Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Para esta ocasión leemos en Primera de Crónicas, capítulo 29, versos 20 en adelante, donde dice:
“Después dijo David a toda la congregación: Bendecid ahora a Jehová vuestro Dios. Entonces toda la congregación bendijo a Jehová Dios de sus padres, e inclinándose adoraron delante de Jehová y del rey.
Y sacrificaron víctimas a Jehová, y ofrecieron a Jehová holocaustos al día siguiente; mil becerros, mil carneros, mil corderos con sus libaciones, y muchos sacrificios de parte de todo Israel.
Y comieron y bebieron delante de Jehová aquel día con gran gozo; y dieron por segunda vez la investidura del reino a Salomón hijo de David, y ante Jehová le ungieron por príncipe, y a Sadoc por sacerdote.
Y se sentó Salomón por rey en el trono de Jehová en lugar de David su padre, y fue prosperado; y le obedeció todo Israel.
Y todos los príncipes y poderosos, y todos los hijos del rey David, prestaron homenaje al rey Salomón.
Y Jehová engrandeció en extremo a Salomón a ojos de todo Israel, y le dio tal gloria en su reino, cual ningún rey la tuvo antes de él en Israel.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema para esta ocasión es: “LA TRAYECTORIA DEL TRONO DE DIOS.”
A través de la Escritura leemos que Dios tiene en el Cielo Su Trono, ese es el Trono celestial de Dios. Ahora, en esta Escritura que hemos leído encontramos que el Trono de David es el Trono terrenal de Dios.
Ahora, podemos ver que hay cierta diferencia entre el Trono celestial de Dios y el Trono terrenal de Dios, porque el Trono terrenal de Dios es llamado el Trono de David, y el heredero a ese Trono es la descendencia de David. O sea, que corresponde a la casa de David.
Y ahora, en la Tierra también hay otro trono conforme a la Biblia, eso se encuentra en Apocalipsis, capítulo 2, y vamos a leerlo para que podamos comprender que al estar en la Escritura señalados dos tronos, entonces hay dos reinos; dice capítulo 2 del Apocalipsis, versos 12 al 13:
“Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la espada aguda de dos filos dice esto:
Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás.”
Aquí podemos ver que la misma Escritura nos habla de otro trono: el trono de Satanás, y en la lectura que leímos al principio, nos habla del Trono de Dios.
Ahora, encontramos que en la Tierra el Trono de Dios es el Trono de David. Y ahora, el Trono de David es el Trono del Reino de David, y el Reino de David es el Reino de Dios en la Tierra.
Pero ahora nos habla también el Apocalipsis de otro trono: del trono de Satanás, ese trono es el trono del reino del maligno en la Tierra, que representa el trono del mundo espiritual del maligno; o sea, que la representación del reino del maligno y su trono, es en la Tierra este trono del cual habla Apocalipsis, capítulo 2, verso 13, y por consiguiente hay dos reinos. Siempre luchan en el mundo espiritual y por consiguiente eso se refleja aquí en la Tierra, en donde esos dos reinos son manifestados.
Y ahora, el Trono de Dios lo encontramos mencionado también en el Éxodo, capítulo 17, versos 12 al 16, y fue la ocasión en que Amalec le hizo la guerra a Moisés que venía con el pueblo hebreo por el desierto, y dice en el Éxodo, capítulo 17 [verso 13]:
“Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.
Y Jehová dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un libro, y dí a Josué que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo.
Y Moisés edificó un altar, y llamó su nombre Jehová-nisi;
y dijo: Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el trono de Jehová, Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación.”
Ahí podemos ver que aquella guerra que Amalec le hizo a Moisés y al pueblo hebreo que venía con Moisés, estaba siendo hecha en contra del Trono de Dios.
Ahora, eso nos permite entender las palabras de Jesús también, cuando Él dice que el que da un vaso de agua fría a uno de estos pequeñitos no perderá su recompensa, pero el que le sea de tropiezo, mejor le fuera amarrarse una piedra de molino y echarse al mar. También nos dice: “El que recibe al que yo enviare, me recibe a Iglesia, y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.”
Ahora, vean ustedes el porqué Amalec, o sea, el pueblo de Amalec que es descendiente de Esaú porque Amalec es nieto de Esaú y por consiguiente Amalec siendo un nieto de Esaú, al estar persiguiendo a un pueblo, haciéndole la guerra a un pueblo que era primo, estaba haciéndole la guerra al Trono de Dios. En Génesis, capítulo 36, verso 12 usted encuentra que Amalec es nieto de Esaú y es hijo de Elifaz, hijo de Esaú.
Ahora, podemos ver la posición en que se colocó el pueblo de Amalec, o sea, la descendencia de Amalec.
Y ahora, todo eso es tipo y figura luego de lo que sucedería más adelante. Ahora, encontramos que ya la Escritura nos habla del Trono de Dios celestial y también nos habla del Trono terrenal de Dios que es el Trono de David; la Escritura nos habla del Reino celestial de Dios y nos habla del Reino terrenal de Dios que es el Reino de David.
En una ocasión le preguntan a Jesús si restauraría el Reino a Israel en ese tiempo (eso está en el libro de los Hechos, capítulo 1, versos 1 al 9). La restauración del Reino del cual le hablan a Jesús o le preguntan a Jesús, es la restauración del Reino de David; cuando se habla de la restauración, es porque existió primero, dejó de existir temporeramente y va a ser restaurado, va a existir nuevamente, o sea, va… es una resurrección.
Y ahora, encontramos que ese Reino de Dios que será restaurado en la Tierra, es del cual Cristo dijo que orando pidamos la venida del Reino de Dios, diciendo: “Padre nuestro que estás en los Cielos, Santificado sea Tu Nombre, venga Tu Reino, hágase Tu voluntad como en el Cielo también en la Tierra.” (Eso está en San Mateo, capítulo 6, verso 10).
La venida del Reino de Dios a la Tierra nos habla del Reino terrenal de Dios, que es el Reino de David que tiene un Trono, porque no puede haber un reino sin un trono, y no puede haber un trono sin un reino, y no puede haber un trono y un reino sin un rey, y no puede haber un reino, un trono y un rey, sin un pueblo.
Y ahora, la Escritura nos habla del Reino de Dios que va a ser restaurado en la Tierra, en Ezequiel, capítulo 37 nos habla desde el verso 15 al 29 de esa restauración de las tribus de Israel, de las tribus perdidas, las diez tribus perdidas con las dos tribus: la tribu de Judá y la tribu de Benjamín, las cuales van a ser unidas nuevamente, unificadas y va a ser restaurado el Reino de David en la Tierra, y eso será la restauración del Reino de Dios en la Tierra; y por consiguiente, habrá un Trono llamado el Trono de David, que estará establecido donde siempre ha estado establecido: en Jerusalén, y esa será la Capital del Reino de Dios en la Tierra.
Ahora, encontramos también que en la trayectoria de los dos reinos y dos tronos: del Reino de Dios y del reino del maligno (del Trono de Dios y del trono del maligno), encontramos que en una ocasión cuando Cristo fue bautizado por Juan el Bautista y luego fue al desierto guiado por el Espíritu, y estuvo unos 40 días sin comer y sin beber agua, y luego vino el diablo a tentar a Jesús, por ejemplo, le dice: “Si Tú eres Hijo de Dios, dí a estas piedras que se conviertan en pan,” y ya tenía deseo de comer, pero si comía, pues una persona que está 40 días sin comer y se come un pedazo de pan, lo más seguro es que se muera porque su sistema digestivo está sin funcionar por mucho tiempo, y eso es un riesgo comer un pedazo de pan, un poco de arroz y frijoles que es muy bueno, pero que es mortal para una persona que no haya comido por unos 40 días o por unos 20 días o 15 días.
Y ahora vean, ¿qué quería el diablo? Matar a Jesús, que Jesús se suicidara. Recuerdan cuando lo llevó también a las almenas del templo y le dice: “Si eres Hijo de Dios tírate desde aquí, porque a Sus Ángeles mandará cerca de Ti para que tu pie no tropiece en piedra.” Quería que se suicidara.
Algunas veces hay personas que le vienen pensamientos de suicidio; a Jesús le vinieron también, por lo tanto, Él resistió. Toda persona debe resistir todo pensamiento negativo de suicidio, porque eso está en contra de la voluntad de Dios que una persona se suicide. Lo primero es que no sabe para dónde va y nadie le va asegurar que va a ir al Paraíso, el Cielo, por lo tanto debe irse para otro lugar; debe permanecer sirviendo a Dios, y cuando Dios lo llame, ese es el momento para ir al Cielo, antes de eso no es momento para ir al Cielo, por lo tanto, va para otro lugar.
Y ahora, otra de las tentaciones fue que le mostró todos los reinos de este mundo y le dice que son de él, ¿por qué? Porque cuando engañó a Eva y a Adán en el Huerto del Edén, Él tomó los reinos de este mundo, tomó el dominio de este mundo y por consiguiente le robó a Adán la bendición de rey sobre la Tierra, un rey de Dios.
Y ahora, encontramos que el príncipe de las tinieblas es el que usurpó este planeta Tierra, le robó a Adán las bendiciones y luego quedó establecido en la Tierra un reino de muerte, por eso son mortales los seres humanos, porque el Reino de las tinieblas se apoderó del planeta Tierra, de la raza humana y por consiguiente han estado los seres humanos teniendo tantos problemas desde el Génesis.
Y cada cierto tiempo encontramos que ocurre una destrucción, el mismo ser humano con sus adelantos científicos se destruye él mismo, no crean que el mundo antediluviano era tan ignorante. Vamos a probarlo. ¿Cuántos años puede vivir una persona actualmente, normalmente? De 70 a 100 años; la Escritura dice 70 años, y en los más fuertes 80 años. En aquel tiempo de Noé las personas vivían 500 años, 600 años, 800 años, 900 y algo de años.
Ahora, si la gente o los científicos de nuestro tiempo lograran que los seres humanos vivieran 500 ó 700 años, científicamente estarían bien adelantados, ¿verdad? Pero si aquellos vivían 500 y 800 y 900 años, pues estaban más adelantados que en nuestro tiempo. El ser humano a ido perdiendo la vida, y el lapso de vivir en la Tierra.
Y ahora, encontramos que en aquel tiempo de Noé vino un diluvio y destruyó el mundo antediluviano, estaba lleno de violencia el mundo antediluviano. Guerras y problemas por todos los lugares. Recuerden que Jesús dijo que como fue en los días de Noé, así será el día en que el Hijo del Hombre se revelará, se manifestará, o sea, será el día de la Venida del Hijo del Hombre.
Y ahora, encontramos que la humanidad está teniendo muchos problemas, y algunas veces piensa que puede venir un diluvio como en aquel tiempo; vienen momentos difíciles para algunas ciudades, para algunas naciones porque estamos viviendo en tiempos paralelos al tiempo de Noé.
Ahora, encontramos que a través de la historia bíblica ha estado un ambiente, un gobierno desde el mundo espiritual dominando la humanidad. El príncipe de las tinieblas dice Cristo que es el príncipe de este mundo y por consiguiente en Apocalipsis dice que tiene un trono; ese trono representa en la Tierra al trono que él tiene en otra dimensión, y por consiguiente hay dos reinos, con un trono cada uno que han estado en guerra, y esas guerras ocasionan los problemas que la humanidad ha estado padeciendo. Es que el maligno se ha levantado en contra del Trono de Dios, somo se levantó Amalec en contra del Trono de Dios.
Y ahora, el trono del maligno con el reino del maligno fue el que le ofreció el diablo o Satanás a Jesucristo, y Jesucristo no lo quiso. Vean, él le dijo a Cristo que le daría los reinos de este mundo si postrado lo adoraba, o sea, que la adoración en ese reino es hacia el maligno, y Jesucristo sería entonces el representante de ese reino y de la religión de ese reino.
Ese reino y ese trono ha estado moviéndose conforme a la imagen que vio el rey Nabucodonosor, y por eso ha tenido la religión pagana, la estatua que vio el rey Nabucodonosor que representa el reino de los gentiles, y por esa causa en la etapa de las piernas de hierro, que era el tiempo del reino romano, vean ustedes, el imperio romano crucificó a Cristo, a un descendiente del rey David y también descendiente sacerdotal, descendiente de Aarón, del sumo sacerdote Aarón.
Recuerden que la virgen María y Elisabet eran parientes, y Elisabet era descendiente del sumo sacerdote Aarón. Así que podemos ver una relación muy directa de Jesús con el sumo sacerdote Aarón y con el rey David.
Y ahora, encontramos que el imperio romano crucifica a Cristo, esas son las piernas de hierro levantándose en contra de la piedra angular, la piedra no cortada de manos, la piedra del ángulo; pero conforme a la profecía de Daniel, capítulo 2, la piedra no cortada de manos que es la Venida del Señor, tiene dos partes: ya la primera parte se cumplió en Jesús, la segunda parte corresponde a este tiempo final, y es llamada por el Cristianismo la segunda Venida del Señor. Es la segunda parte de la Venida del Señor porque la primera ya se cumplió, vino como Cordero y ya llevó a cabo la obra de Redención.
Su Venida para este tiempo será no como Cordero, sino como el León de la Tribu de Judá y por consiguiente como Rey y Juez de toda la Tierra. En aquel tiempo proclamó, predicó el año de la buena voluntad del Señor conforme a Isaías, capítulo 61, verso 1 en adelante, pero no continuó leyendo, porque la otra parte decía: “Y el día de venganza del Dios nuestro,” porque el día de venganza del Dios nuestro, es proclamado en la Venida del Señor en el Día Postrero, o sea, en la segunda parte de la Venida del Señor, para dar a conocer las cosas que han de suceder en la Tierra y cómo el Reino de Dios va a ser manifestado en la Tierra y el reino del maligno que estaba representado en los pies de hierro y de barro cocido, va a ser quitado. Tan simple como eso.
Y la piedra no cortada de manos crecerá, se hará un gran monte, o sea, un gran Reino que llenará toda la Tierra. El Reino del Mesías llenará toda la Tierra, será un Reino mundial, un imperio mundial, y Su Trono será llamado el Trono de David, y Su Reino será llamado el Reino de David, porque ese es el Reino de Dios en la Tierra, que representa al Reino celestial, y el Trono de David representa el Trono celestial de Dios. Vamos a decirlo en otra forma más sencilla: la embajada del Reino celestial es el Reino de David. Tan sencillo como eso.
Y ahora, ese es el Reino que Cristo dijo que vendría, Él dijo que cuando veamos todas esas señales que Él anunció que estarían siendo vistas, sepamos que nuestra redención está cerca y que sepamos que el verano está cerca, o sea, que está cerca el Reino de Dios; ese Reino de David que va a ser restaurado, estaría cerca.
Y cuando vemos todas las señales siendo cumplidas, comprendemos que está cerca ese Reino de Dios prometido que será restaurado en este planeta Tierra.
Y ahora, encontramos que la lucha entre los dos tronos y dos reinos, continuará. En Daniel, capítulo 12, y Apocalipsis, capítulo 12, nos muestra un retrato claro de lo que va a suceder: las huestes celestiales encabezadas por el Arcángel Miguel van a luchar en contra del diablo de Satanás, estarán luchando en contra del dragón, y van a vencer las huestes celestiales de Dios, y entonces va a ser establecido en la Tierra el Reino de Dios, que será la restauración del Reino de David.
Así es como la piedra no cortada de manos va a obtener la victoria en contra de esa estatua en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido, y esa etapa de los pies de hierro y de barro cocido es en la que se encuentra en la actualidad el reino de los gentiles.
Y ahora, lo importante es estar de parte de Dios. Todos queremos vivir en ese Reino del Mesías que será el Reino de Dios restaurado en la Tierra, todos los creyentes en Cristo estarán en ese Reino.
Ahora, hablando del Trono de Dios en la Tierra, Cristo en Apocalipsis, capítulo 3, verso 20 al 21 dice:
“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.
El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”
Es el Espíritu Santo el que está hablando aquí, o sea, Cristo, el Ángel del Pacto, es el que está hablando aquí. Y ahora, Él dice: “Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi Trono, así como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en su Trono.”
El Trono del Padre es el que está en el Cielo donde se sentó al subir ya resucitado y glorificado, por eso Él podía decir: “Todo poder me es dado en el Cielo y en la Tierra.” (San Mateo, capítulo 28, versos 16 al 20).
Pero Él ahora dice, no del Trono del Padre, Él dice: “Así como yo me he sentado en el Trono de mi Padre, yo le daré que se siente comigo en mi Trono.” El Trono del Señor en la Tierra es el Trono de David, recuerden que el Ángel Gabriel le dice a la virgen María acerca del niño que ella va a tener y le dice que le ponga por nombre Jesús, le dice que será llamado Hijo de Dios y que Dios le dará el Trono de David su Padre y se sentará en el Trono y reinará sobre Israel para siempre y Su Reino no será dejado para otro (eso está en San Lucas, capítulo 1, verso 30 al 36).
Y ahora, podemos ver cuál es el Trono del Señor: es el Trono de David al cual Él es heredero. Será restaurado el Trono de David y por consiguiente el Reino de David será restaurado, y eso es el Reino de Dios siendo restaurado en la Tierra.
Por lo tanto, eso es la venida del Reino de Dios. La Venida del Señor para el Día Postrero, es para la restauración del Reino de David, y el Trono de David o Trono de Dios terrenal va a tener al Mesías Príncipe, y será establecido un Reino mundial con Capital en Jerusalén. Por eso Jerusalén es llamada también Ciudad eterna, la Ciudad eterna, la Ciudad eterna del Reino de Dios terrenal, y del Trono terrenal de Dios.
Y ahora, hemos estado viendo la trayectoria del Trono de Dios, o sea, del Trono terrenal de Dios; vimos también lo que es el Trono celestial de Dios: está en el Cielo. Luego del Reino Milenial y luego del juicio final, el Trono celestial de Dios va a estar también en la Tierra y se va a unir al Trono terrenal de Dios.
Pero en el Reino milenial todavía va a estar el Trono celestial de Dios en el Cielo y el Trono terrenal de Dios en la Tierra, en Jerusalén. Es que después del milenio y del juicio final, la nueva Jerusalén, la Jerusalén de Dios ya estará en la Tierra y será una Ciudad de unos mil quinientas millas de ancho, por mil quinientas millas de largo y mil quinientas millas de alto; o sea, que caben por lo menos cien millones de personas, va a ser una Ciudad muy grande. Aunque no se sabe cuántas personas van a estar ahí, pero la Escritura dice quiénes van a estar ahí y quiénes entrarán allí. Dice en el capítulo 21, verso 22 en adelante dice (del capítulo 21 de Apocalipsis):
“Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero.
La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.
Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella.
Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche.
Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella.
No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.”
Eso es lo que dice ahí, ahí es que ya sabemos quiénes son los habitantes de esa Ciudad, y allí estará el Trono de Dios celestial y el Trono terrenal de Dios también, el Trono de Dios y el Trono del Cordero, ahí se unifican ambos Tronos, se fusionan ambos Tronos.
Hemos visto “LA TRAYECTORIA DEL TRONO DE DIOS.” El Mesías Príncipe se sentará en el Trono terrenal de Dios y gobernará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones. Isaías, capítulo 9, verso 6 al 7:
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.
Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.”
O sea, que será una Obra de Dios. Y ahora, hemos visto qué es el Trono de David, sobre el Trono de David y sobre Su Reino, y cuando eso ocurra eso será la venida del Reino de Dios a la Tierra; eso será la restauración del Trono de Dios y Reino de Dios en la Tierra, eso será el Reino de David y Trono de David siendo restaurado. Tan sencillo como eso.
En la trayectoria del Trono de Dios terrenal hemos visto dónde, hasta dónde llega la trayectoria del Trono de Dios en la Tierra, llega hasta después del milenio fundirse con el Trono celestial de Dios.
Todas las personas que sirvan a Dios están de parte del Trono de Dios y por consiguiente en el Reino milenial y en la eternidad estarán en ese Reino viendo al Mesías Príncipe en el Trono de David reinando sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones.
Por lo tanto, todos necesitamos a Cristo, recibirlo como nuestro Salvador para así algún día estar en ese Reino del Mesías, en ese Reino de Dios que será restaurado en este planeta Tierra. Yo voy a estar allí porque ya recibí a Cristo como mi salvador, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también.
Si hay alguno que todavía no lo ha recibido como Salvador, lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted para que Cristo les reciba en Su Reino. Vamos a dar unos minutos mientras pasan acá al frente para que oremos por usted, y en las demás naciones pueden venir también a los Pies de Cristo, pueden pasar al frente donde ustedes se encuentran para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo por todas las personas que están recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador, pues todos queremos estar en el Reino del Mesías, vivir en ese Reino eternamente.
El Reino del Mesías por decreto divino ha sido señalado como el Reino de David, y el Trono de ese Reino por decreto divino, es llamado el Trono de David, y el Rey de ese Reino por decreto divino es llamado el Hijo de David; ese es el Mesías Príncipe, el Rey de ese Reino de Dios terrenal.
El pueblo hebreo tiene una bendición muy grande, y es que el Reino de Dios “será dado al pueblo de los santos,” será dado el Reino al pueblo hebreo, y por eso vendrá a ser la nación cabeza de todas las naciones, por esa causa la Capital estará en la tierra de Israel, será Jerusalén, y el Trono es el Trono de David. Por eso la Escritura dice en Zacarías, capítulo 14, verso 9:
“En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre.”
Esa es la parte espiritual o religiosa o religión de ese Reino: “Y el Señor será Rey sobre toda la Tierra.”
En las demás naciones pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo. Los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo dentro de algunos minutos.
Dios tiene mucho pueblo en esta ciudad y en toda la República del Brasil, y los está llamando en este tiempo final, y tiene mucho pueblo en todas las naciones y los está llamando en este tiempo. Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, Él te está llamando porque Él quiere que tú vivas en Su Reino eternamente, y tu nombre está escrito en el Cielo en el Libro de la Vida, por eso estás escuchando la predicación del Evangelio de Cristo, la predicación del Evangelio de nuestra salvación.
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo nuestro Salvador. Con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo y nuestros ojos cerrados los que está presentes y los que están también en otras naciones, y los que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos, repitan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Tu primera Venida, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados para establecer el nuevo Pacto, creo en Tu Sangre como la Sangre del nuevo Pacto, como Tú mismo lo dijiste en San Mateo, capítulo 26, versos 26 al 29.
Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, un Redentor, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre y sea producido en mi el nuevo nacimiento. Me rindo a Ti en alma, espíritu y cuerpo, sálvame Señor, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén y amén.
Y con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible,” pues Cristo dijo:
“El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
La pregunta vuestra es: “¿Cuándo me pueden bautizar?” Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón y lo han recibido como vuestro Salvador, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
El Señor Jesucristo cuando estuvo aquí en la Tierra y Juan estaba predicando y bautizando en agua en el Río Jordán, Jesucristo fue donde él, entró a las aguas para ser bautizado, y Juan le dice a Jesús: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí para que yo Te bautice?” Y Jesús le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia,” y entonces Juan lo bautizó. Si a Jesús para cumplir toda justicia le convenía ser bautizado en agua por Juan el Bautista, cuánto más a nosotros nos conviene ser bautizados. Pues el mismo Cristo dijo:
“El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Es un mandamiento del Señor el bautismo en agua. El mismo Día de Pentecostés cuando Pedro predicó siendo lleno del Espíritu Santo, le preguntan como tres mil personas que creyeron su mensaje: “¿Qué haremos?”
“Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa (o sea, la promesa del Espíritu Santo), y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.”
O sea, para los que están lejos, en otras naciones, y para los que estaban allí, para los que están cerca, para todos es la promesa del Espíritu Santo, pero antes son llamados para recibir a Cristo y a ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Y ahora, la pregunta de ellos fue: “¿Qué haremos?” La misma que surge en el corazón de las personas, y la respuesta es: “Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el Nombre del Señor Jesucristo.” Por lo tanto, bien pueden ser bautizados conforme al mandato de Jesucristo.
El bautismo en agua es tipológico, es simbólico, el agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado, pero el bautismo en agua es un mandamiento del Señor en el cual nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección.
Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Tan sencillo como eso es el simbolismo, la tipología del bautismo en agua.
Por lo tanto, siendo un mandamiento del Señor, el cual ha estado siendo obedecido por los apóstoles y por todos los que han recibido a Cristo como Salvador, a través de la historia, de la trayectoria del Cristianismo hasta nuestro tiempo, todavía se predica, se da la oportunidad de venir a los Pies de Cristo y se bautiza en agua a las personas en el Nombre del Señor Jesucristo.
Por lo tanto, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino del Señor Jesucristo.
Continúen pasando todos una tarde feliz, los que están aquí presentes y los que están en otras naciones, los cuales también pueden ser bautizados los que están en otras naciones y han venido a los Pies de Cristo en estos momentos.
Ahora, dejo al ministro correspondiente aquí, y luego también al ministro en cada nación y en cada lugar que en estos momentos han estado escuchando la predicación del Evangelio de Cristo, para que haga en la misma forma y puedan ser bautizados los que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos.
Que Dios les bendiga y les guarde, continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.
“LA TRAYECTORIA DEL TRONO DE DIOS.”