La oración de fe

Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes y los que están en diferentes naciones, ministros y congregaciones; que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también.

Feliz navidad para todos los presentes y los que están en otras naciones, y un próspero año nuevo para todos. Para esta ocasión leemos en la Carta de Santiago, capítulo 5, verso 13 en adelante, donde nos dice:

«¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas.

¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor.

Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados.

Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.

Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses.

Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto.

Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver,

sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados.»

«LA ORACIÓN DE FE.» Ese es nuestro tema para esta ocasión.

La oración de fe es muy importante para todas las personas, eso es hablar con Dios. Encontramos a través de la Escritura personas como el rey David, que nos dice que él se presenta a Dios todos los días; él oraba, cantaba a Dios y así por el estilo unas cuantas veces al día, y era un rey, el rey que en la historia de Israel tiene el primer lugar, el rey conforme al corazón de Dios, del cual Dios dijo que su descendencia sería la que heredaría el Reino, porque el Reino de David es nada menos que el Reino de Dios en la Tierra, y el Trono de David es nada menos que el Trono de Dios en la Tierra o Trono terrenal de Dios.

El Trono terrenal de Dios es el Trono de David, y el Reino terrenal de Dios es el Reino de David, y a ese Reino es heredero el Mesías, y a ese Trono es heredero el Mesías, y ese Reino con ese Trono será el que va a gobernar, no solamente Israel y no solamente el Medio Oriente, sino el mundo entero.

Por lo tanto, la promesa dada al rey David se hará una realidad en el cumplimiento de la venida del Mesías al pueblo hebreo para comenzar el Reino Milenial del Mesías, y por consiguiente establecer el Reino de Dios o restaurar el Reino de Dios en la Tierra, que va a ser más glorioso que cuando estuvo en el tiempo del rey David, en el tiempo del rey Salomón o en el tiempo de alguno de los descendientes del rey David, porque será un Reino que estará dirigido, gobernado, por el Príncipe de paz, gobernado por el Mesías Príncipe prometido para el pueblo hebreo, y por consiguiente para toda la humanidad también, porque gobernará toda la humanidad.

Y ahora, este rey, el rey David, del cual la Escritura dice que era un hombre conforme al corazón de Dios, es tipo y figura del Mesías Príncipe también. Las diferentes etapas por las cuales pasó el rey David estaban tipificando las etapas por las cuales pasaría el Mesías en Su primera venida y en Su segunda venida. También el rey Salomón es tipo y figura del Mesías.

Y ahora, podemos ver que el rey Salomón construyó el templo, tipo y figura del Mesías Príncipe construyendo el templo humano: la Iglesia del Señor Jesucristo, la cual está construyendo Cristo, y ya está llegando al final de esa construcción, un Templo espiritual compuesto por creyentes en Cristo. Y cada creyente en Cristo también es un templo espiritual para morada de Dios en Espíritu Santo, y la Iglesia como Templo espiritual para morada de Dios en Espíritu Santo.

Y ahora, es en la Iglesia del Señor Jesucristo donde ha estado Cristo en Espíritu Santo llevando a cabo esa labor por medio de los mensajeros que Él ha enviado, y junto a ellos el grupo de personas que trabajaron con esos mensajeros, así ha obrado el Espíritu Santo en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, y esa es la forma en que el Espíritu Santo ha estado y se ha manifestado en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, y en cada individuo por medio del Espíritu Santo en donde la persona obtiene el nuevo nacimiento y obtiene el cuerpo angelical, cuerpo teofánico espiritual de otra dimensión, llamado el Ángel del Señor, que acampa en derredor de los que le temen y los defiende.

Cuando San Pedro fue libertado de la cárcel allá en Jerusalén, encontramos que luego fue a la casa donde estaban orando por él, tocó a la puerta y una joven llamada Rode salió para abrir la puerta, y de gozo, al saber que era Pedro, no abrió la puerta, y le dice a los que están en la casa: «Es Pedro el que está tocando a la puerta,» le dicen: «Rode, estás loca, es su ángel.»

Es que la Iglesia primitiva tenía conocimiento de que cada creyente en Cristo tiene su ángel, el mismo Cristo lo enseñó cuando dice a Sus discípulos que Él había enviado Sus apóstoles, que Él había enviado para predicar, sanar enfermos, echar fuera demonios, resucitar muertos, limpiar leprosos, y así por el estilo, cuando regresan muy gozosos, muy felices, muy alegres, le dicen a Jesús: «Señor, aun los espíritus se nos sujetan en tu Nombre,» Él les dice: «No os gocéis de eso, sino de que vuestros nombres están escritos en los cielos.» Y también en otro lugar dice que «los ángeles de estos pequeñitos ven el rostro de mi Padre, cada día,» los ángeles de estos pequeñitos son los cuerpos angelicales o cuerpos espirituales.

Por eso cuando el cristiano muere, lo que muere es su cuerpo físico, la persona sigue viviendo en el cuerpo angelical, cuerpo espiritual, en el Paraíso, que es la sexta dimensión, donde se encuentran millones de creyentes en Cristo que vivieron en el pasado, y algunos de nuestro tiempo que han partido también allí se encuentran. Pero regresarán a la Tierra, resucitarán en cuerpos inmortales, cuerpos glorificados, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.

De eso es que nos habla San Pablo en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 49 al 58, y eso será a la Final Trompeta, y la Final Trompeta es el mensaje final de Dios que es el mensaje de la Dispensación del Reino, el Evangelio del Reino, esa es la Final Trompeta, el final mensaje para la final dispensación, la Séptima Dispensación, y eso también es la Lluvia Tardía, así como la Lluvia Temprana es la predicación del Evangelio de la Gracia.

La enseñanza del Evangelio de Cristo es la Lluvia Temprana, la enseñanza temprana, y la Lluvia Tardía, la enseñanza tardía, es la predicación del Evangelio del Reino. El Evangelio de la Gracia gira alrededor de la primera Venida de Cristo, y el Evangelio del Reino gira alrededor de la segunda Venida de Cristo, en ambos mensajes entenderemos el misterio de la venida del Señor que tiene dos partes: Su primera Venida como Cordero para llevar a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario, y Su segunda Venida como León para reclamar todo lo que Él ha redimido con Su Sangre preciosa.

Ahí también está el misterio del Nombre del Señor para Su primera Venida y para Su segunda Venida. El Nombre del Señor en Su Venida tiene que ver con la Obra que va a llevar a cabo en Su venida. Para Su primera Venida Su Nombre es Jesús, que significa: Salvador, Redentor, esa es la Obra que Él llevaría a cabo y por consiguiente Su Nombre está ligado a la Obra que Él llevaría a cabo.

Pero en Apocalipsis, capítulo 19 dice que viene en un caballo blanco, y también nos dice que Su Nombre es el Verbo de Dios. El Verbo, cuando vino dos mil años atrás se hizo carne y habitó en medio de la raza humana, fue conocido por el nombre de Jesús, ese era el nombre del Verbo hecho carne, y Apocalipsis19 dice que el Jinete del Caballo Blanco tiene un Nombre que ninguno conoce sino Él mismo, y si ninguno lo conoce, pues no es el nombre Jesús, porque el nombre Jesús todos los que han leído la Biblia lo conocen como el nombre del Salvador, del Mesías en Su primera Venida.

Pero el Nombre que trae el Jinete del Caballo Blanco de Apocalipsis 19, dice que nadie lo conoce sino Él mismo, y dice que Su Nombre es el Verbo de Dios, por lo tanto, así como el Verbo de Dios cuando se hizo carne dos mil años atrás tuvo un Nombre, el Nombre correspondiente a la Obra que Él llevaría a cabo al venir en carne humana, así también en la segunda Venida de Cristo el Nombre estará ligado a la Obra que Él llevará a cabo.

Y esto de un Nombre nuevo, no es nuevo en la Biblia, quizás pueda ser nuevo para la mente de algunas personas que no han leído detenidamente la Escritura y no saben que Jesús mismo habla de ese tema. Vean, en Apocalipsis, capítulo 3 y capítulo 2. En el capítulo 2, verso 17, habla de un Nombre nuevo, y lo vamos a ver. Capítulo 2, verso 17, de Apocalipsis, dice:

«El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo (y en la piedrecita ¿qué? Escrito un Nombre nuevo), el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.»

Y por consiguiente el que recibe esa piedrecita blanca estará recibiendo, en la piedrecita blanca, el Nombre nuevo que está ahí; así que alguien va a conocer el misterio de ese Nombre nuevo que tiene esa piedrecita blanca, y será y va a comer del maná escondido.

¿Dónde se escondía o dónde había escondido maná en el templo… o en el tabernáculo y luego en el templo? En el Lugar Santísimo dentro del Arca del Pacto. O sea, que para poder ver ese maná escondido, ese maná, tenía la persona que entrar al Lugar Santísimo, y solamente el sumo sacerdote podía entrar al Lugar Santísimo una vez al año.

Así que, para poder entrar y ver ese maná dentro del Arca del Pacto, miren hasta dónde tenía que llegar la persona, y solamente el sumo sacerdote podía entrar al Lugar Santísimo, y una vez al año, el día de la expiación, el día diez del mes séptimo de cada año.

Dos hijos de Aarón entraron con fuego extraño y murieron, y fue prohibido entrar al Lugar Santísimo, excepto al sumo sacerdote, y eso una vez al año con sangre de expiación, y el sumo sacerdote era el que tenía una lámina de oro con el Nombre de Dios escrito, colocado ahí en la frente, así que vean cómo va todo eso en un hilo divino, de revelación divina, siendo colocado, siendo reflejado para lo que va a suceder más adelante.

Por cuanto es en el Lugar Santísimo donde está el maná escondido, y ese es el lugar más importante, es tipo y figura también del Templo que está en el Cielo, y de ese Lugar Santísimo del Cielo donde está el Trono de Dios, y donde subiría, llegaría el Mesías Príncipe con Su Sangre, se presentaría allá en el Cielo, entraría y ocuparía la labor de Sumo Sacerdote, de Intercesor; porque Él es el Sumo Sacerdote del Templo celestial, Él es el Melquisedec del Templo celestial, el cual se hizo carne y habitó en medio de la raza humana y fue conocido por el nombre de Jesús. Por eso fue hecho Señor y Cristo, por eso es llamado Señor Jesucristo, y por eso toda persona está ordenada a hacer, todo lo que haga en asuntos espirituales, en asuntos de oración, en asuntos de cánticos hacia Dios y todas las demás cosas, dice San Pablo en Colosenses, capítulo 3, verso 17: «Y todo lo que hagáis, ya sea de palabras o de hechos, hacedlo todo en el Nombre de Jesús (o en el Nombre de Jesucristo).»

Es tan importante la oración, las alabanzas hacia Dios y todas estas cosas que hacemos, que para que lleguen a la presencia de Dios, y sean aceptadas, se requiere que sean hechas en el Nombre del Señor Jesucristo. Vean, capítulo 3, verso 16 al 17 de Colosenses, dice:

«La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.

Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.»

Todo lo que se hace, hay que hacerlo en el Nombre del Señor Jesucristo. Un cántico, una oración hacia Dios el Padre, tiene que ser en el Nombre del Señor Jesucristo. El mismo Cristo cuando dice: «Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.» Nadie puede llegar a Dios a menos que sea a través de Jesucristo, y por eso en el Nombre del Señor Jesucristo la persona adora a Dios, canta a Dios, ora a Dios, y por consiguiente está haciéndolo en la forma que Cristo dice.

Es por medio de Cristo que llegamos a Dios, que cantamos a Dios, que oramos a Dios, y Dios recibe nuestros cánticos, nuestra adoración, nuestras oraciones.

Y ahora, nos preguntamos algunas veces: ¿Cuántas veces al día es bueno orar? ¿Cuánto se debe orar? Escoja usted aquí: el salmista decía que se presentaba a Dios muchas veces durante el día, y el gobernador y profeta Daniel, veamos, en una ocasión, como todos los políticos tienen enemigos, Daniel también tenía enemigos, aunque era un profeta, y querían que fuera destituido como gobernador; dice el capítulo 6 de Daniel, del Libro de Daniel, dice:

«Pareció bien a Darío constituir sobre el reino ciento veinte sátrapas, que gobernasen en todo el reino.

Y sobre ellos tres gobernadores , de los cuales Daniel era uno, a quienes estos sátrapas diesen cuenta, para que el rey no fuese perjudicado.

Pero Daniel mismo era superior a estos sátrapas y gobernadores , porque había en él un espíritu superior; y el rey pensó en ponerlo sobre todo el reino (o sea, que fuera segundo en el reino).

Entonces los gobernadores y sátrapas buscaban ocasión para acusar a Daniel en lo relacionado al reino; mas no podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él.

Entonces dijeron aquellos hombres: No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna para acusarle, si no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios.

Entonces estos gobernadores y sátrapas se juntaron delante del rey, y le dijeron así: ¡Rey Darío, para siempre vive!

Todos los gobernadores del reino, magistrados, sátrapas, príncipes y capitanes han acordado por consejo que promulgues un edicto real y lo confirmes, que cualquiera que en el espacio de treinta días demande petición de cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones.

Ahora, oh rey, confirma el edicto y fírmalo, para que no pueda ser revocado, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada.

Firmó, pues, el rey Darío el edicto y la prohibición.

Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes.»

Como siempre lo hacía: tres veces al día (puede escoger esa); durante la noche, pues no se sabe si también después… antes de acostarse oraba, pero tres veces al día, digamos, en la mañana, al mediodía y en la tarde, y por ahí entonces fue que lo acusaron para echarlo en el foso de los leones, pero Dios lo libró de los leones.

Y ahora, pasamos aquí al capítulo 9 de Daniel también, verso 20 en adelante dice:

«Aún estaba hablando y orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante de Jehová mi Dios por el monte santo de mi Dios;

aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde.»

¿Ven? Estaba orando en la hora de la tarde, a la hora del sacrificio de la tarde:

«Y me hizo entender, y habló conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento.

Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión.

Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.

Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos.

Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.»

Y ahora vean, el profeta y gobernador Daniel, un político y profeta también que oraba tres veces al día, y después durante la noche no sabemos cuántas veces más, orando se le aparece el Ángel Gabriel.

El Ángel Gabriel lo encontramos diciéndole en una ocasión que a causa de su oración Gabriel había venido a él, eso lo encontramos… y le dice que él es muy amado, eso ustedes lo pueden buscar luego… capítulo 10, le dice en el capítulo 10, verso 10 en adelante, dice:

«Y he aquí una mano me tocó, e hizo que me pusiese sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos.

Y me dijo: Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que te hablaré, y ponte en pie; porque a ti he sido enviado ahora. Mientras hablaba esto conmigo, me puse en pie temblando.

Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido.»

A causa de las palabras de la oración de Daniel a Dios vino el Ángel Gabriel, fue enviado desde el Cielo el Ángel o Arcángel Gabriel para hablar a Daniel. Ahí le explica acerca del príncipe de Persia:

«Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia.

He venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo en los postreros días; porque la visión es para esos días.»

Y luego para no leer mucho, pasamos al verso 18 en adelante, dice:

«Y aquel que tenía semejanza de hombre me tocó otra vez, y me fortaleció.»

O sea, está viendo una persona, un hombre de otra dimensión: el Ángel Gabriel. Gabriel significa: Varón de Dios:

«…y me dijo: Muy amado, no temas…»

Vean, no solamente acá son amados los individuos, sino que también desde el Cielo aman a las personas, y el Ángel Gabriel ama mucho a Daniel, y dice también que él es muy amado, muy amado en el Cielo. El Dios de los espíritus de los profetas, el Dios de estos cuerpos angelicales de los profetas, los ama mucho, y el mismo Cristo dice que el Padre lo ama y que el Padre nos ama a nosotros como lo ama a Él. Así que somos muy amados por Dios el Padre, como Cristo es muy amado por Dios el Padre:

«…y me dijo: Muy amado, no temas; la paz sea contigo (un mensajero de paz, Gabriel, hablándole paz a Daniel); esfuérzate y aliéntate. Y mientras él me hablaba, recobré las fuerzas, y dije: Hable mi señor, porque me has fortalecido.

El me dijo: ¿Sabes por qué he venido a ti? Pues ahora tengo que volver para pelear contra el príncipe de Persia; y al terminar con él, el príncipe de Grecia vendrá.

Pero yo te declararé lo que está escrito en el libro de la verdad (viene para revelarle a Daniel lo que está escrito en el Libro de la Verdad, para que él supiera y escribiera esas cosas, y ahora nosotros tener ese libro del profeta Daniel); y ninguno me ayuda contra ellos, sino Miguel vuestro príncipe.»

El príncipe de Israel es el Arcángel Miguel, el Ángel guardián de Israel. Y ahora, Gabriel, veamos un poquito más en cuanto a sus labores en el Cielo, las cuales son reflejadas en la Tierra y son reflejadas en el templo allá en Jerusalén; dice San Lucas, capítulo 1, verso 5 en adelante dice:

«Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet.

Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor.

Pero no tenían hijo, porque Elisabet era estéril, y ambos eran ya de edad avanzada.

Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su clase,

conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el incienso, entrando en el santuario del Señor.»

Y el incienso era ofrecido en el altar del incienso, que era de oro, y que estaba al frente del Lugar Santísimo, no dentro del Lugar Santísimo, sino en el lugar santo, cerca de la puerta de entrada del Lugar Santísimo. El incienso y en el incienso suben las oraciones de los creyentes

«…conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el incienso, entrando en el santuario del Señor.

Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso.

Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso»

Está relacionado con las oraciones que se hacen a Dios, y vean, es el Ángel que le apareció también a Daniel y le dice que por la oración de Daniel, por lo que él pidió, ahora por las palabras que Daniel habló en oración, ahora él fue enviado a Daniel.

Y ahora, aquí cuántos años estaría orando Zacarías y su esposa Elisabet por un niño, y ahora, cuando ya son ancianos, son avanzados en edad, ahora viene la contestación de parte de Dios a través del mensajero Gabriel (Arcángel Gabriel), le aparece en el lugar del incienso, donde las oraciones del pueblo son llevadas en el incienso que es quemado, ahí sube en esa nube de incienso, suben las oraciones de los santos.

Por eso usted encuentra en el libro del Apocalipsis también el altar del incienso de oro, el altar del incienso, que es de oro, un Ángel en un encensario de oro, y así por el estilo, y se le da mucho incienso para que lo añada a las oraciones de los santos. Eso está por Apocalipsis, capítulo 8, verso 1 en adelante.

Y ahora, se le aparece el Ángel, un Ángel del Señor, no sabía cuál de los Ángeles era, pero era un Ángel muy importante, uno de los dos Ángeles principales en el Cielo, los cuales son Gabriel y Miguel, y dice:

«Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor.

Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída…»

¿Ven? Viene con la respuesta de la oración de Zacarías. No importa cuánto tiempo tarde la respuesta a la oración que nosotros hagamos, recuerden, la oración va directa a Dios por medio de Jesucristo, y la contestación depende de Dios. La oración depende de usted, y la contestación depende de Dios.

Toda oración que hagamos en el Nombre del Señor Jesucristo, ha sido oída. Toda oración que hagamos y no usemos el Nombre del Señor Jesucristo, no llega a Dios, porque Él es el intermediario entre Dios y nosotros; Él es el intercesor. «Todo lo que hagáis, ya sea de palabras o de hechos, hacedlo todo en el Nombre del Señor Jesucristo.» Ahí está el secreto para saber que nuestra oración ha llegado a Dios, ha sido escuchada. Recuerden que el camino es Cristo: «Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al padre, sino por mí,» no llega nada a Dios a menos que sea por medio del Señor Jesucristo:

«…y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan (hasta el nombre le vino del Cielo).

Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento;

porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre.

Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos.

E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías…»

Y aquí vean, se tardaba la contestación de Dios al sacerdote Zacarías, de la petición de tener un hijo, ¿por qué? Recuerden que mientras más se tarde, más grande es la bendición que viene. Y ahora, Dios le va a dar un hijo que va a ser el precursor de la primera Venida de Cristo, del cual Cristo dijo: «De los nacidos de mujer, no hubo ninguno mayor que Juan.» o sea, que la espera de parte de Dios era porque le iba a dar al precursor de la Venida del Señor:

«…para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.

Dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada.»

O sea, está poniendo obstáculos; Dios tiene una bendición para él, y él no está creyendo lo que el Ángel le está diciendo, y había pedido tener un hijo, y ahora cree que no lo puede tener porque ya está avanzado en edad, o que sea que la contestación le está llegando muy tarde. Pero no es tarde porque para Dios no hay ninguna cosa imposible, el ejemplo lo tenemos en Abraham y Sara y el niño prometido, que fue Isaac.

«Respondiendo el ángel (o sea, esa es una expresión de Zacarías, una expresión de incredulidad, no estaba creyendo lo que el Ángel le está diciendo)…»

Respondiendo el ángel le dijo: Yo soy Gabriel (ahí se identificó, pero como todo obra para bien, la incredulidad de él es de bendición para nosotros, ¿por qué? Porque ahora el Ángel se identifica dándole a conocer cuál es su nombre)… Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios (es uno de los Ángeles que está delante de la presencia de Dios); y he sido enviado a hablarte, y darte estas buenas nuevas.

Y ahora quedarás mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo.»

Y ahora el susto sería mayor para Zacarías, si estaba asustado al ver al Ángel, ahora al saber que es Gabriel, y luego decirle que no creyó, que fue incrédulo… este es el mismo Ángel que le aparece a la virgen María, dice:

«Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,

a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María.

Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.

Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. 30 Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.

Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.

Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;

y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.

Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón.»

¿Ven? Le pregunta: «¿Cómo será? ¿Qué hay que hacer? ¿Qué tengo que hacer? ¿Cómo será?» no le dice: «No puede ser,» no le pone obstáculos, sino que le pregunta cómo va a ser:

«Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.

Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril;

porque nada hay imposible para Dios.»

Y cuando le dice todo esto y le dice: «Porque nada es imposible para Dios,» esto le aumenta la fe, le sube la fe al nivel que se necesitaba para que ella dijera:

«Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel (luego de eso dice) …Y el ángel se fue de su presencia.»

Ella aceptó, creyó y aceptó, diciendo: «Hagase conmigo conforme a Tu Palabra.» Por lo tanto, es importante que nuestra fe suba al nivel máximo, ¿y cómo subió la fe de María ahí? Escuchando la Palabra que le era traída de parte de Dios a través del Ángel Gabriel, así como la Palabra de Dios ha venido en diferentes tiempos por medio del Espíritu Santo, que es el Ángel del Pacto, a través de los diferentes profetas que Dios ha enviado, por medio también de los apóstoles, por medio también de los mensajeros de cada etapa de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Nuestra oración siempre ha sido que queremos oír la Voz de Dios, queremos escuchar de Dios y queremos que nuestras peticiones sean recibidas en el Cielo, lo cual es así porque todo lo que hacemos lo hacemos en el Nombre del Señor Jesucristo, «ya sea de palabras o de hechos, todo hacedlo en el Nombre del Señor Jesucristo,» y eso nos garantiza que llega directamente a la presencia de Dios.

Y ahora, se requiere, para que la oración de una persona sea recibida en el Cielo, saber que siempre se ha requerido un sacrificio para presentarse ante Dios; tenemos desde el Génesis hasta el Apocalipsis, donde se menciona los diferentes sacrificios que se hacían cuando las personas iban a hablar con Dios.

Por ejemplo tenemos los diferentes casos en la Biblia, donde el sumo sacerdote tenía que entrar al templo de Dios y efectuaba los sacrificios correspondientes, y cuando le tocaba entrar al Lugar Santísimo, que es el lugar más importante, tenía que entrar con la sangre del sacrificio de expiación que efectuaba sacrificando un macho cabrío.

No podía presentarse sin sangre, porque moría la persona, y delante de Dios, encontramos que los profetas han sacrificado animalitos, y los sacerdotes también, para presentarse ante Dios.

Tenemos el caso también de Balaam, era un profeta, tenía las dos conciencias juntas, y sabía cómo acercarse a Dios, dice él mismo que conocía la ciencia del Altísimo, no era ciencia humana, era ciencia divina; y era reconocido por Balac, el rey de Moab, como el hombre, el profeta, que a quien maldecía sería maldito, y a quien bendecía sería bendito, y por eso lo mandó a buscar para maldecir a Israel, pero Dios le dijo que no maldijera a Israel, porque Israel era bendito, y le dijo que no fuera, pero él insistió y en la permisiva voluntad de Dios fue; tuvo problemas, porque en la permisiva voluntad siempre hay algunos problemas.

Pero él conocía la ciencia del Altísimo, sabía cómo comunicarse con Dios, sabía cómo hacer que Dios viniera a hablar con él; en palabras más claras, o en palabras acá de las nuestras: sabía cómo llamar por teléfono a Dios.

La ciencia para llamar por teléfono la descubrieron hace poco, pero todavía no han descubierto cómo llamar por teléfono a Dios, sin embargo los profetas tienen ese conocimiento en la ciencia del Altísimo, de Dios, con la cual llaman a Dios.

Tenemos a Moisés también, y tenemos un sinnúmero de profetas; tenemos a Samuel también, con el cual Dios hablaba y el cual efectuaba también sacrificios por él o por el pueblo o por sus hijos y así por el estilo.

Y ahora, Balaam, para hablar con Dios y hablar palabras sobre el pueblo hebreo, le decía a Balac: «Prepárate siete altares, y en cada altar lleva a cabo el sacrificio de tal animalito, y yo iré, me presentaré para encontrarme con Dios.»

¿Ven? No podía ir delante de Dios sin esos sacrificios. No pudo maldecir a Israel, Dios le dijo que era un pueblo bendito; y le dijo Balaam a Balac que el que maldiga ese pueblo, será maldito, y por consiguiente, siendo un pueblo bendito, no puede ser maldecido; aun el que lo haga en este tiempo: el que lo bendiga será bendito, y el que lo maldiga será maldito, entonces lo mejor es orar por Israel para que Dios lo bendiga y automáticamente Dios bendice a las personas que oran por Israel, que ayudan a Israel y que luchan por la paz en el Medio Oriente, por la paz en Jerusalén, de donde saldrá la paz para todo el Medio Oriente y para todas las naciones. Así que no solamente oran, sino que trabajan en pro de la paz de Jerusalén y de todo el Medio Oriente, y hay una bendición muy grande para las personas que trabajan, que obran en esa forma.

Ahora, el Ángel Gabriel está ligado a las oraciones de los santos, eso ya lo hemos visto a través de la Escritura, y tiene una labor muy importante para el tiempo final. Dice el reverendo William Branham que el Ángel Gabriel anunció la primera Venida de Cristo, y anunciará la segunda Venida de Cristo.

¿Cómo lo hizo? Ya vimos cómo fue, estuvo ligado al precursor y al precursado. Cómo lo haga en el tiempo final, eso luego lo vamos a comprender, pero de que estará, si estará. Vean, él mismo estuvo hablándole a Daniel acerca de las setenta semanas, acerca de la Venida del Mesías y de la muerte del Mesías en el capítulo 9 del Libro de Daniel. Yo siempre le he llamado el Ángel o Arcángel profeta, el Arcángel profeta de esa dimensión celestial.

Y ahora, es importante la oración de fe; orando, creyendo, y esperando la respuesta a nuestras oraciones, creyendo que vamos a recibir lo que pidamos, porque Cristo dijo: «Ahora ustedes no han pedido… todavía no han pedido nada en mi Nombre.» San Juan nos dice por el capítulo 14 al capítulo 17… capítulo 16, versos 23 en adelante dice:

«En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará.»

Está mostrando cómo hay que hacer en la nueva dispensación que va a comenzar, la Dispensación de la Gracia:

«Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido.

Estas cosas os he hablado en alegorías; la hora viene cuando ya no os hablaré por alegorías, sino que claramente os anunciaré acerca del Padre.

En aquel día pediréis en mi nombre; y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros,

pues el Padre mismo os ama (¿ven? Aquí de lo que les dije, que nos amaban en el Cielo. Dice)… pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado, y habéis creído que yo salí de Dios.

Salí del Padre, y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo, y voy al Padre.»

Hemos visto que todo lo que pidamos al Padre en el Nombre de Señor Jesucristo, lo vamos a recibir, y cuando usted ora y pide, creyendo, ya lo tiene, ya es suyo, y ahora falta que se materialice. El capítulo 15, verso 7 dice, de San Juan:

«Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.»

Y el capítulo 15, verso 16 dice:

«No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.

Esto os mando: Que os améis unos a otros.»

Y ahora, el capítulo 14, verso 13, nos dice:

«Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.

Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.»

Así Cristo lo ha dicho, lo ha prometido, y así yo lo creo, y por consiguiente nuestras oraciones han ido, van, y continuarán yendo, a la presencia de Dios, porque en el Nombre del Señor Jesucristo hemos estado orando, continuamos orando a Dios, y continuaremos orando en el Nombre del Señor Jesucristo, pidiéndole a Él todas las cosas que deseamos pedirle, tenemos necesidad de pedirle.

En cuanto a que hay un Nombre nuevo, (hice una pausa, y se abrió ahí una brecha), ya esto corresponde a cierto momento en que va a ser revelado ese misterio, y en el tiempo del cumplimiento de la Visión de la Carpa, que vio el reverendo William Branham, él dice que el Ángel le dijo: «¿Recuerdas el nombre que buscabas cuando estuviste allí?» donde estuvo él allí en la Visión de la Carpa en un cuartito pequeño de madera, o sea, que hay un Nombre misterioso para él allí que él estaba buscando, por lo tanto lo vio o lo escuchó allí, y si es un nombre, pues es de alguien.

Por lo tanto, el nombre más misterioso que hay ya no es Jesús, porque ese nombre ya se conoce desde hace dos mil años. El nombre más misterioso de todos es el Nombre de Dios, y por consiguiente ese Nombre va a ser revelado algún día. Y la piedrecita blanca tiene un nombre que ninguno conoce, un Nombre nuevo, todo eso está ligado a ese Nombre nuevo del cual habla la Escritura. Y ahora, capítulo 3, verso 12 del Apocalipsis, dice:

«Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios…»

O sea, en la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el Templo espiritual; no es una columna de cemento o de hierro, sino una persona importante en la Iglesia. Y luego también en el Cielo, en el Templo celestial, también tendrá un lugar importante.

Recuerden que los creyentes en Cristo son reyes, son jueces también, pertenecen al poder judicial celestial, pertenecen también a la realeza celestial, porque son hijos del Rey Creador de los Cielos y de la Tierra, Rey de reyes y Señor de señores, y por consiguiente son miembros de la realeza celestial como hijos e hijas de Dios, y son también sacerdotes del Orden celestial de Melquisedec.

Así que… y Cristo es el Sumo Sacerdote del Templo celestial, Él es el Melquisedec que le aparecía a Abraham, el Sumo Sacerdote del Templo celestial, y ese Templo es el que está en función durante todos estos dos mil años que han transcurrido. Ya no hay templo en Jerusalén, en donde se ofrecían los sacrificios, el templo que está funcionando es el celestial, y la Iglesia del Señor Jesucristo que es un Templo espiritual.

Ahora continuando aquí… algún día vamos a ver esto, porque vamos a ver dónde va a estar escrito el Nombre, y por consiguiente vamos a obtener de parte de Dios la revelación divina de ese Nombre divino:

«Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.»

Si Cristo dice que tiene un Nombre nuevo, ¿quién se va a poner a discutir con Él y decirle que no es así? El nombre Jesús es el nombre de Redención, el nombre humano de Dios para llevar a cabo la Obra de Redención, por eso significa Salvador.

Y ahora, la promesa es que Dios va a escribir… Cristo dice: «Yo le haré columna en el Templo de mi Dios,» el mismo Cristo va a colocarlo como una persona importante en el Templo de Dios, en la Casa de Dios, va a colocar, a escribir sobre él el Nombre de Dios, y el Nombre de la Ciudad de Dios, y el Nombre nuevo del Señor. Y hay un misterio grande para la segunda Venida del Señor, porque Él viene como León de la tribu de Judá, como «Rey de reyes y Señor de señores y en Su muslo y en Su vestidura tiene escrito este Nombre: Rey de reyes y Señor de señores.»

Por lo tanto, viene con el Nombre con el cual va a reinar. Así va a ser la Venida del Señor para los judíos, y ellos lo van a ver en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, y van a decir: «Éste es el que nosotros estamos esperando,» porque Él viene por Su Iglesia conforme a Apocalipsis, capítulo 10, y conforme a las demás Escrituras viene por Su Iglesia para la transformación de los vivos y la resurrección de los muertos creyentes en Cristo, para que todos seamos iguales a Él, con cuerpos glorificados, eternos y jóvenes para toda la eternidad.

Por lo tanto, nuestra oración en este tiempo es como la de los apóstoles: «Señor, auméntanos la fe,» y la fe nace por el oír la Palabra, viene por el oír la Palabra de Dios, y la fe va creciendo a medida que la persona va escuchando la Palabra de Dios, la Palabra revelada para el tiempo que le toca vivir.

Miren, la fe de María aumentó a tal grado, que al final dijo: «Hágase conforme a tu Palabra.» así es para la Iglesia del Señor Jesucristo: va creciendo la fe a medida que la persona va escuchando, y la Iglesia del Señor como Cuerpo Místico de creyentes, va creciendo la fe del Cuerpo Místico de creyentes, va aumentando la fe, la revelación divina, y por consiguiente llegará un momento en que tendrá la fe a tal nivel, al nivel que se requiere para ser transformados los creyentes en Cristo que están viviendo en el Día Postrero, e ir a la Cena de las Bodas del Cordero.

En el cumplimiento de la Visión de la Carpa se llegará al nivel más alto de la fe, se llegará al nivel de la fe de rapto que se menciona en muchos lugares por el reverendo William Branham, fe de rapto, fe para ser transformados y raptados, a ese nivel se llegará cuando esté el cumplimiento pleno de la Visión de la Carpa y esté sucediendo todo lo que vio el reverendo William Branham en la Visión de la Carpa.

Y en cierto momento se cerrará la puerta de la gracia y misericordia, y ya no habrá más oportunidad para las personas recibir misericordia, porque ya Cristo habrá cambiado de Cordero a León. Todavía está como Sumo Sacerdote, y por consiguiente está haciendo intercesión en el Cielo por todos los que lo han recibido y por los que lo recibirán como su Salvador. Pero vendrá algún momento en que habrá un cambio, y por consiguiente habrá un cambio completo de dispensación también.

Ahora estamos en la antesala a ese cambio, estamos en ese entrelace, y en los entrelaces siempre hay luchas, pero siempre está el grupo que cree y que siga adelante y pasa a una nueva dispensación sin dejar de creer en la dispensación que pasó, pero hace el cambio y pasa a una nueva dispensación.

Así que estamos… es un tiempo muy glorioso en donde la oración de fe es importante que sea la que cada creyente en Cristo haga todos los días las veces que quiera hacerla y tenga necesidad de hacerlas durante cada día, no se preocupen que pase de cien veces, porque Dios siempre estará atento a nuestras oraciones, la clave está en lo que dice Cristo: «Todo lo que pidáis al Padre en mi Nombre.» En el Nombre del Señor Jesucristo está el secreto para tener la entrada a Dios, y teniendo el Sacrificio de Cristo no nos podemos presentar sin el Sacrificio de Cristo (lo hemos recibido).

Por eso Él nos enseña que pidamos perdón a Dios por nuestras ofensas que hayamos hecho a Dios, contra Dios, al fallar a Dios, y entonces Él tiene misericordia de nosotros, porque tenemos el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados y Cristo todavía está como Sumo Sacerdote haciendo intercesión por nosotros, y cuando confesamos nuestras faltas, errores o pecados, Él nos perdona y con Su Sangre nos limpia de todo pecado, lo cual representamos o es representado en el lavatorio de pies, el cual ya pronto lo vamos a tener juntamente con la Santa Cena a comienzo del año 2012.

Así que, la oración de fe, todo en el Nombre del Señor; y así como la oración de los profetas era escuchada por Dios, también la de cada uno de ustedes es escuchada por Dios; y si en algún momento tiene que enviarle aun al Ángel o al Ángel Gabriel, lo enviaría para traer la respuesta a cualquiera de nosotros.

Eso ya depende de Dios, pero recuerden que hay Ángeles de Dios a cargo de eso, los veamos o no los veamos. Hay un orden divino, por lo tanto, confiamos en el orden divino de Dios y que en Él escucha nuestras oraciones; la garantía las tenemos en las palabras de Jesucristo que dijo que todo lo que pidamos al Padre en Su Nombre, Él lo hará.

Por lo tanto, Él nos escuchará siempre, escuchará esa oración de fe, creyendo que todo lo que oremos, todo lo que pidamos a Él, Él lo escucha y nos concede las peticiones de nuestro corazón, y se va a hacer ¿cómo? Como dijo Jesús: «Hagase conforme a tu fe,» conforme a la fe de cada persona es hecho, como usted cree, así va a suceder; y usted quiere que sucedan las cosas buenas, pues crea que todo va a ser bueno, que las peticiones van a ser contestadas y que todo en la vida va a ser respaldado por Dios.

Tenemos la protección de Dios por medio del Espíritu de Dios, el cual está en medio de Su Iglesia en nuestro tiempo, en la etapa de oro de la Iglesia, y tenemos Su Palabra, tenemos todo lo que necesitamos, y cada cual, la fe, la fe que debe llegar al máximo: una fe perfecta; y así que la oración de cada persona sea una oración creyendo lo que decimos y lo que esperamos de parte de Dios.

Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, puede hacerlo en estos momentos y estaremos orando por usted, y usted estará también orando, y así lo primero que comenzará a hacer es la oración de fe, confesando a Cristo como su único y suficiente Salvador.

Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo en otros países también para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo por todos los que están viniendo a los Pies de Cristo. Todavía la puerta de la misericordia está abierta en el Cielo y por consiguiente hay misericordia para todo aquel que escucha la Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo, nace la fe de Cristo en su alma y lo recibe como único y suficiente Salvador.

Es un tiempo muy importante en el Programa Divino y nos ha tocado a nosotros vivir en este tiempo, es el tiempo en que más abierta la Palabra de Dios está para todos los creyentes, es el tiempo en que donde más pueden comprender el Programa Divino; pueden comprender la historia del Antiguo Testamento y también la del Nuevo Testamento de Cristo hacia acá, toda esa etapa que ha transcurrido es más fácil para entenderla en este tiempo, con todo lo que ha sido traído de parte de Dios en este tiempo final.

Lo más importante es la Vida eterna, no hay otra cosa más importante que la Vida eterna. En esta Tierra el ser humano puede convertirse en una persona multimillonaria económicamente, y eso no significar nada, aunque para él puede significar mucho, pero eso no significa nada porque cuando le llega la hora de morir no se puede llevar nada de lo que tiene.

Y si no tiene la salvación y Vida eterna, entonces no puede ir al Paraíso donde van todos los creyentes en Cristo, y por consiguiente no tiene la esperanza de vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Por eso es que Cristo dice.

» Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?»

Después que la persona muere puede decir: «Todo el dinero que tenía en la Tierra, yo lo doy para que me den la Vida eterna,» y eso no funciona, la Vida eterna es otorgada gratuitamente por la fe que tiene la persona en Cristo como su único y suficiente Salvador. Por lo tanto, mientras estamos en la Tierra es que tenemos la oportunidad de obtener la salvación y Vida eterna por medio de Cristo, recibiéndolo como nuestro único y suficiente Salvador.

Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión. En las demás naciones también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo y pueden estar puestos en pie también, y los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo nuestro Salvador, recordando que Cristo dijo: «Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los cielos.»

Con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo, y nuestros ojos cerrados, los que han venido a los Pies de Cristo repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón. Creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu primera Venida y creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, y creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo, dado a los hombres, en que podemos ser salvos.

Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, doy testimonio público de mi fe en Ti, y te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y sea producido en mí el nuevo nacimiento.

Quiero nacer en Tu Reino, Señor, reconozco y creo con toda mi alma que Tú ganaste mi salvación en la Cruz del Calvario. Te ruego se materialice en mí Tu salvación, sálvame Señor, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.

Y con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados, y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Ustedes me dirán: «Quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible, porque Cristo dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.’ ¿Cuándo me pueden bautizar?» es la pregunta desde lo profundo de vuestro corazón. Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.

El bautismo en agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado, pero el bautismo en agua es un mandamiento del Señor Jesucristo. El mismo Cristo fue bautizado por Juan el Bautista, y si Él fue bautizado para cumplir toda justicia, cuánto más nosotros tenemos necesidad de ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

El bautismo en agua es a la semejanza de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo, por eso nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección en el bautismo en agua. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo, cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado, y cuando lo levantan de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Tan sencillo como eso es el simbolismo del bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Por lo tanto, bien pueden ser bautizados, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino glorioso de Cristo nuestro Salvador.

Dejo al ministro aquí, reverendo José Benjamín Pérez, y en cada país dejo al ministro correspondiente para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Continúen pasando todos una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador, y nos veremos el próximo domingo, Dios mediante.

«LA ORACIÓN DE FE.»

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