Muy buenas tardes o buenos días, amables amigos y hermanos ministros presentes y todos los que están en diferentes naciones. Un saludo muy especial para mi amigo, licenciado Máximo Moscoso y su esposa y todas las autoridades que se encuentren aquí presentes, políticas y religiosas.
El Estado de Tabasco en estos días tiene ciertos problemas a causa que parece que es el Estado que más agua tiene, y tiene el problema de inundaciones y les recomiendo que sigan las instrucciones del honorable gobernador Andrés Granier, que desea lo mejor para el pueblo tabasqueño, y cuando él les avise o les avisa que ciertas áreas van a inundarse y les recomienda que salgan de esas áreas, deben salir a tiempo, e ir a los lugares de albergues que están preparados para ese propósito.
Aprecio y agradezco mucho el respaldo que le están dando al proyecto de La Gran Carpa-Catedral en Puerto Rico, y también el respaldo que le están dando a la obra misionera y evangelística en todas las naciones.
También aprecio mucho el respaldo que le están dando a AMISRAEL, el cual está haciendo trabajos muy importantes en favor de la familia humana. Para esta ocasión leemos un pasaje muy importante que leyó el Señor Jesucristo dos mil años atrás y que no concluyó, el verso segundo, y vamos a ver porqué no concluyó; porque cuando nosotros leemos un pasaje o un verso de la Biblia, terminamos de leerlo en público, si lo estamos leyendo en público. Pero vamos a ver porqué no concluyo el verso 2 de este pasaje; se encuentra en Isaías, capítulo 61, verso 1 al 2. Capítulo 61 de Isaías, verso 1 en adelante vamos a leer. Dice:
“El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel;
a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados;
a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.
Reedificarán las ruinas antiguas, y levantarán los asolamientos primeros, y restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones.”
Y leemos en San Lucas, cuando Cristo leyó ese pasaje en San Lucas, capítulo 4, donde nos dice de la siguiente manera… capítulo 4, verso 16 en adelante, dice:
“Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer.
Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:
El Espíritu del Señor está sobre mí,
Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos,
Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos;
A predicar el año agradable del Señor.
Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él.
Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema para esta ocasión es: “EL DÍA DE VENGANZA, DE TEMER Y DAR GLORIA AL DIOS NUESTRO.” Ese es nuestro tema para esta ocasión.
Y ahora veamos lo que es el día de venganza, y veremos la razón por la cual Cristo no leyó esa parte del verso 2, se detuvo donde dice: “Para predicar el año de la buena voluntad de Jehová (o del Señor).” El año de la buena voluntad de Dios, del Señor, es el año del jubileo de Levítico, capítulo 25, verso 8, y corresponde a la Venida del Señor, y el año de la buena voluntad de Dios siendo predicado, corresponde a la Dispensación de la Gracia de la cual ya llevamos dos mil años de Cristo hacia acá.
El día de la buena voluntad de Dios en donde Dios acepta toda persona en Su Reino que recibe a Cristo como único y suficiente Salvador, porque la buena voluntad de Dios envió a Jesucristo al mundo, Su Hijo, para morir por nosotros en la Cruz del Calvario llevando nuestros pecados para así que nosotros podamos recibir la Vida eterna.
Por medio de Jesucristo se llevó a cabo la obra de Expiación en la Cruz del Calvario, la cual estaba tipificada, representada en el cordero pascual que cada familia hebrea sacrificó en Egipto en la víspera de la pascua, y víspera por consiguiente de la salida del pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto.
Por esa causa cuando Juan el Bautista vio a Jesús, dijo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” Por lo tanto, la fiesta de la pascua que el pueblo hebreo efectuaba durante los 40 años en el desierto y luego cuando entraron a la tierra prometida también, y hasta el momento la efectúan, es en memoria de aquel sacrificio del cordero pascual que cada familia sacrificó en Egipto para la preservación de la vida de los primogénitos, y luego a la misma vez es profética, porque anuncia la Venida del Mesías como Cordero de Dios para quitar el pecado del mundo, y poder salir libres del reino de las tinieblas y entrar al Reino de Dios, el Reino del Mesías que se encuentra en la esfera espiritual.
Recuerden que Cristo dijo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios,” así como nosotros para ver este reino terrenal tuvimos que hacer una cosa, y fue nacer, el que no nació pues no ha visto este reino terrenal.
Nicodemo no comprendió lo que era el nuevo nacimiento y le pregunta a Cristo: “¿Cómo puede hacerse esto? ¿Puede acaso el hombre ya siendo viejo, entrar en el vientre de su madre y nacer?” San Juan, capítulo 3, versos 1 al 6. Y Cristo le explica diciendo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.”
Nacer del Agua es nacer del Evangelio de Cristo, y nacer del Espíritu, es nacer del Espíritu Santo luego que la persona ha recibido a Cristo como Salvador, ha sido bautizado en agua en Su Nombre arrepentido de sus pecados, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en la persona el nuevo nacimiento.
Todo eso corresponde a la Dispensación de la Gracia, por eso cuando Juan vio a Jesús, dijo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo,” y también dijo: “Este es aquel del cual yo dije que vendría uno mayor que yo, del cual yo no soy digno de desatar la correa de su calzado, Él es el que les bautizará con Espíritu Santo y Fuego.”
También la Venida del Mesías que se cumplió dos mil años atrás, estaba reflejada o tipificada en el macho cabrío de la expiación del capítulo 23, versos 26 al 29 del libro de Levíticos, en donde el pueblo hebreo sacrificaba el día diez del mes séptimo de cada año, un macho cabrío en expiación por sus pecados.
Y el que arrepentido de sus pecados pedía perdón a Dios, en ese día obtenía el perdón por sus pecados y obtenía el derecho a vivir un año más. Cada año tenía que hacer lo mismo para confirmar delante de Dios que se había arrepentido de sus pecados de ese año, y Dios le daba el derecho a vivir un año más.
El que no lo hiciera, perdía ese derecho, esa bendición, y moriría, tan sencillo como eso, lo cual es tipo y figura del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario y Su Sangre siendo presentada en el Templo celestial, y Cristo como sumo sacerdote haciendo intercesión por cada persona que arrepentido de sus pecados, lo recibe como único y suficiente Salvador, ya no para vivir un año más, sino vivir eternamente en el Reino de Dios.
Tan sencillo como eso es la tipología del macho cabrío de la expiación, siendo cumplida en el Mesías Príncipe que viene como Sacrificio de Expiación por los pecados del ser humano, lo cual está profetizado en Isaías, capítulo 53, verso 8 donde dice:
“Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido.”
Esto se cumplió en Cristo, sigue diciendo:
“Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.
Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado (¿cómo pondría Su vida? ¿Por qué moriría? Moriría en Expiación por el pecado del pueblo), verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.
Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.”
Cristo como el macho cabrío de la Expiación, cumplió esta profecía, por esa causa es que Jesucristo es nuestro Salvador, es nuestro Redentor, y todo esto corresponde al año de la buena voluntad de Jehová, que es el tiempo de la Dispensación de la Gracia en donde Jesucristo está en el Cielo como sumo sacerdote según el Orden de Melquisedec, haciendo intercesión con Su propia Sangre por toda persona que lo recibe como único y suficiente Salvador.
Pero algún día terminará ese ciclo divino representado en el año de la buena voluntad de Dios, del cual también San Pablo en Segunda de Corintios, capítulo 6, dice… y veamos lo importante que es este pasaje:
“Porque dice:
En tiempo aceptable te he oído,
Y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.”
Y ahora, se refiere a la Dispensación de la Gracia en donde es el tiempo aceptable delante de Dios, en donde Dios acepta a toda persona que recibe a Cristo como único y suficiente Salvador y le da la entrada al Reino de Dios.
Por eso Cristo dice en San Mateo, capítulo 10, versos 32 al 33:
“A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos (y dice más).
Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.”
Para entrar al Reino de Dios la persona tiene que haber recibido a Cristo como Salvador y Cristo le confiesa delante del Padre celestial para entrar al Reino de Dios.
Y ahora, hay un tiempo señalado por Dios, un tiempo aceptable donde Dios acepta a cada persona para que reciba la salvación y Vida eterna. Por esa causa fue que Jesucristo cuando leyó ese pasaje de San Lucas, en San Lucas, capítulo 4, no continuó leyendo el verso 2, se detuvo a la mitad de ese versículo, y dijo: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros,” porque lo que a continuación decía el pasaje era: “Y el día de venganza del Dios nuestro.” Y Él no vino en Su primera venida para predicar el día de venganza del Dios nuestro, sino para predicar el año de la buena voluntad del Señor para todos los seres humanos.
Ahora, el día de venganza sería predicado en el Día Postrero, en el día del Señor que es el Día Postrero delante de Dios, lo cual es el milenio postrero delante de Dios, “porque un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día,” (Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8 y el Salmo 90, verso 4).
Cuando se nos habla del Día Postrero o día del Señor, se refiere al milenio postrero o séptimo milenio de Adán hacia acá, o tercer milenio de Cristo hacia acá, y cuando se nos habla de los días postreros, se nos está hablando de los tres milenios postreros delante de Dios, que son quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio.
Por esa causa es que San Pablo en Efesios y también en Hebreos, capítulo 1, versos 1 al 3, dice:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”
Y ahora vean cómo San Pablo dice:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas.”
¿Cómo hablaba Dios al pueblo hebreo? Por medio de los profetas, “porque no hará nada el Señor sin que antes revele sus secretos, ¿a quién? A sus siervos, sus profetas,” y eso es Amós, capítulo 3, verso 7 y en Zacarías para que tengan el cuadro claro, la forma en que Dios habla, capítulo 7, verso 11 ena delante dice:
“Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;
y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.”
Y ahora, aquí nos muestra cómo es que Dios le hablaba al pueblo. Dios le hablaba al pueblo por medio de Su Espíritu Santo a través de los profetas, el Espíritu Santo es el Ángel del Pacto, es Cristo en Su cuerpo angelical, y por medio del Ángel del Pacto, Cristo en Su cuerpo angelical, le hablaba a través de los profetas al pueblo.
Y ahora, dice: “En estos postreros días,” en Hebreos, capítulo 1, verso 2:
“En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;
el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia.”
La imagen de Dios es Cristo, Cristo en Su cuerpo angelical, y la semejanza física de Dios es Cristo en Su cuerpo de carne, el cual ya está glorificado:
“Y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,
hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos.”
Y ahora, así como Dios habló por medio de los profetas, dice: “En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo,” o sea, por Jesucristo. Cuando Cristo estuvo en la Tierra predicando, ya habían comenzado los días postreros delante de Dios, que son los tres milenios postreros: quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio.
Cuando Cristo tenía de tres a siete años de edad, comenzó el quinto milenio, y por esa causa es que San Pablo dice que Dios habló por medio de Su Hijo Jesucristo en los postreros días. Ya Cristo y los apóstoles vivieron en el comienzo de los días postreros delante de Dios.
O sea, en el primer siglo del primer milenio de los tres milenios postreros. O sea, en el primer siglo del quinto milenio vivió Jesús y los apóstoles. También el apóstol Pedro en el libro de los Hechos predicando allá en el capítulo 2, nos dice por el verso 14 en adelante, el Día de Pentecostés, el primer mensaje que San Pedro predica lleno del Espíritu Santo, dice:
“Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once , alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras.
Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día.
Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:
Y en los postreros días, dice Dios,
Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,
Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;
Vuestros jóvenes verán visiones,
Y vuestros ancianos soñarán sueños;
Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días
Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.
Y daré prodigios arriba en el cielo,
Y señales abajo en la tierra,
Sangre y fuego y vapor de humo;
El sol se convertirá en tinieblas
Y la luna en sangre,
Antes que venga el día del Señor,
Grande y manifiesto.”
Y ahora, aquí nos anuncia el día del Señor que ha de venir, el cual es el Día Postrero o séptimo milenio de Adán hacia acá, y ya estamos dentro de ese Día Postrero delante de Dios, de ese séptimo milenio, es un día milenial.
“Y todo aquel que invocare el Nombre del Señor, será salvo.” Antes que venga ese día del Señor, hay bendición y salvación para todos, y aún todavía hay oportunidad de salvación para todas las personas.
Y ahora, estamos viviendo ya dentro del Día Postrero conforme al calendario gregoriano, pues ya cuando comenzó el siglo XXI, o cuando hemos comenzado el 2001 ya estamos dentro del séptimo milenio de Adán hacia acá, que es el Día Postrero delante de Dios, esto es conforme al calendario gregoriano.
Por lo tanto, las bendiciones que Dios tiene para los creyentes en Él para el Día Postrero, van a ser cumplidas tales como Dios completar Su Iglesia, como también la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos eternos, glorificados y jóvenes para toda la eternidad, y la transformación de los creyentes que estén vivos en la Tierra: serán transformados, obtendrán el cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, y luego la ida con Cristo llamada el rapto o arrebatamiento de la Iglesia para ir a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, a la casa del Padre celestial, fiesta que durará tres años y medio en el Cielo, será la fiesta más importante que se haya llevado a cabo en el Cielo, y será en la casa del Padre celestial.
Para ese tiempo los habitantes del planeta Tierra que queden aquí, en el planeta Tierra, cuando sean llevados al Cielo los creyentes en Cristo en cuerpos glorificados juntamente con los que resucitarán en cuerpos glorificados, luego comenzará lo que se le llama la gran tribulación donde el juicio divino será derramado sobre la raza humana, y eso corresponde al “día de venganza del Dios nuestro.”
Cristo cuando termine Su Obra de Intercesión, el cual está como sumo sacerdote en el Cielo haciendo intercesión con Su propia Sangre por lo cual Dios mira a la familia humana y la mira a través de la Sangre de Cristo, y por consiguiente no ve pecado.
Por esa causa la familia humana ha sobrevivido por mucho tiempo, se vio en riesgo de desaparecer dos mil años atrás por sus pecados, tanto como individuos como naciones, porque están los pecados de los individuos y también están los pecados de las naciones (como naciones), porque las mismas cosas que hacen los individuos, también las naciones las hacen en la escala de naciones.
Por ejemplo, hay pecados, hay crímenes que seres humanos realizan, pero también hay crímenes de Estado, los cuales a través de la historia los podemos ver registrados. Tanto para naciones como para individuos el día de venganza del Dios nuestro será manifestado.
En los días de Jesús la raza humana se vio a punto de desparecer, por eso es que Jesucristo en San Juan, capítulo 2, verso 24, usando una parábola dice: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, él solo queda; pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva.”
En aquellos días si Cristo no toma los pecados del ser humano y se hace pecado por nosotros y muere, la raza humana desaparecía en aquel tiempo, y solo quedaría Jesucristo, el cual no tenía pecado. Pero vean, con la muerte de Cristo llevaría mucho fruto Cristo, el grano de trigo, porque nacería una planta de trigo que es la Iglesia del Señor Jesucristo, la cual nació el Día de Pentecostés allá en Jerusalén, y a través de esa planta de trigo, la Iglesia, nacerían muchos granos de trigo que son muchos hijos e hijas de Dios en el Reino de Dios, que son los creyentes en Cristo.
La vida del grano de trigo es el Espíritu Santo, el cual ha estado en Su Iglesia reproduciéndose en muchos hijos e hijas de Dios.
Y ahora, hemos tenido dos mil años de gracia, de misericordia de parte de Dios para la familia humana, pero tenemos la profecía bíblica que habla del día de venganza del Dios nuestro, el cual es el tiempo en que Dios llamará a juicio a las naciones, como también a los individuos.
Pero mientras llega ese momento del juicio divino sobre la raza humana, si alguno ha pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo, el Hijo de Dios, y tenemos que aprovechar ese lapso de tiempo, ese tiempo de gracia y misericordia que Dios le ha dado a la familia humana.
Cuando Jesucristo complete Su Iglesia, Su redil, Su rebaño, saldrá del Trono de Intercesión, del Templo celestial y se convertirá en León de la Tribu de Judá, en Rey de reyes y Señor de señores y Juez de toda la Tierra.
Es como un abogado que defiende a una persona o a muchas personas en la corte, y logra que salgan inocentes, que salgan libres, eso es lo que Cristo como nuestro abogado en el Cielo ha estado haciendo, porque nuestros pecados Él los llevó, y ahora Él murió en la Cruz del Calvario por causa de nuestros pecados, porque se hizo pecado por nosotros y pagó por nuestros pecados, y quedamos libres de nuestros pecados y por consiguiente de condenación.
Siempre en el Cielo Cristo intercede por los que lo reciben como Salvador, y el mostrar que Él murió por esa persona y que la persona está libre, porque ya la deuda fue pagada, entra al Reino de Dios. Tan sencillo como eso. Por eso el único abogado que yo le recomiendo a todos los seres humanos delante de Dios, es uno solo: al Señor Jesucristo, del cual dice la Escritura: “Si alguno ha pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Su Hijo Jesucristo.” No hay otro abogado que lo pueda defender a usted en la corte celestial, en la corte divina, solamente hay uno que nos defiende y obtiene nuestra libertad.
Ahora, les dije que es como un abogado acá en la Tierra, que toma los casos de las personas y logra que queden libres, los libra de condenación, los libra de la sentencia que sería de condenación para la persona, y evita que vayan a la cárcel.
Cristo en el Cielo ha estado haciendo eso conforme a las leyes divinas, pero recuerden que los jueces son abogados también; antes de estar como jueces han estado como abogados litigantes defendiendo a muchas personas, pero después cuando asumen la posición de jueces, ese mismo juez que primero defendió a muchas personas y los sacó libres, ahora como juez pueden llegar a las mismas personas acusadas por algún delito, y ese mismo juez que fue abogado y los defendió, ahora los juzga y los condena si los encuentra culpables.
Y las personas pueden decirle: “Pero usted fue mi abogado, en una ocasión me defendió y me sacó libre, la sentencia fue que no tenía culpabilidad, ahora quiero quedar libre,” pero el juez le podrá decir: “Ahora yo no soy tu abogado, ahora yo soy tu juez, y te condeno.”
Así es Cristo, cuando Él complete Su Iglesia y salga del Trono de Intercesión en el Cielo, Él se convertirá en el Juez de la toda la Tierra, Él entonces juzgará al mundo con justicia y verdad; de eso nos habla la Escritura claramente para que nosotros sepamos que Cristo algún día va a ser el Juez de los vivos y de los muertos.
Por lo tanto, las personas tienen que aprovechar mientras Cristo está como abogado delante del Padre celestial para que el Padre celestial que es el Juez de toda la Tierra, nos declare libres, nos declare inocentes. Capítulo 10, verso 42 del libro de los Hechos, nos dice lo siguiente:
“Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos.”
Y ahora, les dije que cuando Cristo termine Su Obra de Intercesión en el Cielo, se convertirá en el Juez de toda la Tierra, en el León de la Tribu de Judá, en Rey de reyes y Señor de señores conforme a Apocalipsis, capítulo 5, y tomará el Título de Propiedad que es el Libro de la Vida del Cordero donde están escritos los nombres de todos los que serían redimidos; y juzgará a las naciones y también a los individuos. Y eso es para el día del Señor o día de venganza del Dios nuestro.
Recuerden que la Escritura dice: “No os venguéis vosotros mismos,” Dios dice: “Mía es la venganza, yo pagaré.” Por lo tanto, Dios por medio del Mesías Príncipe, de Cristo, vengará todas las injurias que han hecho a los hijos e hijas de Dios: “No os venguéis vosotros mismos,” Dios dice: “Mía es la venganza, yo pagaré.”
Así como ninguna persona está llamada a tomar en sus manos la justicia para vengarse contra alguna persona que lo haya injuriado en alguna forma; si lo hace, entonces lo van a juzgar y va a salir culpable el 99 por ciento de las ocasiones. El Juez es el que hace la venganza, la justicia de todos los agravios que sufren las personas.
Y ahora, en el libro del Apocalipsis, capítulo 6, versos 8, nos habla… *capítulo 6, verso 9 en adelante dice:
“Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían.”
Estos son los judíos que han sido perseguidos y han sido muertos o asesinados, y sobre todo los que murieron en Alemania y demás países bajo el nazismo, bajo Hitler y el programa de exterminio de los judíos.
Eso fue lesa humanidad, crimen contra un pueblo, pero vean lo que dice aquí:
“Y clamaban a gran voz (esto es en el Paraíso donde se encuentran)… y clamaban a gran voz , diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra? (Esos son los judíos, si fueran los cristianos no estarían pidiendo venganza).
Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos.”
Hay un grupo de ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, doce mil de cada tribu en el libro del Apocalipsis, capítulo 7, versos 2 en adelante, y luego en el capítulo 14, verso 1 al 5, que son los elegidos de Dios del pueblo hebreo, doce mil de cada tribu que van a ser llamados por Dios en este tiempo final.
Ellos van a pasar por la gran tribulación y van a morir como mártires y se va a completar el número de los mártires del pueblo hebreo, o sea, que le espera al pueblo hebreo todavía una etapa muy difícil como la etapa llamada ‘el holocausto’ de seis millones de judíos que fueron exterminados por Hitler.
Y ahora, tenemos también una etapa difícil para parte del Cristianismo, llamadas por Cristo las vírgenes insensatas. Para las vírgenes prudentes viene la transformación de los que estén vivos, y de los que murieron, la resurrección en cuerpos eternos para luego ir a la Cena de las Bodas del Cordero y estar esos tres años y medio en el Cielo en esa gran fiesta celestial, pero aquí quedarán en la Tierra los que pasarán por ese tiempo difícil llamado la gran tribulación donde Dios estará juzgando a la raza humana; estará juzgando las naciones, como también a los individuos. Pero sobre todo abarca el juicio a los individuos al juzgar a las naciones.
Para ese tiempo, vean ustedes, desde el Trono celestial será el juicio divino y por eso salen truenos, relámpagos y voces y granizo cuando ya la Sangre de Cristo no está en el Trono de Dios, no está en el Trono de Intercesión, ya entonces Cristo estará como Juez de toda la Tierra, y por más que pida misericordia una persona o una nación, ya Cristo estará como Juez y no habrá abogado que lo pueda defender.
Él estará como Juez de los vivos y de los muertos, Él estará como Juez de toda la Tierra juzgando y por consiguiente Él es el que hará la venganza de todos los hijos e hijas de Dios del Cristianismo y de todos los hebreos que han sido perseguidos y matados siendo inocentes. O sea, que todos esos crímenes contra la humanidad que se han efectuado por diferentes naciones en contra de la Iglesia del Señor Jesucristo, y también en contra del pueblo hebreo, van a aparecer en el juicio que Jesucristo efectuará como Juez, y vengará la sangre de todas esas personas que fueron asesinadas en diferentes tiempos de la historia humana.
La venganza divina caerá sobre esas naciones y sus habitantes. Recuerden que Dios juzga hasta la segunda, tercera y cuarta generación; y estamos en la cuarta generación donde el juicio divino va a ser efectuado, y estamos viendo las causas por las cuales viene el día de venganza del Dios nuestro, de venganza de Dios como Juez; porque en una corte el que hace la venganza de todo agravio que se le hace a una persona, es el juez. Por eso el mismo Cristo enseña que no nos venguemos nosotros mismos, que dejemos que sea el Señor el que lo haga, porque Él es el que estará como Juez de los vivos y de los muertos.
Y ahora, la predicación de ese día de venganza, es la predicación del Evangelio del Reino donde estará incluido el juicio divino que ha de venir sobre la raza humana, y en Apocalipsis, capítulo 14 aparece el mensajero que estará proclamando el día de venganza del Dios nuestro. Dice Apocalipsis, capítulo 14, verso 6 al 7:
“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo,
diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.”
Este mensajero con el Evangelio eterno, el Evangelio del Reino, del cual Cristo dijo en San Mateo, capítulo 24, verso 14: “Y será predicado este Evangelio del Reino para testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin.”
La predicación del Evangelio del Reino corresponde a la Dispensación del Reino, que es la séptima dispensación, en donde Cristo estará como Juez de toda la Tierra, este mensajero, este Ángel (recuerden que Ángel significa mensajero) que viene con el Evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la Tierra.
Si viene para predicarlo a los moradores de la Tierra, ¿qué tiene que ser? Pues un predicador, tan sencillo como eso, un predicador del Evangelio eterno, del Evangelio del Reino. Por lo tanto, bajo el mensaje que él estará predicando se estará dando a conocer el día de venganza del Dios nuestro, y las personas comprenderán que ese es el séptimo milenio de Adán hacia acá, donde Dios juzgará a las naciones por sus pecados como naciones, y a los individuos que estarán sobre la Tierra; y a todos los que no han recibido a Cristo como Salvador, tendrán graves problemas porque vendrá sobre ellos el juicio divino de la gran tribulación.
Actualmente aún con todos los problemas del calentamiento global, del derretimiento de los hielos polares, de las tormentas, de las inundaciones, de los terremotos, de los tsunamis, y todos estos problemas, aún las cosas en el planeta Tierra no están tan difíciles, aún con todo el problema de la economía que tienen todas las naciones.
Durante el lapso de tiempo de tres años y medio correspondientes a la segunda parte de la semana setenta de la profecía de Daniel, capítulo 9, es que las cosas van a estar difíciles para la raza humana, porque el juicio divino saldrá del Trono del Padre en el Cielo, Dios juzgará por medio de Cristo a la raza humana y dictará el juicio, dictará la sentencia, y entonces los Ángeles con Sus ejércitos y la naturaleza con sus problemas a causa del calentamiento global y otros problemas, se volverán en contra de las naciones.
Los juicios divinos cayendo sobre la raza humana, son esas plagas que están representadas en los juicios divinos que cayeron sobre Egipto y destruyeron a Egipto y el pueblo hebreo salió libre, por esa causa es que mientras hay tiempo de buscar a Dios es necesario que las personas busquen a Dios.
Por eso este Ángel mensajero con el Evangelio eterno, dice la Escritura:
“…que tenía el Evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la Tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo (o sea, que viene con un mensaje para todas las naciones, para todas las lenguas, para todos los individuos, para todas las tribus),
diciendo a gran voz: Temed a Dios (o sea, viene enseñando a la humanidad a temer a Dios, a buscar a Dios, viene hablando acerca de Dios ) y dadle gloria (viene enseñando que adoremos a Dios, que le demos gloria), porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.”
O sea, que viene enseñando a la humanidad a buscar a Dios y adorar a Dios. Sigue diciendo:
“…porque la hora de su juicio ha llegado…”
Es el mensajero que anuncia el juicio divino que ha venir sobre la Tierra, es el mensajero que predica el día del juicio divino, el día de venganza del Dios nuestro. Por lo tanto estamos acercándonos a un momento muy difícil para la raza humana, en donde Jesucristo va a estar como Juez de toda la Tierra juzgando a las naciones y a los seres humanos como individuos, pero sobre todo a las naciones y por consiguiente el juicio divino que caerá sobre las naciones afectará a todos los seres humanos.
Los volcanes van a entrar en erupción y la lava volcánica y la ceniza volcánica van afectar gravemente a las naciones y a los individuos y por consiguiente va a cubrir la Tierra la ceniza volcánica, pero todo eso obrará para bien para el Reino del Señor porque se va a estar renovando el planeta Tierra con la lava volcánica y ceniza volcánica.
El problema del medio ambiente va a obrar para bien; luego también hay una guerra atómica que está profetizada, y se volverá todo muy ardiente:
“He aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama.” (Malaquías, capítulo 4, verso 1).
Por lo tanto, viene un día, un tiempo muy difícil para la humanidad, ahí tenemos el calentamiento global comenzando a aumentar la temperatura del planeta Tierra, pero se va a poner más caliente.
Con una tercera guerra mundial se va afectar todo en el planeta Tierra, se va a regar por el planeta la radioactividad; esa tercera guerra mundial es inevitable porque ya está profetizada. Con esa tercera guerra mundial atómica, con las explosiones de bombas atómicas la Tierra se va a enderezar y a medida que se endereza la Tierra, muchos problemas van a venir a la raza humana, a las naciones, a las construcciones también.
Porque los grandes edificios van a tener graves problemas, como cuando usted tiene algo colocado en un lugar y si le mueven el lugar unos diez grados, se va a virar todo lo que está ahí colocado, así va a pasar con el planeta Tierra.
Pero todo eso está profetizado, si lo leen en Hebreos, capítulo 12, versos 25 al 29 y Hageo, capítulo 2, versos 5 al 7, lo van a encontrar. Dios va a estremecer este mundo tanto con terremotos como con una tercera guerra mundial atómica que va causar que la Tierra se enderece, todo eso va a preparar la Tierra para el Reino del Mesías.
Pero todo eso vendrá como juicio divino sobre la raza humana, y es para el día de venganza del Dios eterno. Por eso es tan importante que busquemos a Dios mientras hay tiempo, “buscad a Dios en tanto que está cercano.”
Es importante estar conscientes de estas cosas para que no nos sorprendan cuando lleguen, ya tenemos los dolores de parto del planeta Tierra, que son los terremotos, los maremotos, los tsunamis, los volcanes, el calentamiento global y sus consecuencias y demás cosas que están sucediendo y todavía faltan más.
Con las señales yo creo que tenemos suficiente para despertar a la realidad, buscar a Dios, adorar a Dios, servir a Dios con toda nuestra alma. No habrá forma de escapar de esos juicios, excepto que la persona sea sacada del planeta Tierra, y eso es lo que va hacer Cristo con Su Iglesia, con todos los creyentes en Él, para lo cual los va a transformar, les va a dar cuerpos eternos y glorificados como Su cuerpo glorificado, y a los muertos creyentes en Él los va a resucitar en cuerpos eternos, jóvenes, glorificados igual al cuerpo glorificado de Jesucristo, de eso es que nos habla Cristo en San Juan, capitulo 6, verso 39 al 40, donde nos dice que la voluntad del Padre es que todos los que creen en Él sean… tengan Vida eterna, y Él los resucitará en el Día Postrero.
El Día Postrero tiene grandes bendiciones para los creyentes en Cristo. Por lo tanto, tenemos que aprovechar el tiempo que nos queda antes que se cierre la puerta de la misericordia en el Cielo, antes que Cristo se convierta en el León de la Tribu de Judá, en Rey de reyes y Señor de señores y Juez de toda la Tierra.
Mientras Él está en el Trono del Padre, en el lugar de intercesión, en el Lugar Santísimo celestial del Templo celestial, hay misericordia para todo aquel que escucha la predicación del Evangelio de Cristo, nace la fe de Cristo en su alma, cree y da testimonio público de su fe en Cristo recibiéndole como único y suficiente Salvador.
Yo escuché la predicación del Evangelio de Cristo, nació la fe de Cristo en mi alma, creí en Él y lo recibí como mi único y suficiente Salvador dando testimonio público de mi fe en Cristo, y fui bautizado en agua en Su Nombre y Él me bautizó con Espíritu Santo y Fuego y produjo en mí el nuevo nacimiento, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador puede hacerlo en estos momentos y estaremos orando por usted, para lo cual puede pasar acá al frente para que oremos por usted. Los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo, pues Cristo dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.”
En las demás naciones también y demás ciudades, pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, pues Cristo tiene lugar para ustedes también, por lo tanto, los que están en otras naciones pueden venir a los Pies de Cristo para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo por todos los que están recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador.
Lo más importante para el ser humano es la vida, si esta vida terrenal es tan importante, cuánto más la Vida eterna, sin Vida eterna la persona no puede vivir eternamente, y hay solamente una persona que tiene la exclusividad de la Vida eterna y Su Nombre es Señor Jesucristo, no hay otra persona que nos pueda dar Vida eterna.
Por eso es que Cristo dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y yo las conozco y yo les doy Vida eterna, y nadie las arrebatará de mi mano, mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre,” (San Juan, capítulo 10, versos 27 al 30).
También Él dijo: “También tengo otras ovejas que no son de este redil las cuales también debo traer, debo llamar, y escucharán, oirán mi Voz (o sea, Su Palabra, el Evangelio de Cristo lo escucharán), y habrá un rebaño y un pastor.” El Pastor es el Señor Jesucristo, el cual dijo: “Yo soy el buen Pastor, y el buen pastor Su vida da por las ovejas,” (San Juan, capítulo 10, verso 14 en adelante).
Y ahora, Él es el buen Pastor, el cual dio Su vida por Sus ovejas, o sea, por mí y por cada uno de ustedes allá en la Cruz del Calvario, y el rebaño del Señor es la Iglesia del Señor Jesucristo donde Él coloca a todas esas personas que lo reciben como único y suficiente Salvador, y las ovejas ¿quiénes son? Pues somos nosotros, tan sencillo como eso.
Por lo tanto, si escuchas hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, tu eres una oveja del Señor, por eso estás aquí escuchando la predicación del Evangelio de Cristo, porque el Espíritu de Cristo te guió para estar aquí presente para escuchar la Voz de Cristo el buen Pastor hablándote directamente a tu corazón, tu nombre está escrito en el Cielo en el Libro de la Vida, y por eso es que Él te estado hablando directamente a tu corazón, a tu alma por medio de la predicación del Evangelio de Cristo.
Es un privilegio grande saber que nuestro nombre está escrito en el Cielo en el Libro de la Vida, por lo cual Él nos llama porque somos Sus ovejas, Él mismo lo dijo en San Lucas, capítulo 19, verso 10 y San Mateo, capítulo 18, versos 11 al 14, cuando dice:
“ Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.
¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado?
Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se descarriaron.
Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.”
Una de estas personas tipificadas en ovejas, las cuales Cristo el buen Pastor ha venido en Espíritu desde el Día de Pentecostés a buscar esas ovejas, y mientras estaba en carne humana vino para buscarlas llevando a cabo el Sacrificio de Expiación en la Cruz del Calvario, para con ese Sacrificio que fueran redimidas, fueran limpiadas de todo pecado.
Por lo tanto, todos necesitamos a Jesucristo nuestro Salvador para obtener el perdón de nuestros pecados, ser limpios de todo pecado con Su Sangre, ser bautizados en agua en Su Nombre y recibir Su Espíritu y obtener el nuevo nacimiento, y así nacer en el Reino de Dios, el Reino de Jesucristo y por consiguiente tener vida eterna.
La Escritura en Primera de Juan, capítulo 5, verso 10 al 13 dice que Dios nos ha dado Vida eterna, y esta vida está en Su Hijo (o sea, en Jesucristo), y dice: “El que tiene al Hijo, tiene la vida (o sea, tiene la Vida eterna); mas el que no tiene al Hijo (o sea, a Jesucristo, porque no lo ha recibido como Salvador), no tiene la vida (o sea, no tiene la Vida eterna).” Lo que tiene es una vida temporera que se le va a terminar y no sabe cuándo se le va acabar la vida terrenal.
Todos necesitamos a Cristo para que nos dé la Vida eterna, y la buena noticia para los creyentes en Cristo es que tenemos Vida eterna, la cual Él nos ha dado al recibirlo como nuestro único y suficiente Salvador.
Solamente hay un Salvador y es Jesucristo, el único que nos puede dar Vida eterna, porque la exclusividad de la Vida eterna Dios la ha dado a Jesucristo, no hay otro que tenga la exclusividad de la Vida eterna, por eso es que todos necesitamos a Cristo, todos necesitamos recibirlo como nuestro único y suficiente Salvador, pues todos queremos vivir eternamente, y en un cuerpo joven, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado como el que Él ha prometido para todos los creyentes en Él, un cuerpo igual al cuerpo que Él tiene, el cual está tan joven como cuando subió al Cielo luego de despedirse de Sus discípulos.
Por lo tanto, todos necesitamos y queremos ese cuerpo eterno, pues todos queremos vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno. Todavía vienen más personas que como ustedes quieren vivir eternamente, quien entrar al Reino de Dios, al Reino de Cristo, quieren recibir la redención, la Vida eterna.
Por lo cual estamos dando unos segundos en lo que llegan las personas que faltan. En los demás países pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo también, y voy a pedir a los que están allá en las cámaras nos avisen cuando ya estén listos allá en los diferentes lugares de la República Mexicana, en Norteamérica, en Puerto Rico, en Venezuela, en Colombia, en Perú, en Ecuador, en Paraguay, en Bolivia, en Chile, en Argentina, en Uruguay y demás naciones.
Pues todos están conectados con el satélite Amazonas y con internet acompañando esta actividad, por lo cual también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo los que están en otras naciones que no lo habían recibido como su único y suficiente Salvador.
Es tiempo de salvación todavía, estamos en el día de salvación, el día en que Dios acepta a toda persona en Su Reino, que recibe a Cristo como único y suficiente Salvador, y le otorga la Vida eterna a su alma, y así queda sellado con el Espíritu Santo de Dios para el día de la redención, para el día de la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados y eternos, y la transformación de los que están vivos.
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo nuestro Salvador. Con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, y nuestros ojos cerrados todos los que han venido a los Pies de Cristo repintan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, escuché Tu Palabra, Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón; creo en Tu primera Venida, creo en Ti con toda mi alma y creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.
Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, un Redentor, doy testimonio público de mi fe en Ti y te recibo como mi único y suficiente Salvador, te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre y sea producido en mí el nuevo nacimiento.
Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente, sálvame Señor, te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
Y con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador, por lo cual ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en Su Nombre,” porque Él dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16).
Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor lo más pronto posible, pues Él así lo ordenó. El bautismo en agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado, pero el bautismo en agua es un mandamiento del Señor Jesucristo.
El mismo Jesucristo cuando Juan estaba predicando y bautizando en el Jordán, fue Cristo allá a Judea , fue donde Juan estaba predicando y bautizando, y entró a las aguas bautismales, y cuando Juan lo ve, le dice: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí para que yo te bautice?” pero Jesús le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia,” y entonces lo bautizó y el Espíritu Santo vino en forma de paloma sobre Jesús, y dijo el Espíritu Santo, Dios dijo: “Este es mi Hijo amado en el cual tengo complacencia, a Él oíd.”
Si Cristo fue bautizado para cumplir toda justicia y el Espíritu Santo venir sobre Él, cuánto más nosotros. El Día de Pentecostés San Pedro cuando escuchó juntamente con los otros apóstoles que… al predicar San Pedro, los que lo escucharon preguntan a San Pedro y a los demás apóstoles:
“Varones hermanos, ¿qué haremos
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.
Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.” (A la Iglesia del Señor Jesucristo). Libro de los Hechos, capítulo 2, versos 14… y también verso 14 en adelante donde está predicando Pedro, y capítulo 2, versos 31 en adelante, donde Pedro les dice lo que tienen que hacer.
Y ahora, todos queremos vivir eternamente, el bautismo en agua les dije que no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado, no hay otra cosa que pueda quitar los pecados de nosotros.
Y ahora, siendo así, pues todos necesitamos a Cristo. El bautismo en agua es simbólico, tipológico, es a semejanza de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo. Por es en el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección.
Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo. Y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado. Y cuando lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.
Por esa causa es que en el bautismo en agua nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección, porque el bautismo en agua siendo tipológico, está mostrando o tipificando la muerte, sepultura y resurrección de Cristo, en la cual y con la cual nosotros nos identificamos.
Por lo tanto, bien pueden identificarse con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
Que las bendiciones de Dios por medio de Jesucristo sean sobre todos ustedes.
Dejo al reverendo Andrés Cruz Gallego con ustedes, para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y en cada nación y en cada ciudad dejo en estos momentos al ministro correspondiente para que haga en la misma forma. Nos continuaremos viendo eternamente en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador. Pasen todos muy buenas tardes.
“EL DÍA DE VENGANZA, DE TEMER Y DAR GLORIA AL DIOS NUESTRO.”