El tesoro escondido

Muy buenas tardes, amables amigos y hermanos presentes y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones; es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo en el cual nos ha tocado vivir.

Aprecio y agradezco mucho el respaldo que le están dando al proyecto de La Gran Carpa-Catedral en Puerto Rico, y también por el respaldo que le están dando a la obra misionera y evangelística y también el respaldo que le están dando a AMISRAEL.

Ya el mes de junio es la conferencia “Jerusalén 2010″ allá en Jerusalén, Israel, por lo cual los que han estar en esa conferencia deben de tener sus boletos ya listos y todo lo que necesitan para el hotel; lo más pronto posible para que les salga más bajo el precio, deben sacar sus boletos.

Feliz cumpleaños Manuel Rodríguez allá en Puerto Rico, que Dios te bendiga grandemente y te use grandemente en Su Obra siempre y te prospere espiritualmente y materialmente.

Recibe también este aplauso de todos los que están aquí presentes que te han enviado en esta ocasión, y en su persona todos los que cumplen años hoy también, reciban felicidades, un feliz cumpleaños.

Esta tarde estaremos en un concierto también, hay un concierto, ya eso lo anunciarán, va a ser aquí mismo hasta donde entiendo. Así que, permaneceré con ustedes también luego de la actividad de ahora de la mañana.

También en México a todos los que están a través del satélite Amazonas, recuerden que en este mes se lleva a cabo el día del niño y se lleva a cabo el proyecto: “Un millón de Juguetes para un millón de sonrisas.” Ministros y sus congregaciones y todos los mexicanos respalden también ese proyecto en favor de los niños.

AMISRAEL está trabajando con ese proyecto: “Un millón de Juguetes para un millón de sonrisas,” allá en México y se está extendiendo también a otros países, los delegados de cada país se encargan de ese proyecto para establecerlo en los diferentes países.

Allá en la República Mexicana el doctor, el Licenciado Benjamín Cruz Alfaro, delegado de AMISRAEL está llevando a cabo con todos los coordinadores y Agentes de la Paz este proyecto, el cual es muy importante para los niños.

Para esta ocasión vamos a leer un solo versículo de la Biblia que se encuentra en San Mateo, capítulo 13, verso 44, y son palabras del Señor Jesucristo. Dice de la siguiente manera, es una parábola:

“Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema para esta ocasión es: “EL TESORO ESCONDIDO.”

Encontramos que la Escritura nos enseña que en las parábolas hay cosas, misterios escondidos; por ejemplo, en el Salmo 78, verso 2, dice:

“Abriré mi boca en proverbios;

Hablaré cosas escondidas desde tiempos antiguos.”

Y luego en el capítulo 13 de San Mateo, en donde Cristo habla esta parábola juntamente con otras parábolas que Él estuvo hablando, por ejemplo: la parábola del sembrador, la parábola del trigo y de la cizaña, la parábola también de la levadura, la parábola también del grano de mostaza, también la parábola de la red que un pescador echa en el mar, luego la saca a la orilla y recoge lo bueno en cestas y lo malo echa fuera, y dice en esa parábola: “Así será al fin del siglo, saldrán los Ángeles y apartarán a los malos de entre los justos, y los echarán en el horno de fuego, allí será el lloro y el crujir de dientes.” A los malos, vea usted lo que les sucederá en el fin del tiempo o fin del siglo o tiempo final.

Para este tiempo de la cosecha, de la siega, este tiempo en donde también se saca la red a la orilla para recoger lo bueno y echar lo malo fuera, encontramos que este tiempo mencionado aquí, es nuestro tiempo.

Y ahora, para este tiempo dice que van a ser enviados los Ángeles del Señor; y en la parábola que leímos del tesoro que fue hallado por el Señor, nos habla también de personas. Ahora, miren el… en San Mateo, capítulo 13 le preguntan a Jesús el porqué Él les hablaba en parábolas. Capítulo 13, verso 10 en adelante, dice:

“Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas?

El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado.”

Y ahora, en las parábolas que Cristo está hablando, están los misterios del Reino de los cielos. Si usted entiende esas parábolas, usted entiende los misterios del Reino de los Cielos. Ahora:

“El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado.”

A unos les es concedido de parte de Dios conocer los misterios divinos, los misterios del Reino de los Cielos, y a otros no les dado conocer los misterios del Reino de los cielos:

“Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.

Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden.

De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo:

De oído oiréis, y no entenderéis;

Y viendo veréis, y no percibiréis.

Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado,

Y con los oídos oyen pesadamente,

Y han cerrado sus ojos;

Para que no vean con los ojos,

Y oigan con los oídos,

Y con el corazón entiendan (vean, es con el corazón que se entiende, se entiende las cosas de Dios),

Y se conviertan,

Y yo los sane.

Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen.

Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.”

Y ahora, en las parábolas que Cristo estuvo hablando, están contenidos los misterios del Reino de los Cielos, y es concedido entender estos misterios a unas personas, y a otras no es concedido; tan simple como eso lo dice Jesús.

Y ahora, encontramos que todas estas parábolas deben ser entendidas por los creyentes en Cristo, los seguidores de Cristo, porque a ellos es concedido conocer estos misterios, y si tomamos todas estas parábolas hoy, nos tomaría mucho tiempo, pero veamos a la ligera algunas de ellas, por ejemplo la del trigo y de la cizaña; en esta parábola del trigo y de la cizaña que es muy interesante por lo que significa, pues ahí está representado los hijos del Reino de Dios que son los hijos de Dios, pero también (eso es en el trigo), pero en la cizaña están representados los hijos del malo.

La idea que todas las personas tienen de que todos son hijos de Dios, estas parábolas, estas palabras de Jesús lo quita como si fuera una verdad que todos son hijos de Dios. No. Vamos a ver lo que Cristo dice, y si Cristo lo dice, lo que Cristo dice eso es la verdad. En el capítulo 13, verso 36 en adelante dice de San Mateo:

“Entonces, despedida la gente, entró Jesús en la casa; y acercándose a él sus discípulos, le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo.

Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre (o sea, el Mesías).

El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino (o sea, el trigo son los hijos del Reino), y la cizaña son los hijos del malo.”

¿Y quién sembró la cizaña? Porque el que sembró el trigo, los hijos de Dios, los hijos del Reino, fue el Hijo del Hombre. Ahora:

“…y la cizaña son los hijos del malo.

El enemigo que la sembró es el diablo…”

Por lo tanto, en el planeta Tierra hay trigo (hijos de Dios) y cizaña, por eso es que hay tantos problemas desde el tiempo de Adán y Eva hacia acá: porque hay hijos de Dios y hay hijos del malo, y Cristo dice que el malo es el diablo.

El mismo Cristo predicando dijo a algunas personas que eran hijos de Dios, pero también dijo a otras personas que eran hijos del malo, del diablo. Vamos a ver un lugar donde Cristo dice eso. Recuerden que Cristo conocía todas las cosas y por consiguiente cuando Él hablaba, estaba diciendo la verdad. En el capítulo 8 de San Juan, verso 43 en adelante, dice:

“¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra.

Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.

Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis.”

Y ahora, aquí vean cómo Cristo le habla a un grupo de personas que estaban en contra de Cristo. Luego en el capítulo 10 de San Juan también, versos 23 en adelante, dice:

“Y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón.

Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.

Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí;

pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho.

Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,

y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.

Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.

Yo y el Padre uno somos.

Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle.

Jesús les respondió: Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre; ¿por cuál de ellas me apedreáis?

Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios.

Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois?

Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada),

¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy?

Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis.

Mas si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre.

Procuraron otra vez prenderle, pero él se escapó de sus manos.”

Y ahora, vean cómo Cristo da una explicación de toda esta situación que ha estado existiendo en medio de la raza humana. Si la ciencia se interesara completamente en buscar el origen del ser humano, usando como base estas Escrituras bíblicas tanto del nuevo Pacto o Nuevo Testamento, palabras de Cristo y los apóstoles y también de los profetas del Antiguo Testamento, encontrarían realmente el origen del ser humano; y también encontrarían el origen de esas otras personas que Cristo identifica como la cizaña o hijos del malo.

Ahora, en estas parábolas podemos encontrar misterios escondidos desde la fundación del mundo, pero que están ahí sellados en esas parábolas.

Y ahora, Cristo hablando en la explicación que da de esta parábola del trigo y de la cizaña, dice o continúa diciendo el verso 39 del capítulo 13:

“…la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles.”

Vean, aquí está hablando de lo que será el futuro del trigo y de la cizaña, dice:

“…la siega (o sea, la cosecha) es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles.”

Para el tiempo final o fin del siglo o fin del tiempo, dice que Él va a enviar a Sus Ángeles, vean:

“De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo.

Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles (una promesa divina de los enviados, ministerios que estarán en el Día Postrero para llevar a cabo esta labor), y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad,

y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.”

Eso será el tiempo de la gran tribulación donde caerán los juicios divinos sobre la raza humana.

“Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga.”

Y ahora, los justos, los que sirven a Dios resplandecerán como el sol en el Reino del Padre celestial. Cristo, el cual dijo: “Yo soy la luz del mundo,” en San Juan, capítulo 8, verso 12, también dice a los creyentes en Él: “Vosotros sois la luz del mundo.”

Todo lo que Cristo es, lo son los creyentes en Él; a todo lo que Cristo es heredero, son herederos los creyentes en Él porque son coherederos con Cristo.

Y ahora, tenemos la promesa que para el fin del siglo o fin del tiempo van a ser enviados los Ángeles del Hijo del Hombre. Veamos esto mismo en el capítulo 16, versos 26 en adelante de San Mateo. Dice:

“Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?…”

Recuerden que el ser humano es alma viviente, el ser humano es cuerpo, espíritu y alma, es trino porque Dios es trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo, y Dios creó al ser humano a Su imagen y a Su semejanza, por eso el ser humano es alma, espíritu y cuerpo.

Lo más importante, lo más grande del ser humano es su alma, porque eso es lo que es en realidad la persona: alma viviente. El mismo Cristo hablando del Padre dijo: “El Padre mayor es que Yo,” porque el Padre es el Creador de todas las cosas pero todo lo llevó a cabo por medio de Cristo el Ángel del Pacto, el Verbo que era con Dios y era Dios, que es el Ángel del Pacto donde está el Nombre de Dios, el Ángel del Pacto que libertó al pueblo hebreo por medio del profeta Moisés, el Ángel del Pacto donde Dios dice: “Mi Nombre está en él.” Eso está en Éxodo, capítulo 23, versos 20 al 23.

Y ese Ángel del Pacto, Ángel de Dios es nada menos que Cristo en Su cuerpo angelical, por eso en el capítulo 8, verso 56 al 58 de San Juan Cristo dice:

“Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.

Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?

Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.”

¿Cómo era Cristo antes de Abraham? El Ángel del Pacto, ese Ángel celestial en donde estaba, está y estará eternamente el Nombre de Dios, esa es la imagen del Dios viviente, ese es el cuerpo angelical de Dios.

Y por cuanto Dios tiene ese cuerpo angelical, también le dio un cuerpo angelical al ser humano llamado el espíritu del ser humano, porque el Ángel de Dios o cuerpo angelical de Dios es llamado también el Espíritu Santo, un espíritu es un cuerpo de otra dimensión.

Ahora, podemos ver porqué Cristo podía decir: “Antes que Abraham fuese, Yo soy,” y pensaban que estaba loco, porque todos sabían que todavía no tenía ni 50 años y estaba diciendo que era antes de Abraham.

En Su cuerpo físico no era antes de Abraham, pero en Su cuerpo angelical sí, era antes que Abraham y antes que Adán también. La Escritura nos dice que era el Verbo que era con Dios y era Dios, por el cual Dios creó todas las cosas; el Verbo, el cuerpo angelical, el Ángel del Pacto es Cristo en Su cuerpo angelical. Tan sencillo como eso.

Ahora, podemos ver quién es nuestro Salvador, el Ángel del Pacto, el Ángel que salvó al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto, ahora ha estado en el segundo Éxodo salvando el alma de millones de seres humanos, salvando millones de ser humanos del reino de las tinieblas y colocándolos en el Reino de Dios; tan sencillo como eso, es el mismo Ángel del Pacto.

Por eso cuando le apareció a Saulo de Tarso en una Columna de Fuego, una luz muy fuerte, más fuerte que el sol como le había aparecido a Moisés, y Saulo pregunta cuando escucha desde esa luz una Voz que le dice: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” Saulo dice… y le es dicho: “Dura cosa te es dar coces contra el aguijón,” Saulo dice sabiendo que es Dios, el mismo Ángel del Pacto que le apareció a Moisés en una llama de fuego sobre una zarza, un árbol, le dice: “Señor, ¿quién eres?” Y esa Voz que escuchó, el Ángel del Pacto hablando le dice: “Yo soy Jesús a quien tú persigues.”

Recuerden que Cristo dijo que enviaría el Espíritu Santo en Su Nombre. El Espíritu Santo que es el cuerpo angelical de Dios, el Ángel del Pacto, viene en el Nombre del Señor Jesucristo y en el Nombre del Señor Jesucristo obra durante la Dispensación de la Gracia en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Cristo dijo en San Mateo, capítulo 28, verso 20:

“Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”

¿Cómo estaría? En Su cuerpo angelical, en Espíritu Santo, porque ese cuerpo angelical es el Espíritu Santo. Recuerden que un espíritu es un cuerpo de otra dimensión, el espíritu que usted tiene es un cuerpo parecido al cuerpo que usted tiene, al cuerpo físico, pero es de otra dimensión.

Por eso cuando la persona muere, lo que muere es su cuerpo físico, la persona continúa viviendo en Su cuerpo angelical, en Su cuerpo espiritual que es de otra dimensión y va a la dimensión a la cual pertenece ese cuerpo.

Si es un creyentes en Cristo, pues va al Paraíso al cual pertenece ese cuerpo espiritual, pero si no es un creyente en Cristo, pues va al reino al cual pertenece ese espíritu o cuerpo espiritual.

Si no es un creyente, si es un incrédulo, pues va al reino de las tinieblas, al reino de los espíritus de las tinieblas al cual nadie quisiera ir, pero para evitar ir a ese lugar, hay un Sacrificio de Expiación por el pecado del ser humano realizado por Cristo en la Cruz del Calvario “para que todo aquel que en Él cree no se pierda, mas tenga Vida eterna.”

Por lo tanto, estas cosas es importante conocerlas para saber cómo evitar ir al reino de las tinieblas cuando la persona muere, y así tenga la oportunidad de al morir ir al Reino de Cristo, al Paraíso donde están todos los creyentes en Cristo de tiempos pasados y de nuestro tiempo también. Allá está San Pedro, San Pablo, los apóstoles del Señor Jesucristo, excepto Judas Iscariote; Judas Iscariote, pues está en otro reino: en el reino de las tinieblas.

Y ahora, cada persona tiene la oportunidad de elegir el reino a cual irá luego que terminen sus días en este planeta Tierra. Los que desean ir al Reino de Cristo, pues reciban a Cristo como Salvador, los que no quieren ir al Reino de Cristo cuando mueran, pues no reciban a Cristo como Salvador.

Esa elección la tiene que hacer mientras vive en esta Tierra, después que terminen sus días en esta Tierra ya no hay oportunidad de hacer una elección. Por eso la decisión más importante que el ser humano hace en este planeta Tierra es recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, porque esa es la única decisión que coloca al ser humano en la Vida eterna, es la única decisión que coloca al ser humano en el Reino de Cristo.

No hay otra forma para entrar al Reino de Dios. El mismo Cristo lo dijo cuando habló a Nicodemo en el capítulo 3 de San Juan, y le dice: “De cierto, de cierto te digo que el que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios.” Y Nicodemo pensó que tenía que entrar en el vientre de su madre y nacer de nuevo, y le pregunta: “¿Cómo puede hacerse esto? ¿Puede acaso el hombre ya siendo viejo entrar en el vientre de su madre y nacer?” entonces Cristo le explica: “De cierto, de cierto te digo que el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.”

Nacer del Agua es nacer del Evangelio de Cristo, y nacer del Espíritu es nacer del Espíritu Santo en donde la persona obtiene el nuevo nacimiento y por consiguiente ha nacido en el Reino de Cristo; así como para vivir en esta Tierra, en este reino terrenal tuvimos que nacer, y para entrar y vivir en el Reino de Cristo, el Reino de Dios, hay que nacer en el Reino de Dios por medio de ese nuevo nacimiento que habló Jesucristo.

Por eso Él mandó a predicar el Evangelio a toda criatura, “y el que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Tan simple como eso (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16).

Así que el ser humano por cuanto Dios lo creó a Su imagen y semejanza, le dio libre albedrío, por lo tanto, el ser humano es el que tiene que elegir o la Vida eterna o la segunda muerte, la muerte que será para siempre en el lago de fuego.

La Vida eterna en el Reino de Cristo con Cristo, o la muerte, la segunda muerte en el lago de fuego donde dejará de existir, y cualquier persona dice: “Pues cualquiera escoge la Vida eterna,” y se escoge la Vida eterna recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador.

El que recibe a Cristo como Salvador es una persona inteligente espiritualmente, aunque no tenga preparación académica. Esa es la decisión más inteligente que un ser humano puede hacer: recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, está recibiendo al Ángel del Pacto, al que es antes que Abraham, por lo tanto, él sabe como era aún antes del ser humano estar en la Tierra.

Por medio de Él, Cristo, el Ángel del Pacto, Dios creó todas las cosas, y luego fue creado en el vientre de María un cuerpo de carne al Dios colocar allí Su simiente, y se multiplicó célula sobre célula y así se formó el cuerpo de Jesús el cual nació en Belén de Judea a través de la virgen María. Y ese cuerpo fue colocado en Sacrificio de Expiación por nuestros pecados en la Cruz del Calvario, y al tercer día fue resucitado glorificado y está sentado en el Trono de Dios a la diestra de Dios, y está tan joven como cuando subió al Cielo.

Así será el cuerpo físico glorificado que van a recibir los muertos creyentes en Cristo cuando resuciten; y los vivos van a ser transformados, los creyentes en Cristo y van a tener un cuerpo físico, inmortal, incorruptible, joven, glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo.

Así va a ser para mí, ¿y para quién más? Para cada uno de ustedes también, porque esa bendición no es solamente para mí, es para todos los creyentes en Cristo, para todos los representados en el trigo, en esa parábola del trigo y de la cizaña.

Y ahora, los Ángeles que serán enviados, vean, estamos en San Mateo, capítulo 16, versos 26 en adelante donde, estábamos leyendo donde dice:

“Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?”

No hay recompensa que el ser humano pueda dar por la salvación de su alma, el único precio lo pagó Jesucristo en la Cruz del Calvario:

“Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles,  y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.”

Y ahora, la Venida del Hijo del Hombre para el Día Postrero será con Sus Ángeles, es una promesa dada aquí:

“De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino.”

Y sigue en el capítulo 17, verso 1 en adelante diciendo:

“Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto;

y se transfiguró delante de ellos,  y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.

Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él.”

En esta visión que le dio Cristo a Sus discípulos en el Monte de la Transfiguración está mostrándoles en visión el orden de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles; y allí está Cristo, el Hijo del Hombre transfigurado con Moisés a un lado y Elías a otro lado.

Esos son los Ángeles del Hijo del Hombre, los ministerios de Moisés y de Elías, los ministerios de los dos Olivos y de los dos candeleros de Zacarías, capítulo 4, versos 1 al 14 y también Apocalipsis, capítulo 11, versos 1 al 14, esos son los ministerios de Moisés y Elías que se estarán repitiendo en este tiempo final, en el Día Postrero.

Y ahora, pasamos al capítulo 24 de San Mateo, verso 30 al 31, donde dice:

“Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo,  con poder y gran gloria.

Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.”

“…Y enviará a Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta, y juntarán a Sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.” El Hijo del Hombre es Cristo el Mesías, y nos está hablando aquí de la segunda Venida de Cristo, pues la Venida del Señor tiene dos partes: la primera ya se cumplió en la tierra de Israel en la persona de Jesús; vino como Cordero de Dios para morir como el Sacrificio de Expiación por los pecados del ser humano, por los pecados de Su pueblo Israel y por los pecados de todos los seres humanos, y vino para establecer un nuevo Pacto del cual habla en San Mateo, capítulo 26, versos 26 al 29, de acuerdo a como había sido prometido en Jeremías, capítulo 31, verso 31 al 36.

Por eso es que Cristo en la última cena con Sus discípulos dice así (la Escritura):

“Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo (o sea, que en el pan tipificó, representó Su cuerpo físico que iba a ser crucificado).

Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos;

porque esto es mi sangre  del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.”

Y ahora, en el vino que está en la copa tipifica Su Sangre que va a ser derramada para remisión de los pecados, la Sangre del nuevo Pacto dice Cristo. Cristo siendo el Ángel del Pacto, viene para establecer un nuevo Pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá conforme a Jeremías, capítulo 31, versos 31 al 36.

Es que Cristo es el Ángel del Pacto que se hizo carne, se hizo hombre en medio del pueblo hebreo. Isaías, capítulo 7, verso 14, dice:

“He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.”

Que traducido es Dios con nosotros. Era Dios con Su cuerpo angelical, el Ángel del Pacto dentro del velo de carne llamado Jesús. Por eso era que Cristo decía siempre: “Yo no hago nada de mí mismo, sino que el Padre que mora en mi, Él hace las obras.” Era Dios el Padre en Cristo y estaba ungido con el Espíritu Santo, o sea, que el Ángel del Pacto, el Espíritu Santo estaba en Él obrando Dios por medio de Su Espíritu Santo a través de Jesús, a través de aquel velo de carne sencillo que vivió en la tierra de Israel y vino a ser un carpintero allá, un obrero de la construcción.

Pero el que estaba dentro de Él era el Ángel del Pacto, el Ángel de Dios que vino para establecer un nuevo Pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá, para muchas personas esto suena quizás muy grande, que Cristo era el Ángel del Pacto, pero vamos a ver si lo era y si la Escritura dice, da testimonio que el Ángel del Pacto vendría, entonces es la verdad. Capítulo 3 de Malaquías, verso 1 dice:

“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí…”

Y todos sabemos que ese fue Juan el Bautista, y el mismo Cristo dijo que Juan el Bautista era ese mensajero que estaba prometido que le prepararía el camino. San Mateo, capítulo 11, verso 10, ahí Cristo dice: “Él es aquel Elías,” y en San Mateo, capítulo 17, versos 10 al 13 también Cristo da testimonio que Juan el Bautista es el Elías que tenía que venir en aquel tiempo, el precursor de la Venida del Señor.

Y luego de este mensajero que vendría preparándole el camino, ¿quién vendría? Vamos a ver a quién le estaría preparando el camino, quién vendría después de él. Recuerden que Juan el Bautista decía: “Después de mí viene uno mayor que yo, del cual yo no soy digno de  desatar la correa de su calzado, Él les bautizará con Espíritu Santo y Fuego.” Y ahora, dice:

“…y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.”

Ahora, ¿quién vendría después de ese que vendría preparándole el camino que fue Juan el Bautista? Después de él vendría el Señor a quien el pueblo hebreo buscaba, o sea, Dios el Padre y “el Ángel del Pacto a quien deseáis vosotros,” el Ángel del Pacto, el Ángel que libertó al pueblo hebreo, el Ángel que le apareció a Moisés, ese Ángel del Pacto es nada menos que el cuerpo angelical de Dios. O sea, un hombre de otra dimensión.

Y ese es Cristo en Su cuerpo angelical en donde está el Nombre de Dios y entonces vendría, Juan el Bautista le prepararía el camino y lo presentaría y diría: “Este es aquel del cual yo dí testimonio que vendría después de mí.” Cuando vio a Jesús dijo: “Este es el hombre del cual yo dí testimonio.”

Y ahora, podemos ver que en Jesús estaba el Espíritu Santo, el mismo Jesús dijo en San Lucas, capítulo 4, versos 14 al 19:

“El Espíritu del Señor está sobre mí,

Por cuanto me ha ungido.”

Y comenzó a explicar para qué había sido ungido, y también cuando Juan el Bautista bautizó a Jesús dijo: “Vi al Espíritu Santo descender en forma de paloma sobre Él.” Y también dice Cristo: “El Padre que mora en mí, Él hace las obras.”

Ahora vean, estaba Dios el Padre y estaba el Espíritu Santo en Jesús, ¿cómo lo podemos entender? Dios el Padre con Su cuerpo angelical llamado el Ángel del Pacto, dentro del velo de carne llamado Jesús. Tan sencillo como eso.

Estamos aquí viendo que en Jesús está la Trinidad divina: Padre, Hijo y Espíritu Santo, es la primera ocasión en que Dios en toda Su plenitud es manifestado en este planeta Tierra. En Jesús moró la plenitud de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Y ahora, podemos ver porqué Jesús podía decir: “El Padre y yo una cosa somos,” y en San Juan, capítulo 14, verso 6 en adelante los discípulos cuando Él habla acerca del Padre y que Él tiene que ir a otro lugar, le dice *Felipe: “Señor, muéstranos al Padre y nos basta,” y Jesús le dice: “Tanto tiempo hace que estoy con vosotros ¿y no me has conocido? No sabes que el que me ha visto a mí, ha visto al Padre?” Es que el Padre estaba en Jesús.

Y ahora, esto es como cada persona, que es alma, espíritu y cuerpo, y la persona es alma viviente, eso es lo que es en realidad cada persona, pero cuando alguien lo ve a usted, usted dice: “Fulano de tal me vio,”¿ve? Usted puede decir: “Cuando ustedes me ven, me están viendo a mí,” pero lo que estamos viendo es el cuerpo físico, y así Cristo habla que cuando estamos viéndolo a Él, estamos viendo al Padre, porque el Padre está en Él, porque ese velo de carne es el cuerpo físico de Dios, donde Dios mora y morará eternamente.

Y ya ese cuerpo está glorificado, por eso está sentado en el Trono de Dios, por eso es que dice la Escritura: “Grande es el misterio de la piedad, Dios fue manifestado en carne.” La manifestación plena de Dios en carne humana fue en Jesucristo.

Y ahora, podemos ver que Cristo es el Ángel del Pacto, el Ángel de Dios, y por eso vino para establecer un nuevo Pacto en medio del pueblo hebreo, un nuevo Pacto para toda la familia humana, y la Sangre de Cristo, Él dice que es la Sangre del nuevo Pacto, la Sangre del Pacto eterno, y no hay otro pacto para la raza humana.

Y ahora, pasamos a las palabras de Cristo, donde dice, capítulo 24, verso 31:

“Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.”

Cristo enviará Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta, Sus Ángeles son los dos Olivos, que son los ministerios de Moisés y de Elías, y la Gran Voz de Trompeta es el Evangelio eterno, el Evangelio del Reino, del cual Cristo dijo: “Y será predicado este Evangelio del Reino para testimonio en todas las naciones, y será predicado este Evangelio del Reino en todo el mundo para testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin.” (San Mateo, capítulo 24, verso 14).

La señal del fin del mundo es la predicación del Evangelio del Reino en el Día Postrero. Y en Apocalipsis, capítulo 14, verso 6 al 7 tenemos un cuadro más claro de la predicación del Evangelio del Reino, del Evangelio eterno, y dice:

“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo,

diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.”

Aquí este Ángel (recuerden que Ángel significa mensajero, este mensajero), este hombre viene con el Evangelio eterno, o sea, con el Evangelio del Reino para predicarlo a los moradores de la Tierra, y si lo tiene que predicar a los moradores de la Tierra, ¿dónde tiene que estar? En la Tierra.

Y ahora, el Evangelio eterno en el Día Postrero, el Evangelio del Reino estará siendo predicado por un mensajero dispensacional, o sea, por un profeta dispensacional en el cual estará el ministerio de Moisés y de Elías, el cual estará ungido con el Espíritu de Cristo, el Espíritu de Dios; en palabras más claras, en el cual y a través del cual el Ángel del Pacto que es Cristo, el Espíritu Santo, estará manifestándose, estará obrando y estará el Espíritu Santo hablando por medio de ese mensajero. Tan sencillo como eso.

Por medio de ese mensajero será que Cristo, el Ángel del Pacto estará sonando la Gran Voz de Trompeta, o sea, estará predicando el Evangelio del Reino a todos los moradores de la Tierra, y dice: “Y juntarán a Sus escogidos de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.”

Los escogidos del Cuerpo Místico de Cristo, de la Iglesia del Señor Jesucristo, son los creyentes en Cristo nacidos de nuevo, son el trigo del Señor; pero los escogidos del pueblo hebreo que serán llamados y juntados también con esa Gran Voz de Trompeta, son ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, doce mil de cada una de las tribus de Israel.

Y ahora, para el Día Postrero tenemos la promesa de una Gran Voz de Trompeta o Trompeta de Dios. En Primera de Tesalonicenses nos habla de esa trompeta; en el capítulo 4, verso 14 en adelante dice:

“Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él (o sea, a todos los creyentes en Cristo que han muerto físicamente).

Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron.

Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.

Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.

Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.”

Son palabras de aliento para todos los creyentes en Cristo. Y en el capítulo 15 de Primera de Corintios Cristo también por medio de San Pablo nos dice… San Pablo hablando dice en el verso 51 del capítulo 15, de ahí en adelante de Primera de Corintios, San Pablo dice:

“He aquí, os digo un misterio (es uno de los misterios del Reino de Dios. Dice): No todos dormiremos…”

O sea, que no todos vamos a morir, porque los que estén viviendo en el Día Postrero, en el tiempo final cuando Jesucristo venga con Sus Ángeles, habrá un grupo de creyentes en Él que no van a ver muerte, sino que van a ser transformados. Por lo tanto, no todos los creyentes en Cristo van a morir, ya han muerto millones durante estos dos mil años de Dispensación de la Gracia, pero ahora va a haber un grupo de personas que van a estar vivos en la Tierra en la Venida del Señor. Dice:

“…pero todos seremos transformados.”

La transformación será ser transformados de mortales a inmortales, ser transformados nuestros cuerpos de cuerpos corruptibles a cuerpos incorruptibles, de cuerpos temporeros a cuerpos eternos; ser transformados, glorificados como Cristo fue glorificado. La redención del cuerpo, la adopción es la redención del cuerpo, la glorificación.

La transformación de nuestros cuerpos cuando Cristo venga con todos los santos resucitados, los que estemos vivos, seremos transformados; vamos a ver a los muertos en Cristo resucitados cuando Él venga con ellos, y cuando los veamos seremos transformados. Ahora, sigue diciendo… recuerden que Dios por medio de Cristo está realizando una nueva creación, una nueva raza con Vida eterna:

“Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.

Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.”

Aquí tenemos la promesa de una resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados, cuerpos eternos, cuerpos inmortales y jóvenes, y una transformación para los creyentes en Cristo que estén vivos cuando ocurra la resurrección.

Recuerden que cuando Cristo fue a resucitar a Lázaro, le dice Cristo en el capítulo 11 de San Juan a Marta: “Tu hermano resucitará,” Marta le dice: “Yo sé que resucitará en el Día Postrero,” porque la promesa que Cristo ha hecho es que a los creyentes en Él que hayan muerto físicamente, Él los resucitará en el Día Postrero, San Juan, capítulo 6, versos 39 al 40, y en ese mismo capítulo 6 encontrarán ustedes unas dos o tres promesas que nos hablan de la resurrección para el Día Postrero.

Y el Día Postrero es el séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá, y conforme al calendario gregoriano ya estamos dentro del séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá y por consiguiente ya estamos dentro del Día Postrero, porque el Día Postrero delante de Dios para los seres humanos es el séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá, porque un día delante del Señor es como mil años para los seres humanos. (Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8 y el Salmo 90, verso 4).

Y ahora, veamos también lo que nos dice San Pablo aquí en *Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21, dice:

“Mas nuestra ciudadanía  está en los cielos…”

Aunque tenemos una ciudadanía terrenal donde nació nuestro cuerpo físico, del país donde nació, tenemos la ciudadanía celestial que es del lugar de donde hemos obtenido el nuevo nacimiento, y el nuevo nacimiento no es terrenal, es celestial, es del Cielo. Por lo tanto, tenemos una ciudadanía celestial, somos ciudadanos de la Jerusalén celestial:

“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;

el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra (¿ven? Aquí también tenemos la promesa de que en la Venida del Señor Él va a transformar el cuerpo físico de cada creyente en Él), para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya…”

O sea, para que sea semejante al cuerpo glorificado que Él tiene y entonces todos seremos iguales a Jesucristo: jóvenes, inmortales, glorificados como Jesucristo nuestro Salvador, y eso para toda la eternidad. ¿Y cómo lo va hacer? Dice:

“…por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”

Con el poder con el cual Él gobierna todas las cosas, Él realizará esa transformación, y para los muertos creyentes en Él una resurrección en cuerpos glorificados, cuerpos eternos; y todo eso es para este tiempo final en el cual estamos nosotros viviendo.

Y ahora, el pueblo hebreo, dice en el Éxodo, que es un tesoro; Dios dice del pueblo hebreo allá en el Antiguo Testamento en el Éxodo: “Vosotros sois mi especial tesoro,” Éxodo… vamos a buscar aquí para ver lo que nos dice acerca del pueblo hebreo, por el capítulo 17 y capítulo 19 del Éxodo.

El pueblo hebreo tiene una bendición muy grande de parte de Dios. Por eso no se puede hablar en contra del pueblo hebreo, porque es un pueblo escogido por Dios para un propósito divino. Dice el capítulo 19 del Éxodo, verso 4 al 5:

“Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí.

Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra.

Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.”

Y ahora, aquí al pueblo que estaría dentro de ese pacto que Dios daría al pueblo hebreo por medio del Ángel del Pacto, que es Cristo en Su cuerpo angelical, porque la ley fue dada por comisión de Ángeles allá en el monte Sinaí, el pueblo que estaría bajo el pacto divino, sería el especial tesoro de Dios y sería un pueblo, un Reino de sacerdotes.

Luego encontramos más adelante que Cristo establece un nuevo Pacto y derrama en la Cruz del Calvario la Sangre del nuevo Pacto, y todas las personas que entran a ese nuevo Pacto recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador, son también el especial tesoro de Dios. Por lo tanto, usted es un especial tesoro para Dios, y yo también.

Eso me recuerda cuando las madres juegan con sus bebés, sus niñitos y dicen, le dicen al bebé: “Tú eres mi tesoro, tú eres mi especial tesoro,” pues así habla Dios con Sus hijos, palabras de cariño, de amor, de ternura y de verdad, porque los creyentes en Cristo son el especial tesoro de Dios bajo el nuevo Pacto.

Como el pueblo hebreo bajo el pacto que le fue dado en el monte Sinaí, es el especial tesoro de Dios como pueblo; y este tesoro escondido del cual leímos al principio y del cual Cristo dice:

“Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo (o sea, en el mundo), el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.”

Recordando las palabras de Cristo a Sus discípulos y también a la mujer sirofenisa allá en el capítulo 10 y capítulo 15 de San Mateo… dice capítulo 10, verso 5 al 7, dice, de San Mateo (capítulo 10, verso 5 al 7):

“A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis,

sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel.

Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado.”

Y ahora, las ovejas perdidas de la casa de Israel son descendientes de Israel, son los descendientes del reino del Norte. El Reino de David fue dividido en dos reinos, una parte quedó para Roboam hijo de Salomón, y el Trono de David quedó ocupado por Roboam, nieto de David con dos tribus: la tribu de Judá y la tribu de Benjamín, y las otras diez tribus fueron entregadas a Jeroboam, las tribus llamadas las tribus del Norte, y fue llamado ese reino: el reino de Efraín o reino de Israel, y las tribus, las dos tribus del Sur formaron el reino del Sur llamado el reino de Judá.

A los miembros de las tribus del Norte, del reino del Norte se les llama la casa de Israel y a los miembros del reino del Sur se le llama la casa de Judá. Cristo dice: “Yo he venido, no he venido sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel,” la casa de Israel es el reino de Israel o reino de Efraín, el reino del Norte compuesto por diez tribus.

Esas tribus fueron desarraigadas de la tierra de Israel por la idolatría de Jeroboam, que colocó dos becerros de oro y estableció la idolatría en medio de ese reino del Norte, y la sentencia divina contra la idolatría cayó sobre ese reino, y fueron desarraigados de la tierra de Israel y fueron esparcidos por el mundo entero. Y por consiguiente se les llama a las descendientes de esas tribus del Norte, se les llama las tribus perdidas de Israel.

Por eso también en el capítulo 15, Jesús hablando acerca de estas tribus perdidas o reino del Norte, él dice en el verso 24 del capítulo 15 de San Mateo… esto está hablándole a una mujer cananea, una gentil de la región de Tiro y de Sidón, que quería la salud, la sanidad para una hija suya que estaba gravemente atormentada por un demonio, y le dice a Jesús… vean, leamos el pasaje, capítulo 15, verso 21 en adelante de San Mateo:

“Saliendo Jesús de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón.

Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio.

Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros.

El respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.

Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme!

Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos.

Y ella dijo: Sí, Señor (o sea, no contradijo lo que Cristo le dijo: ‘Sí señor,’ o sea: ‘Sí Señor eso es así, está correcto’); pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.

Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora.”

Ahora, cuando ella le decía: “Señor, Hijo de David,” Él no le hacía caso, porque los gentiles no tienen ningún derecho a pedir cosa alguna a Cristo como Hijo de David, porque Cristo como Hijo de David es para los judíos, para la restauración del Reino de David. Ellos son los que han estado esperando la Venida del Mesías como Hijo de David, y los gentiles no tienen ningún reclamo sobre Cristo como Hijo de David.

Pero ahora miren, en el verso 27 dice: Y ella dijo: “Sí, Señor.” ahora lo llama: “Señor,” primero le había llamado: “Señor, Hijo de David,” pero ahora le llama, le dice: “Señor.” Cristo para los gentiles es su Señor, Dios ha hecho a Jesucristo, Dios ha hecho a Jesús Señor y Cristo, por lo tanto, Él es Señor de Su Iglesia, Su Señor.

Como decía Sara a Abraham: “Mi señor,” por eso es que en medio del Cristianismo cuando se ha clamado a Jesucristo, se ha dicho: “Señor, Señor Jesucristo,” no se le ha dicho o no se ha orado diciendo: “Hijo de David,” porque eso está ligado a Israel y al Reino de David y restauración del Reino de David con el pueblo hebreo, y ellos lo van a recibir como Hijo de David en Su Venida en este tiempo final.

El tesoro escondido en el campo, en el mundo, son las diez tribus perdidas de la casa de Israel, o sea, del reino del Norte, Cristo murió en la Cruz del Calvario y allí compró con Su muerte pagando el precio, compró el campo, el mundo donde está el tesoro, donde están las tribus perdidas esparcidas por el mundo entero, y compró a Israel y compró a Su Iglesia Novia, a todos los miembros de Su Iglesia.

Pues cuando usted compra una propiedad, una finca, usted no dice al que le va a vender la propiedad: “Yo quiero comprar este árbol que tú tienes aquí,”no, usted compra la propiedad, y en la propiedad está el árbol y los muchos árboles y todo lo que tenga en esa propiedad.

Y Cristo al comprar el mundo entero pagó el precio comprando el campo, el mundo entero; ahí están las tribus perdidas, el tesoro escondido. En este tiempo final, los escogidos de esas tribus perdidas, doce mil de cada tribu van a ser llamados y juntados por la Gran Voz de Trompeta, por esa Gran Voz de Trompeta con la cual el Hijo del Hombre envía Sus Ángeles para llamar y juntar Sus escogidos, ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, doce mil de cada tribu.

Pero ya habrá juntado, ya habrá llamado y juntado a todos Sus escogidos de Su Iglesia, de Su Cuerpo Místico de creyentes, ya se habrá completado la Iglesia del Señor Jesucristo.

“EL TESORO ESCONDIDO.”

Ahora vemos que Israel bajo el Pacto dando en el monte Sinaí es el tesoro de Dios: “Vosotros me seréis un tesoro precioso para mí, mi especial tesoro.” La Iglesia del Señor Jesucristo bajo el nuevo Pacto es Su especial tesoro bajo el nuevo Pacto.

Y la casa de Israel o reino del Norte en el Día Postrero, será llamado y juntado ese grupo de ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, doce mil de cada tribu, que será el especial tesoro de los elegidos del pueblo hebreo del Día Postrero.

Así que, tenemos un especial tesoro bajo el pacto antiguo y un especial tesoro bajo el nuevo Pacto, bajo el pacto antiguo el pueblo hebreo, bajo el nuevo Pacto la Iglesia del Señor Jesucristo compuesta por los creyentes en Cristo.

Por eso encontramos a los apóstoles que hablaban a los creyentes en Cristo diciéndoles: “Preciosísimos,” porque así es como Dios nos ve: como un tesoro precioso de Dios, lavados con la Sangre de Cristo, bautizados en agua en Su Nombre y llenos del Espíritu de Cristo, eso es lo más precioso y preciado de Dios bajo el nuevo Pacto. Y yo pertenezco a ese tesoro precioso de Dios bajo el nuevo Pacto, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también. Porque hemos recibido a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.

Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos para que Cristo le reciba en Su Reino y le coloque en Su tesoro precioso y preciado que Él tiene bajo el nuevo Pacto.

Vamos a dar unos minutos mientras ustedes pasan acá al frente y oraremos por ustedes dentro de algunos minutos. También en las demás naciones pueden venir a los Pies de Cristo en estos momentos, para venir a formar parte del tesoro precioso de Dios, del tesoro preciado de Cristo, que son todos los creyentes en Cristo que forman la Iglesia del Señor Jesucristo y que es la Esposa del Cordero, la Esposa de Cristo.

En todas las naciones también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo los que están escuchando en estos momentos la predicación del Evangelio de Cristo, y los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo, pues Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños también. Recuerden que Cristo dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.”

Dios tiene mucho pueblo en esta hermosa ciudad, Bogotá, Colombia, y los está llamando en este tiempo final, porque Dios tiene mucho pueblo en la bella Colombia, y los está llamando en este tiempo; tiene muchos hijos en todas las ciudades, en todas las comunidades y este es el tiempo del llamado final de Cristo para los seres humanos, para venir a formar parte de la Iglesia del Señor Jesucristo, y Cristo completar Su Iglesia en este tiempo final.

También Dios tiene mucho pueblo, muchos hijos en toda la América Latina, y los está llamando para colocarlos en Su Cuerpo Místico de creyentes, que es Su Iglesia, colocarlos en Su Reino: el Reino de Cristo.

También tiene pueblo en Norteamérica, en Canadá, en Alaska, en China, en Japón, en África, en todo Europa y en todas las naciones, y los está llamando en este tiempo final. Por eso se predica el Evangelio de Cristo en todas las naciones conforme al mandato de Cristo que dijo:

“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Tan simple como eso.

Todos queremos ser salvos y queremos por consiguiente vivir eternamente en el Reino de Cristo, el Reino del Mesías que va a ser establecido en la Tierra, lo cual será la restauración del Reino de David.

Dios tiene mucho pueblo en la República de Colombia y los está llamando, y el Reino de Cristo se está llenando de Colombianos, también tiene mucho pueblo allá en Puerto Rico y los está llamando, por lo tanto, allá en Puerto Rico también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, para que Cristo les reciba en Su Reino.

Estamos en el tiempo del avivamiento más grande en medio del Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia del Señor Jesucristo, en donde Cristo está trayendo a vida, a Vida eterna miles o millones de seres humanos, trayéndolos y recibiéndolos en Su Reino y dándoles Vida eterna.

Recuerden que Él dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y yo las conozco y me siguen, y yo les doy Vida eterna,” San Juan, capítulo 10, verso 27 en adelante. Es para recibir la Vida eterna que se predica el Evangelio y se da la oportunidad a las personas de venir a los Pies de Cristo, para que Cristo les dé Vida eterna, pues todos queremos vivir eternamente. Y hay un Programa Divino para que todo ser humano pueda obtener la Vida eterna.

En Primera de Juan, capítulo 5, versos 10 al 13 dice: “Dios nos ha dado Vida eterna, y esta vida está en Su Hijo; el que tiene al Hijo, tiene la vida (o sea, Cristo, el Hijo de Dios), el que no tiene al Hijo (o sea, a Cristo) no tiene la vida (o sea, no tiene la Vida eterna).” Y también nos dice que todos los creyentes en Cristo, dice que tenemos Vida eterna, y esa es la buena noticia para todos los creyentes en Cristo, que los creyentes en Cristo tienen Vida eterna. Vamos a ver cómo lo dice, el verso 13 dice de Primera de Juan, capítulo 5, verso 13 dice:

“Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”

La buena noticia para los creyentes en Cristo es que tenemos Vida eterna, es que Dios nos ha dado Vida eterna, y está vida está en Jesucristo, Él tiene la exclusividad de la Vida eterna, y uno tiene que ir al que tiene la exclusividad de la Vida eterna para que nos dé ¿qué? Vida eterna. Ese es el propósito de predicar el Evangelio de Cristo dando a conocer el programa de redención y Vida eterna para todos aquellos que quieren vivir eternamente.

Yo quiero vivir eternamente y nació la fe de Cristo en mi alma y lo recibí como mi Salvador, y ahora sé que viviré eternamente con Cristo en Su Reino eterno, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también.

Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo nuestro Salvador. En los demás países también todos puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión. Si falta alguno por llegar, por venir, puede venir.

Y ahora, con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos con nuestros ojos cerrados repitan conmigo esta oración que estaremos haciendo, todos con nuestros ojos cerrados y nuestras manos levantadas al Cielo, en todos los países también repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos. Señor, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el único Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.

Reconozco que no hay otro nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos, reconozco que soy pecador y necesito un Salvador; doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador.

Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado y me bautices con Espíritu Santo y Fuego y produzcas en mi el nuevo nacimiento, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre.

Señor, me entrego a Ti, me rindo a Ti en alma, espíritu y cuerpo, sálvame Señor, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.

Y con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador.

Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible, porque Cristo dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo.’ ¿Cuándo me pueden bautizar?” es la pregunta desde lo profundo de vuestro corazón. Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.

El bautismo en agua es un mandamiento del Señor Jesucristo, el cual dijo:

“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Y también Él dijo: “Id por todas las naciones y haced discípulos a todas las naciones, en todas las naciones, bautizándolas en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,” el cual todos sabemos que es, Señor Jesucristo; ese es el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, porque Dios ha hecho a Jesús Señor y Cristo, por eso llamamos a Jesús: Señor Jesucristo, por eso bautizaban en agua los apóstoles a todos los creyentes en Cristo en el Nombre del Señor Jesucristo. Y los bautizaban seguida que recibían a Cristo como Salvador.

El bautismo en agua ordenado por Cristo, encontramos que el mismo Cristo cuando Juan estaba bautizando, fue al Jordán donde Juan estaba bautizando y Juan le dice: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mi para que yo te bautice?” y Jesús le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia,” y entonces lo bautizó. Si Cristo para cumplir toda justicia le convenía ser bautizado en agua por Juan el Bautista, cuánto más nosotros.

Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, tipológicamente muere al mundo. Y cuando es sumergido en las aguas bautismales por el ministro, tipológicamente está siendo sepultado. Y cuando es levantado de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Tan simple como eso es el simbolismo, la tipología del bautismo en agua para todos los creyentes en Cristo.

En el bautismo en agua nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de Jesucristo nuestro Salvador.

Continúen pasando una tarde feliz los aquí presentes y los que están en otras naciones. Muchas gracias por vuestra amable atención.

Dejo al reverendo Alejando Sarria con ustedes para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor, y en cada nación dejo al ministro correspondiente para que haga en la misma forma.

Dios les bendiga y les guarde a todos.

“EL TESORO ESCONDIDO.”

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