Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos; es para mí una bendición y privilegio grande con ustedes aquí en Apodaca, Monterrey, Nuevo León; y también con ustedes allá en Torreón, en Ciudad Lerdo, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Lamentamos mucho que no pudimos llegar allá a Torreón, pero por cuanto las comunicaciones en este tiempo están muy buenas para comunicarnos con otros lugares, estamos con ustedes también allá vía satélite Amazonas. Que Dios les bendiga grandemente a ustedes allá en Torreón y ustedes acá en Monterrey, y todos los que están a través del satélite Amazonas, ustedes allá en Mérida también que Dios les bendiga grandemente, lamentamos no haber podido estar allá en este día por los compromisos que se tenían también acá en la República mexicana.
Para esta ocasión quiero expresarles mi aprecio y agradecimiento por el respaldando que le están dando al gran proyecto de La gran Carpa-Catedral en Puerto Rico, y también por el respaldo que le están dando a AMISRAEL.
Que Dios les bendiga grandemente y les continúe usando grandemente en todos estos trabajos, y también los trabajos que llevan a cabo con y en sus congregaciones.
Y también el respaldo que le están dando a la obra misionera con Miguel Bermúdez Marín en todos los países que están trabajando con el misionero, doctor Miguel Bermúdez Marín.
Para esta ocasión leemos un pasaje muy importante que se encuentra en San Mateo, capítulo 24, versos 29 al 39, y dice de la siguiente manera:
“E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas.
Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.
Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.
De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca.
Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas.
De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca.
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre.
Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre.
Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca,
y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
“LA GRACIA DE DIOS A SU SIMIENTE EN SU VISITACIÓN.”
A través de la historia bíblica, encontramos a un Dios que siempre ha estado en medio de la raza humana, y que ha expresado Su amor hacia la familia humana, hacia el ser humano; por cuanto Dios creó al ser humano a Su imagen y semejanza, para tener compañerismo con el ser humano.
Encontramos que Cristo nos habla que la Venida del Hijo del Hombre será como en los días de Noé, y también será como en los días de Lot. En los días de Noé hubo un profeta dispensacional con un mensaje dispensacional, en donde estaba anunciando el juicio divino que vendría sobre la raza humana y mostrando que había una forma de escapar del juicio divino en un arca que Dios le ordenó construir. Para aquel tiempo no llovía, por lo tanto no tenía sentido para las personas de aquel tiempo una construcción de un arca; pero ése era el Programa de Dios, el camino de Dios a seguir.
Ahora, dice que no entendieron y vino el diluvio y se los llevó a todos, no entendieron que había llegado aquella generación antediluviana a su etapa final, no entendieron la hora, la edad en que ellos estaban viviendo, no entendieron que Dios tenía un profeta en la Tierra para esa etapa o edad final del mundo antidiluviano; y no entendieron que Dios tenía a través de ese profeta un mensaje dispensacional, el último mensaje para aquella generación, y no entendieron que Dios estaba visitando a la raza humana en una manifestación, en un ser humano llamado Noé.
No entendieron estas cosas del Programa Divino y vino el diluvio y se los llevó a todos los que no entendieron; los que entendieron: Noé y su familia y los animales; vean, los animales entendieron más que la gente de aquel tiempo, los que entraron, los que no entraron estaban iguales a los demás seres humanos.
Pero, vean ustedes, hay que entender, entender los tiempos y la sazones que dice Cristo en San Mateo, capítulo 16, versos 1 al 4, donde dice:
“Vinieron los fariseos y los saduceos para tentarle, y le pidieron que les mostrase señal del cielo.
Mas él respondiendo, les dijo: Cuando anochece, decís: Buen tiempo; porque el cielo tiene arreboles.
Y por la mañana: Hoy habrá tempestad; porque tiene arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas! que sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡mas las señales de los tiempos no podéis!
La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Y dejándolos, se fue.”
La señal de la muerte, sepultura y resurrección, sería la que le sería dada a aquella generación, y tampoco la vieron y tampoco la creyeron.
Y ahora, siempre hay que conocer los tiempo y las sazones, o sea, las dispensación que está vigente en el tiempo en que uno vive y conocer la edad de esa dispensación en la cual se está viviendo; y luego saber, conocer cuál es el mensajero para ese tiempo y cuál es el mensaje que él está trayendo de parte de Dios. Si uno conoce esas cosas, entonces entra al Programa Divino, está en el Programa Divino y está trabajando con Amor Divino en la Obra de Dios, y está bajo la bendición de Dios; la Gracia de Dios es con esa persona, esa persona está viendo a Dios en el mensajero de su edad manifestándose y hablando a través de ese mensajero. Tan simple como eso es.
Ahora vean, hay para cada tiempo un mensaje de parte de Dios y está ahí prometido en la Biblia. Cuando llega el mensajero enviado por Dios a la Tierra y comienza su ministerio, él por inspiración divina toma esa Palabra prometida que esta escrita y el Espíritu Santo a través de él la trae a vida, a cumplimiento; y entonces esa Palabra prometida para ese tiempo se hace carne en ese mensajero y ese mensajero es la luz para su edad; porque en él está la Palabra y está el Espíritu de Dios alumbrando el camino divino para todos los hijos e hijas de Dios. Así es como es la Palabra aparece, el Verbo, en un mensajero en cada edad de cada dispensación.
Y ahora, tenemos el caso de Moisés. Moisés era la Palabra viviente, o sea, aquella Palabra prometida estaba viva, hecha realidad viviendo en un hombre, y haciendo las cosas que fueron dichas que Dios llevaría a cabo, lo cual estaba en la Palabra y ahora esa Palabra se ha hecho vida, se ha hecho carne en un hombre llamado Moisés, y eso era la Palabra en medio del pueblo, era Dios por medio de Su Palabra prometida manifestándose, visitando a Su pueblo que estaba en Egipto en esclavitud. Cuando llegó Moisés a Egipto, Dios estaba visitando a Su pueblo. Dios le dijo a Moisés: “Vé, yo estaré contigo, y estaré en tu boca y tú hablarás lo que yo te diga, lo que yo ponga en tu boca.”
Esa es la forma de la visitación de Dios a Su pueblo de edad en edad y de dispensación en dispensación, esa es la forma en que Dios por medio de Su Ángel, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, en el cual está el Nombre de Dios, conforme a Éxodo, capítulo 23, versos 20 al 23, esa es la forma en que Dios por medio de Su Ángel, por medio de Su Espíritu Santo, se manifiesta en medio de Su pueblo a través de un hombre, a través de un profeta en el cual se hace carne, se hace realidad, lo que está prometido en la Palabra; y esa es la Palabra, y él es la Palabra para ese tiempo; y por consiguiente es la luz para su edad alumbrando en medio del pueblo de Dios, en medio de la simiente de Dios en esta Tierra.
Así fue en Moisés, así fue en Josué, así fue en los jueces, así fue en los profetas, así fue Juan el Bautista, así fue en Jesús, así fue en Jesús en toda su plenitud, así fue también en San Pedro, así fue en San Pablo, y así fue en cada uno de los mensajeros de cada edad: la Palabra prometida para cada edad se hizo carne en el mensajero, el Espíritu Santo en el mensajero obró todas esas cosas, le trajo la revelación al mensajero, el mensajero la proclamó y llevó al pueblo en esa forma la Palabra revelada de Dios para ese tiempo; es que fue tomada la Palabra escrita y colocada en el corazón de un hombre, a través del cual se hizo realidad lo que había sido prometido por Dios.
Así ha sido siempre, así fue la Venida del Hijo del Hombre dos mil años atrás y así está prometida la Venida del Hijo del Hombre para el tiempo final en los días postreros y sobre todo en el último de los días postreros, que es el séptimo milenio de Adán hacia acá.
El reverendo William Branham hablándonos acerca de la Venida del Hijo del Hombre, nos dice en este libro de “Citas,” una cita del mensaje: “¿Irá la Iglesia por la gran tribulación?” Todos sabemos que no, él explica porqué; porque los que están bajo la Sangre de Cristo y bautizados con el Espíritu Santo, pues no tienen que pasar por la gran tribulación, porque Cristo con Su Sangre los ha limpiado de todo pecado, no hay porqué, no hay motivo por lo cual tengan que pasar por la gran tribulación; por lo cual Dios se los lleva a otra dimensión celestial para una gran Cena, la Cena de las Bodas del Cordero. Dice en esta página 22 y 23, párrafo 183:
“El hijo del hombre está ahora siendo revelado desde el cielo. ¿Vendrá después de un tiempo, hermano Branham? Es ahora; y yo deseo no hacer esto tan personal en esta reunión, espero que su espíritu dentro de usted que es dado por Dios, pueda leer lo que estoy hablando. El Hijo del Hombre ya ha venido de Su gloria y se está revelando a sí mismo por los cuantos años pasados, a Su Iglesia en Su misericordia; enseñándoles Su gran presencia, haciendo las mismas cosas que El hizo cuando Él estuvo aquí en la tierra, revelándose a sí mismo como Él lo hizo a Abraham antes de la destrucción.”
Como Él lo hizo allá en el tiempo de Abraham, por eso la Escritura dice que Jesús dijo que como fue en los días de Noé y como fue en los días de Lot, así será la Venida del Hijo del Hombre. Los días de Lot eran los días de Abraham, donde hubo también un profeta dispensacional.
Y ahora, sigue diciendo:
“Él ha venido ahora en misericordia revelándose a sí mismo a la Iglesia; se han reído y lo han escarnecido. La siguiente vez que Él se revele a sí mismo, será en el juicio al mundo y las naciones que se olvidaron de Dios y pecaron su manera de gracia… Su día de Gracia.”
La Dispensación de la Gracia la menospreciaron, menospreciaron esa bendición de gracia y misericordia de parte de Dios que había para todos los seres humanos que al escuchar la Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo, dejarán su corazón abierto, enternecido para que la fe de Cristo entrara, naciera en su corazón, creyeran y lo recibieran como Salvador; pero endurecieron su corazón, no quisieron escuchar, menospreciaron esa oportunidad de gracia divina para salvación y Vida eterna; y vendrá el tiempo en que se cerrará la puerta como aparece en la parábola de las diez vírgenes, las cuales cuando fue dado el anuncio: “He aquí el esposo viene, salid ha recibirle,” lo cual fue a medianoche, y todas se levantaron, prepararon las lámparas; y las que tenían aceite encendieron sus lámparas y las que no tenían aceite vienen a las que tienen aceite y dicen: “Danos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan,” no tenían aceite en su lámparas; y cuando no hay aceite en la lámpara, uno prende la lámpara o el quinqué, o como le llamen y prende pero empieza a botar humo, porque no tiene el aceite. Y así es con la persona que no tiene el Espíritu Santo.
Y ahora, las vírgenes prudentes son las que tienen el aceite del bautismo del Espíritu Santo y las insensatas son las que no tienen el bautismo del Espíritu Santo, aunque son creyentes, profesantes en Cristo.
Y ahora, llega el tiempo y a medianoche se oye un clamor: “He aquí el esposo viene,” ahí aparece el mensajero precursor de la segunda Venida de Cristo anunciando: “He aquí viene el esposo,” o sea, precursando la segunda Venida de Cristo; y todas salen para preparase para la Venida del Señor, pero unas tienen aceite y otras no tienen aceite.
Y cuando las insensatas van a comparar aceite, viene el esposo y las que están preparadas, o sea, las vírgenes prudentes, entran con Él a las Bodas y se cerró la puerta; y cuando se cierra la puerta, por cuanto Cristo es el que cierra y ninguno abre y abre y ninguno cierra. ¿Quién va a abrir una puerta que Cristo cerró? Tampoco nadie puede cerrar una puerta que Cristo abrió, sólo Él mismo.
Y ahora, nos dice que cuando luego vienen las vírgenes insensatas la puerta ya esta cerrada, tocan a la puerta y vean la contestación desde adentro de la puerta. Capítulo 25, versos 10 al 13 de San Mateo, dice:
“Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta.
Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos!
Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco.
Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.”
Y ahora, después que ya está cerrada la puerta ya Cristo no la va a abrir, las que entraron eran las que tenían aceite que son las que van a ser transformadas, vírgenes prudentes, y llevadas con Cristo a las Cena de las Bodas del Cordero. En el capítulo 13, también de San Lucas, versos 22 en adelante, dice:
“Pasaba Jesús por ciudades y aldeas, enseñando, y encaminándose a Jerusalén.
Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo:
Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán.
Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois.”
Lo mismo que dice a las vírgenes insensatas:
“Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste.
Pero os dirá: Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad.
Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos.”
Ahora, vean todas estas cosas relacionadas a la Venida del Hijo del Hombre, lo cual es la segunda Venida de Cristo. Él vino en Su primera Venida para morir por Su Iglesia, Él viene en Su segunda Venida a buscar a Su Iglesia y por eso será como ladrón en la noche, o sea, que será un secreto el tiempo y Su Venida, el tiempo de Su Venida y Su Venida será un secreto para el mundo, un misterio para el mundo; pero para la Iglesia Novia que va ser transformada y llevada con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, será una revelación divina que le será dada, abierta, para poder ver, recibir, comprender la Venida del Hijo del Hombre a Su Iglesia.
“Cuando el Hijo del Hombre venga, ¿hallará fe en la tierra?” Pregunta Cristo en San Lucas, capítulo 18, verso 8. Se requiere tener fe y tener la fe del Hijo del Hombre para poder obtener la transformación y ser llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Ahora vean, el Hijo del Hombre es Cristo, pero cuando se habla del Hijo del Hombre para estar en la Tierra, se está hablando de Cristo, el Espíritu Santo en un hombre manifestándose en el cumplimiento de la promesa de la Venida del Hijo del Hombre.
Vean, en los días de Jesús, Él hablaba de Sí mismo como el Hijo del Hombre, porque era Dios en toda Su plenitud en Él manifestándose.
Y ahora, en la Venida del Hijo del Hombre para revelarse en medio de Su pueblo, dice el reverendo William Branham en la página 154, párrafo 1318, dice [“Citas”]:
“No fue el ángel, su Mensaje; fue el misterio que Dios reveló. No es un hombre; es Dios. El ángel no fue el Hijo del Hombre, el fue un mensajero del Hijo del Hombre. El Hijo del Hombre es Cristo. Él es en el que ustedes están alimentándose.”
Sigue diciendo más abajo:
“Pero ustedes están alimentándose en la infalible Palabra del Cuerpo del Hijo del Hombre.”
Luego, acá en este otro lugar, párrafo 1375, de la misma página 154, dice:
“En el mismo día que el Hijo del Hombre se revela, Apocalipsis 10:1 al 7, léanlo cuando lleguen a casa… El Mensaje del séptimo Ángel, abriendo los Sellos… ¿Qué es? El ángel no es el Hijo del Hombre, pero el mensajero está revelando al Hijo del Hombre. ¿Pueden ustedes separarlo ahora? Eso es donde parece ser tan difícil para ustedes ¿Ven ustedes? No el Hijo del Hombre Mismo, sino que el séptimo ángel, el séptimo mensajero, está revelando al público el Hijo del Hombre, porque ha salido del forro.”
Y ahora, Cristo es el Hijo del Hombre y cuando está en un profeta velado y revelado, eso es la manifestación del Hijo del Hombre, lo cual ha sido un misterio muy grande en todos los tiempos. Es como cuando se reveló allá a Abraham con los Arcángeles Gabriel y Miguel, por el capítulo 17 y 18 del Génesis; y comieron Dios y Sus Ángeles con Abraham; luego, almorzaron (el almuerzo para nosotros es al mediodía.)
Y luego dos de los Ángeles se fueron ya a Sodoma y cenaron con Lot; pero luego durante la noche lo sacaron a él y su familia de Sodoma, porque le dijeron: “Hemos venido para destruir la ciudad.” Eran Ángeles de juicio en una misión de juicio divino; y en todas esas misiones importantes está Dios con Sus Arcángeles Gabriel y Miguel, que son los Ángeles de la diestra de Dios, a través de los cuales el poder de Dios es manifestado.
Y ahora, como fue en aquellos días dice que será la Venida del Hijo del Hombre, así será el día que el Hijo del Hombre se revelará, se manifestará viniendo a la simiente de Abraham, a la simiente de Abraham en la Iglesia del Señor Jesucristo, y después a la simiente de Abraham del pueblo hebreo.
Y ahora, encontramos que para la Iglesia hay una bendición muy grande con relación a la Venida del Hijo del Hombre; vamos a leerla y ustedes se van a dar cuenta de la bendición tan grande que hay para la Iglesia del Señor Jesucristo en esta visitación del Señor, en donde la gracia de Dios a Su simiente en Su visitación será grande y será en abundancia. Dice la página 155, párrafo 382.
“Si ustedes recordarán, en Lucas 4:16 al19, Jesús leyó de Isaías 61:1 al 2, pero Él se detuvo en el medio de la Escritura, porque parte del versículo fue cumplida en ese tiempo, el resto de él (de ese versículo) sería a en Su segunda Venida. Él no trae juicio a los gentiles hasta Su segunda venida. Noten esta Escritura, Malaquías 4:6, para un paralelismo a eso.”
Luego, el párrafo 383, dice:
“Oh, habrá una verdadera lluvia temprana y tardía en los postreros días sobre ese grupo pequeño que viene con Él sobre este asno manso y humilde, sin una denominación, clamando: “Hosanna al Rey que viene en el nombre del Señor.”
Dos mil años atrás fue en Jerusalén que clamaron: “Hosanna al Rey que viene en el nombre del Señor.” Y para el Día Postrero en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo habrá una lluvia, una verdadera Lluvia Temprana y Tardía.
La Lluvia Temprana es la lluvia de la enseñanza del Evangelio de Cristo, del Evangelio de la Gracia que gira alrededor de la Venida de Cristo; y la Lluvia Tardía es la enseñanza, la predicación del Evangelio del Reino que gira alrededor de la segunda Venida de Cristo; y habrá una Lluvia Temprana y Tardía, o sea, lluvia de bendición de predicación del Evangelio de la Gracia y del Evangelio del Reino, y habrá un grupo que estará bajo esa lluvia, tendrá las dos lluvias.
Recuerden que el Cristianismo durante las siete edades de la Iglesia ha tenido una sola lluvia, la Lluvia Temprana, la predicación del Evangelio de la Gracia que ha estado cayendo como la lluvia sobre la humanidad, la enseñanza del Evangelio de la Gracia, y es para este tiempo final en el Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia del Señor Jesucristo en la Edad de la Piedra Angular, que cae una Lluvia Tardía y Temprana sobre el pueblo de Dios, sobre la Iglesia del Señor Jesucristo para y en la visitación de Dios a Su pueblo a los hijos de Abraham.
Es tiempo para Lluvia Tardía y Temprana, es tiempo para la predicación del Evangelio de la Gracia y del Evangelio del Reino, en donde las dos lluvias se juntan en el Día Postrero. Dice Zacarías, capítulo 10, verso 1.
“Pedid a Jehová lluvia en la estación tardía. Jehová hará relámpagos, y os dará lluvia abundante, y hierba verde en el campo a cada uno.”
Vean, habrá relámpagos. ¿Y cómo es que dice Cristo que viene el Hijo del Hombre? Vamos a ver cómo dice que viene el Hijo del Hombre; capítulo 24, versos 27 al 28 de San Mateo, dice:
“Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre.”
Sale del Oriente y se muestra hasta el Occidente, ¿dónde fue la primera Venida del Hijo del Hombre? En el Este, en el Oriente, la tierra de Israel. ¿Dónde será la segunda Venida del Hijo del Hombre? En el Occidente. Tan sencillo como eso.
Y ahora, encontramos que eso va a ser la visitación de Dios a la simiente de Abraham, a la simiente de Dios que estará viviendo en la Edad gloriosa de la Piedra Angular, de la Edad de Oro, en donde Cristo nos estará abriendo las escrituras para comprender todas esas profecías bíblicas que corresponden a este tiempo final y esas profecías van a estar haciéndose una realidad; y las estaremos viendo con nuestros propios ojos, porque la Palabra prometida para este tiempo se hará carne en el mensajero del Día Postrero; y tendremos la Palabra viviente, la Palabra hecha carne en medio de la Iglesia, dándonos la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, dándonos esa fe por medio de la predicación del Evangelio del Reino, revelando el misterio del séptimo Sello, el misterio de la Venida del Hijo del Hombre con Sus ángeles en el Día Postrero, porque así esta prometido; y estará abriendo ese misterio de esas promesas divinas, y van a estar siendo cumplidas esas promesas divinas, van a estar siendo hechas una realidad en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo y los entendidos, entenderán; los entendidos verán la Palabra, el Verbo hecho carne en el Día Postrero, cumpliendo todo lo que Él ha prometido.
En el tiempo de Jesús estuvo sucediendo lo mismo: las promesas de la Venida del Mesías se hicieron carne, se hicieron una realidad a través de Jesús; y no todos creyeron, fue un grupo muy pequeño el que creyó.
Cristo les hablaba en parábolas y los discípulos le dicen a Cristo: ¿Por qué les hablas por parábolas? Cristo les dice: “Porque a vosotros es concedido conocer los misterios del Reino de Dios; mas a ellos no es concedido. Bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen, porque muchos de los profetas y los justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.” Eso está en el capítulo 13, versos 11 al 17 [San Mateo]; y también en el capítulo 11 de San Mateo, vean lo que nos dice el mismo Cristo… capítulo 11, verso 8 de San Mateo, en adelante:
“¿O qué salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas? He aquí, los que llevan vestiduras delicadas, en las casas de los reyes están.
Pero ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta.
Porque éste es de quien está escrito:
He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz,
El cual preparará tu camino delante de ti.”
Ese fue Juan el Bautista, el mensajero precursor que vino preparándole el camino al Señor.
“De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él.”
Porque el más pequeño de la Iglesia del Señor Jesucristo es mayor que Juan el Bautista, porque los del Antiguo Testamento son los siervos de Dios y los del Nuevo Testamento son los hijos e hijas de Dios; y un hijo en la familia es mayor que un siervo que está trabajando en y a favor de la familia. Sigue diciendo:
“Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan.
Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan.
Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir.
El que tiene oídos para oír, oiga.”
Y luego nos dice del verso 25 en adelante, de este mismo capítulo 11 de San Mateo:
“En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.
Sí, Padre, porque así te agradó.
Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar (porque la revelación de Dios, el Padre viene por medio, ¿de quién? Por medio del Hijo de Dios, por medio de Jesucristo).
A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.” (San Juan, capítulo 1, verso 18).
Toda revelación divina viene por medio de Cristo; por lo tanto, encontramos que en la visita de Dios a Su simiente, es una visita para gracia y misericordia de parte de Dios, para el mundo puede ser de juicio divino.
La Venida del Hijo del Hombre para el Día Postrero será para Juicio divino del mundo, pero para Salvación y Vida eterna, glorificación de la Iglesia del Señor Jesucristo, de todos los miembros, de todos los que forman la Iglesia del Señor Jesucristo. Por esa causa, yo estoy esperando mi transformación. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también, porque es para gracia de Dios a Su simiente Su visitación en este tiempo final, en y a la Iglesia del Señor Jesucristo.
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de: “LA GRACIA DE DIOS A SU SIMIENTE EN SU VISITACIÓN.”
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como su Salvador, para recibir la gracia de Dios y obtener la salvación y Vida eterna, puede hacerlo en estos momentos y estaremos orando por usted, si hay alguno aquí presente en Monterrey o allá en Torreón, o en algún otro país, puede pasar al frente y estaremos orando por usted; para lo cual vamos a dar unos minutos mientras pasan al frente para orar por usted.
Si nos pueden avisar allá en Torreón, cuando estén listos nos dan un avisito.
Este es un tiempo muy glorioso para el pueblo de Dios, es un tiempo de bendición para el pueblo de Dios, para una fe de gracia, una fe para transformación y arrebatamiento de la Iglesia para ir a la Cena de las Bodas del Cordero con Cristo; es el tiempo más glorioso de todos los tiempos, es el tiempo en el cual todos los apóstoles del Señor Jesucristo desearon vivir y también todos los mensajeros del Señor Jesucristo desearon vivir; y a nosotros nos ha tocado vivir este glorioso tiempo, no porque usted eligió vivir en este tiempo, sino porque Dios fue el que eligió que nosotros viviéramos en este tiempo; por eso nos mandó a vivir en este tiempo en este planeta Tierra, lo cual es una bendición muy grande; por la cual le damos gracias a Dios a través de Cristo y le pedimos que nos guíe y que nos use en Su Obra en este tiempo final. Y que Él nos bendiga a todos con bendiciones del Cielo y de la Tierra.
Y ahora, vamos ya a estar listos, si allá en Torreón pasaron algunas personas… pasaron algunas personas, y en otras naciones vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos, para que Cristo les reciba en Su Reino. Todos con nuestras manos levantadas al Cielo, nuestros ojos cerrados, repitan conmigo esta oración los que han venido a los Pies de Cristo.
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo, dado a los hombres en que podemos ser salvos, creo en Tu primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el único Sacrificio de Expiación por nuestros pecados. Doy testimonio público de mi fe en Ti, reconociendo que soy un pecador y necesito un Salvador. Doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador, Te ruego salves mi alma, Señor.
Sálvame, Señor. Yo acepto, reconozco, acepto, creo en Tu Sacrificio en la Cruz del Calvario, como el Sacrificio de Expiación por mis pecados, lo creo y lo recibo con toda mi alma. Sálvame, Señor, reconozco que Tu Sangre fue derramada para remisión de los pecados; reconozco que es Tu Sangre la que me redime, la que me limpia de todos mis pecados. Te ruego, Señor, me salves. Sálvame, Señor, Te lo ruego en Tu Nombre eterno Señor Jesucristo. Amén.
Y con nuestras manos levantadas al Cielo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador.
Por lo cual ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible,” porque Él dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo, mas el que no creyere será condenado.” (San Marcos, 16:15-16).
Ustedes me dirán: “Yo he creído, y por consiguiente quiero ser bautizado en el Nombre del Señor Jesucristo en agua en complimiento a Su mandato.” El mismo Cristo fue bautizado por Juan el Bautista, el cual al principio no quería bautizarlo y le decía: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí para que yo te bautice?” y Cristo le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia.” Y si a Cristo le convenía cumplir toda justicia siendo bautizado, nos conviene a nosotros también, cuánto más a nosotros; por lo tanto, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
Ahí estamos viendo las personas en Torreón, allá pueden ser bautizados también y en todos los países pueden ser bautizados; recuerden es un mandamiento del Señor Jesucristo que ha estado siendo cumplido, siendo llevado a cabo desde el Día de Pentecostés hacia acá (ahí tenemos a Torreón).
Y cuando la persona recibe a Cristo como Salvador muere al mundo, y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida en el Reino de Dios, en el Reino de Cristo, o sea, está naciendo en el Reino de Cristo a una nueva Vida. Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en la persona el nuevo nacimiento.
Por lo tanto, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo.
Que Dios les continúe bendiciendo a todos y pasen todos muy buenas noches.
Dejo al reverendo Epifanio López, aquí con ustedes, y al reverencio Jesús García allá en Torreón y al ministro de cada país que está conectado con esta transmisión, lo dejo con el grupo, iglesia o auditorio donde se encuentra, para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo en estos momentos.
Que Dios les bendiga y les guarde a todos y continúen pasando una noche feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador, y nos veremos el sábado y el domingo Dios mediante en que estaré con ustedes.
Dios les bendiga.
“LA GRACIA DE DIOS A SU SIMIENTE EN SU VISITACIÓN.”