Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Al misionero doctor Miguel Bermúdez Marín allá en Guatemala mis saludos, y también para todos los que están con él allá en Guatemala, también para todas las personas que están en los diferentes países.
Para esta ocasión leemos la Escritura, pero antes les expreso mi aprecio y agradecimiento por el respaldo que le están dando al proyecto de La Gran Carpa-Catedral en Puerto Rico, y también por el respaldo que le están dando a la obra misionera y evangelística los ministros con sus congregaciones junto al misionero Miguel Bermúdez Marín; y también por el respaldo que le están dando a AMISRAEL.
Ya en el mes de junio, ya estaremos en la “Conferencia Jerusalén 2010,” donde esperamos un éxito completo allá en Jerusalén, así que los que van a estar allá, es importante que tengan ya sus boletos para que les salga barato, y también tengan todos los preparativos para el hotel, los gastos del hotel también.
Para estos momentos tenemos una Escritura que se encuentra en Apocalipsis, capítulo 4, versos 1 en adelante, y nos dice:
“Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema para esta ocasión es: “LA PUERTA ABIERTA EN EL CIELO, Y EL ÁNGEL DONDE SE MANIFIESTA LO SUCEDIDO EN EL MONTE DE LA TRANSFIGURACIÓN.”
En esta Escritura que hemos leído, donde Juan había sido transportado y vio una puerta abierta en el Cielo, y la primera Voz que escuchó dice que era como de trompeta, esa misma Voz que escucha en Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 al 11, donde dice:
“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,
que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último.”
¿Quién es el Alfa y Omega? ¿Quién es el primero y el último? Pues nuestro amado Señor Jesucristo, Él es el primero y el último, Él es el Alfa y Omega, ahí en el Día Postrero está hablando con esa gran Voz como de trompeta; o sea, cuando se nos habla de una gran Voz como de trompeta, se nos habla de un mensaje grande y ese es un mensaje Dispensacional.
Para el Día Postrero, Cristo así como en Espíritu Santo ha estado en medio de Su Iglesia, el cual dijo: “Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” (San Mateo, capítulo 28, verso 20). Cristo en Espíritu Santo, el Ángel del Pacto que es Cristo en Espíritu Santo, ha estado en medio de Su Iglesia todo el tiempo y ha estado hablando por medio de Sus apóstoles, por medio de Sus mensajeros de cada edad con el mensaje correspondiente a cada edad; cuando ellos predicaron el mensaje al recibirlo de parte de Dios, Cristo por medio de esos mensajeros estaba tocando el mensaje, la trompeta correspondiente a cada edad, era la Voz de Cristo hablando por medio de cada uno de Sus siete mensajeros en medio de Su Iglesia.
Y ahora, para el Día Postrero, para el Día del Señor que es el Día Postrero, pues un día delante del Señor es como mil años y mil años como un día dice Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8 y el Salmo 90, verso 4. Cuando transcurre un milenio, delante de Dios solamente ha sido un día de los de Dios, por eso cuando se nos dice que Dios enviará de Su Espíritu sobre toda carne en los días Postreros, vean, para comprender este misterio de los días Postreros, y Joel, capítulo 2, dice que Dios va a enviar de Su Espíritu, va a derramar de Su Espíritu sobre toda carne.
Pero, ¿para qué tiempo esta prometido que Dios derramará de Su Espíritu sobre toda carne? Para los días Postreros. Joel, capítulo 2, versos 21 en adelante, dice… en ese pasaje vamos a leer del verso 28 en adelante, capítulo 2, verso 28 en adelante de Joel:
“Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones.
Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días.
Y daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo.
El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová.
Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo; porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado.”
Y ahora, aquí tenemos la promesa de que Dios derramará de Su Espíritu sobre toda carne. En Hebreos, capítulo 1, hablando de los días Postreros, versos 1 al 3, dice el apóstol San Pablo:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”
¿Cuándo, dice San Pablo, que Dios ha hablado por medio de Su Hijo? Dice: “En estos postreros días.” O sea, que desde los días de Jesucristo ya la humanidad estaba viviendo en los días Postreros, y Dios, el cual había hablado por medio de los profetas en otros tiempos, ahora en los días Postreros dice: “En estos postreros días Dios nos ha hablado por el Hijo,” o sea, que ya habían comenzado los días Postreros cuando Cristo comenzó Su ministerio, pues los días Postreros son el quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio de Adán hacia acá, o primero, segundo y tercer milenio de Cristo hacia acá, esos son los días Postreros delante de Dios que para los seres humanos son los tres milenios Postreros; para Dios tres milenios delante de los hombres o para los hombres, para Dios son tres días, días proféticos.
Y ahora, encontramos otros lugares donde se nos habla de los días Postreros, como en el libro de los Hechos el apóstol San Pedro predicando allá en Jerusalén en el Día de Pentecostés, dice en el capítulo 2 del libro de los Hechos, versos 14 en adelante, cuando fueron llenos del Espíritu Santo el Día de pentecostés, comenzaron a hablar en otras lenguas, en otros idiomas, y los que habían venido de diferentes naciones de las cuales o en las cuales ellos habían nacido y vivían, pero venían a Jerusalén a adorar a Dios en ese tiempo de la Pascua, y quedaban también hasta el Día de Pentecostés algunos.
Y estando allí en el Día de Pentecostés, vino el Espíritu Santo sobre los creyentes en Cristo, ciento veinte creyentes que estaban en el aposento alto esperando la Venida del Espíritu Santo; y vean lo que sucedió: fueron llenos del Espíritu Santo en el capítulo 2 del libro de los Hechos, verso 1 en adelante, y les escuchaban hablar en otros idiomas, idiomas que ellos no conocían, pero que las personas que allí estaban conocían, porque habían venido de otras naciones ellos para adorar a Dios, eran hebreos que habían nacido en otras naciones, vivían en otras naciones y venían a Jerusalén a adorar a Dios en esa temporada.
Entonces, se preguntaban: “¿Qué significa esto?” Otros por burlarse porque no faltan los burladores, aun cuando Dios está obrando, cumpliendo Su Palabra, pues siempre han habido burladores, no faltan nunca, aun cuando Dios está cumpliendo Sus promesas; entonces algunos burladores decían: “Están llenos de mosto.” Ahora, en el verso 14 del capítulo 2 del libro de los Hechos, dice:
“Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras.
Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día.
Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:
Y en los postreros días, dice Dios,
Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,
Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;
Vuestros jóvenes verán visiones,
Y vuestros ancianos soñarán sueños;
Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días
Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.”
¿Para qué tiempo Dios prometió derramar de Su Espíritu Santo sobre toda carne? Para los días Postreros, sobre toda carne, toda persona que recibiría a Cristo como su único y suficiente Salvador; por eso Cristo prometía el Espíritu Santo para los creyentes en Él. En una ocasión dice a la mujer samaritana: “Si alguno toma del agua que Yo le daré, seré en él una fuente que salte para Vida eterna.” (capítulo 4, verso 14 de San Juan). En el capítulo 7, versos 37 al 39 de San Juan, dice la Escritura que Cristo en el último día, en el último y gran día de la fiesta de los tabernáculos, donde Él se encontraba allá en el templo, dice en ese día de esa fiesta de la siguiente manera, y lo vamos a leer directamente de la Escritura para que tengamos el cuadro claro, tal y como fue hablado por nuestro amado Señor Jesucristo, dice:
“En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
El que cree en mí, como dice la Escritura…”
Y ahora, muchas personas que dicen: “Yo creo en Dios a mi manera,” y creen que están bien, otros dicen: “Yo creo en Jesucristo a mi manera, y cada cual cree en Cristo a su manera,” eso no, vamos a ver si Cristo aprueba eso o no lo aprueba, dice:
“El que cree en mí (y eso está bueno), como dice la Escritura…”
No se puede creer en Cristo como alguien piensa sino como dice la Escritura, para eso tenemos la Biblia, la Santa, la Sagrada Escritura que es la Palabra de Dios; en Jesucristo hay que creer como dice la Escritura, no puede la persona creer en Dios, creer en Cristo conforme a su imaginación o a la imaginación de otra persona, es como dice la Escritura, porque esta es la Palabra de Dios, el pensamiento divino expresado en letras para todos los seres humanos.
“El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.”
Y ahora, estos ríos de Agua viva son para los que creen en Cristo como dice la Escritura, y estos ríos de Agua viva es el Espíritu Santo, aquí mismo lo dice:
“Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.”
Y ahora, encontramos que esto era para después que Cristo fuese glorificado, lo cual ocurriría luego que Cristo muriera, fuera sepultado y fuera resucitado al tercer día. La resurrección es en cuerpos glorificados para los creyentes en Cristo, cuerpos eternos, cuerpos jóvenes que representan de 18 a 21 años de edad.
Y ahora, de 18 a 21 años es la apariencia física del cuerpo glorificado que yo voy a tener. ¿Y quién más? Que cada uno de ustedes va a tener cuando sea glorificado, cuando sea transformado si permanece vivo, o cuando sea resucitado si muere, resucitará en un cuerpo nuevo y glorificado. Esta promesa de recibir el Espíritu Santo como ríos de Agua viva es para todos los creyentes en Cristo como dice la Escritura; así que no tiene que la persona estarse imaginando en cómo va a creer en Cristo, ya está aquí en la Escritura, para eso fue que Cristo dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16).
Y ahora, encontramos que los días Postreros son los milenios postreros, que son quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio en los cuales Dios derramará de Su Espíritu sobre toda carne; y comenzando el primero de los días Postreros, comenzando el quinto milenio, en el primer siglo del quinto milenio encontramos que Jesús tenía de 3 a 7 años de edad, y ahí comenzaron los días Postreros, los milenios postreros para los seres humanos.
Luego, encontramos que no solamente sobre Cristo Dios derramaría de Su Espíritu como lo hizo el día en que Juan el Bautista bautizó a Cristo, sino que derramaría de Su Espíritu sobre todos los que creyesen en Jesucristo, comenzaron, comenzó esa bendición en Cristo y continuó en los apóstoles y discípulos de Cristo el Día de Pentecostés, y ha continuado todo ese tiempo hasta nuestro tiempo.
Y ahora, han transcurrido de Cristo hacia acá alrededor de dos mil años; por consiguiente dos mil años para los seres humanos que son para Dios solamente dos días, y ahora hemos entrado al tercer día en donde se cumplirá la promesa de la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos; porque conforme al calendario gregoriano, ya estamos en el séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá, hemos entrado al tercer milenio o Día Postrero delante de Dios.
Y ahora, ese es el Día Postrero del cual Cristo habló en San Juan, capítulo 6, versos 39 al 40, hablando a los creyentes y para los creyentes en Él, dijo:
“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.”
Y ahora, estamos comprendiendo cuál es el Día Postrero, porque quizás antes algunas personas pensaban: “El Día Postrero, el último día de existencia de la raza humana,” no, el Día Postrero se refiere al milenio Postrero, tercer milenio de Cristo hacia acá o séptimo milenio de Adán hacia acá; en ese Día Postrero milenial se cumplirá la Venida del Señor, se cumplirá la Venida de Moisés y Elías, los dos Olivos, se cumplirá la resurrección de los muertos en Cristo y también la transformación de los vivos, se cumplirá también el arrebatamiento de la Iglesia, la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo.
También para los seres humanos acá en la Tierra, después también se cumplirá la gran tribulación que durará tres años y medio, y luego de la Cena de las Bodas del Cordero que durará tres años y medio en el Cielo, mientras la humanidad está pasando por la gran tribulación por esos tres años y medio de juicios divinos, luego de eso, pues regresaremos con Cristo a la Tierra para el establecimiento del Reino del Mesías, de ese Reino Milenial. Tan sencillo como eso.
Ahora, para el tiempo final o Día Postrero tenemos la promesa de la gran Voz de trompeta, esa Voz o gran Voz de trompeta que Juan escuchó cuando él miró hacia el Cielo y fue transportado y escuchó una Voz como trompeta, esa es la misma Voz de Apocalipsis, capítulo 1, versos 10 al 11, cuando él fue transportado al Día del Señor, o sea, al séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá.
Recuerden que así como el séptimo día de la semana: el sábado, para el judaísmo es el Día del Señor el cual es guardado y dedicado para ir a la Sinagoga y servir a Dios y llevar a cabo las labores correspondientes a ese día, y ese día sábado es el último día de la semana que representa el Día Postrero delante de Dios, que representa el milenio Postrero, o sea, el séptimo milenio de Adán hacia acá.
El séptimo milenio de Adán hacia acá o Día Postrero es el Día del Señor prometido para la resurrección de los muertos creyentes en Él y la resurrección de los vivos creyentes, o la resurrección de los muertos creyentes en Cristo en cuerpos glorificados y transformación de los que estarán vivos en la Tierra esperando la Venida del Señor.
Esa gran Voz de trompeta es el mensaje final de Dios, el mensaje final de Cristo, el cual ha estado hablando por medio de Sus mensajeros de etapa en etapa, de edad en edad, y en el Día Postrero estará hablando por medio de Su Espíritu a Su Iglesia con el gran mensaje del Evangelio del Reino, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, y dándonos la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, la gran Voz de trompeta o trompeta final, el mensaje del Evangelio del Reino siendo predicado en la Tierra.
En San Mateo, capítulo 24, verso 14, Cristo dice: “Y será predicado este Evangelio del Reino, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.” Y si va a ser predicado tiene que haber alguien que lo predique, y si va a ser predicado para todas las naciones; entonces es un mensaje mundial, para todas las naciones. En Apocalipsis, capítulo 14, verso 6 al 7, nos dice que aparece ahí un ángel, un ángel es un mensajero. Recuerde, ángel significa: mensajero.
“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo.”
Y si ese mensajero que viene con el Evangelio eterno, que tiene el Evangelio eterno, el Evangelio del Reino, viene para predicar el Evangelio a todas las naciones, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, ¿dónde tiene que estar entonces? En la Tierra, entre las naciones, y si viene para predicarlo, pues tiene que ser un predicador, tan sencillo como eso; y si viene diciendo a gran voz: “Temed a Dios, y dadle gloria,” entonces viene enseñando cosas religiosas también, viene enseñando acerca del Dios creador de los Cielos y de la Tierra, el Dios de Israel, y viene también diciendo:
“Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado.”
Y entonces viene diciéndole a la humanidad que teman a Dios, que busquen a Dios, que sirvan a Dios, y viene diciéndoles: “porque la hora de su juicio ha llegado,” viene anunciándoles que el tiempo de juicio divino sobre la raza humana ha llegado; porque el juicio divino se llevará a cabo en el Día Postrero; y por consiguiente viene anunciándoles que ha llegado el Día Postrero, el séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá, que es el día o tiempo o etapa en que el juicio divino ha de ser derramado, hablado desde el Trono y derramado sobre la raza humana, la hora de su juicio ha llegado, el lapso de tiempo para el juicio divino ser hablado desde el Cielo y materializarse en la Tierra.
Sigue diciendo… y recuerde que cuando Cristo estuvo en la Tierra y tomó el libro del profeta Isaías allá en Nazaret donde se había criado, el libro de Isaías, capítulo 61, cuando lo tomó, ese rollo que estaba en forma de rollo, encontró el lugar donde estaba escrito: “El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido.” Y comenzó a enumerar las cosas para las cuales había sido ungido, y luego al final entrega el libro al sacerdote o ministro y se sentó, y todos los ojos del pueblo estaba fijos en Él allá en la Sinagoga, y comenzó a decirles: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros,” eso está en San Lucas, capítulo 4, versos 11 en adelante.
¿Y por qué Cristo no continuó leyendo? Pues Él leyó hasta donde dice: “Y a predicar el año de la buena voluntad del Señor,” y allí se detuvo, o sea, que se detuvo en la mitad del versículo 2, ¿por qué no continuó leyendo? Porque la otra parte de ese versículo corresponde al tiempo final, al tiempo en donde Cristo estará hablando con esa gran Voz de trompeta, estará hablando con el mensaje del Evangelio del Reino, el mensaje eterno, y estará dando a conocer que la hora de Su juicio, el día de Venganza del Dios nuestro, ha llegado; por eso dice: “Para predicar el año agradable del Señor, y el día de venganza del Dios nuestro.”
Y ahora, encontramos que el día de Venganza del Dios nuestro es para ser predicado en este tiempo final en la predicación del Evangelio del Reino, donde se da a conocer, donde se estará dando a conocer en este tiempo final los juicios divinos que han de venir sobre la raza humana durante el tiempo o lapso de la gran tribulación.
Y ahora, la Venida de ese Ángel mensajero predicando el Evangelio eterno a todas las naciones, será la señal de que se estará en el tiempo final, que se estará en el tiempo, en el Día Postrero y que de un momento a otro el juicio divino ha de caer sobre la raza humana como cayo en el tiempo de Noé (el diluvio) y como cayó en el tiempo de Lot, fuego y azufre que cayó del cielo y los quemó a todos; porque Cristo dijo: “Así como fue en los días de Noé, así será el día en que el Hijo del Hombre se manifestará, se revelará, vendrá, y como fue en los días de Lot, así será el día en que el Hijo del Hombre se revelará, se manifestará,” eso está en el capítulo 17 de San Lucas y también en el capítulo 24, versos 34 al 39 de San Mateo.
Y ahora, podemos ver las cosas que están prometidas para suceder en este tiempo final. En este tiempo final es que el pueblo estará escuchando la gran Voz de trompeta o trompeta final, de la cual San Pablo en Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, versos 13 al 17 habla, y también Primera de Corintios, capítulo 15, versos 50 al 58, en donde nos dice: “He aquí, os digo un misterio:” ciertamente nos dice Él… vamos a leerlo para que tengan aquí el cuadro claro de este pasaje que es muy, pero que muy importante para los creyentes en Cristo, dice capítulo 15, verso 51 en adelante de Primera de Corintios:
“He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos (o sea, no todos vamos a morir); pero todos seremos transformados.”
O sea, vamos a recibir una transformación de nuestros cuerpos, y de seguro habrá una transformación molecular en nuestros cuerpos; porque si vamos a ser transformados entonces nuestros cuerpos van a ser diferentes a como lo son en la actualidad; en la actualidad son mortales, y por consiguiente temporeros, y por eso se ponen viejos y después mueren o por alguna enfermedad o algún accidente también mueren.
Y ahora, recuerden que para la resurrección de Cristo aparecieron ángeles y para el rapto o arrebatamiento también, para el rapto o arrebatamiento del profeta Elías también ángeles en carros de fuego vinieron y se lo llevaron, los carros de fuego son los platillos voladores, conocidos como platillos voladores en la actualidad; vamos a tener intervención de los ángeles de Dios, intervención de los llamados platillos voladores para la resurrección de los muertos en Cristo, la transformación de los vivos y el arrebatamiento de la Iglesia. Tan sencillo como eso.
Ahí busca la resurrección, el arrebatamiento del profeta Elías, ángeles en carros de fuego; la resurrección de Cristo ahí lo encuentra también y encuentra ángeles también, y también nos habla la Escritura “Con Aclamación, Voz de arcángel y trompeta de Dios, descenderá del Cielo y los muertos en Cristo resucitarán primero y nosotros los que vivimos seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire,” tan sencillo como eso, eso está en Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, versos 13 al 17, esa trompeta final o gran Voz de trompeta es la Voz de Cristo hablándole a Su Iglesia con el mensaje del Evangelio del Reino eterno por medio del mensajero final que Él enviará a Su Iglesia:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.” dice Jesucristo en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16; y en Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, dice:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.”
El Dios de los espíritus de los profetas envía a Su Ángel, o sea, un espíritu de profeta a la Iglesia del Señor Jesucristo y ha estado en medio de la Iglesia todo el tiempo en cuerpo angelical, cuerpo espiritual; para el Día Postrero estará en cuerpo físico también en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, por medio de ese Ángel mensajero Cristo estará hablándole a Su Iglesia en el Día Postrero con el mensaje de la gran Voz de trompeta o trompeta final que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como León de la Tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Y con ese mensaje la Iglesia del Señor Jesucristo recibirá la revelación para ser transformado y llevado con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, recibirá la revelación de la Segunda Venida de Cristo, recibirá la revelación prometida para el Día Postrero, para tener así la fe para transformación y arrebatamiento al Cielo, así como al recibir la fe de la primera Venida de Cristo como el Cordero de Dios muriendo en la Cruz del Calvario allá en Jerusalén, recibimos la fe, la revelación para recibir a Cristo como Salvador, ser bautizados en agua en Su Nombre, y Cristo bautizarnos con Espíritu Santo y Fuego y producir en nosotros el nuevo nacimiento, producir esa transformación espiritual interior.
Pero para la transformación física estaremos escuchando la gran Voz de trompeta del Evangelio del Reino que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo. Para la transformación interior, pues estamos escuchando la trompeta o gran Voz de trompeta del Evangelio de la Gracia, del Evangelio de Cristo, el mensaje del Evangelio de Cristo, de la Gracia, que gira alrededor de la primera Venida de Cristo como el Cordero de Dios muriendo en la Cruz del Calvario y quitando así el pecado del mundo; Juan el Bautista en el capítulo 1 de San Juan, versos 29 al 36, cuando vio a Jesucristo dijo:
“He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” Y lo quitó allá en la Cruz del Calvario; y ahora cada persona responde por sí misma ante Dios.
Y ahora, hemos estado viendo lo que es la gran Voz de trompeta, el Evangelio del Reino, hemos estado viendo el tiempo del fin, hemos estado viendo también lo que son los días Postreros, el tiempo del fin son los tres años y medio de la gran tribulación, o sea, la segunda parte de la semana Setenta de la profecía de Daniel, capítulo 9.
Y ahora, somos personas bienaventuradas de vivir y al vivir en este tiempo en el cual nos ha tocado a nosotros, este es el tiempo de más problemas para la raza humana, es indiscutible; pero es el tiempo de más bendiciones divinas para los creyentes en Cristo; por lo tanto, no nos vamos a poner tristes por los problemas, nos vamos a poner felices por las bendiciones de parte de Cristo que hay para los creyentes en Él para este tiempo final, eso nos llenará de energía, de ánimo, de entusiasmo, de fe para creer en Cristo, servirle, seguirle por toda la eternidad y esperar nuestra transformación.
La Tierra está temblando y no de miedo, aunque la Escritura dice que con la presencia de Dios, ¿qué dice? Tiembla la Tierra, pero la Escritura también dice en los Salmos: “Aunque la Tierra tiemble y los montes se traspasen al corazón del mar o de la mar, no temeré mal alguno porque Jehová estará conmigo.” Y Cristo dijo en San Mateo, capítulo 28, verso 20. “He aquí yo estoy, estaré con vosotros o estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”
Por lo tanto, Él está con nosotros, y entonces tenemos que mirar las cosas desde el punto de vista positivo y saber que todo va a obrar para bendición, todo va a obrar para bien para los creyentes en Cristo, para los que aman a Dios, es que esas son las profecías bíblicas de la situación o condición en que estará el planeta Tierra en este tiempo final: terremotos, maremotos, tsunamis, y angustia en las gentes por causa del bramido del mar y de las olas que son los maremotos y tsunamis, y los cielos siendo estremecidos; porque Dios estremecerá no solamente la Tierra sino los cielos también.
Son profecías bíblicas que están señaladas para este tiempo final, por lo tanto la vamos a ver como el cumplimiento de lo que Dios ha prometido, y eso nos va confirmar más en la Palabra del Señor, sabiendo que Dios cumple lo que Él prometió, así como cumple los juicios divinos que Él ha prometido derramar sobre la Tierra, también cumple las bendiciones que ha prometido para mí. ¿Y para quién más? Para cada uno de ustedes también.
Por lo tanto, las Palabras de Cristo nos llenan de consuelo cuando Él dijo: “Cuando ustedes vean suceder estas cosas, viéndolas ustedes mismos, de vosotros mismos, sabed que el verano está cerca.” Esto es: el Reino de Dios está cerca, y también dice: “Cuando ustedes vean suceder estas cosas, levantad vuestras cabezas porque vuestra redención está cerca.” Nuestra redención es la transformación de nuestros cuerpos, eso es la redención del cuerpo, ser redimido de lo mortal a inmortal, ser transformados para tener Vida eterna física en nuestros cuerpos físicos que hemos de obtener, iguales al cuerpo glorificado de Cristo nuestro Salvador.
Por lo tanto, es tiempo de tener nuestra mirada puesta en Cristo esperando lo que Él prometió para nosotros, y sabiendo que tanto los juicios como las bendiciones, o sea, maldiciones y bendiciones que Cristo ha dicho que serán manifestadas en este tiempo final, se van a cumplir; por lo tanto a mi me tocan las bendiciones, ¿y a quién más? A cada uno de ustedes también; porque para los creyentes en Cristo Él tiene grandes bendiciones.
Y ahora, es para el Día Postrero que Cristo ha prometido la resurrección de los creyentes en Él, para todos aquellos que en Él creen, dice: “Y yo les resucitaré en el Día Postrero,” que es el séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá; y para Israel un avivamiento, una resurrección espiritual para el Día Postrero, para el tercer milenio, para el Día Postrero conforme a Oseas, capítulo 6, versos 1 al 6.
Y ahora, conscientes de que estamos viviendo en el Día Postrero y que hay una gran Voz de trompeta que suena en el Día del Señor, que es el Día Postrero o séptimo milenio de Adán hacia acá, séptimo día milenial sabático, de descanso para la Tierra y para el pueblo de Dios; ese es el tiempo para el establecimiento del Reino del Mesías.
Recuerden que Cristo dijo en San Mateo, capítulo 6, verso 10, que orando digamos (en la oración): “Venga tu reino. Hágase tu voluntad como en el Cielo, aquí en la Tierra, también en la Tierra.” Y eso sucederá en el Reino del Mesías que será la restauración del Reino de David al cual el Mesías es heredero, de lo cual le habló el Ángel Gabriel a la virgen María, en el capítulo 1, versos 30 al 36 de San Lucas, donde le dijo a ella que María iba a tener un… iba a concebir, iba a dar a luz un niño y que le llamara por nombre Jesús, sería llamado Hijo del Altísimo, Hijo de Dios, y que Dios le daría el Trono de David su padre y reinará sobre la Casa de Jacob, de Israel para siempre y Su Reino no tendrá fin.” Ese es el Reino en donde van a estar los creyentes en Cristo durante el Reino del Mesías o Reino Mesiánico, y estaremos allí con cuerpos eternos, inmortales, glorificados, como el cuerpo glorificado de Cristo nuestro Salvador.
Y ahora, en San Juan, capítulo 10, verso 9, Cristo dice: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo.” Cristo es la puerta al Reino de Dios, Cristo es la puerta al Cielo, Cristo es la puerta a la Vida eterna, Cristo es la puerta de la Casa de Dios, Cristo es la puerta del Redil del Señor.
Y ahora, en San Mateo, capítulo 7, verso 13 al 14, Cristo dice de la siguiente manera, hablándonos también de la puerta, y es muy importante conocer esta Escritura para tener un cuadro claro de lo que es la puerta, dice:
“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella;
porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.”
La puerta es angosta y el camino es angosto, la puerta y el camino que llevan ¿adónde? A la Vida, y pocos son los que la hallan, pocos son los que entran; y esos son los creyentes en Cristo los que entran por esa puerta al Reino de Dios, entran a la Vida eterna.
En San Lucas, capítulo 13, nos habla Cristo también de la puerta, y ya sabemos que Cristo es la puerta, hay que entrar por esa puerta, o sea, se entra al Reino de Dios creyendo en Cristo como nuestro Salvador al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, se es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo habiendo dando testimonio de nuestra fe en Cristo, y Cristo nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en nosotros el nuevo nacimiento, y así nacemos de nuevo, nacemos en el Reino de Dios.
Para estar en esta dimensión terrenal, en este reino terrenal, ¿qué tuvimos que hacer? ¿Qué usted tuvo que hacer? Pues nacer, y para entrar al Reino de Dios hay que nacer también, nacer del Agua y del Espíritu dice Cristo a Nicodemo en San Juan, capítulo 3, versos 1 al 6. “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.” Y todos queremos entrar al Reino de Dios, y hay un Orden divino establecido para entrar al Reino de Dios, no basta con decir: “Yo creo en Dios y yo quiero entrar al Reino de Dios,” no basta tampoco con una persona decir: “Yo quiero ir a Europa,” eso no basta, tiene que sacar un boleto y tiene que ir al aeropuerto y montarse en un avión para llegar a Europa, ¿ven?
Y por consiguiente para entrar al Reino de Dios tiene que entrar por la puerta que es Cristo, escuchando el Evangelio de Cristo, creyéndolo, recibiéndolo como Salvador y siendo bautizado en agua en Su Nombre y recibiendo el Espíritu de Cristo, y así la persona nace de nuevo, ha entrado al Reino de Dios.
Recuerden que no es usted el que pone las reglas, es Dios, porque el Reino no es suyo, es de Dios; y el Rey es el que pone las reglas en Su Reino, no le podemos decir a Dios: “No, sálvame, pero a mi manera,” a su manera, el que hace a su manera pues tiene un lugar: el lago de fuego, tan simple como eso, porque para entrar al Reino de Dios hay que hacer conforme a lo que Dios ha establecido.
Miren, los que salieron de Egipto y fueron por el desierto con Moisés, el pueblo hebreo, para entrar a la tierra Prometida tenían que hacer conforme a como Dios le decía a Moisés y Moisés le decía al pueblo, y los que no permanecieron creyendo en lo que Dios le decía a Moisés que Moisés le comunicaba al pueblo, ¿qué pasó? Perecieron en el desierto, no entraron a la tierra Prometida. Las cosas tienen que ser como Dios dice, no como las personas se imaginan o como las personas quieren o como las personas digan, es como Dios dice, porque Él es el Rey.
Y ahora, en San Lucas, capítulo 13, versos 23 en adelante, dice:
“Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo:
Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán.
Después que el padre de familia se haya levantado…”
¿Y quién es el Padre de familia? Cristo, el cual está en el Trono celestial en el lugar de Intercesión, que es el Propiciatorio en el Cielo, como Sumo Sacerdote haciendo Intercesión, y cuando Él se levante del Trono de Intercesión, ¿ven? El Padre de familia, Cristo, el Padre de Su familia, porque Su familia es Su Iglesia: los hijos e hijas de Dios, y Él está como Hijo sobre Su Iglesia, porque Él es el primogénito entre muchos hermanos.
En Hebreos, capítulo 1, versos 10 al 16, Él dice que dirá a Sus hermanos, o sea, proclamará el Nombre del Señor a Sus hermanos, vamos a leerlo aquí para que tengan el cuadro claro, y Sus hermanos son los creyentes en Él, los creyentes en Cristo. Dice capítulo 2, versos 11 en adelante de Hebreos, dice:
“Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos.”
Cristo no se avergüenza de llamarnos hermanos a nosotros; algunas personas creyentes en Cristo, profesantes, se avergüenzan de llamarle hermano a un creyente en Cristo, cuando realmente es su hermano; y Cristo no se avergüenza de llamarnos hermanos a nosotros, y Cristo es el mayor, el primogénito, el Rey de reyes y Señor de señores sentado en el Trono de Dios, y no se avergüenza de nosotros; hay personas que se avergüenzan de Cristo y hay personas que se avergüenzan de sus hermanos Cristianos, pero Cristo no se avergüenza de nosotros.
“…por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos,
diciendo:
Anunciaré a mis hermanos tu nombre,
En medio de la congregación te alabaré.
Y otra vez:
Yo confiaré en él.
Y de nuevo:
He aquí, yo y los hijos que Dios me dio.”
Todos los hijos de Dios que forman la Iglesia del Señor Jesucristo, han sido las ovejas que el Padre le dio a Cristo para que las busque y les dé Vida eterna, son los hijos que Dios le ha dado al segundo Adán y la segunda Eva, el segundo Adán que es Cristo, y la segunda Eva que es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Por medio de la segunda Eva es que el segundo Adán ha tenido esos Hijos, o sea, por medio de la Iglesia es que Cristo ha tenido esos Hijos, por eso son añadidos a la Iglesia todos los que reciban a Cristo como Salvador, son bautizados en agua en Su Nombre y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce el nuevo nacimiento en esas personas, nacen de nuevo, son añadidos a la Iglesia del Señor Jesucristo, que es la congregación de los primogénitos escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero.
Y ahora, esa es la Casa de Dios, sobre la cual Cristo ha sido colocado como dice San Pablo en Hebreos, capítulo 3, verso 3 en adelante dice… 5 en adelante para no leer mucho, dice:
“Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir;
pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros (la Iglesia del Señor Jesucristo es la casa de Dios, la casa de Cristo), si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza.”
La casa de Dios, es la casa de Cristo, la familia de Dios, la familia de Cristo, los hijos e hijas de Dios, que son los creyentes en Cristo que forman la Iglesia del Señor Jesucristo; y ahora, la casa sobre la cual Cristo ha sido colocado es Su Iglesia, la casa, la familia, la descendencia de Dios.
Recuerden que la Escritura nos dice que los creyentes en Cristo son la familia de Dios, los hijos de Dios, la descendencia de Dios, y esa es una palabra muy grande, decir que una persona es descendiente de Dios, pero si la Escritura lo dice, pues nosotros lo creemos aunque no lo podamos explicar, lo importante es creerlo y lo que no entendemos ahora lo entenderemos después.
Vean cómo nos dice aquí el apóstol San Pablo en Efesios, capítulo 2, versos 16 en adelante, dice… aún tenemos que leer un poquito antes, verso 14 en adelante, dice:
“Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación,
aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz,
y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.
Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca;
porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.
Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios (miembros de la familia de Dios como hijos e hijas de Dios),
edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,
en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor;
en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.”
Y ahora, encontramos que todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo, son hijos e hijas de Dios, forman la casa de Dios, la familia de Dios, y forman por consiguiente la Iglesia del Señor Jesucristo que es un Templo espiritual, el cual está siendo construido con piedras vivas como dice Primera de Pedro, capítulo 2, versos 4 al 10, y vosotros como piedras vivas, dice San Pedro que somos colocados como piedras vivas para un Templo, o sea, en un Templo, piedras vivas para ese Templo del Señor que es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y ahora, muchas personas cuando leen o ven alguna película o ven en las noticias acerca de reyes, reinas y reyes y reinos del pasado y de nuestro tiempo, algunos dicen: “A mi me hubiera gustado ser un hijo o una hija de esa reina y de ese rey,” pero siendo hijos e hijas de Dios, somos hijos del Rey de los Cielos y de la Tierra y hemos venido a la Tierra y hemos nacido en el Reino de Dios, por medio de la unión de Cristo el Rey de reyes y Señor de señores con Su Reina, la Iglesia del Señor Jesucristo.
Por lo tanto, no tenemos nada que envidiarle a los hijos e hijas de los reyes; la Escritura dice que Cristo con Su Sangre nos ha limpiado de todo pecado y nos ha hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes y reinaremos sobre la Tierra, reinaremos sobre la Tierra en Su Reino Milenial y luego por toda la eternidad; la posición más alta que un ser humano puede tener, la tienen los creyentes en Cristo, hijos e hijas de Dios, reyes y sacerdotes en el Reino de Dios.
Por lo tanto, estamos muy agradecidos a Dios por Cristo, el que nos ha colocado en esa familia, en la familia de Dios. La puerta abierta en el Cielo es Cristo, Cristo dijo: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo.”
Y ahora, por medio del Ángel del Señor Jesucristo del cual Cristo dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.”
Es por medio del Ángel del Señor Jesucristo que Dios envía a Su Iglesia todo este conocimiento de todas las cosas que deben suceder pronto, ha estado en Espíritu, en Cuerpo angelical, en la Iglesia del Señor, todo el tiempo de la Iglesia, y para el Día Postrero estará en medio de la Iglesia también, pero estará también vestido de carne humana, y estará dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder en este tiempo final.
Ese será el Ángel mensajero con el Evangelio eterno, el Evangelio del Reino, predicando ese Evangelio del Reino, las buenas nuevas a todas las naciones, pueblos, lenguas y tribus, y por consiguiente a todos los seres humanos, su mensaje tendrá como contenido una enseñanza del Programa divino de adorar a Dios, de servir a Dios, y también dando a conocer el juicio divino que ha de venir sobre la raza humana, todo eso estará en el mensaje del Evangelio del Reino que estará predicando ese Ángel mensajero del Señor Jesucristo que viene con el Evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la Tierra.
Él fue reflejado en mensajeros pasados, como el quinto mensajero de la quinta edad de la Iglesia del Señor Jesucristo; fue reflejado allá y estará acá manifestado en el cumplimiento de la promesa divina para la Iglesia del Señor Jesucristo, y ahí hemos visto el Ángel donde se estará manifestando lo que sucedió en el Monte de la Transfiguración, donde fue visto Jesús con Su rostro resplandeciendo como el sol, Sus vestiduras como la luz, y a cada lado del Señor aparecieron Moisés y Elías; todo esto será visto en este tiempo final.
Elías, Moisés y Jesús, esos son los ministerios de Moisés, Elías y Jesús prometidos para el Día Postrero en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo y después en medio del pueblo hebreo, tan sencillo como eso, ahí está el Orden de la Venida del Señor para el Día Postrero, de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles.
Y ahora, la puerta abierta en el Cielo, les debo todavía una partecita aquí de San Lucas, les había leído donde dice:
“Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta.”
Cristo, el Padre de familia, se levantará del Trono del Padre y entonces cerrará la puerta de la Dispensación de la Gracia, la puerta de la misericordia, y de ahí en adelante pasará como en la parábola de las diez vírgenes, en donde hubo cinco vírgenes prudentes que tenían aceite en sus lámparas, o sea, que tenían el Espíritu Santo, los cuales son Cristianos creyentes en Cristo nacidos de nuevo, y las otras cinco eran insensatas, no tenían aceite en sus lámparas, creían en Cristo pero no recibieron el Espíritu Santo y por consiguiente eran insensatas.
Y luego a medianoche se oyó un clamor: “He aquí el esposo viene: Salid a recibirle,” ese es el mensaje del precursor, el cual ya sabemos que fue el reverendo William Branham, y luego las que no tenían aceite piden a las prudentes aceite, y las prudentes le dicen: “Vayan ustedes a comprar, no sea que nos falte a nosotras y a ustedes, por lo tanto vayan y compren,” y mientras ellas iban a comprar aceite, vino el Esposo, o sea, se cumple la Venida del Señor y las que estaban preparadas entraron con Él a las Bodas y se cerró la puerta. Vamos a leerlo.
“Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta,
y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois.”
Y ahora, Cristo no reconocerá esas personas como creyentes nacidos de nuevo, como creyentes que forman el Cuerpo Místico de Cristo, lo mismo que sucede con las vírgenes insensatas en el capítulo 25 de San Mateo, versos 10 al 13, donde dice:
“Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta.
Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos!
Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco.
Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.”
Y ahora, aquí tenemos la Palabra de Cristo que dice que la puerta va a ser cerrada en algún momento, eso será cuando se complete la Iglesia del Señor, cuando haya entrado al Cuerpo Místico de Cristo hasta la última persona escrita en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero; por eso es que Cristo no puede salir del Trono de Intercesión hasta que haya redimido hasta la última persona escrita en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero.
Por lo tanto, tenemos que estar en la obra misionera y evangelística llevando el Evangelio de Cristo para que escuchen la Voz de Cristo, el Evangelio de Cristo, y reciban a Cristo como Salvador, sean bautizados en agua en Su Nombre y Cristo los bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en esas personas el nuevo nacimiento, y entren así al Reino de Cristo, entren a formar parte de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y cuando se complete ese número de la Iglesia del Señor Jesucristo ya Cristo saldrá del Trono de Intercesión y se convertirá en el León de la Tribu de Judá, y seguirá hablando en medio de Su Iglesia, pero ya como León; por eso cuando desciende en Apocalipsis, capítulo 10, dice ese Ángel fuerte que es Cristo descendiendo, dice que pone Su Pie derecho sobre el mar y el izquierdo sobre la Tierra; y clama como cuando un león ruge; y siete truenos emiten sus voces.
¿Ven? Ya clama como León, ya no habla como Cordero sino como León de la Tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, habla con el mensaje del Evangelio del Reino, y eso es Él en medio de Su Iglesia hablando, Cristo hablando en medio de Su Iglesia todas estas cosas que deben suceder pronto, así como habló en medio de Su Iglesia por medio de los mensajeros pasados, estará hablando por medio de este Ángel mensajero todas estas cosas que deben suceder pronto, estará hablando como León de la Tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo en el Día Postrero. Tan simple como eso.
Por lo tanto es tiempo de estar dentro del Reino de Cristo, y los que todavía no han entrado, entrar al Reino de Cristo recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador para tener seguro su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno.
Si hay alguno que todavía no ha entrado al Reino de Cristo, no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted, para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y sea bautizado en agua en Su Nombre y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en usted el nuevo nacimiento. Por lo tanto pueden venir a los Pies de Cristo en estos momentos y estaremos orando por usted.
Y los que están en otras naciones también pueden venir a los Pies de Cristo, allá donde ustedes se encuentran pueden pasar al frente, y los que están aquí presentes pueden pasar acá al frente para recibir a Cristo como Salvador, y también los niños de diez años en adelante, pues Cristo dijo: “Dejad a los niños venir a mí; y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.” Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños también. Por lo tanto, pueden venir a los Pies de Cristo y estaremos orando por usted dentro de algunos minutos. También los que están en otras naciones pueden venir a los Pies de Cristo nuestro Salvador.
No podemos esperar que la puerta de la misericordia, que es Cristo, se cierre para entonces tocar a la puerta para entrar, porque ya entonces no habrá oportunidad; hoy es el día de Salvación, es el tiempo, la Dispensación del Reino, el Día de Salvación, donde Dios recibe a toda persona que recibe a Cristo como único y suficiente Salvador, y es la persona reconciliada con Dios por medio de Cristo nuestro Salvador.
Recuerden que Cristo dijo: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí” (San Juan, capítulo 14, verso 6). No hay forma de llegar a Dios, no hay forma de acercarse a Dios a menos que sea por medio de Jesucristo nuestro Salvador, el cual es el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados para ser reconciliados con Dios.
Él con Su muerte en la Cruz del Calvario efectuó el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados para reconciliarnos con Dios y colocarnos en el Reino de Dios con Vida eterna, y así tener derecho a vivir eternamente en el Reino de Cristo nuestro Salvador.
Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo; vamos a estar puestos en pie mientras vienen a los Pies de Cristo las personas que todavía no lo habían hecho, para que Cristo les reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado. Los que están en otras naciones también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo nuestro Salvador.
Dios tiene mucho pueblo en esta Ciudad de Matamoros, Tamaulipas, República Mexicana, y en todas las Ciudades de la República Mexicana, y los está llamando en este tiempo final y el Reino de Dio se está llenando de mexicanos, y también está llamando en todas las naciones a los que tienen sus nombres escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero; Dios tiene mucho pueblo en toda la América Latina y también en Norteamérica, en Canadá, en África también, en Japón, en China, en todas las naciones y los está llamando en este tiempo final, en el llamado final de Dios para completar Su Iglesia.
Usted está escuchando el Evangelio de Cristo en esta ocasión porque el nombre suyo está escrito el Cielo en el Libro de la Vida del Señor, usted es una de las ovejas que Cristo dijo que el Padre le dio para que las busque y les dé Vida eterna, aunque usted no lo sabía pero ahora sí lo sabe a través de la Palabra de Dios, y por eso es que al escuchar la Palabra nació la fe de Cristo en su alma, creyó y ahora llegó el momento de dar testimonio público de su fe en Cristo recibiéndole como único y suficiente Salvador.
Todavía vienen más personas que como ustedes han escuchado el Evangelio de Cristo y ha nacido la fe de Cristo en su alma, y están viniendo a los Pies de Cristo aquí y en otras naciones también, las cuales están conectadas a través del satélite Amazonas y de internet en diferentes naciones.
Los niños de diez años en adelante también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo. Ya vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo, si falta alguno por venir, puede venir para que Cristo lo reciba en Su Reino.
Lo más importante para el ser humano es la vida; y si esta vida terrenal es tan importante, cuánto más la Vida eterna, sin esta vida no podemos vivir en esta Tierra, no importa la profesión que tenga o las riquezas que tenga, si pierde la vida terrenal no se puede llevar ni su profesión, ni su dinero, ni sus propiedades; y si no tiene Vida eterna, pues no podrá vivir eternamente en el Reino de Dios. ¿Y cómo podemos obtener la Vida eterna? Por medio de Cristo nuestro Salvador, Él dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y yo las conozco y yo les doy Vida eterna.” Solamente a través de Cristo es que podemos obtener la Vida eterna, eso está en San Juan, capítulo *10, versos 27 al 30. “El que es Dios la Voz de Dios oye,” San Juan, capítulo 8, verso 47.
Y ahora, podemos ver que hay un Programa divino y que hay personas tipificadas en ovejas, las cuales vivirán eternamente, de las cuales Cristo dijo: “Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.” Eso es la Venida del Señor con Sus Ángeles.
Ahora, en su tiempo Él dijo también… eso está en San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 28, y también Cristo nos dice en San Lucas, capítulo 19, verso 10 y San Mateo, capítulo 18, versos 11 al 14. “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” O sea, que vino a buscarme a mí y a salvarme a mí, ¿y a quién más? A cada uno de ustedes también, Él vino por nosotros para buscarnos y salvarnos, por esa causa fue que dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Y Él dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen.” ¿Quiénes serán las personas que van a escuchar el Evangelio de Cristo siendo predicado? Las ovejas del Señor, y van a recibir Vida eterna.
Ya vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo; si falta alguno por venir, puede venir, de los que están presentes y de los que están también en otras naciones, los cuales están viniendo a los Pies de Cristo allá en la nación donde ustedes se encuentran, y todavía hay unos segundos para que usted pueda venir si todavía no ha venido a los Pies de Cristo nuestro Salvador. Con nuestras manos levantadas al Cielo y nuestros ojos cerrados, los que han venido a los Pies de Cristo, repitan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres, en que podemos ser salvos.
Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador, aceptando Tu Sacrificio en la Cruz del Calvario en Expiación por mis pecados y por los de toda persona.
Te ruego me perdones y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y sea producido en mí el nuevo nacimiento.
Me rindo a Ti en alma, espíritu y cuerpo. Sálvame Señor, Te lo pido en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
Y con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible en el Nombre del Señor Jesucristo, porque Él dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Pues el que no cree, pues no es bautizado.
“¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta desde lo profundo de vuestro corazón. Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
El bautismo en agua no limpia a la persona de sus pecados, porque el agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado, pero el bautismo en agua es un
mandamiento del Señor Jesucristo, en el cual nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección.
Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo. Y cuando la persona es bautizada en agua por el ministro, es sumergida en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultada. Y cuando es levantada de las aguas bautismales, tipológicamente está resucitando a una nueva Vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.
Ahí tenemos el simbolismo del bautismo en agua en el cual nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. El mismo Cristo fue donde Juan estaba predicando y bautizando allá en Judea, fue al Jordán, entró a las aguas bautismales donde Juan estaba bautizando, y Juan le dice, al verlo entrando con las demás personas que estaban entrando para ser bautizadas: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mi para yo Te bautice?” y Jesús le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia,” y entonces lo bautizó.
Los apóstoles también desde el Día de Pentecostés estuvieron bautizando en agua a las personas que recibían a Cristo, bautizándolos en el Nombre del Señor Jesucristo. Pedro el Día de Pentecostés, dice:
“Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para los que están lejos; y para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.”
Como tres mil personas… eso fue en el capítulo 2, versos 35 al 48 del libro de los Hechos, y como tres mil personas que escucharon el Evangelio de Cristo siendo predicado por Pedro, creyeron y fueron bautizados en agua en el Nombre del Señor y fueron añadidos a la Iglesia como tres mil personas.
Y ahora, encontramos que desde el tiempo de los apóstoles se ha estado bautizando en el Nombre del Señor Jesucristo a todas las personas que reciben a Cristo como Salvador; en nuestro tiempo todavía continúa haciéndose en la misma forma porque es el mandato de Dios; por lo cual pueden ser bautizados y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad.
Continúen pasando todos una noche feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.
Dejo con ustedes al pastor, licenciado Juan Hernández Galván, para que les indique qué y cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Continúen pasando todos una noche o tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador. En cada país también dejo al ministro correspondiente para que haga en la misma forma.
“LA PUERTA ABIERTA EN EL CIELO, Y EL ÁNGEL DONDE SE MANIFIESTA LO SUCEDIDO EN EL MONTE DE LA TRANSFIGURACIÓN.”