Los que temen el Nombre de Dios

Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes, ministros y también líderes religiosos de diferentes grupos religiosos y también los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones. Que las bendiciones del Creador de los Cielos y de la Tierra, sean sobre todos ustedes.

Para esta ocasión leemos un pasaje bíblico que se encuentra en el libro del profeta Isaías, capítulo 59, versos 19 en adelante, 19 al 21 y dice de la siguiente manera:

“Y temerán desde el occidente el nombre de Jehová, y desde el nacimiento del sol su gloria; porque vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él.

Y vendrá el Redentor a Sión, y a los que se volvieren de la iniquidad en Jacob, dice Jehová.

Y este será mi pacto con ellos, dijo Jehová: El Espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo Jehová, desde ahora y para siempre.”

Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema para esta ocasión es: “LOS QUE TEMEN EL NOMBRE DE DIOS.”

En el pasaje que hemos leído dice que desde el Occidente van a temer el Nombre de Dios, dice: “Temerán desde el Occidente el Nombre de Jehová, y desde el nacimiento del sol, Su gloria.”

El Occidente es el continente americano al cual pertenece Norteamérica y toda la América Latina, por lo tanto, aquí hay una promesa de bendición para el pueblo del continente americano, y los latinoamericanos tienen una parte muy grande de bendición de parte del Creador de los cielos y de la Tierra.

En el principio creó Dios los Cielos y la Tierra. El Nombre de ese Dios Creador de los cielos y de la Tierra desde el Occidente lo van a temer, van a conocer a ese Dios Creador de los Cielos y de la Tierra, dice Isaías, capítulo 52, versos 6 en adelante:

“Por tanto, mi pueblo sabrá mi nombre por esta causa en aquel día.”

Aquí también nos habla del Nombre de Dios, y que Su pueblo va a conocer el Nombre de Dios, el Nombre eterno de Dios, Nombre que a través de la historia de la raza humana muchos hombres importantes han tratado de conocer ese Nombre, y personas que le han conocido, que le han visto, que han hablado con Dios, que han hablado con el Ángel del Pacto, han querido que el Ángel del Pacto les dé a conocer Su Nombre.

Por ejemplo tenemos el caso del profeta Moisés al cual le apareció Dios en una llama de fuego, en un árbol, una zarza, y le dice: “Yo soy el Dios de Tu padre (o sea, el Dios de Amram el padre de Moisés), el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob.

Aquí le está apareciendo Dios en esa llama de fuego, en esa Columna de Fuego, y se identifica como el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, y dice también la Escritura que era el Ángel de Dios el que le apareció a Moisés.

¿Qué relación hay entre el Ángel de Dios y el mismo Dios? Dios es trino, pero es un solo Dios, y por cuanto Él es Padre, Hijo y Espíritu Santo, y creó al ser humano a Su imagen y semejanza, creó al ser humano también trino, por eso el ser humano es alma, espíritu y cuerpo.

Y ahora, cuando le aparece el Ángel de Dios al profeta Moisés y le dice: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, es porque en ese Ángel está Dios, Dios hablando por medio de ese Ángel, es que ese Ángel, ese cuerpo angelical es la imagen del Dios viviente, es el cuerpo angelical de Dios, es Cristo en Su cuerpo angelical. Por eso Cristo dijo en una ocasión:

“Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.

Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?

Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.”

¿Cómo era Jesucristo antes de Abraham? Era el Ángel del Pacto, el Ángel de Dios, ese Ángel que le apareció al profeta Moisés, y al cual el profeta Moisés le pregunta: “Llego yo a los hijos de Israel y les digo: ‘el Dios de vuestros padres me ha aparecido.’ Si ellos me preguntaren cuál es Su Nombre, ¿qué les voy a responder?” y entonces el Ángel del Pacto le dice: “Yo soy el que soy.”

Son cuatro consonantes Y H W H, pero Moisés escuchó la pronunciación de ese Nombre; en hebreo, pues no ha vocales, y por esa causa han tratado de colocarle vocales a esas cuatro consonantes para hacerlas pronunciables como un Nombre, y por eso algunos han colocado Yavé, también Yawé, y también otros Jehová.

Ahora, ese Nombre lo escuchó Moisés siendo pronunciado por Dios a través del Ángel del Pacto. En otra ocasión… esto fue en el capítulo 3 del libro del Éxodo, y en el capítulo 13 del libro de los Jueces, el padre de Sansón: Manoa y la esposa de Manoa, la señora Manoa antes de tener un hijo, pues ella era estéril, le apareció el Ángel de Dios y le dijo a ella que ella iba a tener un niño, y la dio las instrucciones de cómo criar a ese niño; ella se lo cuenta a su esposo, y su esposo Manoa ora a Dios para que Dios envíe nuevamente ese Ángel, ese varón, ese hombre.

Recuerden que un Ángel es un mensajero, estos Ángeles de Dios son hombre de Dios, varones de Dios pero de otra dimensión, de la dimensión angelical, por eso escuchamos acerca del Arcángel Miguel, el cual tiene un ejército poderoso, escuchamos también acerca del Arcángel Gabriel, el cual tiene otro ejército poderoso, e intervienen en los asuntos terrenales.

Por ejemplo en el tiempo del rey Nabucodonosor encontramos al Ángel Gabriel apareciéndole al profeta Daniel y dándole a conocer lo que será la historia del reino de los gentiles desde el tiempo de Nabucodonosor hasta el tiempo de los pies de hierro y de barro cocido de la estatua que le mostró al rey Nabucodonosor la cual representa el reino de los gentiles.

Y encontramos a ese Ángel en una ocasión hablándole al profeta Daniel y diciéndole que él había peleado contra el príncipe de Persia, y que no le ayudó nadie, excepto el Ángel o príncipe Miguel, el príncipe del pueblo hebreo. El Ángel guardián del pueblo hebreo es el Arcángel Miguel con todo el ejército que está bajo sus órdenes.

Toda nación quisiera tener al Arcángel Miguel como su Ángel protector. Ese Arcángel es el Ángel protector del pueblo hebreo. Y sabiendo y conociendo esa verdad bíblica, pues todas las naciones desean tener buena relación con el pueblo hebreo, y que ese Ángel también bendiga a todas las naciones y las proteja, las libre de la guerra, las libre de los problemas que aquejan a las naciones, que son muchos.

Ahora, hablando acerca del Ángel de Dios, del Ángel del Pacto, dice el mismo Dios en Levítico y en el Éxodo (Éxodo, capítulo 23, versos 20 al 23) que el Nombre de Dios está en el Ángel, en el Ángel del Pacto, y ese es el Ángel que guió al pueblo hebreo, lo libertó de la esclavitud allá en Egipto, y lo llevó a la tierra prometida.

Ahora, sabiendo que el Nombre de Dios está en el Ángel de Dios, el cuerpo angelical de Dios, luego más adelante en Malaquías, capítulo 3, dice:

“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.”

A promesa es que envía Su mensajero delante de Él para prepararle el camino, y ese fue Juan el Bautista para la primera Venida del Señor, el cual le preparó el camino al Señor Jesucristo, y por consiguiente le estaba preparando el camino al Señor Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, al Padre, y al Ángel del Pacto que es el cuerpo angelical de Dios, el cual es Cristo en Su cuerpo angelical. Por eso Él podía decir: “Antes que Abraham fuese, yo soy.” (San Juan, capítulo 8, verso 56 al 58).

Y ahora, cuando aparece Jesús en la Tierra, el Ángel Gabriel le había ordenado a la virgen María que el niño que ella iba a tener por obra y gracia del Espíritu Santo, le pusiera por nombre Jesús, o en hebreo Yeshua; y ese niño que nacería a través de a virgen sería Emanuel que traducido es Dios con nosotros; de eso es que habla Isaías, capítulo 7, verso 14, y luego en San Mateo, cuando se nos habla del nacimiento de Cristo, se habla del Nombre Emanuel, Nombre que le dijo el Ángel Gabriel a José que se llamaría ese niño que iba a nacer.

O sea, sería Emanuel, Dios con nosotros, Dios vestido de un cuerpo de carne, un cuerpo humano que Él creó en el, vientre de la virgen María, creó ahí esa vida y fue creciendo y al tiempo correspondiente nació en Belén de Judea, y ese cuerpo viene a ser el velo de carne de Dios, viene a ser el templo humano de Dios, y por consiguiente viene a ser la persona en la cual está el Nombre de Dios.

Por eso Jesucristo dijo en San Juan, capítulo 5: “Yo he venido en Nombre de mi Padre.” (Y luego, veamos, les voy a dar el verso bíblico…). Cristo hablándonos acerca de que el Nombre de Dios está en Él, y por eso es que Él no tenía que mencionar el Nombre de Dios para sanar a los enfermos, porque el Nombre de Dios está en Él, pero Él decía: “Las obras que yo hago en Nombre de mi Padre,” es que en Él estaba el Nombre de Dios, el Nombre del Padre.

Y ahora, Él mismo dijo que vino en el Nombre de Su Padre. Todo hijo viene en el Nombre de su Padre.

Y ahora, encontramos en un hombre llamado Jesús o Jesucristo, la plenitud de la Divinidad, la primera ocasión en que se ve a Dios manifestado en toda Su plenitud en medio de la raza humana, y eso fue en Jesucristo.

Por eso Él decía: “El que me ha visto a mi, ha visto al Padre,” Él también decía que el que lo recibía a Él, recibía al que lo envió: al Padre. Es que Dios el Padre estaba en Él, y ahí Dios está en medio de la raza humana habitando en toda Su plenitud en cuerpo de carne, ahí tenemos la plenitud de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Y luego Él promete enviar el Espíritu Santo a los creyentes en Él, y dice que lo va a enviar en Su Nombre, por eso el Espíritu Santo obraría, se identificaría con el Nombre del Señor Jesucristo, porque vendría en el Nombre del Señor Jesucristo.

Y ahora, estamos en este estudio bíblico conociendo a Dios, porque si vamos a tener el Nombre de Dios, pues tenemos que conocer aquel que tiene ese Nombre eterno y glorioso y que creó los Cielos y la Tierra, tenemos que conocer el Nombre de Dios y tenemos que conocer por consiguiente a Dios, y ese es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de Israel, el Dios único y verdadero, porque no hay otro Dios.

Dice el profeta Isaías que todos van a conocer el Nombre de Dios. Está en la lectura del capítulo 52 de Isaías, donde dice, verso 6 en adelante:

“Por tanto, mi pueblo sabrá mi nombre por esta causa en aquel día; porque yo mismo que hablo, he aquí estaré presente.”

Y estuvo presente en el velo de carne llamado Jesús o Jesucristo, y para este tiempo final volverá a estar presente en el cumplimiento de la segunda Venida de Cristo, tan simple como eso.

Ahora, la segunda Venida de Cristo es el misterio más grande de todos los misterios del Cielo, es el misterio más grande que ha sido reservado en la mente de Dios para luego ser revelado conforme a la promesa divina en este tiempo final.

En este tiempo es que Dios va a revelarse a la raza humana, va a revelarse a Su pueblo y va a ser conocido Dios por Su Nombre. Nos dice el profeta Zacarías en el capítulo 14, verso 9:

“Y Jehová será rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre.”

Aquí podemos ver la promesa de un tiempo en donde Dios va a reinar sobre el planeta Tierra, para lo cual y por lo cual Cristo dice en el Padre nuestro que orando digamos: “Padre nuestro que estás en los Cielos, Santificado sea Tu Nombre, venga Tu Reino, hágase Tu voluntad  como en el Cielo, también en la Tierra.”

Aquí Cristo nos enseña a orar por la venida del Reino de Dios. En ese Reino es que todos los seres humanos van a conocer a Dios, es en ese Reino en el cual Dios estará reinando, estará reinando por medio del Mesías, por medio del Señor, el cual vendrá con el Nombre eterno de Dios y del cual Cristo dice también en el libro del Apocalipsis, capítulo 3, verso 12:

“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo,  de mi Dios, y mi nombre nuevo.

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”

Y ahora, aquí Cristo nos habla de que Él va a escribir sobre el vencedor el Nombre eterno de Dios y el Nombre de la Ciudad de nuestro Dios, el Nombre de la nueva Jerusalén, y Su Nombre nuevo.

La segunda Venida de Cristo será con el Nombre nuevo del Señor Jesucristo, y ahí está el misterio grande para ser revelado en el Día Postrero, en el cumplimiento de la segunda Venida de Cristo.

Por eso cuando es presentado en Apocalipsis, capítulo 19 montando sobre un Caballo Blanco, dice que tiene un Nombre que nadie conoce, sino Él mismo, y Su Nombre es el Verbo de Dios, y dice que sobre Su vestidura, en Su vestidura y en su muslo tiene escrito este Nombre: “Rey de reyes y Señor de señores.”

Él en Su segunda Venida vendrá con el Nombre con el cual, Él va a reinar en ese Reino de Dios que será restaurado en este planeta Tierra.

Y ahora, podemos ver el porqué es tan misteriosa la promesa de la segunda Venida del Señor, es el misterio más grande de todos los misterios del Cielo; es el misterio que está sellado en el séptimo Sello de Apocalipsis, capítulo 8, y cuando es abierto ese Sello hubo silencio en el Cielo como por media hora, es tan grande ese misterio que ni los Ángeles conocen ese secreto.

Y ahora, para este tiempo final es que va a ser llevado a cabo la Venida del Señor, Él vendrá por todos los creyentes en Él, los cuales van a ser transformados los que estén vivos, y los que murieron físicamente van a ser resucitados en cuerpos eternos y glorificados, y luego todos irán con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, la fiesta más grande que se haya llevado a cabo en el Cielo será esa, llamada la fiesta o cena de las bodas del Cordero; es la recepción de las bodas del Cordero, es la recepción de la unión de Cristo y Su Iglesia.

Y ahora, hemos estado viendo que para este tiempo final en el cual nosotros vivimos, hay grandes promesas divinas para ser cumplidas, en las cuales seres humanos serán bendecidos grandemente y vendrán a obtener el conocimiento del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, dice la Escritura que la Tierra será llena del conocimiento de lla gloria de Jehová como las aguas cubren el mar.” (Eso está en Habacuc, capítulo 2, verso 14 y también en Isaías, capítulo 11, verso 9).

La Tierra va a ser llena del conocimiento de la segunda Venida de Cristo, y va a obtener el conocimiento del Nombre eterno de Dios, va a obtener el conocimiento de todos estos misterios divinos, y va la humanidad a obtener el conocimiento que se requiere para conocer y servir al Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, y conocer completamente el Nombre de Dios y temer el Nombre de Dios.

Y ahora, hemos visto que desde el Occidente, o sea, desde el Oeste, que es el continente americano, desde el Occidente temerán el Nombre de Jehová, el Nombre de Dios, por lo tanto, hay una bendición grande para el continente americano al cual pertenece la América Latina.

Siendo que somos americanos porque pertenecemos al continente americano, tenemos una promesa de bendición grande para el pueblo americano, y el pueblo americano está compuesto por norteamericanos, centroamericanos y suramericanos incluyendo todo el Caribe.

El pueblo del continente americano tiene la promesa más grande correspondiente al Día Postrero. Así como el pueblo del Este o que corresponde al Este tuvo la promesa de la primera Venida de Cristo, promesa que fue cumplida en el Este, en la tierra de Israel.

Y ahora, la promesa de la segunda Venida de Cristo va ser cumplida en el Oeste, es uno de los misterios divinos que traerá la bendición más grande que le haya dado Dios a los creyentes en Cristo, será una bendición que traerá a resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de los que estén vivos creyentes en Cristo.

Van a conocer el Nombre de Dios, van a tener el Nombre de Dios y van a conocer al Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob en Su manifestación final. En Su manifestación final el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob se estará revelando a través del Señor en Su segunda Venida, se estará revelando a Su pueblo.

La Iglesia del Señor Jesucristo ha pasado por diferentes etapas  y una etapa la tuvo allá en el principio en la tierra de Israel, luego otra etapa en Asia Menor, luego otra etapa en Francia, luego otra etapa en otro país de Europa, luego Alemania, Inglaterra y luego pasa a otra etapa, al continente americano, a Norteamérica, y luego pasa a otra etapa, a la etapa final a la América Latina incluyendo el Caribe; y estamos viviendo en esa etapa en donde hay una bendición grande para el pueblo latinoamericano incluyendo el Caribe.

La bendición divina para los latinoamericanos es tan grande, que no puede ser comparada  con otras bendiciones de otros tiempos, excepto, con la bendición que hubo en la primera Venida de Cristo.

Y ahora, estamos en el tiempo más glorioso de la historia del Cristianismo y estamos en el tiempo más glorioso de la América Latina, aunque hay muchos terremotos por diferentes lugares, maremotos, tsunamis, enfermedades, volcanes y todas estas cosas, pero estos son problemas que el mismo ser humano ha causado por el mal uso que le ha dado al planeta Tierra; no ha considerado el medio ambiente, ha contaminado el medio ambiente y ahora el medio ambiente está teniendo graves problemas que afectan a la raza humana.

Pero tenemos que mirar el tiempo en que vivimos de acuerdo a lo que está prometido en la Sagrada Escritura, tenemos que mirar ese tiempo conforme a las promesas que Dios ha hecho para los creyentes en Cristo y para el pueblo hebreo, y entonces veremos que es para este tiempo que Dios ha hecho las promesas más grandes y gloriosas, y por consiguiente tenemos que tener nuestras cabezas levantadas al Cielo, a Cristo, a las cosas divinas porque nuestra redención está cerca.

¿Y qué será nuestra redención? Es la redención del cuerpo en donde millones de seres humanos creyentes en Cristo que murieron, resucitarán en cuerpos eternos y glorificados, eso será la redención para ellos. Y para los vivos creyentes en Cristo la redención será la transformación de sus cuerpos, en donde obtendrán cuerpos eternos, inmortales y glorificados como el cuerpo glorificado que tiene Jesucristo, el cual está tan joven como cuando subió al Cielo; porque el nuevo cuerpo, el cuerpo eterno y glorificado, inmortal, será también joven para toda la eternidad, representando de 18 a 21 años de edad.

Y ahora, podemos ver las grandes bendiciones que Dios ha prometido para los que temen el Nombre de Dios, que estarán viviendo en este tiempo final, por lo cual esas promesas de grandes bendiciones son para mí, ¿y para quién más? Para cada uno de ustedes también. Por lo cual tenemos que estar al tanto de todas esas promesas y estar aprendiendo todo lo que Dios va a llevar a cabo en este tiempo y lo que ya está llevando a cabo, para recibir las grandes bendiciones divinas prometidas para los creyentes en Cristo de este tiempo final, y para así conocer el Nombre de Dios, Nombre que desde el Occidente, o sea, desde el continente americano, va a ser temido.

Estamos viviendo en el tiempo más glorioso de todos los tiempos, tiempo en que se ha de completar la Iglesia del Señor Jesucristo, tiempo en el cual será llamado y juntado hasta el último escogidos de Dios escrito en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero.

Yo ya lo recibí como mi único y suficiente Salvador y Él me colocó en Su Reino, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también. Si hay alguna persona que todavía no lo ha recibido como su único y suficiente Salvador, lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino.

Recuerden que lo más importante para el ser humano es la Vida eterna, no hay nada más importante que la Vida eterna, por lo tanto, pueden pasar al frente para dar testimonio público de vuestra fe en Cristo, recibiéndole como vuestro único y suficiente Salvador. Cristo dijo:

“A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le  confesaré  delante de mi Padre que está en los cielos.

Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.”

Todos queremos que Él nos confiese delante del Padre celestial como creyentes en Él, para lo cual lo recibimos como nuestro único y suficiente Salvador. Cristo dijo en San Juan, capítulo 10, versos 27 al 30:

“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,

y yo les doy vida eterna.”

Es para dar la Vida eterna a los que lo reciben como Salvador que se predica el Evangelio de Cristo dando a conocer la primera Venida de Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, para que así la persona sepa que tiene un Sacrificio de Expiación por sus pecados llevado a cabo por Cristo en la Cruz del Calvario para obtener el perdón de nuestros pecados, ser limpios con Su Sangre de todo pecado, y ser reconciliados con Dios.

No hay otra forma para el ser humano ser reconciliado con Dios, excepto a través de Cristo y Su Sacrificio Expiatorio en la Cruz del Calvario, por eso es que Él dijo en San Juan, capítulo 14, verso 6:

“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”

No hay forma de llegar a Dios, de acercarse a Dios, excepto a través de Cristo y Su Sacrificio Expiatorio en la Cruz del Calvario. La Escritura dice que la fe viene por el oír la Palabra, y “con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.”

Ya todos ustedes que no habían recibido a Cristo al escuchar el Evangelio de Cristo siendo predicado, nació la fe de Cristo en vuestra alma, en vuestro corazón y usted está creyendo con toda vuestra alma, con todo vuestro corazón está creyendo en Cristo, y ahora tiene la oportunidad de dar testimonio público de vuestra fe en Cristo, de confesar con su boca a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador.

Con la boca se confiesa para salvación, para obtener la salvación y Vida eterna que Cristo ofrece a sus ovejas que escuchan Su Voz y lo reciben como Salvador, y Cristo les da Vida eterna.

Dios tiene mucho pueblo aquí en Otuzco, Perú, y los está llamando para darles Vida eterna. La vida que tenemos, la vida terrenal es buena, pero se nos acaba en cierta cantidad de tiempo, porque es una vida temporera que hemos heredado de Adán y Eva, pero el segundo Adán que es Cristo, nos da por heredad, nos da la herencia de la Vida eterna.

Él es el que produce en el ser humano el nuevo nacimiento, del cual le dijo Cristo a Nicodemo en el capítulo 3 del Evangelio según San Juan, verso 1 al 6: “De cierto, de cierto te digo que el que no nazca, el que no naciere del Espíritu, no puede ver el Reino de Dios,” el que no nazca del Espíritu le dice Cristo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo que el que no nazca del Espíritu, si no nacieres del Espíritu, no puedes ver el Reino de Dios.”

Y ahora, Nicodemo se pregunta, o le pregunta a Cristo cómo puede hacerse esto, porque él piensa que hay que nacer de nuevo a través de su madre. Así como hemos nacido en esta Tierra y hemos entrado a este mundo, a esta dimensión terrenal y vemos este reino terrenal, para entrar y ver el Reino de Dios hay que nacer de nuevo, y Cristo le explica: “El que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede ver o no puede entrar al Reino de Dios.”

Y todos queremos entrar al Reino de Dios. Nacer del Agua es nacer del Evangelio de Cristo, de la Palabra de Cristo, y nacer del Espíritu es nacer del Espíritu Santo al recibir el Espíritu Santo, y así nacemos en el Reino de Cristo, el Reino de Dios que está en la esfera espiritual.

Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión. Si falta alguna persona por venir a los Pies de Cristo, puede venir, y si alguno se había alejado de Cristo puede ser reconciliado en estos momentos con Cristo, viniendo para ser reconciliado con Cristo.

Cristo está llamando y juntando todas las ovejas que el Padre le dio para llamarlas y darles Vida eterna, “porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” Dice Cristo en San Lucas, capítulo 19, verso 10, y también en el capítulo 18, versos 11 al 14 de San Mateo.

Los que están en otras naciones también pueden venir a los Pies de Cristo, los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones; y también los niños de diez años en adelante puede venir a los Pies de Cristo, pues Cristo dijo: “Dejad a los niños venir a mi y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.”

Todavía vienen más personas que como ustedes quieren vivir eternamente con Cristo en Su Reino. En las demás naciones pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo por las personas que están recibiendo a Cristo aquí en Otuzco, Perú.

Ya vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Todos puestos en pie y con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo y nuestros ojos cerrados, repitan conmigo esta oración los que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos, tanto los que están aquí presentes como los que están en otras naciones; repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.

Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre y sea producido en mi el nuevo nacimiento.

Señor, me rindo a Ti en alma, espíritu y cuerpo, sálvame Señor, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.

Y con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.

Por cuanto ustedes han escuchado el Evangelio de Cristo y lo han recibido como vuestro Salvador, ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible,” porque Cristo dijo:

“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

La pregunta desde lo profundo de vuestro corazón es: “¿Cuándo me pueden bautizar?” Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.

Cuando el apóstol San Pedro predicó el Día de Pentecostés en el capítulo 2 del libro de los Hechos, dice la Escritura desde el verso 34 en adelante del libro de los Hechos, capítulo 2:

“Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice:  Dijo el Señor a mi Señor:  Siéntate a mi diestra,

Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.

Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.

Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.

Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.

Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”

Aquí encontramos que cuanto Pedro predicó y presentó a Cristo como el Salvador, como tres mil personas creyeron, y le preguntan a Pedro y a los apóstoles: “Varones hermanos, ¿qué haremos?” Pedro dice: “Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el Nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo, porque para vosotros es la promesa.” Y como tres mil personas creyeron y fueron bautizadas en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y el verso 47 de este pasaje dice cómo luego ellos permanecían creyendo en Cristo y sirviéndole a Cristo, dice:

“Alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.”

Los que han de ser salvos son añadidos a la Iglesia del Señor Jesucristo, porque es la Iglesia del Señor Jesucristo la que predica el Evangelio de Cristo y la que obtiene o recibe a los creyentes en Cristo; porque la Iglesia del Señor Jesucristo es la Esposa del Cordero, a través de la cual Cristo el Esposo, que es también el segundo Adán y la Iglesia es la segunda Eva, Cristo  el segundo Adán se reproduce en hijos e hijas de Dios tan sencillo como eso.

Y ahora, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.

El bautismo en agua es tipológico, el mismo Cristo fue bautizado por Juan el Bautista  cuando Juan predicaba y bautizaba en el Jordán; Jesucristo fue donde Juan, entrando a las aguas bautismales para que Juan lo bautizara, Juan no lo quería bautizar y le decía: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí para que yo te bautice?”  Jesús le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia,” y entonces lo bautizó.

Si a Jesús le convenía ser bautizado para cumplir toda justicia, cuánto más a nosotros nos conviene ser bautizados para cumplir toda justicia.

El bautismo en agua es un mandamiento del Señor Jesucristo, fue obedecido por los apóstoles y por todos los que han recibido a Cristo a través de la historia del Cristianismo, y sigue siendo obedecido, sigue siendo practicado en la misma forma en que lo practicaban los apóstoles con todos los que recibían a Cristo como su Salvador.

La persona cuando recibe a Cristo como Salvador, tipológicamente muere al mundo; y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando el ministro lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Tan sencillo como eso es la tipología, el simbolismo del bautismo en agua.

Es un mandamiento del Señor Jesucristo el bautismo en agua en el cual nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Por lo tanto, bien pueden identificarse con Cristo siendo bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino del Señor Jesucristo.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión. Continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.

Dejo al ministro aquí presente para que les indique cómo hacer para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y en cada nación, en cada país dejo al ministro correspondiente para que haga en la misma forma.

Que Dios les bendiga y les guarde, y continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.

“LOS QUE TEMEN EL NOMBRE DE DIOS.”

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