El reino universal del Señor Jesucristo

Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones; es para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.

Para lo cual leemos un pasaje muy conocido, un pasaje profético que se encuentra en Daniel, capítulo 2, versos 36 al 45, dice el profeta Daniel dando la interpretación del sueño que tuvo el rey Nabucodonosor al ver una estatua con la cabeza de oro, los pechos de plata, el vientre y los muslos de bronce, las piernas de hierro, y los pies de hierro y de barro cocido; y aquí le da la interpretación de ese sueño, verso 36 en adelante, del capítulo 2, de Daniel, dice:

“Este es el sueño; también la interpretación de él diremos en presencia del rey.

Tú, oh rey, eres rey de reyes; porque el Dios del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y majestad.

Y dondequiera que habitan hijos de hombres, bestias del campo y aves del cielo, él los ha entregado en tu mano, y te ha dado el dominio sobre todo; tú eres aquella cabeza de oro.

Y después de ti se levantará otro reino inferior al tuyo; y luego un tercer reino de bronce, el cual dominará sobre toda la tierra.

Y el cuarto reino será fuerte como hierro; y como el hierro desmenuza y rompe todas las cosas, desmenuzará y quebrantará todo.

Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero y en parte de hierro, será un reino dividido; mas habrá en él algo de la fuerza del hierro, así como viste hierro mezclado con barro cocido.

Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro y en parte de barro cocido, el reino será en parte fuerte, y en parte frágil.

Así como viste el hierro mezclado con barro, se mezclarán por medio de alianzas humanas; pero no se unirán el uno con el otro, como el hierro no se mezcla con el barro.

Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre,

de la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación.

Entonces el rey Nabucodonosor se postró sobre su rostro y se humilló ante Daniel, y mandó que le ofreciesen presentes e incienso.

El rey habló a Daniel, y dijo: Ciertamente el Dios vuestro es Dios de dioses, y Señor de los reyes, y el que revela los misterios, pues pudiste revelar este misterio.

Entonces el rey engrandeció a Daniel, y le dio muchos honores y grandes dones, y le hizo gobernador de toda la provincia de Babilonia, y jefe supremo de todos los sabios de Babilonia.

Y Daniel solicitó del rey, y obtuvo que pusiera sobre los negocios de la provincia de Babilonia a Sadrac, Mesac y Abed-nego; y Daniel estaba en la corte del rey.”

Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

“EL REINO UNIVERSAL DEL SEÑOR JESUCRISTO.” Ese es nuestro tema para esta ocasión.

En este sueño que Dios le dio al rey Nabucodonosor y que nadie le pudo interpretar, excepto Daniel el cual tenía el Espíritu de Dios; este sueño es político, pues habla del reino de los gentiles representado en aquella estatua que vio el rey Nabucodonosor, y el reino de los gentiles comenzó con el rey Nabucodonosor allá en Babilonia.

Y así como comenzó en la cabeza de oro, terminará en los pies de hierro y de barro cocido que será el reino final de los gentiles, en donde conforme a las profecías encontramos que el anticristo vendrá a ser el rey del reino de los gentiles en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido; y diez reyes estarán confederados a ese reino. Eso aparece en Apocalipsis, capítulo 11, también, en el capítulo 12 también aparece, y aparece también en el capítulo 17, versos 1 al 18.

Por lo tanto, dice Daniel al rey Nabucodonosor que en los días de estos reyes que estarán consolidados con el rey que va a estar a la cabeza del reino, representado en los pies de hierro y de barro cocido; en los días de esos reyes Dios va a levantar un Reino que no va a ser destruido sino que ese Reino obtendrá el Reino mundial del planeta Tierra, o sea, que habrá un tiempo en donde el Mesías, el Cristo, el Ungido (recuerden que Cristo significa el Ungido), en ese tiempo, el Reino va a ser dado al Mesías, pues él es el heredero al Reino de David como Hijo de David; y como Hijo del Hombre él es el heredero al Reino mundial.

Y ahora, encontramos en Apocalipsis, capítulo 11, versos 15 en adelante, donde dice:

“El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos.”

Aquí podemos ver que viene un tiempo en que el Reino mundial será entregado al Mesías Príncipe, al Cristo, dice:

“Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, (estos son, veinticuatro ancianos son los doce patriarcas hijos de Jacob; y los doce apóstoles del Señor) se postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios,

diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y que has de venir, porque has tomado tu gran poder, y has reinado.

Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra.”

El reino de los pies de hierro y barro cocido, es el reino que en el Día Postrero estaría destruyendo la Tierra, y por consiguiente la Piedra no cortada de manos, que es la Venida del Señor, herirá a la imagen del reino de los gentiles en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido, o sea, que la promesa de la Venida del Señor, de la Piedra no cortada de manos es para el tiempo de los pies de hierro y de barro cocido del reino de los gentiles, en esa estatua que vio el rey Nabucodonosor y la interpretó el profeta Daniel.

En los días de estos reyes dice que Dios levantará un Reino que no será destruido, un Reino que va a heredar el Reino mundial, pues Cristo, encontramos que es el heredero al Trono de David y Reino de David, ese Reino va a ser mundial, con Capital en Jerusalén; Jerusalén será la Capital, allí estará el Trono del Rey, el Trono del Mesías. El territorio de Israel será el Distrito Federal, el “D.F.,”como le conoceríamos en este tiempo; y el planeta Tierra completo con todas las naciones que entren a ese Reino será gobernada por el Mesías Príncipe que es el heredero al Reino, no solamente de David, sino el Reino mundial.

Por lo tanto, el Reino de David que será restaurado gobernará no solamente sobre el Medio Oriente, sino sobre todas las naciones. Esa es la promesa de Isaías, capítulo 9, versos 6 al 7, donde nos dice:

“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.

Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.”

O sea, que será una obra de Dios la introducción y establecimiento de ese Reino de Dios del cual el Mesías Príncipe, el Príncipe de paz será su Rey.

Encontramos que aquí…que sigue diciendo en Apocalipsis, capítulo 11, sigue diciéndonos, verso 19 del capítulo 11:

“Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo.”

Y ahora, ya en el Cielo para ese momento, ya Cristo no estará como Sumo Sacerdote haciendo intercesión con Su propia Sangre por todos los que lo reciben como Salvador, porque ya para ese tiempo se habrá completado la Iglesia del Señor Jesucristo, y ya la Iglesia estará transformada con cuerpos inmortales, incorruptibles, cuerpos glorificados. Ese es el ejército poderoso con el cual Cristo viene para establecer Su Reino al final, después de la gran tribulación; eso es Apocalipsis, capítulo 19, versos 11 en adelante, el Verbo viniendo con un poderoso ejército que le sigue, los cuales son los creyentes en Cristo en cuerpos glorificados viniendo del Cielo con Él, viniendo de la Cena de las Bodas del Cordero para establecer el Reino de Dios en la Tierra que será el Reino de David que va a ser restaurado; porque el Reino de Dios en la Tierra es el Reino de David, y el Trono de Dios en la Tierra o Trono terrenal de Dios es el Trono de David, y el heredero a ese Trono es el Mesías Príncipe.

Por eso el Ángel Gabriel hablando con la virgen María allá en San Lucas, capítulo 1, le da una buena noticia, es la mujer que ha recibido la noticia más gloriosa de todas las mujeres, vean aquí, capítulo 1 de San Lucas, versos 30 en adelante, dice:

“Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.

Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.

Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;

y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”

Esa es la promesa del Reino de Dios o Reino de David, la promesa de que el Mesías Príncipe, el Hijo de Dios nacido a través de la virgen María, nacido Su cuerpo físico es el heredero al Trono de David y Reino de David, y Él es nuestro Salvador, por lo cual vamos a estar con Él en ese Reino; el gabinete de ese Reino son los creyentes en Cristo, son los miembros del Reino celestial los creyentes en Cristo, son los representados en el trigo, en la parábola del trigo y la cizaña, esos son los hijos del Reino, los hijos de Dios, y para el establecimiento del Reino de Dios, restauración del Reino de Dios en la Tierra, vendrán todos los creyentes en Cristo en cuerpos glorificados y eternos con Jesucristo para el establecimiento de ese Reino.

Por eso, dice la Escritura que somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro, Romanos, capítulo 8, verso 14 al 23; por eso es que todos los creyentes en Cristo claman por la adopción, la adopción del cuerpo que será la redención del cuerpo, la transformación de los vivos creyentes en Cristo, para tener un cuerpo eterno, inmortal, glorificado como el cuerpo glorificado de Cristo, un cuerpo joven para vivir eternamente con ese cuerpo; y los muertos en Cristo resucitarán en cuerpos eternos, inmortales, glorificados como el cuerpo glorificado de Cristo; y entonces ya tendremos la inmortalidad física, seremos inmortales físicamente. Es así establecido en el Programa Divino para todos los creyentes en Cristo; por eso Cristo dice: “No temáis manada pequeña, porque al Padre le ha placido daros el Reino.”

Son los que reciben al Reino de Dios, el Reino de los Cielos le pertenece a ellos, son… dice la Escritura: Sacerdotes y Reyes; Cristo nos ha hecho para nuestro Dios al limpiarnos con Su Sangre de todo pecado, nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes y reinaremos sobre la Tierra; porque si como Reyes, pues vamos a reinar. Y en ese Reino del Mesías ahí estaremos con Él como Su gabinete del Reino, como Reyes, como Sacerdotes también; el orden Sacerdotal celestial de Melquisedec estará en ese Reino del Mesías, y también dice la Escritura que los santos juzgarán al mundo y aun a los ángeles, por lo tanto también los creyentes en Cristo pertenecen al poder judicial del Reino del Mesías, y Cristo es Aquel al cual Dios ha puesto como Juez de los vivos y de los muertos, Él es el Juez Supremo de ese poder judicial de Su Reino.

Y ahora, el Reino universal del Señor Jesucristo, vean, pronto va a estar establecido físicamente sobre la Tierra, actualmente está en la esfera espiritual, en donde los que escuchan la predicación del Evangelio de Cristo, nace la fe de Cristo en su alma, creen y reciben a Cristo como Salvador, son bautizados en agua en Su Nombre, Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en las personas el nuevo nacimiento, y así han nacido del agua y del Espíritu, del Evangelio de Cristo y del Espíritu Santo y han entrado al Reino de Dis que esta en la esfera espiritual.

Los que entraran al Reino de Dios en la esfera física son los que han entrado primero a la esfera espiritual; así como Adán antes de entrar a la esfera física obteniendo un cuerpo físico del polvo de la tierra, primero estuvo en la esfera espiritual en el mundo angelical con un cuerpo angelical, cuerpo teofánico; lo mismo sucede con Jesucristo: antes de entrar a la esfera física con un cuerpo físico nacido a través de la virgen María estaba en la esfera espiritual con Su cuerpo espiritual o cuerpo angelical llamado el Ángel del Pacto y llamado también el Espíritu Santo.

Porque Cristo es el Ángel del Pacto por lo cual es el que le dio Dios por medio de Él le dio la Ley al pueblo hebreo a través del profeta Moisés, y es aquel que libertó al pueblo hebreo a través del profeta Moisés, es aquel que le apareció en una llama de fuego al profeta Moisés en el Éxodo, capítulo 3 y le dijo: “Yo soy el Dios de tu padre (o sea, Dios de Amram el padre de Moisés), el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.”

¿Y cómo puede ser el Ángel del Pacto, el cual es Cristo el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob? Porque Cristo en Su cuerpo angelical es la imagen del Dios viviente, en Él, en el Ángel del Pacto está Dios el Padre; por eso es Dios el Padre hablándole a Moisés por medio de aquel velo, de aquel cuerpo angelical llamado el Ángel del Pacto; y por eso es que después cuando aparece Jesús en la escena en medio del pueblo hebreo en la última Cena con Sus discípulos dice la Escritura que tomando el pan, dando gracias a Dios partió y dio a Sus discípulos y dijo: “Comed este es mi cuerpo.” San Pablo dice que “por muchos es partido;” y luego tomando la copa de vino; y dando gracias al Padre da a Sus discípulos y dice: “Tomad de ella todos (o sea, de esta copa) porque esta es mi Sangre del nuevo Pacto que por muchos es derramada para remisión de los pecados.” Él vino para establecer el nuevo Pacto del cual Jeremías, capítulo 31, versos 31 al 36, estuvo hablando que Dios haría un nuevo Pacto con la Casa de Jacob y con la Casa de Judá.

Por lo tanto, ese nuevo Pacto los ha establecido el Ángel del Pacto que es Cristo nuestro Salvador, ninguna otra persona puede establecer un Pacto, sino el Ángel del Pacto.

Y ahora, en San Mateo, capítulo 26, versos 26 al 29, fue allí la última Pascua o la última Cena que tuvo Cristo con Sus discípulos. Y ahora, en Hebreos capítulo 13, dice el apóstol San Pablo, versos 20 en adelante, verso 20, dice:

“Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno.”

La Sangre del Pacto eterno es la Sangre ¿de quién? De Jesucristo nuestro Salvador, porque Él es el Ángel del Pacto que vino para establecer el nuevo Pacto que estaba prometido, ninguna otra persona lo podía hacer, solamente el Mesías Príncipe.

Y ahora, Él por dos mil años ha estado como Sumo Sacerdote en el Cielo haciendo intercesión por toda persona que lo recibe como único y suficiente Salvador. Él es Sumo Sacerdote del Templo celestial, Él es el Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec, no del orden de Aarón, no del orden levítico; el orden levítico solamente es tipo y figura de un orden celestial que hay en la Jerusalén celestial.

Por lo tanto, Él ha estado haciendo intercesión con Su propia Sangre por mí, ¿y por quién más? Por cada uno de ustedes también; ya no hay templo allá en Jerusalén, pero no hace falta mientras Cristo esté en el Cielo en el Templo celestial como Sumo Sacerdote.

Y ahora, leímos en el capítulo 11 también, que en el Cielo fue abierto el Templo y se veía el Arca del Pacto en el Templo, o sea, que aunque el templo terrenal fue destruido por Tito Vespasiano. En el Cielo y el del Cielo nadie lo puede destruir; y eso ha estado funcionando y Cristo ha estado allí como Sumo Sacerdote; y desde ahí ha estado extendiendo Su misericordia sobre los seres humanos.

Algún día, ese Templo espiritual y el Propiciatorio que es el Trono de Dios en el Cielo, al sentarse Cristo con el Padre en Su Trono, se convirtió en un Trono de misericordia por causa de la Sangre de Cristo que nos limpia de todo pecado, y por consiguiente nos deja como si nunca en la vida hubiésemos pecado, o sea, nos justifica delante de Dios. Pero algún día cuando Cristo salga del Trono del Padre, ya no será el Cordero sino el León de la Tribu de Judá, ya no será el Sacerdote sino el Juez; por lo tanto como león de la Tribu de Judá Él es el Rey de reyes y Señor de señores y el Juez de toda la Tierra; para luego traer juicio, juzgar a todas las naciones, traer el juicio divino; y por consiguiente desde el Trono del Padre ya entonces saldrá el juicio divino siendo hablado como lo leímos ahí en también en el capítulo 11 de Apocalipsis, versos 15 en adelante.

Los reinos de este mundo pasarán a ser de nuestro Señor; eso tendrá un proceso, muestra que habrá una lucha también en diferentes capítulos del libro del Apocalipsis, pero Cristo va a vencer; Cristo obtendrá la victoria y Su Reino será establecido en la Tierra, el cual los discípulos querían saber acerca del Reino y le preguntan a Jesús antes de subir al Cielo, en el libro de los Hechos, capítulo 1, versos 1 al 10: “Señor, ¿restaurarás Tú el Reino a Israel en este tiempo?” Pero no era el tiempo para la restauración de ese reino; se estaba viviendo en las piernas de hierro que era el imperio romano de los césares; después vendría la etapa de los pies de hierro y de barro cocido en la cual se ha estado por muchos cientos de años.

Y luego terminará esa etapa de los pies de hierro y de barro cocido del reino de los gentiles, y el Reino del Mesías será introducido y establecido en la Tierra. Bajo la predicación del Evangelio del Reino que predicaba Cristo, Él hablaba del Reino de Dios para ser establecido en la Tierra; pero Él fue rechazado como Rey, por eso le colocaron Su causa por la cual lo crucificaron en la parte arriba, sobre Su cabeza colocado en la cruz: “JESÚS, REY DE LOS JUDÍOS.” Por ser el Rey de los judíos, lo crucificaron; y por ser el Rey de judíos va a recibir el Reino, porque es el heredero al Reino de David.

Y ahora, Él obtuvo el Reino celestial cuando murió, resucitó y subió al Cielo y Se sentó a la diestra de Dios; y por eso luego en San Mateo, capítulo 28, versos 16 al 20, dice a Sus discípulos: “Todo poder me es dado en el Cielo y en la Tierra.” Es que el que está sentado en el trono en un reino es el que tiene el poder; y Él dijo: “Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” ¿Cómo estaría? En Espíritu Santo.

Por lo tanto, Él ha estado en medio de Su Iglesia, pero Su cuerpo angelical o Su cuerpo glorificado está en el Cielo en el Templo celestial como Sumo Sacerdote y con Sus vestiduras de Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec; pero algún día terminará Su labor allá en el Cielo y entonces reclamará el Reino al cual Él es heredero, el Reino de David y Reino del mundo entero; por eso dice en Apocalipsis, capítulo 11, lo cual leímos: “Los reinos de este mundo han venido a ser (¿de quién?) de nuestro Señor y de Su Cristo,” del Mesías, de Su Ungido.

Por lo tanto, va a ser un momento muy glorioso para los creyentes en Cristo porque va a entrar una nueva Dispensación: la Dispensación del Reino entrará por completo; y en la Dispensación del Reino, siendo la Dispensación del Reino de Dios en la Tierra, la restauración del Reino de Dios en la Tierra, el Mesías Príncipe será el Rey universal y Su Reino será un Reino universal, el Reino del Señor Jesucristo en donde yo voy a estar, ¿y quién más? Pues cada uno de ustedes también, pues la Escritura dice que vamos a estar con Él allí.

Vamos a tener algunas Escrituras aquí que nos muestran que vamos a estar con Él allí; aun Cristo a Sus discípulos les dice: “Ustedes que han estado conmigo desde el principio se sentarán en doce tronos y juzgaran a las doce tribus de Israel.” O sea, eso era como en el tiempo de los jueces, tiempo de Moisés, de Josué y de los jueces, que Dios por medio de ellos gobernaban sobre el pueblo hebreo, ellos juzgaban a las doce tribus de Israel, cada uno en el tiempo que les tocaba vivir; y eso es la teocracia. Por lo tanto, ese Reino del Mesías va a ser glorioso para todos los que estarán allí. Dice el capítulo 1, del Apocalipsis, versos 5 al 6.

“Y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,

y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre…”

¿Ven? Nos hizo Reyes y Sacerdotes; si nos hizo Reyes y Sacerdotes, pues vamos a estar en un Reino ocupando esa posición de Reyes y Sacerdotes. Ahí vemos también que tiene la parte política y la parte religiosa.

“…a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.”

En el capítulo 5, versos 8 en adelante, dice:

“Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos.”

Pues lo santos, los creyentes en Cristo, han estado orando los que han partido y están en el Paraíso, han estado orando por su regreso a la tierra en cuerpos eternos, y los vivos, pues hemos estado orando y pidiendo a Dios nuestra transformación.

“Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación (esos son los creyentes en Cristo que están en el Paraíso);

y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.”

¿Ven? Vamos a estar con Cristo en Su Reino reinando sobre la tierra, la familia real de ese Reino es Cristo y todos los creyentes en Él.

Así que, perteneceremos a ese Reino a la realeza; porque la realeza es el rey, la reina y sus hijos, los demás son la aristocracia y el resto le llaman ¿qué? La plebe; pero miren, aunque la persona sea de la plebe, estar en el Reino del Mesías es más que ser de la realeza de cualquier reino de cualquier país de la actualidad, lo importante es entrar a ese Reino y vivir en ese Reino de paz, de felicidad para los seres humanos.

Recuerden que en el Reino de Dios hay diferentes esferas, Cristo lo ha mostrado en diferentes ocasiones; si todos fueran iguales, pues no habría Rey, no habría familia real, y los apóstoles no tendrían no tendrían ninguna posición importante. Hay diferentes lugares, posiciones en el Reino del Señor, como también en el mundo espiritual de los ángeles, hay Arcángeles, hay ángeles comandados por los Arcángeles, tienen que pertenecer a un ejército de un Arcángel, hay serafines, hay querubines, ¿ven? Hay diferentes esferas en el mundo de los cuerpos espirituales.

Recuerden que cuando se habla del mundo de los espíritus, se está hablando de otra dimensión en donde existen seres con cuerpos; pero no cuerpos de carne como los que tenemos nosotros, son cuerpos angelicales, cuerpos teofánicos. Ahora, sigue diciendo el verso 10, lo repetimos leyéndolo:

“Y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.”

Vamos a estar en ese Reino. En el capítulo 20 del Apocalipsis, versos 4 al 6 dice, si leemos desde el verso 1 en adelante del capítulo 20, tendremos un cuadro más claro, dice:

“Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano.

Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años;

y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo.

Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús…”

Esos son los que han muerto por Cristo a través de todas las edades del Cristianismo, los mártires bajo diferentes tiempos de persecuciones.

“…y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.”

El Reino milenial del Mesías, ¿ven? Va a ser establecido y los creyentes en Cristo van a Reinar con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad, y en el juicio final van a estar como Jueces con Cristo juzgando a las naciones y juzgando a los individuos, y aun a los ángeles también dice San Pablo. “¿No saben que los santos juzgarán al mundo y aun a los ángeles?”

“Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección.”

Estos creyentes en Cristo que reinarán con Cristo por mil años, resucitan antes de la gran tribulación, van con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero con cuerpos glorificados juntamente con los que estén vivos en la tierra y sean transformados, y pasan en el Cielo en la Casa del Padre celestial tres años y medio en la fiesta de la Cena de las Bodas del Cordero, que será la fiesta más grande que se haya llevado a cabo en el Cielo, es la fiesta de la unión de Cristo y Su Iglesia en donde Cristo podrá decir: “Esto es carne de mi carne y hueso de mi huesos, o sea, esto es cuerpo glorificado lo que ustedes tienen (cuando tengamos el nuevo cuerpo), este es cuerpo glorificado como el cuerpo glorificado que Yo tengo.” Esas serán las personas que llegarán a la forma máxima en que puede llegar una persona; al nivel que llegó Cristo en cuerpo glorificado, llegaremos todos nosotros.

Cuando estemos en ese cuerpo veremos lo bueno que va a ser, ya los problemas físicos que tenemos en nuestros cuerpos mortales, ya nos los vamos a tener allá; pero nos vamos a conocer cuando estemos allá y vamos a saber que trabajamos en la Obra del Señor cuando estuvimos en estos cuerpos mortales pasando por esta etapa de prueba en donde cada cual es probado y su fidelidad a Cristo es demostrada. A través de los diferentes tiempos encontramos que muchos creyentes han dado su vida por Cristo en diferentes momentos; así creerán también los creyentes de este tiempo final, dispuestos a dar su vida por Cristo si es necesario en cualquier momento, así como Cristo dio Su Vida por mí, ¿y por quién más? Por cada uno de ustedes también.

Cristo dice: “El que me negare, Yo también le negaré delante de mi Padre, el que me confesare, pues yo también le confesaré delante de mi Padre.” Y ahora, continuamos aquí, dice:

“Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección…”

Es bienaventurado porque viene a ser parte del Reino del Mesías, viene a ser… son reyes y Sacerdotes y Jueces; y obtienen un cuerpo mortal, un cuerpo glorificado igual al cuerpo glorificado de Jesucristo, y joven para toda la eternidad. Por lo tanto:

“Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.”

Eso es para comenzar reinando, mil años de prueba, y después, pues por toda la eternidad. Esto es EL REINO UNIVERSAL DEL SEÑOR JESUCRISTO, del Mesías prometido para ser establecido en este planeta Tierra al cual yo pertenezco, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también. Somos personas privilegiadas al pertenecer al Reino del Señor Jesucristo, al Reino del Mesías que está en la esfera espiritual; y cuando esté en la esfera física ahí también vamos a estar.

Por lo tanto, es un privilegio grande ser parte del Reino Universal del Mesías; hemos entrado al Reino del Señor al nacer del Agua, o sea, del Evangelio de Cristo y del Espíritu Santo; y así continúan entrando los que faltan; y cuando se complete el número de los que entrarían, entonces vendrá la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos.

Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador para que Cristo lo coloque en Su Reino, lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino, para lo cual puede pasar acá al frente y oraremos por usted; y los que están en otras naciones también pueden venir a los Pies de Cristo, los que todavía no lo han hecho para que Cristo les reciba en Su Reino, y para que cuando se establezca este Reino en la tierra, físicamente se establezca estemos ahí con Cristo en Su Reino como Reyes, como Sacerdotes y como Jueces, como miembros de Su gabinete, del gabinete de ese Reino del Mesías.

Cristo ha estado llamando y juntando todos los miembros de ese Reino que vivirían en esta Tierra en cuerpos mortales y lo recibirían como único y suficiente Salvador, y confirmarían su lugar en el Reino del Mesías, en el Reino del Señor.

Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador dando testimonio público de su fe en Cristo y siendo bautizado en agua en Su Nombre y Cristo bautizándole con el Espíritu Santo y Fuego, ha estado confirmando su lugar en el Reino del Mesías, en el Reino del Señor. No hay otra forma para la persona entrar al Reino del Señor, al Reino del Mesías.

Hubo un hombre muy sabio miembro del Concilio del Sanedrín, allá en Jerusalén que en una ocasión fue Jesús de noche, y cuando llega le dice a Jesús: “Señor, sabemos que Tú has venido de Dios como maestro, porque nadie puede hacer estas cosas que Tú haces si Dios no está con él.” Por lo tanto, la opinión de Nicodemo y de otras personas como José de Arimatea, y Gamaniel era que Jesús había venido enviado de Dios como maestro, y que las Obras que Él hacía, los milagros que Él hacía ninguna persona los podía hacer si Dios no era con Él.

Por lo tanto, Nicodemo reconoció a Jesús y reconoció que Dios estaba en Jesús haciendo todas esas obras; y Jesús le dice: “De cierto de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo no puede entrar al Reino de Dios, o no puede ver el Reino de Dios.” “De cierto de cierto te digo que el que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios.” (San Juan, capítulo 3, versos 1 al 6).

Así como para ver el reino terrenal en el cual vivimos, ver el reino de los gentiles, ver el reino de cada nación, ¿qué tuvimos que hacer? Pues nacer, el que no nació, pues no ha visto el reino terrenal que existe desde hace muchos años; y para ver el Reino de Dios hay que nacer de nuevo, nacer en el Reino de Dios para ver el Reino de Dios; así como para ver el reino terrenal en que vivimos tuvimos que nacer en el reino terrenal. Y para entrar al Reino de Dios, Cristo dice: “De cierto de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios.”

Todos queremos entrar al Reino de Dios, querer ser parte del Reino de Dios, para lo cual todos necesitamos nacer del Agua y del Espíritu, nacer del Evangelio de Cristo; por eso se predica el Evangelio de Cristo a toda criatura. Cristo dijo: “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Eso esta en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16.

Todo ser humano en este planeta Tierra está como estuvo Adán y Eva en el Huerto del Edén, delante de Adán y Eva estaba el Árbol de la Vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal, que es el árbol de la muerte; y así es también para todo ser humano; delante de todo ser humano está el Árbol de la Vida que es Cristo, está la oportunidad de toda persona comer del Árbol de la Vida escuchando la predicación del Evangelio de Cristo, creyendo y recibiéndolo como único y suficiente Salvador y siendo bautizado en agua en Su Nombre; y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en la persona el nuevo nacimiento; y así la persona ha comido del Árbol de la Vida, creyendo en Cristo como único y suficiente Salvador. Recuerden que Cristo dijo en una ocasión: “El que no coma mi carne y beba mi Sangre, no tiene vida permaneciente en sí.”

Por lo tanto, hay que creer en Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, creer en Su primera Venida y en Su muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados. Comer es creer, por eso es que algunas personas cuando escuchan alguna cosa que ellos no la pueden creer dicen: “Eso yo no me lo puedo comer,” ¿ven? Pero el que cree lo come, cree; por la fe se está comiendo esa verdad divina.

Por lo tanto, todos queremos pertenecer a ese Reino Universal del Mesías que va a establecido en la Tierra, para lo cual tenemos que entrar en la esfera espiritual al Reino del Señor recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador.

No hay ninguna persona que le pueda dar a usted o prometer a usted la Vida eterna, nadie le puede dar a usted la Vida eterna excepto una sola persona, y Su Nombre es: SEÑOR JESUCRISTO, el cual dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y Yo las conozco y Yo les doy Vida eterna.” ¿Ven? Él es el que ha prometido darle Vida eterna a todos los que le reciben como único y suficiente Salvador, los cuales están representados, simbolizados en ovejas que oyen la Voz de Cristo el buen pastor; por eso Él se representa en el buen Pastor. A los que creerían en Él los presenta o los representa en ovejas, y a Su Iglesia, el Redil donde Él reuniría a Su ovejas, a Su Iglesia la representa en un Redil de ovejas. Tan sencillo como eso, vean en la forma tan simple que Él ha presentado Su Programa, simplificó todo, lo colocó en cosas representadas, en cosas que todos los seres humanos conocen.

Todavía hay lugar en el Reino de Cristo, como en la parábola de la gran cena en donde el siervo que es el Espíritu Santo reunió en la Casa de Dios a todos los que consiguió por todas partes bajo la predicación del Evangelio de Cristo, es el Espíritu Santo el que ha estado trayendo a la Iglesia todas esas personas, y luego al final dice: “Se ha hecho Padre como mandaste, y todavía hay lugar.” Todavía hay lugar en la Casa de Dios, el Cuerpo Místico de Cristo en la etapa correspondiente a nuestro tiempo; y todavía por consiguiente la oportunidad de recibir a Cristo como Salvador está para toda persona que escucha la predicación del Evangelio de Cristo, del Evangelio de la Gracia.

Es Vida eterna lo que recibe la persona que recibe a Cristo como único y suficiente Salvador; por eso el apóstol Pablo le decía a Timoteo: “Echa mano de la Vida eterna.” ¿Y cómo echamos mano de la Vida eterna? Recibiendo a Cristo como Salvador. Recuerden que Él es la Vida eterna, Él dijo: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre sino por mí.” (San Juan, capítulo 14, verso 6).

No hay otra forma de llegar a Dios, no hay otra forma de acercarnos a Dios, no hay otra forma de ser reconciliados con Dios para tener paz para con Dios; es por medio de Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, ese Sacrificio de Expiación que Él llevó a cabo por amor a todos nosotros.

Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo; en las demás naciones si falta alguna persona por venir a los Pies de Cristo puede venir, puede pasar al frente donde se encuentre para que quede incluido en la oración que estaremos haciendo por todos los que están recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador, siempre recordando que estamos en esta Tierra, y no sabemos cuántos años Dios nos ha dado para vivir en este planeta Tierra; pero los años que nos ha dado es para que recibamos a Cristo como único y suficiente Salvador al escuchar la predicación de Su Evangelio.

Por eso dice la Escritura que hemos sido destinados, destinados para obedecer, ¿obedecer qué? El Evangelio de Cristo recibiéndolo como Salvador, y ser rociados con la Sangre de Jesucristo; para eso es que hemos venido a este planeta Tierra, tenemos que conocer el porqué hemos aparecido en este planeta Tierra y no hemos aparecido en otro planeta; ni siquiera nosotros hemos escogido vivir en esta tierra, hubo alguien que escogió por nosotros y para nosotros el que vivamos en esta Tierra, y ese ¿fue quién? Dios. Por lo tanto, estamos aquí por un propósito divino.

El ser humano al aparecer en la tierra, aparece con una angustia y es la angustia existencial, porque no sabe de dónde ha venido, no sabe porqué está aquí en la tierra, y no sabe hacia donde va cuando termina sus días en la tierra; algunos no saben que cuando muere el cuerpo físico, pues la persona continúa viviendo en otra dimensión, en un cuerpo espiritual que es el espíritu que tiene la persona, lo cual es un cuerpo de otra dimensión.

Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador la angustia existencial desaparece, porque ya sabe que ha venido de otra dimensión ordenado por Dios para aparecer aquí en la tierra para un propósito divino: para hacer contacto con Cristo y Su Programa de Redención para obtener el perdón de nuestros pecados, ser limpios de todo pecado, ser bautizados en agua en el Nombre del Señor, y Cristo bautizarnos con Espíritu Santo y Fuego y producir en nosotros el nuevo nacimiento; y así colocarnos en el Reino de Dios y luego tener la esperanza de una Vida venidera en el Reino del Señor cuando sea establecido en la tierra; pero si muere físicamente entonces va al Paraíso en el cuerpo angelical donde ya no tiene que trabajar, no tiene que comer, no tiene que dormir; allá no hay esas necesidades, no hay noche tampoco, todo es de día, luz, pero allá espera con los que están en el Paraíso, tendrán sus actividades también, pero espera allá hasta el momento en que se complete la Iglesia y Cristo se levante del Trono del Padre y resucite a los que están en el Paraíso, pase por el Paraíso y los traiga a la tierra resucitados en cuerpos glorificados y eternos y jóvenes, y a los que están vivos creyentes en Cristo nacidos de nuevo los transformará, y entonces todos seremos inmortales físicamente también.

Recuerden que Cristo está creando una nueva raza con Vida eterna; porque la raza que comenzó en el Huerto del Edén con Adán y Eva perdió la Vida eterna; y van a ser restaurados a la Vida eterna física todos los creyentes en Cristo.

Por lo tanto, son miembros de una nueva raza, de una raza con Vida eterna, una raza de inmortales como Cristo nuestro Salvador, pues Cristo está vivo y está tan joven como cuando subió al Cielo dos mil años atrás; y cuando lo veamos vamos a ver que está jovencito representando de 18 a 21 años de edad; y cuando nos veamos nosotros, también vamos a vernos en el cuerpo nuevo jovencitos representando de 18 a 21 años de edad para toda la eternidad.

Recuerden que Cristo es el segundo Adán; y la Iglesia del Señor Jesucristo es la segunda Eva, y nosotros somos los hijos del segundo Adán y la segunda Eva, los hijos de Cristo a través de Su Iglesia. Es un misterio grande que está tipificado en el esposo y la esposa y los hijos; por eso el matrimonio es tipo y figura de Cristo y Su Iglesia siendo unidos.

Vamos a estar ya listos para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. En las demás naciones pueden también estar puestos en pie para la oración por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo y nuestros ojos cerrados, los que han venido a los Pies de Cristo repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón. Creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos.

Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, doy testimonio público de mi fe en Ti y te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y sea producido en mí el nuevo nacimiento; quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente contigo en Tu Reino.

Sálvame Señor, creo en Tu Sacrificio redentivo, creo en Tu sacrificio redentor allá en la Cruz del Calvario donde ganaste mi salvación, que se haga una realidad Tu Salvación en mi vida. Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.

Y con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Ustedes me dirán, Cristo dijo:

“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

“Escuché la predicación del Evangelio de Cristo, creí y lo he recibido como mi Salvador. Quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible en Su Nombre,” es el pedido, el clamor desde lo profundo de vuestro corazón. “¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta desde lo profundo de vuestro corazón. Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.

El bautismo en agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado; pero el bautismo en agua es un mandamiento del Señor Jesucristo, el mismo Cristo fue bautizado por Juan el Bautista cuando Juan predicaba y bautizaba en el Jordán, allá en Judea. Él fue donde Juan, mientras Juan estaba bautizando a muchas personas, y Juan le dice: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí para que yo te bautice?” Y Jesús le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia.” Y entonces lo bautizó.

Si Cristo tuvo necesidad de ser bautizado, cuánto más nosotros; el mismo Cristo dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” Los apóstoles bautizaban a todos los que recibían a Cristo como Salvador; como tres mil personas fueron bautizadas el Día de Pentecostés, los cuales recibieron a Cristo como único y suficiente Salvador. Le preguntan a Pedro: “Varones hermanos, ¿qué haremos?” Pedro les dice: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.” Y con otras muchas palabras continuaba explicándoles y como tres mil personas fueron bautizadas y fueron añadidas a la Iglesia del Señor Jesucristo.

El bautismo en agua es tipológico, es a la semejanza de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo. Y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado. Y cuando lo levanta de las aguas, está resucitando a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.

Tan sencillo como eso es el simbolismo, la tipología del bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; por eso cuando somos bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, nos estamos identificando con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección.

Por lo tanto, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, ustedes que están presentes y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino del Señor Jesucristo, en ese glorioso Reino Universal del Señor Jesucristo.

Continúen pasando todos una noche feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador. Dejo con ustedes al reverendo Juan Zamorano, para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; y en cada país y en cada lugar, dejo al ministro correspondiente para que haga en la misma forma.

Que Dios les bendiga y les guarde a todos.

“EL REINO UNIVERSAL DEL SEÑOR JESUCRISTO.”