La Venida del Señor con un nombre nuevo

Muy buenas tardes, ministros y también damas presentes y demás personas presentes en esta ocasión, y también los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones; es una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.

En la serie: “LA VENIDA DEL SEÑOR Y SUS MISTERIOS,” para esta ocasión tenemos el tema: “LA VENIDA DEL SEÑOR CON UN NOMBRE NUEVO.” Para lo cual leemos en el libro del Apocalipsis capítulo 19, versos 11 en adelante que nos dice:

“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.

Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.

Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS.

Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.

De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.

Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema es: “LA VENIDA DEL SEÑOR CON UN NOMBRE NUEVO.”

La venida del Señor tiene dos partes, y por eso se le llama a la venida del Señor dos mil años atrás, la Primera Venida del Señor, la Primera Venida de Cristo, y para el Día Postrero a la venida del Señor se le llama también la Segunda Venida de Cristo. La venida del Señor tiene dos partes, ya la primera se cumplió dos mil años atrás, y la segunda corresponde a nuestro tiempo, para la primera Él vino como Cordero para quitar el pecado del mundo.

En Su primera venida Él sería rechazado por el pueblo hebreo, y por eso no podemos culpar al pueblo hebreo por los problemas que hubo y todas esas cosas que sucedieron, todo estaba en el Programa Divino para Dios darle a la humanidad un Sacrificio de Expiación por el pecado del ser humano.

Y gracias a Dios que eso ocurrió allá en la tierra de Israel que era el territorio donde se efectuaba el sacrificio de expiación por los pecados del pueblo, porque allá era donde estaba el templo y donde se tenían que efectuar los sacrificios establecidos por Dios, el sacrificio de la expiación por el pecado del ser humano.

Por lo tanto, en Jerusalén era el lugar donde el Mesías Príncipe, como el Sacrificio de Expiación por el pecado, tenía que morir para quitar el pecado del mundo. Cuando Juan el Bautista lo vio, dijo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.”

Por lo tanto, tenía que efectuar una Expiación y por consiguiente tenía que morir como el Sacrificio de Expiación por el pecado como moría, como era sacrificado el macho cabrío de la expiación el día diez del mes séptimo de cada año, conforme a Levítico capítulo 23, versos 26 al 29.

Y por consiguiente Cristo estaba consciente de la misión para la cual Él había venido, por eso en el capítulo 10 de San Juan, Él dice:

“También tengo otras ovejas que no son de este redil ; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.”

Y dice Cristo hablándonos sobre ese tema, dice:

“Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.

Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.”

O sea, que ya Él venía con ese mandato divino para poner Su vida en Expiación por el pecado de Su pueblo, y por eso cuando estaba en la Cruz del Calvario mirando a Su pueblo, dice: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.” Allí mismo pidió perdón por el pueblo hebreo.

Y ahora, tenía que efectuarse ese Sacrificio de Expiación por el pecado, de otra manera toda la humanidad, no solamente el pueblo hebreo, sino toda la humanidad, tenía que morir en el día en que Cristo murió. Por eso Cristo dice, San Juan capítulo 12, verso 24:

“Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.”

O sea, muchos granos de trigo, muchos hijos e hijas de Dios, porque el grano de trigo que tenía que morir era Cristo, la simiente original de Dios, el Hijo de Dios, para reproducirse en muchos hijos e hijas de Dios.

Y ahora, era un Programa Divino de redención que tenía que llevarse a cabo allá en la primera venida del Señor. Él vino en el tiempo correcto, nació a través de una joven virgen descendiente del rey David, por lo tanto, era una princesa, aunque era pobre, pero la pobreza no le quita el título.

Y José, su padre adoptivo, era también un príncipe, un descendiente del rey David, por eso el problema con Jesús, el problema que tenían los líderes religiosos de aquel tiempo con Jesús era grande, porque Jesús era un miembro de la realeza, un descendiente del rey David y por lo tanto, un heredero al Trono de David, tenía todos los derechos para reclamar el Trono y Reino de David.

Por eso tenían mucho cuidado con Jesús, le tenían miedo también, le tenían respeto, no era cualquier persona Jesús, y más que todo, era el Ángel del Pacto vestido de carne humana, aunque no lo entendían así, pero eso fue lo que fue prometido para la venida del Señor, era la venida, el Verbo hecho carne, eso es lo que dice San Juan capítulo 1, verso 14:

“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”

Y el Verbo es nada menos que el Ángel del Pacto, en quien estaba, está y estará eternamente el Nombre eterno de Dios. Por eso dice Dios en el Éxodo, capítulo 23, hablando de este Ángel del Pacto y del Nombre que tiene el Ángel del Pacto, vean lo que dice en el capítulo 23 del Éxodo, verso 20 a 23:

“He aquí yo envío mi Angel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.

Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.”

El Ángel del Pacto es nada menos que la imagen del Dios viviente, el cuerpo angelical de Dios, es también llamado el Espíritu Santo, ese es el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto. Recuerden que un espíritu es un cuerpo de otra dimensión, de la dimensión de los espíritus, de los cuerpos espirituales, un cuerpo parecido a nuestro cuerpo, pero de otra dimensión.

Por eso el Ángel del Pacto o Ángel de Dios llamado Ángel, Yavé o de Yawé o de Jehová como en algunas traducciones está, es nada menos que la imagen del Dios viviente, y es el Ángel con el cual Jacob luchó toda una noche, y cuando ya rayaba el alba el Ángel le dice: “Suéltame, dejame, suéltame que raya el alba,” y Jacob le dice: “No te dejaré, no te soltaré hasta que me bendigas,” y entonces el Ángel le pregunta: “¿Cuál es tu nombre?” El Ángel sabía cuál era el nombre, pero Jacob tenía que hablar ese Nombre, y entonces Jacob le dice: “Pues Jacob, me llamo Jacob,” y el Ángel le dice: “No se llamará más tu nombre Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres y has vencido.”

Y ahora, Jacob luego cuando el Ángel se va, va saliendo el sol, le sale el sol mientras él va a salir, y sale y le llama por nombre al lugar ¿cómo? Peniel, que significa ¿qué? “Rostro de Dios”, porque dijo: “Vi a Dios cara a cara y fue librada mi alma,” ¿y cómo vio a Dios cara a cara si con quien luchó fue con el Ángel de Dios? Porque el Ángel es el cuerpo angelical de Dios, donde Dios habita y habitará eternamente.

Por eso todos los que veían a ese Ángel decían que habían hablado con Dios, que habían visto a Dios cara a cara, este fue el caso, el de Jacob en el capítulo 32, versos 24 al 32 del Génesis, y el caso de Manoa y la señora Manoa lo encontramos en el capítulo 13 del libro de los Jueces, y le aparece a la señora Manoa primero, le habla de que va ella a tener un niño, y le dice lo que va a ser ese niño, y le dice cómo debe criar a ese niño, y luego ella se lo cuenta a su esposo, y su esposo ora a Dios, eran hombres espirituales, personas espirituales, ora a Dios para que Dios envíe de nuevo a ese Ángel.

Miren qué confianza tenía este hombre: Manoa, ora a Dios para que Dios envíe de nuevo a ese Ángel para hablar con él, Dios lo envía, le aparece de nuevo a la esposa de Manoa, ella va enseguida, le avisa: “Ya el varón, el hombre que me apareció hace algunos días, apareció de nuevo” y busca a su esposo, se lo cuenta y viene Manoa con su esposa donde el Ángel reverentemente y le pregunta: “¿Eres tu aquel hombre, aquel varón que le apareciste a mi esposa y hablaste con ella acerca de un niño que va a tener?” Recuerden que ella era estéril, no tenía niños.

Y el Ángel le dice: “Sí, yo soy,” entonces Manoa le pregunta cómo debe ser criado el niño, entonces él le dice: “¿Cómo? Yo le dije a tu esposa, así debe criarse el niño,” y le repite cómo debe ser criado el niño, pero Manoa no sabe que ese es el Ángel de Dios, piensa que es algún Ángel enviado de Dios, pero no sabe que es el Ángel principal que es nada menos que el Ángel o cuerpo angelical donde Dios habita plenamente, y que es, pues es nada menos que Cristo en Su cuerpo angelical, donde Dios habita eternamente; el Ángel principal de todos.

Y ahora, él le dice: “¿Cuál es tu Nombre? Para que cuando se cumpla lo que tu has dicho, te honremos,” el Ángel le dice: “¿Por qué preguntas por mi Nombre el cual es Admirable?” en el capítulo 9 de Isaías hablando del niño que nacerá, dice que será Admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de Paz, y está hablando ahí del Mesías que ha de venir.

Y ahora, no le da a conocer el Nombre. En todos los tiempos, y yo no sé si en nuestro tiempo también hay personas que han deseado conocer el Nombre de Dios, si los hubo en el pasado, los hay en el presente, y sobre todo los creyentes en Dios.

Moisés quiso saber el Nombre de Dios y le fue revelado, era un Profeta dispensacional, y lo quiso saber Manoa, pero a Manoa no le fue concedido, ni tampoco a Jacob le fue concedido.

Y ahora, viene Manoa y le dice: “Permite que te preparemos un cabrito,” de seguro recordaba cuando Elohím con sus Arcángeles Gabriel y Miguel visitaron a Abraham en el capítulo 17 al 19 del Génesis, antes de la destrucción de Sodoma y Gomorra y comieron con Abraham.

Pero aquí en esta ocasión el Ángel le dice: “Yo no comeré de tu comida; aunque tu me invites, no comeré de tu comida, pero si tu quieres sacrificar, ofrendar, ofrécelo a Dios, o sea, ofrece un sacrificio, una ofrenda a Dios.”

Y así hizo Manoa, preparó el cabrito, lo puso en la peña y prendió el fuego, y mientras el fuego subía y el sacrificio era consumado o consumido, el Ángel subió en la llama de fuego, y Manoa dice: “Hemos visto a Dios,” no sabía que este era el Ángel de Dios, el Ángel del Pacto, le dice a su esposa: “Hemos de morir, porque hemos visto a Dios cara a cara, o sea, hemos hablado con Él, pensábamos que era un Ángel común y es nada menos que el mismo Dios en Su cuerpo angelical.” eso es el Ángel del Pacto, el cuerpo angelical de Dios, es la imagen visible del Dios viviente.

Y ahora, la esposa de Manoa le dice, usó la lógica, y le dice: “Pero no puedo morir, porque de otra manera Dios no nos estaría hablando, el Ángel no nos estaría diciendo que vamos a tener un niño.” Por lógica ya ella sabía que no iban a morir, y entonces se tranquiliza Manoa, es que la experiencia que estaban teniendo era muy grande, y es que la Escritura también dice que nadie ha visto jamás a Dios, y que no lo verá hombre y vivirá, eso se lo dijo Dios a Moisés. Eso está por el Éxodo capítulo 33, ahí debe estar, vamos a leerlo para que… para ver a Dios y no morir, tiene que ser que esté velado, vestido del cuerpo angelical, y cuando se viste también de carne, también se está viendo a Dios.

Recuerden a Jesús diciendo: “El que me ha visto a mi, ha visto al Padre,” porque estaban viendo la semejanza física de Dios. Es como cuando alguna persona dice: “Yo vi a tal persona en tal lugar,” pero ¿qué fue lo que vio? Su cuerpo físico, pero no vio a la persona, lo que vio fue la casa o velo de carne donde habita esa persona, porque la persona es alma viviente. Y no nos podemos ver el alma, no nos podemos ver, pero podemos ver el velo de carne donde habitamos.

Y ahora, las personas que estaban viendo a Jesús, estaban viendo a Dios cara a cara en Su velo de carne, pero no estaban viendo el cuerpo angelical de Dios, y mucho menos a Dios, que es alma viviente.

Y ahora, Manoa ya se tranquiliza cuando su esposa lo anima: “No podemos morir, hemos de tener un niño como fue dicho,” y ese niño ¿quién fue? Sansón, el hombre más fuerte del cual habla la Biblia, y no quiero decir que fuera un hombre alto, sino que era que cuando el Espíritu de Dios venía sobre él, el poder de Dios se manifestaba a través de Sansón, y para Dios no hay ninguna cosa imposible.

En una ciudad tomó las puertas de la ciudad que eran. ¿de bronce eran? Muy pesadas, las tomó, las cargó y las subió a una montaña: “Aquí están,” dejó la ciudad sin puertas, sin protección. O sea, que todo el pueblo, todo el ejército le temía a un hombre.

En otra ocasión agarró una quijada ¿de qué? De un mulo, de burro, ¿y mató cuántos? Mil soldados que tenían los cascos estos de bronce, pero él los tocaba con algo tan sencillo, pero el poder de Dios estaba detrás de eso. Así que vamos a decir, que cuando los tocaba era una descarga de alta tensión del poder de Dios.

Y ahora, encontramos que ese Dios que se ha manifestado en Su cuerpo angelical, fue el mismo que estaba prometido en Malaquías, capítulo 3. Recuerden que en ese Ángel estaba el Nombre de Dios, lo leísmo y por eso dice: “No le seas rebelde porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi Nombre está en él,” era el Angel que los libertó en la tierra allá de Egipto, los libertó de la esclavitud y los llevaba rumbo a la tierra prometida, y estaba velándose temporalmente en Moisés y a través de Moisés obrando, hablando, y así hizo a través de todos los diferentes Profetas a través de los cuales habló.

Por eso es que dice Zacarías también, antes de pasar a Malaquías, Zacarías capítulo 7, un pasaje que ya conocemos bastante bien, porque lo hemos leído muchas veces, Zacarías, capítulo 7, versos 11 en adelante dice:

“Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;

y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.”

Y ahora, Dios hablaba por medio de Su Espíritu que es Su cuerpo angelical llamado el Ángel del Pacto, hablaba por medio de Su Espíritu a través de los Profetas. O sea, que Dios en Su cuerpo angelical se manifestaba en y a través de Sus Profetas, hablaba a través de ellos y eso era la Palabra de Dios para el pueblo. Cuando Dios por medio de Sus Profetas hablaba al pueblo, eso era la Palabra de Dios, los pensamientos divinos expresados al pueblo.

Y ahora, era nada menos que el Ángel del Pacto en quien estaba Dios, usando un velo de carne temporero y después se creó uno de carne en el vientre de una virgen llamada María, la primera mujer que tiene un niño, que concibe y tiene un niño sin intervención humana.

Veamos en Malaquías capítulo 3 quién es realmente el Mesías, capítulo 3, verso 1 dice:

“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí…”

Todos sabemos que ese fue Juan el Bautista, el precursor de la Primera Venida de Cristo. Cristo lo identificó en San Mateo capítulo 11, versos 11 en adelante, y en San Mateo capítulo 17, versos 10 al 13. Dijo de él: “Él es aquel del cual está escrito: he aquí yo envío mi Mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino.”

Y ahora, aquí continúa diciendo Malaquías, el capítulo 3, verso 1 continúa diciendo:

“Y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.”

¿Quién vendría? El Señor, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Eterno, el Padre, al cual el pueblo hebreo buscaba, y el Ángel del Pacto, el cuerpo angelical de Dios que es llamado también el Espíritu Santo. Vendría, y eso sería ¿qué? La venida del Mesías, ¿cómo vendría? Vendría vestido de carne humana, y vino vestido de carne humana en la persona de Jesús.

Por eso Jesucristo es la persona más grande, más importante que ha pisado este planeta Tierra, es el velo de carne en el cual Dios se hizo hombre, se hizo igual o uno como los seres humanos, visitando la raza humana. Dice San Pablo en Primera de Timoteo capítulo 3, verso 16: “Grande es el misterio de la piedad, Dios fue manifestado en carne.” Eso concuerda con las palabras del Profeta Isaías, cuando dice en el capítulo 7, verso 14:

“He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo (un niño), y llamará su nombre Emanuel.” Lo cual traducido quiere decir, significa ¿qué? “Dios con nosotros.”

Y ahora encontramos que una virgen, una joven, sería la portadora de la simiente divina, eso estaba prometido también en Génesis capítulo 3, verso 15, cuando dice de la simiente de la mujer, la simiente de la mujer, dice que herirá en la cabeza a la serpiente, al diablo.

Y ahora, encontramos que la que cargaría esa simiente sería una mujer, pues siempre ha sido una mujer la que carga la simiente, carga la simiente de su esposo y la carga por unos nueve meses normalmente y da a luz, y nace una simiente de su esposo. ¿Ven? La mujer es la portadora de la simiente.

Y ahora, la simiente de Dios ahora vendría en el vientre de una virgen, Dios colocaría ahí Su simiente, el Espíritu Santo haría sombra sobre la virgen María y concebiría y entonces daría a luz al tiempo asignado, un bebé, el cual sería el Hijo de Dios, el cual sería el velo de carne en el cual Dios habitaría en toda Su plenitud.

Y ahora, encontramos que Jesucristo es la persona más importante que ha pisado este planeta Tierra, ya ese cuerpo físico fue puesto en Expiación por el pecado de Su pueblo, fue puesto en Expiación por el pecado de todos los hijos de Dios, de todos los escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, fue puesto en Expiación por el pecado del ser humano.

Y ahora, todo ser humano desde hace unos dos mil años, desde la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario, todos los seres humanos han tenido un Sacrificio de Expiación por el pecado, para que todos recurran a Él y obtengan el perdón de sus pecados, sean limpios con la Sangre de Cristo, la Sangre de ese Sacrificio en la Cruz del Calvario derramada y sean reconciliados con Dios.

Vean, tan sencillo el programa de la redención para el ser humano, lo cual fue tipificado en medio del pueblo hebreo con los sacrificios que el pueblo hebreo llevaba a cabo. Pero en Cristo todos los sacrificios tuvieron su cumplimiento. Los sacrificios del Antiguo Testamento eran el tipo y figura del Sacrificio que el Mesías efectuaría, el cual lo efectuó en la Cruz del Calvario.

Y ahora, viendo que la venida del Mesías es nada menos que la venida del Verbo hecho carne conforme a San Juan capítulo 1, versos 1 en adelante donde dice:

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Este era en el principio con Dios.

 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.

Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.

Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz.”

Vamos a leerlo aquí esta parte para que la tengan tal y como está escrita:

“La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.

 Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan (verso 6).

Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él.

No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.

Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.”

¿Y cómo venía? En carne humana, vestido de un velo de carne, venía como un hombre que aparece, que nace en esta Tierra:

“En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.”

Estando el Verbo que es el cuerpo angelical en el cual moraba y mora y morará eternamente Dios, Dios creó los Cielos y la Tierra por medio del Verbo, por medio de ese cuerpo angelical, por medio de Cristo en Su cuerpo angelical:

“En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.

A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron (o sea, el pueblo hebreo).

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;

los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”

O sea, que no se nace como hijo o hija de Dios por medio del nacimiento a través de un hombre y de una mujer, sino que es el nuevo nacimiento que la persona obtiene al creer en Cristo recibiéndolo como su salvador, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en la persona el nuevo nacimiento.

“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo.”

Y nació después de Juan y vino en el ministerio después de Juan, y Juan dice: “Era primero que yo:

“Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.

Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.

A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.”

Y ahora, a través de la historia bíblica desde el Génesis, encontramos que a Dios nadie le vio jamás, pero, ¿y qué de estas personas como Jacob, como Abraham también y como Manoa y otros más, dan testimonio de que vieron a Dios cara a cara? Lo que vieron fue el cuerpo angelical de Dios en donde estaba Dios y a través del cual Dios hablaba, y Dios se comunicaba con todos esos hombres de Dios a través de Su cuerpo angelical, así como nos comunicamos nosotros que somos almas vivientes, nos comunicamos el uno con el otro a través de nuestro cuerpo físico hablándonos los unos a los otros.

Y ahora, encontramos que aquí dice la Escritura que a Dios nadie le vio jamás, pero eso no contradice las palabras que dice Jacob que vio a Dios cara a cara y que Manoa también dice que vio a Dios y otros Profetas dicen que vieron a Dios cuando vieron el Ángel de Dios, pero cuando especifican algunos que se encontraron con el Ángel de Dios, entonces ya uno tiene que entender que fue que vieron a Dios viniendo con Su cuerpo angelical y habló con ellos, tan sencillo como eso.

Y siendo que ese es el Ángel del Pacto, a través de ese Ángel fue que Dios estableció el pacto con el pueblo hebreo en el Monte Sinaí, y para establecer un nuevo Pacto, pues tiene que venir Dios en y con Su Ángel, el cuerpo angelical, pero ahora vendrá en un cuerpo velado Dios con Su cuerpo angelical dentro de un cuerpo de carne, el cual fue Jesús. Tan sencillo como eso fue la Primera Venida del Señor, fue la venida del Verbo hecho carne, o sea, vestido de un cuerpo de carne, pero allí estaba Dios el Padre y estaba el Ángel del Pacto, el Espíritu Santo.

Por eso Jesucristo decía que no hacía nada de sí mismo, decía: “El Padre que mora en mi, Él hace las obras,” y decía: “El Padre mayor es que yo,” por eso Él decía, hablando de las ovejas que el Padre le dio, decía: “Mis ovejas oyen mi Voz y yo las conozco y me siguen, y yo les doy Vida eterna, y no perecerán jamás. Mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre,” San Juan capítulo 10, versos 27 al 30, y también dice: “Mi Padre y yo, el Padre y yo una cosa somos, uno somos.”

Y ahora, también Él decía: “El Espíritu del Señor está sobre mi, por cuanto me ha ungido,” ¿ven? El Ángel del Pacto estaba en Él, que es el Espíritu Santo, y estaba el Padre, Dios el Padre, por lo tanto, ahí está la plenitud de Dios, en Jesús habitó la plenitud de la Divinidad, esto es: Padre, Hijo y Espíritu Santo, tan sencillo como eso.

En usted o en su cuerpo de carne habita alma suya, espíritu suyo, cuerpo espiritual y habita en un velo de carne, o sea, que ahí está la plenitud humana, y cuando estemos con el cuerpo nuevo, pues ya será mejor, porque ya será un cuerpo adoptado, un cuerpo glorificado y eterno.

Y ahora, hemos visto quién es Jesucristo, hemos visto este misterio de la Primera Venida de Cristo, la venida del Verbo hecho carne, y ahora para el tiempo final se nos promete en Apocalipsis capítulo 19 que vendrá un Jinete en un Caballo Blanco y con Él un ejército poderoso, esos son los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo, los cuales van a ser resucitados en cuerpos eternos, y los vivos van a ser transformados y todos tendrán cuerpos glorificados, cuerpos eternos, como el cuerpo glorificado del Señor Jesucristo.

Y ahora, este Jinete que viene en un Caballo Blanco está descrito como una persona que es llamada… dice:

“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea (si juzga y pelea, viene como Juez).

Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo (por lo tanto, no es el nombre de la primera venida).

Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS.”

Y Su Nombre es el Verbo de Dios.

Y ahora, el Verbo volverá en el Día Postrero y eso será la venida del Jinete del Caballo Blanco de Apocalipsis 19, la venida del Señor, el reverendo William Branham hablando de ese Jinete en el Caballo Blanco dice, en la página 256 del libro de “Los Sellos:”

“Pero cuando nuestro Señor aparezca sobre la tierra, El vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel — la Palabra de Dios encarnada en un hombre.”

Eso fue lo que precursó el precursor de la Segunda Venida de Cristo, por lo tanto, eso es lo que va a traer cumplimiento y dice que viene, que tiene un Nombre que ninguno entiende, que ninguno conoce, sino Él mismo, Él es el que lo entiende, y dice que Su Nombre es el Verbo de Dios; por lo tanto… (y Verbo no es nombre), por lo tanto, será el cumplimiento de lo que Dios prometió. Dice:

“Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos (esa es la Iglesia, los creyentes en Cristo que resucitarán en cuerpos glorificados. Dice).

De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones (esa espada es la Palabra), y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.

Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.”

Porque viene como Rey de reyes y Señor de señores. Y como Rey de reyes y Señor de señores tiene un Nombre que ninguno entiende, que ninguno conoce, sino Él mismo, y ese será el Nombre con el cual Él va a reinar en ese glorioso Reino mesiánico, Reino de David que será restaurado.

En Apocalipsis nos habla también en otros lugares, por ejemplo, en el capítulo 2 y 3 del libro del Apocalipsis, nos dice capítulo 2, verso 17 del Apocalipsis, dice:

“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.”

Así que ese Nombre es muy importante, en Apocalipsis, capítulo 2, verso 28 dice que al que venciere Cristo le dará la estrella de la mañana, y en Apocalipsis capítulo 22, verso 16 dice: “Yo Jesús…” vamos a ver cómo lo dice: “Yo Jesús he enviado mi Ángel” dice ahí, pero vamos a leerlo tal y como está:

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.”

Y ahora, la estrella que le va a dar, ¿qué es? Cristo dice que Él es la estrella, o sea, que va a recibir a Cristo, va a recibir la venida del Señor, la venida del Ángel Fuerte que desciende del Cielo en Apocalipsis 10, y va Cristo a usarlo como el velo de carne que Él y en el cual Él se manifestará en el Día Postrero, pues Su cuerpo físico, que fue crucificado, resucitó glorificado y está en el Trono de Dios.

Pero ahora Él va a manifestarse como ha hecho a través de los diferentes mensajeros de las diferentes edades, se va a manifestar en el Día Postrero y va a tener un instrumento para el tiempo final.

Y ahora vean, las promesas que hay aquí, le va a dar una piedrecita blanca, es como también la promesa: “Le daré la estrella de la mañana,” no es que le va a dar el planeta Venus, que es lo que llamamos la estrella de la mañana, sino que va a recibir a Cristo en el Día Postrero, al Ángel Fuerte que desciende del Cielo en Apocalipsis capítulo 10, y va a tener en él el Sello del Dios vivo que es el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto en él manifestándose y cumpliendo lo que tiene que ser hecho una realidad en el Día Postrero.

También dice… vimos que en Apocalipsis 19 dice que sale una espada aguda de su boca para herir con ella a las naciones y las regirá con vara de hierro. Pero ahora vean aquí en el capítulo 2, verso 26 en adelante del libro del Apocalipsis, dice:

“Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones.”

Ninguno de los siete mensajeros de las siete edades de la Iglesia tuvo autoridad sobre todas las naciones, solamente habrá uno que tendrá autoridad sobre todas las naciones, y será el último mensajero que Cristo tenga en la Tierra en el Día Postrero:

“Y las regirá con vara de hierro (o sea, las gobernará, ah, entonces está hablando ¿de qué? De un Reino, porque el que tiene autoridad sobre todas las naciones en un imperio ¿quién es? El que está sentado en el trono), y serán quebrantadas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre;

y le daré la estrella de la mañana.

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”

Eso es lo que el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto dice para todas las Iglesias.

Y ahora, el Jinete del Caballo Blanco es el que tiene autoridad sobre todas las naciones y las regirá con vara de hierro, y ahora esa autoridad se la va a dar a un vencedor.

Por lo tanto, el Mensajero que viene en el Caballo Blanco de Apocalipsis, Cristo, el Ángel del Pacto, va a tener un instrumento en la Tierra a través del cual va a manifestar esa autoridad, ese poder. Y ahora, para completar el cuadro, veamos Apocalipsis capítulo 3, verso 12 y después pasamos al verso 20 y 21, dice el verso 12 del capítulo 3 de Apocalipsis:

“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.”

Y ahora, va a escribir el Nombre de Dios, el Nombre de la Ciudad de nuestro Dios y el Nombre nuevo, y Su Nombre nuevo lo va a escribir sobre el vencedor, esa será la única forma en que se conocerá el Nombre del Señor en el Día Postrero, en donde se conocerá el Nombre de Dios, el Nombre de la Ciudad de nuestro Dios y el Nombre nuevo del Señor, y ese es el Nombre que va a ser usado para el Reino Milenial y para toda la eternidad.

Con ese Nombre es que Él reinará como Rey de reyes y Señor de señores, ese será el Nombre para esa segunda parte de Su venida. Con ese Nombre será que se gobernará desde el Trono de David, por eso vean ustedes, Apocalipsis capítulo 3, verso 20 al 21 que dice:

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo…”

Recuerden que en cada etapa o edad el mensajero abre la puerta de su edad, entra el Señor y se manifiesta y después se va el mensajero, se cierra la puerta de esa edad, y más adelante se abre la puerta de una nueva edad, y así también es con las dispensaciones, se abre la puerta de una dispensación y se comienza a entrar a esa nueva dispensación los que son llamados, que escuchan el mensaje de Dios para esa nueva dispensación.

Y ahora, veamos aquí luego de la séptima edad, la edad de laodicea, la cual tiene la puerta cerrada, con Cristo a la parte de afuera, porque Cristo dice: “Yo estoy a la puerta y llamo.” y ahora vean, dice:

“He aquí yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.”

Cuando usted habla de cena ¿de qué tiempo del día está hablando? De la tarde, y el sol se pone ¿por dónde? Por el Este. En el tiempo en que se pone el sol, en ese tiempo es el tiempo de la cena, no importa en qué momento se lleve a cabo de ahí en adelante, es el tiempo de la cena.

Y ahora, siendo que está ligado al Oeste, la Iglesia del Señor Jesucristo aquí, vean ustedes, va a tener la oportunidad, con el mensajero del Día Postrero, de disfrutar de esta cena que Cristo y de la cual Cristo está hablando.

La Iglesia del Señor Jesucristo ha venido de Este a Oeste, o sea, que ha venido del tiempo de la mañana por el Este, del tiempo del desayuno, pasando por el tiempo del almuerzo por Europa y llegando al tiempo de la tarde en el continente americano para la cena, esa cena que está prometida aquí, lo cual es una comida espiritual de la Palabra de Dios para el Día Postrero, y la cena, en la mayor parte de los hogares, es la comida más fuerte; el desayuno es más liviano y el almuerzo, como están trabajando la gente, no pueden comer mucho porque se dormirían en el trabajo. Ahora dice:

“Al que venciere (sigue diciendo), le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.”

En la misma forma en que Cristo venció. Ahora recuerden que Él dijo: “Yo he venido en Nombre de mi Padre,” San Juan capítulo 5, versos 43 al 45, y Él venció, obtuvo la victoria y se sentó con el Padre en Su Trono, así como dice Él:

“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.”

Él mismo lo dijo cuando estaba siendo juzgado y le preguntan: “Dinos si tu eres el Cristo o no, no nos turbes más el alma,” Cristo les dice: “Ya lo he dicho (y les dice), y desde ahora ustedes van a ver al Hijo del Hombre sentado a la diestra de la majestad en las alturas.”

O sea, que Él sabía, conocía el programa, y Él estaba trabajando en los negocios del Padre, llevando a cabo todo ese Programa Divino correspondiente a la Primera Venida del Señor.

Y ahora, en la misma forma, eso corre paralelo, en la misma forma que Cristo venció y se sentó con el Padre en el Trono celestial, que era el Trono que estaba ahí en disputa, porque el diablo quería sentarse allá en ese Trono, y entonces todo lo que Dios hiciera tenía que hacerlo a través del diablo, y por consiguiente el diablo tenía que usar a Judas Iscariote que era el instrumento que tenía.

Pero vean, las cosas no fueron de esa forma, fueron en la forma que Dios tenía planificada para llevar a cabo a través de Jesucristo, y Cristo obtuvo la victoria, resucitó glorificado, subió al Cielo y se sentó a la diestra de Dios, y luego dice a Sus discípulos: “Todo poder me es dado en el Cielo y en la Tierra.” Porque el Trono celestial de Dios tiene la autoridad, el poder sobre los Cielos y la Tierra, todo poder es dado en el Cielo y en la Tierra.

Por eso es que dice la Escritura que a Jesucristo están sujetas todas las cosas, las visibles y las invisibles, sean tronos, sean dominios, sean potestades, todo está sujeto a Él, pero ahora Él dice, vean, el planeta Tierra pertenece a Él, pues pertenece a todo el sistema planetario al cual y sobre el cual Cristo tiene autoridad, poder, Él es el Rey de reyes y Señor de señores, en el cual y a través del cual Dios está en el Cielo gobernando.

Pero así como lo hacía todo a través de Su cuerpo angelical, ahora tiene, no solamente Su cuerpo angelical, sino Su cuerpo físico también, y ahora Dios por medio de Su cuerpo angelical a través de Su cuerpo físico ha estado obrando, el cual está glorificado.

Y ahora, Cristo dice: “Así…” dice: “Así como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en Su Trono,” así es como Dios hizo con Jesús en el Cielo, en el Trono celestial, es que Cristo va a hacer con el vencedor:

“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.”

Habla de dos Tronos: el Trono de Cristo y el Trono del Padre, el Trono del Padre es el Trono celestial, y el Trono de Cristo es el Trono terrenal, el Trono de David de ese Reino terrenal que es el Reino terrenal de Dios con el Trono terrenal de Dios que es el Trono de David. Así que el Reino de David va a ser restaurado, el Trono de David va a ser restaurado y con Cristo se va a sentar, en ese Trono, el vencedor.

Ahora, el que se sentó con el Padre en el Trono, dijo: “Yo he venido en Nombre de mi Padre,” Él tenía el Nombre de Dios y en Él estaba el Ángel del Pacto.

Y ahora, para sentarse con Cristo en Su Trono terrenal, en el Trono de David, el vencedor vendrá, tendrá, porque Cristo escribirá sobre él el Nombre de nuestro Dios, el Nombre de la Ciudad de nuestro Dios y Su Nombre nuevo, tan sencillo como eso.

Ahí está el misterio de la venida del Señor con un Nombre nuevo, el Nombre nuevo ya podemos ver que estará manifestado en medio del pueblo de Dios, y el vencedor y sobre el vencedor Cristo lo va a escribir y ese será el que se va a sentar con Cristo en Su Trono, porque si tiene que tener el Nombre del que lo va a sentar con Él en Su Trono, y va a ser el segundo en el Reino Milenial del Señor, vamos a decir el Virrey como dirían, o el administrador o es el siervo fiel y prudente al cual su Señor pondrá sobre todos sus bienes así como el faraón puso a José sobre todos sus bienes y colocó el anillo en su mano, y en el anillo, pues estaba el nombre del faraón, con el cual pues sellaba todas las cosas.

Aun le cambió el nombre a José por Zafnat-Panea, y alli en Egipto todo lo que se llevaba a cabo, era bajo las órdenes de José; José era el administrador, el virrey o primer ministro de ese reino, de ese imperio.

Así será el siervo fiel y prudente, el mayordomo fiel y prudente al cual su Señor pondrá sobre todos sus bienes, y ese será el Ángel del Señor Jesucristo. Recuerden que Él ha tenido diferentes mensajeros, ángeles mensajeros de edad en edad, pero entre todos los mensajeros Él tendrá uno sobre el cual escribirá Su Nombre nuevo y el Nombre de Dios, el Nombre de la Ciudad de nuestro Dios también y será al que Él sentará con Él en Su Trono. Todo es paralelo a lo que Dios el Padre hizo con Jesucristo, asimismo Cristo va a hacer con el vencedor, y ahí será, en esa manifestación será que el misterio del Nombre nuevo del Señor será abierto, será revelado a la Iglesia Novia del Señor Jesucristo que va a ser transformada y llevada con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

“LA VENIDA DEL SEÑOR CON UN NOMBRE NUEVO.” ¿Vieron lo sencillo que es todo? Es paralelo a como fue dos mil años atrás.

Ha sido para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de la venida del Señor y Su Nombre nuevo, la venida del Señor con un Nombre nuevo.

Que Dios les bendiga y les guarde y ya estaremos nuevamente reunidos dentro de algunos minutos, no sé cuánto: media hora o una hora o una hora y media ya estaremos en la próxima actividad en donde tendremos como tema bajo la serie: “LA VENIDA DEL SEÑOR Y SUS MISTERIOS,” tendremos como tema: “LA VENIDA DEL SEÑOR COMO EL SOL DE JUSTICIA.”

Eso es lo que dice Malaquías, capítulo 4, verso 2: “Mas a vosotros los que teméis mi Nombre, nacerá el sol de justicia y en sus alas traerá salvación.” Sobre ese tema estaremos hablando dentro de hora y media, ¿dónde? Aquí en este mismo lugar, en este mismo auditorio en donde esperamos grandes bendiciones de parte de Dios, esperamos que Él nos abra las Escrituras y nos abra estos misterios que están ligados a la venida del Señor para el Día Postrero, para este tiempo final en el cual nosotros estamos viviendo.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos los que están presentes y los que están en otras naciones, y que Dios continúe añadiendo a Su Iglesia los que han de ser salvos

Para los que están presentes y los que están en otras naciones, pueden venir a los Pies de Cristo los que no lo han hecho, y que Cristo les reciba en Su Reino y los bautice con Espíritu Santo y Fuego, luego que sean bautizados en agua en el Nombre del Señor. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Y ahora, dejo al misionero Miguel Bermúdez Marín que fue quien me pasó la parte a mi, para así terminar nuestra parte y ya tener un receso y luego continuar, regresar a este mismo lugar.

Ya que veo aquí sobre la gran Carpa-Catedral, aprecio y agradezco mucho el apoyo que le están dando al proyecto de la gran Carpa-Catedral, y también el apoyo que le están dando a la obra misionera y evangelística todos los ministros y todas las congregaciones unidos al misionero Miguel Bermúdez Marín. Y también aprecio y agradezco mucho el respaldo que le están dando a AMISRAEL.

Ya ustedes han visto el trabajo que está haciendo AMISRAEL, y han visto que es un trabajo efectivo, también ya estaremos en la conferencia: “Jerusalén 2010,” en el mes de junio donde nos veremos allá todos los que han de estar allá en donde esperamos éxito en esa conferencia “Jerusalén 2010.”

Continúen pasando todos una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto. Con nosotros nuevamente el misionero Miguel Bermúdez Marín.

“LA VENIDA DEL SEÑOR CON UN NOMBRE NUEVO.”

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