Muy buenas tardes, ministros compañeros en el Reino del Señor; es para mí un privilegio estar con ustedes, evangelistas en el Reino de Cristo nuestro Salvador. Nos dice Cristo en San Juan, capítulo 4, verso 35:
“¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega.
Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega.
Porque en esto es verdadero el dicho: Uno es el que siembra, y otro es el que siega.
Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra.
Aquí cuando Cristo les enseña a Sus discípulos este tema de la siembra y de la cosecha, encontramos que está usando unos términos de la agricultura que ellos conocían, porque era algo común para ellos lo de la siembra y de la cosecha, y la fiesta que ellos celebraban; primero llevaban a cabo la fiesta de la gavilla mecida, la cual de los primeros frutos tomaban una gavilla, un mazo de esa primera… primicias, eso era de la cebada, y el día primero de la semana que vendría a ser por ahí por el día 16 del mes de Nisán, la presentaban delante de Dios, y luego ahí con eso comenzaba la cosecha, y luego 50 días después se completaba la cosecha, y se presentaba delante de Dios el Día de Pentecostés, lo que se presentaba a Dios de esa cosecha.
Y todo eso era tipo y figura en el campo espiritual, de lo que Dios haría en Su Programa, en el programa de la creación de una nueva raza que sería la Iglesia en donde se recogería; el Día de Pentecostés se presentaría ante Dios esa ofrenda, ese fruto, y eso fue luego de la fiesta de las primicias cumplida por Cristo con la resurrección de Cristo, luego de 49 días llegó el día 50 que fue el Día de Pentecostés.
Vean, cómo en el Programa Divino esta fiesta, estas dos fiestas, la de la gavilla mecida y luego los 49 días y luego el día 50, cómo todo eso que estaba en la agricultura ordenado por Dios para llevarse a cabo, luego eso era el tipo y figura del programa que Dios llevaría a cabo con Cristo y a través de Cristo en la cosecha de hijos e hijas de Dios, representados también en el trigo, en la parábola del trigo y de la cosecha.
Y ahora, el Día de Pentecostés son presentados ante Dios y 120 personas reciben el Espíritu de Cristo y allí nace la Iglesia del Señor Jesucristo; de ahí en adelante han transcurrido unos dos mil años en donde la Iglesia pasa por siete ciclos representados en aquellos siete ciclos de siete años cada uno, de Levítico, capítulo 25, versos 1 al 7. Cada siete años el año séptimo era año sabático, de descanso para toda la tierra, tipo y figura de las edades de la Iglesia, en donde Dios envió el mensajero correspondiente a cada edad.
Y ahora vean cómo estos ciclos de 50 días allá en Levítico, capítulo 23, luego ahora en el capítulo 25 son ciclos no de días, sino de años; cada día allá, ahora acá en el capítulo 25 es un año. O sea, se está trabajando en una escala más alta, repitiéndose los mismos ciclos pero en una escala más alta, en donde las siete etapas o edades de la Iglesia transcurren en tipo y figura en 49 años, y luego viene el año 50, el año de pentecostés.
Como vino allí el Día de Pentecostés ahora viene el año de pentecostés que corresponde a la Edad de la Piedra Angular, el año 50 representado en el domingo, así como el Día de Pentecostés fue un domingo, y ahora, vean ustedes, cómo todo esto, está representado allá en las fiestas agrícolas que Dios le ordenó al pueblo hebreo para llevar a cabo.
Por eso ustedes encontrarán que el reverendo William Branham habla de un nuevo pentecostés que vendrá, por lo tanto, hay que buscar el año, el ciclo 50, y lo encontramos solamente en el año 50 en el capítulo 25, versos 1 al 13, ya transcurridas esas semanas de años, siete semanas de años de Levítico, capítulo 25, versos 1 al 7; luego viene el año 50, el año de pentecostés, que es al cual hemos entrado nosotros, y algunos ni se han dado cuenta que luego de la séptima edad de la Iglesia que corresponde en esas siete semanas de años, siete semanas de años son 49 años, en donde están tipificadas las diferentes etapas de la Iglesia, y luego viene el año 50 que corresponde a la Edad de la Piedra Angular.
Ahora vean, cómo en una nota más alta, recuerden que el reverendo William Branham hablaba en los términos también de música, y hablaba de una escala o una nota más alta, cuando hablaba de la sinfonía o sinfónica, y todo esto nos lleva al ciclo glorioso de la Edad de la Piedra Angular, que es donde se recorren las siete notas o siete etapas en una escala más alta, en donde Dios estará hablando por medio de Cristo, el Ángel del Pacto como León de la Tribu de Judá, Rey de reyes y Señor de señores, clamando como cuando un león ruge, hablando en forma consecutiva.
Estamos viviendo en la etapa más gloriosa de todas las etapas, en donde habrá una cosecha muy grande, primero el recogimiento de los escogidos del Día Postrero en esa etapa, esa Edad de la Piedra Angular, y luego vendrá la resurrección de los muertos creyentes en Cristo y la transformación de los vivos, todo eso corresponde al año del jubileo, al año de pentecostés.
Así como hubo un Día de Pentecostés, hay un año de pentecostés. Ahí corresponde también el capítulo 14, versos 1… o versos 14 al 16, y también capítulo 14, versos 17 al 20 del Apocalipsis, ahí nos habla de la siega, de la cosecha; y es dicho al Ángel que viene con la hoz aguda… dice capítulo 14, verso 14 en adelante, dice:
“Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del Hombre, que tenía en la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda (es la herramienta de cosechar).
Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura.
Y el que estaba sentado sobre la nube metió su hoz en la tierra, y la tierra fue segada.”
Aquí encontramos lo que para este tiempo final está señalado para suceder, eso nos habla del tiempo de la siega, de la cosecha en donde el Hijo del Hombre enviará Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta para segar, para cosechar, conforme a la parábola del trigo y de la cizaña y conforme a San Mateo, capítulo 24, verso 31, y San Mateo, capítulo 24, verso 14 donde dice:
“Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”
Ahí podemos ver lo que está señalado para suceder en el tiempo final, en el ciclo divino del año de pentecostés; y así como el Día de Pentecostés recibieron 120 y después los que continuaban recibiendo a Cristo y creyendo, siendo bautizados recibían el Espíritu Santo, o sea, el cuerpo angelical, nacían de nuevo, nacían en el Reino de Cristo; para el Día Postrero, para el año de pentecostés los muertos creyentes en Cristo recibirán el cuerpo nuevo y eterno, y los vivos en Cristo recibirán el cuerpo nuevo y eterno, o sea, serán glorificados y entonces nos iremos de aquí a la Cena de las Bodas del Cordero luego de una manifestación poderosa de unos 30 a 40 días aquí en la Tierra.
Todo eso está prometido para suceder en este tiempo final. Ahora, estamos mirando en las fiestas agrícolas cuál es el ciclo o fiesta que corresponde a nuestro tiempo, y es en ese ciclo divino del año del jubileo que es el año de pentecostés donde se suena, se toca la trompeta del año del jubileo y se proclama libertad en toda la Tierra.
Es para la liberación, la libertad gloriosa de los hijos de Dios donde serán libertados físicamente, donde serán transformados los vivos en Cristo, y los muertos serán resucitados en cuerpos glorificados; pero todo eso sucederá cuando los creyentes en Cristo que forman la Iglesia del Señor Jesucristo, se complete en el Cuerpo Místico de Cristo, entonces vendrá la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos.
Por eso es tan importante el mandato de Cristo de ir por todo el mundo predicando el Evangelio “y el que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Por lo tanto, es importante la evangelización, y por eso es tan importante que haya personas que evangelicen llevando el Evangelio de Cristo, llevando la Palabra y llevando en conjunto las dos lluvias: la Lluvia temprana y la Lluvia Tardía, el Evangelio de la Gracia y el Evangelio del Reino, porque con el Evangelio de la Gracia se obtiene la transformación interior, el nuevo nacimiento, se entra en la esfera espiritual al Reino de Cristo, al Reino de Dios.
Pero luego el Evangelio de la Gracia nos da esa fe, esa revelación, la revelación de la primera Venida de Cristo para obtener nosotros esa transformación espiritual al creer en Cristo y recibirlo como nuestro único y suficiente Salvador.
Pero la fe para ser transformados físicamente y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, lo da la revelación del séptimo Sello, la revelación de la segunda Venida de Cristo.
El misterio de la segunda Venida de Cristo siendo revelado a la Iglesia en el Día Postrero, le dará la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, porque la fe para ser transformados está en la segunda Venida de Cristo; porque Él viene ¿para qué? Para transformar a los vivos y viene con los muertos en Cristo para resucitarlos en cuerpos eternos, y para que estén con nosotros, porque son nuestra familia, nuestros hermanos.
Por lo tanto, “alzad vuestros ojos y verás los campos porque ya están blancos para la siega,” ya estamos en el ciclo divino en donde esa etapa gloriosa y esa manifestación gloriosa se hará una realidad en la edad que estamos viviendo, la Edad de la Piedra Angular, porque es para esa edad que están las promesas gloriosas de la resurrección de los muertos en Cristo, la transformación de los vivos, la manifestación plena de Cristo en Su Iglesia, el cumplimiento de la Visión de la Carpa, el cumplimiento de la Tercera Etapa y el cumplimiento del arrebatamiento o rapto de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Es para ese ciclo divino que está la Gran Voz de Trompeta, el Evangelio del Reino prometido para estar siendo predicado, es para ese ciclo divino que está la promesa de la Lluvia temprana y tardía cayendo a la misma vez, o sea, el Evangelio de Cristo, el Evangelio de la Gracia y el Evangelio del Reino siendo predicado a la misma vez, pero que los escogidos sabrán hacer la diferencia de lo que corresponde al Evangelio de la Gracia y lo que corresponde al Evangelio del Reino.
Es la única ocasión que en la historia bíblica, las dos lluvias caen a la misma vez: la lluvia del Evangelio de la Gracia y la lluvia del Evangelio del Reino, eso es para nuestro tiempo. Por lo tanto, “alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega,” y por consiguiente tenemos que estar unidos para la cosecha final, uniéndonos para la cosecha final, para trabajar en esa labor tan importante que Cristo ha prometido para el fin del tiempo o fin del siglo en la parábola del trigo y de la cizaña, para lo cual enviará Sus Ángeles y junto a esos ministerios de los Ángeles del Hijo del Hombre, los ministerios de Moisés y Elías estaremos trabajando en la gran cosecha del Día Postrero, uniéndonos para la cosecha final.
Ha sido una Bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, ministros, evangelistas y pastores aquí reunidos. Que Dios les bendiga y les guarde y les use grandemente en Su Obra en este tiempo final.
Dejo con ustedes nuevamente al reverendo, doctor Miguel Bermúdez Marín para continuar. Y nos vemos en la noche Dios mediante.
“EVANGELISTAS UNIÉNDONOS PARA LA COSECHA FINAL.”