Muy buenas noches, amables hermanos y amigos presentes y los que están a través del satélite Amazonas o de internet.
Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes.
Para esta ocasión leemos un pasaje muy importante que se encuentra en Ezequiel, capítulo 37, versos 24 al 26, y dice de la siguiente manera:
“Mi siervo David será rey sobre ellos, y todos ellos tendrán un solo pastor; y andarán en mis preceptos, y mis estatutos guardarán, y los pondrán por obra.
Habitarán en la tierra que di a mi siervo Jacob, en la cual habitaron vuestros padres; en ella habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre; y mi siervo David será príncipe de ellos para siempre.
Y haré con ellos pacto de paz, pacto perpetuo será con ellos; y los estableceré y los multiplicaré, y pondré mi santuario entre ellos para siempre.
Estará en medio de ellos mi tabernáculo, y seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.
Y sabrán las naciones que yo Jehová santifico a Israel, estando mi santuario en medio de ellos para siempre.”
“UNÁNIMES JUNTOS POR LA PAZ IMPERECEDERA.”
El pueblo hebreo tiene grandes promesas de paz para el tiempo final. Desde que está establecido Israel como una nación libre y soberana no ha tenido paz, pero tiene la promesa de una paz permanente, lo cual será bajo el reinado de un descendiente de David conforme a la profecía bíblica. No hay otra forma para Israel obtener la paz imperecedera, hay un proyecto, un Programa Divino para que eso se haga realidad; y todo ese proyecto divino está ligado al reino del Mesías, por esa causa habrá un pueblo que estará unánime y junto, como estuvo un grupo de ciento viente personas en el Aposento Alto esperando la Venida del Espíritu Santo allá en Jerusalén; y vino el Espíritu Santo.
Habrá en el tiempo final un grupo de personas esperando el establecimiento del Reino del Mesías para que venga la paz a Israel. Es en ese Reino que vendrá la paz a Israel y de ahí se extenderá a todas las naciones, porque el Reino del Mesías es mundial con capital en Jerusalén; por lo tanto hay un proyecto divino en el cual se estará trabajando en este tiempo final para que venga la paz imperecedera, y por consiguiente venga el Reino del Mesías, sea restaurado el Reino de David; porque en la restauración de ese Reino están todas estas bendiciones para el pueblo hebreo y para todas las naciones.
Por lo tanto, es importante que antes del establecimiento del Reino del Mesías todas las ovejas del Padre que han sido dadas a Cristo para que las busque y les dé Vida eterna, conforme a San Lucas, capítulo 19, verso 10, y en San Mateo, capítulo 18, versos 11 al 14, donde dice: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” O sea, que vino a buscarme a mí y a salvarme a mí. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted, pues usted es una oveja del Señor, por lo cual está escuchando la predicación del Evangelio de Cristo para que nazca la fe de Cristo en su alma, crea en Cristo y lo reciba como único y suficiente Salvador; por eso fue que Cristo dijo en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Por lo tanto, la fe de Cristo ya ha nacido en vuestro corazón. Si usted todavía no lo ha recibido como Salvador, porque la fe viene por el oír la Palabra, el Evangelio de Cristo; y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Ahora tiene la oportunidad de confesar públicamente a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador.
Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre que está en los Cielos; mas el que me negare delante de los hombres Yo le negaré delante de mi Padre que está en los Cielos.” (San Mateo, capítulo 10, versos 32 al 33).
Por lo tanto, puede confesar a Cristo públicamente como vuestro único y suficiente Salvador en estos momentos para que Cristo le reciba en Su Reino y le confiese delante del Padre celestial como una persona que ha creído en Cristo como su único y suficiente Salvador.
Vamos a dar unos minutos mientras llegan a los Pies de Cristo en estos momentos
En las demás naciones también pueden venir a los Pies de Cristo para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo. Cristo les recibirá en Su Reino, perdonará vuestros pecados, con Su Sangre le limpiará de todo pecado, serán bautizados en agua en el Nombre del Señor, y Cristo les bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y producirá en ustedes el nuevo nacimiento; y así entrarán al Reino de Cristo.
Cristo dijo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del agua y del espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.” Nacer del Agua es nacer del Evangelio de Cristo y nacer del Espíritu es recibir el Espíritu de Cristo y así se entra al Reino de Dios, al Reino de Cristo; y así la persona obtiene la Vida eterna.
Vamos a dar unos segundo más mientras llegan los que faltan por venir.
Los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo, en las diferentes naciones también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo nuestro Salvador, el cual murió en la Cruz del Calvario para así, llevando nuestros pecados, quitarlos de nosotros y entonces dar la Vida eterna a cada persona que lo recibe como Salvador.
Con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo, y nuestros ojos cerrados repitan conmigo esta oración los que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti con toda mi alma.
Señor, doy testimonio público de mi fe en Ti y te recibo como mi único y suficiente Salvador, habiendo escuchado la predicación de Tu Evangelio, habiendo nacido Tu fe en mi corazón, creyendo en Ti, creyendo en Tu primera Venida, creyendo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres, y creyendo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.
Doy testimonio publico de mi fe en Ti y te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre y sea producido en mí el nuevo nacimiento. Señor, sálvame te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
Y con nuestras manos levantadas al Cielo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Y ahora, ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible, pues Él dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.”
¿Cuándo me pueden bautizar? Es la pregunta desde lo profundo de vuestro corazón. Por cuanto ustedes han creído de todo corazón en Cristo bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
El bautismo en agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado. Pero el bautismo en agua es un mandamiento del Señor. El bautismo en agua es a la semejanza de la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo; el bautismo en agua es simbólico, tipológico, es un mandamiento del Señor. El mismo Cristo fue bautizado por Juan el Bautista y si Cristo fue bautizado, cuánto más nosotros necesitamos ser bautizados.
Por lo tanto, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando los levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Tan sencillo como eso es el simbolismo del bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Por lo tanto: “UNÁNIMES JUNTOS POR LA PAZ IMPERECEDERA,” la paz para el alma que recibe al recibir a Cristo como Salvador, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y así entren al Redil del Señor, al Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia del Señor Jesucristo; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino glorioso de Jesucristo nuestro Salvador.
Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes.
Dejo con ustedes al reverendo Gian del Corto para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Continúen pasando todos una noche feliz y Dios les continúe bendiciendo a todos.
“UNÁNIMES JUNTOS POR LA PAZ IMPERECEDERA.”