Muy buenos días, amables amigos y hermanos y ministros presentes y también los que están en diferentes naciones; que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes. Un saludo muy especial al misionero, doctor Miguel Bermúdez Marín, y también al doctor Salomón Cunha y la doctora Kélita Machado que se encuentran en Jerusalén: Dios te bendiga Kélita y a ti también Salomón allá en Jerusalén; y también a ti Miguel allá donde te encuentras, allá en un país de la América Latina.
Aprecio y agradezco mucho el respaldo que le están dando al proyecto de La Gran Carpa-Catedral en Puerto Rico, y también el respaldo que le están dando a la obra misionera y evangelística los ministros con sus congregaciones, junto al misionero Miguel Bermúdez Marín; y también el respaldo que le están dando a AMISRAEL. Que Dios les bendiga por todo lo que están haciendo y les use grandemente en Su Obra en este tiempo final, y les prospere espiritualmente y materialmente abundantemente en este tiempo en el cual nosotros estamos viviendo. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Para esta ocasión leemos en Segunda de Pedro, capítulo 1, versos 16 al 21, donde dice:
“Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad.
Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia.
Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo.
Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones;
entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada,
porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “LAS PROFECÍAS DEL DÍA POSTRERO.”
Las profecías de parte de Dios contenidas en la Santa Biblia, la Sagrada Escritura, son dadas de parte de Dios por medio de Su Espíritu Santo a través de los diferentes profetas que Dios ha enviado a la tierra en medio de Su pueblo, tanto en el Antiguo Testamento como también en el Nuevo Testamento. Para tener un cuadro claro de cómo Dios habla, leemos Zacarías, capítulo 7, versos 11 al 12, donde dice:
“Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;
y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.”
Aquí podemos ver cómo es que Dios le habla a la familia humana, cómo es que Dios le habla al pueblo hebreo y también al Cristianismo y a todos los seres humanos: Dios habla por medio de Su Espíritu que es el Ángel del Pacto, el Ángel que le apareció al profeta Moisés y le dijo: “Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob.” (Capítulo 3 del libro del Éxodo).
Y ahora, este Ángel del Pacto es el Espíritu Santo, pues un espíritu es un cuerpo de otra dimensión; y por eso en el capítulo 9 de Ezequiel el varón vestido de blanco, el cual tiene un tintero de escribano en Su cintura y viene para sellar a los que gimen y claman a Dios, es el Espíritu Santo; por eso es que en diferentes ocasiones en que aparecía ese Ángel, el Ángel de Dios, en forma de luz o en forma de hombre, es dicho por los que lo vieron, que vieron a Dios cara a cara; porque ese es el Cuerpo angelical de Dios, es la imagen del Dios viviente.
La imagen del ser humano es el espíritu del ser humano, y la imagen de Dios es el Espíritu Santo, el Espíritu Santo que es el Ángel del Pacto, el cual libertó al pueblo hebreo por medio del profeta Moisés el cual descendió como había sido prometido a Abraham en el capítulo 15 del Génesis, para libertar a la descendencia de Abraham. Ese Ángel tiene el Nombre de Dios conforme a las Palabras que habla Dios, y Moisés las transmite al pueblo hebreo en el capítulo 23, versos 20 al 23 del Éxodo, donde dice:
“He aquí yo envío mi Angel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.
Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.”
El Nombre de Dios está en el Ángel de Dios, el Ángel del Pacto y por esa causa cuando en el capítulo 3 del Éxodo, versos 13 al 16, Moisés le pregunta a Dios:
“He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?”
Y ahí entonces Dios por medio de Su Ángel le habla a Moisés y le da Su Nombre. La traducción al español ha sido:
“…YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.”
Son cuatro letras, cuatro consonantes; cuando vamos ya al original… y era impronunciable, Moisés escuchó la pronunciación, él supo cómo se pronunciaba; los judíos no pronuncian el Nombre de Dios, más bien dicen El Señor, o Elohim, y así por el estilo, o el Eterno.
Y ahora, encontramos que el Nombre de Dios está en el Ángel de Dios, y el Ángel del Dios es el Cuerpo angelical de Dios; como el nombre suyo se lo colocaron al cuerpo suyo cuando usted nació y fueron a registrar el nacimiento suyo, y ahora usted tiene un acta de nacimiento que dice que usted nació en tal fecha a tal hora, en tal lugar y correspondiente a tal país; pero ese es el acta de nacimiento de su cuerpo físico, no tiene el acta de nacimiento de su espíritu o de su alma en el registro del país donde su cuerpo físico nació.
Pero todos los creyentes en Cristo tienen sus nombres escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero; y por eso dice el apóstol Pablo en Filipenses, capítulo 13, versos 20 al 21:
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”
Él va a transformar a todos los creyentes en Él que estén en el Día Postrero, para que sean semejantes, tengan la semejanza física de Jesucristo, tengan esa semejanza física glorificada que Él tiene: un cuerpo glorificado.
Y ahora, la semejanza física de Dios es el cuerpo de Jesús, el cuerpo físico que murió y luego encontramos que resucitó Cristo glorificado, y ese cuerpo es la semejanza física de Dios, pero la imagen es el cuerpo angelical llamado el Ángel del Pacto o Ángel de Dios; es importante conocer estas cosas para saber de dónde vienen estas profecías divinas las cuales se cumplen cada una en el tiempo correspondiente.
Y ahora, veamos cómo Dios nos dice allá en Isaías, capítulo 46, dice en el verso 9 al 10, dice:
“Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí,
que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero.”
Y ahora, vean cómo Dios habla, Él dice que Él anuncia desde la antigüedad las cosas que han de acontecer. En el capítulo 41 también, versos 21 en adelante hasta el 26 de Isaías, dice:
“Alegad por vuestra causa, dice Jehová; presentad vuestras pruebas, dice el Rey de Jacob.
Traigan, anúnciennos lo que ha de venir; dígannos lo que ha pasado desde el principio, y pondremos nuestro corazón en ello; sepamos también su postrimería, y hacednos entender lo que ha de venir.
Dadnos nuevas de lo que ha de ser después, para que sepamos que vosotros sois dioses; o a lo menos haced bien, o mal, para que tengamos qué contar, y juntamente nos maravillemos.
He aquí que vosotros sois nada, y vuestras obras vanidad; abominación es el que os escogió.
Del norte levanté a uno, y vendrá; del nacimiento del sol invocará mi nombre; y pisoteará príncipes como lodo, y como pisa el barro el alfarero.
¿Quién lo anunció desde el principio, para que sepamos; o de tiempo atrás, y diremos: Es justo?
Cierto, no hay quien anuncie; sí, no hay quien enseñe; ciertamente no hay quien oiga vuestras palabras.
Yo soy el primero que he enseñado estas cosas a Sion, y a Jerusalén daré un mensajero de alegres nuevas.
Miré, y no había ninguno; y pregunté de estas cosas, y ningún consejero hubo; les pregunté, y no respondieron palabra.”
Y ahora, el único que conoce desde el principio las cosas que han de suceder, es Dios, y Él es el que ha profetizado de las cosas que han de venir a la raza humana en este planeta Tierra; y por consiguiente la Palabra de Dios que nos da a conocer las cosas que han de suceder, es la Palabra profética. Esas son las profecías bíblicas contenidas en las Sagradas Escrituras.
Y dice el apóstol Pedro en la lectura que tuvimos:
“Tenemos también la palabra profética más segura a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro…” Porque todas las cosas que han de suceder, están aquí en la Escritura.
Dios anuncia por medio de Sus profetas las cosas que acontecerán, y esa es la Palabra profética para todos los seres humanos; y Pedro dice: “Y hacemos bien en estar atentos,” y nos muestra que es:
“…como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones.”
En el Antiguo Testamento hemos visto cómo Dios hablaba a Su pueblo, y el mismo apóstol Pablo en Hebreos, capítulo 1, versos 1 al 13, nos dice:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas.”
¿Cómo habló Dios? Por medio de los profetas, así le hablaba al pueblo hebreo:
“…en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo (o sea, por Jesucristo) a quien constituyó heredero de todo (¿quién es el heredero de toda la creación? Jesucristo) y por quien asimismo hizo el universo.”
La ciencia se pregunta cómo vino a existencia el Universo, pues aquí está: “Por quien asimismo hizo el universo,” por medio de Cristo; y en Colosenses capítulo 1, versos 12 en adelante también nos habla que en Cristo Dios creó todas las cosas.
¿Y cómo es posible que Dios cree en una persona todas las cosas? Sencillo: usted toma un grano de trigo y si usted sabe, conoce la ley de la reproducción, usted dice: “Aquí hay una planta de trigo con muchos granos de trigo;” y un ignorante que no conoce la ley de la reproducción le dice a usted: “Tú estás loco porque yo no veo nada,” pero el que entiende, “los entendidos entenderán,” el que entiende esas cosas de la ley de la reproducción dice: “Tú no entiendes estas cosas, pero yo las entiendo,” lo siembra ese grano de trigo y nace la planta de trigo, y le dice: “¿Ves? Yo te dije que aquí en ese granito de trigo estaba una planta de trigo, ahí tienes la planta de trigo,” y la otra persona le puede decir: “Pero dijiste que también tenía muchos granos de trigo,” “esperate un tiempito.”
Sigue creciendo la plantita y cuando llega el tiempo de producir los granos de trigo, ahí aparecen, llega el tiempo en que madura el trigo, y el agricultor le puede decir a la persona: “Ven ahora para que veas los granos de trigo,” y le saca uno y le dice: “¿Ves? Aquí están.” Es que Dios así ha hecho las cosas.
Y ahora, encontramos que Cristo se tipifica, se representa en el grano de trigo, y también a todos los hijos e hijas de Dios, los hijos del Reino los representa en el trigo (en la parábola del trigo y la cizaña), y a los malos, pues los representa en la cizaña. Ese capítulo 13, versos 30 al 43 de San Mateo nos habla de esas cosas.
Ahora, Cristo como el grano de trigo dice en San Juan, capítulo 12, verso 24:
“Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.”
Y Cristo está hablando de sí mismo como el grano de trigo, si Él no moría, quedaba solo en el planeta Tierra, todavía estaría caminando por el planeta Tierra pero sin tener con quién hablar porque quedaría solo, Él mismo lo dijo:
“Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo.”
¿Y le gustaría a usted vivir en un planeta solito sin tener con quién hablar? No le gustaría porque el ser humano fue creado a imagen y semejanza de Dios para tener compañerismo con las demás personas, y Dios para tener compañerismo con Sus hijos, ha traído a existencia a Sus hijos, Él es un Padre de familia. Así lo presenta Cristo en diferentes parábolas.
Y ahora, Cristo siendo el grano de trigo, murió en la Cruz del Calvario, fue sepultado, resucitó glorificado, y luego en el Día de Pentecostés nació la planta de trigo, la Iglesia del Señor Jesucristo por medio del Espíritu Santo, la Vida del grano de trigo.
Y a través de la Iglesia han venido los granos de trigo que son todos los creyentes en Cristo, es la reproducción del grano de trigo en muchos granos de trigo, muchos hijos e hijas de Dios iguales al Señor Jesucristo el Hijo de Dios.
Los creyentes están pasando por un proceso divino en donde primero obtienen la redención espiritual del alma, obtienen el nuevo nacimiento, entran al Reino de Dios y luego en el Día Postrero recibiremos la redención del cuerpo, que es para los vivos creyentes en Cristo en la tierra la transformación del cuerpo físico, el cuerpo glorificado y eterno y joven para toda la eternidad; y para los que ya murieron siendo creyentes en Cristo, pues la resurrección en Cuerpo eterno, inmortal, glorificado y joven para toda la eternidad, igual al Cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. Ese es el Programa Divino en la creación de una nueva raza, que es la reproducción de Cristo, del Hijo de Dios en muchos hijos e hijas de Dios.
En las profecías del Antiguo Testamento está anunciado que el Mesías vendría y moriría en el tiempo de la semana número setenta, o sea, después de las sesenta y nueve semanas proféticas de años de Daniel, capítulo 9.
Y ahora, en el Programa Divino ha estado llevándose a cabo la creación de una nueva raza con Vida eterna, y esa es la Iglesia del Señor Jesucristo con todos los creyentes en Cristo que la forman.
Y ahora, así como se han cumplido las profecías que ya estaban señaladas para los días de Juan el Bautista, de Jesús, de los apóstoles y de los diferentes mensajeros de la Iglesia en diferentes etapas de la Iglesia, las profecías correspondientes al Día Postrero, también se cumplirán.
Para comprender las profecías del Día Postrero, pues tenemos que saber cuál es el Día Postrero o qué es el Día Postrero. En la lectura que tuvimos de Hebreos, capítulo 1, verso 1 al 3, dice:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo…”
O sea, por Jesucristo, y dice: “En estos postreros días,” o sea, que ya en los días de Jesús habían comenzado los días postreros; y Pedro el Día de Pentecostés en el capítulo 2 del libro de los Hechos, versos 14 en adelante dice que Joel dijo que Dios derramará de Su Espíritu sobre toda carne en los días postreros, y allí estaba derramando de Su Espíritu Santo sobre ciento veinte personas creyentes en Cristo, y después sobre tres mil personas que recibieron a Cristo como Salvador cuando San Pedro predicó.
Los días postreros comenzaron en el tiempo de Jesús cuando tenía de 3 a 7 años de edad. ¿Qué son entonces los días postreros? Dice Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8 y el Salmo 90, verso 4, que un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día; o sea, un día delante del Señor para los seres humanos son mil años, y mil años de los seres humanos es un día delante del Señor.
Y ahora, cuando nos habla de los días postreros, para los seres humanos son los milenios postreros; así como la semana tiene siete días, y los tres días postreros de la semana son: jueves el quinto día, viernes el sexto día y sábado el séptimo día; y el sábado, el séptimo día es el último, el Día Postrero de la semana.
Y los días postreros delante de Dios para los seres humanos son milenios postreros, los tres milenios postreros son el quinto milenio, el sexto milenio y el séptimo milenio. En los días de Jesús comenzó el quinto milenio cuando Él tenía de 3 a 7 años de edad, y por esa causa dice San Pablo y San Pedro que aquellos ya eran los días postreros, y por eso desde el tiempo de los apóstoles se ha estado predicando que se está en los días postreros.
Ahora, de esos tres días postreros, de esos tres milenios postreros que son el quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio de Adán hacia acá, de Cristo hacia acá, pues son el primero milenio en los días de Jesús, primer milenio de los milenios postreros, o sea, de los días postreros; y segundo milenio de Cristo hacia acá y tercer milenio de Cristo hacia acá.
Conforme al calendario gregoriano ya estamos en el tercer milenio de Cristo hacia acá, estamos ya diez años dentro del tercer milenio de Cristo hacia acá; y de Adán hacia acá, pues ya estamos dentro del séptimo milenio.
Y así como el día sábado que es el séptimo día de la semana, es el Día Postrero de la semana, el séptimo milenio de Adán hacia acá es el Día Postrero delante de Dios, que para los seres humanos es el milenio postrero, el séptimo milenio, y así como para el pueblo hebreo y todos los que observan el séptimo día de la semana, el sábado, para dedicarlo a ir a la iglesia o a la sinagoga, también el séptimo milenio de Adán hacia acá es el Día del Señor.
Cristo dijo que el Hijo del Hombre es Señor del sábado; es en el Día Postrero, el séptimo milenio que Cristo ha prometido traer unas bendiciones muy grandes para los creyentes en Él, y esas son profecías para el Día Postrero. Veamos San Juan, capítulo 6, versos 39 al 40 dice Cristo:
“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.
Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”
Ahora vean cómo Cristo también habla del Día Postrero y dice que Él va a resucitar a todos los creyentes en Él en el Día Postrero. Si la persona no entiende lo que es el Día Postrero, nunca entenderá el misterio del Día Postrero y de las profecías señaladas para ser cumplidas en el Día Postrero.
Ahora, hemos visto que la resurrección para los creyentes en Cristo que han muerto físicamente, es para el Día Postrero; ahí tenemos una profecía grande para el Día Postrero. También en el mismo capítulo 6, verso… vamos a ver otro, verso 44 dice:
“Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.”
El mismo capítulo 6 nuevamente, tenemos aquí otra profecía en el capítulo 6, verso 54 dice:
“El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”
Y ahora, hubo una creyente en Cristo que tenía una hermana llamada María y un hermano llamado Lázaro, lugar y en el hogar de ellos iba Jesús con Sus discípulos, le preparaban comida, le arreglaban la ropa, dormía en ese lugar y así por el estilo, lo trataban muy bien a Él y a Sus discípulos, y ellos también eran discípulos del Señor Jesucristo, creyentes en Cristo.
Y estando Jesús por otro territorio, se enfermó Lázaro el amigo de Jesús y hermano de Marta y María, y le mandaron aviso a Jesús y Jesús no fue; se detuvo Jesús donde estaba teniendo actividades y luego un día le dice a Sus discípulos: “Lázaro nuestro amigo, duerme.” Y los discípulos le dicen a Jesús, los apóstoles: “Si duerme, estará bien, estará mejor, estará bien,” pero ellos pensaban que estaba Jesús hablando del sueño que tomamos en la noche, y como no comprendieron entonces les dice: “Lázaro nuestro amigo, ha muerto, y voy a despertarle, voy a levantarlo.”
Y cuando fue en el capítulo 11 de San Juan, verso 21 en adelante dice:
“Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.
Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.
Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.
Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.”
Marta dos mil años atrás sabía que la resurrección es para el Día Postrero, Jesús enseñaba que Él resucitará a todos los creyentes en Él en el Día Postrero, a los que hayan muerto. Habrá un grupo de creyentes en Cristo en el Día Postrero que no verá muerte, sino que serán transformados.
Ahora vean que esta enseñanza de la resurrección para el Día Postrero, viene desde tiempo antiguo, y Jesús era un maestro claro en la enseñanza de la resurrección para el Día Postrero, y no solamente eso, sino que Él dice que Él es el que va a resucitar a todos los creyentes en Él en el Día Postrero.
O sea, siendo el Día Postrero delante de Dios, para los seres humanos es el milenio postrero, el séptimo milenio al cual ya hemos entrado y tenemos ya unos diez años dentro del séptimo milenio, conforme al calendario gregoriano, no sabemos en qué año del séptimo milenio ha de ocurrir la resurrección de los muertos en Cristo, pero tenemos que estar esperando la Venida del Señor, y la resurrección con los que Él resucitará, porque Él vendrá con los santos creyentes en Él de tiempos antiguos y algunos de nuestro tiempo que han muerto, y los resucitará, y cuando los veamos, seremos transformados, tan sencillo como eso. Porque Él viene para transformar a los que estén vivos conforme a Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21.
En este tiempo en el cual la humanidad no ve estabilidad en el planeta Tierra a causa del calentamiento global, a causa de los problemas políticos y económicos, a causa de las guerras, de los volcanes, de los terremotos, de los tsunamis, maremotos y tsunamis, solamente hay una esperanza, y el Señor es la esperanza de Su pueblo.
La Venida del Señor para el Día Postrero es la única esperanza que hay para los seres humanos, y esa es la única esperanza que hay para los creyentes en Cristo. Los problemas en el planeta Tierra en medio de la familia humana, continuarán aumentándose, no van a disminuir; el problema del calentamiento global produce otros problemas, los hielos polares se están derritiendo, y ese es un problema a causa del calentamiento global, y los mares van subiendo su nivel.
Otro problema porque al subir el nivel de los mares entonces las costas de los países serán afectadas y muchas costas de diferentes países van a desaparecer. El ser humano ha causado, vamos a decir para no ser tan duros, el 50 por ciento de los problemas del medio ambiente, pero ese 50 por ciento ha hecho mucho daño a la raza humana, porque miren, lo causan unas personas y después las consecuencias las pagan los pobres casi siempre, pero también los ricos pagarán las consecuencias, todos.
Ahora, miren lo que nos dice aquí Apocalipsis, capítulo 11, versos 15 en adelante. Recuerden, estamos hablando sobre las profecías del Día Postrero, a las cuales nos tenemos que enfrentar estemos de acuerdo o no estemos de acuerdo con el cumplimiento de esas profecías; creamos o no creamos esas profecías, se van a cumplir.
O sea, que Dios no le va a preguntar a las personas: “¿Tú crees para cumplir esas promesas?” no, ya están ahí y se van a cumplir, cada persona actuará como desee actuar, cada persona tiene libre albedrío, para creer o para no creer.
Miren esta profecía de Apocalipsis, capítulo 11, verso 15 al 19:
“El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos.”
O sea, que los reinos del planeta Tierra, todos van a ser entregados al Mesías, al Cristo, al ungido. Los reinos de este mundo vendrán a ser de nuestro Señor, y eso nos habla de la venida y establecimiento del Reino de Dios en la Tierra, y el Señor es el Rey que reinará sobre el planeta Tierra completo.
Pero eso es lo que desea el ser humano: un Rey que gobierne bien, que traiga la justicia social, que traiga la verdad, que traiga la prosperidad, que traiga la paz y por consiguiente la felicidad para la familia humana, por eso Él es el deseado de todas las naciones, todas las naciones desearían tener a Jesucristo como el presidente de su nación.
Pero lo vamos a tener en una posición mayor: como el Rey del planeta Tierra completo, porque como Hijo del Hombre Él es el heredero al planeta Tierra con todo lo que tiene, y conociendo estas profecías para el Día Postrero, correspondientes al Día Postrero, entonces los creyentes en Cristo tienen una esperanza.
Aunque la humanidad que no comprende estas cosas divinas, no tiene esperanza, se le acaba el trabajo a muchas personas a causa del problema que hay económico mundial, y entonces se agotan las esperanzas de poder educar en la universidad a sus hijos, se le agota la parte económica en el hogar y entonces comienzan ciertos problemas, pierde la esperanza que tenía de tenerle lo mejor a su familia.
Pero para el creyente en Cristo hay grandes bendiciones de parte de Dios, y cuando los creyentes en Cristo estén transformados, tendrán ese cuerpo eterno, joven, glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo, y todos irán con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero al Cielo, a la casa de nuestro Padre celestial. O sea, el que conoce estas promesas correspondientes al Día Postrero, se fortalece en la fe y su esperanza se hace más fuerte cada día, esperando el cumplimiento de esas promesas.
El Día Postrero como ya hemos dicho, es el séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá, tan sencillo como eso. A través de estos dos mil años en que se ha estado predicando el Evangelio de Cristo en todas las naciones, se ha estado predicando también que estamos en los días postreros, y continuamos diciendo que estamos en los días postreros, pero ahora podemos identificar en cuál de los días postreros estamos. ¿En cuál? En el Día Postrero, en el séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá.
En los días de Jesús, pues se podía decir: “Estamos en el primero de los días postreros,” y ahora veamos algunas Escrituras aquí en este mismo capítulo 11; continuamos en el verso… repetimos este verso, dice:
“El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos.
Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos…”
¿Quiénes son estos veinticuatro ancianos que están sentados en sus tronos delante de Dios en el Cielo? Son los doce patriarcas hijos de Jacob, y los doce apóstoles del Señor, exceptuando a Judas Iscariote que vendió la posición, negó a Cristo, vendió a Cristo, y como Esaú, por un plato de lentejas vendió su primogenitura y Judas Iscariote por una moneda de plata vendió a su maestro, pero otro ocupó la posición de Judas Iscariote, y en el Cielo están esos veinticuatro tronos en donde están los doce patriarcas hijos de Jacob y los doce apóstoles del Señor.
Cristo cuando estuvo con Sus discípulos, le preguntan a Él: “Señor, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido, ¿qué tendremos nosotros?” O sea, “¿qué tendremos en Tu Reino?” Cristo les dice: “En la regeneración vosotros que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos y juzgaréis a las doce tribus de Israel.” (Eso está en San Mateo, capítulo 19, versos 26 al 28 y en el capítulo 22 de San Lucas, versos 28 al 30).
Y ahora, en el Reino del Mesías, en el Reino de Cristo hay diferentes posiciones para todos los hijos e hijas de Dios, para todos los creyentes en Cristo. Los apóstoles tienen una posición muy grande en este Reino del Mesías que va a ser establecido en este planeta Tierra.
Así que recuerden que hay diferentes posiciones y la más alta es la del Señor, Él es el heredero al Trono de David, eso fue lo que le dijo el Ángel Gabriel a la virgen María en San Lucas, capítulo 1, versos 26 al 36, le apareció y le dice: “Salve, muy favorecida, el Señor es contigo, bendita tú entre todas las mujeres.”
La única mujer en el planeta Tierra que sin unirse a un hombre para tener relaciones íntimas, concebiría y tendría un niño, daría a luz un niño, eso sería por obra y gracia del Espíritu Santo, y ese cuerpo que nacería, sería el heredero al Trono de David, ese sería el Mesías y en Él estaría Dios el Padre y el Espíritu Santo, la plenitud de la Divinidad en ese hombre o joven llamado Jesús.
Jesucristo es la persona más importante que ha pisado este planeta Tierra, es nada menos que Emanuel que significa Dios con nosotros, el mismo Cristo decía: “El Padre y yo una cosa somos,” y también decía Cristo: “El que me ha visto a mi, ha visto al Padre.”
¿Quién es Jesucristo? El cual, en una ocasión en que los judíos están hablando con Él, y no de buena gana estaban hablando con Cristo, sino estaban discutiendo con Cristo porque no podían comprender ni creer lo que Cristo decía, y Cristo le dice a ellos:
“Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.
Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? (O sea, le están diciendo: ‘eres mentiroso’)
Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.”
¿Cómo era Cristo antes de Abraham? Era el Ángel del Pacto, el que libertó al pueblo hebreo de la esclavitud por medio del profeta Moisés, era aquel hombre de otra dimensión, ese Ángel de otra dimensión que aparecía a Moisés, apareció a Josué también, apareció a Manoa el padre de Sansón, y a diferentes profetas del Antiguo Testamento, apareció a Abraham también, comió con Abraham. Cuando aparecieron aquellos tres Ángeles a Abraham el día antes de la destrucción de Sodoma y Gomorra, uno de ellos era el Señor, y los otros dos eran los Arcángeles Gabriel y Miguel.
Así que podemos ver quién es Jesucristo, por eso es un privilegio grande uno recibir a Cristo como único y suficiente Salvador, darle la entrada en su alma, en su corazón. Si es un privilegio grande recibir al presidente de la nación de uno, recibirlo en su casa, mucho más grande es el privilegio de recibir a Cristo, el Rey de los Cielos y de la Tierra acá en nuestro corazón.
Y ahora, conforme a las profecías del Día Postrero, tenemos cosas que estarán sucediendo y que cuando las veamos, debemos entender que no solamente estamos viviendo en el Día Postrero sino que estamos ya en una etapa del Día Postrero muy, pero que muy importante. Por ejemplo, muchas personas han hablado del fin del mundo o fin del siglo, y el mismo Señor Jesucristo también habló del fin del mundo, habló del fin del siglo y de todas estas cosas en sus profecías para el Día Postrero; una señal grande de que el fin del reino de los gentiles está muy cerca es esta: San Mateo, capítulo 24, verso 14 donde dice Jesús:
“Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”
La predicación del Evangelio del Reino gira alrededor de la segunda Venida de Cristo, la predicación del Evangelio de la Gracia gira alrededor de la primera Venida de Cristo, la primera Venida de Cristo como el Cordero de Dios quitando el pecado del mundo, y luego Cristo como Sumo Sacerdote en el Cielo haciendo intercesión por cada persona que lo recibe como único y suficiente Salvador.
Y en la predicación del Evangelio del Reino que gira alrededor de la segunda Venida de Cristo, la segunda Venida de Cristo como León de la Tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Ahora, en los días de Jesús y de Juan el Bautista, ellos predicaban el Evangelio del Reino, por eso hablaban del Reino de Dios, hablaban del Reino de David y todas estas cosas, pero cuando Cristo entró a Jerusalén y fue rechazado como Rey, y luego murió en la Cruz del Calvario, desde el Día de Pentecostés en adelante se comenzó a predicar el Evangelio de la Gracia, o sea, se detuvo la predicación del Evangelio del Reino y comenzó a predicarse el Evangelio de la Gracia, el Evangelio de nuestra salvación, el Evangelio de Cristo, el Evangelio de la paz.
Pero el Evangelio del Reino será predicado nuevamente en el planeta Tierra, y aquí Cristo dice que será predicado el Evangelio del Reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin.
O sea, que es una señal grande de que el fin para el reino de los gentiles, llamado el fin del mundo, el fin de los sistemas humanos, no el fin del planeta Tierra, sino el fin del reino de los gentiles, el fin de estos sistemas de gobierno que tienen las diferentes naciones; porque va a comenzar luego un tiempo, en un tiempo señalado por Dios, va a comenzar un nuevo sistema de gobierno, y será el del Mesías, en el Reino del Mesías que durará mil años en este planeta Tierra.
Y ahora, si va a ser predicado el Evangelio del Reino, entonces tiene que haber alguien que predique el Evangelio del Reino. Esta información la obtenemos en el capítulo 14 del Apocalipsis, verso 6 al 7 donde dice:
“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo,
diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.”
Este mensajero (recuerden que Ángel significa mensajero) con el Evangelio eterno, o sea, con el Evangelio del Reino para predicarlo a los moradores de la Tierra, si lo va a predicar a los moradores de la Tierra ¿dónde tiene que estar entonces? Pues en la Tierra entre los moradores de la Tierra.
En su mensaje estará aconsejando a las personas, diciéndole a las personas que adoren a Dios, que teman a Dios, que le den gloria a Dios y que adoren a Dios el cual hizo los cielos y la Tierra, el cual hizo el mar y las fuentes de las aguas, o sea, el Creador de los Cielos y de la Tierra, el cual debe ser adorado por todo ser humano, y dice: “Porque la hora de Su juicio ha llegado.”
O sea, que viene también anunciando el juicio divino para todas las naciones y todos los seres humanos, y esa profecía del juicio divino, la hora del juicio divino nos habla del fin del mundo, del fin del siglo, del fin del reino de los gentiles; lo cual ocurrirá ese fin u hora del juicio divino, ocurrirá en el lapso de tiempo llamado la gran tribulación, que consta de tres años y medio y corresponde a los tres últimos… tres años y medio últimos de la profecía de Daniel, del capítulo 9 de Daniel.
Y ahora, ese mensajero, ese Ángel mensajero, estará en la Tierra en este tiempo final, dando a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, por lo tanto, tendrá un mensaje profético para todos los pueblos, naciones y lenguas y seres humanos por consiguiente que viven en el planeta Tierra.
Este será, este mensajero del Señor Jesucristo del cual Cristo dice en Apocalipsis, capítulo 22, verso 6 en adelante:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.”
Viene mostrando, dando a conocer las cosas que deben suceder pronto este Ángel del Señor Jesucristo, o sea, este mensajero del Señor Jesucristo (recuerden que Ángel significa mensajero); y también aquí en Apocalipsis, capitulo 22, verso 16 dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias…”
O sea, que Cristo ha enviado Su mensajero, Su ángel mensajero ¿para qué? Para dar testimonio de estas cosas en las Iglesias, de estas cosas que deben suceder pronto:
“…Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.”
Dice Jesucristo nuestro Salvador. Y ahora, hemos visto las profecías del Día Postrero, en donde se estará predicando el Evangelio del Reino y eso será señal de que hemos llegado al tiempo en que el juicio divino va a ser declarado sobre el planeta Tierra. La hora del juicio divino, el tiempo de la gran tribulación, está cerca, y no habrá forma de escapar, excepto para aquellos que van a ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero conforme a Primera de Tesalonicenses, capítulo 5, versos 1 al 10 y capítulo 4, versos 13 al 17 y San Pablo también nos dice en Primera de Corintios, capítulo 15, verso 51 al 58:
“He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos…”
O sea, no todos vamos a morir, ¿por qué? Porque va a quedar un grupo de personas y de creyentes en Cristo en la Tierra que estarán vivos en y para el tiempo de la Venida del Señor con todos los creyentes que murieron en el pasado resucitados por Cristo y van aparecer a los creyentes que estarán vivos en la Tierra, y cuando los veamos, seremos transformados, tan sencillo como eso va a ser.
¿Y por qué va a ser sencillo? Porque no será usted ni yo quien lo va hacer, para nosotros no solamente es difícil, sino imposible, pero para Cristo no hay ninguna cosa difícil, para el Señor todas las cosas son posibles, por lo tanto la creemos con toda nuestra alma, estas son profecías correspondientes al Día Postrero, y ya hemos entrado al Día Postrero.
Por lo tanto, tenemos que tener nuestros ojos espirituales bien abiertos, para ver el cumplimiento de las profecías del Día Postrero a medida que van siendo cumplidas, para lo cual, pues tenemos que conocer cuáles son esas profecías del Día Postrero; y tenemos la bendición de parte de Dios de la promesa de que Él va a enviar un mensajero con el Evangelio eterno para dar a conocer todas estas cosas que han de suceder en este tiempo final. Vendrá dando testimonio de estas cosas en las Iglesias.
Si este mensajero con el Evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la Tierra está prometido para venir en el Día Postrero, está prometido para venir y hablar estas cosas, si es para predicar el Evangelio del Reino, el Evangelio eterno a los moradores de la Tierra, ¿qué tiene que ser entonces? Pues tiene que ser un predicador, un profeta, y sobre todo un profeta dispensacional. Recuerden que la Biblia ha venido de parte de Dios a través del Espíritu de Dios, el Ángel del Pacto, por medio de seres humanos; el socio de Dios siempre ha sido el ser humano.
Y ahora, tenemos que estar preparados, tenemos que estar en el redil del Señor, tenemos que escuchar la Voz del Señor, del buen pastor, de Cristo, Él dijo: “También tengo otras ovejas las cuales también debo traer, y oirán mi Voz, y habrá un rebaño y un pastor” (San Juan, capítulo 10, versos 14 al 18), y también Él dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y yo les doy Vida eterna” (San Juan, capítulo 10, verso 27 en adelante).
Y ahora, es tiempo de estar escuchando la Voz de Cristo por medio del Espíritu Santo en el Día Postrero hablándonos por medio de Su Palabra, del Evangelio del Señor. Por medio del Evangelio nace la fe de Cristo en nuestra alma y creemos en Cristo y entonces damos testimonio público de nuestra fe en Cristo, recibiéndole como nuestro único y suficiente Salvador.
El mismo Cristo dijo:
“A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos (San Mateo, capítulo 1, verso 32 al 33).
Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.” Tan sencillo como eso.
Y ahora, yo le recibí como mi Salvador cuando escuché la predicación de Su Evangelio y nació la fe de Cristo en mi clama y fui bautizado en agua en Su Nombre, y Él me bautizó con Espíritu Santo y Fuego y produjo en mí el nuevo nacimiento, y me colocó en Su Reino, nací en Su Reino eterno, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador y nació la fe de Cristo en su alma, en esta ocasión mientras escuchaba la predicación del Evangelio de Cristo, puede recibirlo como su Salvador, dando testimonio público de su fe en Cristo, para lo cual puede pasar acá al frente y estaremos orando por usted.
Recuerden que estamos en tiempos difíciles para todas las naciones y por consiguiente para todos los seres humanos; la única esperanza es nuestro amado Señor Jesucristo, Él es la esperanza de Vida eterna, Él es la esperanza de gloria para todos los que creen en Él, en Cristo.
Sin Cristo el ser humano no tiene esperanza, sin Cristo la persona no tiene esperanza de vivir eternamente. Pero con Cristo la persona tiene esperanza de vivir eternamente en el Reino del Señor Jesucristo.
Vivir sin una esperanza de Vida eterna es muy triste para el ser humano, porque nuestros cuerpos físicos viven en la Tierra de 70 a 100 años de edad, pero eso comparado con la eternidad es tan poco que es más pequeño que un grano de arena en la orilla del mar. Un grano de arena en la playa es más grande que la esperanza que tiene el ser humano sin Cristo, porque no tiene esperanza de una Vida eterna la persona sin Cristo.
Y no hay en qué basar la esperanza de Vida eterna sin Cristo, Él dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida, y nadie viene al Padre, sino por mí,” Muchas personas piensan que todos los caminos llevan a Dios: No, hay un solo camino que lleva a Dios y Cristo que Él es ese camino: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre sino por mí” (San Juan, capítulo 15, verso 6), y en el capítulo 7 de San Mateo, versos 13 al 14 Cristo dice que el camino angosto es el que lleva a la Vida eterna.
También la puerta angosta es por donde tenemos que entrar a la Vida eterna, el mismo Cristo dijo en San Juan, capítulo 10, verso 9: “Yo soy la puerta, el que por mí entrare, será salvo y entrará y hallará pastos.”
No hay nada más importante para el ser humano que la Vida eterna, y solamente la podemos obtener por medio de Jesucristo nuestro Salvador, no hay otra forma para obtener la Vida eterna. Todo ser humano necesita un Sacrificio de Expiación por sus pecados, y el único Sacrificio de Expiación para todo ser humano es el de Cristo en la Cruz del Calvario, no hay otro sacrificio de expiación por el ser humano, no hay otra forma para el ser humano ser limpio de todo pecado, solamente por medio de la Sangre de Cristo es que somos limpios de todo pecado.
Por lo tanto, todos necesitamos a Cristo. Todavía vienen más personas que como ustedes, ha nacido la fe de Cristo en vuestra alma, han creído en el corazón en Cristo, y vienen para dar testimonio público de su fe en Cristo recibiéndole como único y suficiente Salvador.
Es que Dios tiene mucho pueblo, muchos hijos aquí en Ciudad Guatemala y en todas las ciudades de este bello país, Guatemala, y los está llamando en este tiempo final, porque lo más bello de Guatemala es su gente, y el Reino de Cristo se está llenando de personas de Guatemala.
Todos queremos entrar al Reino del Señor Jesucristo, y ya hemos visto que hay forma de llegar a la Vida eterna, entrar al Reino eterno de Dios. El mismo Cristo hablando con Nicodemo en el capítulo 3 de San Juan, versos 1 al 6, le dice:
“De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.”
¿Ven? Dios tiene la forma establecida para que el ser humano entre al Reino de Dios, y es de esa forma que Dios lo estableció. El ser humano no puede inventarse otra forma porque no es aceptado delante de Dios, como tampoco fue aceptada la forma de adorar a Dios y de ofrecer a Dios una ofrenda; cuando Caín la llevó a Dios, Dios no la aceptó, pero Abel llevó a Dios una ofrenda, un sacrificio de un corderito y Dios lo aceptó y lo miró con agrado a Abel, Dios solamente acepta la forma que Él ha establecido para acercarse a Él y servirle a Él de todo corazón.
Caín inventó la suya y no le funcionó, por lo tanto, no podemos inventar formas de acercarnos a Dios, ya está establecida por Dios y esa es la que hay que usar. Cristo mismo dijo: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí,” es por medio de Cristo entonces que todos nos acercamos a Dios.
Todavía vienen más personas que como ustedes quieren acercarse a Dios, quieren ser reconciliados con Dios por medio de Cristo y quieren vivir por consiguiente eternamente en el Reino de Cristo.
Todavía vienen más personas y por eso estamos dando unos segundos mientras llegan. Es un tiempo como el de Noé y como el de Lot el que estamos viviendo, los Ángeles le dijeron a Lot y a su familia: “Escapa por tu vida,” y cada cual está llamado a escapar por su vida, ¿y cómo vamos a escapar? Pues recibiendo a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, no hay otra forma de escapar por nuestra vida.
Es una bendición grande que Dios le ha dado a la raza humana un Sacrificio de Expiación por los pecados del ser humano: el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario; y ahora, todo ser humano tiene acceso a ese Sacrificio de Expiación, es para mí y es para cada uno de ustedes también el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados llevado a cabo en la Cruz del Calvario por nuestro amado Señor Jesucristo para reconciliarnos con Dios.
Todavía vienen más personas que como ustedes quieren vivir eternamente. En las demás naciones también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo por los que están viniendo a los Pies de Cristo en esta ocasión.
Los niños también de diez años en adelante pueden venir a los Pies de Cristo nuestro Salvador, tanto los que están presentes como los que están en otras naciones o en otras ciudades de Guatemala. Cristo dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis porque de los tales es el Reino de los Cielos.”
Todos tenemos derecho a acercarnos a Cristo para que Él nos introduzca en el Reino de Dios. Por eso también presentamos a los niños, cuando nacen los presentamos a Dios para que Él los reciba en Su Reino.
EL Reino de Dios, el Reino de Cristo se está llenando de guatemaltecos en esta ocasión, y también de personas de otras nacionalidades que están a través del satélite Amazonas o de internet recibiendo a Cristo en estos momentos.
El Reino de Dios se está llenando de latinoamericanos en estos momentos, Dios tiene mucho pueblo en toda la América Latina, y los está llamando en este tiempo final, y tiene también pueblo en Norteamérica, en Canadá, en África, en Europa, en China, en todos los países, y los está llamando en este tiempo final.
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión, y en las demás naciones también puestos en pie todos. Si falta alguna persona por venir a los Pies de Cristo, puede venir.
Veo que vienen caminando algunas personas todavía, es que Dios tiene mucho pueblo y los está llamando en este tiempo, porque ya hemos entrado al Día Postrero, es el llamado del Día Postrero, es la Voz de Dios, la Voz de Cristo en el Día Postrero llamándonos y juntándonos en Su Reino para darnos la vida eterna.
No hay otra cosa más importante que la Vida eterna. Sin la Vida eterna nuestra estadía en la Tierra no tendría significado. Todavía vienen más personas y estaremos esperando mientras llegan, Cristo dijo:
“Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.” San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 28.
Le encontramos el sentido de nuestra vida aquí en la Tierra cuando recibimos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, porque el propósito de nuestra vida en la Tierra es que escuchemos la Voz de Cristo, la predicación de Su Evangelio, nazca la fe de Cristo en nuestra alma y lo recibamos como nuestro único y suficiente Salvador, y Él nos perdone y nos limpie con Su Sangre de todo pecado, seamos bautizados en agua en Su Nombre y Él nos bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en nosotros el nuevo nacimiento. Tan sencillo como eso.
Ya vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo todavía veo que vienen más personas de camino, pueden continuar viniendo. Ya con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, en todos los países y nuestros ojos cerrados, los que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos, repitan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo en que podemos ser salvos, creo en Tu primera Venida y creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.
Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador. Señor, doy testimonio público de mi fe en Ti y te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y sea producido en mí el nuevo nacimiento.
Me rindo a Ti en alma, espíritu y cuerpo, sálvame Señor, te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
Y con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes lo han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta desde lo profundo de vuestro corazón, pues Él dijo:
“El que creyere y fuere bautizado, será salvo.”
Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
El Señor Jesucristo fue al Jordán, al Río Jordán cuando Juan estaba bautizando para que Juan lo bautizará, y cuando Juan lo ve, le dice: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí para que yo te bautice?” y Jesús le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia,” y entonces Juan lo bautizó. Y si a Cristo le convenía ser bautizado para cumplir toda justicia. Cuánto más a nosotros.
Por lo tanto, nos conviene ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo porque es un mandamiento divino.
Pedro el Día de Pentecostés dijo: “Arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros pecados.” Y dice a aquellos que le preguntan:
“Varones hermanos, ¿qué haremos?
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.”
Y luego fueron bautizados como tres mil personas que habían creído cuando Pedro predicó, y ahora, el agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado.
El bautismo en agua es tipológico, pero es un mandamiento del Señor en el cual nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo. Y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado. Y cuando lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Tan sencillo como eso es la tipología, el simbolismo del bautismo en agua.
Por lo tanto, bien pueden ser bautizados e identificados con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección al ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
Dejo con ustedes al reverendo Esteban Godoy para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y a cada ministro en cada nación y en cada lugar para que también haga en la misma forma.
Continúen pasando todos una tarde feliz, llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.
“LAS PROFECÍAS DEL DÍA POSTRERO.”