Palabras de apertura:
A través de la Escritura, podemos ver que la Santa Cena representa el pan, el Cuerpo de Cristo, y el vino, la Sangre de Cristo, la Sangre del nuevo Pacto, la Sangre del Pacto eterno. Pues la Escritura dice en Hebreos, capítulo 13, versos 20 al 21, que la Sangre de Cristo es la Sangre del Pacto eterno.
Todo eso había sido representado allá en los tipos y figuras en el tiempo, por ejemplo de Abraham, en el capítulo 14, del Génesis cuando él regresó de la victoria contra los reyes que se habían llevado a Lot y su familia y muchas personas de allá de Sodoma; y cuando regresa Abraham de allá victorioso le sale al encuentro Melquisedec, que es Rey de Salem y Rey de Paz, y le dio pan y vino a Abraham. Ahí tenemos ya la Santa Cena siendo allí representada, que por consiguiente allí representado el pan, el cuerpo de Cristo en el pan y la Sangre de Cristo en el vino que le dio Melquisedec a Abraham.
Lo cual también fue representado en el cordero pascual que fue sacrificado por el pueblo hebreo allá en Egipto, y que comieron durante la noche, en donde estaban esperando en sus hogares; porque la plaga de la muerte estaba cayendo durante la noche, y lo que preservaría a los primogénitos del pueblo hebreo sería aquel sacrificio de aquel cordero pascual y su sangre aplicada en el dintel de los postes de sus hogares; porque cuando Dios viera la sangre pasaría de ellos, no entraría a sus hogares y no dejaría entrar al destructor a esos hogares, porque el destructor vendría para matar al primogénito; pero los hogares que no tendrían esa sangre (los hogares egipcios) tenían un problema; y era que el destructor entraría a sus hogares y mataría al primogénito, comenzando desde el primogénito del rey.
Y esto nos muestra algo muy importante para los seres humanos, pues San Pablo dice en Primera de Corintios, capítulo 5, verso 7:
“Porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros.”
Y ahora, así como la sangre del cordero pascual que sacrificó cada padre de familia allá en los hogares hebreos estando en Egipto, protegía esa sangre aplicada en el dintel y en los postes de los hogares, protegía a los primogénitos que estaban en esos hogares; fue un sacrificio por los primogénitos, lo cual es tipo y figura del Sacrificio del Mesías por los primogénitos escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, que son los creyentes en Cristo.
Por eso en Hebreos, capítulo 12, nos dice en el verso 22 en adelante:
“Sino que os habéis acercado al monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,
a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos.”
Vean, y por esos primogénitos Cristo tenía que morir en la Cruz del Calvario, así como el cordero que moría allá en Egipto, era por los primogénitos de los hebreos para que no murieran en el momento en que la muerte pasaría por Egipto.
Y ahora, los primogénitos de Dios han venido a la Tierra a vivir; y lo único que los libra de la muerte espiritual y de la muerte eterna es ¿qué? El Sacrificio en la Cruz del Calvario en donde Su Sangre aplicada en el dintel o en los postes de nuestra alma, de nuestro corazón nos libra de la muerte espiritual y de la muerte del lago de fuego, que será la muerte para el mundo, para los incrédulos; primero la muerte espiritual y después la muerte física en el lago de fuego, de esas dos muerte nos libra la Sangre de Cristo aplicada en el corazón, en el dintel, los postes de nuestro corazón.
Durante toda la historia de la raza humana después de la caída del ser humano, la muerte ha estado reinando desde Adán hasta Cristo, pero ya con Cristo encontramos que fue sacada a luz la Vida eterna para que el ser humano pueda obtener la Vida eterna, ser librado de la muerte. Pero recuerden que la muerte, la muerte espiritual está sobre el planeta Tierra y ha estado matando espiritualmente millones de seres humanos; y por consiguiente no han podido entrar al Paraíso por causa de que no han aplicado la Sangre del Cordero pascual, de Cristo, en sus corazones. Todo eso fue tipificado allá en el pasado.
Y ahora, por cuanto Cristo ya murió en la Cruz del Calvario y esa Sangre es aplicada por el Espíritu Santo, porque el Espíritu Santo es la Vida de la Sangre; cuando se tiene la Vida de la Sangre, se tiene la Sangre aplicada, porque la Vida de la Sangre es el Espíritu Santo.
Y ahora, hemos sido librados de la muerte y del infierno por medio de Cristo y Su Sangre derramada en la Cruz del Calvario, y aplicada en nuestro corazón por medio del Espíritu Santo. Y en esta tarde estamos conmemorando nuestra Pascua, la cual es Cristo, que murió en la Cruz del Calvario; estamos conmemorando ese día glorioso en que Cristo murió por nosotros en la Cruz del Calvario; y por consiguiente al ser un memorial es un recordatorio de un hecho histórico que ocurrió allá en Jerusalén en la Cruz del Calvario en favor de todos nosotros; y estamos así participando de este memorial de la Santa Cena tomando el pan en representación en tipo y figura, en símbolo del cuerpo de Cristo que fue allí partido por nosotros, crucificado, y Su Sangre representada en el vino, tomando el vino como tipo y figura de la Sangre de Cristo que hemos recibido; y en tipo y figura hemos estamos tomando la Sangre de Cristo. Recuerden que Él dijo: “El que no coma mi carne y beba mi Sangre no tiene vida permaneciente en sí mismo.”
Estamos conmemorando esa crucifixión de Cristo, ese Sacrificio de Cristo, creyéndolo de todo nuestro corazón, comiendo espiritualmente Su Carne y tomando Su Sangre como lo hemos estado haciendo espiritualmente, creyendo en Su Sacrificio y creyendo en Su Sangre que nos ha limpiado de todo pecado, creyendo en Su Sacrificio expiatorio por nosotros.
Y ahora, en tipo y figura comemos el pan, tipo y figura del Cuerpo de Cristo; y tomamos el vino en tipo y figura de la Sangre de Cristo.
Vean, allá con el sacrificio del cordero pascual en Egipto, después tenían que todos los años efectuar ese memorial en la fecha correspondiente; y para algunos que no podían en esa fecha, entonces tenían otro día más.
Y ahora, tenemos nosotros todo eso en tipo y figura allá para ahora estar conmemorando el Sacrificio expiatorio de Cristo, el Cordero de Dios para la preservación de la Vida eterna de todos los primogénitos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Por eso sigue diciendo San Pablo:
“…a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos,
a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.”
Y esa Sangre rociada, vean, está aquí en mi alma, mi corazón, por medio del Espíritu Santo. ¿Y en qué otro corazón está? En el de cada uno de ustedes también.
Por lo tanto, conscientes del significado, del simbolismo de la Santa Cena, del pan representando el Cuerpo de Cristo que fue crucificado, y el vino representando la Sangre de Cristo que fue derramada por nosotros y que es aplicada en nuestro corazón, en nuestra alma, tomemos la Santa Cena.
Si alguno ha fallado a Dios, pida perdón a Dios por medio de Cristo y Cristo con Su Sangre lo limpiará de todo pecado; y dándole gracias a Cristo por Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, tomemos con alegría y agradecimiento a Dios la Santa Cena. Comamos el pan y tomemos, bebamos el vino en este memorial y luego el lavatorio de pies, el cual viene a ser tipo y figura de Cristo como estuvo lavando los pies de Sus discípulos, lo cual es tipo y figura de que Cristo en el Cielo como Sumo Sacerdote con Su Sangre nos mantiene limpios de todo pecado; no solamente nos limpió cuando lo recibimos como Salvador, sino que nos mantiene limpios de todo pecado en todas las ocasiones en que confesamos a Él nuestras faltas, errores y pecados, y Él nos perdona y con Su Sangre nos limpia de todo pecado.
Y que este año sea de grandes bendiciones para todos ustedes y para mí también, y para todo el Cuerpo Místico de Cristo nuestro Salvador.
Nuevamente dejo al misionero, reverendo Miguel Bermúdez Marín para continuar.
Palabras De Cierre:
Luego de la conmemoración de este evento tan importante de la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario como el Cordero pascual, nuestra Pascua y el lavatorio de pies en el cual conmemoramos el que Cristo siempre está, ha estado, está y estará todo el tiempo por nosotros con Su Sangre limpiándonos de todo pecado que cometamos en la trayectoria de nuestra vida Cristiana, por lo cual le damos gracias a Dios el Padre, en el Nombre del Señor Jesucristo, y esto nos anima siempre a seguir adelante en el camino del Señor sabiendo que nuestra meta, la cual es la Vida eterna física y espiritual, la obtendremos al final del camino la Vida eterna física, siendo glorificados como Cristo fue glorificado.
Que Dios les bendiga grandemente a todos e inclinemos nuestros rostros para dar gracias a Dios:
Padre nuestro que estás en el Cielo, santificado sea Tu Nombre, venga Tu Reino y hágase Tu voluntad, como en el Cielo aquí en la Tierra; y el pan nuestro de cada día, dánoslo hoy; y perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal, porque Tuyo es el reino, el poder, y la gloria, por los siglos de los siglos. Amén.
Dios eterno, hemos conmemorado este evento, este Sacrificio de Expiación que fue llevado en la Cruz del Calvario dos mil años atrás por nuestro Señor Jesucristo, por lo cual Te damos gracias por el beneficio y por la bendición que ha venido de ese Sacrificio en la Cruz del Calvario.
Ayúdanos en todo momento a seguir adelante siempre, fortalécenos Señor, y también úsanos en Tu Obra en este tiempo final; y sigue añadiendo a Tu Iglesia los que faltan para completar Tu Iglesia. En Tus Manos nos encomendamos dándote gracias por ese Sacrificio en la Cruz del Calvario que llevaste a cabo para la Redención, para redimirnos y colocarnos por consiguiente en Tu glorioso Reino con Vida eterna. Gracias Señor.
Y ahora, despídenos, no de Tu presencia sino de este lugar; ahora en nuestra salida rumbo a nuestros hogares y cuídanos por el camino, Señor, que todos salgan y lleguen a sus hogares en paz. En el Nombre del Señor Jesucristo Te lo rogamos, oh Padre celestial, para quién sea la gloria y la honra por lo siglos de los siglos. Amén.
Y que el Señor Jesucristo les bendiga a todos y les acompañe desde ahora y por toda la eternidad. Amén.
“SERVICIO DE SANTA CENA Y LAVATORIO DE PIES.”