Muy buenas tardes, amables amigos y hermanos presentes y todos los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones; que las bendiciones de Cristo el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes.
Para esta ocasión quiero expresarles mi aprecio y agradecimiento por el respaldo que le están dando al proyecto de La Gran Carpa-Catedral en Puerto Rico, y también el respaldo que le están dando a la obra misionera y evangelística, y también a AMISRAEL, que Dios les bendiga grandemente por todo lo que ustedes están haciendo.
En esta tarde, sé que estarán respaldando también al proyecto “Un millón de juguetes para un millón de sonrisas,” sé que lo han estado respaldando y hoy, pues será la actividad, ¿dónde? Ya ustedes saben, así que nos veremos allá esta tarde.
Para esta ocasión vamos a leer un pasaje muy importante, recordando que el libro del profeta Daniel y del profeta Zacarías, es el Apocalipsis del Antiguo Testamento por lo cual ustedes ven en ese libro del profeta Daniel cosas que luego las leen en el libro del Apocalipsis, este es un libro profético, y fue dado a… todo esto fue dado al profeta Daniel por el Ángel Gabriel.
Ahora, leemos en el capítulo 12, versos 1 en adelante, dice:
“En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro.
Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua.
Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad.
Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará.
Y yo Daniel miré, y he aquí otros dos que estaban en pie, el uno a este lado del río, y el otro al otro lado del río.
Y dijo uno al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río: ¿Cuándo será el fin de estas maravillas?
Y oí al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río, el cual alzó su diestra y su siniestra al cielo, y juró por el que vive por los siglos, que será por tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo.”
O sea, “tiempos,” ahí ya son tres años, y la mitad de un tiempo, pues medio año.
“…y juró por el que vive por los siglos, que será por tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo. Y cuando se acabe la dispersión del poder del pueblo santo, todas estas cosas serán cumplidas.
Y yo oí, mas no entendí. Y dije: Señor mío, ¿cuál será el fin de estas cosas?
El respondió: Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin.
Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados; los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán.
Y desde el tiempo que sea quitado el continuo sacrificio hasta la abominación desoladora, habrá mil doscientos noventa días.
Bienaventurado el que espere, y llegue a mil trescientos treinta y cinco días.
Y tú irás hasta el fin, y reposarás, y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestra tema es: “LOS ENTENDIDOS ENTENDERÁN.” “LOS ENTENDIDOS ENTENDERÁN.”
¿Quiénes son los entendidos, y qué van a entender? Así que tenemos en este tema, es un tema doble, un tema que tiene dos subtemas, y estos dos subtemas son: “LOS ENTENDIDOS,” y luego: “ENTENDERÁN,” ¿qué van a entender?
A través de la Escritura, hemos visto tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento que la Escritura nos habla de hijos e hijas de Dios, nos habla de los elegidos de Dios, de los predestinados de Dios; y viendo lo que nos dice el mismo Señor Jesucristo comparando los seres humanos con ovejas y sobre todo a los que creen en Él, San Juan (capítulo 8 y capítulo 10), capítulo 8, dice Cristo, verso 47:
“El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios.”
Y ahora, aquí Cristo coloca dos tipos de personas: el que es de Dios y el que no es de Dios, y la diferencia aquí entre uno y el otro es que el que no es de Dios no escucha la Palabra de Dios, el que es de Dios oye la Voz de Dios, la Palabra de Dios. Luego en el capítulo 10, versos 14 en adelante, dice Cristo.
“Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,
así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.
También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.”
Y aquí Cristo hablando de estas ovejas que el Padre le ha dado para que las busque y les dé Vida eterna, dice que estas ovejas oirán Su Voz y habrá un rebaño y un pastor. Estas personas son los entendidos a través de la historia del Cristianismo, ¿y qué entenderían? La Voz del Señor que es el Evangelio de Cristo, el cual se ha estado predicando a través de la historia del Cristianismo, y dice aquí en el mismo capítulo 10: “Y las mías me conocen.”
“Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen.”
Conocen a Cristo como su único y suficiente Salvador, conocen quién es su Salvador y porqué y cómo Él nos ha salvado: por medio de Su muerte Expiatoria en la Cruz del Calvario; eso lo entienden por medio del Evangelio de Cristo nuestro Salvador.
Y ahora, para entender mejor, vean, dice en Daniel, capítulo 12, donde leímos, dice verso 10:
“Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados…”
¿Ven? Limpios con la Sangre de Cristo, purificados con la Sangre de Cristo, emblanquecidos con la Sangre de Cristo que nos limpia de todo pecado. Aquí tenemos una visión clara de que vendría un tiempo en donde las personas serían limpias y emblanquecidas, y eso sería por medio de un Sacrificio Expiatorio, el cual llevaría a cabo el Mesías Príncipe en Su primera Venida, dice:
“…los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán.”
¿Ven? Los impíos no entenderán, continuarán, dirán algunos: “Pero, ¿qué es eso de recibir a Cristo, ser limpio con la Sangre de Cristo? Él murió dos mil años atrás y ahora, ¿cómo puede ser limpia una persona con la Sangre de Cristo?”
¿Ven? No pueden comprender estas cosas las cuales para los entendidos es sencillo, por medio de la fe en Cristo se efectúa en la persona esta purificación, porque se cree en lo que Cristo hizo por nosotros en la Cruz del Calvario; esto lo expresó San Pablo en una forma clara en el capítulo 5 de Romanos, donde nos dice con claridad… es que la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario es la Expiación por el pecado del ser humano, lo cual estaba representada Su muerte, esa Obra de Expiación en el Sacrificio de Expiación el día diez del mes séptimo de cada año, el sacrificio, esa fiesta de expiación para la reconciliación del pueblo hebreo con Dios cada año se efectuaba esa fiesta conforme a Levítico, capítulo 23, versos 26 al 29.
Y luego Cristo en San Mateo, capítulo *26, versos 26 al 29, tomando el pan, dando gracias al Padre dio a Sus discípulos, y dijo: “Comed, esto es mi cuerpo.” Y luego tomando la copa de vino y dando gracias al Padre dio a Sus discípulos y dijo: “Bebed de ella todos, porque esta es mi Sangre del nuevo Pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.” Tipificó Su Cuerpo en el pan y Su Sangre la tipificó en el vino. Y ahora, nos dice: “Esta es mi es mi Sangre del nuevo Pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.”
Y así es como el Nuevo Pacto que Dios había prometido por medio del profeta Jeremías en el capítulo 21, versos 31 al 36, se lleva a cabo, y todos los creyentes en Cristo han entrado al nuevo Pacto, han sido cubiertos con la Sangre del nuevo Pacto, han sido limpiados, purificados con la Sangre de Cristo nuestro Salvador; esto ya estaba profetizado acá en Daniel, capítulo 12 y estaba simbolizado en el sacrificio de expiación por lo pecados del pueblo para la reconciliación del pueblo, allá estaba tipificado, y en Cristo se hace realidad para el ser humano que lo recibe como único y suficiente Salvador.
Ya no se necesitan sacrificios de animalitos, los cuales se efectuaban allá en el templo en Jerusalén; ya ni el templo siquiera está para llevarse a cabo esos sacrificios. Cristo con Su Sacrificio en la Cruz del Calvario ha efectuado la Expiación por nuestros pecados, nos ha limpiado de todo pecado y nos ha reconciliado con Dios. Romanos, capítulo 5, versos 6 al 10, dice San Pablo:
“Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.
Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.
Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.
Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.
Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.”
Ahora, podemos ver que por medio de Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario hemos sido limpiados con Su Sangre, hemos sido purificados, emblanquecidos y justificados delante de Dios como si nunca en la vida hubiésemos pecado, todo esto por medio de Cristo que murió en la Cruz del Calvario dos mil años atrás; y al creer en Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, somos limpios de todo pecado, somos purificados, emblanquecidos conforme a como lo decía el profeta Daniel allá en su libro, en el último capítulo, el capítulo 12; pero los impíos siguen obrando impíamente, los impíos no entenderán, dice la Escritura. Dice:
“…y ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán.” Tan sencillo como eso.
En otras palabras el trigo y la cizaña, ¿ve? Los impíos (la cizaña), los entendidos (el trigo), así ¿ven? Cristo siempre mostraba las diferentes clases de personas, y allá también en la parábola del sembrador muestra cuatro tipos de terrenos que son cuatro tipos de personas que escuchan la predicación del Evangelio de Cristo.
Los de junto al camino son los que escuchan y el enemigo viene y saca del corazón lo que fue sembrado en el corazón; por ejemplo, alguna persona está escuchando y viene otro y le dice: “¿Tú vas a estar escuchando esas cosas? Vámonos a una fiesta, vámonos para acá o para allá.” Se va, fue arrancado lo que había sido sembrado al escuchar el Evangelio de Cristo.
Otros son aquellos que están sembrados en pedregales, reciben la Palabra, el Evangelio de Cristo con gozo, reciben a Cristo como Salvador con gozo, pero después viene el tiempo de la aflicción, algunos se burlan de él aun en su propio hogar, y por causa de… ¿quién esperaba que esas cosas le sucedieran? Porque nadie espera que cuando la persona busca a Dios y quiera ser un mejor ciudadano, una mejor persona, que otros vayan a burlarse, que le vaya a venir persecuciones, problemas por eso; y entonces al sentirse así la persona por cuanto no tiene raíz, no se arraigó bien en el Evangelio de Cristo, entonces tropieza con esas cosas. Algunas veces también ve algunos problemas en medio del Cristianismo, y se aparta del Cristianismo porque no tiene raíz en la persona, la Palabra de Dios.
Por eso hay que estudiar la Biblia, leer la Biblia todos los días, orar a Dios todos los días, estar bien arraigado en la fe de Cristo y siempre decir, pensar: “No importa lo que pase, yo nunca me apartaré de Cristo, no importa lo que yo vea, nada me sacará del Evangelio de Cristo, yo continuaré creyendo en Cristo porque lo recibí como mi único y suficiente Salvador, lo recibí para siempre. Yo he puesto mi mano en el arado y no voy a mirar hacia atrás.”
Pero el que está sembrado en pedregales, ¿ven? Tropieza porque hay muchas piedras, muchas cositas que pueden hacer tropezar a algunas personas; por eso es tan importante el estudio de la Biblia, saber dónde estamos parados como creyentes en Cristo, conocer el Programa de la Redención y saber que somos hijos e hijas de Dios.
Luego están aquellos representados en terreno llenos de espinas, de muchas plantas de espinas, que son aquellos que escuchan la Palabra, pero las riquezas y los afanes de este mundo no dejan que la Palabra lleve fruto, nunca tienen tiempo para servir al Señor, nunca tienen tiempo para ir a la iglesia. “No, que tengo este compromiso,” o lo invitan: “Vamos para la iglesia hoy que hay culto.” “No, tengo un compromiso muy importante,” o sea, más importante para él que ir a servir a Dios, que ir a escuchar la Palabra de Dios.
Entonces ponen las cosas de este mundo en primer lugar, y a Cristo lo dejan en segundo o tercer lugar, nunca tienen tiempo. Por lo tanto, como creyentes en Cristo no pueden llevar el fruto de la Palabra y por consiguiente esas personas nunca llegan a ser creyentes firmes en la Palabra.
Pero está el terreno fértil llamado buena tierra, donde es sembrada la Palabra del Evangelio de Cristo, la Palabra de Dios, y lleva fruto a ciento por uno, a sesenta por uno y a treinta por uno, o sea, que unos llevan más fruto que otros, pero todos llevan fruto, la buena tierra; ustedes recuerden que usted va al campo a un buen terreno que está sembrado y usted ve que una plantita lleva… está llena de tanto fruto que casi toca con el piso, hay otras que tienen un poquito menos y así por el estilo, pero todas llevan fruto.
Y así es con los creyentes en Cristo representados en la buena tierra, todos llevan fruto, unos más, unos menos, pero llevan fruto, porque son la buena tierra; y la buena tierra es bendecida por Dios. La mala tierra no es bendecida por Dios. Recuerden las palabras del apóstol Pablo en Hebreos, capítulo 6, dice… capítulo 6, verso 7 en adelante, dice:
“Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios;
pero la que produce espinos y abrojos es reprobada, está próxima a ser maldecida, y su fin es el ser quemada.”
¿Ven? La buena tierra es bendecida por Dios; la mala tierra, que lo que produce es hierba mala, espinos y todas esas cosas, está próxima a ser maldecida y su fin será ser quemada.
Y ahora, esto está hablando de seres humanos representados en mala tierra: la que será maldecida y serán quemados; y la buena tierra la que produce fruto, el fruto de la Palabra.
Y ahora, podemos ver que la raza humana está dividida por el mismo Cristo en diferentes grupos con relación a la actitud de la persona con el Programa de Dios, con el Evangelio de Cristo, el Evangelio de nuestra salvación, por lo cual es importante saber quiénes son los entendidos y qué es lo que ellos entenderían para ser reconocidos como entendidos.
Son aquellos que entenderán el Programa de Redención a través de la predicación del Evangelio de Cristo nuestro Salvador; porque no hay programa más importante que se esté llevando sobre este planeta Tierra, que el Programa de Dios, el Programa de Redención, el Programa de Salvación y Vida eterna para todo aquel que escuche el Evangelio de Cristo, nace la fe de Cristo en su alma, cree en Cristo y da testimonio público de su fe en Cristo recibiéndole como único y suficiente Salvador.
El mismo Cristo dijo: “¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma?” Es que el alma de la persona es lo más importante, eso es lo que en sí es la persona: alma viviente; el cuerpo físico es una casa terrenal en la cual vivimos, por eso cuando muere el cuerpo físico no se acabó la vida para la persona, porque la persona es alma viviente, y tiene otro cuerpo pero es espiritual, parecido al cuerpo físico pero de otra dimensión, y cuando muere el cuerpo físico de la persona la persona sigue viviendo en el otro cuerpo, en el cuerpo espiritual que está dentro del cuerpo físico, y por eso sale del cuerpo físico la persona con su cuerpo angelical o espiritual, y sigue viviendo en la dimensión a la cual pertenece ese cuerpo espiritual; y el cuerpo físico, pues lo entierran acá en la tierra porque del polvo fue tomado y al polvo volverá.
Los creyentes en Cristo que son los entendidos, al morir su cuerpo físico van al Paraíso, a esa dimensión angelical a vivir por una cantidad de tiempo hasta que se complete la Iglesia del Señor Jesucristo y Cristo resucite a los muertos creyentes en Él en el Día Postrero, que es el séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá, en el cual ya hemos entrado conforme al calendario gregoriano y ya llevamos diez años dentro del Día Postrero, dentro del séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá.
Y Cristo dijo hablando de los creyentes en Él, en San Juan, capítulo 6… esos son los entendidos, entienden lo más importante: el Programa de Redención, la Salvación y Vida eterna por medio de Cristo. En el capítulo 6 de San Juan, versos 39 al 40, Cristo dice:
“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.
Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”
Y sigue en ese mismo capítulo 6 hasta el verso 58, hablando de la resurrección para el Día Postrero; y también cuando fue Cristo a donde vivía Lázaro, el cual había muerto y fue para resucitarlo, Él le dice a Marta la hermana de Lázaro: “Tu hermano resucitará.” Marta le dice: “Yo sé que resucitará en la resurrección en el Día Postrero.” Ella sabía que la resurrección de los creyentes en Cristo es para el Día Postrero. Cristo le dice: “Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí, aunque esté muerto vivirá, y todo aquel que vive y cree en mí no morirá eternamente. ¿Crees esto?” Ella le dice: “Sí, Señor yo he creído que Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios que has venido al mundo.” Ella sabía quién era Cristo.
Y ahora, en el Día Postrero ya lo hemos identificado, pues un día delante del Señor es como mil años y mil años como un día, dice Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8 y el Salmo 90, verso 4; y por cuanto ya estamos en el Día Postrero conforme al calendario gregoriano, en algún momento va a ocurrir la resurrección de los muertos creyentes en Cristo en cuerpos eternos, inmortales, glorificados; y luego cuando los veamos seremos transformados los que vivimos creyentes en Cristo, y después, pues estaremos una temporada aquí como Cristo, cuando resucitó, luego estuvo una temporada de cuarenta días apareciendo en diferentes ocasiones a Sus discípulos, y luego subió al Cielo, se sentó a la diestra de Dios en el Cielo, todo poder le fue dado en el Cielo y en la tierra; Él es el Rey de reyes y Señor de señores.
Y entender que Jesucristo es nuestro Salvador, nuestro Redentor que murió como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados y recibirlo como nuestro único y suficiente Salvador, significa que la persona es de los entendidos que entenderían, serían emblanquecidos, purificados, emblanquecidos, justificados por medio de Cristo y Su Sangre derramada en la Cruz del Calvario.
Hemos visto nuestro tema: “LOS ENTENDIDOS ENTENDERÁN.”
Hemos visto quiénes son los entendidos, son los Cristianos creyentes en Cristo nacidos de nuevo que forman la Iglesia del Señor Jesucristo, y hemos visto qué es lo que entenderían: el Evangelio de Cristo, el Programa de Redención a través de Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, y eso es lo que da a conocer la predicación del Evangelio de Cristo, ese es el misterio más grande del Evangelio de Cristo: nuestra Redención por medio de la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario; y por consiguiente es una bendición, un privilegio entender este misterio y recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.
Por lo cual yo ya le recibí como mi único y suficiente Salvador. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también. Si hay alguna persona que todavía no lo ha recibido como su Salvador, lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted, para que Cristo le reciba en Su Reino, para lo cual puede pasar acá al frente y oraremos por usted. Cristo dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16).
Ninguna persona quiere ser condenada y mucho menos que Cristo lo condene, todos queremos ser salvos, todos queremos vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno, y todos tenemos la misma oportunidad, por eso no podemos despreciar la oportunidad que Dios nos da de escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, recibirlo como nuestro Salvador, ser limpio y emblanquecido con la Sangre de Cristo, y ser bautizado en agua en Su Nombre y ser preparado para vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Ya la persona cuando lo recibe como Salvador es limpio con la Sangre de Cristo, es purificado, es emblanquecido y ha nacido en el Reino de Cristo.
Recuerden que Cristo dijo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo que el que no nazca del Agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios,” Nicodemo quería entrar al Reino de Dios como todos nosotros; Dios tiene un orden para la entrada a Su Reino y no hay otra forma sino la que ya Dios estableció.
Nacer del Agua es nacer del Evangelio de Cristo, escuchando el Evangelio de Cristo donde nace la fe de Cristo en el alma, uno cree y recibe a Cristo como Salvador; y nacer del Espíritu es recibir el Espíritu Santo, el Espíritu de Cristo, el cual Cristo otorga a todos los que lo reciben como Salvador y son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo arrepentidos de sus pecados. Tan sencillo como eso, es el Programa de la Redención, una cosa tan grande, pero Dios la hace tan sencilla para que todos tengan la misma oportunidad; es como el nacer en esta tierra: una cosa tan grande, que hemos nacido aquí en la tierra y tenemos vida terrenal, pero vean todo fue sencillo para nosotros aparecer en la tierra, no fue complicado.
Y ahora, todos podemos nacer de nuevo, nacer en el Reino de Cristo en esa forma sencilla que Dios ha establecido.
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo, los que están en otras naciones también pueden venir a los Pies de Cristo para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo. Los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo nuestro Salvador. Si falta alguna persona por venir, puede pasar al frente. Con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, nuestros ojos cerrados, los que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos, pueden repetir conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti con toda mi alma. Creo en Tu primera Venida y creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados y por los de todo ser humano, y creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos.
Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, un Redentor, doy testimonio público de Tu fe en mí, y de mi fe en Ti y te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego me perdones, perdones todos mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre y sea producido en mí el nuevo nacimiento. Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente contigo en Tu Reino. Sálvame Señor. Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
Y con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad.
El mismo Señor Jesucristo fue bautizado por Juan el Bautista, aunque Juan no lo quería bautizar, le decía: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí para yo te bautice?” Y Jesús le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia.” Y entonces lo bautizó. Si Cristo tuvo necesidad de ser bautizado, cuánto más nosotros. Cristo dice: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo, más el que no creyere será condenado.” Tan simple como eso.
Los entendidos entenderán al creer en Cristo, y lo recibirán como Salvador, serán bautizados en agua en Su Nombre, Cristo los bautizará también con Espíritu Santo y Fuego y producirá en esas personas el nuevo nacimiento. Pedro predicando el Día de Pentecostés en el capítulo 2 del libro de los Hechos, versos 33 en adelante, dice a los que escuchaban y le preguntan: “Varones hermanos: ¿qué haremos?” Porque ellos creyeron el mensaje de Pedro, y Pedro les dice:
“Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para los que están lejos; y para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.
Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.” Como tres mil personas que creyeron en Cristo nuestro Salvador y fueron bautizadas cuando creyeron.
Por lo tanto, es importante creer y ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. El bautismo en agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado. En el bautismo en agua nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección; el bautismo en agua es tipológico pero es un mandamiento del Señor Jesucristo.
Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo. Y cuando es sumergido en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado. Y cuando es levantado de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva Vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Tan sencillo como eso es el simbolismo del bautismo en agua.
Desde los días de los apóstoles hacia acá, todos los que han recibido a Cristo como Salvador, han sido bautizados en agua en el Nombre del Señor, y todavía se sigue haciendo en la misma forma conforme al mandamiento del Señor.
Por lo cual, bien pueden ser bautizados, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de Jesucristo nuestro Salvador. Y cuando los muertos en Cristo resuciten y los que estén vivos sean transformados, ahí yo voy a estar con ustedes, ahí estaremos pero en cuerpos nuevos, eternos, jóvenes y glorificados para vivir por toda la eternidad.
Bien pueden ser bautizados, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
Dejo con ustedes al reverendo Rigoberto, para que les indique cómo hacer, el reverendo Rigoberto Gómez, les indique cómo hacer para ser bautizados. Que Dios les bendiga y les guarde; y continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.
Los que están en otras naciones también pueden ser bautizados, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, para lo cual dejo también al ministro correspondiente en cada lugar, en cada nación, en cada ciudad o en cada iglesia.
Dios les bendiga y les guarde a todos.
“LOS ENTENDIDOS, ENTENDERÁN.”