Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes y los que están en otras naciones a través del satélite Amazonas o de internet y a todos los ministros en todos los países junto a sus congregaciones; que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también.
Para esta ocasión tenemos el video que nos falta de la actividad en Bogotá, Colombia, con el Gran Rabino y autoridades de gobierno, para lo cual podemos ver en esta ocasión la reunión que hubo con personas de gobierno de la República de Colombia, y también… luego también veremos la invitación que le fue extendida al Gran Rabino, la cual él aceptó, y espera que se la envíen por escrito también para estar en la dedicación o inauguración de la gran Carpa-Catedral. Así que estaremos esperando que esté todo listo para extenderle por escrito la invitación. Así que veamos esos dos cortos documentales, videos, y luego continuaremos platicando [proyección del documental].
Ya, pues hemos visto que tenemos un invitado muy especial que espera le enviemos la invitación cuando ya esté la Gran Carpa-Catedral levantada para ser dedicada, y sobre todo tenemos al Señor Jesucristo, el cual estará con nosotros en esa dedicación y en todo el tiempo que estemos en esa gran Carpa-Catedral en las actividades. Podemos ver cómo van todas las cosas moviéndose conforme al Programa divino que es el pensamiento divino que Él tuvo desde antes de la fundación del mundo.
Ahora, leamos en Isaías, capítulo 66, versos 6, dice:
«Voz de alboroto de la ciudad, voz del templo, voz de Jehová que da el pago a sus enemigos.
Antes que estuviese de parto, dio a luz; antes que le viniesen dolores, dio a luz hijo.
¿Quién oyó cosa semejante? ¿quién vio tal cosa? ¿Concebirá la tierra en un día? ¿Nacerá una nación de una vez? Pues en cuanto Sion estuvo de parto, dio a luz sus hijos.
Yo que hago dar a luz, ¿no haré nacer? dijo Jehová. Yo que hago engendrar, ¿impediré el nacimiento? dice tu Dios.
Alegraos con Jerusalén, y gozaos con ella, todos los que la amáis; llenaos con ella de gozo, todos los que os enlutáis por ella;
para que maméis y os saciéis de los pechos de sus consolaciones; para que bebáis, y os deleitéis con el resplandor de su gloria.
Porque así dice Jehová: He aquí que yo extiendo sobre ella paz como un río, y la gloria de las naciones como torrente que se desborda; y mamaréis, y en los brazos seréis traídos, y sobre las rodillas seréis mimados.
Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén tomaréis consuelo.
Y veréis, y se alegrará vuestro corazón, y vuestros huesos reverdecerán como la hierba; y la mano de Jehová para con sus siervos será conocida, y se enojará contra sus enemigos.»
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema para esta ocasión es: «LA PROMESA PARA LA PAZ PERMANENTE PARA JERUSALÉN.»
La promesa para la paz permanente para Jerusalén. Aquí tenemos tres puntos muy importantes: la promesa: pues no se puede estar esperando paz permanente para Jerusalén si no está prometido por Dios en Su Palabra. Por lo tanto, es importante conocer cuál es la promesa de paz para Jerusalén. En esta Escritura que tuvimos nos dice el verso 12 del capítulo 66 de Isaías:
«Porque así dice Jehová: He aquí que yo extiendo sobre ella paz como un río.»
Aquí Dios promete extender sobre Jerusalén paz como un río, por lo tanto, es una promesa divina. En el Salmo 122 también nos habla, en el verso 6, diciéndonos:
«Pedid por la paz de Jerusalén.»
Pedir por la paz de Jerusalén es pedir bien, porque Dios ha prometido extender paz como un río sobre Jerusalén, por lo tanto, las personas están pidiendo bien a Dios, y Dios va a conceder la paz sobre Jerusalén.
Ahora, siendo que es una promesa divina, tenemos que encontrarla en diferentes lugares para poder ver el Programa divino que Dios tiene para extender esa paz sobre Jerusalén. Dice también Jeremías en el capítulo 29, verso 11:
«Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.»
Y ahora, la promesa de Dios de dar paz a Jerusalén como un río, es lo que Dios pensó desde antes de la fundación del mundo sobre Jerusalén. Jerusalén es llamada la Ciudad de Dios, también es llamada la Ciudad del Rey, y Jerusalén es la única ciudad del mundo llamada la Ciudad del Rey y llamada la Ciudad de Dios, y por consiguiente, teniendo promesas para toda la eternidad, es la única ciudad eterna de la cual nos habla la Escritura, y que es la ciudad que representa, como ciudad, que representa la Ciudad celestial, la Jerusalén celestial, y es la única ciudad sobre la cual Dios colocó Su Nombre.
Es la ciudad donde fue construido el templo para Dios por el rey Salomón, fue construido un templo para el Nombre de Dios, y la ciudad es la Ciudad sobre la cual está el Nombre de Dios. Por eso Melquisedec es el Rey de Jerusalén, Rey de Salem y Rey de Paz. Por lo tanto, este Melquisedec, que es el sumo sacerdote del Templo celestial, tiene una bendición grande para Jerusalén, y es: la paz para Jerusalén.
Tenemos otros lugares de la Escritura que nos habla de esa paz venidera para Jerusalén. Jeremías, capítulo 14, verso 13, dice:
«Y yo dije: ¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí que los profetas les dicen: No veréis espada, ni habrá hambre entre vosotros, sino que en este lugar os daré paz verdadera.»
Ahora, en tiempos donde el pueblo estaba mal con Dios, la paz era quitada, aunque falsos profetas dijeran que Dios les daría paz, y les hablaban de paz cuando realmente no había paz, porque cuando el pueblo se aparta de Dios, entonces la paz es quitada; por eso es que dice también Dios que Él quitó la paz del pueblo; pero el que la quitó, la puede dar de nuevo.
Y ahora, la promesa es que Dios va a darle paz a Jerusalén y a todo Israel, esa es la promesa. Veamos todo lo relacionado a esta promesa para que podamos comprender cómo es que vendrá la paz para Jerusalén; porque no se puede esperar que Dios dé algo que Él no ha prometido, y si Él lo ha prometido, pues está en el Programa divino, es una promesa divina la cual Dios no puede fallar. Isaías, capítulo 9, verso 6 al 7 dice:
«Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.
Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.»
Aquí nos habla de un niño que nacerá y que el principado estará sobre Su hombro, será el Príncipe heredero del Trono de David, y dice que será Su Nombre: Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de Paz; es el Príncipe de Paz el que está prometido aquí, y dice que lo dilatado de Su imperio, lo extendido de Su imperio, y la paz, no tendrá límite sobre el Trono de David y sobre Su Reino.
Y ahora, aquí nos muestra que este Príncipe, este niño, que va a nacer, el cual tiene sobre Su hombro el principado, o sea, que es el heredero a la corona del Reino de David, por consiguiente es el heredero al Trono de David, y dice que lo dilatado de Su imperio, lo extendido de Su imperio, y la paz, no tendrá límite sobre ese Trono de David.
El Reino de David y Trono de David serán restaurados, en ese Trono se sentará el Príncipe de Paz prometido aquí, es una promesa divina, y ese Príncipe de Paz es el Mesías prometido, el cual Israel está esperando.
O sea, que la promesa de la paz para Jerusalén está contenida en la promesa de la venida del Mesías y restauración del Reino de David y Trono de David donde el Mesías Príncipe se sentará sobre el Trono de David, y traerá la paz a Jerusalén, a todo Israel y a todas las naciones, porque se extenderá la paz a todas las naciones, saliendo de Jerusalén para todas las naciones la paz.
El Mesías Príncipe es esa simiente de paz que trae la paz a Israel; no se puede esperar la paz para Israel, y por consiguiente para Jerusalén, en otra forma, tiene que ser de acuerdo a lo que Dios ha prometido.
Veamos otro lugar donde nos habla de paz. Hoy es domingo, por lo tanto estamos en estudio bíblico como siempre. Es importante que el pueblo esté en paz con Dios para que pueda venir la paz a Jerusalén y a todo Israel. Por lo tanto, vendrá un tiempo de preparación del pueblo en donde la promesa es que Dios mirará a Su pueblo y cumplirá lo que Él ha prometido. Dice Malaquías, capítulo 4: «He aquí yo envío el profeta Elías, antes que venga el día del Señor grande y terrible. No sea que yo venga y con maldición hiera la tierra.» vamos a leerlo para que lo tengan tal y como está escrito, dice capítulo 4, verso 5:
«He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible (o sea, antes que venga la gran tribulación, que corresponde a un lapso de tiempo de tres años y medio que corresponde a la segunda parte de la semana número setenta de la profecía de Daniel, capítulo 9, versos 21 en adelante).
El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.»
El ministerio de Elías se ha repetido en diferentes tiempos; en Elías Tisbita primero, luego en Eliseo, el cual vino con una doble porción del espíritu que estaba en Elías, luego en Juan el Bautista por tercera ocasión, luego en el reverendo William Branham en medio del Cristianismo por cuarta ocasión, precursando la Segunda Venida de Cristo, así como Juan precursó la Primera Venida de Cristo, y está prometido el ministerio de Elías por quinta ocasión para los judíos.
Es el ministerio de Elías por quinta ocasión el que vendrá proclamando la paz imperecedera, y aquí tenemos una promesa en Isaías, capítulo 52, verso 6 en adelante dice:
«Por tanto, mi pueblo sabrá mi nombre por esta causa en aquel día; porque yo mismo que hablo, he aquí estaré presente.
¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sion: ¡Tu Dios reina!
¡Voz de tus atalayas! Alzarán la voz, juntamente darán voces de júbilo; porque ojo a ojo verán que Jehová vuelve a traer a Sion.
Cantad alabanzas, alegraos juntamente, soledades de Jerusalén; porque Jehová ha consolado a su pueblo, a Jerusalén ha redimido.»
Ahora, vean las bendiciones que hay para Jerusalén. Hay grandes bendiciones de consuelo, de paz, de felicidad, de prosperidad y de conocimiento de la gloria de Dios; porque conocerán a Dios, a su Dios, al Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.
Es un mensajero de paz el ministerio de Elías en su quinta manifestación para con Israel, vendrá proclamando la paz imperecedera enmarcándola en la restauración del Reino de David y el Trono de David sobre el cual el Mesías Príncipe en Su Segunda Venida, Su Segunda Venida para los cristianos; y para los judíos, pues para ellos será la primera venida, porque cuando vino dos mil años atrás en Jesús, el Ángel del Pacto hecho carne, no lo pudieron ver, y todo eso estaba en el Programa divino.
Por eso el Cristianismo no puede criticar a Israel, porque fue un Programa divino el que se cumplió con la Primera Venida de Cristo, la venida del Ángel del Pacto encarnado, hecho carne, en Jesús, para morir por los pecados del pueblo y por los pecados de toda persona escrita en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero.
Por lo tanto, hay que orar por Israel y pedirle a Dios que extienda Su mano de misericordia sobre Israel, Su pueblo, Su pueblo primogénito como pueblo terrenal, como nación. No hay otra nación a la cual Dios le llame Su hijo primogénito, solamente hay una nación, y es Israel. Dios trata con Israel como pueblo, y con los gentiles trata como individuos, por eso llama de entre los gentiles individuos para formar Su pueblo, Su Iglesia, Su pueblo espiritual.
Y ahora, la Iglesia es celestial, la ciudadanía de los creyentes en Cristo nacidos de nuevo está en los Cielos, «de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo, el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, con el poder con el cual puede también sujetar a Sí mismo todas las cosas,» Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21. Así que con los miembros o con la Iglesia, con el Cristianismo, Dios trata con individuos, como individuos, y con Israel trata como nación.
Ahora, tenemos todas estas promesas de grandes bendiciones para Jerusalén y para todo Israel, y de ahí saldrán bendiciones para todas las naciones en el cumplimiento de estas promesas. Hemos visto la promesa de paz, es la promesa de la paz permanente, y por consiguiente hay que buscar y ver en la Escritura los demás lugares que nos habla de esa paz. En Ezequiel, capítulo 37, verso 24 en adelante dice:
«Mi siervo David será rey sobre ellos, y todos ellos tendrán un solo pastor; y andarán en mis preceptos, y mis estatutos guardarán, y los pondrán por obra.
Habitarán en la tierra que di a mi siervo Jacob, en la cual habitaron vuestros padres; en ella habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre; y mi siervo David será príncipe de ellos para siempre.
Y haré con ellos pacto de paz, pacto perpetuo será con ellos.»
Aquí nos habla de un pacto de paz que Dios hará con Israel, y ese pacto de paz está dentro del Reino del Mesías, que será el Reino de David restaurado por el Mesías Príncipe que se sentará sobre el Trono de David, y eso será la venida del Reino de Dios a la Tierra, porque el Reino de Dios en la Tierra es el Reino de David, y el Trono de Dios en la Tierra es el Trono de David.
Es en ese Reino donde Israel obtendrá la paz permanente. Fuera de ese Reino Israel podrá obtener paz temporal; y el mundo podrá obtener paz temporal fuera de este Reino, la ha obtenido en algunas ocasiones, y luego, por cuanto es temporal, ha cesado y han venido guerras sobre las naciones. Pero la paz permanente es exclusividad del Reino del Mesías bajo las promesas que ya Dios ha hecho para Su pueblo Israel y para todas las naciones.
Es para este tiempo final que el deseado de todas las naciones, que es el Mesías Príncipe, tiene que presentarse; pero le antecede Elías en Su quinto ministerio proclamando la paz imperecedera, y eso será un hombre ungido por el Espíritu Santo con el ministerio de Elías en su quinta manifestación. Tan sencillo como eso. Y los judíos lo están esperando y lo van a reconocer.
Ahora podemos ver que la paz permanente, imperecedera, no puede ser proclamada, no puede ser anunciada, fuera del Reino del Mesías que va a ser restaurado o que va a ser establecido en la Tierra, lo cual será el Reino de David restaurado en donde habrá un pacto de paz de Dios con el pueblo hebreo, o sea, con Israel.
Les dije que el Reino y Trono de David es el Reino y Trono de Dios en la Tierra, eso lo dice la Escritura en Primera de Crónicas, capítulo 29, versos 22 al 23, dice:
«Y comieron y bebieron delante de Jehová aquel día con gran gozo; y dieron por segunda vez la investidura del reino a Salomón hijo de David, y ante Jehová le ungieron por príncipe, y a Sadoc por sacerdote.
Y se sentó Salomón por rey en el trono de Jehová en lugar de David su padre, y fue prosperado; y le obedeció todo Israel.»
¿En qué Trono se sentó Salomón? En el Trono de Dios, el Trono del Eterno, el Trono terrenal de Dios, que es el Trono de David, y en el capítulo 28, verso 5 dice:
«Y de entre todos mis hijos (porque Jehová me ha dado muchos hijos), eligió a mi hijo Salomón para que se siente en el trono del reino de Jehová sobre Israel.»
El Trono del Reino de Dios sobre Israel es el Trono de David. Ahora podemos ver que la representación en la Tierra, en el Reino de David y tiempo del rey David, la representación del Reino de Dios celestial y Trono de Dios celestial era el Reino y Trono de David.
Y para el Reino Milenial del Mesías la representación del Reino celestial de Dios y Trono celestial de Dios será el Trono de David con el Reino de David, porque ese el Trono del Reino de David.
Y ahora, podemos ver que la paz para Israel está sujeta a estas promesas. Vean Ezequiel, capítulo 34 también, verso 23 al 26 dice, de Ezequiel, capítulo 34, verso 23 al 26 dice:
«Y levantaré sobre ellas a un pastor, y él las apacentará; a mi siervo David, él las apacentará, y él les será por pastor.»
Al decir: «A mi siervo David,» que les va a levantar, recuerden que cada descendiente del rey David que vino a ser rey sobre Israel, era el David de su tiempo, esto lo podemos entender también con los reinos de los gentiles, por ejemplo con el reino… el imperio romano, durante el tiempo del imperio romano encontramos que el rey o el emperador era llamado César o el César, era el título que tenía como rey el emperador de Roma, el rey de Roma.
Y en el Trono de David, el que se siente en el Trono de David es el que lleva el título de David, es el David de cada tiempo, y David: el amado, es el amado de Dios. Es que Dios le prometió a David que no faltaría de su descendencia siempre uno que se sentara en Su Trono. El Mesías Príncipe será un descendiente del rey David, por consiguiente tiene el principado, el principado sobre Su hombro, es el heredero al Trono del Reino de David.
Siempre encontramos que antes que un evento mayor se cumpla, algo le antecede preparando al pueblo para lo que viene, y encontramos que esa ha sido la labor de los profetas en todos los tiempos, Dios los envía para avisarle al pueblo lo que ha de venir, «porque no hará nada el Señor sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos, Sus profetas.» Amós, capítulo 3, verso 7 nos habla sobre esto.
Por lo tanto, así como el evento de la Primera Venida de Cristo fue precedido por un hombre llamado Juan el Bautista, profeta de Dios, que fue enviado con el espíritu y virtud de Elías. Vean, se mueven estos personajes en la Tierra antes de un evento mayor, y el evento mayor que puede ocurrir en la Tierra, el mayor de todos siempre ha sido la venida del Mesías, que es el deseado de todas las naciones.
Encontramos que no solamente son movidos personajes en esta Tierra, sino también del Cielo. Dios envió al Ángel Gabriel para anunciar la venida de Elías, se la anunció al sacerdote Zacarías y le dijo que él a través de su esposa, Zacarías y su esposa, tendrían un hijo, porque Dios había escuchado la oración de Zacarías. Zacarías era un sacerdote, y vean, en esta dimensión vemos personas, mensajeros, profetas; en otra dimensión vemos ángeles llevando a cabo labores.
El Ángel o Arcángel Gabriel anunció la venida de Elías por tercera ocasión, y luego le anunció a la virgen María la venida del Mesías, la venida de Emanuel, la venida del Señor. Este Ángel Gabriel es un mensajero que está en la presencia de Dios, y cuando Dios tiene algo importante para dar a conocer, lo envía con el mensaje con el cual revela lo que Dios va a llevar a cabo; es el mismo Ángel que Él enviaba al profeta Daniel, y lo podemos ver en muchas ocasiones, aunque no se mencione su nombre, pero por lo que hace se sabe que es él.
Lo encontramos junto al Altar de oro, allá, apareciéndole al sacerdote Zacarías en el Altar, allí es donde se ofrece el incienso, y cuando sube la nube de humo, ahí suben las oraciones del pueblo, o sea, que tiene que ver el Ángel Gabriel con las oraciones del pueblo. Le dice a Zacarías: «Tu oración ha sido oída,» Zacarías está ahí en el Altar del incienso, el Altar de oro.
Lo mismo pasó cuando Daniel, el cual estaba orando a Dios y confesando su pecado y el pecado del pueblo, y le apareció el Ángel Gabriel y le habló, está ligado a las oraciones de su pueblo. Gabriel anunció la Primera Venida de Cristo, Gabriel anunciará la Segunda Venida de Cristo, anunció la primera y anuncia la Segunda Venida de Cristo.
Y ahora, en la Tierra pues veremos personas enviadas de tiempo en tiempo ungidas con y por el Espíritu Santo hablando la Palabra de Dios, y así es como se predica el Evangelio de Cristo, los ministros ungidos con y por el Espíritu Santo, y así es como Dios llama, Cristo llama, a Sus ovejas, de las cuales Él dijo: «También tengo otras ovejas que no son de este redil, las cuales también debo traer, y oirán mi Voz, y habrá un rebaño y un pastor.» San Juan, capítulo 10, versos 14 al 18, y luego dice: «Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y yo las conozco y yo les doy Vida eterna, y no perecerán jamás. Mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre,» San Juan, capítulo 10, versos 27 al 30, ahí también dijo: «El Padre y yo, mi Padre y yo, una cosa somos.» Por eso fue que Cristo en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16, dijo:
«Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.»
La predicación del Evangelio de Cristo es para que las personas conozcan el Programa divino de salvación y Vida eterna, y el que crea será salvo, y el que no crea, será condenado. Por eso se predica el Evangelio de Cristo en todas las naciones.
Ahora, habrá un Reino terrenal muy pronto en donde se sentará sobre el Trono de David el Mesías Príncipe, el Príncipe de Paz, el cual traerá en ese Reino la paz tan anhelada para Israel, y por consiguiente para Jerusalén, que es y será la Capital del Reino del Mesías, porque es la Ciudad de Dios, es la Ciudad del Mesías. En el Salmo 2 nos habla acerca del Mesías y Su Reino, y dice capítulo 2, verso 6 en adelante, dice:
«Pero yo he puesto mi rey
Sobre Sion, mi santo monte.
Yo publicaré el decreto;
Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú;
Yo te engendré hoy.
Pídeme, y te daré por herencia las naciones.»
O sea, que el Mesías Príncipe recibirá por herencia todas las naciones, y por consiguiente estarán unidas a Israel en ese Reino, encabezará ese Reino, encabezará a todas las naciones, Israel, y eso es importante que todas las naciones lo entiendan para que puedan orar a Dios por la paz de Jerusalén y seguir la paz:
«Y como posesión tuya los confines de la tierra.
Los quebrantarás con vara de hierro;
Como vasija de alfarero los desmenuzarás.
Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes;
Admitid amonestación, jueces de la tierra.
Servid a Jehová con temor,
Y alegraos con temblor.
Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino;
Pues se inflama de pronto su ira.
Bienaventurados todos los que en él confían.»
Aquí podemos ver que nos dice que de pronto se inflama la ira, la ira del Hijo, la ira del Mesías, la ira del Hijo, inflamada, corresponde a la gran tribulación, donde la ira de Dios caerá sobre todas las naciones.
Ahora, tenemos que comprender a través de todo lo que hemos leído en la Palabra, que hay un Programa divino, un Programa en el cual Dios colocará a Israel a la cabeza de todas las naciones, vendrá a ser por cabeza de todas las naciones, pues en Israel, en Jerusalén, estará el Trono del Mesías, y desde ahí el Reino del Mesías gobernará, no solamente sobre el pueblo hebreo, también sobre todo el Medio Oriente, sobre todas las naciones del Medio Oriente, y sobre todas las naciones del planeta Tierra, y eso será el Imperio del Mesías, el quinto Imperio, tan esperado.
La Capital será Jerusalén, tendrá paz, la paz de Dios, la paz permanente, vean, Hageo, capítulo 2, verso 5 en adelante, dice:
«Según el pacto que hice con vosotros cuando salisteis de Egipto, así mi Espíritu estará en medio de vosotros, no temáis.
Porque así dice Jehová de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca;
y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos.
Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos.
La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos.»
Ahí tenemos la promesa de nuevo de la paz que Dios dará a Jerusalén, a todo Israel, y de ahí saldrá para todas las naciones. Por lo tanto, son bienaventurados todos los que estarán trabajando en el Programa divino, proyecto divino, de la paz para Jerusalén. Vean que la paz para Jerusalén está dentro de un proyecto divino, del proyecto de la restauración del Reino de David, que será la venida del Reino de Dios.
Y ahora, hemos visto promesas dadas por Dios, y todavía hay más, de las cuales podemos seguir hablando, pero con las que hemos dado es suficiente para ver que la paz para Jerusalén está dentro del Programa divino de la restauración del Reino de David, que viene a ser la venida del Reino de Dios a Israel y también para todas las naciones.
Es importante entender estas cosas para que todo el que quiera trabajar por la paz de Jerusalén sepa que hay un Programa y hay que trabajar de acuerdo a ese Programa, para que produzca conforme a lo que Dios ha prometido y por consiguiente será entonces una obra de fe, todo el trabajo será un obra de fe, porque la fe estará fundada, anclada, en lo que Dios ha prometido, y lo que Dios ha prometido es lo que Él ha hablado por medio de Sus mensajeros, de Su profetas, y lo que Dios ha hablado por medio de ellos es lo que Dios pensó desde antes de la fundación del mundo.
Por eso es que la Biblia, el contenido es nada menos que el pensamiento divino. Hay personas que les gustaría saber cómo Dios piensa: pues aquí tienen el Libro de Dios que contiene el pensamiento divino, y así usted conocerá cómo piensa Dios; porque Dios piensa, por eso el ser humano piensa, porque Dios lo hizo a Su imagen y semejanza. Es el único de la creación en la Tierra y creación terrenal, que es a imagen y semejanza de Dios, por eso piensa y por eso Dios se comunica con el ser humano.
Y ahora, ya hemos visto la promesa, es la promesa divina, hemos visto la paz permanente y que viene Elías proclamando la paz permanente, la paz imperecedera, y la enmarcará dentro del Reino de Dios que será el Reino del Mesías, el Reino de David siendo restaurado.
Hemos visto a Jerusalén que es la Ciudad eterna, la única Ciudad de la cual Dios habla que es Su Ciudad, la Ciudad de Dios, la Ciudad del Rey, donde Dios ha puesto Su Rey, y es la Ciudad donde estará el Mesías Príncipe en Su Reino milenial, y es la Ciudad y es el territorio donde estará la nueva Jerusalén que desciende del Cielo ataviada como una Esposa para su Marido.
Y ahora, tenemos que estar alertas porque estamos viviendo en un tiempo en que se verán promesas divinas siendo cumplidas en este tiempo final, y aun nosotros mismos tendremos la oportunidad de agarrar esas bendiciones, de trabajar en el cumplimiento y para el cumplimiento de esas promesas divinas; porque así como la salvación es para todos, pero el que recibe a Cristo la hace una realidad para sí mismo, y entonces puede decir que tiene la salvación, que es suya.
Todas las promesas divinas son del que las cristalice, del que las haga una realidad en su vida, así son todas las bendiciones divinas. Por lo tanto, para que se cristalicen, la persona tiene que creerlas, y la fe viene por el oír la Palabra, por el oír, el oír esas promesas, entonces nace la fe en el alma de la persona, y esa fe está agarrada, fundada, en la Palabra prometida, en lo que Dios habló.
No es imaginación suya, es lo que Dios pensó, por lo tanto usted tiene el pensamiento de Dios en usted, y por consiguiente usted viene a ser una persona conforme al corazón de Dios. Como el rey David era una persona conforme al corazón de Dios, por eso los pensamientos divinos venían a él, y él los cristalizaba, él trabajaba alrededor de lo que Dios le revelaba y los hacía una realidad; así es como trabaja la Palabra divina, por la Palabra hablada es que Dios hace todas las cosas, es por la Palabra hablada que el Espíritu de Dios el cual habla esa Palabra, hace la obra, se materializa porque esa Palabra es Palabra creadora, así fue como creó los Cielos y la Tierra.
Y ahora, la promesa para la paz permanente para Jerusalén hemos visto la promesa a través de la Escritura, hemos visto en y cómo será que vendrá esa paz en el Reino del Mesías y que esa será la verdadera paz que Israel está esperando.
Jerusalén, la Ciudad de paz, está clamando por la paz que honrará el nombre que tiene, de Jerusalén. Oremos por la paz de Jerusalén, pero no solo oremos, sino trabajemos por ella, basados, anclados en lo que Dios ha prometido, en donde dice que le va a dar paz a Jerusalén. Esa es la petición más grande de Israel: la paz, el deseo más grande es la paz, pues desde que se establecieron hace unas seis décadas, desde la década del 40, no han tenido paz, estableciéndose como una nación libre y soberana, como un Estado libre y soberano y democrático, le empezó la guerra, comenzaron las guerras contra el Estado de Israel. Por lo tanto, la paz para Israel tiene mucha importancia.
En países de la América Latina han vivido en paz las personas en diferentes ocasiones, en otras ocasiones han tenido algunos problemas, pero después ha vuelto la paz a la nación; pero Israel, el Estado de Israel, desde que se fundó como Estado no ha tenido paz.
Así que, la paz es muy necesaria para Jerusalén y para todo Israel, y la paz para los cristianos, pues es Cristo, esa es la paz para el alma del creyente en Cristo, porque Dios trata con los gentiles como individuos. Para Israel, pues la paz, pues será el Mesías trayendo la paz para Israel. Siempre es el Ángel del Pacto en Su manifestación en el individuo, o en Israel como nación, y el Ángel del Pacto es el Espíritu Santo.
Tiene que haber siempre una reconciliación con Dios, por lo tanto, los que todavía no han recibido a Cristo como Salvador, la paz de Cristo no la han experimentado, es importante tener paz para con Dios por medio de Jesucristo nuestro Salvador.
El castigo de nuestra paz fue sobre Él, por eso murió en la Cruz del Calvario. Los que predican el Evangelio de Cristo son mensajeros de paz porque están predicando el Evangelio de la paz para el alma del ser humano.
Es importante entender estas cosas para que así lleven el Evangelio de Cristo a otras personas que todavía no lo han recibido como Salvador, para que también tengan la paz de Cristo en su alma y la angustia existencial desaparezca de la persona, la cual viene en la persona, esa angustia existencial, porque no sabe de dónde vino, porqué está aquí en la Tierra y hacia dónde va cuando muera su cuerpo físico.
Pero Cristo le trae la paz al ser la persona reconciliada con Dios por medio de Cristo y entonces sabe que vino del Cielo, fue enviado a la Tierra para ser rociado con la Sangre de Cristo y ser limpiado de todo pecado, y cuando muera su cuerpo físico, pasa al paraíso y espera hasta la resurrección, y si la resurrección ocurre estando aquí presente la persona todavía, será transformado cuando los muertos en Cristo resuciten en cuerpos eternos y glorificados, y entonces nunca más nos pondremos viejos, nunca más moriremos, viviremos eternamente y jóvenes, igual a Jesucristo nuestro Salvador, pues Él está tan joven como cuando subió al Cielo.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, sea bautizado en agua en Su Nombre, y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en usted el nuevo nacimiento y así entre al Reino de Dios.
Recuerde que Cristo dijo: «El que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios,» San Juan, capítulo 3, versos 1 al 6. Por lo tanto, si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador aquí presente o en alguna otra nación, puede en estos momentos venir a los Pies de Cristo para recibirlo como único y suficiente Salvador, y estaremos orando por usted.
Vamos a dar la oportunidad, vamos a dar algunos minutos mientras vienen a los Pies de Cristo los que todavía no lo han recibido como Salvador y nació la fe Cristo al escuchar el Evangelio de Cristo predicado, y ahora está creyendo y ahora tiene la oportunidad de dar testimonio público de su fe en Cristo recibiéndole como único y suficiente Salvador, porque con la boca se confiesa para salvación, para la salvación del alma.
Recuerden que la persona es alma viviente, eso es lo que usted y yo somos: alma viviente, y tenemos una casa terrenal llamado: este cuerpo humano, que todos tenemos, y tenemos una casa espiritual llamada: el espíritu, pero lo que es en realidad la persona es alma: alma viviente.
En todos los demás países pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo. Los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo nuestro Salvador. Vamos a estar en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en diferentes naciones, en diferentes países.
Siempre traigan sus familiares para que también escuchen el Evangelio de Cristo y también nazca la fe de Cristo en sus almas, en su alma, y así tengan la bendición de obtener la Vida eterna por medio de Cristo nuestro Salvador.
Ya vamos a orar por las personas que en diferentes países han venido a los Pies de Cristo nuestro Salvador. Con nuestras manos levantadas al Cielo, y nuestros ojos cerrados, los que han venido a lo Pies de Cristo en diferentes naciones repitan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón. Creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el único Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.
Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador. Doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre y sea producido en mi el nuevo nacimiento.
Padre celestial, en el Nombre del Señor Jesucristo Te ruego recibas a todas estas personas que han recibido a Cristo como único y suficiente Salvador, recíbelos en Tu Reino Padre celestial. Te lo ruego en el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.
Ha sido para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de la promesa de la paz permanente para Jerusalén.
En cuanto a los que han recibido a Cristo como Salvador en estos momentos, bien pueden ser bautizados, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
Es importante identificarse con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección en el bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
Continúen pasando todos una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador. Dejo con ustedes aquí al reverendo José Benjamín Pérez para continuar, y en cada nación, en cada país, dejo al ministro correspondiente para que les indique a las personas que han recibido a Cristo como Salvador cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Continúen pasando todos una tarde feliz. Y hasta el próximo domingo Dios mediante.
«LA PROMESA PARA LA PAZ PERMANENTE PARA JERUSALÉN.»