La meta de Dios y de sus hijos, la transformación

Muy buenos noches, amables amigos y hermanos presentes, ministros y sus congregaciones presentes; y también los ministros y sus congregaciones que están en otras ciudades de la República de Chile y también de otras naciones, los cuales en otras naciones están a través del satélite Amazonas o de internet conectados con esta actividad. Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes, que nos abra en esta ocasión las Escrituras y nos revele, nos enseñe Su Palabra. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén. Es un privilegio grande y bendición estar con ustedes en esta ocasión. Aprecio y agradezco mucho este momento en que estoy con ustedes, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. No estaba en el programa de Miguel ni en el mío estar con ustedes en esta ocasión, pero en el Programa de Dios sí estaba. Aprecio y agradezco mucho el respaldo que le están dando al importante proyecto de La gran Carpa-Catedral en Puerto Rico, y también el respaldo que le están dando a la obra misionera y evangelística aquí en Chile y en todas las naciones los ministros y sus congregaciones. Y también el respaldo que le están dando a AMISRAEL. Que Dios les bendiga grandemente y les use siempre grandemente en Su Obra, en Su Programa, en Su mega-proyecto, que comenzó con Su primera Venida y Su muerte en la Cruz del Calvario, para salvación y Vida eterna de todos los que le recibirían como su único y suficiente Salvador. Para esta ocasión vamos a tener una lectura muy importante y aprovecharemos esta ocasión que no estaba en nuestro programa terrenal, pero estaba en el Programa Divino. Luego, también estaremos el próximo mes con ustedes y también estaremos en el proyecto de: “Los pueblos del mundo escriben la Biblia.” Así que, estén preparados para esa ocasión también, y también estaremos un viernes y sábado en la reunión de ministros, la de damas también; un sábado y domingo en la mañana también estaremos aquí, será para el día… debe ser como el 7 y el 8, más o menos… 6 y 7 del próximo mes de marzo, y estamos en los planes también de que el día 1º de marzo, sea también el día en que sea el lanzamiento del proyecto: “Los Pueblos del mundo escriben la Biblia,” en donde esperamos que también ustedes estén presentes juntamente con los ministros que les representan. Para esta ocasión leemos en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 51 en adelante, donde nos dice el apóstol San Pablo un misterio muy grande. Él dice que es un misterio, o sea, algo no conocido por los seres humanos, pero conocido por Dios; es un misterio divino del cual él nos habla en este pasaje de Primera de Corintios, capítulo 15, versos 51 en adelante; dice: “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.” Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. Nuestro tema para esta ocasión es: “LA META DE DIOS Y DE SUS HIJOS: LA TRANSFORMACIÓN,” que es la glorificación de todos los hijos e hijas de Dios, que es también llamada la redención del cuerpo. Y Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. Dios no obra sino tiene un propósito, por lo tanto en la obra de Dios hay un propósito divino, o sea, una meta a la cual se llegará en toda Obra que Dios lleva a cabo. El Dios Creador de los Cielos y de la Tierra, por medio del Verbo que era con Dios y era Dios, creó todas las cosas; y luego aquel Verbo se hizo carne y habitó entre los seres humanos y fue conocido por el Nombre de Yeshua o Jesús (traducción al español). ¿Por qué fue por medio del Verbo y el Verbo que era con Dios y era Dios y se hizo carne y fue conocido por el nombre de Yeshua o Jesús? Porque el Verbo que era con Dios y era Dios es nada menos que el Ángel del Pacto; y el Ángel del Pacto es nada menos que el cuerpo angelical de Dios, o sea, la imagen del Dios viviente. Muchos en el Antiguo Testamento dicen que vieron a Dios, tales como Abraham, Isaac, Jacob, el cual luchó con el Ángel de Dios, vean: luchó con un ángel, el Ángel de Dios, o sea, con el cuerpo angelical de Dios, el Ángel del Pacto en el cual estaba, está y estará eternamente el Dios creador de los Cielos y de la Tierra; y luego le puso por nombre: “Peniel,” al lugar. Jacob le puso por nombre “Peniel,” porque dijo: “Vi a Dios cara a cara y fue librada mi alma.” ¿Cómo vio a Dios cara a cara? Lo vio en su cuerpo angelical. Luego también Manoa en el capítulo 13 del libro de los Jueces, junto a su esposa, ambos… ella primero había visto al Ángel de Dios, pero no sabía que era el Ángel de Dios, el cual le habló y le dijo que iba a tener ella un hijo, y entonces le dijo qué tenía que hacer, cómo criarlo y así por el estilo; y luego ella se lo dijo a su esposo y su esposo Manoa, un hombre espiritual, oró a Dios para que enviara nuevamente a ese varón, a ese ángel; Dios lo envió y se encontró nuevamente la esposa de Manoa con el ángel, y vino y le dio la noticia a su esposo, y el esposo de la señora Manoa, el señor Manoa, fue con su esposa a ver al ángel para habar con él. Pero Manoa no sabía que era el Ángel de Dios, el Ángel del Pacto, en el cual estaba el Nombre de Dios. Toda persona que ha visto al Ángel del Pacto sabe que el Nombre de Dios está en ese Ángel. Y ahora, por eso podemos ver que cuando Moisés le dice a Dios que está en Su Ángel, le dice: “Ahora yo llego a los hijos de Israel (allá en el capítulo 3 del libro del Éxodo) y le digo: el Dios de vuestros padres me ha aparecido; si ellos me preguntaren cuál es Su Nombre, ¿qué les voy a responder?” Porque Moisés no sabía, no conocía el Nombre de Dios. Dios se había revelado a Abraham, a Isaac y a Jacob, como el Dios Omnipotente, pero en Su Nombre no se había revelado a ellos; y Dios le dice por medio del Ángel del Pacto, o sea, por medio de Su cuerpo angelical, a través de Su cuerpo angelical, el cual es también llamado el Espíritu Santo, porque un espíritu es un cuerpo de otra dimensión. Le dice: “Yo Soy el que Soy.’ Así le dirás a los hijos de Israel: ‘Yo Soy, me envió a vosotros.” Es la primera vez en la historia de la raza humana que Dios le revela Su Nombre a un hombre, a un profeta dispensacional, al hombre a través del cual Dios iba a manifestarse, se iba a velar en carne humana e iba a libertar al pueblo hebreo; y por medio de ese hombre le iba a dar la Ley al pueblo hebreo allá en el monte Sinaí; y en ese monte cuando los hubiere libertado, servirían a Dios en ese monte, y eso sería para Moisés por señal de que Dios lo había enviado. En el mismo monte donde Dios se le había aparecido y había hablado con Moisés, luego le iba a dar la Ley al pueblo hebreo. Y ahora, encontramos que Dios por medio de ese Ángel, que es Su cuerpo angelical, que es Su imagen, estuvo creando los Cielos y la Tierra, pues es el Verbo de Dios, ese cuerpo angelical de Dios; y luego se hizo carne, se vistió de un cuerpo de carne que nació a través de la virgen María y era nada menos que Emanuel, lo cual significa: “Dios con nosotros.” Y ahora, tenemos la plenitud de la divinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, manifestado en la Tierra en un hombre llamado Yeshua o Jesús (traducción al español). Y ahora, a través del Señor en Su manifestación, en Su semejanza física, encontramos que estuvo llevando a cabo un Programa Divino, en el cumplimiento de la primera Venida del Señor y Su Obra de redención en la Cruz del Calvario como el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo, como estaba prometido y como Juan el Bautista, lo presentó cuando lo vio y dijo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” (San Juan, capítulo 1, versos 29 al 36). Es que en el cordero pascual que sacrificó cada padre de familia allá en Egipto para la preservación de la vida de los primogénitos o del primogénito que tenía, estaba tipificado el Mesías como el cordero pascual que quitaría el pecado del mundo y que preservaría la vida de los primogénitos que están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. San Pablo en Primera de Corintios, capítulo 5, verso 7, dice: “Porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros.” Ahí podemos ver el cumplimiento profético del cordero pascual, el cual en Egipto era un cordero literal de un año; y luego en la fiesta de la Pascua, que es un memorial, se conmemoraba la salida de Egipto, la preservación de la vida de los primogénitos con el sacrificio del cordero pascual; y proféticamente también se señalaba que vendría más adelante el Cordero de Dios, el Mesías, para quitar el pecado del mundo y preservar la Vida, la Vida eterna de todos los primogénitos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero; o sea, que vendría para la preservación de mi vida, para poder vivir yo eternamente. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también. Él vino por mí, ¿y por quién más? Por ustedes también, para morir por nosotros en la Cruz del Calvario y ser aplicada Su Sangre en nosotros por el Espíritu Santo para preservación de la vida, de la Vida eterna. Y ahora, en ese proyecto divino, en ese mega-proyecto divino de la redención, vean todo lo que sucedió dos mil años atrás, y también antes de eso los tipos y figuras. Y ahora, a través de las diferentes etapas de la Iglesia, han estado siendo llamados y juntados los escogidos de Dios, los hijos e hijas de Dios en el Cuerpo Místico de Cristo en cada etapa o edad de la Iglesia, donde el Espíritu Santo, el cual estaba, está y estará en medio de Su Iglesia, pues es Cristo en Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, el cual dijo: “Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” (San Mateo, capítulo 28, versos 16 al 20). ¿Cómo estaría Cristo en medio de Su Iglesia, en medio de los creyentes el Él? En Espíritu Santo. Y ahora, de edad en edad Él es el que ha estado llamando a Sus ovejas, pues Él dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen.” También dice: “También tengo otras ovejas que no son de este Redil, las cuales también debo llamar; y oirán mi Voz, las cuales también debo traer y oirán mi Voz y habrá un rebaño y un pastor.” El buen pastor, ¿quién es? Cristo. ¿El rebaño quién es? La Iglesia del Señor Jesucristo. ¿Y las ovejas quién son? Todos nosotros, ovejas de Dios dadas a Cristo para que las busque y les de Vida eterna y las coloque en Su Redil, Su Iglesia, Su Cuerpo Místico de creyentes. Eso está en San Juan, capítulo 10, versos 14 en adelante; y también en el capítulo 10, verso 27 en adelante, dice: “Mis ovejas oyen mi voz, y me siguen y yo las conozco, y yo les doy Vida eterna.” ¿Cuál es el propósito pare el cual Él dijo: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Para que los que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, que son las ovejas que el Padre le dio para que las busque y les de Vida eterna, porque el Hijo del Hombre vino ¿a qué? A buscar y a salvar lo que se había perdido (San Lucas, capítulo 19, verso 10); y San Mateo, capítulo 18, versos 11 al 14: “Porque no es la voluntad de vuestro padre que está en los cielos que se pierda uno de estos pequeñitos,” o sea, una de estas ovejas, de estas almas de Dios, de estos hijos e hijas de Dios. Y ahora, el propósito de Su Venida fue para buscar esas ovejas, para lo cual tenía que morir como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, para que todas esas ovejas tuvieran un Sacrificio de Expiación, para que pudieran obtener el perdón de sus pecados, ser limpios de todo pecado con la Sangre del Cordero, de Cristo, y ser restaurados, reconciliados con Dios y restaurados a la Vida eterna. En el Programa Divino encontramos una restauración a la Vida eterna de todas esas personas que están representadas en las ovejas que el Padre le dio a Cristo, para que las busque y les dé Vida eterna. Por lo tanto, por medio de Cristo es que se lleva a cabo el Programa de redención para ser restaurados a la Vida eterna, la cual perdió el ser humano en el Huerto del Edén cuando pecó allá. Y ahora, el Programa de la redención o de redención tiene un propósito divino, tiene una meta: es el Programa de Dios, Programa de la redención, un mega-proyecto a nivel mundial que cubre el mundo entero, es el proyecto más grande que se haya llevado a cabo en la Tierra y es el proyecto de Dios, en el cual han trabajado millones de personas y han trabajado los apóstoles y han trabajado los siete mensajeros de las siete edades de la Iglesia, que son los siete ojos de Dios que recorren toda la Tierra y que también son los siete espíritus de Dios que recorren toda la Tierra; son los siete ojos del Cordero. Y ahora, son los siete ojos del Cordero, los siete cuernos del Cordero, los siete mensajeros de Dios entre los gentiles. Y ahora, ¿por qué tanto trabajo en medio del Cristianismo durante estos dos mil años? Porque se está llevando a cabo la Obra de redención o la redención de millones de seres humanos, fundada sobre la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario; allí está el Sacrificio de Expiación por los pecados de todos los hijos e hijas de Dios; porque no hay otro Salvador, solamente hay UNO y Su Nombre es SEÑOR JESUCRISTO, en español y en hebreo YESHUA, el cual estuvo en la Tierra en un cuerpo de carne nacido de la virgen y a través de la virgen María; pero luego que murió como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados y estuvo sepultado por unos tres días, luego resucitó glorificado; porque la resurrección para todos los creyentes en Cristo también será en cuerpos glorificados, eternos y jóvenes para toda la eternidad. Y el que no sepa esto, cuando algún familiar suyo resucite siendo un creyente en Cristo, no lo conocerá; y si era un anciano o una ancianita mucho menos lo va a reconocer, a menos que sepa que la resurrección será en cuerpos jóvenes que representarán de dieciocho a veintiún años, jóvenes, inmortales y glorificados como el cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo. Ahora, podemos ver por qué no lo reconocieron, no lo conocían; el cuerpo físico de Jesús cuando murió tenía unos treinta y tres años, y ahora resucita glorificado. Ni los mismos apóstoles, ni las hermanas o damas o mujeres que trabajaban en Su Obra, que servían a Cristo en Su ministerio terrenal, no lo conocían; había resucitado glorificado. Y ahora, esa clase de cuerpo que Él tiene con el cual se sentó en el Trono del Padre, en el Trono celestial, es la clase de cuerpo que yo voy a tener. ¿Y quién más? Pues cada uno de ustedes también; porque esa es la meta del mega-proyecto divino, del mega-proyecto, del Programa de la redención para el ser humano. El mega-proyecto de la redención tiene una meta: la glorificación de todos los creyentes en Cristo. Yo voy a llegar a esa meta, voy a tener un cuerpo inmortal y glorificado como el de Jesucristo. ¿Y quién más? Pues cada uno de ustedes también. Conociendo la meta de Dios y de Sus hijos, que será la transformación, pues continuemos trabajando en el Programa divino hasta que lleguemos a esa meta; y después cuando tengamos el nuevo cuerpo, ya veremos qué es lo que vamos a estar haciendo con el nuevo cuerpo; porque no vamos a dejar de trabajar en la Obra del Señor; si con estos cuerpos mortales que tenemos estamos trabajando, cuánto más con un cuerpo inmortal, incorruptible y glorificado que no se cansará, no tendrá necesidad de dormir ni de comer, podrá comer pero si no hay, pues no tendrá necesidad. No se cansará ese cuerpo tampoco, no tendrá que dormir. Y todo el poder de Dios estará en ese cuerpo, o sea, que serán todos como nuestro amado Señor Jesucristo; y así estará la familia de Dios, los hijos e hijas de Dios glorificados como nuestro amado Señor Jesucristo; porque el propósito es que todos lleguemos a la glorificación; así como Jesús fue glorificado. Él dijo ya cuando estaba cerca de Su glorificación, dijo: “Padre, glorifica Tu Hijo.” Y también decía: “Glorifica Tu Nombre.” Y ahora, la Iglesia está en el tiempo final, donde podrá decir: “Señor, glorifica Tu Iglesia, Tu Iglesia Novia.” Y todos podemos orar por la glorificación, que será nuestra transformación para los que estamos vivos y permanezcamos vivos hasta la resurrección de los muertos en Cristo; y por consiguiente al pedir la glorificación de la Iglesia, estaremos pidiendo por la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados y la transformación de nosotros los que vivimos; porque esa es la meta: la transformación, la glorificación, la cual estamos esperando de todo corazón. La fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, la da a Su Iglesia Cristo, como León de la Tribu de Judá, no como Cordero; es algo muy importante que debemos comprender. Como Cordero Él ha estado hablando en medio de Su Iglesia durante dos mil años por medio de Sus mensajeros, a través de los cuales Cristo el Espíritu Santo ha estado velado y revelado hablándole a Su Iglesia de edad en edad. A través del Espíritu de Dios, del Espíritu de Cristo ha venido la revelación a esos mensajeros, ellos la han captado, la han creído, se ha hecho carne en ellos, ellos han predicado, han proclamado el mensaje que han recibido; y las ovejas han escuchado ese mensaje, porque es la Voz de Cristo el buen pastor llamando a Sus ovejas de edad en edad; y así se ha ido llenando el Redil del Señor, el Redil de las ovejas que es la Iglesia del Señor Jesucristo; eso ha sido Cristo como Cordero en medio de Su Iglesia y como Sumo Sacerdote. Pero vean ustedes, eso ha sido para una transformación espiritual que ha estado ocurriendo en el interior de las personas que han recibido a Cristo como Salvador y han estado obteniendo el nuevo nacimiento, han estado por consiguiente naciendo en el Reino de Dios, naciendo a la Vida eterna y siendo colocados en el Reino del Señor que está en la esfera espiritual. Para la transformación física Cristo estará clamando como cuando ruge un león en Apocalipsis, capítulo 10, y siete Truenos estarán emitiendo sus voces y la Voz de esos siete Truenos será el mensaje de Cristo como León de la Tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, para Su Iglesia, para darle la fe, o sea, la revelación para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. La Voz de Cristo será, así como fue la Voz de Cristo, la predicación del Evangelio de Cristo, del Evangelio de la Gracia, viniendo ese mensaje por medio de Sus diferentes mensajeros, junto a los cuales estuvieron los diferentes ministros trabajando en la Obra del Señor con Sus congregaciones. Para el Día Postrero será en la misma forma: Cristo hablando como León y siete Truenos emitiendo Sus Voces, la Voz de Cristo hablando en forma consecutiva, el mensaje del Evangelio del Reino por medio del instrumento que Él tenga en la Tierra para ese tiempo; y muchos ministros y sus congregaciones uniéndose a ese ministerio que Cristo estará manifestando en la Tierra. Cristo por medio de Su Espíritu velado y revelado en el Día Postrero en medio de su pueblo, hablando, clamando como cuando ruge un león y siete Truenos emitiendo sus voces. La Voz de los siete Truenos, ese es el Evangelio del Reino siendo predicado para testimonio a todas las naciones. “Y será predicado ese Evangelio del Reino para testimonio de todas las naciones y entonces vendrá el fin” (San Mateo, capítulo 24, verso 14); y en Apocalipsis, capítulo 9 ó capítulo 14, versos 6 al 7, aparece un mensajero muy importante en el Programa de Dios, del cual dice la Escritura: “Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.” Y aquí aparece un ángel, el cual fue representado en el quinto mensajero de la quinta edad de la Iglesia; en ese mensajero quinto, fue representado, tipificado este ángel que viene con el Evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la Tierra, el cual viene clamando y diciéndole a las personas, a las gentes, a las naciones, que adoren a Dios, que sirvan a Dios, viene hablando de Dios; y también viene diciendo a las personas y naciones, a los moradores de la Tierra: “…porque la hora de su juicio ha llegado.” O sea, que viene predicando, anunciando la hora del juicio divino que vendrá, la gran tribulación que vendrá sobre la Tierra, para traer los juicios divinos sobre las naciones, pueblos, lenguas e individuos; y si todavía no ha comenzado esa etapa de la gran tribulación y las cosas ya están como están, ¿cómo será durante ese tiempo? Pero no tenemos que preocuparnos por esos problemas que han de venir en ese tiempo, pues no vamos a estar aquí, vamos a estar con Cristo en la Cena de las Boda del Cordero; así como escapó Noé y escaparon otros de los juicios divinos, escapará la Iglesia del Señor Jesucristo, las ovejas del Señor, al ser transformados los que están vivos y los muertos en Cristo resucitados en cuerpos glorificados; y luego que estemos, digamos, de treinta a cuarenta días aquí en la Tierra, como Cristo estuvo allá glorificado y estuvo en medio de Sus seguidores por unos cuarenta días, así también estarán los muertos en Cristo que resucitarán en cuerpos glorificados; y nosotros cuando estemos transformados, estaremos unos treinta a cuarenta días en la Tierra y luego nos iremos de aquí con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, así como Cristo se fue al Cielo para sentarse en el Trono de Dios y llevar a cabo la obra de Intercesión en el Cielo. Hemos de escapar de los juicios divinos que han de venir. Ahora, este mensajero, este Ángel viene proclamando que la hora de su juicio ha llegado, viene hablando del juicio divino, viene hablando de las plagas, de las copas, de las trompetas, de todas estas cosas que están señaladas para ser manifestadas en este tiempo final; y vendrá dando a conocer también las cosas que ya han se han cumplido en el Programa divino; o sea, que será un hombre como Moisés, el cual vino a Egipto para dar a conocer las cosas que iban a suceder en Egipto. Dios le mostraba a Moisés lo que iba Dios a hacer y Moisés lo daba a conocer al pueblo, tanto al pueblo hebreo como al faraón. Moisés era el portavoz de Dios, Moisés era el tele-visor divino; a través de lo que decía Moisés se podía ver, se podía comprender lo que Dios iba a llevar a cabo en la Tierra; así será en este tiempo final: a través de lo que estará hablando Dios por medio del mensajero final, se estará conociendo lo que Dios va a hacer en este planeta Tierra. A través de lo que estará hablando este Ángel que viene con el Evangelio eterno, el Evangelio del Reino para predicarlo a los moradores de la Tierra, se estará sabiendo lo que Dios va a llevar a cabo en este planeta Tierra, ¿cómo se sabía en Egipto lo que Dios iba a hacer, cómo? Por medio de lo que Moisés hablaba, por medio de lo que Moisés decía que Dios iba a hacer. No era Moisés, era Dios el que hacía todas esas cosas. Pero Moisés era el presentador; como los presentadores de la televisión que presentan las noticias, pero de las cosas que ya pasaron y anuncian también otras cosas que van a hacer los gobiernos o que va a suceder en la Tierra, porque ya tienen cierta noticias basadas en informaciones acerca de eventos que han de suceder. Así también un profeta es el presentador de lo que Dios va a hacer en la Tierra. Así lo era Moisés, así han sido los profetas de Dios en todos los tiempos, y así lo será en este tiempo final. “Porque no hará nada el Señor Jehová sin que antes revele sus secretos a sus siervos sus profetas.” Amós, capítulo 3, verso 7. Ese es el Programa divino, esa es la forma en que Dios siempre ha estado obrando y dando a conocer lo que Él ha de hacer. De esto da testimonio también Dios por medio del profeta Zacarías en el capítulo 7, versos 11 en adelante, cuando dice en ese pasaje la forma en que Dios le hablaba al pueblo. Dice: “Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír; y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.” Y ahora, ¿cómo era que Dios le hablaba al pueblo? Por medio de Su Espíritu a través de los profetas, porque el Espíritu Santo es el Ángel del Pacto, es el cuerpo angelical de Dios, es la imagen del Dios viviente, en el cual está el Nombre de Dios; y luego cuando se hizo carne, allí también estaba el Nombre de Dios, estaba en el Ángel que estaba dentro del cuerpo de carne llamado Yeshua o Jesús, y estaba también en el velo de carne. Y ahora, sabemos que la Venida del Señor a la Tierra, dos mil años atrás tuvo un propósito divino, en donde la meta de Dios y de Sus hijos es la transformación, así como para Jesucristo fue la transformación, la glorificación, la adopción, la redención del cuerpo. Por lo tanto, no nos preocupamos que nuestro cuerpo físico se ponga viejo, pues si nuestro cuerpo, nuestra casa terrestre se deshiciese, tenemos un edificio no hecho de manos, hecho por Dios, tanto espiritual (el cuerpo angelical) como físico, el cuerpo glorificado que hemos de obtener; y entonces todos seremos iguales a Jesucristo, inmortales físicamente y espiritualmente, con Vida eterna por dentro y por fuera. Esa es la meta de Dios. Y por cuanto esa es la meta de Dios también esa es mi meta: la transformación, llegar a la transformación. ¿Y la meta de quién más es esa? Pues la meta de cada uno de ustedes. Por eso sabemos, estamos conscientes de que nuestra vida terrenal en estos cuerpos es temporera, pero con la promesa de que seremos transformados y entonces la Vida no será temporera en el cuerpo glorificado, será eterna. “LA META DE DIOS Y DE SUS HIJOS: LA TRANSFORMACIÓN.” Si hay alguna persona que no se ha preparado todavía para llegar a esa meta de la transformación porque no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos y yo estaré orando por ustedes en esta ocasión; estaremos orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino. Ya yo le recibí como mi Salvador y fui colocado en Su mega-proyecto de redención. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también. Si hay alguno que todavía no lo ha recibido como Salvador lo puede hacer en estos momentos, de los que están aquí presentes y también de los que están en otras naciones. Y los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo para que Cristo les reciba en Su Reino. Cristo dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.” El único camino a Dios, al Padre, es Jesucristo. La única forma de llegar a Dios es por medio de Jesucristo, por eso ha sido establecido un nuevo Pacto para que todos tengan el Sacrificio del nuevo Pacto, el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario y sean cubiertos con la Sangre del nuevo Pacto: es la Sangre de Cristo nuestro Salvador. Sin Cristo el ser humano está sin esperanza, está perdido y no sabe a dónde va, a dónde irá cuando muera su cuerpo físico, pero con Cristo la persona está segura en el Reino de Cristo, está con Vida eterna; si muere físicamente va a resucitar en la resurrección de los muertos en Cristo, porque esa es la voluntad de Dios: que todo aquel que vea al Hijo y crea en Él tenga Vida eterna y Él le resucitará en el Día Postrero, dice el mismo Cristo en San Juan, capítulo 6, versos 39 al 40. Dios tiene muchos hijos, mucho pueblo en esta ciudad de Santiago de Chile y en todas las demás ciudades, y los está llamando y el Reino de Dios se está llenando de chilenos, lo cual es una bendición para la República de Chile, pues la República de Chile tiene representación en el Reino de Dios: son ustedes, representantes de Chile en el Reino de Dios. Todavía hay lugar en el Reino de Dios, en el Reino de Cristo, hay oportunidad de salvación y Vida eterna para todos los que lo reciben como único y suficiente Salvador. Recuerden que Cristo dijo en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Nadie quiere ser condenado, porque el que es condenado, ha perdido la oportunidad de vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno; el que es condenado pierde la oportunidad de la Salvación y Vida eterna, pierde todos los derechos a vivir eternamente. Estamos en esta Tierra por causa de un Programa divino que se ha estado llevando a cabo para la redención del ser humano, para que todos los que creen en Cristo puedan vivir eternamente, puedan obtener su glorificación, su transformación en el Día Postrero; y para eso tenemos que recibir a Cristo como único y suficiente Salvador. Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo nuestro Salvador; los que están en otras naciones también pueden venir a los Pies de Cristo para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo por todos los que están recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador. Si ya en las demás naciones están listos… vamos a orar por todos los que han venido a los Pies de Cristo que están aquí presentes, y también todos los que han venido a los Pies de Cristo que están en otras naciones en estos momentos. Con nuestras manos levantadas al Cielo a Cristo y nuestros ojos cerrados, los que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos, repitan conmigo esta oración: Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu primera Venida, y creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el único Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos. Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, un Redentor; doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego; luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y produzcas en mí el nuevo nacimiento. Quiero nacer en Tu Reino, quiero nacer a la Vida eterna, quiero vivir Contigo en Tu Reino por toda la eternidad. Reconozco y creo en Tu Sacrificio en la Cruz del Calvario, reconozco y creo que Tú efectuaste mi salvación en la Cruz del Calvario; hazla una realidad en mi vida Señor, Te lo ruego. Sálvame Señor, sea hecho una realidad. Te lo pido en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén. Y con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén. Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado. Y ahora ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en Su Nombre lo más pronto posible; porque Él dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Y la pregunta desde lo profundo de vuestro corazón es: “¿Cuándo me pueden bautizar?” Por cuanto ustedes han creído en Cristo, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. El bautismo en agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado, pero el bautismo en agua es un mandamiento del Señor Jesucristo. Recuerden que Él dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” El mismo Jesucristo fue al Jordán cuando Juan estaba predicando. Juan el Bautista estaba predicando y bautizando a las personas en el Jordán, Jesucristo llegó, entró a las aguas del Jordán y se para frente a Juan el Bautista para que lo bautice, y Juan le dice: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí para que yo te bautice?” Y Cristo le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia.” Y entonces lo bautizó. Si Cristo tuvo que ser bautizado para que cumplir todo justicia, conforme a Sus mismas Palabras, cuánto más nosotros. Nosotros hemos recibido la orden de Cristo para ser bautizados. “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, pues será condenado.” Pues el que no cree no es bautizado, porque no creyó. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Recuerden que en el bautismo en agua nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Tan simple como eso es el simbolismo del bautismo en agua, el cual es un mandamiento del Señor Jesucristo, aun cuando Cristo predicaba los que creían eran bautizados por los apóstoles en agua, o sea, que esto viene de tiempo antiguo y todavía sigue efectuándose en obediencia al mandamiento del Señor Jesucristo. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. Recuerden que cuando San Pedro predicó en el Día de Pentecostés a todos los que escucharon y creyeron, luego le hacen una pregunta a San Pedro muy importante, luego que Pedro predicó en el capítulo 2 del libro de los Hechos y en el verso 37, ellos hacen la pregunta y dicen: “Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.” Como tres mil personas creyeron, recibieron a Cristo como Salvador y fueron bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y fueron añadidos a la Iglesia del Señor Jesucristo. Ahora, vean cómo es que son añadidos a la Iglesia del Señor Jesucristo: recibiendo a Cristo como Salvador todos los que escuchan la predicación del Evangelio de Cristo, siendo bautizados en agua en el Nombre del Señor y Cristo bautizándolos con Espíritu Santo y Fuego y produciendo en las personas el nuevo nacimiento. Y eso es lo que le dijo Cristo a Nicodemo: “El que no nazca del agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios,” nacer del agua es nacer del Evangelio de Cristo; y nacer del Espíritu es nacer del Espíritu Santo, el cual recibe la persona cuando Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en la persona el nuevo nacimiento, nace en el Reino de Dios, entra al Reino de Dios así como entramos a este reino terrenal. ¿Cómo entramos a este reino terrenal? Pues naciendo a través de nuestros padres terrenales. No hay otra forma para entrar a este reino terrenal, y para entrar al Reino de Dios no hay otra forma, sino naciendo de nuevo, del agua, del Evangelio de Cristo y del Espíritu, del Espíritu Santo. Por lo tanto, estamos seguros en el Reino de Dios, en el Reino de Cristo al entrar; porque nacemos en y a la Vida eterna con Cristo en Su Reino, y así tenemos asegurado nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno. Bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. Sabiendo que hay una meta: la transformación; primero viene la transformación interior, espiritual, y luego vendrá la transformación física, en donde obtendremos el cuerpo físico eterno, inmortal, incorruptible y joven, y glorificado como el cuerpo glorificado de Cristo nuestro Salvador. Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión. Que Dios les bendiga y les guarde, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino glorioso de Jesucristo nuestro Salvador. Dejo con ustedes al ministro, al reverendo Patricio Lara, con ustedes aquí en Santiago de Chile; y en las diferentes naciones y diferentes lugares dejo al ministro correspondiente para que haga en la misma forma, y les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Que Dios les bendiga y continúen pasando todos una noche feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador. “LA META DE DIOS Y DE SUS HIJOS: LA TRANSFORMACIÓN.”

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