El libro de la vida del cordero

Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes y todos los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones. Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Para esta ocasión leemos en el libro del Apocalipsis, capítulo 21, versos 21 en adelante (21 al 27), donde nos habla de la nueva Jerusalén, la cual estará en la Tierra en el territorio donde está Israel en la actualidad, y esto será luego del Reino milenial. Dice:

«Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro, transparente como vidrio.

Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero.

La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.

Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella.

Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche.

Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella.

No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.»

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema para esta ocasión es: «EL LIBRO DE LA VIDA DEL CORDERO,» del cual leímos aquí a lo último donde dice, verso 27:

«No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.»

«EL LIBRO DE LA VIDA DEL CORDERO.»

Este Libro de la Vida del Cordero está en el Cielo, están inscritos o escritos allí los nombres de todos los que serán salvos, los que entrarán al nuevo Pacto por medio de Cristo nuestro Salvador. Este Título de Propiedad es nada menos el Libro donde el nombre de cada hijo e hija de Dios fue escrito antes de la fundación del mundo; esas son las personas que para este tiempo final aparecerían en la Tierra también recibiendo a Cristo como Salvador, y eso comenzó desde el tiempo de Jesús y los apóstoles; desde el Día de Pentecostés comenzaron a entrar al Reino de Dios.

Ese Libro que es desde antes de la fundación del mundo, tiene los nombres de todas esas personas llamados los escogidos o elegidos de Dios; esas personas vienen de la eternidad. La persona tiene Vida eterna porque estaba en Dios desde antes de la creación; son personas que podemos decir: «Son genes del pensamiento divino,» estaban en la mente de Dios cuando Dios pensó en Cristo, del cual dice la Escritura que es el Cordero de Dios, y vean cómo lo dice aquí en el capítulo 13 del Apocalipsis, y capítulo 17, nos habla de las personas que adorarán a la bestia, que son las personas que no tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Dice capítulo 13, verso 7, vamos a empezar en el verso 4, dice:

«Y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella?

También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses.

Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar de su nombre, de su tabernáculo, y de los que moran en el cielo.

Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación.

Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo.»

¿Desde cuándo fue inmolado? Desde el principio del mundo dice aquí la Escritura que el Cordero, Cristo, fue inmolado, ¿pero no fue sacrificado en la Cruz del Calvario dos mil años atrás? Sí, físicamente, pero todo esto estaba en la mente de Dios, en el programa de Redención para redimir al ser humano, el cual iba a caer, iba a caer de la Vida eterna.

Y ahora, ¿desde cuándo dice que fue inmolado el Cordero, Cristo? Dice aquí «desde el principio del mundo;» en otro lugar pueden encontrarlo quizás: desde antes de la fundación del mundo, porque todo ese Programa Divino está desde antes de la fundación del mundo.

Ahora, ¿desde cuándo el nombre suyo y el mío fue colocado en el Libro de la Vida del Cordero? Desde que Dios pensó en el Cordero siendo sacrificado desde la fundación del mundo, desde ese tiempo está el nombre mío y el suyo escrito en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero; porque si Dios pensó en el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, pues entonces tenía que pensar en las personas por las cuales tenía que morir.

Por lo tanto, tanto el Cordero de Dios, Jesucristo, que fue sacrificado desde la fundación del mundo (todo esto en la mente de Dios), también usted y yo estábamos allí, porque no va a hacer, a pensar, en un Sacrificio, si no tiene por quién efectuar ese Sacrificio.

Recuerden que todo es un Programa Divino para que los atributos divinos sean manifestados, el atributo de Salvador, Redentor, el atributo de Sanador, el atributo de Padre, el atributo de Hijo y así por el estilo todos los atributos divinos que estaban en Dios tienen que manifestarse, para lo cual entonces hay un Programa Divino para ser manifestado cada atributo divino.

La persona, cuando recibe a Cristo como Salvador, es restaurado a la Vida eterna. La persona escrita en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, tenía Vida eterna, y por eso tiene que venir el Cordero de Dios: Cristo, para restaurarnos a la Vida eterna, porque con el pecado efectuado allá en el Edén, todos esos escritos en el Cielo que tenían que venir cuando Adán y Eva estaban allí en el Huerto del Edén, tenía que venir, el primero que tenía que nacer a través de Adán y Eva, era Jesús, y luego todos los demás escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero.

Solamente tenemos unos seis mil años, diríamos de atraso, pero no hay atraso en el Programa Divino, si lo vemos desde el lado positivo nos evitamos todos esos problemas que han habido en seis mil años, pero si no pecaban Adán y Eva, los atributos de Dios como Salvador, como Redentor, como Padre, como Hijo, como Salvador, y así por el estilo todos esos atributos no tenían causa por la cual manifestarse.

Por lo tanto, todas estas cosas tenían que suceder, Dios las vio de antemano y así tenía que suceder. Pero no tenemos motivo por el cual quejarnos porque el Cordero de Dios vino y quitó nuestros pecados.

Encontramos en la Escritura que se habla de juicio y maldiciones para las personas que pecan, y esos juicios y maldiciones pueden alcanzar hasta la cuarta generación. Veanlo aquí, capítulo 34 del Éxodo, verso 5 en adelante dice:

«Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él, proclamando el nombre de Jehová.

Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad;

que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación.»

Por eso es que encontramos a través de la historia de la raza humana, que heredan problemas de salud los hijos, los nietos, los cuales los tenían también los padres o los abuelos o los bisabuelos, o por cualquier pecado que ellos cometieron y no se arrepintieron, las consecuencias luego vienen también sobre ellos, sobre los hijos, sobre los nietos y sobre los bisnietos, o sea, que puede heredar un sinnúmero de plagas, de juicios.

Por eso es que cuando una persona es examinada por un médico, le preguntan si él tiene problemas de cáncer o alguna otra enfermedad, o si su mamá, su papá, o si sus abuelos, ¿por qué? porque viene de los padres o abuelos o bisabuelos, muchos problemas de salud.

Pero ahora, todo eso lo cortó Cristo, cuando murió en la Cruz del Calvario vino para quitar el pecado del mundo; por lo tanto, todos los errores que cometieron nuestros padres o abuelos o bisabuelos no tienen que pagar la consecuencia los hijos, los nietos o los bisnietos; por eso con Cristo la persona tiene la bendición de que no tiene que pagar las consecuencias de los errores de sus padres, abuelos o *bisabuelos; por eso algunas personas dicen (o se preguntan) cómo le vino tal problema de salud, puede estar en alguno de sus… o padres, abuelos o bisabuelos; como también bendiciones.

Ahora, vean ustedes aquí, Moisés dice a Dios en el capítulo 32, verso 30 en adelante, dice… eso fue cuando pecaron ante Dios por el becerro de oro allá en el monte Sinaí; cuando Moisés bajó ya habían cambiado de religión, habían dejado a Dios los que lo hicieron y los que entraron a formar parte de esa fiesta al dios, el becerro de oro que ellos se habían hecho. Eso del becerro de oro viene de Egipto, y Egipto lo heredó de otros lugares, porque eso viene desde Babilonia, la adoración al becerro de oro con cuernos; eso vino desde el tiempo de Nimrod, su padre Cus era el intérprete de los dioses, de esos espíritus malos que dirigían la adoración al maligno. Ahora vean, dice Moisés a Dios en el capítulo 32, verso 30 en adelante dice:

«Y aconteció que al día siguiente dijo Moisés al pueblo: Vosotros habéis cometido un gran pecado, pero yo subiré ahora a Jehová; quizá le aplacaré acerca de vuestro pecado.

Entonces volvió Moisés a Jehová, y dijo: Te ruego, pues este pueblo ha cometido un gran pecado, porque se hicieron dioses de oro,

que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito.»

Vean, Moisés sabía que Dios tiene un Libro en donde están escritos los nombres de millones de seres humanos.

El Libro de la Vida tiene la sección del Libro de la Vida del Cordero del cual no pueden ser borrados los nombres, y tiene la otra sección llamada el Libro de la Vida, es el mismo Libro, pero tiene esa otra sección de donde algunos pueden ser borrados por alguna causa. Por eso en el Apocalipsis hay una Escritura que dice, capítulo 3 de Apocalipsis, verso 5 dice:

«El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.»

Hay una sección del Libro de la Vida de donde pueden ser borrados nombres de personas, pero esa no es la sección del Libro de la Vida del Cordero, porque la sección del Libro de la Vida del Cordero es donde están todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo que han recibido a Cristo como Salvador y han entrado al nuevo Pacto, bajo la Sangre del nuevo Pacto, que es la Sangre de Jesucristo.

En una ocasión encontramos al salmista David hablando por allá por el Salmo 139, verso 16 dice:

«Mi embrión vieron tus ojos,

Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas

Que fueron luego formadas,

Sin faltar una de ellas.»

El rey David sabía que Dios tiene un Libro donde están escritos los nombres de las personas, pero no solamente tiene un Libro, vean en el capítulo 20, versos 11 al 15 del Apocalipsis dice:

«Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos.

Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida…»

Vean, los libros que fueron abiertos son los Libros que tienen toda la historia de la vida de la persona, donde está el nombre de cada persona que nace en este planeta Tierra.

Hay personas que se creen tan libres, y que se creen tan importantes, y que creen que no tienen que darle cuenta a nadie, y no saben que hay un record donde se lleva a cabo, escrito, todo lo que la persona hace en la Tierra. Cada persona debe saber que eso existe en el Cielo en el Reino de Dios, y está también… dice, esto es para el juicio final, dice:

«Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras.»

Según sus obras, todo lo que ha hecho cada persona en la Tierra ha quedado registrado en el Cielo en el Libro de las memorias donde se lleva ese record. Y también está el Libro de la Vida donde está registrado el nombre de cada persona que nace en la Tierra. Y está la otra sección en el Libro de la Vida, llamado el Libro de la Vida del Cordero, donde están escritos todos los nombres de los que recibirán a Cristo como Salvador y serían bautizados en agua en Su Nombre y recibirían el Espíritu de Cristo y obtendrían el nuevo nacimiento; esas personas serían restauradas a la Vida eterna, primero su alma, primero en lo espiritual, y después serían restaurados físicamente a la Vida eterna.

Ser restaurado es porque tenía Vida eterna en Dios eternamente, y ha venido de la eternidad para pasar por esta etapa de Redención; así que, ¿a qué le tiene miedo usted? No hay a qué tenerle miedo, usted ha venido de la eternidad, usted tenía Vida eterna con Dios, estábamos en Dios, primero como un pensamiento divino, o sea, como un atributo divino, y luego encontramos que en Cristo estábamos eternamente, y esos eran los hijos e hijas que Cristo tendría por medio de creación divina, por medio de esa manifestación de Dios a través de Cristo; y vendrían a ser… esos son los hijos… vamos a ver cómo lo dice aquí, Hebreos, capítulo 2, verso 12 en adelante dice:

«Anunciaré a mis hermanos tu nombre,

En medio de la congregación te alabaré.

Y otra vez:

Yo confiaré en él.

Y de nuevo:

He aquí, yo y los hijos que Dios me dio.

Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo,

y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.

Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham.

Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo.

Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.»

Ahora vean, esta es la familia que tenía que aparecer descendiendo por el primer Adán y Eva, sería la Iglesia del Señor Jesucristo, Cristo con Su Iglesia, la familia que Adán y Eva tendrían si no pecaban. Pero recuerden que Dios tenía todo previsto, y había un Programa Divino, por consiguiente tenían que pasar estas cosas que sucedieron.

Por lo tanto, no vamos a estar discutiendo, reclamándole a Adán y a Eva diciéndole cuando los encontremos: «Nos atrasamos en venir a la Tierra por seis mil años,» no hay ningún atraso para nosotros, porque hemos venido de la eternidad, y en la eternidad no hay tiempo, el tiempo es nada en eternidad.

Por lo tanto, hemos estado pasando por la Tierra una cantidad pequeña de años, que si fueran novecientos años, novecientos años de luchas serían muchos, ¿verdad? Así que con lo que Dios nos da, digamos, alrededor de cien años, un poquito más y un poquito menos para otros, es suficiente, lo importante es recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador para ser restaurados a la Vida eterna.

Es que el venir a la Tierra, por cuanto se pecó en el Huerto del Edén, hubo pecado allá, entonces encontramos que aparecemos en una raza caída, en una raza sin Vida eterna, y hemos venido de la eternidad y por consiguiente tenemos que ser restaurados a la Vida eterna por medio de Cristo nuestro Salvador; para eso Él vino a la Tierra y murió en la Cruz del Calvario.

Por lo tanto, conscientes de que los nombres de todos los creyentes en Cristo que formarían la Iglesia del Señor Jesucristo estaban escritos en el Cielo desde antes de la fundación del mundo, desde que Dios pensó en el Cordero siendo sacrificado, pensó en nosotros también, porque ¿por quién iba a pensar Dios ser sacrificado el Cordero si no había alguien por el cual Él morir? Pero Él murió por nosotros, y eso fue en la mente de Dios donde estábamos también todos nosotros como genes del pensamiento divino.

Así que nuestra estadía aquí en la Tierra tiene un propósito: para ser rociados con la Sangre de Cristo, ser limpiados de todo pecado y ser restaurados a la Vida eterna, ese es el propósito de nuestra vida aquí en la Tierra.

Por eso San Pablo luego decía: «Desearía estar presente al Señor,» o sea, «ya irme de esta tierra, pero por causa de vosotros prefiero estar con ustedes, no irme todavía.» Y también así pienso yo: me gustaría ya marcharme al Paraíso donde están allá todos los santos que han partido de edades pasadas y pedir que me permitan ver al reverendo William Branham y a su grupo, y luego que me permitan también ver al grupo de cada mensajero con el mensajero de cada edad, ver también a San Pablo, ver a San Pedro, hablar con ellos, ver a todos los que están allá, y así por el estilo, y ver a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos ellos en el lugar donde se encuentren.

Pero allá no estaría trabajando, porque es un lugar de reposo, reposamos de los trabajos terrenales; no es que no se esté haciendo nada, pero de trabajo, de ir a trabajar y de ir a hacer compras, no hay necesidad de supermercados porque no hay necesidad de comer, tampoco de dormir, así que no hay mueblería para vender muebles y cosas así, o sea, que allá la vida es diferente.

Pero conviene que estemos aquí disfrutando de las bendiciones de Dios en el Programa Divino, y pertenecer a los escogidos de Dios del Día Postrero que esperan la Venida del Señor, la resurrección de los muertos en Cristo en la Venida del Señor, y la transformación de los que estén vivos, porque habrá un grupo de hijos e hijas de Dios en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Iglesia o la Iglesia del Señor Jesucristo, que cuando ocurra la resurrección, los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo que estén vivos serán transformados a medida que vayan viendo a los muertos que han resucitado, y luego, pues estaremos una temporada aquí en la Tierra de treinta a cuarenta días, como Cristo estuvo unos cuarenta días apareciendo a Sus discípulos y luego subió al Cielo para la Obra de Intercesión que le correspondía al sentarse en el Trono de Dios.

Es importante estar conscientes, despiertos a la realidad, de quiénes somos delante de Dios, para nunca desanimarnos en la vida, sino seguir adelante luchando con la fe y la esperanza de vivir eternamente con Cristo en Su Reino, recibir la glorificación que será nuestra transformación, y luego se acabaron los problemas.

Por lo tanto, problemas siempre los hubo, los hay y los habrá hasta que sea encadenado el diablo, y colocado en el abismo, y aun lo sueltan después de mil años, después del milenio, y sigue dando problemas. Es como un perro rabioso, que lo amarran y ya lo controlaron, lo sueltan y sigue dando problemas. Ya después de eso ya no hay cadenas para el diablo, sino el lago de fuego.

Es importante estar conscientes de quiénes somos y qué nos corresponde estar llevando a cabo conforme al Programa Divino. Vean, aquí en Hebreos, capítulo 12, verso 22 en adelante dice:

«Sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,

a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos…»

Los primogénitos son los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo, y tienen sus nombres escritos ¿dónde? en el Cielo, en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero.

Cuando Cristo mandó a Sus discípulos a predicar y a echar fuera demonios, sanar enfermos, resucitar muertos, cuando luego regresan a donde Jesús muy felices, le dicen a Jesús: «Señor, hasta los espíritus (o sea, los demonios, espíritus malos) se nos sujetan en Tu Nombre.» Cristo les dice: «No os gocéis que los espíritus se os sujetan en mi Nombre…» (San Lucas, capítulo 10). Vamos a leerlo, capítulo 10, verso 20, dice:

«Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.»

El mismo Jesús lo enseñó, Moisés también lo enseñó, que hay un Libro donde están escritos los nombres. Ahora vean, Moisés tipifica a Cristo ahí, diciendo que… intercediendo por el pueblo, si no Dios destruía al pueblo hebreo por haber hecho el becerro de oro, por la idolatría; y Cristo, si no venía a la Tierra y moría, y si Cristo no se entregaba por nosotros para morir en la Cruz, todos teníamos que morir.

Moisés allá intercediendo por el pueblo: «Perdona al pueblo, o si no, raeme de Tu Libro que has escrito.» Jesús se entregó voluntariamente por nosotros para que nosotros podamos vivir eternamente, podamos ser restaurados a la Vida eterna.

Viendo que es una realidad bíblica que hay un Libro de la Vida, y tiene una sección de donde pueden ser borrados nombres, y hay otra sección de donde no pueden ser borrados nombres, llamado la parte del Libro de la Vida del Cordero, y conscientes de que los creyentes en Cristo nacidos de nuevo que forman la Iglesia del Señor Jesucristo están escritos en esa sección del Libro de la Vida del Cordero, y están bajo la Sangre del nuevo Pacto, conscientes de esta realidad, despiertos a esta realidad, caminemos hacia adelante sirviendo a Cristo con toda nuestra alma, conscientes de que estamos en Dios, estábamos eternamente en Dios y teníamos Vida eterna con Dios. Así como cuando Abraham diezmó a Melquisedec, dice San Pablo que mientras… cuando Abraham diezmó a Melquisedec, capítulo 7 de Hebreos, verso 9 al 10, dice:

«Y por decirlo así, en Abraham pagó el diezmo también Leví, que recibe los diezmos;

porque aún estaba en los lomos de su padre cuando Melquisedec le salió al encuentro.»

Estaba en los lomos de su padre, Leví; y su padre todavía no había nacido. Leví es hijo de Jacob, y tampoco Isaac, hijo de Abraham, todavía no había nacido, estaba en los lomos de Abraham, Abraham, Isaac, Jacob y Leví. Leví vino a ser la cuarta generación, contando: Abraham, Isaac, Jacob y Leví, contando a Abraham como la generación de donde salen tres generaciones.

Así que en la cuarta generación pasada, contando usted, contándose usted: uno, contando su papá: dos, contando a su abuelo: tres, y contando a su bisabuelo: número cuatro, allá usted estaba, allí surgió la vida suya, y fue pasando a través de su abuelo, su papá, y luego apareció usted. Por eso les dije que también se heredan enfermedades, algunos heredan bendiciones también, pero vamos a dejar eso quietecito ahí.

Ahora vemos cómo es este proceso, y con la ciencia se puede ver la parte física, pero la parte espiritual es la más importante. En el programa de restauración caminamos tres edades para atrás, la nuestra: la cuarta, la edad que corresponde a la Edad de Oro, la Edad de Piedra Angular, caminamos hacia atrás tres, y nos coloca en la quinta etapa o edad de la Iglesia, por eso viene en esa línea hasta llegar a nosotros, hasta aparecer nosotros aquí en la Tierra.

«EL LIBRO DE LA VIDA DEL CORDERO.»

Ese es el Libro más importante en el Cielo, y si es el más importante en el Cielo cuánto más en la Tierra, y viene a ser manifestado aquí en la Biblia, por eso es tan importante conocer la Biblia, porque a través de la Biblia usted conoce todas estas cosas, y por cuanto la Biblia, la Palabra de Dios, es el mismo Dios en forma de letra, en forma de Palabra, ahí tenemos el Libro de la Vida, lo tenemos en Dios, en el pensamiento divino, y lo tenemos en el Libro sellado con siete Sellos, el Libro de la Vida del Cordero.

Usted y yo somos ese Nombre que está escrito en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, manifestado aquí en la Tierra, ¿cómo o qué nombre le colocó Dios a usted desde antes de la fundación del mundo? Si no es el mismo que tenemos, no se preocupe, cuando tenga el nuevo cuerpo lo va a conocer entonces; pero si acertaron nuestros padres en colocarnos el nombre que Dios… el nombre… el mismo nombre que Dios tiene, nuestro, en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, pues será el mismo nombre, no se preocupen; eso no es ningún problema.

Que hemos aparecido ahora en el tiempo final, tampoco es ningún problema, viendo desde cierto punto positivo: que si le hubiera tocado vivir en el tiempo de aquellas persecuciones donde los echaban a los leones o los quemaban, nos ha tocado el mejor tiempo, aunque viene una apretura por ahí, pero la apretura será señal de que ya estaremos casi para irnos de esta dimensión, de que ya casi vamos a ser transformados.

Será bajo el tiempo de una apretura que habrá grandes terremotos, maremotos grandes, en una escala más… mayor, ya está bastante grande la escala en que están los terremotos y maremotos, pero eso será muy pequeño comparado con lo que viene.

Pero no tenemos porqué preocuparnos, porque viene una resurrección para los muertos en Cristo, así que si alguno de nuestro tiempo muere a causa de un terremoto o maremoto, no se preocupe, regresará en un cuerpo glorificado; si permanecemos vivos, pues seremos transformados, no hay ningún problema. En todo tiempo todo creyente en Cristo tiene que estar esperando su transformación, y consciente que, si muere, pues será resucitado en cuerpo glorificado.

Hemos visto el Libro de la Vida del Cordero, donde está mi nombre escrito desde antes de la fundación del mundo, ¿y el de quién más? El de cada uno de ustedes también.

Ahora podemos comprender por qué el apóstol Pablo en Romanos, capítulo 8, verso 14 al 31, nos habla de los elegidos, de los predestinados, de los escogidos, los cuales han estado siempre clamando por la adopción, que es la redención del cuerpo, o sea, la transformación, para ser todos a imagen y semejanza de Cristo, con cuerpos eternos, glorificados, inmortales, como el cuerpo glorificado de Cristo, y jóvenes para toda la eternidad.

Usted no escogió a Cristo, Cristo fue el que nos escogió a nosotros, bien lo dijo: «No me escogisteis vosotros a mí, mas yo os escogí a vosotros.»

Y ahora, podemos ver lo importante que es para Dios una persona que tiene su nombre escrito en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, tan importante que Cristo tuvo que morir por nosotros en la Cruz del Calvario. Por eso en la Escritura nos dice que los creyentes en Cristo son hijos e hijas de Dios.

Usted no recuerda nada de cuando estaba en la eternidad, ¿por qué no recuerda nada? Porque a causa de la caída no obtuvimos cuerpos angelicales, solamente estábamos en Dios como genes del pensamiento divino; todavía no habíamos obtenido el cuerpo angelical, y por consiguiente, al venir aquí a la Tierra no vinimos con el cuerpo angelical de la sexta dimensión, sino que obtuvimos o recibimos un espíritu del mundo, un cuerpo espiritual del mundo, no del Cielo, no del Paraíso, no de la sexta dimensión, no un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, por eso se requiere nacer de nuevo del Agua y del Espíritu, de la Palabra, el Evangelio de Cristo, y del Espíritu Santo, para así tener un cuerpo angelical. Un espíritu… recuerden que un espíritu es un cuerpo, y ese cuerpo espiritual del Paraíso, de la sexta dimensión, es el que obtienen los creyentes en Cristo, y cuando mueren siguen viviendo en ese cuerpo angelical en el Paraíso hasta que Cristo allí llegue y los traiga, los juzgue, juzgue a los mensajeros con su grupo y luego los traiga en la resurrección en cuerpos glorificados, y a los que estemos vivos nos transforme.

Ese es el plan de Dios, el Programa Divino, y esa resurrección y transformación será a la final trompeta, o sea, al final mensaje, y será en el Día Postrero, que es el séptimo milenio de Adán hacia acá en el cual ya estamos viviendo.

Por lo tanto, viendo todas estas cosas y todas las señales que están siendo cumplidas, tengamos nuestras cabezas levantadas al Cielo, a las cosas de Dios, porque nuestra redención está cerca, la redención del cuerpo, o sea, nuestra transformación, y la redención para los muertos en Cristo que será la resurrección en cuerpos glorificados.

No sabemos el día, no sabemos la hora ni el año en que ocurrirá, pero si la profecía dice que será en el Día Postrero, y ya estamos en el Día Postrero, no sabemos en qué año del Día Postrero, del milenio postrero ocurrirá la resurrección para los que murieron y la transformación para los vivos. Pero una cosa sí sabemos: que nuestros nombres están escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero.

Por esa causa es que Él nos ha llamado a Su redil: «Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y yo las llamo por su nombre,» dice Cristo en San Juan, capítulo 10. Él dice: «Mis ovejas oyen mi voz y me siguen, y yo las conozco y yo les doy Vida eterna; y no perecerán jamás, mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.»

Es un privilegio grande ser un hijo o una hija de Dios; es un privilegio grande tener el nombre escrito en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero. Usted y yo hemos venido de la eternidad, de Dios, y regresamos a eternidad conforme al programa de restauración, de Redención, de Dios por medio de Cristo nuestro Salvador.

Es Él el que trae las personas a Su redil, «también tengo otras ovejas las cuales también debo traer; y oirán mi Voz, y habrá un rebaño y un pastor,» ¿ven? Es Él el que busca Sus ovejas; no son las personas las que buscan a Dios, es Dios por medio de Cristo el que busca las personas, el que busca esas ovejas que están escritas en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero.

Nadie puede venir a Cristo, dice el mismo Cristo: «Nadie puede venir a mí, si el Padre no lo trae, y el que a mi viene no lo echo fuera,» ¿por qué? Porque ha sido traído por Dios el Padre. Cuando Pedro también contesta la pregunta de Cristo cuando Él pregunta: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?» cada cual comenzó a decir: «Unos dicen que Tú eres Elías, otros dicen que Tú eres Juan el Bautista o alguno de los profetas que ha resucitado,» Cristo pregunta: «Y ustedes, ¿quién dicen ustedes que soy yo?» Pedro dice: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.» Jesús le dice: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en el Cielo (o en los Cielos).» (San Mateo, capítulo 16).

¿Por qué usted ha venido a los Pies de Cristo? Porque Cristo lo ha traído, Dios el Padre por medio de Cristo lo ha traído, por medio de Su Espíritu lo ha traído al redil, al redil del Señor, al redil de Dios, porque usted es una oveja del Señor, y por eso persevera siguiendo al Señor y sirviéndole de todo corazón.

Y luego cuando estemos en la Cena de las Bodas del Cordero hemos de saber la bendición tan grande que tenemos, porque por ahora la tenemos por escrita aquí en la Palabra, la leemos y la creemos todas las bendiciones que están ahí dadas para los creyentes en Cristo, y algunas se cumplen actualmente, pero hay otras que son para el futuro; pero cuando tengamos el cuerpo nuevo, esa es una promesa que va a ser hecha realidad, concretada, lo cual será muy pronto. Pero no fue usted el que lo hizo, fue Dios el que lo ha hecho, porque usted y yo estábamos en Dios eternamente; hemos venido de la eternidad y regresamos a la eternidad.

«EL LIBRO DE LA VIDA DEL CORDERO.» Mi nombre está ahí escrito, ¿y el de quién más? El de cada uno de ustedes también.

Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted, recordando que ha sido el Espíritu de Dios el que lo ha traído para que escuche la Palabra, el Evangelio de Cristo, y nazca la fe de Cristo en su alma y lo reciba como único y suficiente Salvador, porque el nombre suyo está escrito en el Cielo en el Libro de la Vida. «Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón,» Él te está llamando.

Los que están en otras naciones también pueden venir a los Pies de Cristo nuestro Salvador si todavía no lo han recibido como único y suficiente Salvador, para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado y lo restaure a la Vida eterna. «Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y yo las conozco y yo les doy Vida eterna; y no perecerán jamás, mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. El Padre y yo, una cosa somos.» (Dice Cristo en San Juan, capítulo 10, versos 27 al 30).

Vamos a hacer la oración por los que han venido a los Pies de Cristo en diferentes países, para lo cual vamos a estar puestos en pie. Con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, y nuestros ojos cerrados los presentes y los que están en otros países para la oración por los que han venido a los Pies de Cristo en diferentes países:

Padre celestial, en el Nombre del Señor Jesucristo me acerco a Ti Señor, trayendo, presentando a Ti todas estas personas que han estado recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador. Padre, en Tus manos los encomiendo en el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Y ahora, todos los que están recibiendo a Cristo como Salvador en estos momentos, repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón. Creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu primera Venida y en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados y por los de todo ser humano.

Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador. Reconozco que no hay otro Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podamos ser salvos. Doy testimonio público de mi fe en Ti y te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre.

Señor, haz una realidad en mi vida Tu salvación que ganaste para mí y para todo ser humano en la Cruz del Calvario. Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente contigo en Tu Reino. Sálvame Señor. Te lo ruego en el Nombre eterno y glorioso Tuyo Señor Jesucristo. Amén y amén.

Con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado. Ustedes me dirán: «Quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible en el Nombre del Señor. ¿Cuándo me pueden bautizar?» es la pregunta de cada uno de ustedes, en diferentes naciones, que han recibido a Cristo como Salvador en estos momentos. Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor en estos momentos.

El agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado, pero el bautismo en agua fue un mandamiento de Cristo en el cual nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Es, el bautismo en agua, a la semejanza de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo.

Por lo tanto, bien pueden ser bautizados, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y nos continuaremos viendo eternamente con Cristo en Su Reino.

Que Dios les bendiga y les guarde, y continúen pasando todos una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo, sabiendo, conscientes, despiertos a la realidad, de que nuestros nombres están escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero.

Será hasta el próximo domingo Dios mediante en que estaré nuevamente con ustedes. Que Dios les bendiga a todos los presentes y a todos los que están en otras naciones.

«EL LIBRO DE LA VIDA DEL CORDERO.»

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