Escapa por tu vida, no mires tras ti, no sea que perezcas

Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones, pastores junto a sus congregaciones y también todas las demás personas que se encuentran en diferentes lugares de la República de Guatemala.

Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también.

Aprecio y agradezco mucho el respaldo que le están dando al importante proyecto de La Gran Carpa Catedral en Puerto Rico y también el respaldo que le están dando a la obra misionera y evangelística, con la cual son llamados al Reino de Cristo las ovejas que el Padre le dio a Cristo para que las busque y les dé Vida eterna.

Y también agradezco mucho el respaldo que le están dando

a AMISRAEL. Acaban de ver hace unos minutos la labor que AMISRAEL está llevando a cabo y los frutos, los resultados también.

Para estos días desde allá, AMISRAEL tiene el proyecto de una firma por la liberación de Gilad Shalit, el cual está prisionero en la tierra allá del Medio Oriente, y los que lo tienen prisionero todavía no le han dado la libertad, y todos queremos que sea liberado, lo dejen libre para que regrese a su hogar, a su familia, y venga la paz a la familia de Gilad Shalit.

Por lo tanto, se espera obtener más de un millón de firmas por la liberación del soldado Gilad Shalit para presentarlas a los líderes políticos, a las autoridades, líderes de alto nivel en la política, y también en otras esferas de la sociedad, y llevarlas también a Israel.

Por lo tanto se tomarán esas firmas con el nombre de la persona escrito por la misma persona, la firma de la persona, el día en que firmó: día, mes y año, y también su profesión o su oficio, también su teléfono, y también el lugar donde vive, la ciudad y el país. Y todo eso será firmado, llevado a un abogado cada uno en cada país, para que sea notariado y tenga carácter de validez ante todas las autoridades; y luego sacar copias también notariadas para usarlas en ese proyecto de AMISRAEL.

Así como tuvimos y dimos una firma por la paz, y fueron unos dos millones y algo de firmas que fueron llevadas a las Naciones Unidas, y una carta del notario público que certificó esas firmas, ese proyecto. Así se hará, como se hizo una firma por la paz se hará este proyecto en donde se obtendrá el éxito también.

Así que, estén en contacto con el delegado de AMISRAEL en Guatemala y los coordinadores, porque ellos tendrán y distribuirán los formularios a los diferentes coordinadores, los delegados los distribuirán en las hojas legales para que cada hoja firme una cantidad de personas como se hizo en el proyecto de una firma por la paz; y después se encuaderne y se lleve ante un notario público para la certificación de esos documentos.

Esperamos que todos los que me escuchan y me escucharán en este anuncio, den una firma por la liberación del soldado israelí Gilad Shalit.

Los delegados y coordinadores vayan a todos los líderes de las diferentes religiones, diferentes denominaciones del Cristianismo y de otras denominaciones o entidades religiosas, para que también se unan en este importante proyecto: “Una firma por la liberación de Gilad Shalit.” Y también todas las congregaciones de todos ustedes que me están escuchando, también una firma por la liberación de Gilad Shalit, que sean los primeros que encabecen ese proyecto; preparen formularios y también las mesas y las personas que van a estar a cargo de ese proyecto, como se hizo también el proyecto: “Los pueblos del mundo escriben la Biblia.” Ese también fue otro proyecto que AMISRAEL llevó a cabo con los directores de ese proyecto de la Biblia.

Para esta ocasión leemos palabras del Señor Jesucristo en el capítulo 17 de San Lucas, verso 24 en adelante (24 al 37), donde dice Jesús:

“Porque como el relámpago que al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro, así también será el Hijo del Hombre en su día.

Pero primero es necesario que padezca mucho, y sea desechado por esta generación.

Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre.

Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos.

Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban;

mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos.

Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste.

En aquel día, el que esté en la azotea, y sus bienes en casa, no descienda a tomarlos; y el que en el campo, asimismo no vuelva atrás.

Acordaos de la mujer de Lot.

Todo el que procure salvar su vida, la perderá; y todo el que la pierda, la salvará.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

“ESCAPA POR TU VIDA, NO MIRES TRAS TI, NO SEA QUE PEREZCAS.”

Cristo al decir que como fue en los días de Noé y como fue en los días de Lot, así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste, así será el día de la Venida del Hijo del Hombre, nos dice también en San Mateo, capítulo 24, versos 36 en adelante, donde dice:

“Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre.

Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre.”

O sea, que la humanidad estará viviendo un tiempo paralelo al tiempo en que vivió el profeta Noé; la humanidad estará en la condición en que estuvo en los días de Noé. Y para que vean cómo estaban en aquellos días, damos un vistazo por el libro del Génesis, capítulo 6, donde dice la condición en que estaba la humanidad. Capítulo 6, verso 9 en adelante, dice:

“Estas son las generaciones de Noé: Noé, varón justo, era perfecto en sus generaciones; con Dios caminó Noé.

Y engendró Noé tres hijos: a Sem, a Cam y a Jafet (lo leemos como lo leeríamos en español: Jafet).

Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia.”

¿No está la Tierra actualmente llena de violencia? Violencia en las naciones, guerras entre las naciones y aun guerras civiles nación contra nación y reino contra reino. Y la humanidad está en una vida de muchas fiestas, comiendo y bebiendo, pues no se refiere a las comidas del desayuno, del almuerzo y de la cena, sino las otras fiestas o comidas o fiestas con muchas comidas; y esa es la situación mundial; y la Tierra está llena de violencia a causa de drogas, de guerras entre los mismos que trafican esos productos, y también violencia entre los que usan drogas, y también secuestros, robos, y muchas otras cosas violentas que están enmarcadas en el retrato del tiempo de Noé; y no se sabe si ya le está pasando al tiempo de Noé.

Ahora, dice la Escritura que como fue en los días de Noé:

“Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre.”

Para los días de Noé, estaba allí un hombre que temía a Dios, descendiente de Adán, un hombre que conocía el Programa Divino de cómo acercarse a Dios y qué hacer para que sus pecados y los de su familia, porque él venía a ser la cabeza de su familia, y por consiguiente, venía a ser el sacerdote que ofrecía los sacrificios a Dios por él y por su familia.

Por eso encontramos a Noé ofreciendo a Dios sacrificios. Y aun cuando salió del arca, lo primero que hizo fue ofrecer a Dios un sacrificio, y salió el arco iris, el cual fue un pacto para Noé y sus descendientes y para la raza humana de que Dios no destruirá nuevamente con agua a la humanidad; aunque haya muchas inundaciones, pero todo a la vez, el mundo entero a la vez, no es inundado.

Por eso la destrucción venidera no será con agua, será con fuego como fue en los días de Lot, pues en los días de Lot no dice que no destruirá más con fuego. Por lo tanto será con algo peor: con fuego, y eso está anunciado también aquí en Malaquías, capítulo 4, verso 1 en adelante, donde dice:

“Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno…”

O sea, un día ardiente como un horno, eso corresponde al Día Postrero, en el lapso de tiempo llamado la gran tribulación que durará tres años y medio, y que será la segunda parte de la semana número setenta; cada semana de esas setenta semanas, consta cada semana de siete años, por lo tanto son 490 años, las setenta semanas; porque 70×7 son 490 años.

Y ahora, encontramos que ya sesenta y nueve semanas y medio ya se cumplieron, y ahora solamente faltan tres años y medio, o sea, la mitad de la semana número setenta; pero esas setenta semanas es de trato de Dios con el pueblo hebreo. Dice el Ángel Gabriel al profeta Daniel: “Setenta semanas están determinadas para tu pueblo y para tu santa ciudad.” O sea, para Jerusalén y para el pueblo hebreo.

Cuando Cristo murió en la Cruz del Calvario, se detuvo allí la semana número setenta, a la mitad. Y luego se abrió, el Día de Pentecostés, la Dispensación de la Gracia, basada en la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por los pecados del ser humano; y se abrió allí una brecha para entrar a la Dispensación de la Gracia, que ya lleva dos mil años del tiempo de los apóstoles hacia acá o del día de la crucifixión de Cristo hacia acá, y ya por consiguiente, delante de Dios han transcurrido dos días, dos días proféticos, dos días delante de Dios porque “un día delante del Señor es como mil años y mil años como un día,” nos dice Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8, y el Salmo 90, verso 4.

Por lo tanto, es un día mil años, un día de Dios mil años de los seres humanos.

Desde el tiempo de Jesús cuando ya tenía de tres a siete años de edad, comenzaron los días postreros. Por eso el apóstol Pablo dice que Dios, por medio de Cristo, habló en los días postreros. Capítulo 1, verso 1 en adelante de la carta de San Pablo a los Hebreos, dice:

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo…”

¿Cuándo dice San Pablo que Dios ha hablado por medio de Jesucristo Su Hijo? Dice: “En estos postreros días.” En el tiempo de San Pablo y los apóstoles y de Jesucristo, ya se estaba viviendo en los postreros días, que delante de Dios son los milenios postreros o delante de Dios son los días postreros, y para los seres humanos son los milenios postreros; el quinto milenio, es el primero de los días postreros delante de Dios, el sexto milenio es el segundo de los días postreros delante de Dios, y el séptimo milenio es el Día Postrero delante de Dios, el último de los días postreros delante de Dios.

En el tiempo de los apóstoles se podía predicar: “Estamos en los días postreros.” Y el que supiera en cuál de los días postreros, podía decir: “Estamos en el primero de los días postreros.” Aunque no convenía, porque la promesa de Cristo es que a todos aquellos creyentes en Él, vean lo que dice, la bendición que hay para los creyentes en Cristo, no importa que estén vivos o estén muertos físicamente. Capítulo 6, versos 39 al 40 de San Juan, dice:

“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.

Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”

Es importante entonces saber qué son los días postreros y en cuál de los días postreros estamos viviendo.

Ahora, podemos comprender porqué se ha estado predicando durante estos dos mil años que han transcurrido de Cristo hacia acá, se ha estado predicando que Cristo va a resucitar a los muertos creyentes en Él y a transformar a los que estén vivos; y todavía no ha ocurrido, ¿por qué? Porque esa era la promesa para el Día Postrero y no para los primeros dos días postreros; aunque hubo una resurrección en el primero de los días postreros, cuando Cristo resucitó resucitaron con Él también los santos del Antiguo Testamento.

De eso es que nos habla San Mateo, capítulo 27, verso 51 en adelante. Es importante que lo que sea hablado y lo que creamos esté basado en la Escritura; no estamos para creer tonterías, sino para creer lo que Dios ha dicho. Por lo tanto es importante que todo lo que se predique y todo lo que creamos, esté basado en la Palabra escrita.

Y ahora, en estos tiempos en que ya han transcurrido dos mil años de Cristo y los apóstoles hacia acá, ahora estamos viviendo ya en el Día Postrero. En el tiempo de los apóstoles hasta hace poco, se podía predicar: “Estamos en los días postreros.” Y el que supiera identificar en cuál de los días postreros estaba podía decir: “Estamos en el primero de los días postreros, o en el segundo de los días postreros.”

Y en este tiempo, tenemos que estar conscientes en cuál de los días postreros estamos para poder esperar lo que Dios ha prometido para el Día Postrero.

La resurrección de los muertos en Cristo es una promesa para el Día Postrero, por eso no ocurrió la resurrección de los creyentes en Cristo que han muerto, no ocurrió en el tiempo de los apóstoles o en el tiempo de los diferentes mensajeros de la Iglesia del Señor Jesucristo, porque es una promesa para el Día Postrero, el cual es el séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá. Tan sencillo como eso.

Conforme al calendario gregoriano ya estamos dentro del séptimo milenio de Adán hacia acá, ya llevamos diez años. Pero no sabemos en qué año ha de ocurrir la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos, y el rapto o arrebatamiento de la Iglesia del Señor Jesucristo para ir a la Cena de las Bodas del Cordero al Cielo, a la Casa del Padre celestial.

Pero sí una cosa sabemos: que no será hasta que se complete la Iglesia del Señor Jesucristo. Y entonces Cristo concluya Su labor de Sumo Sacerdote en el Cielo según el Orden de Melquisedec donde Él está con Su propia Sangre intercediendo por toda persona que lo recibe como único y suficiente Salvador, el cual confiesa a Cristo sus pecados, Cristo lo perdona, y con Su sangre lo limpia de todo pecado.

Y también todo creyente en Cristo que comete algún error, falta o pecado, lo confiesa a Cristo y Cristo intercede por esa persona ante al Padre, porque si alguno ha pecado, Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo Su Hijo; eso es lo que nos dice la Escritura, y Él con Su Sangre nos limpia de todo pecado, y nos mantiene limpios delante de Dios.

Eso está tipificado en el lavatorio o Lavamiento de pies, cuando se lleva a cabo la Santa Cena. Y en la Santa Cena recordamos el Sacrificio expiatorio de Cristo, el cual murió en la Cruz del Calvario, y nos redimió, nos salvó. Por lo tanto, en la Santa Cena recordamos las palabras de Juan el Bautista cuando vio a Jesús y dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” Y damos testimonio público cuando tomamos la Santa Cena que Jesucristo fue el Cordero pascual, el Cordero de Dios que murió por nosotros en la Cruz del Calvario para la preservación de la Vida eterna, ¿de quiénes? De los elegidos escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, los primogénitos escritos en el Cielo.

Así como para la preservación de la vida de los primogénitos del pueblo hebreo allá en Egipto, fue sacrificado un cordero de un año, un cordero pascual, por el padre de familia, el cual lo sacrificó para la preservación del o de los primogénitos que tenía en su hogar; y colocó la sangre en el dintel y los postes de su casa.

Y ahora la Casa de Dios tiene la Sangre del Cordero de Dios aplicada en la puerta, Cristo es la puerta del redil, Cristo es la puerta de la Casa de Dios, Cristo es la puerta de la Iglesia del Señor Jesucristo. Por consiguiente, para entrar a formar parte de la Iglesia del Señor hay que entrar por la puerta que es Cristo, recibiéndole como único y suficiente Salvador, siendo bautizados en agua en Su Nombre, y recibiendo el Espíritu Santo; y así la persona ha nacido en la Casa de Dios, en la Familia de Dios.

Por eso hay fiesta, hay gozo en la Iglesia del Señor Jesucristo y en el Cielo. Recuerden que Cristo dijo que “cuando un pecador se arrepiente hay gozo en el Cielo.” Y también hay gozo en la Iglesia del Señor Jesucristo, así como hay gozo en una casa cuando nace un hijo o una hija; y cuando nace en el Reino de Dios, en la Casa de Dios, en la Familia de Dios, un hijo o una hija (esto es al nacer de nuevo), nace en la Familia de Dios, nace como un hijo o una hija de Dios en la Familia de Dios, en la Casa de Dios, la descendencia de Dios. Y hay gozo en esa casa, en esa familia, y hay gozo en el Cielo, gozo entre los ángeles y gozo en el Padre celestial; porque no es la voluntad de nuestro Padre que está en los Cielos que se pierda uno de estos pequeñitos, uno de estos elegidos escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero; estos son aquellos de los cuales Cristo dice:

“Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” (San Lucas, capítulo 19, verso 10; y San Mateo, capítulo 18, versos 11 al 14).

Aun dice que “los ángeles de estos pequeñitos están siempre viendo el rostro de mi Padre,” están viendo cada día el rostro del Padre celestial; sus ángeles son sus cuerpos angelicales.

Y ahora, podemos ver la bendición tan grande que es ser parte de la Familia de Dios, ser parte de la Iglesia de Dios, ser parte de ese Templo espiritual, compuesto, formado por piedras vivas: seres humanos, que a medida que escuchan la predicación del Evangelio de Cristo, nace la fe de Cristo en su alma, creen en Cristo, y dan testimonio público de su fe en Cristo recibiéndole como único y suficiente Salvador, son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, pues Él dijo:

“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Él que no cree, pues se pierde la salvación y Vida eterna, se pierde lo más grande que una persona puede perder, pierde la Vida eterna que Cristo da a todos los que lo reciben como su Salvador, porque Cristo tiene la exclusividad de la Vida eterna; el Padre le ha dado a Cristo la exclusividad de la Vida eterna, por lo cual toda persona para recibir la Vida eterna tiene que recibir a Cristo como su Salvador; así está establecido.

Por eso dice la Escritura en Primera de Juan, capítulo 5, versos 10 al 13:

“… Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.”

El que tiene al Hijo, o sea, a Cristo porque lo recibió como Salvador, tiene la Vida, o sea, tiene la Vida eterna; el que no tiene al Hijo porque no lo ha recibido como Salvador, no tiene la Vida, o sea, no tiene la Vida eterna, lo que tiene es una vida temporera que se le va a terminar y no sabe cuando se le va a terminar; y si se le termina sin haber recibido a Cristo como Salvador, ya después no tiene otra oportunidad para recibir a Cristo como Salvador, porque la oportunidad de recibir a Cristo como Salvador es mientras la persona está viviendo en este Planeta Tierra; por eso es tan importante escuchar la predicación del Evangelio de Cristo para que nazca la fe de Cristo en el alma de la persona, y crea, y reciba a Cristo como único y suficiente Salvador.

Es aquí en la Tierra en donde hacemos contacto con la Vida eterna a través de Cristo nuestro Salvador. El propósito de nuestra vida aquí en la Tierra es que escuchemos la predicación del Evangelio de Cristo, nazca la fe de Cristo en nuestra alma, obedezcamos al Evangelio de Cristo recibiéndolo como Salvador, y seamos bautizados en agua en Su Nombre; y así nazcamos del agua, del Evangelio y del Espíritu: del Espíritu Santo, y así entremos al Reino de Dios. “Porque el que no nazca del agua y del espíritu, no puede entrar al Reino de Dios,” dijo Cristo a Nicodemo en San Juan, capítulo 3, versos 1 al 6. Y todo queremos entrar al Reino de Dios y queremos vivir eternamente.

El ser humano hace muchas decisiones en la Tierra, unas importantes y otras más importantes, pero ninguna de ellas coloca al ser humano en la Vida eterna, excepto una, que es recibir a Cristo como único y suficiente Salvador, esa es la decisión más importante que un ser humano puede hacer en toda su vida; por lo tanto es importante que comprendamos que hemos venido de otra dimensión como almas de Dios, representados en las ovejas del Padre que le han sido dadas a Cristo para que las busque y les dé Vida eterna.

La angustia existencial con la cual viene el ser humano a la Tierra es porque no sabe de dónde ha venido, no sabe porqué está aquí en la Tierra, y no sabe hacia dónde va cuando muera; pero cuando la persona escucha la predicación del Evangelio de Cristo y recibe a Cristo como Salvador, y es bautizado en agua en Su Nombre y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y Cristo produce el nuevo nacimiento, entonces obtiene el conocimiento de dónde ha venido: sabe que ha venido del Cielo de la Casa del Padre celestial, su alma ha venido de Dios. Por eso dice Cristo:

“El que es de Dios, las palabras de Dios oye…” (San Juan, capítulo 8, versos 47).

Y también San Juan, capítulo 10, verso 27 en adelante, dice:

“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.

Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.”

Tan sencillo como eso. Las ovejas del Padre son esas almas de Dios, que han venido de Dios a esta Tierra en cuerpos mortales, cuerpos temporales para vivir una temporada aquí y hacer contacto con la Vida eterna a través de Cristo, para confirmar nuestro lugar en la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.

Y ya cuando la persona ha recibido a Cristo, y ha recibido el Espíritu de Cristo, luego de ser bautizado en agua en Su Nombre, la angustia existencial desaparece; ya sabe que ha venido de Dios para estar una temporada aquí en la Tierra en un cuerpo de carne temporero, y recibir a Cristo como Salvador, y si muere va al Paraíso donde están todos los apóstoles y todos los mensajeros de Dios, y todos los creyentes en Cristo, a la sexta dimensión que es el Paraíso; allí ni se come ni se duerme, ni se cansan, no tienen los problemas que tenemos aquí en la Tierra, están en cuerpos angelicales.

Pero Cristo cuando termine Su Obra de Intercesión en el Cielo, va a pasar por el Paraíso y los va a traer a la Tierra, y les va a dar cuerpos físicos glorificados, y entonces aparecerán a los creyentes en Cristo que estarán viviendo en la Tierra, podrán comer… recuerden que cuando Cristo resucitó comió con Sus discípulos, creían que era un espíritu y Él les dice: “No, el espíritu no tiene carne y hueso como Yo tengo, ¿tienen algo de comer?” Le dan un pedazo de pescado, y también un panal de miel, y Él come delante de ellos.

En el cuerpo glorificado se puede comer, en el cuerpo glorificado no hay el problema de la transportación como lo hay en las ciudades que se tienen que transportar de una ciudad a otra en automóviles o en vuelos aéreos; el cuerpo nuevo, el glorificado ya viene con todo el mecanismo que se necesita para la transportación, es un cuerpo interdimensional. Por eso Cristo aparecía a Sus discípulos y desaparecía luego, y les decía: “Vayan a Galilea, y allí les veré.” Ellos se iban en la forma común que ellos tenían para ir, pero Jesucristo aparecía allá en Galilea; porque en el cuerpo glorificado no hay problemas de transportación.

Todos los problemas estarán resueltos cuando tengamos el cuerpo glorificado; los problemas de salud estarán resueltos también, los problemas de la edad, en el cual en el cuerpo de carne la persona se va poniendo más vieja, más avanzada en edad, y después se muere, ese problema no se tiene en el cuerpo glorificado.

El Señor Jesucristo está tan joven como cuando subió al Cielo, cuando lo veamos, no vamos a ver un ancianito, vamos a ver un joven de 18 a 21 años de edad en ese cuerpo glorificado. Cuando veamos Su cuerpo glorificado, vamos a ver lo joven que está Jesucristo; y cuando Él nos diga: “Pero, mírate tú también,” y nos veamos en un espejo, nos veremos tan jóvenes como Jesucristo representando de 18 a 21 años de edad.

Así será cuando tengamos el cuerpo glorificado, el cual está tan cerca que casi podemos ver el tiempo en que eso va a suceder; pues ya estamos en el Día Postrero, el milenio donde va a ocurrir la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos, pero antes tiene que completarse la Iglesia del Señor Jesucristo. Para lo cual se lleva a cabo la obra misionera y evangelística, llevando el Evangelio de Cristo por todas partes para que Cristo con el mensaje del Evangelio, llame a las ovejas. Recuerden que Él dijo:

“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,

y yo les doy vida eterna…”

Luego también Él dice:

“También tengo otras ovejas que no son de este redil (o sea que no son allá, del pueblo hebreo, están entre los gentiles);aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.”

La Voz de Cristo a través de estos dos mil años y aun en nuestro tiempo, es el Evangelio de Cristo siendo predicado, esa es la Voz de Cristo llamando a las ovejas; por eso se predica el Evangelio, y luego se hace el llamado para toda persona que escuchó y nació la fe de Cristo en su alma, para que luego dé testimonio público de su fe en Cristo recibiéndole como único y suficiente Salvador; porque la fe viene por oír la Palabra, el Evangelio de Cristo, y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación, confiesa a Cristo como su único y suficiente Salvador. Eso es de lo que nos habla San Pablo en el libro de Romanos.

Y ahora, encontramos que toda persona tiene la misma oportunidad de escuchar la Voz de Cristo y recibirlo como único y suficiente Salvador; para lo cual se predica el Evangelio de Cristo, esa es la Voz de Cristo; y el Redil de Cristo ¿cuál es? La Iglesia del Señor Jesucristo, que es la Casa de Dios, el Templo espiritual de Cristo. ¿Y quién es el buen Pastor? Jesucristo; ¿y cuáles son Sus ovejas? Nosotros, colocados en el Redil del Señor, la Iglesia del Señor Jesucristo.

Ya yo le recibí como mi Salvador y Él me colocó en Su Redil, Su Iglesia, ¿y quién más? Pues cada uno de ustedes también. Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted para que así escape por su vida.

Es tiempo de escapar por nuestra vida, para vivir eternamente con Cristo en Su Reino. No mirar atrás, “porque el que pone su mano en el arado y mira atrás, no es apto para el Reino,” dice Cristo. O sea, no mirar hacia el mundo, no irse al mundo de nuevo, no dejar a Cristo, como hizo la esposa de Lot. ¿Cómo se llamaba la esposa de Lot? La señora Lot. Cristo dice: “Acordaos de la mujer de Lot.” ¿Ve? Porque los Ángeles le dijeron a Lot: “Escapa por tu vida, y no mires atrás.” Y la mujer de Lot se aguantó un poquito, y cuando Lot estaba un poquito más al frente que ella, ella se puso a mirar hacia atrás y se volvió una estatua de sal.

Como Sodoma y Gomorra representan el mundo, el reino de las tinieblas, y representa el reino de los gentiles en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido, la enseñanza es: no mirar hacia atrás, sino seguir a Cristo todos los días de nuestra vida, y no irse la persona al mundo de nuevo; no irse de nuevo al reino de las tinieblas, sino permanecer en el reino de Cristo nuestro Salvador, el cual nos ha libertado del reino de las tinieblas y nos ha colocado Dios, por medio de Cristo, en el Reino del Hijo de Dios.

Y ahora, si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted, para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone, y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y lo bautice con Espíritu Santo y Fuego, luego que sea bautizado en agua en el Nombre del Señor; para lo cual puede pasar acá al frente.

También los niños de diez años en adelante pueden venir a los Pies de Cristo, y los que están en otras naciones y en otras ciudades de la República de Guatemala, pueden venir también a los Pies de Cristo en el lugar donde ustedes se encuentran, en la iglesia o en el auditorio donde ustedes se encuentren, pueden venir a los Pies de Cristo, pueden pasar al frente, para que queden incluidos también en la oración que estaremos haciendo.

Dios tiene mucho pueblo, muchas ovejas que el Padre le ha dado, tiene muchas aquí, en ciudad Guatemala, y en toda la República de Guatemala, y los está llamando en este tiempo final.

Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, tú eres una oveja del Señor y Él te está llamando; por eso estás escuchando la predicación del Evangelio de Cristo, porque Él dijo: “El que es de Dios, la Voz de Dios oye.” “Mis ovejas oyen Mi Voz y me siguen.”

¿Para qué se predica el Evangelio y se le da la oportunidad a las personas que vengan a los Pies de Cristo y reciban a Cristo como Salvador? Para que Cristo les dé Vida eterna.

“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna…”

¿Ve? Es para esas almas de Dios representadas en ovejas que Cristo les da Vida eterna. Porque son los que escuchan la Voz de Cristo, el Evangelio de Cristo, y lo reciben como único y suficiente Salvador.

En todas las demás naciones también los niños de diez años en adelante pueden venir a los Pies de Cristo, recuerden que Cristo dijo de los niños: “Dejad a los niños venir a mí y no se los impidáis; porque de los tales es le Reino de los Cielos.”

Lo más importante para el ser humano es la vida, y si la vida física es tan importante, porque sin ella el dinero no tiene valor, las propiedades no tienen valor, las riquezas no tienen valor, nada tiene valor si la persona no tiene vida; por eso es que cuando la persona mueren no se puede llevar su dinero, no puede llevarse una libreta de cheque y cada vez mandar a cambiar un cheque, pues allá no se necesita dinero donde va, ya sea que vaya al Cielo o al infierno, ya sea que vaya a la sexta dimensión en el Paraíso, o vaya a la quinta dimensión que es el infierno; allí no se tiene ese tipo de economía.

Por eso es tan importante asegurar nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno.

Cristo preguntó en una ocasión en San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 28, diciendo:

“Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?

Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.”

De nada le sirve al ser humano convertirse en una persona multimillonaria y perder su alma; el alma es lo que en realidad es la persona. El cuerpo físico lo puede perder, pero sin embargo si es un creyente en Cristo, está salvo, y Dios le dará otro cuerpo el cual será eterno; pero el que pierde su alma, lo perdió todo, porque eso es lo que es en realidad la persona: alma viviente.

Todavía vienen más personas, que como ustedes, quieren vivir eternamente, quieren escapar por su vida, como dijeron los Ángeles a Lot: “Escapa por tu vida.”Y ahora es caminar en el camino de Dios, que es Cristo, recuerden que Cristo dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida, y nadie viene al Padre sino por Mí.” Caminar hacia Dios a través de Cristo, que es el camino hacia Dios. Nadie puede llegar a Dios a menos que sea a través de Cristo, nadie puede ser reconciliado con Dios a menos que sea a través de Cristo y Su Sacrificio efectuado en la Cruz del Calvario, que es el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.

Vamos a estar puestos en pie, los que están presentes y los que están en otras aciones, para la oración por todas las personas que han venido a los Pies de Cristo nuestro Salvador en estos momentos; pero si falta alguno por venir, puede pasar al frente, ya sea que se encuentre aquí o se encuentre en alguna otra ciudad o lugar de la república de Guatemala o en alguna otra nación.

Recuerden que estamos viviendo en un tiempo paralelo al tiempo de Lot, donde el llamado es escapar por la vida. Tenemos que escapar del fuego, del lago de fuego, de la segunda muerte, que es la muerte para el alma de la persona.

Así como Lot escapando, saliendo de Sodoma y no mirando atrás, estaba escapando del fuego que vendría sobre Sodoma y Gomorra. Estos Ángeles fueron enviados para destruir a Sodoma y Gomorra y demás lugares o ciudades de su alrededor.

Pero ahora, así como los Ángeles le dijeron que huyeran al monte, le dijeron a Lot con su familia, ahora hay un monte, el monte de Dios, el Monte de Sión, la Iglesia del Señor Jesucristo, de la cual Cristo es la Piedra principal; y los creyentes en Cristo son piedras vivas que forman ese Templo espiritual, esa montaña, ese Monte de Dios.

Esa es la única forma de escapar de la destrucción que viene, y también del lago de fuego. Y es mejor saber estas cosas estando vivos, que saberlas después que ya uno haya muerto porque no hay oportunidad; mientras estamos vivos y escuchamos estas cosas, entonces podemos escapar del lago de fuego, podemos escapar del infierno, podemos escapar de la destrucción eterna, y ser salvos, estar en el lugar seguro, a salvo en el Reino de Cristo, en ese Monte de Dios.

Con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, los que están presentes y los que están en otras naciones y han recibido a Cristo en estos momentos como Salvador, repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio, y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu primera Venida, y creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados. Creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos.

Reconozco que soy pecador, y necesito un Salvador. Doy testimonio público de mi fe en Ti, y te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y sea producido en mí el nuevo nacimiento.

Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente Contigo por toda la eternidad. Creo de todo corazón que Tú ganaste mi salvación en la Cruz del Calvario, y te ruego se haga un realidad en mi vida. Sálvame, Señor, te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.

Con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados, y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible, porque Él dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Eso está en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16. Y la pregunta de ustedes es: “¿Cuándo me pueden bautizar?”

Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad.

El agua en el bautismo no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado, pero el bautismo en agua es un mandamiento del Señor Jesucristo. El mismo Cristo cuando Juan el Bautista predicaba en Judea y bautizaba en el Jordán, llegó Jesucristo y entró a las aguas del Jordán juntamente con las demás personas que estaban siendo bautizadas, y cuando le toca a Juan bautizar a Jesús, le dice: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí para que yo te bautice?” Y Jesús le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia,” y entonces los bautizó. Y cuando subió de las aguas bautismales, descendió el Espíritu Santo en forma de paloma, y dijo la Voz del Cielo, el Padre: “Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia, tengo contentamiento.”

Por eso toda persona que recibe a Cristo como Salvador luego de ser bautizada, en algún momento Cristo le bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en la persona el nuevo nacimiento.

El bautismo en agua es tipológico, por lo cual el bautismo en agua es a la semejanza de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador muere al mundo; cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, está tipológicamente, simbólicamente siendo sepultado; y cuando lo levanta de las aguas bautismales está resucitando a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.

Por eso vean, Cristo murió, fue sepultado, y resucitó a la Vida eterna para nunca más morir. Y la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección al ser bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; por eso nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección al ser bautizados. Tan sencillo como eso es el simbolismo, la tipología del bautismo en agua en el Nombre del Señor.

Por lo cual pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.

Los que están en otras naciones y en otras ciudades de la República de Guatemala, también pueden ser bautizados los que recibieron a Cristo como Salvador en estos momentos.

Y también, que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.

Continúen pasando todos una noche feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador. Dejo al ministro correspondiente aquí, al reverendo Esteban Golón para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y en cada nación dejo al ministro correspondientes para que haga en la misma forma.

Que Dios les bendiga, y continúen pasando una noche feliz, llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador. Y mañana en la reunión de ministros, ¿de damas también? Reunión de ministros y también la reunión de damas, ¿pero hay reunión de damas aparte? Y hombres y mujeres de negocios también, en la reunión también de hombres y mujeres de negocios, también estaremos desde la mañana hasta por la tarde, estaremos reuniéndonos. Así que, será hasta mañana, Dios mediante.

“ESCAPA POR TU VIDA, NO MIRES TRAS TI, NO SEA QUE PEREZCAS.”

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