Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones.
Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también. Amén.
Para esta ocasión leemos en la Escritura de San Mateo, capítulo 1, verso 16 y 17, que dice:
“Y Jacob engendró a José, marido de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo.
De manera que todas las generaciones desde Abraham hasta David son catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce.”
“LA GENERACIÓN DE JESUCRISTO.”
La Escritura dice que Dios es el que llama las generaciones, las trae a existencia y les habla de generación en generación a las personas que viven en cada tiempo; por esa causa encontramos que la historia se repite de generación en generación.
Por ejemplo, tenemos un pasaje en Eclesiastés, capítulo 3, donde dice, verso 14 al 15, dice:
“He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres.
Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó.”
A través de la historia de la raza humana, encontramos la repetición de esos ciclos divinos de generación en generación, por esa causa es que Jesús dijo: “Como fue en los días de Noé y como fue en los días de Lot, así será el día en que el Hijo del Hombre se revelará,” o sea, que será un tiempo en donde se estará repitiendo pero con nueva personas en una nueva generación, las cosas que sucedieron en el pasado, por lo tanto aquellas cosas son tipo y figura de las que estarán sucediendo en nuestro tiempo.
Por ejemplo, en el tiempo de Noé la humanidad había llegado a su final, para el tiempo de la Venida del Hijo del Hombre el reino de los gentiles habrá llegado al tiempo final, o sea, estará en los pies de hierro y de barro cocido, que es la última etapa del reino de los gentiles, y como vino el juicio divino en aquel tiempo, vendrá en este tiempo final, como estaba la humanidad en aquel tiempo, está en nuestro tiempo también.
Llena de violencia estaba la Tierra a causa del ser humano, y así está también en nuestro tiempo, como fue en los días de Lot allá en Sodoma y Gomorra, también dice Jesucristo que será el día, el tiempo en que el Hijo del Hombre se revelará, se manifestará, vendrá.
Encontramos que la humanidad está teniendo los mismos problemas que tuvo Sodoma y Gomorra, está surgiendo un sinnúmero de situaciones difíciles para las naciones, y está siendo legalizado en muchas naciones por los derechos humanos que tienen las personas, cosas que en Sodoma y Gomorra llevaban a cabo que eran desagradables a Dios, por las cuales vino el juicio divino sobre Sodoma y Gomorra.
Tenemos que recordar que los derechos del ser humano delante de Dios son de acuerdo a las leyes divinas, no de acuerdo a las leyes humanas. El ser humano tiene derecho a la vida, Dios le ha dado la vida, no se la debe quitar, el ser humano tiene un sinnúmero de derechos delante de Dios, pero hay otras cosas en las cuales no tienen ningún derecho y por consiguiente delante de Dios estarían en contra de la voluntad de Dios.
Tenemos que entender esas cosas para poder comprender porqué el juicio de Dios ha venido en el pasado en diferentes generaciones, y para el Día Postrero en la generación final del reino de los gentiles el juicio divino también vendrá; el mismo Cristo dice que el Hijo del Hombre cuando se siente en el Trono de Su gloria, o sea, en el Trono de David, va a juntar a todas las naciones delante de Él, unas las pondrá a Su izquierda, otras a Su derecha, y las juzgará: las de la derecha entrarán al Reino del Mesías y las de la izquierda no entrarán al Reino del Mesías.
¿Y qué entonces pasará con esas naciones? Serán destruidas. Tan sencillo como eso. ¿Que Dios puede hacer eso? Pues lo hizo en el tiempo de Noé, lo hizo en el tiempo de Sodoma y Gomorra; por lo tanto, Dios es el Juez y Él juzga correctamente.
Y ahora, la generación de Jesucristo, Su descendencia ¿quién la contará? Algunas personas piensan: “Jesús no tuvo hijos,” es la persona que más Hijos ha tenido, y sigue teniendo Hijos por medio de Su Espíritu reproduciéndose en hijos e hijas de Dios, esos son los creyentes en Cristo nacidos de nuevo, hijos e hijas de Dios, descendientes de Jesucristo.
La Escritura dice: “Derramaré de mi Espíritu sobre tu generación,” capítulo 44 de Isaías, verso 3, dice (del 1 al 3):
“Ahora pues, oye, Jacob, siervo mío, y tú, Israel, a quien yo escogí.
Así dice Jehová, Hacedor tuyo, y el que te formó desde el vientre, el cual te ayudará: No temas, siervo mío Jacob, y tú, Jesurún, a quien yo escogí.
Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos.”
De Israel Dios dice: “Israel es mi hijo, mi primogénito.” Éxodo, capítulo 4, verso 22, y dice: “De Egipto llamé a mi hijo,” y luego… eso está en Oseas, capítulo 11, verso 1 y luego en San Mateo, capítulo 2, verso 15 dice de Jesús, cuando el Ángel mandó a José para Egipto porque iban a buscar al niño Jesús para matarlo; y luego cuando murió Herodes el Ángel de Dios le apareció nuevamente a José y le dice: “Los que buscaban la muerte del niño murieron, regresa a la tierra, o sea, regresa a la tierra de Israel.” Para que se cumpliese lo dicho: “De Egipto llamé a mi Hijo.” Porque Jesús es el Hijo de Dios, el Primogénito; y lo mismo que es para Israel como pueblo primogénito, es para Jesús como hijo primogénito, y es para cada creyente en Cristo como hijo primogénito de Dios; del Egipto espiritual, del mundo son llamados todos los hijos e hijas de Dios, los primogénitos de Dios escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero.
Y ahora, esta generación de Jesucristo con todos Sus Hijos, es la generación de los justos, la generación de Reyes y Sacerdotes y Jueces que con Cristo reinarán, son los representados en la Iglesia Novia del Señor, son los miembros de la Iglesia del Señor, esa es la generación, la descendencia de Jesucristo sobre los cuales Dios pondría Su Espíritu; por eso desde el tiempo de Jesús encontramos a Juan el Bautista diciendo: “Yo les bautizo en agua (bautismo para arrepentimiento), pero el que viene después de mí, es más poderoso que yo, el cual les bautizará con Espíritu Santo y Fuego.”
Y Cristo hablando acerca del bautismo del Espíritu Santo dice. “Yo enviaré el Espíritu Santo sobre vosotros.” Por eso es que en el capítulo 7 de San Juan, Cristo dice, del verso 37 en adelante, esto fue el último día de las fiesta de los tabernáculos, ese es el día grande de la fiesta de los tabernáculos, dice:
“En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.”
De esto mismo es que le habla a la mujer samaritana en el capítulo 4, verso 10:
“Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.”
Esa agua viva es el Espíritu Santo, del cual también habló en el capítulo 7, donde dice que ríos de agua viva correrán por su vientre, el verso 14, dice:
“Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.”
Esa agua de Vida es el Espíritu Santo, el Espíritu de Vida, de Vida eterna, porque el espíritu que recibimos cuando nacimos es para vida temporera.
Pero ahora vean en Apocalipsis, capítulo 21, versos 6 al 7, dice:
“Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.
El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.”
Y aquí tenemos la oportunidad de tomar del agua de la Vida, tomar de esa fuente del agua de la Vida; y la fuente es Cristo, y el agua de la Vida que Él nos da es el Espíritu. Tan sencillo como eso; y eso es para el que tiene sed de esa agua de Vida, sed del Espíritu de Dios.
El salmista decía: “Yo tengo sed del Dios vivo.”
En el capítulo 22 de Apocalipsis, versos 16 al 17, dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.
Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.”
O sea, tome del Espíritu Santo, recibe el Espíritu Santo, para lo cual se predica el Evangelio de Cristo, nace la fe de Cristo en el alma de las personas, la persona cree en Cristo, da testimonio público de su fe en Cristo recibiéndolo como Salvador, es bautizado en agua en Su Nombre, Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en la persona el nuevo nacimiento; así ha tomado del agua de la Vida gratuitamente.
Recuerden que Cristo dijo a Nicodemo: “De cierto te digo que el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.” San Juan, capítulo 3, versos 1 al 6. Nacer del Agua es nacer del Evangelio de Cristo, de la Palabra, y nacer del Espíritu, pues es nacer del Espíritu Santo, recibir el Espíritu Santo.
Y ahora, esto es para la generación de Jesucristo, para la descendencia de Cristo; comenzó con Cristo, cuando fue bautizado, vino el Espíritu Santo sobre Él y luego Dios dijo: “Este es mi Hijo amado en el cual tengo complacencia.”
Y ahora, toda persona que como Cristo, recibe a Cristo, es bautizada en agua en Su Nombre y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, Dios dice de él: “Éste es mi hijo amado,” es otro hijo amado, uno más de la familia, uno más de la generación de Jesucristo, sobre los cuales Dios dijo que derramaría de Su espíritu Santo.
La generación de Jesucristo es la generación de los justos, han sido justificados, fueron perdonados y limpiados con la Sangre de Cristo de todo pecado y quedaron como si nunca en la vida hubiesen pecado, están justificados; por eso Dios no les imputa pecados, porque ya fueron limpiados de todo pecado y están justificados ante Dios como si nunca en la vida hubiesen pecado; esos son los descendientes de Dios por medio de Cristo, por medio del segundo Adán.
Y ahora, ¿quiénes son esas personas? Somos nosotros. Esa es la bendición que tenemos de parte de Dios, pertenecemos a esa descendencia o generación de Jesucristo; y esa generación ¿quién la contará? Es como las estrellas del cielo que no se pueden contar porque son muchas, desde los días de los apóstoles hasta nuestro tiempo son como las estrellas del cielo, son las estrellas, los hijos de Dios. Recuerden que están representados en las estrellas, y el mismo Cristo está representado en la estrella de la mañana, lo leímos hace unos momentos aquí en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, donde nos dice:
“Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.”
En la estrella de la mañana está tipificado Cristo, no es que sea literalmente esa estrella, solamente esa estrella es tipo y figura de Cristo como el sol también es tipo y figura de Cristo y la luna es tipo y figura de la Iglesia, y las estrellas tipo y figura de nosotros; la promesa es que la descendencia de Abraham sería como las estrellas del cielo.
Y ahora, siendo como las estrellas, Cristo siendo como la estrella resplandeciente de la mañana, Él es la Columna de Fuego, el Espíritu Santo; y el Espíritu en cada creyente es esa estrella, esa luz, esa Columna de Fuego.
Recuerden que la promesa fue… Juan dijo: “El que viene después de mí les bautizará con Espíritu Santo y Fuego.” Recuerden que la Escritura dice que Dios hace a Sus Ángeles Espíritu, y a Sus ministros llama de Fuego.
La Columna de Fuego, el Ángel del Pacto, el Espíritu Santo, la imagen de Dios y también la imagen de cada persona, es también una Columna de Fuego; el Día de Pentecostés lenguas como de fuego se posaron sobre los creyentes siendo bautizados con Espíritu Santo y Fuego.
Y ahora, esta es la promesa para la generación de Jesucristo, esta es la promesa para los descendientes de Jesucristo, y Su decendencia ¿quién la contará? Son millones, y lo importante no es que sean millones o miles, lo importante es que yo soy uno de ellos.
¿Y para usted qué es lo importante? Que usted también es una de esas personas, una de esas estrellas, uno de esos descendientes.
En el Reino de Dios esas son las personas que tienen el nivel más alto con Dios, como personas, son los que serán iguales a Jesucristo, por eso son llamados los primogénitos de Dios escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero.
Algunas veces queremos que todos sean iguales, y si nos dejaran meternos al Cielo quisiéramos que todos los Ángeles fueran del mismo nivel; entonces no habrían Arcángeles, no habría querubines; hay diferentes niveles, Dios tiene diferentes niveles en Su Reino; si todos fueran lo mismo, iguales, sería algo monótono. Por lo tanto, hay una buena variación en el Programa Divino.
Y ahora, en la generación de Jesucristo hay una variación grande: hay altos, hay bajitos, hay delgados, hay gorditos; pero todos hijos e hijas de Dios.
Así que, si uno es gordito, pues èse era el que tenía que estar ahí en el Reino; o si es alto, pues le correspondía estar ahí como es, o sea, que Dios ya Él determinó cómo íbamos a ser nosotros.
¿Y cómo será cuando tengamos el cuerpo nuevo? Ahí va a ser a la perfección todo, va a ser como Él determinó desde antes de la fundación del mundo; ahora lo que tenemos es temporero, pero lo eterno fue diseñado por Dios eternamente desde antes de la creación, pero el cuerpo que tenemos para el propósito con el cual estamos en la tierra, nos sirve bien, funciona bien; el nuevo, lo vamos a estrenar en el Reino cuando ya lo tengamos nosotros.
Y ahora, la generación de Jesucristo sobre la cual Dios derramaría Su Espíritu, vean, comenzó con Cristo, Dios derramando Su Espíritu sobre Él al ser bautizado, y ese es el mismo orden que le sigue a toda esa generación de Jesucristo, a toda esa descendencia de Jesucristo, oyen la Voz de Dios, nace la fe de Cristo en su alma, son bautizados al recibir a Cristo como Salvador, son bautizados en agua y luego Dios los bautiza con Espíritu Santo y Fuego, o sea, sigue el mismo patrón que usó en Cristo, son o es la generación de los primogénitos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.
Los primogénitos tienen una doble bendición, una doble porción, por lo tanto tienen una bendición o porción celestial y una terrenal, por eso vamos a vivir en la tierra también, vamos a vivir en el Reino del Mesías y vamos a ser el gabinete del Él, de ese Reino; y no por votación, por el voto del pueblo, sino por el voto divino.
La Escritura dice que somos Reyes y Sacerdotes y también somos Jueces, o sea, el poder judicial, el gabinete del poder judicial pertenece a Cristo como el Juez Supremo; y todos los creyentes en Él como los miembros de Su gabinete, en ese gabinete pues habrá diferentes posiciones también; porque en el poder judicial no todos son jueces, hay fiscales también, hay abogados que hacen otros trabajos, hay secretarias también, o sea, que hay un trabajo para llevarse a cabo en el poder judicial.
Y también en la parte religiosa, por cuanto los creyentes en Cristo son Sacerdotes del Orden de Melquisedec, del mismo Orden de Cristo, entonces hay una administración religiosa o espiritual; y también son reyes, o sea, la realeza de ese Reino pertenece al Mesías y a Su generación, a Su descendencia, esa es la Casa de David restaurada; tan sencillo como eso. Eso lo vamos a ver en otras ocasiones. Por eso es que en el Reino del Mesías los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo van a estar.
“LA GENERACIÓN DE JESUCRISTO.”
Si alguna persona todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, puede hacerlo en estos momentos para que Cristo le reciba en Su Reino y produzca en usted el nuevo nacimiento, nazca en el Reino de Cristo como un miembro de Su familia, Él es la cabeza de Su Casa, el Padre de familia de Su Casa, está colocado como Hijo sobre Su casa, la cual Casa somos nosotros, la cual casa significa: la cual familia; no es una casa de madera ni de piedra sino de seres humanos creyentes en Cristo que forman la Iglesia del Señor Jesucristo, esa es la Casa de Dios, la familia de Dios, la descendencia de Dios, descendencia de Dios por medio de Cristo el Hijo de Dios, esa es la generación de Jesucristo a la cual yo pertenezco, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también, por eso es que ustedes están aquí: porque son miembros de esa familia.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo, puede pasar y estaremos orando por usted.
Los que están en otras naciones también pueden venir a los Pies de Cristo para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo; los que están allá en Puerto Rico, en Chile, en Argentina, en Paraguay, en Perú, en Ecuador, en Colombia, en Venezuela, en Bolivia, en Uruguay, en Mexico, en Guatemala, en Panamá, Costa Rica, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Norteamérica, también todo el Caribe, pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo.
Hay una familia celestial y el Padre de familia es Cristo, es una nueva raza que Dios está creando con Vida eterna, de la cual Jesucristo es la cabeza.
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo nuestro Salvador. Con nuestras manos levantadas al Cielo y nuestros ojos cerrados, repitan conmigo esta oración los que están presentes y los que están en otras naciones, los que han venido a los Pies de Cristo repitan conmigo:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón; creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.
Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, Te ruego perdones mis pecados, Te ruego me limpies con Tu Sangre de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre y sea producido en mí el nuevo nacimiento. En el Nombre del Señor Jesucristo Te lo ruego Padre celestial. Amén.
Y ahora, con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador.
Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor lo más pronto posible. “¿Cuándo me pueden bautizar?” Por cuanto ustedes han creído en Cristo, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
Los que están en otras naciones también pueden ser bautizados en estos momentos.
En el bautismo en agua nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección, porque el bautismo en agua es tipológico, el bautismo en agua es a semejanza de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo, por eso cuando la persona recibe a Cristo, muere al mundo; y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva Vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Tan sencillo como eso es la tipología, el simbolismo del bautismo en agua.
Por lo tanto, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
Recuerden que el bautismo en agua es un mandamiento del Señor, recuerden que Él dijo:
“Id por todo el mundo y predicad del Evangelio a toca criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Tan sencillo como eso (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16).
Por lo tanto, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
Continúen pasando todos una noche feliz, llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.
Dejo con ustedes al doctor Gian del Corto para continuar. En cada nación dejo al ministro correspondiente para que haga en la misma forma.
“LA GENERACIÓN DE JESUCRISTO.”