Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones.
Que las bendiciones de Cristo el Ángel del Pacto sean sobre todos ustedes, y que en esta noche Cristo nos abra el corazón, y nos hable directamente a nuestra alma, nos abra las Escrituras y nos enseñe por medio de Su Espíritu, Su Palabra. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Para esta noche leemos en Isaías, capítulo 60, verso 1 en adelante, que dice:
“Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti.
Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria.
Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento.
Alza tus ojos alrededor y mira, todos éstos se han juntado, vinieron a ti; tus hijos vendrán de lejos, y tus hijas serán llevadas en brazos.
Entonces verás, y resplandecerás; se maravillará y ensanchará tu corazón, porque se haya vuelto a ti la multitud del mar, y las riquezas de las naciones hayan venido a ti.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “UN NUEVO AMANECER.”
En este pasaje profético el profeta Isaías nos muestra un nuevo amanecer para el pueblo hebreo y para toda la humanidad; ese nuevo amanecer, así como cada amanecer tiene el nacimiento del sol en la mañana, y antes de antes de aparecer el sol se ve la estrella resplandeciente de la mañana, así también en este nuevo amanecer que nos muestra el profeta Isaías, el cual no será un nuevo amanecer literal sino espiritual, el cual está profetizado en la Palabra de Dios del Antiguo Testamento y también del Nuevo Testamento.
En la primera Venida de Cristo, encontramos que Juan el Bautista estuvo predicando el Evangelio del Reino y anunciando que después de él vendría uno mayor que él, del cual él no era digno de desatar la correa de su calzado; la Escritura prometía la Venida del Mesías, y el Mesías estaba señalado como la luz. En San Juan, capítulo 1, versos 1 en adelante, dice:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios.
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.
Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él.
No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.
Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.
En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.
A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”
Y aquí el Verbo que era con Dios y era Dios, por medio del cual Dios creó todas las cosas, es la luz que alumbra a todo hombre, es nada menos que el Ángel del Pacto, el cual le apareció a Moisés en forma de luz; porque Dios hace a Sus ángeles espíritu, y a Sus ministros llama de Fuego.
Y ahora, cuando ya Jesucristo está viviendo en medio del pueblo hebreo en Su Cuerpo de carne llamado Jesús, y comienza Él Su ministerio terrenal cuando tiene cerca de 30 años, y tuvo un ministerio de tres años y medio, Él dice en San Juan, capítulo 8, verso 12. “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la luz de la vida.” Cristo es la luz del mundo, Cristo es el Sol de Justicia prometido en Malaquías, capítulo 4, verso 2, donde dice:
“…he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará (o sea, los quemará), ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama.
Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación.”
En sus alas traerá salud, eso es un nuevo amanecer con las luz del Sol de Justicia que es el Mesías, el Cristo, el cual ha sido puesto por luz para las naciones; por eso Cristo decía: “Entre tanto que la luz está entre vosotros, andad en la luz.”
Y ahora, encontramos que San Pablo en Efesios, capítulo 5, verso 14, nos dice de la siguiente manera, y vamos a leerlo para que tengamos el cuadro claro de lo que es un nuevo amanecer bíblico, tipificado en el amanecer de cada día que experimentamos siempre y cuando madruguemos. En el capítulo 5 de Efesios, verso 14, aquí el apóstol Pablo está usando el pasaje de Isaías, capítulo 60, verso 1, que leímos al principio, dice:
“Por lo cual dice:
Despiértate, tú que duermes,
Y levántate de los muertos,
Y te alumbrará Cristo.”
Cristo es la luz del mundo, Cristo es el Sol de Justicia en un nuevo amanecer para el ser humano, por lo tanto toda persona que ve y recibe, y cree en Cristo como su único y suficiente Salvador experimenta un nuevo amanecer.
El mismo Cristo cuando nació en Belén de Judea, luego al amanecer, José y María y el mismo Jesús tuvieron un nuevo amanecer lleno de felicidad; aún también cuando Cristo nace en el corazón de la persona que escucha la predicación de Su Evangelio y cree en Cristo y lo recibe como Salvador, nace un nuevo amanecer para la persona, se levanta en la mañana de un nuevo amanecer espiritual, con la luz de Cristo que es el Sol de Justicia.
Aún Cristo también cuando resucitó domingo en la mañana muy temprano, hubo un nuevo amanecer para la raza humana, un nuevo amanecer de bendición divina, porque el día en que Cristo murió llevando nuestros pecados, tenía que morir todo ser humano; por eso era que Cristo decía en el capítulo 12, verso 24 de San Juan. “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, él solo queda; pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva.”
Cristo se representa en el grano de trigo, esa simiente original, y representa a la planta de trigo y a los granos de trigo que sería el fruto que llevaría el grano de trigo si cae en tierra y muere, representa a la Iglesia del Señor Jesucristo con muchos hijos e hijas de Dios, muchos granos de trigo; a medida que la vida del grano de trigo que fue sembrado en tierra, Cristo, se manifiesta en y a través de Su Iglesia por medio de Su Espíritu, y así la vida de Cristo que es el Espíritu Santo, pasa a la Iglesia para la reproducción de Cristo en muchos hijos e hijas de Dios; esos son los granos de trigo de los cuales Él hablaba cuando decía: “Si el grano de trigo cae en tierra y muere, mucho fruto lleva.”
Y ahora, es un nuevo amanecer para Cristo cuando resucitó, y el Día de Pentecostés, encontramos que también fue un nuevo amanecer para todos los creyentes en Cristo que recibieron el Espíritu Santo.
Siempre que hay un nuevo amanecer en el campo espiritual, hay una bendición muy grande de parte de Dios, con la resurrección de Cristo en ese nuevo amanecer hubo una bendición grande para los creyentes en el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, como Abraham, Isaac, Jacob y los profetas y todas esas personas del antigo Pacto, del Antiguo Testamento, los cuales resucitaron con Cristo en ese nuevo amanecer de domingo de resurrección; resucitaron inmortales, aparecieron a muchos en la ciudad conforme a San Mateo, capítulo 27, versos 51 en adelante.
Fue un nuevo y glorioso amanecer el domingo de resurrección, y fue un nuevo y glorioso amanecer también el domingo de Pentecostés cincuenta días después de la resurrección de Cristo, en donde entraron a un nuevo día dispensacional los que recibieron el Espíritu Santo aquel día, que eran como ciento veinte personas, y luego los que recibieron a Cristo y fueron bautizados en ese día cuando Pedro predicó durante la mañana del Día de Pentecostés, y como tres mil personas creyeron y fueron bautizadas y fueron añadidas a la Iglesia del Señor Jesucristo.
Así en el campo espiritual vemos que lo que ocurre físicamente o literalmente, es un reflejo de lo que ocurre en el campo espiritual. Tenemos también las palabras del profeta Oseas, en el capítulo 6, versos 1 en adelante, donde nos dice:
“Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará.
Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él.
Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida…”
Y ahora, como el alba, como la mañana, como un día nuevo amaneciendo, así será Su Venida, así será que el pueblo hebreo recibirá la bendición de la Venida del Señor y obtendrá su resurrección espiritual. Sigue diciendo:
“…y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra.”
Como la lluvia viene a la tierra, la Lluvia Temprana que tipifica el Evangelio de la Gracia, el Evangelio de Cristo para la Dispensación de la Gracia, y la Lluvia Tardía que tipifica el Evangelio del Reino, que así como el Evangelio de la Gracia gira alrededor de la primera Venida de Cristo, el Evangelio del Reino gira alrededor de la segunda Venida de Cristo.
Y ahora, sigue diciendo todo lo que estará aconteciendo, habrá una resurrección. Dice el verso 2:
“Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él.”
Eso será un nuevo día dispensacional, en la mañana de ese nuevo día dispensacional, o sea, en las primeras horas de ese nuevo día, quiere decir en los primeros años o siglos de ese día tercero; ahora, éstos no son días de veinticuatro horas, son días de mil años cada uno. “Porque un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día.” (Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8, y el Salmo 90, verso 4).
Cuando se nos habla en la Escritura que Cristo ha dicho para los creyentes en Él, vean, en San Juan, capítulo 6, versos 39 en adelante:
“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.
Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”
Y ahora, aquí tenemos la promesa de una resurrección para todos los creyentes en Cristo para el Día Postrero, este Día Postrero (por cuanto un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día) se refiere al milenio postrero que será como el día postrero, el día último de la semana que es el séptimo día de la semana o llamado el sábado.
O sea, que siendo un día milenial, entonces de Adán hacia acá el Día Postrero será el séptimo milenio de Adán hacia acá, ese es el Día Postrero delante de Dios; y por cuanto el Señor es Señor del sábado, o sea, del día postrero de la semana, es también Señor del Día Postrero milenial en el cual establecerá el Reino de Dios en la Tierra.
También cuando se habla de los días postreros, se está hablando, así como los días postreros de la semana son: el quinto día que es el jueves, el sexto día que es el viernes, y el séptimo día que es el sábado, en la presencia de Dios son: el quinto milenio, el sexto milenio, y el séptimo milenio; esos tres días mileniales postreros están en la Escritura; “después de dos días, al tercer día nos dará vida, nos resucitará,” dice Oseas, hablando del pueblo hebreo.
Esta resurrección es un avivamiento, pues un avivamiento es un tiempo en donde Dios imparte Su Vida al ser humano, en donde Dios le da Vida nuevamente, Vida eterna al ser humano, así como una resurrección es el ser humano regresando a la vida; tan sencillo como eso; Dios le dará Vida al pueblo hebreo dándole un avivamiento en este tiempo final, trayéndolos a Vida en el Reino del Mesías.
Y ahora, estamos nosotros viviendo en el Día Postrero, pues en los días de Jesús y los apóstoles, dice San Pablo y San Pedro, que aquellos eran los Días Postreros; en Hebreos, capítulo 1, el apóstol Pablo, dice:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo (nos ha hablado ¿por quién? Por el Hijo, o sea, por Jesucristo), a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”
¿Y cuándo dice San Pablo que Dios habló por medio de Su Hijo Jesucristo? En los postreros días; porque cuando Cristo comenzó Su ministerio ya habían comenzado los días postreros delante de Dios, que son los milenios postreros; el quinto milenio ya había comenzado, el quinto milenio comenzó cuando Cristo tenía de tres a siete años de edad.
Por esa causa también el apóstol Pedro nos dice en el libro de los Hechos, capítulo 2, hablando de los días postreros, dice capítulo 2, verso 14 en adelante, cuando fueron llenos del Espíritu Santo y algunas personas se preguntaban: “¿Qué significa esto? Porque los escuchamos hablar en las lenguas, en el idioma en que nosotros hemos nacido, nos hemos criado y conocemos.” Porque allí estaban personas que vinieron a adorar a Dios y habían venido de otras naciones, eran judíos que vivían en otras naciones y venían a adorar a Jerusalén, a adorar a Dios en Jerusalén; algunos también burlándose, decían: “Están llenos de mosto.” Nunca faltan los burladores, aun cuando Dios está cumpliendo Su Palabra, los hubo en el tiempo de Moisés también.
Así que, los burladores siempre aparecen para molestar, para burlarse de las cosas que Dios está haciendo, esta cumpliendo conforme a lo que Él prometio, pero a esas personas les espera lo mismo que recibieron los burladores de tiempos pasados.
Y ahora, Pedro puesto en pie en el capítulo 2, verso 14 del libro de los Hechos, dice:
“Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras.
Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día.
Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:
Y en los postreros días, dice Dios,
Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,
Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;
Vuestros jóvenes verán visiones,
Y vuestros ancianos soñarán sueños;
Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días
Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.”
¿Para cuándo Dios prometió por medio del profeta Joel que derramaría de Su Espíritu? Para los postreros días, y ya están aquellos días derramando de Su Espíritu sobre toda carne, sobre toda persona que recibe a Cristo como Salvador, y por eso derramó de Su Espíritu sobre los apóstoles y demás personas creyentes en Cristo que seguían a Cristo, y el Día de pentecostés estaban esperando la Venida del Espíritu Santo, pues ya los días postreros habían comenzado cuando Jesús tenía de tres a siete años de edad; por lo tanto hacían ya veinte y algo de años que habían comenzado los días postreros.
Y ahora, comprendemos que los días postreros no son de veinticuatro horas cada uno de esos días, sino que son de mil años cada uno de ellos; por lo tanto los días postreros son los tres mil años finales: quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio.
Cuando Juan el apóstol fue llevado en espíritu al Día del Señor, fue llevado al Día Postrero (en espíritu, en cuerpo espiritual), y escuchó detrás de él una Voz, una Voz, una gran Voz como de trompeta que decía: “Yo soy el Alfa y Omega, el primero y el último.” ¿Y quién es el Alfa y Omega? ¿Quién es el primero y el último? Nuestro amado Señor Jesucristo.
Así como estuvo escuchándose la Voz de Cristo por medio de Su Espíritu Santo en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo durante los primeros dos días postreros: quinto milenio y sexto milenio, luego en el séptimo milenio se estaría escuchando la Voz de Cristo, del Alfa y Omega, del primero y el último, pero en un mensaje llamado gran Voz de trompeta; y por esa causa para este tiempo final la Iglesia del Señor Jesucristo estará escuchando la Voz de Cristo, el Ángel del Pacto, como una gran Voz de trompeta, vean aquí está Apocalipsis, capítulo 1, versos 10 al 11:
“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,
que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último.”
Es la Voz de Cristo en el Día Postrero, en el séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá, hablándonos con el mensaje de la gran Voz de trompeta del Evangelio del Reino, mensaje que en otros tiempos no podía venir al pueblo, no podía venir por ninguno de los siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia.
El Espíritu Santo habló por medio de ellos el mensaje de la Dispensación de la Gracia, pero el mensaje del Evangelio del Reino que es la gran Voz de trompeta o trompeta final, sería para la Iglesia del Señor Jesucristo por medio del instrumento que Él ha prometido tener en medio de Su Iglesia: el Ángel del Señor Jesucristo.
Es por medio del Ángel del Señor Jesucristo que la gran Voz de trompeta o trompeta final, la Voz de Cristo la estaremos escuchando con la Palabra revelada de las cosas que deben suceder pronto en este tiempo en el cual nos toca vivir, será la Voz de Cristo por medio de Su Espíritu Santo a través del mensajero que Él tendrá en la Tierra en medio de Su Iglesia predicando el Evangelio eterno, diciéndole a las personas que busquen a Dios, que adoren a Dios, que sirvan a Dios, porque la hora de su juicio ha llegado.
La hora del juicio divino en donde se derramarán las plagas, donde se van a repetir las plagas que cayeron sobre Egipto en el tiempo del profeta Moisés, esas plagas se van a repetir porque los ministerios de los dos Olivos, que son los ministerios de Moisés y Elías, se estarán repitiendo en este tiempo final, en el Día Postrero.
Por esa causa es importante que antes que se derramen esos juicios sobre la Tierra estemos seguros en Cristo, estemos en el Cuerpo Místico de Cristo sellados con el Espíritu Santo; es importante que toda persona que escucha la predicación del Evangelio de Cristo no endurezca su corazón, “si oyes hoy su Voz, no endurezcas tu corazón,” Él te está hablando por medio de Su Palabra, te está llamando porque tú eres una oveja del Señor, y Él dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen; y yo las conozco, y yo les doy Vida eterna.” (San Juan, capítulo 10, verso 27 en adelante).
Y también en el capítulo 10, versos 14 en adelante nos dice que también Él tiene otras ovejas que no son de aquel redil en donde Él estaba, y dice: “Aquellas también debo traer; y oirán mi Voz, y habrá un rebaño y un pastor.” Su Voz es Su Evangelio, el Evangelio de Cristo, Su Rebaño es la Iglesia del Señor Jesucristo, el buen Pastor es el Señor Jesucristo, y las ovejas ¿cuáles son? Somos todos nosotros, todos los creyentes en Cristo son las ovejas de Cristo, el buen Pastor, que son colocadas en el Redil del Señor, o sea, en la Iglesia del Señor Jesucristo.
Despiertan a un nuevo día, despiertan a un nuevo día de luz y Vida eterna en el Reino de Dios, por lo tanto, si escuchas hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, tú eres una oveja del Señor, y Él te está llamando para colocarte en Su Reino.
Por lo tanto, es necesario que toda persona escrita en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero escuche la Voz del Señor en este tiempo final. Yo la escuché y lo recibí como mi Salvador, fue bautizado en agua en Su Nombre, Él me bautizó con Su Espíritu y me colocó en Su Redil, en Su Reino. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, que todavía no ha despertado a un nuevo amanecer espiritual para despertar en el Reino de Dios con Vida eterna, lo puede hacer en estos momentos, puede recibir a Cristo, para Cristo lo resucite a Vida eterna en el Reino de Dios, y así tendrá un nuevo amanecer en su vida.
Cuando hemos nacido en la Tierra, hemos tenido un nuevo amanecer, y cuando recibimos a Cristo como Salvador, tenemos en el campo espiritual un nuevo amanecer. Por lo tanto: “Despiértate tú que duermes, levántate de entre los muertos, y te alumbrará Cristo.” (Efesios, capítulo 5, verso 14); porque Dios ha puesto a Cristo por luz para los gentiles.
Vean lo que nos dice la Escritura con relación a esta luz, en Isaías nos habla de esta luz… pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo; en Isaías, capítulo 9 nos dice, vamos a leer ese pasaje que es muy importante, dice capítulo 9, verso 1 en adelante, dice:
“Mas no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia, tal como la aflicción que le vino en el tiempo que livianamente tocaron la primera vez a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí; pues al fin llenará de gloria el camino del mar, de aquel lado del Jordán, en Galilea de los gentiles.
El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.”
Y ahora, al pasar a San Mateo, capítulo 4, siendo que Jesucristo es la luz del mundo, en el capítulo 4 de San Mateo, versos 12 en adelante, dice:
“Cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, volvió a Galilea;
y dejando a Nazaret, vino y habitó en Capernaum, ciudad marítima, en la región de Zabulón y de Neftalí,
para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo:
Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,
Camino del mar, al otro lado del Jordán,
Galilea de los gentiles;
El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz;
Y a los asentados en región de sombra de muerte,
Luz les resplandeció.”
Y esto fue cuando Jesús fue a este territorio de Zabulón y de Neftalí allá en Galilea, luz les resplandeció, y eso fue la presencia de Cristo en medio de Zabulón y de Neftalí, de esas dos tribus, allá en Galilea donde Él acostumbraba a predicar, y sigue diciendo:
“Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.”
Y luego en ese mismo capítulo 4 de San Mateo, verso 23, dice:
“Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.”
Y ahora, vean cómo estuvo resplandeciendo la luz, Cristo resplandeciendo en medio del pueblo, predicando el Evangelio de Cristo a través del cual Cristo resplandecía, daba luz espiritual para el alma por medio de la Palabra que Él les predicaba; porque Cristo es la luz del mundo, los estaba alumbrando espiritualmente, les estaba alumbrando el corazón, el alma y el entendimiento a todos los que lo escuchaban.
Así también Él ha estado haciendólo en estos dos mil años con millones de seres humanos que han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo por medio de Sus mensajeros a través de los cuales el Espíritu de Cristo le ha estado hablando a la humanidad; y en esta ocasión, en esta noche, también a nosotros nos ha hablado directamente a nuestra alma y nos ha alumbrado nuestra alma y el camino de la Vida eterna que es Cristo nuestro Salvador. Recuerden que Él dijo: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.”
No hay otra forma de llegar a Dios, solamente hay un camino, y Jesucristo es ese camino. Muchas personas dicen que todos los caminos llevan a Dios, y eso no es así; ese dicho lo han tomado de Roma, que decía: “Todos los caminos llevan a Roma,” pero a Dios, Cristo dice: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.” Solamente hay un camino, y ese es Cristo (San Juan, capítulo 14, verso 6); y en San Mateo, capítulo 7, verso 13 al 14, Cristo dice que el camino que lleva a la Vida es angosto, y dice que entremos por la puerta angosta. ¿Y quién es la puerta? Cristo, el cual dijo en San Juan, capítulo 10, verso 9:
“Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo.”
Recuerden que Cristo dice que la puerta es angosta, y el camino… y dice que son pocos los que entran por esa puerta, y que el camino que lleva a la Vida eterna, Él dice que es angosto y pocos son los que lo hallan, los que entran por ese camino.
Y ahora, Cristo es el camino y Cristo es la puerta, no hay otra forma de entrar al Reino de Dios, no hay otra forma de llegar a Dios, no hay otra forma de ser reconciliados con Dios, solamente hay una forma, y es por medio de Cristo y Su Sacrificio Expiatorio en la Cruz del Calvario, con el cual obtenemos el perdón de nuestros pecados, somos limpios con la Sangre de Cristo de todo pecado; somos bautizados en agua en Su Nombre, y Cristo nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en nosotros el nuevo nacimiento, y así nacemos en el Reino de Dios, entramos al Reino de Dios, y por consiguiente así entramos a la Vida eterna y quedamos reconciliados con Dios, para vivir no un año más, sino para vivir por toda la eternidad con Cristo en Su Reino eterno.
En las demás naciones también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo nuestro Salvador, y los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo. Recuerden que Él dijo: “Dejad a los niños venir a mí; y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.”
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo nuestro Salvador. Si falta alguna persona por venir, puede venir; recuerde que usted es una oveja del Señor, y por eso ha estado escuchando la Voz de Cristo, el Evangelio de Jesucristo nuestro Salvador.
Todavía vienen más personas de camino, y por eso estamos esperando unos segundos mientras llegan las personas que faltan para recibir a Cristo como único y suficiente Salvador. Con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, y nuestros ojos cerrados, los que han venido a los Pies de Cristo repitan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, en mi alma, creo en Tu primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo
el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos.
Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, un Redentor, doy testimonio público de mi fe en Ti y de Tu fe en mí, y te recibo como mi único y suficiente Salvador, te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y sea producido en mí el nuevo nacimiento.
Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente, Señor, me rindo a Ti en alma, espíritu y cuerpo, Sálvame Señor. Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
Y con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes lo han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible;” porque Él dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.”
Aun el mismo Cristo, cuando Juan estaba predicando (Juan el Bautista) y bautizando allá en el Jordán, en Judea, Jesucristo fue, entró a las aguas del Jordán frente a Juan el Bautista, y Juan el Bautista le dice: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí para que yo te bautice?” Y Jesucristo le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia,” y entonces lo bautizó. Y si a Cristo para cumplir toda justicia le convenía ser bautizado en agua, cuánto más a nosotros. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
En el bautismo en agua nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo. Y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado. Y cuando lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva Vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno; tan simple como eso es el bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Ahí hemos visto la tipología, el simbolismo del bautismo en agua para todos los que reciben a Cristo como único y suficiente Salvador. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; porque la promesa es para todos los creen en Cristo.
Recuerden, el Día de Pentecostés Pedro predicando, cuando le preguntan aquellas personas que creyeron, le preguntan: “¿Qué haremos, varones hermanos, ¿qué haremos?” Pedro les dice:
“Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para los que están lejos; y para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.”
Y fueron bautizados aquel día como tres mil personas, las cuales fueron añadidos a la Iglesia del Señor Jesucristo. “Y el Señor añadía a Su Iglesia cada día los que han de ser salvos,” eso está explicado ahí también, hablado en ese capítulo 2, versos 31 al 48 del libro de los Hechos.
Y ahora, pueden ser bautizados; y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino glorioso de Jesucristo nuestro Salvador; y que tengan cada uno de ustedes un nuevo amanecer, un nuevo amanecer en el Reino de Cristo nuestro Salvador.
Continúen pasando una noche feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador. Dejo con ustedes al ministro Bladimiro Rivera con ustedes, para que les indique cómo hacer, qué hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y en cada nación dejo al ministro correspondiente para que haga en la misma forma con todos los que en otros países, o en otras ciudades han recibido a Cristo como único y suficiente Salvador en estos momentos.
Que Dios les bendiga, y continúen pasando todos una noche llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.
“UN NUEVO AMANECER.”