo de tinieblas, de oscuridad y de sombra de muerte.

Y todos necesitamos la luz divina: Cristo, que resplandezca delante de nosotros y nos alumbre el camino de la Vida eterna, el cual es el mismo. “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al padre, sino por mí.” (San Juan, capítulo 14, verso 6).

Es importante estar conscientes de que nuestra vida aquí en la Tierra tiene un propósito divino, usted no escogió venir a esta Tierra para vivir en un cuerpo humano, fue Dios el que eligió para usted el vivir en esta Tierra en un cuerpo humano para un propósito divino: para escuchar la predicación del Evangelio de Cristo y que nazca la fe de Cristo en vuestra alma, lo reciba como Salvador y sea rociado con la Sangre de Cristo y sea por consiguiente redimido, entre al nuevo Pacto y quede por consiguiente cubierto con la Sangre del nuevo Pacto, que es la Sangre de Cristo, y así tenga su futuro eterno asegurado con Dios en el Reino de Cristo.

Y así usted nunca temerá, no temerá lo que será de usted después que termine esta vida terrenal, porque usted comprenderá que si su cuerpo físico muere, va al Paraíso a vivir, continúa viviendo pero en el cuerpo angelical; y luego cuando llegue el momento de la resurrección de los muertos en Cristo, los cuales Cristo va a resucitar, ahí usted va a resucitar también en un cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, y regresará aquí a la Tierra con Cristo y todos los santos, todos los creyentes en Cristo de tiempos pasados; pero si permanece vivo en la Tierra hasta ese momento, pues va a ser transformado, va a obtener un cuerpo glorificado, inmortal, incorruptible y joven para toda la eternidad. Seremos a imagen y semejanza de Cristo, y así es como el ser humano recobrará la imagen y semejanza divina, porque el ser humano fue hecho a imagen y semejanza de Dios.

Y ahora, estamos viviendo en un mundo que está con muchos problemas mundiales y tiene muchas dificultades para recuperarse. También podemos ver que surgen muchas guerras en diferentes naciones, y eso llena de temor a las personas, y a los padres de familia de tristeza, porque se van a llevar a sus hijos para la guerra, y nadie desearía que su hijo fuera a la guerra, estuviera frente ahí a los demás soldados disparándose, porque lo van a matar, y el corazón de los padres sufre mucho cuando su país está en tiempo de guerra.

Ahora, hay una esperanza para los creyentes en Cristo, de un Reino en el cual el Mesías gobernará sobre el pueblo hebreo, sobre todo el Medio Oriente y sobre todas las naciones, y entonces habrá paz en la Tierra.

Mientras no llegue ese Reino del Mesías, no habrá paz sobre la Tierra, y cuando piensen que han alcanzado la paz, entonces se cumplirá la Palabra que está escrita por San Pablo en Primera de Tesalonicenses, capítulo 5, versos 1 en adelante… ahora, yo estoy hablando de que no habrá paz perfecta, paz permanente. Dice Primera de Tesalonicenses, capítulo 5, verso 1 en adelante, dice:

“Pero acerca de los tiempos y de las ocasiones, no tenéis necesidad, hermanos, de que yo os escriba.

Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche.”

O sea, sin las personas darse cuenta de que habrá llegado el Día del Señor, que es el séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá, ese es el Día Postrero representado en el sábado, en el séptimo día de la semana, porque el séptimo día de la semana representa, tipifica al séptimo milenio. Ahora, sigue diciendo:

“Que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán.”

Esto nos muestra que por medio de tratados humanos habrá una paz, pero no la paz permanente; y cuando logren esa paz temporera, dice que después de repente, o sea, cuando estén confiados, de repente vendrá destrucción para los pueblos.

Ahora, el apóstol Pablo dice: “Sobre ellos,” porque no será sobre los creyentes en Cristo esa destrucción repentina que vendrá, porque esa destrucción repentina que vendrá corresponde al tiempo de la gran tribulación, donde los juicios divinos van a venir sobre la raza humana, y donde una tercera guerra mundial, que será atómica, también va a llevarse a cabo.

Todos esos problemas que tendrá la familia humana, encontramos que son señalados para el Día Postrero, pero para el Día Postrero también Cristo ha indicado que Él resucitará a todos los muertos creyentes en Él y transformará a los que estén vivos, eso es lo que dice Jesús y lo que dice San Pablo en sus diferentes cartas. Dice que:

“A la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.” (Eso está en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 49 al 58).

Y entonces tendremos la imagen y semejanza de Dios, seremos, estaremos glorificados como nuestro amado Señor Jesucristo, entonces seremos inmortales físicamente porque en el cuerpo glorificado no hay muerte, no se pone viejo y tampoco puede morir. Por eso es que Cristo no puede morir nuevamente: porque Su cuerpo fue glorificado en la resurrección.

Y ahora, todas estas bendiciones son para todos los creyentes en Cristo, por lo cual todos los creyentes en Cristo podemos decir: “Estamos seguros en Dios.” Podemos dormir tranquilos porque nuestro futuro eterno está seguro con Dios.

Aunque la Tierra tiemble, aunque los montes se traspasen al corazón de la mar, aunque las naciones estén en guerras, aunque haya problemas en nuestras naciones, no temeré mal alguno, porque el Señor está conmigo, y por consiguiente yo estoy seguro en Dios, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también.

Esa es una bendición grande que tienen todos los creyentes en Cristo, por lo tanto, vivimos aquí en la Tierra conscientes de que aunque tenemos una ciudadanía terrenal del país donde hemos nacido, tenemos otra ciudadanía de otro lugar fuera de la Tierra, o sea, una ciudadanía celestial; porque la ciudadanía que se obtiene por el nacimiento, la obtiene cada persona al nacer en el país que nace, y el nuevo nacimiento por cuanto es del Cielo, nuestra ciudadanía como creyentes en Cristo es del Cielo. Dice el apóstol Pablo hablando de esta ciudadanía, en Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21:

“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;

el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”

Con ese poder con el cual Él puede sujetar a Sí mismo todas las cosas, con ese poder Él va a transformar nuestros cuerpos en Su Venida, porque nuestra ciudadanía está en los Cielos, de donde esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo, el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, transformará estos cuerpos mortales, y entonces tendremos un cuerpo como Su cuerpo glorificado, entonces estaremos plenamente a imagen y semejanza del Señor.

Y así es como regresaremos físicamente a la Vida eterna, a la inmortalidad, por lo tanto, estamos esperando el cumplimiento de esta promesa con paciencia, porque hasta que se complete el número de la Iglesia del Señor Jesucristo, no puede Cristo dejar el Trono de Intercesión en el Cielo donde Él está como Sumo Sacerdote haciendo intercesión con Su propia Sangre, por toda persona que lo recibe como único y suficiente Salvador.

Él es nuestro abogado, nuestro intercesor ante el Padre, no hay otro abogado que nos pueda defender, y que logre que salgamos justificados ante Dios; solamente hay un abogado perfecto, y Su Nombre es SEÑOR JESUCRISTO, ese es el que yo le recomiendo a cada persona, porque delante de Dios, el Juez de toda la Tierra, se requiere que la persona tenga el mejor abogado, y ese es Jesucristo.

Y ahora, al tener a Jesucristo en nuestros corazones, habiéndolo recibido como nuestro Salvador, estamos seguros en Dios. Yo estoy seguro en Dios porque he recibido a Cristo como mi Salvador; Él es mi abogado, mi intercesor, el Sumo Sacerdote del Templo celestial allá en el Lugar Santísimo en el Cielo. Esa es la única forma en que podemos realmente estar seguros en Dios y sentirnos seguros en Dios.

Es importante que toda persona, mientras vive en la Tierra, escuche la predicación del Evangelio de Cristo y lo reciba como su único y suficiente Salvador, antes que terminen sus días de vida aquí en la Tierra.

Estamos viviendo ya al final de la Dispensación de la Gracia. Recuerden que en la parábola de las diez vírgenes Cristo muestra que el Cristianismo es semejante, el Reino de los Cielos es semejante a diez vírgenes: cinco de ellas eran prudentes, y cinco eran insensatas; las prudentes tomaron aceite en sus lámparas y las insensatas no tomaron aceite en sus lámparas, y a medida que pasaba el tiempo cabecearon todas y se durmieron, pero a medianoche se oyó un clamor: “He aquí el Esposo viene, salid a recibirle.”

Eso es el anuncio de la Venida del Señor, o sea, un mensajero precursando la segunda Venida de Cristo; las que tenían aceite y las que no tenían despertaron, y las insensatas pidieron aceite a las prudentes, y las prudentes les dijeron: “Id para que no les falte a ustedes y a nosotras, vayan a comprar a los que venden para que tengan aceite.” (Eso está en el capítulo 25, versos 1 al 13 de San Mateo).

Y mientras ellas iban, vino el Esposo, o sea, se cumplió la venida del Señor y las que estaban preparadas entraron con Él a las bodas y se cerró la puerta, se cierra la puerta de la Dispensación de la Gracia, como también lo muestra San Lucas, capítulo 13, versos 25 al 27, donde Cristo dice: “Cuando el Padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, entonces comenzaréis a decir… tocar a la puerta y a decir: “Ábrenos.”

Lo mismo que las vírgenes insensatas: que cuando regresaron ya las prudentes habían entrado con Cristo a las bodas y la puerta se había cerrado, comenzaron a tocar la puerta, pero el Señor les dijo: “Os digo que no sé de dónde ustedes son, no os conozco, no sé de dónde son.”

No habían tomado aceite en sus lámparas, o sea, no habían recibido el Espíritu Santo y por consiguiente no habían obtenido el nuevo nacimiento, no habían nacido del Agua y del Espíritu, porque para entrar al Reino de Cristo, entrar al Reino de Dios, se requiere nacer del Agua y del Espíritu, así como para entrar a esta Tierra se requiere nacer.

Y ahora, los que han entrado al Reino de Cristo, al Reino de Dios, están seguros en Dios, porque a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien, por lo tanto, todas las cosas van ayudar a bien para esas personas que aman a Dios, para esas personas que han entrado al Reino de Dios por medio de Cristo nuestro Salvador, y tienen un futuro glorioso con Cristo en Su Reino.

Ahora, siendo que estamos ya en el Día Postrero, conforme al calendario gregoriano ya comenzamos a vivir el séptimo milenio, y ya llevamos dentro del séptimo milenio (viviendo ya el séptimo milenio), ya llevamos unos nueve años, lo cual nos coloca dentro del Día Postrero.

Este es el tiempo más glorioso de todos los tiempos. Ahora, Cristo hablando en una ocasión acerca del tiempo del fin o del fin del tiempo o del fin del mundo, que será el fin del reino de los gentiles, dice en el capítulo 24, verso 13 al 14:

“Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.

Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”

La señal del fin del mundo y del fin del siglo y del fin del tiempo, es la predicación del Evangelio del Reino, durante dos mil años se ha estado predicando el Evangelio de la Gracia para la Dispensación de la Gracia.

Cristo y Juan el Bautista predicaban el Evangelio del Reino, pero cuando no fue recibido en Su entrada triunfal a Jerusalén, de ahí en adelante ya encontramos que Cristo no había sido aceptado como Rey para sentarse en el Trono de David y Él lo sabía, y convenía que fuese así, para que pudiera efectuarse un Sacrificio de Expiación por el pecado del ser humano.

Luego del Día de Pentecostés en adelante se comenzó a predicar el Evangelio de la Gracia, y ya han transcurrido alrededor de dos mil años predicándose el Evangelio de la Gracia, que gira alrededor de la primera Venida del Señor.

Y ahora, ¿qué es entonces la predicación del Evangelio del Reino? La predicación del Evangelio del Reino gira alrededor de la segunda Venida de Cristo, y dentro de la predicación del Evangelio del Reino está la restauración del Reino de Dios en la Tierra, por lo cual Cristo dijo a Sus discípulos que orando pidieran la venida del Reino de Dios, para que se haga la voluntad de Dios como en el Cielo también en la Tierra (eso está en San Mateo, capítulo 6, verso 10).

Y ahora, ¿qué es la venida del Reino de Dios y la restauración del Reino de Dios en la Tierra? Sencillamente es la restauración del Reino de David en la Tierra, en donde el Mesías Príncipe se sentará sobre el Trono de David y reinará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones.

Eso será la restauración del Reino de David en la Tierra, lo cual será la restauración del Reino de Dios en la Tierra, porque el Reino terrenal de Dios es el Reino de David, y el Trono terrenal de Dios es el Trono de David; y en el mensaje del Evangelio del Reino es que se estará predicando acerca de la restauración del Reino de David, y siendo dado a conocer al pueblo los detalles de todo ese Programa Divino para la restauración del Reino de David o restauración del Reino de Dios en la Tierra, en donde los judíos van a tener una parte muy buena en ese programa de la restauración del Reino de David, pues el Reino de David es el único Reino que por decreto divino tiene promesa de que será el que gobernará sobre el planeta Tierra completo; no hay otro Reino que por decreto divino tenga esa bendición, y no hay ningún Trono sobre la Tierra, excepto el Trono de David, que por decreto divino tenga la bendición de que será el Trono del Mesías, sobre el cual se sentará el Mesías y gobernará sobre Israel y sobre el Medio Oriente y sobre todas las naciones.

Por eso es tan importante ese territorio de Israel y sobre todo Jerusalén, porque Jerusalén será la Capital del Reino del Mesías, ahí estará el Trono del Mesías, y desde allí, desde Jerusalén saldrá la enseñanza divina para todas las naciones, y todo lo del Reino de Dios en la Tierra saldrá de Jerusalén.

La salvación para todas las naciones, la parte física para las naciones, saldrá también de Jerusalén; así que, aun la redención ¿de dónde vino? De Jerusalén también con la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario, porque el mismo Jesús dijo a la mujer samaritana en el capítulo 4 de San Juan: “Porque la salvación viene de los judíos.”

Por lo tanto, así Dios lo programó y así Él lo tiene que cumplir, y nosotros nos adaptamos al Programa Divino y de todo corazón lo creemos, lo recibimos y le damos gracias a Dios por permitirnos comprender Su programa para nuestro tiempo, como el programa que Él ha llevado a cabo a través de los siglos.

Al conocer todas estas cosas que Dios ha hecho, las que está haciendo y las que Él hará, nos hace sentirnos seguros en Dios. Estoy seguro en Dios, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también. Yo estoy seguro en Dios porque Él así lo ha dicho y yo lo creo.

Por lo tanto, los problemas de este planeta Tierra, tanto los problemas del medio ambiente y demás problemas de las naciones, no pueden alterar mi paz la cual está aquí colocada por Cristo, el cual es mi paz. Estoy seguro en Dios, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también.

Si hay alguno que no está seguro en Dios porque no lo ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted.

Sabemos que vendrán más problemas sobre el planeta Tierra, sabemos que vendrán los juicios de la gran tribulación, sabemos que vendrán todos esos problemas, cada día serán más graves; pero podemos estar seguros en Dios al creer en Jesucristo como nuestro único y suficiente Salvador.

Si alguno todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, puede pasar al frente y estaremos orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y sea bautizado en Su Nombre y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en usted el nuevo nacimiento.

Los que están en otras naciones también pueden venir a los Pies de Cristo, para que Cristo les reciba en Su Reino, si todavía ustedes no han recibido como Cristo como vuestro único y suficiente Salvador.

Recuerden que Cristo es nuestro único refugio en todo tiempo, y en tiempos de dificultades Cristo es nuestro refugio y en Él estamos seguros.

Dios tiene muchos hijos, mucho pueblo en esta ciudad de Monterrey y en todas las ciudades de la República Mexicana, y los está llamando en este tiempo final, y en toda la América Latina Dios tiene mucho pueblo y los está llamando en este tiempo final.

Cristo está completando Su Iglesia, de un momento a otro se completará la Iglesia del Señor Jesucristo y luego vendrá la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos; y si estamos seguros estando todavía en estos cuerpos, cuando tengamos el nuevo cuerpo estaremos más seguros.

Los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo, pues Cristo tiene mucho pueblo, muchos hijos y muchos niños, los cuales Él los está llamando también, pues Cristo dijo: “Dejad a los niños venir a mí; y no se lo impidáis porque de los tales es el Reino de los Cielos.”

En las demás naciones pueden también continuar viniendo a los Pies de Cristo los niños y también los jóvenes y adultos y ancianos, los que todavía no han recibido a Cristo para que Cristo les reciba en Su Reino.

Estamos en un tiempo muy glorioso en donde todavía la puerta de la misericordia está abierta para entrar al Reino de Dios.

Mientras estamos en la Tierra tenemos la oportunidad de recibir a Cristo como nuestro Salvador para asegurar nuestro futuro eterno; lo más importante es la Vida eterna, y nos ha sido dado un lapso de tiempo en esta Tierra en estos cuerpos mortales, para que nosotros hagamos la elección correcta de recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.

El ser humano toma muchas decisiones en su vida, pero solamente hay una que coloca el ser humano en la Vida eterna, y esa es recibir a Cristo como único y suficiente Salvador, no hay otra decisión que coloque al ser humano en la Vida eterna.

Tenemos que comprender el motivo de nuestra existencia en la Tierra, saber que somos alma, espíritu y cuerpo, y que necesitamos abrir nuestro corazón, nuestra alma, para que Cristo entre a nuestro corazón porque ese es el lugar de morada de Cristo en el ser humano.

Por eso se habla algunas veces en la predicación del Evangelio y se dice: “Dale tu corazón a Cristo,” o “abre tu corazón.” San Pablo decía: “Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón.”

Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión. Si falta alguna persona por venir a los Pies de Cristo, puede venir para que quede incluido en la oración que estaremos haciendo por las personas que están viniendo a los Pies de Cristo.

En las demás naciones todavía pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo. Si nos pueden pasar una toma, una imagen de algunos de los países, de Villahermosa, o de Villahermosa acá mismo en la República Mexicana, o de Puerto Rico o de Colombia, o de Venezuela, de alguno de los países, para que así podamos ver lo que está sucediendo también en otras naciones.

Cristo tiene mucho pueblo en todos los países y los está llamando en este tiempo final, y por consiguiente estamos en el llamado final, en la Trompeta final, en la gran Voz de Trompeta, el llamado de Cristo a todos los que el Padre le dio para que los busque y les dé Vida eterna. “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”(Eso está en San Lucas, capítulo 19, verso 10).

Ya vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Si falta alguno por venir, puede venir, y en las demás naciones también todos puestos en pie en las demás naciones también, y con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, y nuestros ojos cerrados los que han venido a los Pies de Cristo repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Tu primera Venida y creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo, dado a los hombres, en que podemos ser salvos, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.

Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador. Señor, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador, Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre y produzcas en mí el nuevo nacimiento.

Quiero nacer en Tu Reino, reconozco, creo, acepto Tu Sacrificio en la Cruz del Calvario por mí, acepto la salvación que Tu ganaste por mí en la Cruz del Calvario, y Te pido, Te ruego se haga una realidad en mí, sálvame Señor. Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.

Y con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador.

Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible en el Nombre del Señor Jesucristo.” Por cuanto Él dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Él ordenó predicar el Evangelio y el que creyere y fuere bautizado, será salvo. San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16.

“¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta desde lo profundo de vuestro corazón. Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.

El agua en el bautismo no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado, pero el bautismo en agua es un mandamiento del Señor Jesucristo, en el cual nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección.

Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; y cuando la persona es sumergida en las aguas bautismales por el ministro, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando el ministro lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Tan simple como eso es el simbolismo del bautismo en agua.

El bautismo en agua es tipológico y es un mandamiento del Señor Jesucristo. Aun el mismo Jesucristo, cuando Juan estaba predicando y bautizando en el Jordán, Jesucristo fue, entró a las aguas del Jordán para que Juan lo bautizara, y Juan le dice: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí para que yo te bautice?” Y Jesús le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia.”

Y si a Cristo le convenía ser bautizado para cumplir toda justicia, cuánto más a nosotros nos conviene ser bautizados en agua en el Nombre del Señor conforme al mandamiento del Señor, porque es un mandamiento del Señor Jesucristo.

Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, como nos dice San Pablo en el libro de los Hechos, cuando le preguntaron, luego que Pedro predicó, miren la pregunta que le hacen en el capítulo 2 del libro de los Hechos, versos 37 en adelante, al finalizar Pedro de predicar le preguntan… versos 37 en adelante:

“Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.”

El mismo Pedro que tenía las llaves del Reino de los Cielos, cuando predicó abrió la puerta del Reino de los Cielos, porque Cristo es la puerta del Reino de los Cielos, tenía la revelación de la primera Venida de Cristo y dio a conocer el misterio de la Venida del Señor, y bautizó a todas las personas, él y los apóstoles, a todos los que creyeron en el Nombre del Señor, y sigue diciendo el verso 41:

“Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”

Como tres mil personas creyeron y fueron bautizados y fueron añadidos a la Iglesia del Señor Jesucristo, y así continuó en el tiempo de los apóstoles, Pedro y los demás apóstoles predicando, y la gente escuchando y creyendo y siendo bautizadas en agua en el Nombre del Señor, y siendo añadidas a la Iglesia del Señor Jesucristo y así asegurando su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno.

Recuerden que la Vida eterna es lo más importante; esta vida terrenal es temporera, uno la tiene y al otro día puede ser que ya no la tenga, que ya no tenga el cuerpo físico, por eso es que tenemos que asegurar con Cristo nuestro futuro eterno en la Vida eterna. Bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de Jesucristo nuestro Salvador.

Que Dios les continúe bendiciendo, y continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.

Los que están en otras naciones también pueden ser bautizados en estos momentos. Dejo al ministro aquí, reverendo Epifanio López, y en cada país dejo al ministro correspondiente para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Que Dios les bendiga y les guarde a todos.

“ESTAMOS SEGUROS EN DIOS.”

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