Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes, ministros presentes y también las diferentes congregaciones y ministros en todas las ciudades y todos los países que están conectados con esta actividad.
Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también.
Para esta ocasión, leemos en San Lucas, capítulo 11, verso 1 al 4, donde nos dice:
“Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.
Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal.”
Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
“PADRE NUESTRO.”
Dios hablando del él como Padre, dice en el Éxodo, capítulo 4, verso 22, le dice a Moisés que le diga al faraón:
“Y dirás a Faraón: Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito.
Ya te he dicho que dejes ir a mi hijo, para que me sirva, mas no has querido dejarlo ir; he aquí yo voy a matar a tu hijo, tu primogénito.”
Dios aquí se presenta como Padre de Israel. El pueblo hebreo como pueblo, como nación, es la única nación de la cual Dios habla como el Padre de esa nación primogénita de Dios; y por cuanto al tener la primogenitura Israel, tiene los derechos de primogenitura como nación. Israel es el modelo de hijo (como nación) que Dios continuaría creando al crear, al tener otras naciones hijas de Dios. Ahora, esto es el trato de Dios con el pueblo hebreo como nación y trato de Dios con otras naciones, Dios trata con Israel como nación, no como individuos.
Y ahora, igual a como tuvo una nación llamada nación hijo o hija de Dios, nación pueblo hijo de Dios, primogénito de Dios, así Dios dice que tendrá otras naciones pueblo de Dios, hijos de Dios como nación, serán naciones que se unirán a la Familia de Dios como nación, naciones que vendrán a formar parte del Reino del Mesías.
Ahora, Dios también habla de Efraín y habla de Judá, veamos algunas palabras que Dios habla acerca de Efraín y acerca de Judá; Dios se coloca como Padre, y al colocarse Dios como Padre, el pueblo como pueblo viene a ser pueblo de Dios. Por ejemplo, tenemos capítulo 63 de Isaías, versos 15 en adelante hasta el 16, que dice:
“Mira desde el cielo, y contempla desde tu santa y gloriosa morada. ¿Dónde está tu celo, y tu poder, la conmoción de tus entrañas y tus piedades para conmigo? ¿Se han estrechado?
Pero tú eres nuestro padre, si bien Abraham nos ignora, e Israel no nos conoce; tú, oh Jehová, eres nuestro padre; nuestro Redentor perpetuo es tu nombre.”
Aquí el pueblo hablando a través de Isaías, reconoce a Dios como el Padre del pueblo hebreo, en el capítulo 64, verso 8, dice:
“Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros.”
Y ahora, el pueblo hebreo por medio del profeta Isaías reconociendo que Dios es el Padre de Israel, el Padre del pueblo hebreo, quien lo formó, quien creó a Israel; y por lo tanto siendo un pueblo creado por Dios, y siendo el primero, es el pueblo primogénito de Dios como pueblo Hijo primogénito de Dios.
Y ahora, pasando a Jeremías, capítulo 31, verso 9 en adelante dice… verso 8 en adelante dice, aun un poco antes 7, aún tenemos el 6:
“Porque habrá día en que clamarán los guardas en el monte de Efraín: Levantaos, y subamos a Sión, a Jehová nuestro Dios.
Porque así ha dicho Jehová: Regocijaos en Jacob con alegría, y dad voces de júbilo a la cabeza de naciones; haced oír, alabad, y decid: Oh Jehová, salva a tu pueblo, el remanente de Israel.
He aquí yo los hago volver de la tierra del norte, y los reuniré de los fines de la tierra, y entre ellos ciegos y cojos, la mujer que está encinta y la que dio a luz juntamente; en gran compañía volverán acá.
Irán con lloro, mas con misericordia los haré volver, y los haré andar junto a arroyos de aguas, por camino derecho en el cual no tropezarán; porque soy a Israel por padre, y Efraín es mi primogénito.”
Y ahora, Dios es para Israel por Padre y el primogénito de esas tribus es Efraín hijo de José, por cuanto la primogenitura pasó a las manos de José a través de los hijos de José conforme a Primera de Crónicas, capítulo 5, versos 1 en adelante, el primogénito era Rubén hijo de Jacob a través de Lea, pero con quien se había casado Jacob fue con Raquel, por lo tanto a Raquel y el hijo primero que tuviera le correspondía la primogenitura, ¿ven? Con Dios las mañas no funcionan.
Y ahora, dice el capítulo 5 de Primera de Crónicas:
“Los hijos de Rubén primogénito de Israel (porque él era el primogénito, mas como violó el lecho de su padre, sus derechos de primogenitura fueron dados a los hijos de José, hijo de Israel, y no fue contado por primogénito;
bien que Judá llegó a ser el mayor sobre sus hermanos, y el príncipe de ellos; mas el derecho de primogenitura fue de José).”
Y ahora, por eso de entre los descendientes de Jacob la Bendición de la Primogenitura para una tribu, ¿a quién corresponde? A Efraín que es hijo de José; por lo tanto corresponde a la tribu de José la Bendición de la Primogenitura; por esa causa es que Israel para poder tener la restauración del Reino de Dios en la Tierra, necesita que la Bendición de la Primogenitura regrese en la tribu de Efraín. Por eso, cuando el Reino de David fue roto en dos reinos, diez tribus le fueron dadas a Jeroboam descendiente de Efraín y por consiguiente descendiente de José, la bendición más grande en cuanto a tribu, en cuanto a cantidad le tocó a José en mano de su hijo o de su descendiente de su tribu, llamada la tribu de Efraín.
Y ahora, para la restauración del Reino de David que será la restauración del Reino de Dios en la Tierra Dios ha prometido reunir a las tribus perdidas, y ahí regresará la tribu de Efraín con la Bendición de la Primogenitura en manos del que le corresponde esa bendición, que vendrá a ser la cabeza de esa tribu; y por cuanto están perdidas a la vista humana esas tribus, solamente Dios conocerá quién será la cabeza de esa tribu de Efraín que llevará la Bendición de la Primogenitura para unirla con la tribu de Judá, para que los dos palos, palo de Judá y palo de Efraín se junten para la consolidación del Reino de David, y así los dos cetros, el cetro del Trono de David en la mano de Judá, se junte con el cetro de la casa de Israel en la mano de Efraín, hijo de José.
Eso es un misterio que está señalado para ser cumplido en el Día Postrero conforme a Ezequiel, capítulo 37, versos 15 al 29. Y ya hemos visto cómo en el capítulo 31 de Jeremías, verso 9, dice que Efraín es Su hijo, Su primogénito; así que como tribu, la tribu que tiene la bendición de la primogenitura, es una de las tribus perdidas.
Y ahora, así como llamó a Israel de Egipto y llamó a Jesús de Egipto, llamará del mundo, del reino de las tinieblas al que llevará la bendición de la primogenitura, llama a Efraín, los descendientes de esa tribu, con el que encabezará esa tribu también, y que estará también conectado a la tribu de Judá en quien se juntarán esas dos tribus; en Jesús, la tribu de Judá estaba representada, pero Cristo representa también a José, y Cristo es el que pasa la bendición o por medio de Cristo pasa la bendición de la primogenitura a Efraín. Hay un misterio grande ahí, por lo tanto ese misterio va a ser abierto.
El pueblo hebreo con todas las tribus es como pueblo el hijo de Dios primogénito, pero tiene que tener la primogenitura en una de las tribus, tiene que estar colocada, y la tribu que tenga esa bendición tendrá herencia celestial y terrenal; y por eso es que bajo un nuevo Pacto que Cristo, del cual Cristo habló y que Jeremías 31 habló, bajo ese nuevo Pacto entran los descendientes de las tribus perdidas, porque dice que hará un nuevo Pacto con la casa de Israel que es compuesta esa casa, ese reino, por las diez tribus que le fueron dadas a Jeroboam.
Y por eso Cristo en el capítulo 10 de San Mateo y capítulo 15 de San Mateo, capítulo 10, verso 24 y capítulo 15, verso 6, dice que Él no ha sido enviado, sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Capítulo 10, verso 6 de San Mateo y capítulo 15, verso 24, envía a Sus discípulos a la casa de Israel.
Y ahora, encontramos que la casa de Israel está representada también allá en Oseas, en la esposa de Oseas, y hará un nuevo Pacto Dios como había prometido, por lo tanto las tribus perdidas en su mayoría sus descendientes han estado dentro del Cristianismo, dentro del nuevo Pacto del cual Cristo dijo en la última Cena, víspera de la Pascua, en San Mateo, capítulo 26, versos 26 al 29, luego que terminó de cenar con Sus discípulos y ya estaba oscureciendo, da, toma el pan da gracias al Padre y lo parte y da a Sus discípulos, y dice: “Comed de él todos, este es mi Cuerpo,” representando a Su Cuerpo en el pan. Y luego tomando la copa de vino y dando gracias al Padre, da a Sus discípulos diciendo: “Tomad de ella todos, porque esta es mi Sangre del nuevo Pacto que por muchos es derramada para remisión de los pecados.”
Y ahora, nos habla del nuevo Pacto y nos muestra lo que es la Sangre del nuevo Pacto al cual entrarían la casa de Israel, o sea, el reino del Norte, las tribus perdidas; y por eso se ha estado predicando el Evangelio en todas las naciones donde han sido esparcidos los descendientes de las diez tribus perdidas, perdidas a la vista humana, pero Cristo dice de las ovejas perdidas, que Él vino por esas ovejas perdidas. “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar (¿qué?) lo que se había perdido.”
Para este tiempo final van a ser llamados ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, doce mil de cada tribu, o sea, de las tribus perdidas ciento veinte mil, y de las otras dos tribus, de la tribu de Judá y de la tribu de Benjamín, pues son veinticuatro mil; y así va a consolidarse la representación del pueblo hebreo completo en esas doce tribus (doce mil de cada tribu) que son los elegidos, los escogidos, las reliquias del pueblo hebreo.
Esos no son miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo, aunque a la Iglesia del Señor han estado entrando miles o millones de hebreos de las tribus perdidas y aun también de las tribus de Judá y de Benjamín, y de la tribu… de las demás tribus, pero entran como individuos.
Pero cuando entre los ciento cuarenta y cuatro mil, ya eso tendrá un carácter nacional, en donde ellos vendrán a ser como los eunucos que en los reinos tienen los reyes para atender la reina, y ellos serán los que atenderán a la Reina, a la Iglesia del Señor Jesucristo en el Reino del Mesías, estarán para servirle a la Iglesia del Señor que tiene la Bendición de la Primogenitura, que tiene la bendición terrenal y la bendición celestial. Por eso son Reyes y Sacerdotes y Jueces los creyentes en Cristo, son del Orden de Melquisedec, Orden celestial del Templo celestial.
Por lo tanto, para estas personas que están dentro del nuevo Pacto como entraron los apóstoles y Cristo les enseñó a orar, les está enseñando a orar para usarlo dentro del nuevo Pacto en donde personas que ni se sabía, ni se sabía que iban a ser llamadas hijos e hijas de Dios, serán llamados hijos e hijas de Dios porque escucharían la predicación del Evangelio de Cristo, nacería la fe de Cristo en sus almas, creerían, darían testimonio público de su fe en Cristo recibiéndole como único y suficiente Salvador; Cristo los… serían bautizados en agua en el Nombre del Señor y Cristo los bautizaría con Espíritu Santo y Fuego y produciría el nuevo nacimiento, nacerían como hijos e hijas de Dios en el Reino de Dios.
Y por lo tanto esas personas llamarían al Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob: Padre mío, Padre nuestro, “Padre nuestro que estás en los Cielos,” porque no se le puede llamar Padre nuestro a alguien que no es el padre, cada creyente en Cristo puede llamar a Dios: Padre nuestro, porque la Escritura dice en el capítulo 1 de San Juan, verso 11 en adelante, dice… vamos a leer verso 9 en adelante:
“Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.
En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.
A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron (o sea, el pueblo hebreo).
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios,
los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”
Y ahora, éstos son engendrados por el Espíritu de Dios produciendo en ellos el nuevo nacimiento, de lo cual Cristo le habló a Nicodemo en el capítulo 3, versos 1 al 6 de San Juan, cuando le dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios.” Para nosotros ver este reino terrenal en el cual vivimos tuvimos que hacer una cosa: nacer; y para ver el Reino de Dios tenemos que nacer de nuevo dice Cristo.
Nicodemo pensó que tenía que nacer a través de su madre de nuevo, y si su madre ya estaba anciana o había muerto tenía un problema, no podía entrar al Reino de Dios entonces, pero Cristo le dice, él le pregunta: “¿Cómo puede hacerse esto?” Cristo le dice: “El que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.”
Nacer del agua es nacer de la Palabra, del Evangelio de Cristo, al oír el Evangelio de Cristo y nacer la fe de Cristo en su alma, creer en Cristo y recibirlo como único y suficiente Salvador y ser bautizado en agua en Su Nombre, y nacer del Espíritu es recibir el Espíritu Santo, el Espíritu de Dios; la persona ha nacido de nuevo, ha nacido del Cielo porque el nuevo nacimiento no es terrenal, es celestial; por eso San Pablo en Filipenses, capítulo 3, nos dice en el verso 20 y 21:
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo.”
Si somos ciudadanos del Cielo, nuestra ciudadanía está en el Cielo, es porque hemos nacido en el Cielo y del Cielo a través del nuevo nacimiento, a través del Espíritu de Dios, porque así es la ciudadanía, la persona es ciudadana del país en el cual nace automáticamente, por derecho es ciudadano de ese país:
“…de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo…”
Porque Él está en el Cielo, en la Casa de nuestro Padre celestial, en la séptima dimensión, en la Jerusalén celestial:
“…el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra.”
¿Para qué lo estamos esperando? Dice “el cual va a transformar nuestro cuerpo, transformará el cuerpo de la humillación nuestra;” en estos cuerpos mortales siendo hijos de Dios hemos venido a esta tierra en cuerpos mortales, temporeros, cuerpos que se enferman, tenemos los mismos problemas que tienen todas las demás personas, tanto económicos como físicos; y es como los hijos de un rey en la tierra que vayan a un país y tengan que estar viviendo una vida de pobres, una vida como las demás personas trabajando en construcción, trabajando en oficinas y así por el estilo y ganando un sueldo o un sueldito, para un rey o un príncipe sería un sueldito muy bajo, estarían en una condición de humillación, siendo príncipes y princesas los hijos de ese rey y de esa reina. Así es con los hijos e hijas de Dios al vivir nosotros en estos cuerpos mortales; pero la promesa es que seremos restaurados a toda la gloria y honra que le corresponde a los hijos e hijas de Dios.
Cuando seamos transformados ya tendremos un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible, glorificado y joven para toda la eternidad, ya no tendremos que estar yendo a las oficinas de trabajo o a los lugares de construcción o demás lugares, ya tendremos una posición de gloria y honra igual a la del Señor Jesucristo, y los que servirán aquí en la Tierra a esos hijos e hijas de Dios, Reyes y Sacerdotes y Jueces, serán ciento cuarenta y cuatro mil hebreos que están señalados para ser los eunucos, o el trabajo que hacen los eunucos que cuidan a la reina.
No vendremos a la Tierra para el Reino Milenial para estar trabajando en el campo, sino que estaremos de luna de miel con Cristo en Su Reino. Por lo tanto, esa bendición es para todos los hijos de Dios creyentes en Cristo nacidos de nuevo, que cuando oran pueden decir con certeza y seguridad:
“Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.”
Y así se adora a Dios, se le da gloria y honra a Dios nuestro Padre celestial, se acerca la persona reverentemente al Padre celestial, a nuestro Padre como está llamado a hacerlo todo hijo cuando se presenta ante su padre terrenal, y más si es un rey; y nuestro Padre celestial es el Rey de los Cielos y de la Tierra, y aprecio, respeto y orgullo que tenemos de que nuestro Padre celestial es el Rey de los Cielos y de la Tierra, lo que nos constituye a nosotros en Príncipes y Princesas del Reino celestial.
Y ahora, la adoración a Dios al decir: “Santificado sea tu Nombre,” es importante el Nombre; porque nuestro Padre tiene Nombre, y es el nombre que heredan los hijos e hijas de Dios. “Venga Tu Reino.”
Cuando Cristo estuvo en la Tierra predicando y Juan también, anunciaban el Reino de Dios, el Reino de los Cielos, decían: “El Reino de los Cielos se ha acercado;” cuando Cristo murió y resucitó, y llegó el tiempo en que Él tenía que subir al Padre para estar como Sumo Intercesor, Sumo Sacerdote en el Cielo haciendo Intercesión por todos los que lo recibirían como Salvador, le preguntan Sus discípulos en el libro de los Hechos, capítulo 1, versos 1 al 9. “Señor, ¿restaurarás Tú el reino a Israel en este tiempo?”
Ellos todo el tiempo estuvieron esperando la restauración del Reino de Dios en la Tierra, lo cual será la restauración del Reino de David, porque el Reino de Dios en la Tierra es el Reino de David, y el Trono de Dios terrenal es el Trono de David, conforme a Primera de Crónicas, capítulo 28, versos 4 en adelante y capítulo 29, versos 21 en adelante.
Cuando David se sentó en el Trono, se sentó en el Trono terrenal de Dios, en el Trono del Reino de Dios sobre el pueblo hebreo, fue colocado como príncipe, la persona principal de ese Reino fue el rey David; luego cuando David entregó la sucesión del Trono a su hijo Salomón, dice la Escritura que Salomón se sentó en el Trono de Jehová, de Dios en lugar de su padre David; y también dice que se sentó en el trono del Reino de Dios sobre Israel, sobre Su pueblo.
El reino luego fue roto por causa de los pecados de Salomón, porque permitió la idolatría en Israel, y él mismo estuvo también aceptando ser participante de actividades de la idolatría, y eso le causó problemas al pueblo hebreo; porque Dios trata con el pueblo hebreo como nación, los problemas del rey entonces afectarían a todo el pueblo, porque todo el pueblo también llegó a hacer lo mismo (o parte del pueblo).
Y ahora, a causa de eso el reino fue roto en dos reinos, y solamente le quedó en el reino a la descendencia de David, la tribu de Judá y la tribu de Benjamín más los sacerdotes, la tribu de los levitas que no tenían herencia, pero la mayor parte estaba de parte del reino de Judá, porque eran los que iban al templo, a Jerusalén y llevaban a cabo las actividades del templo.
Y le quedó al hijo de Salomón, Roboam, dos tribus, y a Jeroboam descendiente de Efraín le tocaron diez tribus, eso fue tipificado en la capa del profeta que le habló a Jeroboam, una capa nueva que tenía y le dio, la partió en doce pedazos y le dio diez pedazos a Jeroboam y le dijo: “Así va a hacer Dios, te va a dar diez tribus,” y así sucedió.
¿Pero qué sucedió? Jeroboam también cometió el mismo error que cometió Salomón. Para que no fueran a Jerusalén, no subieran a Jerusalén a adorar a Dios, entonces colocó dos becerros de oro, uno en Dan y otro en… ¿dónde fue el otro Miguel? Bet-el, uno en Bet-el y otro en Dan; y eso fue causa de idolatría para el pueblo, porque les dijo: “He aquí los dioses que te sacaron de Egipto” porque tuvo miedo de que el pueblo de las diez tribus descendieran a Jerusalén cada año y luego se convirtieran de nuevo al rey Roboam y entonces mataran a Jeroboam. ¿Ven? Pero Dios le había dicho a Jeroboam que si él cumplía la Palabra de Dios, la ley divina, Dios le daría un trono permanente pero tuvo miedo, dudó lo que Dios le había hablado.
La duda, la incredulidad a lo que Dios ha hablado, cuando una persona duda pierde la bendición; lo que Dios ha dicho es: ASÍ DICE EL SEÑOR, aunque no lo entienda, créalo de todo corazón. Recuerden las palabras de Jesús a Pedro: “Lo que no entiendes ahora, lo entenderás después;” confíe en la Palabra que Dios ha hablado, permanezca firme en ella aunque piense que puede perder algunos beneficios, no, delante de Dios estará ganando todas las bendiciones; y lo importante es la bendición de Dios, estar bien con Dios.
Y ahora, encontramos que todos los creyentes en Cristo han entrado al nuevo Pacto que Dios prometió por medio del profeta Jeremías, y por esa causa los creyentes en Cristo llamados Cristianos, al comienzo como mal nombre, pero ahora ha quedado como buen nombre, orando dicen: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre. Venga tu reino.” O sea, la restauración del Reino de David, venga el Reino del Mesías, eso es lo que ocurrirá, sera restaurado el Reino de Dios, “Y hágase tu voluntad, como en el cielo, aquí en la tierra.” Y eso es lo que queremos para que las naciones puedan tener paz y los miembros de todas las naciones puedan ser felices como todas las personas quieren ser felices.
“PADRE NUESTRO.”
Tenemos ahí el Padre nuestro, también nos muestra el pedir perdón para alcanzar el perdón de Dios; “perdona nuestras deudas, o sea, nuestros pecados, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, más líbranos del mal.”
El Padre nuestro es corto, pero yo estuve apuntando veinticuatro puntos importantes que no los voy a mencionar ahora, pero que están ahí, o sea, que está resumido en el Padre nuestro un sinnúmero de cosas importantes, porque es algo entre la persona y Dios.
Por eso, en una ocasión Cristo dijo: “Cuando tú ores, no seas como los que se paran en público a orar para que los escuchen orando en voz alta, y piensen que saben orar o que sus oraciones van a llegar al Cielo.” Él dice que entre en la cámara secreta, dice: “Entra en tu cámara secreta, y cerrada la puerta ora a tu Padre que está en secreto y que te ve en secreto, y Él te recompensará en público.” [San Mateo 6:6].
Esas palabras de Jesús son muy importantes porque llegan al máximo de su expresión en cuanto a su cumplimiento en la Visión de la Carpa, Dios que está en secreto en el Lugar Santísimo en el Cielo donde nadie puede llegar, y que ve desde allá, y tú en secreto, en tu cámara secreta orando que nadie te ve sino Dios, y que nadie te escucha sino Dios, va Él a escuchar tu oración y va a dar respuesta a tu oración.
Y ahora, siendo que la iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo, es un Templo espiritual, encontramos por ejemplo el lugar donde está Dios, la séptima dimensión que corresponde al Lugar Santísimo; la Tierra, pues corresponde al Atrio; y el Paraíso, la sexta dimensión, pues corresponde al Lugar Santo.
En el Templo espiritual de Cristo está el Atrio desde Adán hasta Cristo, está el lugar del Lugar Santo desde los apóstoles hasta séptimo mensajero, y el Lugar Santísimo, pues del séptimo mensajero, después del séptimo mensajero en adelante que corresponde a la Edad de la Piedra Angular.
El lugar para el cumplimiento de la Visión de la Carpa no fue ni en el Atrio, ni en el Lugar Santo del Templo espiritual de Cristo, de la Iglesia del Señor, aunque el mensajero de la séptima edad trató de hacerlo una realidad, de conquistar esa promesa por la fe, pero no le fue permitido, y también de conquistar en Israel, de ir a Israel y no le fue permitido; porque todo eso corresponde a la Edad del Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo, en donde en algún momento va a ser cerrada la puerta como en la parábola de las diez vírgenes, en donde vino el Esposo y las que estaban preparadas, entraron con Él a la Cena y se cerró la puerta. San Mateo, capítulo 25, versos 10 al 13 y capítulo 13 de San Lucas, versos 25 al 27, donde dice: “Cuando el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta.” ¿Ven? La puerta de la misericordia que es Cristo, el cual dijo: “Yo soy la puerta, el que por Mí entrare será salvo.” Él es la puerta en Su Templo espiritual, en Su Iglesia.
Para entrar y formar parte de la Iglesia hay que entrar por la puerta que es Cristo, en donde está la Sangre de la Expiación, la Sangre del Cordero de Dios, y por consiguiente la persona viene a formar parte de esa Familia de Dios, de esa Casa de Dios donde Cristo dice: “¿Quién es el siervo fiel y prudente al cual cuando su Señor venga, le halle haciendo así?” O “¿Quién es el siervo fiel y prudente, al su Señor puso sobre Su Casa para que les dé el alimento a tiempo? De cierto os digo que cuando su Señor venga y le halle haciendo así, sobre todos Sus bienes le pondrá.” [San Mateo 24:45].
Esa es la Casa de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo donde se reparte el alimento para el alma, el alimento espiritual y en donde Cristo a colocado diferentes siervos fieles y prudentes. En el tiempo de los apóstoles, a los apóstoles allá cuando nació la Iglesia; y luego a San Pablo en la primera edad de la Iglesia entre los gentiles en Asia Menor; y luego a los diferentes mensajeros correspondientes al territorio de Europa en donde se cumplieron cinco edades de la Iglesia, y luego en Norteamérica al reverendo William Branham en la séptima edad de la Iglesia entre los gentiles; y luego pasamos… luego todo eso corresponde a la parte del Lugar Santo del Templo espiritual de Cristo, y luego pasamos al lugar más importante: el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo que es la Edad de la Piedra Angular, en donde hay que entrar por la puerta también; así como se entró por la puerta en las edades pasadas, la puerta que comunicaba con el Lugar Santo, y la puerta es Cristo, Cristo sigue siendo la puerta también del Lugar Santísimo.
Y ahora, es en la Etapa o Edad del Lugar Santísimo, la Edad de la Piedra Angular, el lugar escondido de Dios, el lugar donde Dios estará velándose y revelándose en el Día Postrero, es ahí donde se cumplirá en esa Etapa la Visión de la Carpa, la manifestación plena de Dios, la adopción de los hijos e hijas de Dios, con la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de los vivos.
Es ahí donde todas las bendiciones de Dios vendrán a la Iglesia del Señor Jesucristo, porque ya la bendición para cada etapa pasada fue dada y los mensajeros ya vinieron y se fueron; y Dios siempre ha obrado por medio del mensajero correspondiente a cada edad. Para obrar en una edad que ya pasó tendría que venir de nuevo el mensajero, y ya como tuvo su tiempo no pude ministrar nuevamente para continuar una edad que ya terminó.
Por lo tanto tiene que ser en esa Edad correspondiente a este tiempo final, que es la Edad de la Piedra Angular. De todo el Templo allá en el tabernáculo y también en el que construyó Salomón el Lugar Santísimo era el más pequeño, una tercera parte del tabernáculo, una tercera parte… el Lugar Santo y el Lugar Santísimo (digamos son tres partes). Una tercera parte corresponde al Lugar Santísimo y dos terceras partes al Lugar Santo. Tan sencillo como eso.
Y ahora, es ahí donde entrará la Columna de Fuego, el Ángel del Pacto a esa Edad, y donde tendrá el instrumento que estará usando para esa manifestación final; y ahí estará el Ángel que acompañaba al reverendo William Branham, estará la Columna de Fuego también, y por lo que se ve va a estar también el reverendo William Branham y de seguro los mensajeros y todos los santos en la resurrección. Por eso el cuartito pequeño es tipo y figura de la Edad de la Piedra Angular y es muy importante en el Programa Divino.
Por lo tanto, viene algo de parte del Señor que va a ser una bendición para la Iglesia del Señor Jesucristo, en donde la fe para ser transformados va a ser manifestada plenamente, y la fe para ser transformados la dan los siete Truenos de Apocalipsis 10, y lo que los siete Truenos de Apocalipsis 10 revelan es el misterio del séptimo Sello, el misterio de la Venida del Señor a Su Iglesia; y viene en el Día Postrero a Su Iglesia, ¿en qué parte del Templo? En el Lugar Santísimo.
¿A dónde vino cuando Moisés dedicó el tabernáculo, y cuando Salomón dedicó el templo? Vino al Lugar Santísimo y se colocó sobre el arca del Pacto, y el arca del Pacto es, tipifica la Palabra, tipifica a Cristo que es el Verbo, la Palabra.
De edad en edad así como metieron el arco del Pacto al Lugar Santísimo, tuvieron que pasar por el Atrio y por el Lugar Santo, así ha estado pasando el arca del Pacto, Cristo, la Palabra, el Verbo de edad en edad por el Lugar Santo del Templo espiritual, y en este tiempo es colocado Cristo, la Palabra, el Verbo dentro del Lugar Santísimo, o sea, dentro de la Edad de la Piedra Angular.
Es ahí sobre esa Palabra que se cumplirá la Venida del Señor a Su Iglesia, es ahí a la Edad o Etapa del Lugar Santísimo que Cristo cumplirá Su Venida, es ahí donde los judíos verán al Señor viniendo por Su Iglesia para darle la fe para ser transformados y raptados, y dirán: “Éste es el que nosotros estamos esperando,” pero Él viene por Su Iglesia, porque ha llegado el tiempo para Su Iglesia de ser arrebatada con Cristo y llevada a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, porque en el Cielo el tiempo se habrá cumplido en ese momento, y Cristo habrá terminado Su Obra de Intercesión como Sumo Sacerdote y se convertirá en el León de la Tribu de Judá con el Titulo de Propiedad, el libro de los siete Sellos ya abierto en Su mano trayéndolo a la Tierra y entregándolo a un hombre que se lo coma para que se lleve a cabo todo el Programa Divino.
Por eso les es dicho a ese hombre representado en Juan el apóstol. “Toma y comélo, te amargará el vientre pero en tu boca será dulce como la miel.” Y cuando lo hubo comido dice Juan: “Me amargó el vientre, pero en mi boca fue dulce como la miel, o era dulce en mi boca como la miel, pero en mi vientre fue amargo.” Vamos a leerlo para tenerlo claro como fue dicho, capítulo 10, verso 8 al 11 de Apocalipsis:
“La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra.”
Ese Ángel es Cristo en Su cuerpo angelical, es Cristo en Espíritu Santo, es el Espíritu Santo.
“Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel.
Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre.
Y él me dijo (el mismo Cristo): Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.”
Y aquí tenemos la profecía final, un hombre que se come el librito y que recibe la orden de profetizar sobre muchos pueblos, naciones y lenguas; ese es el que estará profetizando los juicios divinos que han de venir sobre la raza humana, él estará predicando el Evangelio del Reino, él es el mismo que llamará y juntará ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, es el mensajero con el Sello del Dios vivo, o sea, con el Espíritu Santo, en quien estará el Espíritu Santo manifestándose y operando esos ministerios de Moisés, Elías y de Jesús; él es el Ángel con el Evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la Tierra, a toda nación, pueblo y lengua, y él es el que viene diciendo que adoren a Dios, en el capítulo 14, verso 6 al 7 de Apocalipsis.
“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo,
diciendo a gran voz…”
Cuando nos habla diciendo: “A gran voz,” eso es un mensaje Dispensacional, un mensaje de gran Voz:
“…Temed a Dios, y dadle gloria…”
O sea, que viene enseñando a la gente a temer a Dios y a darle gloria; y si tiene el Evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, pues es un predicador, un mensajero con el Evangelio del Reino, el Evangelio eterno. Cristo dijo: “Y será predicado este evangelio del reino, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.” (San Mateo 24, verso 14).
Cuando estén viendo a este mensajero predicando el Evangelio del Reino, el Evangelio eterno, está eso marcando que se ha llegado al tiempo del fin. Con el final de su ministerio llegará la humanidad al fin, el reino de los gentiles llegará a su final; y será establecido el Reino del Mesías.
“Diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria porque la hora de su juicio ha llegado.”
Y ahora, viene también anunciando que la hora del juicio divino, el tiempo del juicio divino que caerá sobre la humanidad en la gran tribulación, que ese tiempo ha llegado, o sea, que viene un poquito antes de comenzar la gran tribulación. Malaquías, capítulo 4, versos 5 al 6, dice: “He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día del Señor, grande y terrible. No sea que Yo venga y con maldición hiera la tierra.” “Él convertirá el corazón de los padres a los hijos, y el corazón de los hijos a los padres.” Dice también en Malaquías, capítulo 4.
Por lo tanto, antes de la gran tribulación estará apareciendo este mensajero con el Evangelio eterno aconsejando a los moradores de la tierra a adorar a Dios, a servir a Dios; y mostrándoles que el día, la hora del juicio divino ha llegado:
“…y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.”
O sea, que viene recomendando que busquen a Dios, que sirvan a Dios, que la hora del juicio divino ha llegado y que por consiguiente las naciones están en grave peligro. El calentamiento global traerá grandes problemas a la familia humana, a todas las naciones; y todas las demás cosas, como los volcanes, los maremotos, los tsunamis, todo eso traerá grandes problemas a la humanidad.
Con los terremotos ciudades completas van a desaparecer, las grandes torres van a caer; eso está en los profetas y también en Habacuc, y también… eso está en Habacuc, capítulo 2, verso 13 al 14; y también en Hageo, capítulo 2, verso 5 al 7. De ahí es que San Pablo lo toma en Hebreos, capítulo 12, versos 25 en adelante, donde dice que no desechemos al que habla desde el Cielo, porque si aquellos que lo desecharon cuando hablaba en la tierra perecieron… vamos a leerlo, capítulo 12, verso 25 en adelante dice, de Hebreos:
“Mirad que no desechéis al que habla…”
¿Y quién es el que habla? Cristo por medio de Su Espíritu Santo a través de las diferentes edades, a través del mensajero de cada edad, y para el Día Postrero también estará hablando:
“Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos.
La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo.
Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas…”
Las cosas movibles como cosas hechas: construcciones y todas las demás cosas hechas por el ser humano.
“…para que queden las inconmovibles.
Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible…”
Lo inconmovible es el Reino de Cristo, el Reino de Dios.
“…para que queden las inconmovibles.
Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia;
porque nuestro Dios es fuego consumidor.”
Oramos por la América Latina y el Caribe, es el territorio a donde se ha movido el Espíritu Santo, y por consiguiente el territorio donde está cumpliendo la Edad de la Piedra Angular, la Edad del Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo, y de ahí sale el mensaje para todas las naciones, y llama a todo escogido aunque viva en otra nación, lo llama para colocarlo en la Edad correspondiente al Día Postrero en el Cuerpo Místico de Cristo nuestro Salvador.
Queremos que Dios nos dé tiempo bueno para que se complete la Obra de Dios en Su Iglesia en la Edad de la Piedra Angular; aunque la América latina y el Caribe está en grave peligro a causa del calentamiento global, los maremotos, los terremotos, los volcanes y todo eso, deseamos que Dios nos dé tiempo bueno y nos provea espiritualmente y materialmente para que se complete la Obra correspondiente a este tiempo final; y para que la Visión de la Carpa- Catedral, La Gran Carpa-Catedral, se haga una realidad en medio de la Iglesia del Señor en la Edad de la Piedra Angular, la Edad de Oro, la Edad de Adopción, la Edad en donde Cristo cumplirá Su Venida a Su Iglesia.
Y la Venida a la Iglesia del Señor es un secreto. La Venida para establecer el Reino después de la gran tribulación ya es diferente, ya viene con todos los miembros de Su Iglesia con cuerpos eternos, viene de las Cena de las Bodas del Cordero con toda Su Iglesia para comenzar el Reino Mesiánico, son dos momentos diferentes; uno: antes de comenzar la gran tribulación viene a Su Iglesia para transformarla, los que estén vivos, y a los muertos resucitarlos en cuerpos eternos, y luego después ir a la Cena de las Bodas del Cordero por tres años y medio en el Cielo; y luego regresar a la Tierra ya como Reyes y Sacerdotes y Jueces, con Cristo como Rey de reyes y Señor de señores para sentarse en el Trono de David, y Él juzgará a todas las naciones al sentarse en el Trono de Su gloria, dice San Mateo, capítulo 25, versos 31 al 46.
Por lo tanto, oramos a Dios, oremos siempre a Dios, a nuestro Padre celestial: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre. Venga tu reino (porque deseamos que venga ese Reino del Mesías). Hágase tu voluntad, como en el cielo, también en la tierra.” Queremos que en la tierra se haga la voluntad de Dios y por consiguiente venga la paz para la familia humana, en ese Reino del Mesías que será mundial.
“El Padre nuestro,” hemos visto tantas cosas que hay en ese pasaje bíblico y todavía hay más cosas ahí contenidas, pero con lo que hemos escuchado creo que tenemos un cuadro bastante claro de la bendición que hay ahí hablada por Cristo en el Padre nuestro.
Que las bendiciones de nuestro Padre celestial, sean sobre todos ustedes y sobre mí también. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, sea bautizado en agua en Su Nombre y Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en usted el nuevo nacimiento, y así entre al Reino de Dios y pueda decir orando: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre.”
Si no nace en el Reino de Cristo, pues no puede reclamar a Dios como su Padre, solamente los hijos pueden reclamar al que los engendró como su padre, y solamente los engendrados por Cristo, por medio del Espíritu Santo son los que llaman a Dios: “Padre nuestro que estás en los cielos.” Sólo los hijos son los que llaman Padre a aquel que los engendró.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo y nació la fe de Cristo en su alma, ha creído en Cristo, puede pasar al frente para que oremos por usted. Ya pronto se cerrará la puerta, y cuando se haya cerrado la puerta ya no habrá oportunidad para recibir a Cristo, pero todavía la puerta está abierta, la puerta de la misericordia, la puerta de la Dispensación del Reino que es Cristo, y la puerta de la Dispensación de la Gracia es Cristo también.
Si todos ya han recibido a Cristo, entonces estaremos pasando al doctor Miguel Bermúdez Marín, para finalizar nuestra parte en esta ocasión.
Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes, y que nuestro Padre celestial les bendiga a ustedes y a mí también. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Con nosotros nuevamente el misionero, doctor Miguel Bermúdez Marín para finalizar nuestra parte en esta ocasión, y ya nos vemos mañana Dios mediante en Acapulco, en el auditorio… allá el doctor Miguel Bermúdez Marín les dará bien… a las 5:30 de la tarde, el doctor Miguel Bermúdez les dará la hora y el momento y lugar donde estaremos para continuar hablando la Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo.
Que Dios les bendiga y les guarde, y continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.
“PADRE NUESTRO.”