uy buenas tardes, amigos y hermanos presentes, ministros presentes también, y también todos los ministros e Iglesias que están conectados con esta transmisión vía satélite e internet. Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también.
En Bogotá el próximo martes 11 de octubre se llevará a cabo una concentración pacífica en respaldo a la posición asumida por Colombia ante el Consejo de Seguridad de la ONU, de condicionar la creación de un Estado palestino a un acuerdo con Israel.
Invitamos a todos los que apoyamos «Paz en Tierra Santa,» a participar de esta concentración pacífica, la cual se llevará en el costado sur-oriental de la Plaza Bolívar, en Bogotá, a las 8:00 de la mañana, pero ya concentrándose las personas, comenzando a concentrarse desde las 6:00 de la mañana a reunirse todos, y a las 8:00 de la mañana comenzará esa manifestación, esa concentración, comenzará la actividad hasta las 10:00 de la mañana. O sea, serán dos horas que durará esa concentración, pero desde las 6:00 de la mañana ya comenzarán a reunirse las personas en ese lugar; así que, están invitados para estar allí.
Para más información, soliciten información adicional al ingeniero Iván Sarmiento, quien es el coordinador en Colombia de la campaña: «Alcemos Nuestra Voz: Paz en Tierra Santa.»
Este mismo martes también nuestra campaña publicará en la prensa media página con una carta abierta al presidente de Colombia Juan Manuel Santos con respaldo a su posición de que sin un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos no se debe crear un Estado. La publicación saldrá en el periódico «El Tiempo,» que es el más importante de Colombia. También está abierta la oportunidad de colaborar con el valor de la publicación.
Esperamos la mayor participación de ustedes allá en Colombia para obtener éxito en esa actividad. Y que Dios bendiga y les bendiga en esa labor de expresar su apoyo a Israel.
Así que, todos los que en Colombia me escuchan, el martes próximo, 11 de octubre, se llevará a cabo esa concentración pacífica, el respaldo a la posición asumida por Colombia en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Están todos allá invitados, todas las personas de Colombia que me escuchan en estos momentos, están invitados para estar en esa concentración el martes próximo 11 de octubre, ya comenzando a concentrarse en ese lugar desde las 6:00 de la mañana, y comenzará la actividad de lleno a las 8:00 de la mañana, y así estarán haciendo algo importante por la paz en Tierra Santa. Recuerden que el Cristianismo está llamado a orar y a obrar en favor de la paz en Tierra Santa.
Ahora buscamos en nuestras Biblias en San Lucas, capítulo 8, versos 19 al 20, donde dice Jesús o donde dice acerca de este momento histórico en el ministerio de Jesús, dice.
«Entonces su madre y sus hermanos vinieron a él; pero no podían llegar hasta él por causa de la multitud.
Y se le avisó, diciendo: Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte.
El entonces respondiendo, les dijo: Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la hacen.»
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
«LA CASA DE JESÚS,» o sea, «LA FAMILIA DE JESÚS, LA FAMILIA DE JESUCRISTO, LA FAMILIA DE DIOS.»
«LA FAMILIA DE JESUCRISTO.»
En ningún momento Él negó su familia terrenal, tenemos que comprender que una cosa es pertenecer a una familia terrenal, y otra cosa es pertenecer a la familia celestial. En Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21 el apóstol Pablo dice, y lo vamos a leer para que lo tengan claro:
«Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.»
Aquí nos habla de una ciudadanía celestial a la cual pertenecen y la cual tienen todas las personas creyentes en Cristo nacidas de nuevo, y esa es la familia de la cual Cristo dice: «¿Quiénes son o quién es mi madre y mis hermanos? Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la guardan.» En el evangelio según San Mateo, dice: «Son aquellos que hacen la voluntad de Dios,» o sea, del Padre celestial.
Y ahora, cada persona creyente en Cristo tiene una doble ciudadanía y por consiguiente también una doble familia: la familia terrenal en la cual nació, que viene a ser su casa, su familia, porque cuando se habla de su familia se le llama también su casa, como también al reino del Norte en el tiempo de los reyes, se le llamaba el reino de Israel o reino de Efraín o casa de Israel o casa de Efraín; y al reino del Sur se le llamaba la casa de Judá o reino de Judá. ¿Ven? Un reino compuesto por diferentes tribus, se le llamaba casa también.
Así también a la familia en la cual nace la persona se le llama su casa, su familia, y cada persona tiene una familia terrenal, una casa terrenal, a la cual pertenece porque nació en esa familia y por consiguiente lleva el apellido del padre y de la madre. Pero eso no significa que todos en esa familia sean creyentes en Dios o que todos en esa familia van a vivir eternamente; solamente los creyentes en Cristo que lo reciben como Salvador son los que vienen a pertenecer al Cuerpo Místico de Cristo, a la Iglesia del Señor Jesucristo, y la Iglesia del Señor Jesucristo es la casa espiritual de Dios que está colocada en este planeta Tierra, llamada también el Cuerpo Místico de Cristo.
La Iglesia del Señor Jesucristo viene a ser la segunda Eva, y Jesucristo viene a ser el segundo Adán, para reproducirse a través de Su Eva, Su Iglesia, que nació el Día de Pentecostés, y por consiguiente a través de Su Iglesia se reproduce en muchos hijos e hijas de Dios, y esa es la familia de Cristo celestial, esa es la casa de Dios, la casa de Cristo, la familia de Cristo, esos son los que oyen la Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo, nace la fe de Cristo en su alma y dan testimonio público de su fe en Cristo recibiéndole como único y suficiente Salvador, y son bautizados en agua en Su Nombre y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en esas personas el nuevo nacimiento, nacen en el Reino de Dios, en la casa de Dios, en la familia de Cristo que es la familia de Dios, como descendientes de Dios.
Así como Cristo vino de Dios, también vienen de Dios todas esas personas, porque sus nombres están escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero desde ante de la fundación del mundo. Estaban en la mente de Dios eternamente esas personas, como en un matrimonio, en una familia todos esos hijos estaban en la mente del padre y luego también de la madre, y luego por la unión matrimonial de ambos se procrearon y aparecieron esos pensamientos que estaban en su mente, aparecieron materializados en hijos e hijas.
Así también los hijos e hijas de Dios estaban en la mente de Dios eternamente, eran un pensamiento divino, por eso Dios me conoció a mí desde antes de la fundación del mundo, eternamente Él me conoció, ¿y a quién más? A cada uno de ustedes también. Esas son las personas que Él llama Sus hijos, Sus elegidos, vienen de Dios representados en el trigo también en la parábola del trigo y de la cizaña, donde Cristo dice que el trigo son los hijos del Reino.
Y ahora, el que siembra los hijos del Reino en la Tierra, el trigo, ¿quién es? El Hijo de Hombre, Cristo, Cristo reproduciéndose a través de Su Iglesia, vean ustedes, trae a Vida eterna en Su Reino a todos esos hijos e hijas de Dios que eran un pensamiento divino en la mente de Dios, en la mente divina, y que para poder ser manifestados en la Tierra, Dios por medio de Cristo ha llevado a cabo esa labor.
Y ahora, podemos ver que la casa de Dios en Hebreos, capítulo 3, bajo el nuevo Pacto es la Iglesia del Señor Jesucristo compuesta por los creyentes en Cristo, así como el pueblo hebreo para el tiempo de Moisés y bajo la Dispensación de la Ley, era la casa de Dios sobre la cual Dios colocó al profeta Moisés como Su mensajero a través del cual Dios creó esa casa, ese pueblo, como un pueblo, como una nación, y la estableció dándole Sus leyes allí en el Monte Sinaí, para luego ser establecidas esas leyes en la tierra prometida.
Por lo tanto, veamos lo que nos dice acerca de Moisés y de Jesucristo, el apóstol Pablo en el capítulo 3, verso 1 al 6, en nuestro estudio bíblico de esta ocasión:
«Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial…»
¿Ven? Los creyentes en Cristo tienen un llamamiento celestial.
«participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús.»
Vean, el Apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra profesión ¿quién es? Jesucristo, Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec, el cual está en el Cielo en el Templo celestial haciendo intercesión con Su propia Sangre por cada persona escrita en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero que escucha la predicación del Evangelio de Cristo y lo recibe como único y suficiente Salvador.
No hay otro sumo sacerdote en el Cielo que interceda por usted y por mí, solamente hay uno, y Su Nombre es: Señor Jesucristo, a ese Orden sacerdotal pertenecen todos los creyentes en Cristo, pues el libro del Apocalipsis dice que Dios nos ha hecho reyes y sacerdotes, y reinaremos con Él, eso lo habla en Apocalipsis, capítulo 1; y también en el capítulo 5 de Apocalipsis, y en el capítulo 20 del libro del Apocalipsis, versos 4 al 6, y en Primera de Pedro, capítulo 2, versos 4 al 10.
No hay otra persona que pueda interceder ante el Padre celestial, ante Dios, por mí; yo no tengo otra persona que pueda interceder por mí en el Cielo, sino el Señor Jesucristo, por eso es mencionado en la Escritura como nuestro abogado, dice: «Si alguno ha pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo Su Hijo, el Hijo de Dios.»
Él es mi abogado, y no hay otro abogado mejor en el Cielo para interceder ante el Juez supremo, ante Dios el Juez, en la Corte celestial. ¿Y de quién más Jesucristo es su abogado? Pues de cada uno de ustedes también. Él intercede por nosotros, Él conoce las leyes celestiales, ¿qué otra persona conoce las leyes celestiales como Jesucristo? Ninguna otra persona. Sigue diciendo:
«El cual es fiel al que le constituyó (Cristo es fiel a Dios, el cual lo constituyó como Sumo Sacerdote), como también lo fue Moisés en toda la casa de Dios.»
Moisés fue fiel con y en medio del pueblo hebreo, fue fiel a Dios en todo aquello para lo cual Dios lo colocó como el profeta mensajero de la Dispensación de la Ley:
«Porque de tanto mayor gloria que Moisés es estimado digno éste, cuanto tiene mayor honra que la casa el que la hizo.
Porque toda casa es hecha por alguno; pero el que hizo todas las cosas es Dios.
Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir;
pero Cristo como hijo sobre su casa…»
Y ahora, Cristo como Hijo sobre Su casa, Su familia, la casa de Dios es la familia de Dios, es la Iglesia del Señor Jesucristo compuesta por los descendientes de Dios nacidos del Cielo y que por consiguiente su ciudadanía está en los cielos, en la Jerusalén celestial:
«…pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros…»
Ahí lo tienen, ¿cuál es esa casa? Pues nosotros, todos los creyentes en Cristo que forman la Iglesia del Señor Jesucristo pertenecen a una casa, una familia, no es una casa de paredes de concreto o madera, sino es una familia en la cual hay personas que son colocadas como columnas.
En una familia hay personas que son las columnas de esa familia, como el padre y la madre, que vienen a ser también la base, el fundamento, de esa familia, de donde nació esa familia. Así también hay en esa familia hijos que vienen a ser columnas, personas importantes en esa familia, para mantener esa familia unida, para mantener esa casa firme.
Y ahora, podemos ver que la casa sobre la cual Dios ha puesto a Cristo, no como siervo sino como Hijo, es la Iglesia del Señor Jesucristo. Lo podemos ver también más adelante, vamos a ver aquí lo que nos dice:
«Si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza.»
Ahora veamos a Primera de Timoteo, capítulo 3, verso 15, nos dice… le dice Pablo a Timoteo, vamos a ver desde el 14, dice:
«Esto te escribo, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte,
para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad.»
Y ahora, la casa de Dios bajo el nuevo Pacto es la Iglesia del Dios viviente, la cual es columna y baluarte de la verdad. Y ahora, ya vamos viendo a qué casa, a qué familia, pertenece cada creyente en Cristo; es una casa, una familia celestial, lo cual también podemos ver en Efesios, capítulo 2, verso 14 en adelante nos dice… o verso 13 en adelante dice… si seguimos así tenemos que comenzar en el 11. Es que todo ese pasaje es muy importante, dice desde el 11 en adelante del capítulo 2 de Efesios:
«Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne.
En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.»
Así es que está siempre toda persona que no tiene a Cristo como Salvador, está sin esperanza y sin Dios en el mundo, por eso no puede creer que va a vivir eternamente, porque está sin esperanza y sin Dios en el mundo, porque la única esperanza para vivir eternamente es en Cristo:
«Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.»
Por la Sangre de Cristo es que hemos sido hechos cercanos, porque la Sangre de Cristo es la que nos limpia de todo pecado, es la Sangre de la Expiación de ese Sacrificio de Expiación que llevó a cabo Cristo en la Cruz del Calvario, y es la Sangre del nuevo Pacto de la cual Cristo en el capítulo 26, versos 26 al 29 de San Mateo, en la última cena que tuvo con Sus discípulos, al tomar la copa y dar a Sus discípulos luego de dar gracias al Padre, dice: «Tomad de ella todos, porque esta es mi Sangre del nuevo Pacto que por muchos es derramada para remisión de los pecados.»
No hay remisión de los pecados, excepto por la Sangre de Jesucristo, y no hay otro Sacrificio de Expiación por el pecado del ser humano, excepto el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario. Todo eso fue tipificado en los sacrificios que se efectuaban en medio del pueblo hebreo año tras año. Y ahora, sigue diciendo:
«Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación.»
Y ahora, todos los creyentes en Cristo son identificados como hijos de Abraham por la fe en Cristo:
«Aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz,
y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.»
La reconciliación del ser humano con Dios es por medio de Jesucristo, Él es nuestro Sumo Sacerdote, el cual intercede por nosotros y el cual con Su propio cuerpo efectuó el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados:
«Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca;
porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.
Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios.»
¿A qué familia pertenece usted? En cuanto a la terrenal, en la familia que usted nació. Pero usted también, dice la Escritura, que la ciudadanía suya y la mía y de todo creyente en Cristo está en el Cielo:
«Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.» (Filipenses, capítulo 3, versos 20 al 21).
Y ahora, en cuanto a nuestra ciudadanía celestial, pertenecemos a la familia celestial, la familia de Dios, como nos dice aquí San Pablo: «Y miembros de la familia de Dios.»
«Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,
en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor.»
Todo el edificio, la Iglesia del Señor Jesucristo, que es un templo espiritual, va creciendo, ¿cómo va creciendo? Como va creciendo un templo de bloques de piedra, a medida que van colocando más bloques, pues va creciendo, a medida que le van colocando la parte más alta, va creciendo.
Así también es la Iglesia del Señor Jesucristo, comienza abajo en tiempos pasados, miles de años atrás, pero ha ido creciendo a medida que a través de la predicación del Evangelio de Cristo se ha dado la oportunidad de que todos conozcan la primera venida de Cristo y las profecías que en el Antiguo Testamento estaban señalando que vendría el Mesías y la obra que haría de redención, y dando a conocer el cumplimiento de esa Obra de Redención con la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario, y la oportunidad que toda persona tiene para obtener la reconciliación con Dios, ser limpio de todo pecado, recibir el Espíritu de Cristo, el Espíritu Santo, y obtener el nuevo nacimiento, nacer de nuevo, nacer en el Reino de Dios, nacer en la familia de Dios como un hijo o una hija de Dios.
Para nacer de nuevo, dice Cristo a Nicodemo: «De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios,» nacer del Agua es nacer del Evangelio de Cristo, al escucharlo, nacer la fe de Cristo en su alma, creer y dar testimonio público de su fe en Cristo recibiéndole como único y suficiente Salvador y siendo bautizado en agua en Su Nombre, y luego Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego.
Nacer del Espíritu es nacer del Espíritu Santo, recibir el Espíritu Santo, y ahí obtiene la persona el nuevo nacimiento, nace como un hijo o una hija de Dios en el Reino de Dios, sin nacer de nuevo la persona no puede decir que nació del Cielo, solamente puede decir: «Nació de la tierra y en la Tierra, en el reino terrenal por medio de sus padres terrenales.»
Y ahora, toda persona creyente en Cristo nacida de nuevo pertenece a la familia de Dios, a la casa de Dios, la casa de Jesucristo, la familia de Jesucristo. Recuerden las palabras de Cristo en diferentes pasajes bíblicos, les voy a mencionar alguno para que usted tenga claro… por ejemplo en San Mateo, capítulo 18, verso 14 en adelante, dice:
«Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.»
Refiriéndose a todos los hijos e hijas de Dios. Y en San Mateo, capítulo 25 lo habla más claro, cuando está Él hablando el juicio de las naciones, dice acerca de los que sirvieron a los creyentes en Cristo, dice capítulo 25, verso 39 en adelante dice:
«¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?
Y respondiendo el Rey (o sea, Cristo), les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.»
Y ahora, Cristo identifica a todos los creyentes en Él que forman la Iglesia del Señor Jesucristo, como Sus hermanos más pequeños, por lo tanto todos los creyentes en Cristo tienen un hermano mayor, y Su Nombre es Señor Jesucristo, el cual se dio en Sacrificio vivo por nosotros en la Cruz del Calvario.
Hay otros lugares donde usted encontrará a Cristo identificándose o Cristo siendo identificado como hermano de todos los que lo recibirían como Salvador, por ejemplo, y está en el Antiguo Testamento y también San Pablo habló de esto en Hebreos, capítulo 2… dice capítulo 2, verso 9 en adelante dice de Hebreos:
«Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos.»
Gustó la muerte, probó la muerte, se entregó a la muerte por mí, ¿y por quién más? Por cada uno de ustedes también. Él tomó nuestros pecados, quitó de nosotros nuestros pecados, por eso se hizo mortal:
«Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos.»
Y ahora vean, va a llevar muchos hijos a la gloria, muchos hijos e hijas de Dios:
«Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos.»
Algunas veces hay cristianos o personas que creen en Cristo y se avergüenzan de llamarle a otro cristiano: «Mi hermano,» y sin embargo Cristo no se avergüenza de llamarnos hermanos, porque es verdad: somos los hermanos menores de nuestro amado Señor Jesucristo; Él es nuestro hermano mayor, por eso es el primogénito, el mayor, el primero:
«Diciendo:
Anunciaré a mis hermanos tu nombre,
En medio de la congregación te alabaré.»
San Pablo está citando del Antiguo Testamento, está citando ahí lo que dice el Salmo 22, verso 22. Sigue diciendo:
«Y otra vez:
Yo confiaré en él.
Y de nuevo:
He aquí, yo y los hijos que Dios me dio.»
Está citando Isaías, capítulo 8, verso 17. Y ahora, primero dice: «Mis hermanos,» y después dice: «Los hijos que Dios me dio,» Sus hermanos porque son hijos e hijas de Dios, y Él es nuestro hermano mayor, y los hijos que Dios le da, hijos de Dios que Dios le da, los cuales por medio del nuevo nacimiento a través de la unión de Cristo, el Espíritu Santo, con Su Iglesia, se reproduce en muchos hijos e hijas de Dios.
Él es el segundo Adán y la Iglesia es la segunda Eva a través de los cuales Dios está trayendo hijos e hijas de Dios a Su Reino, así es como surge la familia de Dios en la materialización de esos pensamientos divinos en donde usted y yo estábamos desde antes de la fundación del mundo, y por consiguiente aun la muerte de Cristo también fue llevada a cabo desde antes de la fundación del mundo.
Usted pensará y dirá: «eso es imposible,» sí, en la mente de Dios; como también Abraham sacrificó a su hijo Isaac, y no lo sacrificó, no lo sacrificó físicamente, pero lo iba a hacer, pero ya en su mente lo hizo; así también es con Dios, ya en la mente de Dios fue un hecho, y lo que vale es lo que está en la mente de Dios.
Por lo tanto, en el programa o proyecto divino de redención para todos los hijos e hijas de Dios, esos pensamientos divinos que estaban en Dios desde antes de la fundación del mundo, y en donde yo estuve y en donde soy y seré lo que fui en el pensamiento divino desde antes de la fundación del mundo, no voy a ser otra cosa, sino lo que fui en el pensamiento divino, porque Dios siempre hará como Él pensó, y nadie se lo puede impedir.
Así que, si en el pensamiento divino usted fue salvo, va a ser salvo o salva en la materialización del programa de la redención, no hay otra forma. Y para que lo tengan más claro vamos a leer esto, continuar leyendo aquí, y después les voy a dar otro lugar en donde usted verá que usted no tiene que preocuparse o sufrir de que si se va a perder o no se va a perder.
Si usted estaba en el pensamiento divino como un pensamiento, como un hijo o una hija de Dios, usted va a vivir eternamente, pero es un programa al cual usted tiene que entrar, y mientras más rápido la persona entre, mucho mejor para la persona. Sigue diciendo:
«Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo.»
Vean para lo cual vino Cristo en carne humana, Cristo es el Ángel del Pacto, recuerden eso, y el Ángel del Pacto es el Espíritu Santo, porque un espíritu es un cuerpo teofánico, un cuerpo angelical de otra dimensión, Él vino para destruir por medio de Su muerte, vino ya para morir, ya eso estaba en el Programa divino, por eso fue Él desde antes de la fundación del mundo sacrificado, Él desde antes de la fundación del mundo ya había sido sacrificado, y después tenía que materializarse.
Es como cuando usted tiene un plan, ya usted lo planifica todo, lo tiene todo listo, los que trabajan en construcción entienden eso también, y los que trabajan en diferentes cosas, y los gobiernos también, primero es un pensamiento en la mente, todo lo que se va llevar a cabo primero es un pensamiento, usted piensa primero, aunque hay personas que dicen: «Yo no pensé lo que iba hacer,» así que está mal, no está funcionando bien, está actuando y después pensando, está invirtiendo el orden, y por eso está cometiendo errores.
Ahora vean, vamos a ver si Cristo fue inmolado desde antes de la fundación del mundo, que lo diga la Biblia, si la Biblia lo dice, entonces es verdad; capítulo 13 del Apocalipsis dice, y esto habla del anticristo también, hablando del anticristo dice, capítulo 13, verso 7 en adelante, dice:
«Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación.
Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo.»
Y ahora, Cristo no fue inmolado allí en la Cruz del Calvario, allí se materializó lo que ya en la mente divina fue un pensamiento, fue un pensamiento desde antes de la fundación del mundo. Y ahora, tenía que materializarse para efectuarse la redención de todos los hijos e hijas de Dios.
Ahora, podemos ver por qué nos dice que fue inmolado desde la fundación del mundo o desde antes de la fundación del mundo. Cualquier persona puede decir: «Eso no puede ser posible, porque sabemos que eso sucedió hace dos mil años atrás,» físicamente sucedió dos mil años atrás, pero en la mente de Dios, antes de la fundación del mundo sucedió en la mente de Dios como un pensamiento divino, y fue por mí y por cada uno de los que le recibirían como único y suficiente Salvador.
«…y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.
Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham.
Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos (¿ven? ¿Debía ser semejante a quién? A Sus hermanos, a los que lo recibirían como único y suficiente Salvador), para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere…»
Y vean, Cristo cuando estuvo en la Tierra no era Sumo Sacerdote, ni siquiera Sacerdote, porque vino a través de la tribu de Judá como descendiente del rey David, y el sacerdocio corresponde a la tribu de Leví y sobre todo a los descendientes de Aarón por Coat, descendientes de Aarón; de esa línea de Aarón es que está establecida la descendencia de todos los que serían sacerdotes y sumos sacerdotes. Cambiar ese orden bajo la Dispensación de la Ley, era prohibido.
Y ahora, Cristo sobre la Tierra, dice Hebreos 7, del 5 en adelante de Hebreos, que si estuviera en la Tierra todavía, no sería sacerdote, y muchos menos sumo sacerdote de ese orden terrenal de Aarón, ese orden terrenal de Aarón es tipo y figura del Orden sacerdotal celestial de Melquisedec. El Orden de Melquisedec es el celestial, el orden de Aarón era el terrenal. Dice el apóstol Pablo en el capítulo 7 de Hebreos, que hubo un cambio en el orden. Capítulo 7, verso 12 dice, de Hebreos:
«Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley.»
Y ahora, el sacerdocio que está funcionando no es el sacerdocio de Aarón, ni siquiera hay un templo, ni siquiera está el templo de Jerusalén, por lo tanto, el orden sacerdotal de Aarón no está funcionando desde la destrucción del templo de Jerusalén en el año 70 de la era cristiana o era común.
La Escritura dice que sería destruido el templo y sería quitado el sacrificio, y así fue, Daniel, capítulo 9, por ahí el verso 27. Pero hay un Sacrificio por el pecado, hay un Sacrificio de Expiación para la reconciliación del ser humano con Dios, y es el Sacrificio de Cristo efectuado en la Cruz del Calvario, y en el Templo celestial está la Sangre de ese Sacrificio, Él se presentó con Su propia Sangre como Sumo Sacerdote y entró al Lugar Santísimo del Templo celestial como lo hacía el sumo sacerdote en el templo terrenal, para interceder como lo hacía el sumo sacerdote en la Tierra.
El diez del mes séptimo Cristo entró al Cielo al Lugar Santísimo con Su propia Sangre y se presentó como Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec, porque Cristo es el Sumo Sacerdote Melquisedec del Templo celestial, y todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo que forman la Iglesia, son sacerdotes de ese Orden celestial de Melquisedec, por eso la Escritura dice que nos ha hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes.
Y ahora, continuamos aquí en el capítulo 2 de Hebreos, verso 16 en adelante, dice:
«Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham.
Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo.»
Cristo es el que expía los pecados del pueblo, y permanece con Su propia Sangre limpiando de todo pecado a aquel que se acerca a Él y confiesa a Él sus pecados:
«Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.»
Y ahora, para que la angustia existencial del ser humano sea quitada, pues necesita tener un conocimiento por el cual pueda tener seguridad, porque la angustia existencial es por causa de que el ser humano cuando nace en la Tierra no sabe de dónde ha venido, no sabe por qué está en la Tierra, y no sabe hacia dónde va después que muera, y algunas personas dicen: «Todos vamos para el mismo sitio.»
Piensan que cuando muere el cuerpo físico, ahí se acabó todo. Algunos no comprenden que solamente, cuando muere el cuerpo físico, lo que murió fue la parte física, la casa terrenal, el templo terrenal donde la persona vive, pero sigue viviendo la persona en el cuerpo espiritual que es el espíritu de la persona, y luego resucitará si es un creyente en Cristo en la venida del Señor a Su Iglesia cuando Él complete Su Iglesia, tome el Título de Propiedad que es el Libro de los siete Sellos de Apocalipsis, capítulo 5.
Y recuerden que Puerto Rico tiene en su escudo al Cordero sobre el Libro de los siete Sellos, que concuerda con Apocalipsis, capítulo 5, versos 1 en adelante, hay algún propósito, porque la Escritura dice en los Salmos que los escudos son de Dios. Por lo tanto, los escudos de cada país tienen que ver con el Programa divino que Dios tiene con ese país, y va a influir en la vida nacional.
Así que, Dios tiene un programa, un plan grande, una bendición grande para Puerto Rico; pero eso lo vamos a dejar quietecito ahí. Hubo una ocasión en que pensaban cambiar el escudo de Puerto Rico, cambiar el Cordero porque es muy manso, unos opinaban una cosa, otros opinaban otra.
Miren, si hay un cambio en el escudo, de que se cambie el Cordero, hay que cambiarlo por un León, porque en Apocalipsis, capítulo 5, cuando aparece Cristo, del cual el anciano dice que es el León de la tribu de Judá que ha vencido, cuando Juan mira, ve un Cordero, o sea, que de Cordero un cambio de Cordero no puede ser a otra cosa que no sea León, y ya estando Él sentado sobre el Libro como Cordero, ya entonces el Libro tiene que pasar a la mano del León y abrirlo, para abrirlo, para ser abierto.
Así que, recuerden que hay muchas cosas en los países que han sido dirigidas por Dios. El escudo de Puerto Rico es el escudo más antiguo que está funcionando en el continente americano. Eso fue por el año 1511 por ahí, que fue otorgado ese escudo por los reyes de España, o sea, que no fue inventado ni por los políticos de este tiempo, vino de España.
Y ahora, recuerden tener eso en mente, porque una bendición grande Dios tiene en Su programa para Puerto Rico. Ahora veamos Romanos, capítulo 8, el verso 9 nos dice:
«Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.»
El que no tiene el Espíritu de Cristo, el Espíritu Santo, porque no lo ha recibido como Salvador, no ha sido bautizado en agua en Su Nombre y no ha recibido el Espíritu de Cristo, dice: «No es de Él, no es de Dios, no es de Cristo, no pertenece a esos que han nacido del Cielo,» puede ser más adelante que reciba a Cristo y entonces obtenga el nacimiento, pero mientras tanto, si es un elegido de Dios, todavía en ese sentido espiritual, por cuanto no ha nacido de nuevo todavía, no ha nacido en el Reino de Dios, todavía es un pensamiento divino, aunque esté manifestado en carne en la Tierra, un pensamiento divino que está por el proceso hasta llegar a nacer del Cielo, porque para ir al Cielo, a la Cena de las Bodas del Cordero, pues hay que nacer del Cielo, tiene que tener su pasaporte del Cielo, tiene que tener el vestido de boda: el Espíritu Santo, el cuerpo angelical, y después tener el cuerpo físico glorificado para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo.
Podemos ver que los comentarios que hacen algunas personas de que todos los seres humanos son hijos de Dios, en que cuanto a que son descendientes de Adán, y Adán es un hijo de Dios, eso está correcto; pero en cuanto a que sean hijos e hijas de Dios nacidos del Cielo por el nuevo nacimiento, hasta que nace de nuevo, no ha nacido en el Reino de Dios y no es reconocido como un hijo o una hija de Dios, y por consiguiente no es reconocido como un miembro de la familia de Dios, como un descendiente de Dios perteneciente a la Iglesia del Señor Jesucristo que es la casa del Dios viviente.
Y ahora, continuamos, verso 14 en adelante de este mismo capítulo 8 de Romanos, dice:
«Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.»
¿Quiénes son reconocidos por Dios como hijos de Dios? Los que son guiados por el Espíritu de Dios, para lo cual, pues tienen que tener el Espíritu de Dios:
«Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba (que significa ¿qué? Padre, Abba significa: Padre), por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.
Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.»
Y ahora, somos herederos de Dios y coherederos con Cristo, o sea, que no heredamos nada a menos que sea como coherederos con Cristo. A todo lo que Cristo es heredero, nosotros somos con Él coherederos:
«Para que juntamente con él seamos (¿qué?) glorificados.»
Así como Cristo fue glorificado, vamos a ser nosotros también glorificados, vamos a tener un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado como el de Jesucristo, y joven para toda la eternidad, y si alguien lo necesita pronto, yo soy el primero. Por lo tanto, estemos bien unidos siempre, estemos siguiendo la Palabra, el Evangelio de Cristo, siguiendo la Palabra divina y esperando y trabajando en Su Obra y esperando nuestra transformación, porque Él lo ha prometido para llevarlo a cabo en el Día postrero a la final trompeta, que es el final mensaje de Dios, el cual es el mensaje del Evangelio del Reino, que también es la trompeta final o trompeta de Dios o gran Voz de trompeta.
Y cuando la Iglesia del Señor Jesucristo esté escuchando la predicación del Evangelio de Cristo y juntamente también la predicación del Evangelio del Reino, el Evangelio de la Gracia y el Evangelio del Reino siendo predicados a la vez, van a obtener la fe, la revelación, para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Así como gira alrededor de la primera venida de Cristo la fe para recibir salvación y Vida eterna, gira alrededor de la segunda venida de Cristo la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, porque Él viene en Su venida en el Día postrero, ¿para qué? Para transformar a los creyentes, y a los muertos creyentes en Él resucitarlos en cuerpos eternos y llevarlos con Él a la Cena de las Bodas del Cordero. Ahora continuamos aquí:
«Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.»
O sea, los sufrimientos aquí en la Tierra no se pueden comparar con la gloria venidera que se ha de manifestar en nosotros, con la glorificación; los sufrimientos son mientras tengamos el cuerpo físico, mortal y temporal, pero cuando tengamos el eterno, se acabaron los problemas:
«Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.»
Aguardar la manifestación de los hijos de Dios, en donde los hijos e hijas de Dios que murieron en edades pasadas serán resucitados en cuerpos eternos y glorificados, y los que vivimos seremos transformados, tendremos un cuerpo de gloria, un cuerpo glorificado, y de ahí en adelante todo va a ser gloria para todos los creyentes en Cristo, coherederos con Cristo, a todo lo que Cristo es heredero, también todos los creyentes en Cristo que son los hijos e hijas de Dios, los hermanos menores de Cristo, la familia de Cristo, la casa de Jesucristo.
Esa manifestación gloriosa de los hijos de Dios que está esperando toda la creación, será la adopción, la glorificación, esa manifestación en donde seremos transformados:
«Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza;
porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.»
Por lo tanto, manténgase firme siguiendo a Cristo. Cualquier cosa, cualquier cosa que trate de apartarlo del camino de Cristo, échelo a un lado, no le preste atención, no deje que ninguna persona le saque a Cristo de su corazón. Siempre toda persona que trate de sacarle a Cristo de su corazón, viene a ser un instrumento del enemigo.
Recuerde que en la parábola del sembrador dice que el que fue sembrado junto al camino luego vinieron las aves y sacaron, se comieron esa semilla, y la explicación es que vino el enemigo y sacó del corazón esa Palabra, esa simiente.
Por lo tanto, Cristo entró a mi corazón para quedarse eternamente, ¿y en el de quién más? Pues de cada uno de ustedes también. Por lo tanto no deje que ninguna persona le saque a Cristo de su corazón, no importa quién sea la persona, manténgase con Cristo en su corazón.
Recuerden que el que pone su mano en el arado y mira hacia atrás, no es apto para el Reino, y el que tiene por inmunda la Sangre de Cristo, ya no hay otro sacrificio para la persona, esa persona ya está listo para el fuego, para la destrucción, eso lo consiguen por allí por Hebreos, capítulo 10, es uno de los lugares… capítulo 10, verso 29 de Hebreos, dice:
«¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?»
O sea, el que tiene por inmunda la Sangre de Cristo, no cree en la Sangre de Cristo como la Sangre que nos limpia de todo pecado, cree que la Sangre de Cristo es como la sangre de cualquier persona, y no la Sangre divina para la Expiación por nuestros pecados, pues ya la persona tiene un problema con Dios, porque esa es la Sangre del Pacto en la cual fuimos santificados, se quedó sin Sangre del Pacto, está fuera del Pacto la persona que no cree en Cristo y no cree en la Sangre de Cristo. Si fue un creyente y se salió de Cristo, dejó a Cristo, ya esa persona se salió del Pacto, no tiene con qué ser limpiado su pecado y por lo tanto Dios le pedirá cuenta a la persona, dice:
«Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo.»
Y ahora continuando aquí en Romanos… recuerden que el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos e hijas de Dios, esa manifestación de los hijos e hijas de Dios en cuerpos eternos, cuerpos glorificados, cuerpos inmortales.
Esas personas son el ejército de Cristo con el cual Él viene en Apocalipsis, capítulo 19, Cristo en un caballo blanco con un ejército en caballos blancos también, esa es la Iglesia del Señor Jesucristo con Cristo al frente, para tomar el Reino en la Tierra al final de la gran tribulación, y establecer el Reino del Mesías que vendrá a ser la restauración del Reino de David:
«Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora.»
La creación gimiendo y con dolores de parto son los volcanes, son los maremotos, los terremotos, las guerras, todos esos problemas, las naciones están gimiendo también, todos esos problemas de las naciones son dolores de parto, y esos dolores de parto van a producir un nacimiento, son los dolores de parto que están anunciando que viene un planeta restaurado para el Reino del Mesías.
Pero bajo esos dolores de parto tiene terremotos, maremotos, volcanes y las naciones están con dolores de parto también, con guerras, problemas económicos, problemas sociales, problemas políticos, todo tipo de problemas; pero todo eso va a estar preparando el ambiente para entrar el lapso de tiempo llamado la gran tribulación, y después de eso venir, digamos, un nuevo mundo para comenzar como fue en Génesis, capítulo 1 y 2 en el tiempo de Adán y Eva antes de pecar.
Será el Reino del Mesías volviendo al Edén, a como era antes del ser humano pecar. Ahí va a estar el segundo Adán con la segunda Eva, Su Iglesia, y con los hijos e hijas que son los creyentes en Cristo con cuerpos eternos y glorificados.
Y ahora, no solo la naturaleza, no solo la creación gime a una y está con dolores de parto hasta ahora esperando y clamando por la libertad gloriosa de los hijos de Dios, o sea, la misma naturaleza está clamando por nuestra liberación, por nuestra transformación, sino:
«Y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu (o sea, que tenemos el Espíritu de Cristo), nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.»
Nosotros dentro de nosotros mismos esperamos ese momento de la transformación, la adopción, la redención del cuerpo, esa transformación que producirá un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, ¿y cómo vendrá eso? Si fuera para la primera edad, sería con los que estarían recibiendo el mensaje de la primera edad, alrededor de ese mensaje se materializaría la transformación para todos esos creyentes en cuanto a los gentiles.
Para la segunda edad, pues sería de la misma forma, para la tercera de la misma forma, para la cuarta de la misma forma, para la quinta de la misma forma, para la sexta de la misma forma, para la séptima de la misma forma también, y para la edad de la adopción, que es la Edad de Piedra Angular, la edad de oro de la Iglesia, pues van a estar ahí en esa etapa o edad los creyentes en Cristo de la Iglesia del Señor Jesucristo recibiendo la Palabra revelada para ese tiempo.
Y alrededor de esa Palabra revelada, esa Palabra revelada que estará siendo abierta, la cual está prometida en el Antiguo Testamento y en los Evangelios y en las Cartas apostólicas, y en los mensajes de los mensajeros de la Iglesia, esa Palabra profética, la Palabra prometida para la etapa de Edad de Piedra Angular será vindicada, será hecha realidad, y esas personas que estarán esperando la materialización de esa Palabra, la verán, alrededor de esa Palabra también se va a materializar la transformación de esas personas.
Porque alrededor de esa Palabra profética prometida de las cosas que sucederán, que habrá en la Iglesia del Señor Jesucristo, se estará materializando todo el programa de Cristo con Su Iglesia para el Día postrero.
No va a estar aconteciendo otra cosa, sino lo que ya está profetizado, lo que está prometido para la Iglesia del Señor Jesucristo, alrededor de esa Palabra siendo vindicada, siendo vivificada, siendo hecha una realidad será que veremos la obra de Dios, que veremos a Dios obrando, porque Él así es como se revela: a través de lo que Él ha prometido, cumpliendo lo que Él ha prometido es que Él está revelándose a Su pueblo de edad en edad, de dispensación en dispensación.
Y la Iglesia del Señor Jesucristo estará viendo la materialización, esa Palabra profética siendo vivificada, siendo traída a vida, siendo traída a cumplimiento, y así va a ser traída a cumplimiento también lo que Él ha hablado acerca de los que van a ser transformados, acerca de Sus hijos, acerca de los creyentes en Cristo nacidos de nuevo.
Todo eso está prometido para nuestro tiempo, vean, la transformación está prometida para nuestro tiempo, para el Día postrero, la gran Voz de trompeta o trompeta final está prometida para el Día postrero también, por lo tanto, Dios cumpliendo esa promesa, es Dios trayendo a vida eso que Él prometió, vivificando lo que Él prometió, vindicando lo que Él prometió, y vindicando lo que Él ha prometido para mí, para usted, al estar creyéndolo y teniéndolo acá, vendrá también la transformación para todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo, no importa dónde se encuentre, y también la resurrección para los que tuvieron la Palabra de Cristo de su tiempo.
Por eso es tan importante conocer estas cosas, para que vuestra fe esté fundada en la Palabra de Dios, en lo que Dios ha prometido para Su Iglesia, Su casa, Su familia. Todo lo que Dios es, todo lo que Dios es, lo colocó en Cristo, todo lo que Dios es lo colocó en Cristo Jesús, y todo lo que Cristo es, lo colocó en Su Iglesia.
Dios no ha obrado nunca a menos que sea a través de Jesucristo en Su cuerpo angelical, luego en Su cuerpo de carne, y Cristo no ha obrado nunca, desde que murió, resucitó y subió al cielo, a menos que sea a través de Su Iglesia, por eso Él dijo: «Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo,» San Mateo, capítulo 28, verso 20.
Por lo tanto, la Obra de Cristo, Cristo obrando tiene que ser visto en medio de Su Iglesia de edad en edad, cumpliendo lo que Él ha prometido para Su Iglesia y lo que ha prometido hacer a través de Su Iglesia.
No hay otra forma para Cristo obrar en este planeta Tierra, lo hemos visto obrando de edad en edad, y así tenemos que verlo en nuestro tiempo obrando en la edad que corresponde a la Iglesia del Señor Jesucristo en este tiempo final.
Siempre Cristo ha estado obrando en la etapa presente, en la edad presente, para cada tiempo, y por eso la Iglesia del Señor Jesucristo tiene que saber cuál es la edad presente, la etapa presente de la Iglesia del Señor Jesucristo para estar pendiente en la manifestación que Cristo ha prometido para el Día postrero, para verlo a Él obrar, cumplir lo que Él ha prometido.
Esa es Su Iglesia en donde veremos a Cristo cumpliendo lo que Él ha prometido, todo eso en la casa ¿de quién? De Jesucristo, de Jesús, que es la familia de Dios, la familia de Cristo, la casa de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo, en donde siguen naciendo hijos e hijas de Dios por medio del segundo Adán y la segunda Eva, por medio de Cristo y Su Iglesia.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted, para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y sea bautizado en agua en Su Nombre y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en usted el nuevo nacimiento, para lo cual puede pasar al frente y estaremos orando por usted.
Los que están en otras naciones también pueden venir a los Pies de Cristo para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y sea bautizado en agua en Su Nombre y Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en usted el nuevo nacimiento.
Pueden pasar al frente si alguno todavía no ha recibido a Cristo, de los que están presentes y también de los que están en otras naciones, y los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo.
Luego de terminados también los bautismos sería bueno que coloquen el documental o video de «Paz en Tierra Santa,» para que lo vean, si no lo han visto algunas personas en otros países, puedan verlo en esta tarde.
Vamos a esperar un momentito para si ya en otros países están listos ya, si ya han venido todos los que están recibiendo a Cristo como Salvador para hacer la oración por todos los que están viniendo a los Pies de Cristo en diferentes naciones.
Es importante recibir a Cristo como Salvador antes que se cierre la puerta de la misericordia. Algunas personas pueden pensar que nunca se va a cerrar, pero Cristo dijo que se va a cerrar, en la parábola de las diez vírgenes dice que cuando las diez vírgenes se levantaron para recibir el esposo, cinco tenían aceite y cinco no tenían aceite.
El aceite representa el Espíritu Santo, y ellas no tenían aceite en sus lámparas, en sus vidas, en sus almas, fueron a buscar aceite porque las prudentes no le pudieron dar, no se iban a quedar sin aceite, y mientras que ellas iban, vino el esposo (eso es la venida del Señor) y las que estaban preparadas (las que tenían aceite) entraron con Él a las Bodas y se cerró la puerta.
Luego vinieron las insensatas para tocar a la puerta (no dice si consiguieron o no), tocando a la puerta diciendo: «Señor, Señor, ábrenos,» y Él les dijo: «De cierto os digo que no os conozco.» No eran conocidas como la familia de Dios, no eran conocidas como descendientes de Dios, no eran conocidas como los hijos e hijas de Dios, porque ya las prudentes eran las reconocidas como los hijos e hijas de Dios y entraron con Él a las Bodas y se cerró la puerta.
Y en otro lugar del capítulo 13 de San Lucas, verso 25 al 27 dice: «Cuando el Padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, entonces vendrán tocando la puerta, y él dirá: ‘De cierto os digo que no os conozco.»
Así que Cristo es el que dice que la puerta va a ser cerrada, esa es la puerta de la misericordia, la puerta de la Dispensación de la Gracia, y luego de ahí en adelante no habrá misericordia en el Trono de Dios, porque ya Cristo no estará como Sumo Sacerdote haciendo intercesión, ya no habrá Sangre en el propiciatorio del Templo celestial, y eso se está acercando mucho, está llegando muy cerca ese momento que eso va a suceder.
Vamos a estar puestos en pie para dar gracias a Dios por Sus bendiciones en esta ocasión. Con nuestras manos levantadas a Cristo.
Padre nuestro que estás en los cielos, Santificado sea Tu Nombre, venga Tu Reino y hágase Tu voluntad como en el cielo en la tierra, y el pan nuestro de cada día danoslo hoy, y perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. Líbranos de tentación porque tuyo es el Reino, el poder y la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Gracias Padre por Tus bendiciones en esta mañana. Señor, mira los que han venido a Tus Pies en diferentes países para recibirte como único y suficiente Salvador, Te ruego que los recibas en Tu Reino y los perdones, Señor.
Y ahora, pueden repetir conmigo los que han venido en diferentes naciones a los Pies de Cristo en estos momentos:
Señor Jesucristo, nació la fe Tuya en mi corazón al escuchar la predicación de Tu Evangelio. Creo en Ti, creo en Tu primera venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el cielo dado a los hombres para ser salvos, y reconozco que soy pecador y necesito un Salvador.
Doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego y produzcas en mi el nuevo nacimiento.
Señor, Te lo ruego, Padre celestial, Te pido estas cosas en el Nombre del Señor Jesucristo, para quien sea la gloria y la honra por los siglos de los siglos. Amén.
Con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado porque ustedes le han recibido como único y suficiente Salvador, por lo tanto todos los que han recibido a Cristo en esta mañana, en estos momentos, como Salvador, me dirán: «Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo,» porque Él dijo: «El que creyere y fuera bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.» (San Marcos, capítulo 16, verso 15 al 16).
La pregunta es: «¿Cuándo me pueden bautizar?» por cuanto ustedes han creído de todo corazón, bien pueden ser bautizados y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
En el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección, porque el bautismo en agua es a la semejanza de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo. Por eso la persona, cuando recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo en términos espirituales. Y cuando es sumergido en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado. Y cuando es levantado de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.
Por lo cual pueden ser bautizados, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino glorioso de Jesucristo nuestro Salvador.
Continúen pasando todos una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo, y dejo por aquí al reverendo José Benjamín Pérez para continuar. Yo creo que pueden pasar el video: «Paz en Tierra Santa.»
Queremos la paz para Tierra Santa, pues ahí va a ser el Trono del Mesías y ahí vamos a estar con el Mesías, con Cristo, reinando por el milenio y por toda la eternidad, por lo tanto, es importante que haya paz en Tierra Santa, en Israel, la tierra prometida para el pueblo hebreo, donde también los creyentes en Cristo, la Iglesia del Señor Jesucristo, va a estar allí viviendo con Cristo en ese Reino del Mesías.
Vamos a dar unos minutos, si pueden comunicarse con otros países, ¿cuántos minutos tarda el dvd? Dos minutos, son dos minutos nada más, yo creo que si lo pasan me quedo aquí de pie con ustedes.
Recuerden que la Iglesia del Señor Jesucristo está conectada con la tierra prometida, con Israel, y está llamada a orar y ayudar para que haya paz en Tierra Santa. La Escritura dice que oremos por la paz de Jerusalén, creo que lo podemos pasar para… (colocan el video de «Paz en Tierra Santa»).
Reitero a Colombia, a los colombianos, que me escuchan en estos momentos, que en Bogotá el próximo martes 11 de octubre se llevará a cabo una concentración pacífica en respaldo a la posición asumida por Colombia ante el Consejo de Seguridad de la ONU, de condicionar la creación de un Estado palestino a un acuerdo con Israel.
Invitamos a todos los que apoyamos «Paz en Tierra Santa,» a participar de esta concentración pacífica, la cual será en el costado sur-oriental de la Plaza Bolívar entre las 8:00 y las 10:00 de la mañana, o sea, dos horas de concentración, pero que comenzarán a reunirse desde las 6:00 de la mañana, y ya a las 8:00 de la mañana comienza la actividad de esa concentración con los oradores correspondientes.
Por lo tanto, para que las personas que apoyamos «Paz en Tierra Santa,» en la campaña: «Alcemos Nuestra Voz: Paz en Tierra Santa,» para que estén al frente, que es muy importante, estén desde temprano, lo más temprano posible colocándose en la posición correspondiente, la cual les indicará el ingeniero Iván Sarmiento, quien es el coordinador en Colombia de la campaña: «Alcemos Nuestra Voz: Paz en Tierra Santa.»
Así que para mayor información solicitela al ingeniero Iván Sarmiento. También va a salir por el periódico «El Tiempo,» media página con una carta abierta al presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, como respaldo a su posición de que sin un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos, no se debe crear un nuevo estado.
Así que, los que están en Colombia respalden esa concentración pacífica del martes en la mañana, martes próximo en la mañana, para beneficio de Tierra Santa, de la paz en Tierra Santa y por consiguiente de la paz en todo el Medio Oriente.
Cuando hay algo que uno puede hacer en favor de la paz, y sobre todo de la paz en Tierra Santa, hay que hacerlo, y ahora, es el momento.
Que Dios les continúe bendiciendo a todos, y continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.
Con ustedes dejo al reverendo José Benjamín Pérez para continuar y finalizar, y ya el próximo domingo en vivo, en persona o por internet o por satélite, pero en vivo, porque se transmite en vivo también, o en persona o en vivo estaré con ustedes, ya sea presente o por internet, y yo preferiría en persona estar con ustedes aquí el próximo domingo, ¿pero cómo lo vamos a saber? Pues el domingo en la actividad, ahí vamos a saber si estoy en persona o por satélite, pero en vivo también, aunque sea por satélite.
Tenemos siempre que estar preparados, por lo tanto, hasta el próximo domingo Dios mediante que estaré con ustedes, sea en una forma o en otra forma.
Continúen pasando todos una tarde feliz, les reitero que sigan pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador, conscientes de que todas las señales que Cristo dio para identificar el tiempo final, para identificar el tiempo donde Él va a resucitar a los muertos y transformar a los vivos, todas esas señales las estamos viendo, por lo cual las palabras de Cristo para ese tiempo son… ahí mismo en San Lucas 21: 27 al 29: cuando veamos suceder estas cosas, levantad vuestras cabezas (¿a dónde?) al Cielo, a las cosas de Dios, a Dios, porque vuestra redención (¿qué es la redención? La transformación, la redención del cuerpo) está cerca.»
Y está cerca, no fue ni para la primera, segunda, tercera, cuarta, quinta, sexta o séptima edad, sino para nuestro tiempo. No hay otro tiempo, no lo hubo, porque era para nuestro tiempo, por eso San Pablo dijo también en Efesios, capítulo 4, verso 30: «No contristéis al Espíritu Santo de Dios con el cual fuisteis sellados para el día de la redención,» el día, un día delante de Dios: mil años, y como edad: día domingo que representa eternidad y representa la Edad de Piedra Angular.
Bueno, ahí lo vamos a dejar, representa, es el día ocho, representa la etapa ocho que es eternidad, entran a eternidad. Bueno, Dios les continúe bendiciendo a todos, y por aquí dejo con ustedes al reverendo José Benjamín Pérez para continuar y finalizar.
«LA FAMILIA DE JESUCRISTO.»