Muy buenas tardes, amables amigos y hermanos presentes y todos los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones; que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mi también, y los bendiga grandemente en este tiempo final. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Es para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Aprecio y agradezco mucho el respaldo que le están dando al proyecto de La Gran Carpa-Catedral en Puerto Rico, y también el respaldo que le están dando a la obra misionera y evangelística todos los ministros junto a sus congregaciones, con el misionero, el doctor Miguel Bermúdez Marín.
Y también aprecio mucho el respaldo que le están dando a AMISRAEL, ya ustedes han estado viendo en los documentales que se han estado pasando por el satélite y también en vuestras congregaciones, el éxito que está teniendo AMISRAEL en todas las labores, todos los proyectos que ha estado llevando a cabo.
Y tenemos que recordar que tienen gasto allá en Brasil y también en Jerusalén donde está la oficina de AMISRAEL en Jerusalén, allá donde era el edificio del gran rabinato, de la corte rabínica, y ahora como hicieron un nuevo edificio para la corte rabínica para el gran rabinato, ahora, pues el edificio antiguo, ahora ahí AMISRAEL tiene una oficina, y tiene, pues por consiguiente que pagar la mensualidad y demás gastos de secretaria y todos los demás gastos de oficina y por consiguiente, pues necesita tener una entrada económica para suplir esos gastos, por lo tanto aprecio el respaldo que le están dando y que le darán y que aumentará ese respaldo para AMISRAEL y los gastos que tiene de operación. Que Dios les bendiga por lo que hacen por AMISRAEL también.
Para esta ocasión tenemos la lectura de la Palabra de Dios en Romanos, capítulo 8, versos 14 en adelante, 14 al 17, donde dice el apóstol San Pablo:
“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.
Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.
Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.
Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.
Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza;
porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora;
y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
“GUIADOS POR EL ESPÍRITU DE DIOS.” Es nuestro tema para esta ocasión.
A través de la Escritura encontramos que Dios por medio de Su Espíritu ha guiado a Su pueblo; guió a Adán en el Huerto del Edén, era el que le aparecía por medio de Su Espíritu a Adán todos los días, era el que hablaba con Adán, Dios por medio de Su Espíritu, o sea, Dios por medio del Ángel del Pacto, porque el Espíritu de Dios es el Ángel del Pacto que también le apareció a Moisés y le dijo: “Yo Soy el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob,” porque el Espíritu Santo, el Espíritu de Dios es el Ángel del Pacto, porque un espíritu es un cuerpo parecido al nuestro pero de otra dimensión, es un cuerpo angelical.
Y ahora, encontramos que esa es la imagen del Dios Viviente, el cuerpo angelical, el Ángel del Pacto que es el Espíritu Santo, el cual es Cristo en Su cuerpo angelical; por esa causa es que la Escritura dice, el mismo San Pablo, que Cristo es la imagen del Dios Viviente (eso está en Hebreos, capítulo 1, verso 1 al 3 y en Colosenses, capítulo 1, versos 12 al 25), Él es la imagen del Dios invisible. Vamos a leerlo para que tengan el cuadro claro de quién es Jesucristo en Su cuerpo angelical.
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;
el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia (¿quién es la imagen misma de la sustancia divina? Cristo en Su cuerpo angelical, y luego Cristo en Su cuerpo físico es la semejanza física de Dios)…”
Y ahora, sigue diciendo:
“…y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,
hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos.”
Y ahora, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas de lo cual Cristo con lo interrogaron, el sumo sacerdote le dice: “¿Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el Hijo del Dios Viviente? Cristo le dice: “Tú lo has dicho, y desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra de la Majestad en las alturas.” (Capítulo 26, verso 64 de San Mateo, y también en San Marcos, lo encontramos ahí mencionado, capítulo 14, verso 62).
Y ahí encontramos que Cristo sabía que Él iba a morir, pero luego iba a sentarse a la Diestra de Dios en las alturas, o sea, en el Reino Celestial. En el capítulo 14, verso 62, dice, cuando lo estaban juzgando en el concilio del sanedrín, encabezado por el sumo sacerdote, el sumo sacerdote le pregunta, dice aquí:
“ Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.
Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo habéis oído su blasfemia.
¿Qué os parece? Y respondiendo ellos, dijeron: ¡Es reo de muerte!
Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos, y otros le abofeteaban,
diciendo: Profetízanos, Cristo, quién es el que te golpeó.”
Y ahora, podemos ver que Cristo sabía que Él se iba a sentar en el Trono Celestial, por eso cuando todo ocurre y resucita glorificado, y luego sube al Cielo y se presenta, luego desciende para estar cuarenta días con Sus discípulos, y dice a ellos: “Todo poder me es dado en el Cielo y en la Tierra,” porque el que tiene poder, todo poder en el Cielo y en la Tierra es el que está sentado en el Trono Celestial desde el cual se gobiernan los Cielos y la Tierra, y por consiguiente Cristo al sentarse en el Trono Celestial y recibir un Nombre Nuevo es el Rey de los Cielos y la Tierra, pero ¿se quedó Dios sin Su Reino, se quedó Dios sin Su Poder? No, es que Dios con Su cuerpo angelical, que es el Ángel del Pacto, que es el cuerpo angelical de Cristo llamado el Espíritu Santo entró en el velo de carne llamado Jesús, el cual está glorificado, subió al Cielo glorificado y Dios habita en ese cuerpo físico glorificado, ese cuerpo físico glorificado es la semejanza física de Dios, el cuerpo angelical llamado el Ángel del Pacto es la imagen de Dios; y por eso es que el ser humano también fue hecho a la imagen y semejanza de Dios, o sea, el ser humano que es alma viviente, recibió un Espíritu celestial, así fue con Adán y después, eso es a imagen de Dios, y luego recibió el cuerpo físico del polvo de la Tierra.
Y todo ser humano tiene una imagen que es el espíritu que tiene la persona el cual es un cuerpo espiritual de otra dimensión y tiene una semejanza física que es el cuerpo de carne como Dios también lo tiene.
Y ahora, todos los creyentes en Cristo han estado recibiendo la imagen del Dios Viviente al recibir el Espíritu Santo al a recibir un cuerpo angelical, y luego recibirán la semejanza física de Dios, que es un cuerpo físico glorificado, igual al cuerpo físico glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, y entonces todos seremos a imagen y semejanza de Dios y esa es la Familia de Dios, los hijos de Dios, la Casa de Dios por medio del segundo Adán. Porque por medio del primer Adán y Eva recibimos una imagen terrenal, del mundo, un espíritu del mundo, y un cuerpo terrenal, mortal, sin Vida eterna, un cuerpo del mundo también; pero ahora la promesa es que recibiremos un espíritu celestial, un cuerpo espiritual celestial, que es llamado también el ángel de cada persona, así como el Ángel de Dios, el Ángel que aparece en el libro del Éxodo, es el cuerpo angelical de Dios, el cual es Cristo en Su cuerpo angelical, porque Él es el Ángel del Pacto.
Y luego también tiene Dios un cuerpo físico glorificado, el cual es el cuerpo físico glorificado de Jesucristo, para que todos, conforme al Programa Divino, sean a imagen y semejanza de Dios por medio del segundo Adán que es Jesucristo nuestro Salvador. Ese es el Programa Divino de la redención por el cual pasan todos los hijos e hijas de Dios, todas las almas de Dios que vienen a esta Tierra, para regresar a la Vida eterna, regresar Dios como la Familia de Dios, la Casa de Dios, o sea, la descendencia de Dios como el Apóstol Pablo nos dice en Efesios, capítulo 2, para que tengamos así el entendimiento claro de quiénes son los creyentes en Cristo; dice San Pablo en Efesios, capítulo 2, versos 11 en adelante, dice:
“Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne.
En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.
Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.
Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación,
aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas,
para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz,
y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo,
matando en ella las enemistades.
Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca;
porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.
Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios,
edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,
en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor;
en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.”
Y aquí podemos ver que ahora todos los creyentes en Cristo han sido reconciliados con Dios por medio de Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, y ahora viene a formar la Casa de Dios, viene a formar el Templo Espiritual de Dios que es la Iglesia del Señor Jesucristo, la Casa de Dios, la descendencia de Dios, o sea, los hijos e hijas de Dios; porque la descendencia de un padre son sus hijos, y toda esa familia descendiente de esos hijos, esa es la casa de un padre, y la Casa de Dios, el Padre Celestial son nada menos que Cristo y todos los creyentes en Cristo, el cual es el segundo Adán.
Y está siendo formada por creación divina la descendencia de Dios por medio de Cristo, por medio del segundo Adán, así como la descendencia de Dios por medio del primer Adán ha sido formada. Pero por cuanto Adán y Eva pecaron, perdieron la Vida eterna y solamente heredamos como descendientes de Adán una vida temporera en un cuerpo mortal y corruptible y que tiene muchos problemas que fueron originados allá en la caída en el Huerto del Edén, pero ahora por medio del segundo Adán, Cristo tenemos Vida eterna, y ya hemos entrado al programa de la Redención, recibiendo a Cristo como Salvador, siendo bautizados en agua en Su Nombre, y recibiendo Su Espíritu Santo, y obteniendo así el nuevo nacimiento, hemos nacido del Agua y del Espíritu, hemos nacido del Agua, el Evangelio de Cristo, y hemos nacido del Espíritu Santo al recibir al Espíritu de Cristo y por consiguiente hemos entrado al Reino de Dios.
Recuerden las palabras de Jesucristo a Nicodemo en San Juan, capítulo 3, verso 1 al 6, cuando le dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios.” Es que para ver el Reino de Dios hay que nacer de nuevo, nacer del Cielo, así como para ver este reino terrenal tuvimos que nacer aquí en la Tierra.
El que no nació, pues no vio este reino terrenal en el cual hay tantas personas, millones, hay tantos adelantos científicos, pero es un reino temporero este en el cual estamos viviendo; pero hay un Reino eterno de inmortales, que es el Reino de Dios, el Reino de Cristo, al cual han estado entrando por dos mil años millones de seres humanos, que han estado naciendo de nuevo, naciendo del Agua, o sea, del Evangelio de Cristo, y del Espíritu Santo para venir a ser la Familia de Dios, la descendencia de Dios por medio del segundo Adán que es Jesucristo nuestro Salvador, y la segunda Eva que es la Iglesia del Señor Jesucristo. Tan sencillo como eso.
Y ahora, así como Dios guiaba a Adán y a su descendencia al principio, y luego guiaba al pueblo hebreo, por medio de Su Espíritu, o sea, por medio del Espíritu Santo, el Ángel del Pacto y le hablaba al pueblo también por medio del Espíritu Santo que es el Ángel del Pacto a través del cual le habló también a Moisés cuando le apareció en el monte allá Sinaí, a Moisés en una zarza, y le dijo: “Yo soy el Dios de tu padre (o sea, el padre de Amram, el padre de Moisés), y el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob,” y le dijo que había escuchado el clamor de Su pueblo Israel y había descendido para libertarlos y estaba enviando a Moisés para por medio del profeta Moisés llevar a cabo esa labor, porque el socio de Dios para todos los Programas Divinos es el hombre, es el ser humano.
Por lo tanto, Dios tiene un ser humano, un profeta en cada tiempo, para por medio de él junto al pueblo que estará con ese mensajero, llevar a cabo el Programa Divino correspondiente a ese tiempo.
Encontramos que dondequiera que esté el Verbo, la Palabra, el Ángel del Pacto, estará velado en un velo de carne llamado un profeta, es ese el misterio de los profetas, que Dios se vela y se revela a través de los profetas.
Por ejemplo tenemos el caso de Zacarías, capítulo 7, donde nos habla claro acerca de ese misterio divino de la manifestación de Dios por medio de los profetas, y dice así en el capítulo 7 de Zacarías, versos 11 al 12:
“Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;
y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.”
Ahora vean, pusieron su corazón como diamante para no oír la Ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por medio de Su Espíritu, por medio de Su Espíritu o a través de Su Espíritu, enviaba por Su Espíritu, por medio de los profetas; o sea, que Dios por medio de Su Espíritu Santo que es el Ángel del Pacto, que es Cristo en Su cuerpo angelical, por medio de los profetas hablaba al pueblo hebreo.
Ese es el mismo plan para el nuevo Pacto de Dios por medio de Su Espíritu Santo que es el Ángel del Pacto, que es Cristo en Su cuerpo angelical hablar a través de los apóstoles, de los mensajeros de la Iglesia de cada tiempo, y del mensajero del Día Postrero, que será el Ángel del Señor Jesucristo, ese Ángel mensajero que ha estado en cuerpo angelical en medio de Su Iglesia, la Iglesia del Señor Jesucristo todo el tiempo, y en el Día Postrero estará en carne humana también.
Como el Ángel del Pacto que aparece en Éxodo, capítulo 3 y le apareció a Moisés que es el Ángel del Pacto a través del cual estableció el pacto en el pueblo hebreo allá en el monte Sinaí, el pacto de la unión de Dios y Su pueblo Israel, es como un pacto matrimonial, como el pacto matrimonial que hace un joven y una joven cuando se casan y se unen para vivir y formar así una familia, tener un matrimonio.
Así también el pacto matrimonial de unión de Dios y Su pueblo, fue dado en el monte Sinaí por el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto que es Cristo en Su cuerpo angelical y Moisés lo dio al pueblo hebreo; o sea, que fue dado por Dios a través de Su Espíritu por medio del profeta Moisés.
Ese es el orden divino para Dios hablar a Su pueblo en la Dispensación de la Ley y hablar a Su pueblo también en la Dispensación de la Gracia, como fue en otras dispensaciones anteriores, y por medio de Su Espíritu, el Ángel del Pacto usando al profeta Moisés, Dios en el Ángel del Pacto manifestado en Moisés, guió a Su pueblo Israel por el desierto por cuarenta años, y dice la Escritura que “Dios pastoreó a Su pueblo Israel por 40 años en el desierto.”
Eso es algo grande, algo maravilloso que ocurrió. Ahora veamos lo que nos dice el salmista, dice hablando de la misericordia de Dios en el Salmo 136, hablando de la historia y trayectoria del pueblo hebreo, dice en el Salmo 136, verso 10 en adelante dice:
“Al que hirió a Egipto en sus primogénitos,
Porque para siempre es su misericordia.
Al que sacó a Israel de en medio de ellos,
Porque para siempre es su misericordia.
Con mano fuerte, y brazo extendido,
Porque para siempre es su misericordia.
Al que dividió el Mar Rojo en partes,
Porque para siempre es su misericordia;
E hizo pasar a Israel por en medio de él
Porque para siempre es su misericordia;
Y arrojó a Faraón y a su ejército en el Mar Rojo,
Porque para siempre es su misericordia.
Al que pastoreó a su pueblo por el desierto,
Porque para siempre es su misericordia.
Al que hirió a grandes reyes,
Porque para siempre es su misericordia;
Y mató a reyes poderosos,
Porque para siempre es su misericordia;
A Sehón rey amorreo,
Porque para siempre es su misericordia;
Y a Og rey de Basán,
Porque para siempre es su misericordia;
Y dio la tierra de ellos en heredad,
Porque para siempre es su misericordia;
En heredad a Israel su siervo,
Porque para siempre es su misericordia.
El es el que en nuestro abatimiento se acordó de nosotros,
Porque para siempre es su misericordia
Y nos rescató de nuestros enemigos,
Porque para siempre es su misericordia.
El que da alimento a todo ser viviente
Porque para siempre es su misericordia.
Alabad al Dios de los cielos,
Porque para siempre es su misericordia.”
Este es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, este es el Dios todopoderoso de Jesucristo, este es el Dios todopoderoso de Su Iglesia, de la Iglesia del Señor Jesucristo, este es el Dios todopoderoso mío, ¿y de quién más? De cada uno de ustedes también, este es el que pastoreó a Israel por el desierto por 40 años, este es el del cual el salmista David decía en el Salmo 23:
“Jehová es mi pastor; nada me faltará.
En lugares de delicados pastos me hará descansar;
Junto a aguas de reposo me pastoreará.”
Y ahora, Él es el que alimenta nuestra alma, no solamente de pan literal, sino de la Palabra de Dios para el tiempo que nos toca vivir, como lo ha hecho con Su Iglesia en edades pasadas, y Él es el que nos coloca junto a aguas de reposo, Él es el que nos da el agua de reposo, el agua que salta para Vida eterna que es el Espíritu Santo.
Por lo tanto, Él es nuestro pastor, que nos ha estado guiando, ha estado guiando a la Iglesia del Señor Jesucristo como ovejas por dos mil años, por este mundo, esta Tierra que es un valle de sombra y de muerte, pero Él resplandeció para nosotros porque Él es Cristo, el Mesías resplandeció para nosotros Dios por medio de Cristo, y ahora ha de resplandecer, el cual dijo: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas, mas tendrá la luz de la vida,” o sea, tendrá el Espíritu Santo, y por consiguiente ha estado pastoreándonos durante estos dos mil años de Dispensación de la Gracia y continúa pastoreándonos con Su Palabra el alimento espiritual, el pan de Vida eterna, y con el agua del Espíritu Santo para que vivamos eternamente.
Por lo tanto, guiados por el Espíritu Santo los creyentes en Cristo llegarán a la tierra prometida del Reino literal de Cristo, llegarán a la Cena de las Bodas del Cordero también, a la casa de nuestro Padre celestial, llegarán al cuerpo físico glorificado que Él ha prometido para nosotros, lo cual ocurrirá en la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos eternos y glorificados, y en la transformación de los vivos que estarán viviendo en la Tierra en el tiempo de la resurrección de los muertos en Cristo.
Y los que estemos vivos en ese tiempo, veremos a los muertos en Cristo resucitados en cuerpos eternos, jóvenes y cuerpos inmortales, y entonces nosotros seremos transformados, y entonces todos seremos iguales a Cristo físicamente también, con cuerpos jóvenes, inmortales, glorificados, como el cuerpo glorificado de Jesucristo, porque el propósito divino es que seamos a gloria suya, igual a Jesucristo en todo.
Por eso es que somos también herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro, y por eso es que también Cristo dice: “Yo quiero que ellos estén donde Yo esté, para que estén conmigo,” o sea, en Su Reino con cuerpos eternos y glorificados.
A todo lo que Cristo es heredero, yo también soy heredero, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también, por eso es que dice que somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro.
Por lo tanto, podemos decir sin lugar a equivocarnos que somos guiados por el Espíritu de Dios. Él nos está guiando como individuos y como parte del Cuerpo Místico de Cristo, al cual el Cuerpo Místico de Cristo, al cual Dios por medio de Su Espíritu, el Ángel del Pacto está también guiando.
Él está guiando a Su Iglesia, Su Cuerpo Místico de creyentes, que es Su pueblo que está formado por todos los creyentes en Cristo, todos los hijos e hijas de Dios, por eso la Iglesia del Señor Jesucristo es la descendencia de Dios, los hijos e hijas de Dios que dirían: Abba Padre, o sea, Padre nuestro, reconociendo a Dios como nuestro Padre celestial que por medio del segundo Adán, Cristo, ha estado reproduciéndose en muchos hijos e hijas de Dios al producir el nuevo nacimiento en toda persona que recibe a Cristo como único y suficiente Salvador.
Esas son las personas guiadas por el Espíritu Santo que han recibido al nacer de nuevo y por consiguiente ese espíritu que está en ellos, el Espíritu Santo, ese cuerpo angelical, los guía en el camino de Dios, los guía en el Programa de Dios y por consiguiente hemos de llegar a la perfección, hemos de llegar a ser personas con cuerpos eternos al recibir los que han partido la resurrección en cuerpos eternos, y los vivos ser transformados y obtener el cuerpo inmortal, incorruptible y glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.
Por lo tanto, le damos gracias a Dios por ser guiados por el Espíritu Santo, Él dijo que Él nos guiaría, y Él lo está haciendo; vean, en San Juan, capítulo 16 nos habla de esto, y nos dice de la siguiente manera, capítulo 16, dice, verso 7 en adelante:
“Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador (o sea, el Espíritu Santo) no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.
Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.
De pecado, por cuanto no creen en mí;
de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más;
y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.
Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar.
Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.
El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.
Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber.”
El Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, es el que guía a la Iglesia del Señor Jesucristo, es quien nos enseña todas las cosas, es por medio del Espíritu Santo que San Pedro recibió la revelación de quién era Jesucristo: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente,” le dice a Jesús en San Mateo, capítulo 16, cuando Cristo pregunta: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?” los discípulos comienzan a decirle a Cristo: “Unos dicen que Tú eres Elías, otros dicen que Tú eres Jeremías, dicen otros, y otros dicen que Tú eres Juan el Bautista, y otros dicen que Tú eres alguno de los profetas que ha resucitado.”
Creían que era alguno de los profetas, un profeta que había resucitado, y entonces pregunta a Su discípulos: “Y ustedes, ¿quién dicen ustedes que es el Hijo del Hombre?” Pedro le dice: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente,” y Cristo dice: “Bienaventurado eres Simón hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que esta en los cielos.”
La revelación divina de quién es Jesucristo la recibió San Pedro, no de líderes religiosos, sino de Dios por medio del Espíritu Santo que es el que escudriña lo escondido de Dios y que revela lo escondido de Dios a los hijos e hijas de Dios.
El Espíritu Santo que vendría nos guiaría a toda verdad y a toda justicia, a toda justicia y toda verdad y nos enseñaría todas las cosas, Él es el Ángel del Pacto, Él es el que nos guiaría a toda verdad (Romanos, capítulo 16, verso 13); Él es del cual Cristo habló en San Mateo, capítulo 28, verso 20 cuando dice: “Y Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”
¿Cómo estaría? En Espíritu Santo Cristo estaría en medio de Su Iglesia, y por lo tanto estaría guiándonos a toda justicia y a toda verdad, estaría enseñándonos todas las cosas y estaría bendiciéndonos grandemente, lo cual Él, Cristo por medio de Su Espíritu Santo, el Ángel del Pacto manifestándose en sus diferentes apóstoles y profetas, estaría cumpliendo esas promesas. Y para eso envía Su Ángel Cristo, del cual dice: “Yo Jesús he enviado mi Ángel para daros testimonio de estas cosas en las Iglesias.”
Por lo tanto, a través de dos mil años ha estado el Ángel de Señor Jesucristo en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo obrando y dando a conocer todas estas cosas que sucederían en la Tierra, en el Cielo y en medio del Cristianismo y del Judaísmo, en medio de todas las naciones.
Y ahora, estamos conscientes que estamos siendo guiados por el Espíritu de Dios, estamos conscientes que Dios por medio de Su Espíritu, por medio del Ángel del Pacto, ese es Cristo en Su cuerpo angelical, está guiando a Su Iglesia, y a cada creyente en Cristo como individuos.
Es un pueblo, una Iglesia, un pueblo sacado el mundo y colocado en el Reino de Dios, y como individuos personas creyentes en Cristo guiados por el Espíritu de Dios. “Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de Él,” dice Jesucristo en Romanos, por medio de San Pablo en Romanos, capítulo 8, verso 9. Por lo tanto, todos los guiados por el Espíritu de Dios, por el Espíritu Santo, por el Ángel del Pacto, por Cristo en Su cuerpo angelical, son hijos e hijas de Dios, estos son hijos de Dios, Hijos de Dios en el Cuerpo Místico de Cristo, como miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo, hijos de Dios descendientes del segundo Adán, de Jesucristo el Hijo de Dios, y Su Iglesia, la segunda Eva; esta hija de Dios, la Iglesia, la Iglesia de Jesucristo, reproduciéndose Cristo por medio de ella en muchos hijos e hijas de Dios guiados por el Espíritu de Dios.
Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes, y los continúe guiando Cristo por medio de Su Espíritu todos los días de vuestra vida.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos, y estaremos orando por usted, por lo cual puede pasar acá al frente para orar por usted para que Cristo le reciba en Su Reino.
Los que están en otras naciones a través del satélite Amazonas o de internet, pueden también pasar al frente en donde se encuentran en el auditorio o en la Iglesia en que se encuentren para recibir a Cristo como único y suficiente Salvador.
Y los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo nuestro Salvador, porque ya tienen edad y tienen conocimiento del bien y del mal para poder recibir a Cristo como único y suficiente Salvador.
Dios tiene mucho pueblo, muchos hijos, muchas almas de Dios en esta ciudad y los está llamando en esta ocasión aquí en Minatitlán, Veracruz, República Mexicana, y también los que están en otras ciudades y en otros estados de la República Mexicana, Dios tiene muchos en toda la República Mexicana y los está llamando en este tiempo final, y en toda la América Latina incluyendo el Caribe, en Norteamérica también, y también en todas las demás naciones, y los está llamando en este tiempo en el cual estamos viviendo.
Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, tú eres una oveja del Señor de las cuales Cristo dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y yo las conozco y yo les doy Vida eterna” (San Juan, capítulo 10, versos 27 al 30). Él también dijo en ese mismo capítulo 10, versos 14 al 16: “También tengo otras ovejas que no son de este redil, las cuales también debo traer, y oirán mi Voz, y habrá un rebaño y un pastor. Por eso me ama el Padre, porque Yo pongo mi vida para volverla a tomar, nadie me la quita, Yo de mi mismo la pongo.”
Por eso Dios ama a Jesucristo, porque Él pone Su vida para volverla a tomar, nadie le quita la vida a Cristo, Él la puso por sí mismo voluntariamente por nosotros llevando nuestros pecados, para quitar de nosotros nuestros pecados, y luego la volvió a tomar resucitando Su cuerpo físico, resucitándolo glorificado y presentándose en el Cielo con Su propia Sangre como el Sacrificio de Expiación por el pecado, para limpiar de todo pecado a todos los hijos e hijas de Dios, para limpiar de todo pecado a todas esas almas que vienen de Dios, que escuchan el Evangelio de Cristo y lo reciben como único y suficiente Salvador, porque esas son las ovejas del Padre que le fueron dadas a Cristo para que las busque y les dé Vida eterna.
Cristo lo dijo en San Lucas, capítulo 19, verso 10, y en San Mateo, capítulo 18, versos 11 al 14, cuando dijo: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” O sea, que vino a buscarme a mí y a salvarme a mí, ¿y a quién más? A cada uno de ustedes también, vino por todos nosotros a este planeta Tierra para buscarnos, para llevarnos de regreso a Dios, reconciliarnos con Dios y darnos por consiguiente la Vida eterna, la cual se había perdido en el Huerto del Edén con el pecado de Adán y Eva.
Pero ahora el segundo Adán viene como el pariente Redentor de la raza humana a rescatar, a redimir, Él es nuestro pariente Redentor que nos regresa a nuestra posición original, nos regresa a Dios el Padre, nos regresa al Reino de Dios, nos regresa por consiguiente a la Vida eterna y nos coloca bajo la guianza del Espíritu de Dios, del Espíritu Santo.
Por lo tanto, si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, tú eres una oveja del Señor y Él vino a buscarte como Él así lo prometió, y ahora te está llamando en este tiempo en el cual vivimos, con el llamado que desde dos mil años atrás comenzó el Día de Pentecostés, por medio del llamado, de la predicación del Evangelio de Cristo, del Cristo Salvador, del Cristo Redentor, te está llamando en este tiempo, como ha llamado millones de seres humanos en edades pasadas.
Durante dos mil años ha estado este llamado divino para todo aquel que escucha, nace la fe de Cristo en su alma, cree y lo recibe como Salvador, reciba la Vida eterna y por consiguiente sea reconciliado con Dios, Él continúa guiando por medio de Su Espíritu a todos los hijos e hijas de Dios, a todas esas almas de Dios.
Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo para la oración de todos los que están recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador. Vamos a estar en pie para la oración por los que están recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador aquí en Minatitlán, y los que están en otras ciudades y en otras naciones recibiendo Cristo como único y suficiente Salvador. Para lo cual levantamos nuestras manos al Cielo y con nuestros ojos cerrados los que han venido a los Pies de Cristo, repitan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.
Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, doy testimonio público de su fe en Cristo de mi fe en Ti y te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te pido, te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre y sea producido en mi el nuevo nacimiento.
Creo en Tu Sacrificio Expiatorio, creo que allí Tú ganaste mi salvación, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo, dado a los hombres en que podemos ser salvos. Sálvame Señor, te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
Y con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador, por lo cual me dirán: “Quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible,” pues Él dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; Mas el que no creyere, será condenado.” por lo cual bien pueden ser bautizados, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
En el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo. Y cuando la persona es sumergida en las aguas bautismales por el ministro, tipológicamente está siendo sepultado. Y cuando es levantado de las aguas bautismales, está resucitando a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.
Por eso el bautismo en agua es a la semejanza de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo, por lo cual pueden identificarse con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección, siendo bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y nos continuaremos viendo eternamente con Cristo y en Su Reino por toda la eternidad. Que Dios les bendiga y les guarde, y continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.
Dejo con ustedes al ministro aquí, Vicente Pérez, el reverendo Vicente Pérez, para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Que Dios les bendiga y les guarde, y continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.
“GUIADOS POR EL ESPÍRITU DE DIOS.”