El ángel de Apocalipsis capítulo 10 con el Librito de la profecía final

Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes y los que están a través del satélite Amazonas y de internet en diferentes naciones; que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes.

Para esta ocasión, quiero expresarles mi aprecio y agradecimiento por el respaldo que le están dando al proyecto de La Gran Carpa-Catedral en Puerto Rico y también por el respaldo que le están dando a la obra misionera y evangelística, y también por el respaldo que le están dando a AMISRAEL. Que Dios les recompense grandemente por todo lo que están haciendo.

Para esta ocasión leemos un pasaje muy conocido y muy importante del libro del Apocalipsis, que se encuentra en el capítulo 10 del libro del Apocalipsis, verso 1 al 11, y dice de la siguiente manera:

“Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego.

Tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra;

y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces.

Cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba a escribir; pero oí una voz del cielo que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas.

Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo,

y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más,

sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará, como él lo anunció a sus siervos los profetas.

La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Vé y toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra.

Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel.

Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre.

Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema: “EL ÁNGEL DE APOCALIPSIS, CAPÍTULO 10 CON EL LIBRITO DE LA PROFECÍA FINAL.”

Siendo que este Ángel viene con un librito abierto en Su mano, necesitamos saber qué Libro es este que él trae y quién es ese Ángel que viene del Cielo. Este Ángel es nada menos que el Ángel del Pacto, lo encontramos con el arco iris sobre Su cabeza.

El arco iris es el pacto divino, es el mismo que aparece en Apocalipsis, capítulo 1, versos 12 en adelante donde dice:

“Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo…”

Y ahora, esta Voz vamos a verla bien, este mismo capítulo, verso 10 dice:

“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta.”

En el día del Señor, fue transportado al día del Señor Juan el apóstol en espíritu, o sea, en cuerpo angelical fue transportado Juan el apóstol al día del Señor que es el Día Postrero, así como el día del Señor de la semana conforme a la ley, es el séptimo día de la semana, el sábado; y el séptimo día delante de Dios, por cuanto un día delante del Dios es como mil años, y mil años como un día, el séptimo día delante de Dios, para los seres humanos será el séptimo milenio, o sea, un día milenial.

Ese será el día en que el Mesías Príncipe establecerá Su Reino, ese es el día en que la Venida del Mesías se hará una realidad, se cumplirá, ese es el día en que los muertos en Cristo resucitarán en cuerpos inmortales, eternos, glorificados como el de Jesucristo, y los vivos creyentes en Cristo nacidos de nuevo, serán transformados. Ese es el día del Señor milenial, representado en el séptimo día de la semana o último día de la semana.

Y ahora, ese es el día del cual Cristo dijo: “Y yo le resucitaré en el Día Postrero,” eso es para todos los creyentes en Cristo de acuerdo a San Juan, capítulo 6, versos 39 al 40, y en ese mismo capítulo 6 hasta el verso 58.

Y en el capítulo 11 de San Juan cuando Cristo va a resucitar a Lázaro, habla con Marta la hermana de Lázaro, la cual lo esperó y cerca de la tumba donde estaba Lázaro, y Jesucristo le dice a Marta… Marta le dice: “Si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.”

Y entonces Jesús le dice: “Tu hermano resucitará,” pues Jesucristo fue para resucitar a Lázaro, y Marta le dice: “Yo sé que resucitará en la resurrección en el Día Postrero.” Eso está en el capítulo 11 de San Juan, verso 21 en adelante hasta el 27.

Y Cristo le dice: “Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá, y todo aquel que vive y cree en mi, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” y Marta le dice: “Sí Señor,” y nosotros qué decimos: Sí Señor, también nosotros lo creemos. Y Marta le dice: “Yo sé que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios que has venido al mundo.” O sea, vean, ella tenía el conocimiento de quién era Jesucristo, ella tenía el conocimiento de la Venida del Señor, por lo tanto, podía esperar la resurrección de su hermano Lázaro.

Ahora, continuemos viendo, ya vimos lo que es el día del Señor:

“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor…”

O sea, en el séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá, ese es el Día Postrero de los tres días postreros. Los tres días postreros delante de Dios son para los seres humanos, los tres milenios postreros: quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio.

Por eso es que el apóstol Pablo en Hebreos, capítulo 1, verso 1 al 3, dice:

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”

Y ahora, ¿cuándo dice el apóstol Pablo que Dios habló por medio de Jesucristo? Dice: “En estos postreros días,” dice Pablo que aquellos en que vivió Jesucristo y vivía San Pablo, eran ya los postreros días.

Y el apóstol Pedro el Día de Pentecostés en el capítulo 2, versos 14 en adelante del libro de los Hechos, dice que Dios prometió derramar de Su Espíritu Santo sobre toda carne en los días postreros, esa promesa está en Joel, capítulo 2, versos 21 al 29.

Y ahora, en el capítulo 2 también del libro de los Hechos, versos 14 al 29 (ó 28) está lo que San Pedro dice citando lo que Dios dijo por medio del profeta Joel. O sea, que ya también cuando derrama de Su Espíritu Santo el Día de Pentecostés, se está viviendo en los postreros días, porque la promesa del Espíritu Santo es para los postreros días.

También encontramos en las profecías de Daniel, que el Ángel Gabriel le habla acerca de las cosas que han de suceder, y le señala que estas cosas sucederán para los postreros días o tiempo del fin. Vamos a ver un lugar donde habla algo, capítulo 8, verso 19 dice:

“Y dijo: He aquí yo te enseñaré lo que ha de venir al fin de la ira; porque eso es para el tiempo del fin.”

O sea, el fin de la ira, eso es para el tiempo de la gran tribulación, lo que ha de venir al fin del tiempo de la ira, y ya eso corresponde al Día Postrero. Hay otros pasajes, por ejemplo, en el capítulo 10, verso 11 en adelante dice:

“Y me dijo: Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que te hablaré, y ponte en pie; porque a ti he sido enviado ahora. Mientras hablaba esto conmigo, me puse en pie temblando.

Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido.

Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia.

He venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo en los postreros días; porque la visión es para esos días.”

Y ahora, en estos pasajes el Ángel Gabriel le muestra a Daniel las cosas que le han de venir al pueblo hebreo en los postreros días, o sea, en el quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio.

Y ahora, continuamos aquí leyendo, dice:

“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta.”

No es una trompeta literal sino una Voz como de trompeta, dice:

“…que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último…”

¿Quién es el Alfa y Omega? ¿Quién es el primero y el último? El Señor Jesucristo. Y ahora, continuemos leyendo, dice:

“…Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.”

Estas siete iglesias que están en Asia, son tipo y figura de la Iglesia del Señor Jesucristo pasando por diferentes etapas o edades, tienen estas Iglesias las características que tendrá el Cristianismo a través de todos estos años que transcurrirían en la Dispensación de la Gracia:

“Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro,

y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro.”

Al estar ceñido por el pecho con un cinto de oro, está como Juez; como Sacerdote el cinto tiene que estar en la cintura, como Juez en el pecho:

“Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego;

y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas.

Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.”

Este personaje aquí, este Hijo del Hombre que aparece aquí en medio de los candeleros de oro, de los siete candeleros, es nada menos que el Señor. Y ahora, es el mismo de Apocalipsis, capítulo 10, Él dijo: “Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” (San Mateo, capítulo 28, verso 20).

¿Y cómo ha estado el Señor Jesucristo en medio de Su Iglesia, en medio de los creyentes en Él todos estos años? En Espíritu Santo, en cuerpo angelical. Él ha estado en medio de Su Iglesia y por eso está en medio de los siete candeleros que son las siete etapas de la Iglesia representadas en las siete Iglesias de Asia Menor, en esas siete Iglesias que fueron escogidas porque tenían las características que la Iglesia, el Cristianismo tendría a través de su historia.

Y ahora, en el libro del Apocalipsis, capítulo 5, leemos para ver lo del librito en Su mano, dice capítulo 5, verso 1 en adelante:

“Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera,  sellado con siete sellos.

Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?

Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo.

Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.

Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá,  la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.

Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos,  los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.

Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.

Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;

y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;

y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.”

Aquí encontramos al León de la Tribu de Judá que presenta al anciano, al cual cuando Juan lo mira, lo ve como el Cordero ensangrentado; ambos están viendo la misma persona: el anciano lo ve como el León, y Juan lo ve como Cordero.

Ambos están viendo a Jesucristo, Juan lo ve en la forma en que él lo ha conocido como Salvador, como Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo en la Cruz del Calvario, y el anciano lo ve como León de la Tribu de Judá, porque al salir del Trono de Intercesión cambia de Cordero a León; y por consiguiente al tomar el Libro, Él lo toma como León de la Tribu de Judá, para llevar a cabo Su Obra de Reclamo de todo lo que Él remidió con Su Sangre preciosa. Ese Libro sellado con siete Sellos es el Título de Propiedad de la Vida eterna, es el Título de Propiedad de toda la creación.

En ese Libro están escritos los nombres de los que serían redimidos con la Sangre de Cristo, es el Libro de la Vida del Cordero, por eso le es entregado ese Libro de la Vida, ese Título de Propiedad a Cristo.

Ese Título de Propiedad pertenece a Dios, Él lo dio a Adán allá en el Génesis, cuando colocó a Adán en el Huerto del Edén, pero Adán al pecar perdió la herencia que Dios le dio, y el Título de Propiedad Dios lo tomó de nuevo; y aunque el enemigo de Dios le quitó, le robó la herencia a Adán y a Eva, y se apoderó del planeta Tierra, que es una herencia divina dada a Adán su hijo, encontramos que el diablo no pudo apoderarse del Título de Propiedad, regresó a las manos de Dios, a la diestra de Dios, y ahí ha estado hasta que será tomado por Cristo en el Cielo y traído a la Tierra en Apocalipsis, capítulo 10.

Encontramos que ese Título de Propiedad está sellado con siete Sellos y por lo tanto está cerrado. En ese Título de Propiedad están las cosas que sucederían, y por consiguiente lo que vendría a ser la historia de la Iglesia y de la lucha que tendría la Iglesia contra el enemigo, todo eso está ahí escrito.

Y todo el Programa Divino está contenido en ese Libro, es un Libro profético, es un Libro que está en símbolos, y ese Libro al tomarlo Cristo, el Cordero de Dios que cambia de Cordero a León y lo toma de la diestra de Dios, ahora, al quedar en la diestra del Señor, del Cordero de Dios que es el León de la Tribu de Judá, ahora, Él lo abre en el Cielo, abre Sus Sellos, quita los Sellos, quita cada Sello y entonces se ve el contenido, digamos que es algo así, está sellado y digamos que este es el Séptimo Sello, y luego encima de ese y es sellado con un… algo… una cinta adhesiva, digamos, colocado, quedó sellado y luego le enrollan el otro y hacen lo mismo, le enrollan el otro y hacen lo mismo, hasta que quedan ahí en ese rollo siete libros o siete partes selladas que forman un solo libro, un solo rollo.

Y entonces viene el Cordero y abre el primer Sello, digamos que esté en alguno de los lugares, rompe el primer Sello y abre ese primer Sello, y entonces se ve el contenido, lo que está ahí escrito, lo cual está en símbolos.

Cuando se habla de un caballo, eso es un poder, y así por el estilo, se habla de una espada, eso tiene un significado, y así por el estilo; y Él abre esos siete Sellos en el Cielo, y por consiguiente queda abierto ese Título de Propiedad, queda abierto en el Cielo, y queda en la mano del que lo abrió: Cristo, el Cordero que es el León de la Tribu de Judá.

Y cuando desciende a la Tierra en Apocalipsis 10, desciende con el Librito abierto en su mano. Siendo el Título de Propiedad que había tenido Adán y lo perdió, Adán si hubiera hecho lo correcto, él hubiera comido ese Título de Propiedad que es la Palabra, y hubiera vivido eternamente.

Ese es el Título de Propiedad de la Vida eterna, es el Título de Propiedad de toda la creación, es el Título de Propiedad donde están escritos los nombres de todos los hijos e hijas de Dios, de todos los que formarían la Iglesia del Señor Jesucristo, los cuales recibirán a Cristo como único y suficiente Salvador.

De ese Libro es que nos habla Apocalipsis, capítulo 13 y capítulo 14, y recuerden que los que no estén escritos en ese Libro, van a adorar a la bestia y a su imagen. Vean aquí en Apocalipsis, capítulo 13, verso 8 dice, hablando de la bestia y de su imagen, hablando del dragón, verso 4 dice… aun desde el 3 dice:

“Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada; y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia,

y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella?

También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses.

Y abrió su boca en blasfemias contra Dios,  para blasfemar de su nombre, de su tabernáculo, y de los que moran en el cielo.

Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación.

Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida  del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo.”

Y ahora vean, los que adorarán la bestia, los que adorarían la bestia y por consiguiente al dragón también, no están escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero. También encontramos esto en el capítulo 17, verso 8 donde dice:

“La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo  e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida,  se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será.”

Podemos ver que hay personas que no tienen sus nombres escritos en el Cielo en el Libro de la Vida, y por consiguiente esas son las personas que adorarán a la bestia, al dragón y todas esas cosas, o sea, que tendrán una religión mala, adorarán al maligno.

En el capítulo 20 del Apocalipsis, dice hablando de la guerra de Gog y Magog (eso será al final del Reino Milenial), dice verso 7 en adelante:

“Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión,

y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena del mar.

Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió.

Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta…”

Donde estaban la bestia y el falso profeta. Recuerden que la bestia y el falso profeta son echados en ese lugar antes de comenzar el milenio. Vamos a leerlo aquí, en el verso… capítulo 19, verso 19 en adelante dice de Apocalipsis:

“Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército.”

O sea, para guerrear contra Cristo y todos los creyentes en Cristo que ya estarán glorificados

“Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen.  Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre.

Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos.”

Y ahora, encontramos aquí que la bestia y el falso profeta, o sea, la cabeza o líder de la bestia, son lanzados en un lago de fuego antes de comenzar el Reino del Mesías, y luego del Reino del Mesías y el… vean, y el diablo es atado en el abismo por mil años. Dice el capítulo 20, verso 1 continúa diciendo:

“Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano.

Y prendió al dragón, la serpiente antigua,  que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años;

y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo.”

Ahí podemos ver que durante el Reino del Mesías el diablo estará atado, no podrá hacerle daño a las personas:

“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.”

El Reino del Mesías tendrá a todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo, y tendrá también ciento cuarenta y cuatro mil hebreos que vendrán a ser los que servirán a la Reina que es la Iglesia del Señor Jesucristo en ese Reino del Mesías. Los miembros de la Iglesia estarán con cuerpos glorificados y eternos. Y ahora, sigue diciendo:

“Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección.”

A la primera resurrección corresponden también la resurrección de Cristo y la resurrección de los santos del Antiguo Testamento que resucitaron con Cristo: Abraham, Isaac Jacob, todos ellos van a estar en el Reino del Mesías.

Y ahora, podemos ver aquí lo que ha de acontecer a la bestia, a la imagen de la bestia, al falso profeta que es el anticristo, y lo que le ha de acontecer también al diablo o Satanás:

“Y el diablo que los engañaba (verso 10) fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos (o sea, hasta que sean consumidos, hasta que desaparezcan).

Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos.

Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras.

Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras.

Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda.

Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.”

Eso es lo que dice la Sagrada Escritura, y por lo tanto, eso es lo que va a suceder, es una bendición y privilegio grande tener el nombre escrito en el Libro de la Vida del Cordero, en ese Título de Propiedad que toma Cristo en el Cielo, el cual está sellado con siete Sellos y luego lo abre en el Cielo y lo trae a la Tierra abierto en Apocalipsis, capítulo 10.

Y por cuanto es el Título de Propiedad de los Cielos y de la Tierra, el Libro de la Redención, el Título de Propiedad de la Vida eterna, donde están nuestros nombres escritos, Cristo vean ustedes, lo trae abierto en Su mano, clama como cuando león ruge, siete Truenos emiten sus Voces: la Voz de Cristo hablando como León, trayendo Su mensaje como León de la Tribu de Judá, y Su mensaje lo transmite, lo entrega a un hombre, el cual está representado en Juan el apóstol.

Juan representa a la Iglesia del Señor Jesucristo con cada mensajero que la Iglesia ha tenido, hasta que llegue el último mensajero para la Iglesia, el cual también está representado en Juan el apóstol, y la Iglesia del Señor también está representada en Juan el apóstol.

Y ahora, corresponde al tiempo final, corresponde al Día Postrero, corresponde a este tiempo en el cual vivimos nosotros, la parte más importante donde la Iglesia del Señor Jesucristo se completa, cuando haya entrado hasta el último escrito en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero.

Y luego Cristo ya sale del Trono de Intercesión, Él no puede salir del Trono de Intercesión donde está como Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec en el Templo celestial, porque no se puede perder ninguna persona escrita en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Por consiguiente Él tiene que estar allí haciendo intercesión hasta que haya entrado hasta el último escrito en el Libro de la Vida del Cordero, y cuando haya entrado el último, entonces Cristo habrá terminado Su Obra de Intercesión con Su propia Sangre delante del Padre, delante de Dios, y saldrá del Trono de Intercesión y tomará el Título de Propiedad, el Libro sellado con siete Sellos, lo abrirá en el Cielo y luego lo traerá a la Tierra en Apocalipsis 10, y lo entregará a un hombre para que se lo coma; y tiene que ser un profeta, porque esa es la Palabra de Dios, ese Título de Propiedad, y por consiguiente Dios coloca Su Palabra en la boca de Sus profetas.

Por lo tanto, tiene que aparecer en la Tierra un hombre, un profeta como Moisés en el Día Postrero, en el cual Dios cumple la promesa de Deuteronomio, capítulo 18, y vamos a ver lo que nos dice aquí.

Mientras consigo este pasaje, vamos a ver, recuerden a Amós, capítulo 3, verso 7 que dice: “Porque no hará nada el Señor Jehová sin que revele sus secretos a sus siervos, sus profetas,” y ese libro contiene los secretos divinos, y Deuteronomio, capítulo 18, verso 15 en adelante dice:

“Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis;

conforme a todo lo que pediste a Jehová tu Dios en Horeb el día de la asamblea, diciendo: No vuelva yo a oír la voz de Jehová mi Dios, ni vea yo más este gran fuego, para que no muera.

Y Jehová me dijo: Han hablado bien en lo que han dicho.

Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare.

Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta.”

Y ahora, ¿dónde Dios coloca Su Palabra? En la boca de Sus profetas. Y ahora, un profeta como Moisés tiene que ser un profeta dispensacional, un profeta mayor. Encontramos que esta profecía se cumple plenamente en el Mesías, en la Venida del Mesías es que esta profecía se cumple. Se cumplió en la primera Venida de Cristo.

El apóstol Pedro en el libro de los Hechos, capítulo 3, verso 18 al 23, señala que Dios prometió levantar un profeta de en medio del pueblo como Moisés, y lo aplica al Señor Jesucristo.

Luego encontramos que por cuanto esta promesa se cumple plenamente en la Venida del Mesías, y la Venida del Mesías tiene dos partes, entonces se cumplirá nuevamente en el Día Postrero.

Ahora, Dios coloca Su Palabra en la boca de un profeta siempre. Muchas personas han tratado de decir que Dios coloca Su Palabra en la boca de ellos, pero no es así. Tenemos el caso de Moisés y Aarón: en el capítulo 4 del Éxodo tenemos buenos detalles sobre la forma en que Dios hace las cosas. Capítulo 4, verso… luego que le dio las señales en la mano a Moisés, metió la mano en su seno y salió leprosa, luego la metió de nuevo, y cuando la sacó, salió limpia; esa era una señal en la mano. Y el verso 8 de este mismo capítulo 4 dice:

“Si aconteciere que no te creyeren ni obedecieren a la voz de la primera señal, creerán a la voz de la postrera.

Y si aún no creyeren a estas dos señales, ni oyeren tu voz, tomarás de las aguas del río y las derramarás en tierra; y se cambiarán aquellas aguas que tomarás del río y se harán sangre en la tierra.

Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua.

Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿O quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová?

Ahora, pues, vé, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar.

Y él dijo: ¡Ay, Señor! envía, te ruego, por medio del que debes enviar.

Entonces Jehová se enojó contra Moisés, y dijo: ¿No conozco yo a tu hermano Aarón, levita, y que él habla bien? Y he aquí que él saldrá a recibirte, y al verte se alegrará en su corazón.

Tú hablarás a él, y pondrás en su boca las palabras, y yo estaré con tu boca y con la suya, y os enseñaré lo que hayáis de hacer.

Y él hablará por ti al pueblo; él te será a ti en lugar de boca, y tú serás para él en lugar de Dios.

Y tomarás en tu mano esta vara, con la cual harás las señales.”

Y ahora, podemos ver que Dios colocaba Su Palabra en la boca de Moisés, pero no en la boca de Aarón. Aarón no podía decir: “Dios ha colocado en mi boca, Su Palabra,” no, Dios la colocó en la boca de Moisés, y Moisés la colocó en la boca de Aarón. Por eso Moisés sería para Aarón, Dios, y Aarón sería para Moisés, profeta, su profeta, profeta de Moisés.

Y ahora, por eso encontramos, vean, Dios se enojó con Moisés porque quiso que otro hablara la Palabra que Dios colocaba en la boca de Moisés, y era Moisés el que tenía que hablar originalmente esa Palabra al pueblo. Pero él se rehusó por causa de su problema que tenía de ser tartamudo y Dios se enojó con Moisés. Si Dios lo escogió así, pues así tenía que hablar.

Y ahora, no podemos mirar los defectos de las personas, y mucho menos de un profeta como Moisés, sus problemas eran sus problemas, pero la Palabra que Dios colocaba en su boca, eso era la Voz de Dios para el pueblo.

Y un profeta no puede ser juzgado, por lo tanto no podían juzgar a Moisés porque tenía problema para hablar, y decir que esa era la Palabra de Dios, la Palabra de Dios saliendo (con los problemas) a través de la boca de Moisés que tenía muchos problemas.

Un poco difícil para entender, pero ese era el hombre de Dios, un profeta mayor, dispensacional, que son los profetas más grandes que Dios tiene en Su programa, de los cuales solamente hay siete: Adán, Set, Noé, Abraham, Moisés, Jesús y el último profeta dispensacional que está prometido para este tiempo final.

Este libro sellado con siete Sellos lo tuvo primero un profeta dispensacional: Adán, falló, perdió el derecho a tener ese título, y Dios lo tomó y lo ha mantenido allá en el Cielo en su diestra, y lo entregará a otro profeta dispensacional: a Jesucristo.

Y Jesucristo lo entregará a otro profeta dispensacional: al último profeta dispensacional que Él envié a la Tierra, y lo enviará a Su Iglesia. El mensaje de un profeta dispensacional es para toda la dispensación a la cual él es enviado.

O sea, que el último profeta dispensacional su mensaje será para el milenio séptimo completo, será para todo el tiempo del Reino del Mesías. O sea, que no será un mensaje para una edad, es para una dispensación. Ese mensajero está representado en Juan el apóstol cuando le aparece el Ángel Fuerte que desciende del Cielo, el cual es Cristo, el Ángel del Pacto, el Ángel que le apareció a Moisés y libertó al pueblo hebreo por medio de Moisés, se veló en Moisés, en carne humana en Moisés, y hablaba a través de Moisés.

Ese Ángel Fuerte que desciende del Cielo, es ese Ángel del Pacto de Éxodo, capítulo 23, verso 20 en adelante donde dice:

“He aquí yo envío mi Angel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.

Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.

Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren.

Porque mi Angel irá delante de ti, y te llevará a la tierra del amorreo, del heteo, del ferezeo, del cananeo, del heveo y del jebuseo, a los cuales yo haré destruir.”

Y ahora vean, este es el Ángel del Pacto que libertó al pueblo hebreo por medio del profeta Moisés; este es el que le aparecía a los profetas en el Antiguo Testamento, le aparecía a Adán, a Abel, a Set, a Enoc, a Matusalén, a Noé, le aparecía también a Abraham, le aparecía también a Jacob, le aparecía también a Moisés, le aparecía también a Josué como el Príncipe de los ejércitos de Dios (en el capítulo 5, verso 13 al 15 del libro de Josué), le apareció también a Manoa en Jueces, capítulo 13, y así por el estilo le aparecía a diferentes profetas.

Es llamado el Ángel del Pacto, el Espíritu Santo, ese es el Espíritu Santo. Un espíritu es un cuerpo de otra dimensión, ese Ángel es el Espíritu Santo, del cual también Zacarías en el capítulo 7… capítulo 7 de Zacarías, versos 11 al 12, un pasaje muy conocido por nosotros, dice, hablando del pueblo hebreo, el cual no quería escuchar la Voz de Dios mientras iban por el desierto y después en la tierra prometida también:

“Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;

y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros.”

¿Cómo venía la Palabra de Dios para el pueblo? Por medio del Espíritu Santo a través de los profetas que Dios enviaba, y ahí ya hemos visto quién es el Espíritu Santo: es el Ángel del Pacto, el cual habla por medio de los instrumentos que Él tiene para cada etapa del Programa Divino.

Él unge con Su presencia en esos profetas a esos hombres, y por medio de ellos le habla al pueblo, tan sencillo como eso. En Malaquías, capítulo 3, verso 1 y 2, dice:

“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí…”

El mensajero que está siendo enviado le va a preparar el camino ¿a quién? Al que lo está enviando. ¿Quién lo está enviando? Dios por medio del Ángel del Pacto, por medio del Espíritu Santo está enviando a ese mensajero, el cual fue Juan el Bautista. Cristo dice en San Juan, capítulo 11, versos 11 en adelante que Juan fue ese mensajero “he aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino,” le preparará el camino; así dice Cristo en San Mateo, capítulo 11… vamos a leerlo para que tengan el cuadro claro, verso 9 en adelante dice:

“Pero ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta.

Porque éste es de quien está escrito:  He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz,  El cual preparará tu camino delante de ti.”

¿Quién fue ese mensajero? Ese fue Juan el Bautista, el verso 14 dice:

“Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir.”

Y en San Mateo, capítulo 17 también, verso 1 en adelante dice, cuando ya bajaron del Monte de la Transfiguración Pedro y Jacobo y Juan con Jesús, dice:

“Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que es  necesario  que Elías venga primero?

Respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas.

Mas os digo que Elías ya vino,  y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos.

Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista.”

Y ahí podemos ver cómo el mismo Jesucristo identifica Su precursor, identifica al que vendría delante de Él, primero que Él, preparándole el camino. La Venida del Señor siempre es acompañada por uno que le vendrá preparando el camino, o sea, vendrá preparándole la plataforma.

Así como los políticos que son candidatos a la presidencia de nación, o a la gobernación o a la alcaldía, siempre tienen una plataforma, le es preparada una plataforma para que esa persona, el candidato entonces hable de acuerdo a lo que le fue preparado, no se refiere a una plataforma de madera o de fierro o de hierro, sino una plataforma política, qué es lo que tiene que ofrecer, qué es lo que va hacer en su campaña y qué va hacer luego, qué es lo que va hacer cuando sea elegido como presidente o como gobernador o como alcalde.

O sea, que tiene que tener todos los detalles, y esa plataforma que le preparan, vean, están presentando a un hombre que va a ser el que va a traer soluciones importantes al pueblo, y entonces lo presentan: “Éste es el hombre.” Lo eligen y entonces ya tiene que trabajar sobre todo eso que le fue preparado, o sea, estará cumpliendo lo que estaba prometido que haría ese candidato, estará hablando de todo eso, y luego al ser elegido tendrá que cumplir lo que fue prometido.

Ahora, Juan el Bautista estaba anunciando que el Mesías vendría después de él; él dice: “Después de mi vendrá un mayor que yo, Él les bautizará con Espíritu Santo y Fuego,” y comienza anunciar uno que vendrá después de él, y cuando está bautizando en el Jordán llega un joven de alrededor de 30 años para que Juan lo bautizara, y cuando lo ve, es su primo.

La cosa se queda en familia, y así es bueno que la bendición de Dios se quede en la familia, que la familia la pueda pasar a todos sus familiares, primero ir a la familia, ¿no le decía Cristo así a Sus discípulos y también a los que sanaba, que fueran a sus familiares y contaran las cosas maravillosas que Dios había hecho con ellos?

Y ahora, veamos aquí lo que dice el libro de los Hechos, capítulo 3, verso 18 en adelante; San Pedro predicando, dice:

“Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer.

Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,

y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado;

a quien de cierto es  necesario  que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.”

Y ahora, ¿para qué tiempo dice el apóstol Pedro que el Cielo debe retener a Cristo en el Cielo? ¿Hasta qué tiempo? Hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, y para la restauración de todas las cosas Cristo dice: “A la verdad Elías vendrá y restaurará todas las cosas.” Ahora, aquí dice, sigue diciendo:

“Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable;

y toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo.”

Y ahora, en Cristo se cumplió en aquel tiempo la primera Venida del Señor, y se cumplirá en este tiempo final nuevamente. Moisés, un profeta dispensacional, Jesús un Profeta dispensacional, y se cumplirá en otro profeta dispensacional, y el Título de Propiedad en las manos de un profeta dispensacional miles de años atrás: Adán.

Luego, en otro profeta dispensacional luego que lo toma en el Cielo… porque Dios lo tomó, se lo quitó a Adán y entonces ha permanecido en el Cielo por todos esos milenios, desde Adán hasta nuestro tiempo, pero otro Profeta dispensacional, Jesucristo, al terminar Su Obra de Intercesión en el Cielo, va al Padre, a Dios que está sentado en el Trono, y toma ese Título de Propiedad, Libro sellado con siete Sellos, y luego lo abre en el Cielo, para poder hacer la Obra de Reclamo.

Y luego en Apocalipsis, capítulo 10 lo trae a la Tierra abierto, y viene clamando como cuando un león ruge, porque Él es el León de la Tribu de Judá, desde que toma ese Título de Propiedad ya es el León de la Tribu de Judá, ya cambió de Cordero a León para hacer Su Obra de Reclamo, y por eso toma el Título de Propiedad, porque va a reclamar toda la herencia de Dios que corresponde a los hijos de Dios, toda la herencia de Dios que le corresponde porque Él es el heredero de toda la creación, y somos coherederos con Él, vean, entonces Él toma el título, lo trae a la Tierra y lo entrega a un hombre, tiene que ser otro profeta dispensacional.

Ese Ángel Fuerte que desciende del Cielo, es Cristo, el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto viniendo en el Día Postrero, y le da el Título de Propiedad a un hombre, y le dice que se lo coma, y le dice: “Te va amargar el vientre, pero en tu boca va a ser dulce como la miel.” vamos a ver cómo lo dice, porque luego cuando lo come, le dice:

“Y fui al ángel, diciéndole que me diese el  librito . Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel.

Entonces tomé el  librito  de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre.

Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.”

O sea, que profetice para toda la humanidad. Es un mensaje profético para todas las naciones, todos los pueblos, todas las lenguas, todos los reyes, es un mensaje para toda la familia humana, y es un mensaje profético, “es necesario que profetices otra vez.”

Y ahora, en Apocalipsis, capítulo 11 es que aparecen los dos Olivos profetizando, dice capítulo 11, verso 3 en adelante del Apocalipsis. Dice:

“Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio.

Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra.”

Y ahora vean, el ministerio profético corresponde a los dos Olivos, a Moisés y a Elías, luego en Apocalipsis, capítulo 14, verso 6 al 7, dice:

“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo.”

Y aquí tenemos a un mensajero con el Evangelio eterno, que es el Evangelio del Reino para predicarlo a los moradores de la Tierra, y por consiguiente ¿dónde tiene que estar entonces? En la Tierra:

“Diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado…”

Y ahora, viene enseñando a la gente que busquen y sirvan a Dios, se tornen a Dios; y viene anunciándoles también que la hora del juicio divino ha llegado, o sea, que viene predicando “el día de venganza del Dios nuestro,” viene anunciando que el juicio divino ha llegado, la hora, el tiempo para el juicio divino ha llegado.

Ahí tenemos el mensaje profético para profetizar sobre muchos pueblos, naciones y lenguas. Sigue diciendo:

“…y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.”

Enseña que adoren al único Dios verdadero, al Creador de los Cielos y de la Tierra. O sea, miren, dice que tenía:

“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra…”

Si va a predicar el Evangelio eterno, el Evangelio del Reino, tiene que ser un predicador, y en Su mensaje en el Evangelio eterno, el Evangelio del Reino, estará todo lo que el pueblo de Dios debe escuchar en el tiempo final, en el Día Postrero, para recibir la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Ese mensaje del Evangelio del Reino, el Evangelio eterno nos dará la fe para recibir la transformación física e ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, ese mensaje de la Gran Voz de Trompeta, la trompeta final de Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, verso 13 al 17 y Primera de Corintios, capítulo 15, versos 50 al 58. Dice San Pablo:

“He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos…”

O sea, no todos vamos a morir, y entonces comienza a explicar ese misterio diciendo que será a la final trompeta. Dice… vamos a leerlo para que tengan el cuadro claro aquí, capítulo 15, versos 51 en adelante dice:

“He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados.”

Una transformación física para tener cuerpos eternos, jóvenes y glorificados, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo:

“…En un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.

Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.

Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.”

Y ya de ahí en adelante seremos físicamente inmortales y jóvenes para toda la eternidad. Eso es lo que está prometido para los creyentes en Cristo nacidos de nuevo de nuestro tiempo, y de los tiempos pasados: una resurrección en cuerpos glorificados. Por lo tanto estamos en el tiempo más glorioso de todos los tiempos, para lo cual el Ángel de Apocalipsis, capítulo 10, trae el librito abierto en Su mano y se lo entrega a un hombre, el cual está representado en Juan el apóstol, el último de los apóstoles, el más joven y también fue el último que quedó, el último que murió; y el último mensajero dispensacional está representado en Juan que el último de los apóstoles.

Y vean ustedes, examinen bien la historia de Juan el apóstol y ustedes encontrará muchos detalles que son tipo y figura de lo que estará sucediendo en este tiempo final, detalles que lo identificarán, que serán el tipo y figura de las cosas que estarán cumpliéndose en nuestro tiempo.

En una isla fue que Juan el apóstol recibió la visita del Ángel Fuerte, y recibió el Título de Propiedad, todo eso es tipo y figura de lo que algún día estará pasando luego de las siete edades o etapas de la Iglesia, por lo tanto, eso corresponde a la Edad de la Piedra Angular, la Edad de Oro de la Iglesia, la edad de corona, la edad que tiene la promesa para la resurrección de  los muertos en creyentes en Cristo la transformación de nosotros los que vivimos.

Y ahora, hemos visto el Ángel de Apocalipsis, capítulo 10, ya sabemos quién es: es Cristo, el Ángel del Pacto, en Su cuerpo angelical, es Jesucristo que tomó el Título de Propiedad en el Cielo y lo trae a la Tierra en el Día Postrero; y lo que estará siendo profetizado en el Día Postrero, estará contenido en ese Título de Propiedad, en ese Libro sellado con siete Sellos. Por eso se lo tiene que comer, para que hable luego de acuerdo a lo que está contenido en ese Título de Propiedad.

Por lo tanto, estamos viviendo en el tiempo más glorioso de todos los tiempos. Es ese Libro la Palabra de Dios, no es un Libro de papel, vean, aquí aparece en una ocasión en Ezequiel, capítulo 2, verso… leemos el verso 1 que dice:

“Me dijo: Hijo de hombre, ponte sobre tus pies, y hablaré contigo.”

Ahora vean, le habla Hijo del Hombre porque el título de Hijo del Hombre es título de profeta, un profeta es un Hijo del Hombre; y luego del verso 7 en adelante dice:

“Les hablarás, pues, mis palabras, escuchen o dejen de escuchar; porque son muy rebeldes.

Mas tú, hijo de hombre, oye lo que yo te hablo; no seas rebelde como la casa rebelde; abre tu boca, y come lo que yo te doy.

Y miré, y he aquí una mano extendida hacia mí, y en ella había un rollo de libro.

Y lo extendió delante de mí, y estaba escrito por delante y por detrás; y había escritas en él endechas y lamentaciones y ayes.”

Es lo mismo que está en el libro del Apocalipsis: cuando va abriendo el Libro sellado con siete Sellos aparecen ahí las plagas, los Sellos, las trompetas y las plagas y los juicios divinos están ahí mostrados. Luego continuamos en el capítulo 3, verso 1 en adelante, dice, de Ezequiel:

“Me dijo: Hijo de hombre, come lo que hallas; come este rollo, y vé y habla a la casa de Israel.

Y abrí mi boca, y me hizo comer aquel rollo.

Y me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu vientre, y llena tus entrañas de este rollo que yo te doy. Y lo comí, y fue en mi boca dulce como miel (¿ven? Lo mismo que pasa aquí, pasa en Apocalipsis, capítulo 10).

Luego me dijo: Hijo de hombre, vé y entra a la casa de Israel, y habla a ellos con mis palabras.

Porque no eres enviado a pueblo de habla profunda ni de lengua difícil, sino a la casa de Israel.”

Y ahora, podemos ver que aquí Ezequiel tenía que profetizar de acuerdo a lo que estaba contenido en el Libro que le fue dado, pero no era un Libro de pieles y tampoco de papel, era la Palabra de Dios que a los profetas le es dada en esa forma en algunas ocasione,  y ellos la captan, la reciben (un Libro de otra dimensión, pero que no es material de acá de la Tierra), se comen esa Palabra y después profetizan, hablan de acuerdo a esa Palabra.

Y ahora, hemos visto que para ese tiempo final alguien se va a comer ese Título de Propiedad, y será el que tendrá el ministerio profético de los dos Olivos que vienen profetizando las cosas que van a estar sucediendo durante la gran tribulación.

También encontramos en Apocalipsis, capítulo 22, verso 6 en adelante dice:

“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas…”

Vean, el Dios de los espíritus de los profetas, o sea, el Dios de los cuerpos teofánicos de los cuerpos angelicales de los profetas. Recordando que un espíritu es un cuerpo de otra dimensión:

“…Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.”

Y aquí, vean ustedes, es el Ángel del Señor el que tiene el ministerio profético para mostrar las cosas que han de suceder. Apocalipsis, capítulo 22, verso 16 también dice:

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.”

Y ahora, podemos ver quién será el que recibirá ese Título de Propiedad en la Tierra, se lo comerá y profetizará sobre muchos pueblos, naciones y lenguas; es llamado en la Escritura por el mismo Señor Jesucristo, su Ángel, el Ángel del Señor Jesucristo, el mensajero del Señor Jesucristo, el cual durante el tiempo de las diferentes etapas de la Iglesia lo encontramos en cuerpo angelical, cuerpo espiritual en medio del pueblo de Dios. Como el Ángel del Pacto estaba en medio del pueblo hebreo y luego se hizo carne.

Para el Día Postrero Dios enviará a Su Ángel, Cristo enviará Su Ángel y ese espíritu de profeta será enviado a la Tierra y por consiguiente va a entrar en un cuerpo que va a nacer en la Tierra, y entonces va a crecer su cuerpo físico y va a tener el ministerio profético del Día Postrero, del séptimo milenio; va a tener un ministerio profético de todas las cosas que deben suceder en la Tierra en este tiempo final, va a tener un ministerio profético del contenido de ese Título de Propiedad, de ese Libro sellado con siete Sellos, va a profetizar de acuerdo a lo que está escrito en el Libro sellado con siete Sellos que lo recibe abierto en el Día Postrero por el Ángel Fuerte que desciende del Cielo.

Y el Ángel Fuerte que desciende del Cielo es Cristo, el Ángel del Pacto que libertó al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto, y desciende como León de la Tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, por eso clama como cuando un león ruge y siete Truenos emiten sus voces.

Por lo tanto, habrá para el Día Postrero un mensajero. Recuerden que Ángel significa mensajero, hay mensajeros terrenales y hay mensajeros celestiales. Y ahora, habrá un mensajero a través del cual Dios por medio del Ángel del Pacto, por medio del Espíritu Santo estará hablándole a toda la humanidad, todas las cosas que han de suceder.

Ese Ángel será el mensajero… el mensajero del Día Postrero será el mensajero que recibe al Ángel del Pacto y recibe de Él el Título de Propiedad, algo grande va a suceder en este tiempo final, y todo está ligado a todas esas promesas divinas que giran alrededor del Ángel Fuerte que desciende del Cielo.

Todos los seres humanos han deseado escuchar la Voz de Dios, la Palabra de Dios, y la Palabra de Dios viene por medio de los mensajeros de Dios, de los profetas de Dios. Tan sencillo como eso.

Muchas personas, muchos predicadores pueden decir: “Yo tengo la Palabra de Dios, hablo la Palabra de Dios y todas esas cosas,” y está bien, y pueden decir: “Tengo la Palabra escrita, la Palabra de Dios, esta es la Palabra en forma de letra.” Pero el mensaje de Dios para el Día Postrero, lo tendrá un hombre que tendrá el ministerio profético dispensacional para la Dispensación del Reino.

Y él va a poner esa Palabra en la Iglesia y en todos los ministros, como hizo Moisés, colocó la Palabra que Dios le dio, ¿dónde? En el pueblo, le dio la oportunidad a Aarón para que él la hablara al pueblo porque hablaba bien, pero vean, después Aarón y Miriam o María la hermana de Moisés que eran mayores que él, o sea, tenían ya más de 80 años, mucho más, 80 años tenía Moisés cuando regresó, fue a Egipto para la liberación del pueblo, y Miriam y Aarón tenían más de 80 años cuando Moisés llegó, 80 y algo. Pero cuando ya están por el desierto llegando a la tierra prometida, ya son 40 años más, o sea, que María o Miriam duró muchos años, y también Aarón, y Moisés 120 años.

Ahora, en una ocasión critican a Moisés, lo cual no es permitido por Dios, y dicen entre ellos, para colmo la familia, dicen, por causa de que él se había casado con una mujer cusita, o sea, era una mujer trigueña de color, y lo critican por causa de la esposa de Moisés, y entonces dicen: “Pero, ¿no ha hablado Dios también por nosotros?” Pero Dios no había hablado por medio de ellos, Dios no había colocado la Palabra en la boca de ellos, sino que Dios la colocó en la boca de Moisés, y Moisés la colocó en la boca de Aarón, no en la de María, en la boca de Aarón.

Por lo tanto, Dios no le perdonó a ellos el que criticaran a Moisés, y para colmo dijeran que Dios no había hablado solamente por Moisés, sino que por ellos también. No, solamente por Moisés, y Moisés pasó esa Palabra a Aarón que hablaba bien, para que la hablara al pueblo estando Moisés, y ese era el trabajo de Aarón, era Aarón profeta de Moisés. Por lo tanto, tenía que hablar lo que Moisés le dijera que hablara, lo que Moisés colocara en su boca.

Es como la Iglesia del Señor Jesucristo, tiene que hablar lo que Cristo por medio de Su Espíritu dice para Su Iglesia, y así todos los ministros: el mensaje que tienen que tener es el mensaje de Cristo para Su Iglesia, y ese es el mensaje que Dios coloca en Su Iglesia por medio de los apóstoles, mensajeros de cada una de las etapas de la Iglesia; eso ha sido la Voz de Cristo, la Voz de Dios para Su Iglesia.

Y para nuestro tiempo, tendremos también la Voz de Dios, la Voz de Cristo, la Voz del Ángel del Pacto. Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, es la Voz de Cristo para darnos la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Esa es la Voz de Cristo para el llamado de los últimos escogidos de Dios que completarán la Iglesia del Señor Jesucristo, y es la Voz de Dios para el pueblo hebreo también. Por lo tanto, si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, es la Voz de Dios para bendecirnos en este tiempo final.

Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted. Recuerden, nuestro tema ha sido: “EL ÁNGEL DE APOCALIPSIS, CAPÍTULO 10 CON EL LIBRO O LIBRITO DE LA PROFECÍA FINAL.”

Vamos a dar unos minutos para que así puedan venir a los Pies de Cristo los que faltan por venir a los Pies de Cristo y están presentes, o los que están en otras naciones y están en la transmisión que se está llevando a cabo en la nación donde usted se encuentra o en la ciudad donde usted se encuentra.

Los que están allá en Monterrey también pueden venir a los Pies de Cristo, los que están en Villahermosa también pueden venir a los Pies de Cristo, y también los que están en otros lugares de la República Mexicana o en otras naciones, también pueden venir a los Pies de Cristo nuestro Salvador.

Y los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo para que Cristo les reciba en Su Reino. Recuerden que Cristo dijo: “Dejad a los niños venir a mí; y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.”

El Ángel Fuerte que desciende del Cielo con el Librito de la profecía final. Cristo tiene mucho pueblo en esta ciudad y los está llamando en este tiempo final, y en todas las ciudades de la República Mexicana y los está llamando en este tiempo final, y tiene mucho pueblo en toda la América Latina y los está llamando en este tiempo, y tiene mucho pueblo, muchos hijos en todas las naciones, y los está llamando para colocarlos en Su Cuerpo Místico de creyentes, colocarlos en Su Reino: el Reino de Cristo, el Reino de Dios.

Lo más importante es la Vida eterna. Sin la Vida eterna no hay esperanza para el ser humano:

“Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?

Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles,  y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.” (Eso está en San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 28).

Si está vida terrenal es tan buen, cómo será la Vida eterna en un cuerpo eterno, joven y glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, el cual está tan joven como cuando subió al Cielo.

Cuando lo veamos vamos a ver un joven que estará representando de 18 a 21 años de edad, pues la resurrección es en cuerpos glorificados y jóvenes; esa misma clase de cuerpo es la que hemos de tener todos los creyentes en Cristo. Por lo tanto, la bendición es grande para todos los que reciben a Cristo como único y suficiente Salvador.

El ser humano hace muchas decisiones en su vida, y decisiones importantes, pero hay una que es la más importante, porque de todas las decisiones que el ser humano hace en su vida ninguna lo coloca en la Vida eterna, excepto una: recibir a Cristo como único y suficiente Salvador.

Esa es la única decisión que lo coloca en la Vida eterna, por eso esa es la decisión más grande que un ser humano hace mientras vive en la Tierra, después que se muere ya no puede hacer ninguna decisión, las decisiones se hacen aquí en la Tierra.

Es como los jóvenes, hay algunos que no les interesa estudiar, y usted cree que después que muera la persona, va a decir allá: “Ahora yo quiero hacerme, estudiar medicina o estudiar derecho o estudiar para ser ingeniero.”

A donde va no hay estudios, a donde va no hay universidades, y a donde va no va a trabajar como se trabaja aquí. Es aquí que tiene que decidir lo que va a estudiar para la profesión que desea tener la persona.

Y así es con la Vida eterna, es aquí donde la decisión se hace recibiendo a Cristo como Salvador para vivir eternamente, y si no hizo la decisión mientras vivió en la Tierra, ya no tendrá oportunidad de decidir luego que muera físicamente.

El mismo Cristo lo explicó en esa parábola del hombre rico y Lázaro el mendigo. Cuando ese hombre rico hacía banquetes a diario, cada día hacía banquete para él y sus amistades, pero cuando murió fue al infierno, y había un mendigo que se paraba a la puerta y esperaba recibir algo de comida de esa fiesta, que le dieran algo, y era temeroso de Dios, servía a Dios ese mendigo, y cuando murió fue al seno de Abraham, y allá estaba siendo consolado por Abraham estaba muy bien; pero el hombre rico estaba en el infierno, estaba en el Hades, y allá en aquel tiempo estaban cerca el uno del otro, ambos lugares, porque todavía Cristo no había muerto, no había derramado Su Sangre para llevar a cabo la redención y sacar del seno de Abraham a todos los que estaban allá creyentes en Dios y llevarlos al Cielo. Cuando Cristo resucitó, resucitaron con Él todos esos que estaban en el seno de Abraham y aparecieron a muchos en la ciudad, dice San Mateo, capítulo 27, versos 51 en adelante.

Y ahora, el hombre rico le dice a Abraham desde un lado, porque había un precipicio que separaba un lugar del otro lugar, y ve a distancia a Abraham, porque se veía de un lado a otro, y ve a Abraham y le dice: “Padre Abraham, dile a Lázaro que venga, envía a Lázaro con su dedo mojado en agua para que lo coloque en mi lengua porque estoy atormentado acá.”

Abraham le dice, el padre de la fe le dice: “Tú recibiste tus bienes en la Tierra, y ahora eres atormentado ahí en el infierno, en el Hades, y Lázaro recibió males en la Tierra y ahora es consolado acá en el Paraíso, en el seno de Abraham.” Y entonces se recordó el hombre rico de sus hermanos, se recordó de su familia.

No se había recordado mientras estuvo en la Tierra ni de él mismo para buscar a Dios ni de ayudar a su familia para buscar a Dios, y le dice: “Pues envía a Lázaro a la Tierra porque tengo hermanos allá (no recuerdo si son cuatro o cinco hermanos), y que vaya Lázaro y les hable a ellos para que no vengan a este lugar donde me encuentro (o sea, no vayan al infierno, sino que para que busquen a Dios y cuando mueran, pues vayan al seno de Abraham).”

Y entonces Abraham le dice: “Mira, los de aquí no podemos pasar donde tú estás, ni los de allá pueden pasar acá, y en cuanto a tu familia, tus hermanos, a Moisés y a los profetas tienen, oigan, que oigan a Moisés y a los profetas.”

O sea, los que los profetas han dicho y lo que Moisés ha dicho, la Palabra que Dios le dio a Moisés para el pueblo, la Torá, “que escuchen la Palabra.” Y no le fue concedida la petición al hombre rico, aunque era una petición sincera por su familia.

Las oraciones por nuestros familiares para que busquen a Dios las hacemos estando aquí y trabajamos para que ellos puedan asistir a las actividades y escuchar la Palabra de Dios y también le damos literatura para que lean y dvd y cassettes para que los escuchen para que busquen a Dios y sirvan a Dios, y reciban a Cristo como único y suficiente Salvador. Así que lo que vamos a hacer por nuestros familiares, lo hacemos estando en este planeta Tierra.

Ya vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo, vamos a estar puesto en pie. Si falta alguna persona por venir a los Pies de Cristo, puede venir, los que están presentes y los que están en otras naciones, puede continuar viniendo a los Pies de Cristo si falta alguno por venir. Y recuerden, los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo.

Con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, y nuestros ojos cerrados, los que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos, repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón; creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo, dado a los hombres en que podemos ser salvos, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio único por nuestros pecados, el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.

Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre y sea producido en mí el nuevo nacimiento.

Me rindo a Ti en alma, espíritu y cuerpo, sálvame Señor, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.

Y con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador.

Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible, porque Cristo dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo.’ ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta desde lo profundo de vuestro corazón. Por cuanto ustedes han creído de todo corazón, bien pueden ser bautizados, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.

Cuando Juan el Bautista predicaba y bautizaba en el Jordán, apareció Jesucristo para ser bautizado por Juan, entra a las aguas del Jordán donde está Juan bautizando, y cuando Juan lo ve, dice: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí para que yo Te bautice?” Cristo les dice: Nos conviene cumplir toda justicia.” Y entonces lo bautizó y vio el Espíritu Santo descender el forma de paloma sobre Jesús y permanecer sobre Él. Si Cristo para cumplir toda justicia le convenía ser bautizado, cuánto más a nosotros nos conviene ser bautizados.

El agua en el bautismo no quita nuestros pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado, pero el bautismo en agua es un mandamiento del Señor, el cual dijo:

“El que creyere y fuere bautizado, será salvo.”

Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo. Y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado. Y cuando lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida con Cristo en Su Reino eterno. Tan simple como eso es la tipología, el simbolismo del bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

En el bautismo en agua nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Por lo cual bien pueden ser bautizados como ha estado haciéndose desde el día en que San Pedro predicó su primer mensaje en el libro de los Hechos, capítulo 2 el Día de Pentecostés, y como tres mil personas creyeron y fueron bautizadas en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

“Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.”

Y los ha llamado a ustedes, por lo tanto, la promesa del bautismo del Espíritu Santo es para ustedes también. Pero antes el bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo,” es el mandamiento del Espíritu Santo a través del apóstol San Pedro.

Y así ha estado siendo hecho por los apóstoles con todos los que han recibido a Cristo como Salvador; San Pedro, San Juan, Santiago, todos ellos, Felipe, todos ellos bautizaban en agua a todas las personas que recibían a Cristo como Salvador, el mismo día los bautizaban en el mismo momento que recibían a Cristo como Salvador.

Hubo una ocasión en que iba Felipe hablándole a un eunuco que había venido a Jerusalén a adorar a Dios, y ahora le habla acerca de la Escritura que estaba leyendo el eunuco en su carro, un hombre rico, y cuando de momento ve un lugar con agua, le dice a Felipe: “Aquí hay agua, ¿qué impide que yo sea bautizado?” Y Felipe le dice: “Si crees en el Señor Jesucristo, bien puedes.” Y el eunuco le dice: “Si creo,” y fue bautizado.

Así que, bien pueden ser bautizados y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de Jesucristo nuestro Salvador.

Continúen pasando todos una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador. Dejo con ustedes al reverendo Jesús García para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador, y los que están en otras naciones, también pueden ser bautizados.

Dios les bendiga y les guarde a todos.

“EL ÁNGEL DE APOCALIPSIS, CAPÍTULO 10 CON EL LIBRITO DE LA PROFECÍA FINAL.”

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