Muy buenas tardes, ministros, compañeros y hermanos presentes, hermanos y hermanas aquí en Zihuatanejo, para esta actividad, esta reunión tan hermosa en este día. Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes.
Para esta ocasión leemos unos versos de Ezequiel, capítulo 9, donde aparece un Varón con un tintero de escribano en Su cintura, y vamos a ver quién es ese personaje bíblico que aquí se encuentra. Dice capítulo 9 de Ezequiel, verso 1 en adelante:
“Clamó en mis oídos con gran voz, diciendo: Los verdugos de la ciudad han llegado, y cada uno trae en su mano su instrumento para destruir.
Y he aquí que seis varones venían del camino de la puerta de arriba que mira hacia el norte, y cada uno traía en su mano su instrumento para destruir. Y entre ellos había un varón vestido de lino, el cual traía a su cintura un tintero de escribano; y entrados, se pararon junto al altar de bronce.
Y la gloria del Dios de Israel se elevó de encima del querubín, sobre el cual había estado, al umbral de la casa; y llamó Jehová al varón vestido de lino, que tenía a su cintura el tintero de escribano,
y le dijo Jehová: Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella.
Y a los otros dijo, oyéndolo yo: Pasad por la ciudad en pos de él, y matad; no perdone vuestro ojo, ni tengáis misericordia.
Matad a viejos, jóvenes y vírgenes, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno; pero a todo aquel sobre el cual hubiere señal, no os acercaréis; y comenzaréis por mi santuario. Comenzaron, pues, desde los varones ancianos que estaban delante del templo.
Y les dijo: Contaminad la casa, y llenad los atrios de muertos; salid. Y salieron, y mataron en la ciudad.
Aconteció que cuando ellos iban matando y quedé yo solo, me postré sobre mi rostro, y clamé y dije: ¡Ah, Señor Jehová! ¿destruirás a todo el remanente de Israel derramando tu furor sobre Jerusalén?
Y me dijo: La maldad de la casa de Israel y de Judá es grande sobremanera, pues la tierra está llena de sangre, y la ciudad está llena de perversidad; porque han dicho: Ha abandonado Jehová la tierra, y Jehová no ve.
Así, pues, haré yo; mi ojo no perdonará, ni tendré misericordia; haré recaer el camino de ellos sobre sus propias cabezas.
Y he aquí que el varón vestido de lino, que tenía el tintero a su cintura, respondió una palabra, diciendo: He hecho conforme a todo lo que me mandaste.”
Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
“EL VARÓN CON EL TINTERO EN LA CINTURA.”
Este varón con el tintero de escribano en la cintura es el Espíritu Santo, es el Ángel del Pacto, el Ángel de Dios, el Ángel de Jehová, es el cuerpo angelical de Dios, donde Dios estuvo, está y estará eternamente, es la imagen del Dios viviente; en palabras más claras, Cristo en Su cuerpo angelical. Él apareció a muchas personas en el Antiguo Testamento desde el Génesis hasta los días de Juan el Bautista. Es el Ángel con el cual hablaba Abraham, es el Ángel con el cual habló Noé y le dio la noticia que la destrucción para el mundo antediluviano vendría y sería un diluvio.
Es el que le hablaba a Enoc, es también el que le hablaba a Jacob, es el ángel con el cual Jacob luchó una noche y no lo soltó, y ya rayando el alba recibió la bendición de ese ángel, el Ángel de Dios; por eso le pregunta cuál es Su nombre y el Ángel no le da a conocer Su nombre, pero Jacob le pone Peniel al lugar, porque dijo: “Vi a Dios cara a cara y fue librada mi alma.” Vio a Dios cara a cara en el cuerpo angelical de Dios, que es el Ángel del Pacto, el Varón con el tintero en Su cintura de Ezequiel, capítulo 9, verso 1 al 11.
Es aquel al cual Manoa le pregunta cuál es Su nombre, y él le dice: “¿Por qué preguntas por mi Nombre, que es admirable?” Es el Ángel de Dios, el cuerpo angelical de Dios, y ese es el Señor Jesucristo en Su cuerpo angelical, el cual en Malaquías, capítulo 4 y capítulo 3, aparece también. En el capítulo 3, dice que “vendrá un mensajero que le preparará el camino al Señor,” y ese fue Juan el Bautista; y “luego vendrá a Su Templo el Señor, a quien el pueblo busca;” y a Su Templo vendrá allá en la tierra de Israel, y sobre todo a Su Templo de carne, el cuerpo físico que tendría, que nacería a través de una virgen judía, descendiente del rey David. “Y vendrá a Su Templo el Señor, el Ángel del Pacto a quien deseáis vosotros.”
El Ángel del Pacto, el cuerpo angelical de Dios vendría, y en Él vendría Dios, y vendría a Su Templo, Su cuerpo de carne que nacería a través de una virgen; y eso sería la Venida del Mesías, la Venida del Ángel con el tintero en Su cintura, el cual vendría para sellar en sus frentes; y por eso cuando habla con la mujer samaritana en el capítulo 4 [San Juan], pues le está hablando de acuerdo a lo que está prometido en el capítulo 1 [San Juan] versos *11 al 13: “A los suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en Su Nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de carne ni sangre, ni de voluntad de voluntad de varón, sino de Dios.” Engendrados por el Espíritu Santo, produciendo en ellos el nuevo nacimiento, y así es como Él sellaría a estas personas.
Por eso a la mujer samaritana le dice: “Si tú supieras quién es el que te pide de beber, tú pedirías de Él, y Él te daría agua que salta para Vida eterna.” O sea, le daría el Espíritu Santo, el Sello del Dios vivo, la sellaría en su frente, eso es sellar en su frente con el Espíritu Santo. Por eso en San Juan, capítulo 7, verso 37 al 39, dice:
“En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.”
Está hablándoles de una promesa para todos los creyentes en Él, la promesa del agua de la Vida eterna, la promesa del Espíritu Santo que es el Agua de Vida eterna.
Y ahora, Él dice a Sus discípulos luego de resucitado: “No se vayan de Jerusalén, queden en Jerusalén hasta que sean llenos del Espíritu Santo; porque no muchos días después de estos, ustedes van a recibir el Espíritu Santo (capítulo 1 del libro de los Hechos).” Y ya en el capítulo 2 comenzando, vino el Espíritu Santo sobre ciento veinte que allí estaban en el aposento alto esperando la promesa del Padre, fueron llenos del Espíritu Santo y fueron sellados con el Sello del Dios vivo, con el Espíritu Santo fueron sellados en sus frentes; eso es lo que significa ser sellados en sus frentes, ahí en Ezequiel, capítulo 9; y en el libro de los Hechos, capítulo 2, se cumple esa promesa, comienza a cumplirse para esos creyentes en Cristo.
Recuerden que Juan el Bautista cuando vio a Jesús dijo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” Y también dijo: “Éste es el que bautiza con Espíritu Santo y Fuego.” No era Juan el que bautizaba, era Jesucristo, porque Jesucristo es el Ángel del Pacto, el Varón con el tintero de escribano en Su cintura.
Y el Día de Pentecostés comenzó la bendición del bautismo del Espíritu Santo en todos los creyentes en Cristo. Comenzaron a ser sellados los creyentes en Cristo por el Varón con el tintero en Su cintura, o sea, por el Espíritu Santo, Cristo, el Ángel del Pacto, el cual dijo: “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.”
Por lo tanto, el Varón con el tintero en Su cintura, el Varón con el tintero de escribano en Su cintura, ha estado en medio de Su Iglesia todo el tiempo, sellando en sus frentes a todos los creyentes en Cristo.
Y ahora, en Jerusalén vendría una destrucción grande, pero antes de eso el Varón con el tintero en Su cintura sellaría a los que clamarían, a los creyentes en Cristo. Y cuando vino la destrucción para Jerusalén y el templo, ya Cristo les había dicho que cuando vieran a Jerusalén cercada de ejércitos, había llegado la hora, el tiempo de la destrucción, y que el que estuviera en Jerusalén se fuera de Jerusalén, los que estuvieran fuera de Jerusalén no entraran a Jerusalén, porque había llegado el tiempo para la destrucción cuando fuera rodeada de ejércitos.
Al estar rodeada de ejércitos, estaba rodeada por los otros que vendrían para destruir, o sea, estaría rodeada por los verdugos de la ciudad que habían llegado con el instrumento de destruir en su mano: Tito Vespasiano con su ejército, ahí estaban.
Y ahora, cuando llega la destrucción, el tiempo de la destrucción, Tito Vespasiano rodeó a Jerusalén como por unos dos años (dos años), y les permitía salir de Jerusalén los que quisieran irse, pero estaba rodeada, cercada, para ser destruida. Y era el tiempo en que las personas podían escapar de esa destrucción, y escaparían los que tendrían ¿qué? El Sello del Dios vivo, el Espíritu Santo, que los guiaría a toda justicia y a toda verdad; y los guiaría, y les recordaría las palabras de Jesucristo que les dijo que cuando vieran a Jerusalén rodeada de ejércitos, se fueran de Jerusalén porque había llegado el tiempo para la destrucción. No les dijo el día, pero les dijo el tiempo, les dio las señales para que supieran que ese era el tiempo.
Y ahora, encontramos que Cristo, el Ángel del Pacto, ha estado por dos mil años en medio de Su Iglesia, Cristo: el Varón con el tintero de escribano en Su cintura, sellando en sus frentes a todos los creyentes en Cristo y librándolos de la muerte espiritual, sacándolos de las tinieblas, del reino de las tinieblas y colocándolos en el Reino de Dios.
Para el Día Postrero vendrá una destrucción muy grande, sobre el planeta Tierra, y en la tierra de Israel también. Pero en Apocalipsis, capítulo 7, tenemos un mensajero, un Ángel con el Sello del Dios vivo, con el tintero de escribano en Su cintura, el Espíritu Santo, el cual estará en medio de Su Iglesia en el Día Postrero. Y Él llamará y sellará ciento cuarenta y cuatro mil, doce mil de cada tribu de los hijos de Israel, doce mil, de cada tribu del pueblo hebreo. Apocalipsis, capítulo 7, verso 1 en adelante, ese será Cristo, el cual está en medio de Su Iglesia todo el tiempo, Cristo manifestado en el tiempo postrero en Su manifestación final, antes de comenzar la gran tribulación.
Cristo, el Espíritu Santo, estará hablándonos en este tiempo final. Nos estará hablando de la destrucción que viene, pero también la forma de escapar de esa destrucción, nos estará dando a conocer todo el Programa Divino correspondiente al Día Postrero en medio de Su Iglesia, y también estará hablando del pueblo hebreo, o sea, que es el que conecta, hace la conexión de entre los gentiles con el pueblo hebreo, porque estará unos dos mil años en medio de Su Iglesia, y de ahí pasará al pueblo hebreo, Cristo, el Ángel del Pacto, el Varón con el tintero de escribano en Su cintura.
Es el que también obrará en favor de las vírgenes insensatas, la multitud que nadie podía contar. Es el que obrará con los ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, doce mil de cada tribu, y en Apocalipsis, capítulo 14, ya aparecen sobre el Monte de Sión con el Sello del Dios vivo en su frente, teniendo el Nombre de Dios y del Cordero escrito en sus frentes, con la revelación divina del Nombre de Dios y del Mesías.
Y la Iglesia del Señor Jesucristo estará preparada, lista, con la fe para ser transformada y raptada, con la fe, la revelación del Varón con el tintero de escribano en Su cintura, la revelación del Espíritu Santo, de Cristo el Ángel del Pacto, de Cristo el Ángel Fuerte que desciende del Cielo en Apocalipsis, capítulo 10.
Es el mismo Varón, es el Señor Jesucristo en Su cuerpo angelical, el cual viene como León, allá vino como Cordero en Su manifestación para Su primera Venida para llevar a cabo el Programa de Redención.
En el Día Postrero vendrá como León de la Tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, para llevar a cabo el programa de reclamo, por eso clama como cuando un león ruge y siete Truenos emiten Sus voces en Apocalipsis, capítulo 10.
Y el Título de Propiedad lo trae abierto en Su mano, el Libro sellado con siete Sellos, ya en Apocalipsis, capítulo 5, lo toma en el Cielo y lo abre, y lo trae a la Tierra para entregarlo a un hombre y decirle que se lo coma. Y eso, siendo que es el Título de Propiedad de los Cielos y de la Tierra, el Libro de la Vida, el Libro de la Redención, tendrá un impacto mundial en el planeta Tierra y en el Universo entero; porque es el Título de Propiedad de la herencia de Dios para Sus hijos, es el Título de Propiedad de la Vida eterna; y por consiguiente, eso traerá la redención física, la redención del cuerpo, la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos.
En el Programa Divino para la Iglesia del Señor Jesucristo fue vista una Gran Carpa Catedral, en donde se estará cumpliendo la Tercera Etapa; la Tercera Etapa está ligada a toda esa manifestación del Ángel del Pacto, del Espíritu Santo para el Día Postrero: está ligada la fe para el rapto, está ligada la fe para ser transformados y raptados, está ligada la revelación del séptimo Sello, está ligada a las plagas de Apocalipsis, está ligada al ministerio de los dos Olivos, a todo eso está ligada la Visión de la Carpa.
Por lo tanto, en medio del Cuerpo Místico de Cristo, en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, en algún lugar se levantará una Gran Carpa Catedral y se cumplirá todo lo que fue visto en esa Visión por el reverendo William Branham; y tendrá que ser donde esté el Varón con el tintero de escribano en Su cintura, donde esté el Espíritu Santo obrando en el Día Postrero, el cual ha estado obrando de edad en edad a través del mensajero de cada edad. Tan sencillo como eso.
Por lo tanto, tiene que ser localizado el tiempo, el territorio donde esa etapa tiene que estarse cumpliendo, el mensajero para esa etapa y el pueblo que estará con ese mensajero. En medio de ese pueblo se cumplirá la Visión de la Carpa, en medio de ese pueblo estará Cristo, el Ángel del Pacto, el Espíritu Santo sellando, estará Cristo, el Espíritu Santo, manifestándose.
Será en el cumplimiento de ese tiempo y de ese territorio, donde ocurrirá la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de los que estén vivos, en esa etapa de la Iglesia del Señor Jesucristo en el Día Postrero.
Por lo tanto, hay grandes bendiciones para la América Latina y El Caribe, porque el Programa Divino ha estado pasando de la tierra de Israel a Asia Menor, de Asia Menor a Europa, de Europa a Norteamérica, y de Norteamérica ¿a dónde? A la América Latina y El Caribe. Por lo tanto, la bendición está en medio del pueblo latinoamericano.
Que Dios les bendiga y les guarde, y que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, el Varón con el tintero de escribano en Su cintura, sean sobre todos ustedes y sobre mí también.
Y nos veremos ya en la tarde o en la noche, Dios mediante. Dios les bendiga y les guarde, dejo con ustedes al misionero, reverendo doctor Miguel Bermúdez Marín para continuar.
Aprecio y agradezco mucho el respaldo que le están dando al proyecto de La Gran Carpa Catedral en Puerto Rico, y también el respaldo que le están dando a AMISRAEL, que está trabajando muy bien con el pueblo hebreo y en favor del pueblo hebreo y en favor de todo el Medio Oriente y de toda la humanidad por la paz mundial. También aprecio y agradezco mucho el respaldo que le están dando a la obra misionera y evangelística todos los ministros junto al misionero Miguel Bermúdez Marín, con sus congregaciones.
Miguel, todavía no lo veo por aquí, vamos a pedirle al misionero Miguel Bermúdez Marín ya que esté con nosotros aquí nuevamente. Era un saludito, pero mientras él llega hay que… Ya lo tenemos por aquí, escucho los pasos de él.
Bueno, que Dios me los bendiga y les guarde, y dejo con ustedes al misionero doctor Miguel Bermúdez Marín. Dios les bendiga y les guarde a todos.
“EL VARÓN CON EL TINTERO EN LA CINTURA.”