Muy buenos días o buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes y ministros; y también los que están en otras naciones, ministros e Iglesias. Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Para esta ocasión leemos en Daniel, capítulo 2, verso 26 en adelante, dice:
“Respondió el rey y dijo a Daniel, al cual llamaban Beltsasar: ¿Podrás tú hacerme conocer el sueño que vi, y su interpretación?
Daniel respondió delante del rey, diciendo: El misterio que el rey demanda, ni sabios, ni astrólogos, ni magos ni adivinos lo pueden revelar al rey.
Pero hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postreros días. He aquí tu sueño, y las visiones que has tenido en tu cama:
Estando tú, oh rey, en tu cama, te vinieron pensamientos por saber lo que había de ser en lo por venir; y el que revela los misterios te mostró lo que ha de ser.
Y a mí me ha sido revelado este misterio, no porque en mí haya más sabiduría que en todos los vivientes, sino para que se dé a conocer al rey la interpretación, y para que entiendas los pensamientos de tu corazón.
Tú, oh rey, veías, y he aquí una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible.
La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce;
sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido.
Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó.
Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra.
Este es el sueño; también la interpretación de él diremos en presencia del rey.
Tú, oh rey, eres rey de reyes; porque el Dios del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y majestad.
Y dondequiera que habitan hijos de hombres, bestias del campo y aves del cielo, él los ha entregado en tu mano, y te ha dado el dominio sobre todo; tú eres aquella cabeza de oro.
Y después de ti se levantará otro reino inferior al tuyo; y luego un tercer reino de bronce, el cual dominará sobre toda la tierra.
Y el cuarto reino será fuerte como hierro; y como el hierro desmenuza y rompe todas las cosas, desmenuzará y quebrantará todo.
Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero y en parte de hierro, será un reino dividido; mas habrá en él algo de la fuerza del hierro, así como viste hierro mezclado con barro cocido.
Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro y en parte de barro cocido, el reino será en parte fuerte, y en parte frágil.
Así como viste el hierro mezclado con barro, se mezclarán por medio de alianzas humanas; pero no se unirán el uno con el otro, como el hierro no se mezcla con el barro.
Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre,
de la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación.
Entonces el rey Nabucodonosor se postró sobre su rostro y se humilló ante Daniel, y mandó que le ofreciesen presentes e incienso.
El rey habló a Daniel, y dijo: Ciertamente el Dios vuestro es Dios de dioses, y Señor de los reyes, y el que revela los misterios, pues pudiste revelar este misterio.
Entonces el rey engrandeció a Daniel, y le dio muchos honores y grandes dones, y le hizo gobernador de toda la provincia de Babilonia, y jefe supremo de todos los sabios de Babilonia.
Y Daniel solicitó del rey, y obtuvo que pusiera sobre los negocios de la provincia de Babilonia a Sadrac, Mesac y Abed-nego; y Daniel estaba en la corte del rey.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
“LA PIEDRA NO CORTADA DE MANOS.”
El rey Nabucodonosor deseó saber lo que sería el futuro, el porvenir, y Dios le mostró, le dio a conocer el deseo del corazón de Nabucodonosor rey de Babilonia, o sea, que le mostró las cosas que sucederían en los días postreros, le mostró las diferentes etapas que el reino de los gentiles tendría; porque esa estatua que vio el rey Nabucodonosor representa el reino de los gentiles que comenzó con el rey Nabucodonosor, y por consiguiente fue representado el imperio babilónico del rey Nabucodonosor en la cabeza de oro.
El reino tenía también su religión babilónica heredada de Cus y Nimrod, desde el tiempo de Cus padre de Nimrod, y Nimrod, que establecieron esa religión babilónica, que establecieron la idolatría, en donde adoraban un becerro con cuernos, el cual era el dios babilónico.
Por esa razón cuando el pueblo hebreo, al salir de Egipto y llegar al monte Sinaí, mientras Moisés recibía de parte de Dios los diez mandamientos en piedras, dos tablas de piedras cortadas por el mismo Dios, dos tablas de piedras donde Dios escribió los diez mandamientos y se los entregó a Moisés; parte del pueblo dijo: “Moisés tarda en regresar, no sabemos qué ha pasado con Moisés,” y le pidieron, personas que no estaban de acuerdo con Moisés y que tenían la inclinación hacia la religión babilónica que también heredó Egipto, tenían la inclinación hacia el paganismo, hacia la idolatría, y pidieron a Aarón que les hiciera un becerro de oro; lo cual era el dios babilónico que también había pasado al imperio egipcio, y se había movido así la religión pagana babilónica idólatra por diferentes naciones con nombres diferentes adoptados en diferentes naciones.
Israel, al pedir el becerro de oro allí y hacer fiesta en la dedicación de ese becerro de oro, estaba dedicando también la religión babilónica, y por consiguiente estaba cambiando del Dios de Abraham, Isaac y Jacob o Israel, estaba cambiando su Dios por el dios babilónico que estaba representado en un becerro con cuernos allá en la religión babilónica, allá en Babilonia, al cual sacrificaban niños.
Por eso es que la Escritura nos habla de la trayectoria de Israel por el desierto, y dice que ellos llevaban el tabernáculo de su dios pagano, o sea, una parte del pueblo, porque los verdaderos creyentes seguían a Dios en la Columna de Fuego y a Moisés su profeta, y tenían el tabernáculo que Dios le ordenó a Moisés construir; pero otra parte del pueblo estaba inclinado al paganismo, y por eso dice la Escritura que sacrificaron también niños al dios pagano del cual llevaban el tabernáculo por el desierto.
O sea, que iban en medio del pueblo hebreo dos religiones, y el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, y un dios pagano que y en el cual creía una parte del pueblo. Y siempre ha sido así: la religión o creencia en el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios verdadero, y otras personas con su creencia en el paganismo, y por consiguiente, en el dios de este mundo, que es llamado el diablo o Satanás, y no saben algunas veces que están sirviendo, adorando, al maligno, al diablo, a Satanás.
El libro del Apocalipsis nos habla del trono de Satanás; por lo tanto, es importante conocer al Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Trono de Dios, y cómo servir a Dios; y también saber que el maligno tiene su trono terrenal y adoración terrenal, que le ofrecen muchas personas, las cuales no están completamente conscientes de que están sirviendo al dios de este mundo, al diablo, el cual le ofreció a Cristo los reinos de este mundo si postrado lo adoraba.
O sea, tenía Cristo que colocar la religión del dios de este mundo, del diablo, y sería Jesucristo el líder del reino de este mundo, y por consiguiente se convertiría en el anticristo. El diablo le hizo esa oferta a Cristo, pero Cristo la rechazó diciendo: “No tentarás al Señor tu Dios,” y le habla que solamente a Dios adorará, a Él sólo servirá.
Cristo no cambió de la religión de Dios o de la fe en Dios a la religión o fe en el maligno, aunque la oferta del maligno era que le daba todos los reinos de este mundo si postrado lo adoraba, y por consiguiente, la adoración para toda la humanidad sería la adoración al maligno.
No vamos a dar a conocer en esta ocasión completamente todo lo de este tema, pero ya hemos visto que viene de Babilonia la fe, creencia y religión al maligno; y por consiguiente, el rey Nabucodonosor y su reino tenían esa religión, religión babilónica.
Y por esa causa encontramos que Dios muestra en esa estatua el reino de los gentiles, comenzando con Nabucodonosor, y la trayectoria que tendría, que tomaría este reino, o sea, las diferentes etapas del reino de los gentiles donde estaría la religión babilónica, pasando por el imperio babilónico de Nabucodonosor y descendientes, y luego pasando a la segunda etapa: el pecho y los brazos de plata, que representa el imperio medo-persa; y después pasando a la etapa del vientre y los muslos de bronce, que representa el imperio de Grecia (encabezado por Alejandro el Grande).
Y luego pasa a la cuarta etapa, y la cuarta etapa tiene dos partes: la cuarta etapa está representada en las piernas de hierro, que es el imperio romano de los Césares, y luego, los pies de hierro y de barro cocido, lo cual muestra que es el mismo imperio romano, pero ya cubierto con barro sus pies.
O sea, que la primera etapa de las piernas o del cuarto imperio, fueron las piernas de hierro, correspondientes al tiempo en que apareció Jesús.
Ese reino romano o imperio romano desde su comienzo corresponde a las piernas de hierro; y luego que fue herido en la cabeza ese imperio, la bestia fue herida en la cabeza con una herida mortal pero que fue sanada, luego pasa – termina el imperio romano político, y entonces pasa a otra etapa en que sigue el imperio romano pero cubierto con barro cocido: la parte de los pies, los pies de hierro y de barro cocido.
Por lo tanto, el imperio romano continúa, pero cubierto el hierro; esa es la etapa que corresponde desde el tiempo en que el imperio romano dejó de existir como imperio político.
Y ahora, los pies de hierro y de barro cocido son nada menos que la segunda parte del cuarto imperio; y es en esa etapa, al final de esa etapa, que la Piedra no cortada de manos, la Venida del Señor, la Venida del Mesías, será cumplida; y con la Venida del Mesías, el imperio cuarto en su segunda parte colapsará, será desmenuzado con la presencia del Señor en Su Venida en este tiempo final, en el Día Postrero.
Nos preguntamos: ¿Qué estará pasando en las naciones? ¿Qué estará pasando entre los gentiles, en los reinos gentiles, en las naciones? ¿Será los primeros indicios de lo que va a suceder con la Venida de la Piedra no cortada de manos, con la Venida del Señor? Algo está sucediendo, pues como vemos a las naciones y sus gobiernos, se encuentran en peligro de colapsar todos los sistemas de las naciones.
El sistema mundial del reino de los gentiles está por colapsar, y por consiguiente, ser desmenuzados los pies de hierro y de barro cocido; y luego de eso, dice que la Piedra no cortada de manos, cortada de la montaña, creció y vino a ser un gran Imperio, un gran Reino, que llenó toda la Tierra.
La Piedra no cortada de manos es el Mesías en Su Venida en el Día Postrero, y crecerá y cubrirá toda la Tierra Su Reino, Su Imperio, con capital en la tierra de Israel, en la ciudad de Jerusalén, y todo el territorio de Israel como Distrito Federal; y así es como Israel vendrá a ser la cabeza de todas las naciones.
Así como el Distrito Federal con su capital es la cabeza de cada nación, así también será la cabeza del Reino mundial del Mesías: Israel, con Jerusalén como capital de ese Reino; porque Jerusalén es la ciudad de Dios, es Trono de Dios, donde estará el Trono del Mesías que es llamado el Trono de David, que será restaurado por el Mesías Príncipe como Hijo de David, y por consiguiente el Reino de David será restaurado; y eso será la venida del Reino de Dios a Israel.
Así es como vendrá el Reino de Dios a Israel y será restaurado el Reino de Dios a Israel, lo cual será la restauración del Reino de David, porque el Reino de Dios en la Tierra es el Reino de David, y el Trono de Dios en la Tierra es el Trono de David, y la Piedra no cortada de manos es el Mesías en Su Venida en el Día Postrero, en este tiempo final en el cual estamos viviendo; pero no sabemos el día, el mes o la hora en que todo esto tendrá pleno cumplimiento, pero ha comenzado el proceso para el cumplimiento de esta promesa, de esta profecía.
Es importante estar, entonces, en el Reino de Dios, siendo trasladados al Reino de Dios por medio de Cristo al producir el nuevo nacimiento, en donde la persona nace de nuevo, nace del Cielo, y por consiguiente nace del Reino y en el Reino de Dios.
Y ahora, la persona creyente en Cristo pertenece al Reino de Dios, aunque tiene nacionalidad terrenal del país donde nació, y por consiguiente, nacionalidad del reino de los gentiles, y si es judío, nacionalidad judía; pero por causa de que nació de nuevo tiene nacionalidad celestial, porque el nuevo nacimiento es del Cielo, y por consiguiente, pertenece al Reino celestial, al Reino de Dios, en el cual la persona viene a ser sacerdote según el Orden de Melquisedec, de ese Reino, así como Cristo es el Sumo Sacerdote de ese Reino. Y por consiguiente, el Mesías Príncipe en Su Venida en el Día Postrero será Sumo Sacerdote y Rey, Sumo Sacerdote del Templo celestial y Rey de reyes y Señor de señores.
“LA PIEDRA NO CORTADA DE MANOS.”
¿Qué es la Piedra no cortada de manos? La Venida del Señor para el Día Postrero en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido del reino de los gentiles; y entonces “los reinos de este mundo pasarán a ser de nuestro Señor y de Su Cristo,” conforme a Apocalipsis, capítulo 11, versos 15 al 19.
Y Cristo dice en San Lucas, capítulo 19, verso 12, que un hombre noble (el cual es Cristo), se fue a un país lejano para recibir un Reino y volver, porque Él es el heredero a ese Reino, al Reino de Dios en la Tierra, y también al Reino celestial. Y por consiguiente, al recibir ese Reino y volver, volverá para establecer el Reino de Dios en la Tierra, restaurar el Reino de David y el Trono de David.
Los creyentes en Cristo que han entrado al Reino de Dios, en ese Reino serán sacerdotes según el Orden de Melquisedec, reyes también, y serán jueces, porque “los santos juzgarán al mundo y aun a los ángeles.” [Primera de Corintios 6:2-3]
Cristo mismo dijo a Sus discípulos: “Vosotros que habéis estado conmigo, os sentaréis en doce tronos y juzgaréis a las doce tribus de Israel.” Eso nos habla de un Reino teocrático que será establecido por el Mesías, en donde la teocracia y la monarquía se van a fusionar, se van también a entrelazar.
Así como Dios reinaba por medio de Moisés, por medio de Josué y por medio de todos los jueces hasta Samuel, reinará a través del Mesías Príncipe en el Reino milenial; y así como reinó a través de los reyes que obedecieron a Dios y sirvieron a Dios, como David, como Salomón y otros reyes que sirvieron a Dios, reinará Dios y gobernará por medio del Mesías, Rey de reyes y Señor de señores, como Hijo de David, sentándose en el Trono de David al cual es heredero; y reinará sobre la Casa de Israel, sobre la Casa de Jacob, sobre todo Israel y sobre el mundo entero. Isaías, capítulo 9, verso 1 en adelante, e Isaías, capítulo 11, versos 1 en adelante también.
Y así la Tierra será llena del conocimiento de la gloria de Dios, de la gloria del Señor, y todos conocerán a Dios; y por consiguiente, quedará eliminada la religión babilónica con el impacto de la Segunda Venida de Cristo, con la Venida del Mesías, en donde será desmenuzado el reino de los gentiles en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido.
Y las demás etapas que han quedado, los residuos que han quedado de esos otros imperios o etapas del reino de los gentiles, también serán esas etapas desmenuzadas, el residuo de ellas; y será establecido el Reino de Dios en la Tierra, en donde el Mesías Príncipe como Hijo del Hombre, el cual es el heredero al Reino mundial, es el heredero al mundo entero, y por consiguiente Su Reino será sobre todas las naciones.
Todos conocerán a Dios “porque la Tierra será llena del conocimiento de la gloria del Señor, como las aguas cubren el mar.” Isaías, capítulo 11, verso 9.
Y también Zacarías, capítulo 14, donde dice: “En aquel día el Señor será uno, y uno su nombre.” Capítulo 14, verso 9 de Zacarías.
Y luego ese capítulo mismo, sigue diciendo que de año en año subirán las naciones a adorar a Dios en la Fiesta de los Tabernáculos.
Y también Habacuc, capítulo 2, verso 14, dice que “la Tierra será llena del conocimiento de la gloria del Señor, como las aguas cubren el mar.”
Por lo tanto, va a ser llena la Tierra, la familia humana, del conocimiento del único Dios verdadero, para servir al único Dios verdadero; y así el Mesías Príncipe establecerá la adoración al Dios verdadero en todas las naciones, en el mundo entero.
El diablo, que engañaba a las naciones, será atado por mil años, dice Apocalipsis, capítulo 20, versos 1 al 3, para que no engañe más a las naciones. Luego del Reino milenial será suelto por un corto tiempo y volverá a engañar a las naciones, y por consiguiente a los que resucitarán para el juicio final en cuerpos físicos, los engañará por un corto tiempo, a los cuales había engañado anteriormente, porque la muerte no cambia a la persona; dice la Escritura que “como el árbol cae, así se queda,” por lo tanto, la muerte no cambia las personas; es Cristo produciendo el nuevo nacimiento en la persona, el que cambia a la persona: al nacer de nuevo es una nueva persona en el Reino de Dios, produce ese cambio, esa transformación.
“LA PIEDRA NO CORTADA DE MANOS.”
¿Qué es la Piedra no cortada de manos? La Venida del Mesías para el Día Postrero. El Mesías o Mesías lo que significa es: el Ungido, el Cristo; por eso Israel como el cristianismo, está esperando la Venida del Mesías, del Cristo, del Ungido, el cual está prometido que vendrá a Su Iglesia y está prometido, también, que vendrá a Israel.
Israel, cuando vea al Cristo, al Ungido, viniendo por Su Iglesia, dirá: “Éste es el que nosotros estamos esperando.” Y eso será la Venida del Ángel Fuerte que desciende del Cielo, eso será la Venida del Ángel del Pacto que le dio la Ley al pueblo hebreo en el monte Sinaí; pues en Malaquías, capítulo 3, que nos habla de la Venida del Mesías, nos dice que vendrá primero uno precursando Su Venida, o sea, preparándole el camino al Señor, y luego dice: “Y vendrá a Su templo el Señor (o sea, Dios el Padre), y el Ángel del Pacto,” o sea, el Ángel que le apareció a Moisés y le apareció a Adán y a todos los hombres de Dios a los cuales dice la Escritura que les apareció el Ángel de Dios o el Ángel del Pacto o Ángel del Señor.
El Ángel del Pacto, el Ángel de Dios, es la imagen del Dios viviente, el cuerpo angelical de Dios en el cual estaba, está y estará Dios; es el cuerpo angelical, el cuerpo teofánico de Dios. Y el cuerpo físico de Dios es el Mesías en Su cuerpo físico, y el Ángel del Pacto es el Mesías en Su cuerpo angelical. Por eso Cristo Jesús decía:
“Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.
Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?
Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.”
¿Cómo era Él antes de Abraham? Era en Su cuerpo angelical, en ese cuerpo teofánico llamado el Ángel del Pacto, el Ángel de Dios, el Ángel del Señor; por eso la Escritura nos dice que la Ley fue dada por comisión de Ángeles. Y también dice San Juan, capítulo 1, verso 18: “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él (le declaró) le ha dado a conocer.”
O sea, que Cristo en Su cuerpo angelical en el Antiguo Testamento, les estaba dando a conocer – estaba dando a conocer a Dios, porque Dios estaba en Cristo, el Ángel del Pacto, Su cuerpo angelical, revelándose a Adán, a Abel, a Set, a todos esos hombres de Dios; a Enoc, a Noé, a Sem y a todos esos hombres de Dios; a Moisés, a los profetas, a Abraham, a Isaac, a Jacob, a José, a todos esos profetas que aparecen en la Escritura.
Y luego creó en el vientre de María una célula de vida, la cual se multiplicó célula sobre célula y así se formó el cuerpo físico de Jesús, el cual nació al tiempo correspondiente; y Ése viene a ser el cuerpo donde habitó la plenitud de la Divinidad, ahí estaba la Divinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Por eso Jesús decía: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre,” y Él decía: “El padre mayor es que Yo,” y Él decía que Él no hacía nada de Sí mismo, Él decía: “El Padre que mora en mí, Él hace las obras.”
Por cuanto Dios creó al ser humano a Su imagen y semejanza: alma, espíritu y cuerpo, así también es Dios: Alma, Espíritu y Cuerpo. Y lo más grande en el ser humano ¿es qué? el alma, que es equivalente a Dios el Padre; y luego el espíritu de la persona es el cuerpo angelical o espiritual que tiene la persona, porque un espíritu es un cuerpo pero de otra dimensión.
Así también es el Espíritu Santo, el Espíritu de Dios: un cuerpo teofánico de otra dimensión, llamado el Ángel del Pacto o Ángel de Dios, que aparece en la Escritura desde el Génesis hasta el Apocalipsis como un varón, un hombre de otra dimensión, en el cual está Dios; y por eso aparece algunas veces hablando en primera persona y otras veces hablando en segunda persona, así como el cuerpo físico suyo, o sea, de cada uno de ustedes, habla, y habla en primera persona, pero es usted en alma viviente hablando por medio de su espíritu, su cuerpo espiritual, a través del cuerpo de carne; por eso la Escritura dice que el cuerpo sin espíritu está muerto.
Por lo tanto, la obra que hace el cuerpo físico de la persona no la hace de sí mismo, sino que es la persona, que es alma viviente, manifestándose, obrando por medio de su espíritu, su cuerpo espiritual, que está dentro, también, del cuerpo de carne obrando, haciendo las obras a través de su cuerpo físico; como Dios estuvo haciendo a través de los profetas y a través de Jesús: Era Dios por medio de Su Espíritu, dice Zacarías, capítulo 7, verso 11 al 12. Y dice Dios a través de Zacarías, capítulo 7, verso 11, dice:
“Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;
y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová (o sea, el Señor) de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros.”
O sea, que Dios por medio de Su Espíritu, Su cuerpo angelical, el Ángel del Pacto, hablaba, enviaba esa Palabra, al pueblo, hablando a través de los profetas, o sea, que entraba el Espíritu de Dios en ellos y hablaba a través de esos profetas; y por eso lo que hablaban era Palabra de Dios, era ASÍ DICE EL SEÑOR, Dios hablando por medio de un velo de carne llamado profeta, “porque no hará nada el Señor sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos Sus profetas,” dice Amós, capítulo 3, verso 7.
Siempre Dios ha usado profetas para hablar, porque la Palabra de Dios viene a los profetas, por eso usted encuentra algunos profetas que dicen: “Vino Palabra del Señor a mí,” y entonces dicen lo que les fue dicho, lo que les fue revelado, y lo hablan ungidos por el Espíritu Santo, o sea, el Espíritu Santo hablando a través de esos profetas.
El apóstol Pablo, conocedor de este misterio, dice en Hebreos, capítulo 1, verso 1 en adelante:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas (¿cómo Dios le hablaba al pueblo hebreo? A través de los profetas),
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo (o sea, por Jesucristo), a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo…”
Dios habló por medio de Jesucristo, por medio del cual también hizo, creó, el universo completo, porque Cristo en Su cuerpo angelical es el Ángel del Pacto: el Verbo que era con Dios y era Dios, y creó todas las cosas; o sea, que Dios por medio de Cristo en Su cuerpo angelical, que es la imagen del Dios viviente, habló a existencia todas las cosas; ahí tenemos el origen de la Creación. Y de Dios, a través de Su cuerpo angelical, de Cristo, trajo a existencia todas las cosas. Dice:
“…el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia…”
¿Cuál es la imagen de Dios? Cristo en Su cuerpo angelical, el Cristo, el Mesías, el Ungido, el cuerpo angelical ungido con la presencia de Dios, el cuerpo angelical de Dios.
“…y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo (o sea, por medio de Su cuerpo físico de carne, efectuó la purificación de nuestros pecados), se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas (se sentó en el Trono celestial de Dios)…”
Por eso Él dijo luego, en el capítulo 28 de San Mateo, versos 16 al 20: “Todo poder me es dado en el Cielo y en la Tierra.” Él había dicho que se sentaría en el Trono de Dios, se sentaría a la diestra de Dios en el Cielo, en San Mateo, capítulo 26, versos 64. Dice:
“Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.”
Él subió al Cielo y se sentó a la diestra del poder de Dios, se sentó en el Trono celestial de Dios. En Apocalipsis, capítulo 3, Él dice que se sentó en el Trono de Dios, dice… La Escritura que leímos fue capítulo 26 de San Mateo, verso 64; y Apocalipsis, capítulo 3, verso 20 al 21, dice:
“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.”
¿Ven? Él nos dice que Él se ha sentado con el Padre en Su Trono, en el Trono celestial; por eso pudo decir: “Todo poder me es dado en el Cielo y en la Tierra,” porque el que tiene el poder es el que está sentado en el Trono.
Y ahora, ese es el Trono del Padre, pero el Trono de Jesús, dice el Ángel Gabriel que es el Trono de David. En San Lucas, capítulo 1, versos 30 al 36… Capítulo 1 de San Lucas, versos 31 en adelante, dice, hablando el Ángel Gabriel a la virgen María, dice (San Lucas, capítulo 1, verso 31 al 36):
“Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús.
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”
El heredero al Trono de David es Cristo, el Mesías Príncipe que nació de la virgen María, Él es el heredero al Trono de David; y Él dice: “El que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi Trono.”
El Trono de Jesucristo es el Trono de David al cual Él es heredero. El Trono celestial es el Trono del Padre donde Él se sentó con el Padre celestial. El Trono terrenal de Dios, del Reino de Dios terrenal, es el Trono de David; y el Reino terrenal de Dios es el Reino de David al cual Jesucristo es el heredero.
Y la promesa es: “Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi Trono, así como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en Su Trono,” en la misma forma que el Padre hizo con Jesucristo al vencer, hará Cristo, conforme a Su promesa, con el vencedor.
Por lo tanto, es importante saber que hay grandes bendiciones de parte de Dios en el Reino celestial, y también en el Reino terrenal que va a ser establecido, lo cual será el Reino de David que va a ser restaurado en el Día Postrero. Por eso en Apocalipsis, capítulo 6, nos muestra al Mesías sentado en Su Trono: Capítulo 6, versos 12 en adelante, dice:
“Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre (y el Sexto Sello son los Dos Olivos: Moisés y Elías);
y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento.
Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar.”
Por eso yo oro por Puerto Rico, que es una isla, para que Dios libre a la Isla de Puerto Rico en este terremoto que viene cuando se abra el Sexto Sello, en el cual dice que toda isla se removió de su lugar.
“Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes;
y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero;
porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?”
¿Y quién podrá sostenerse en pie? Este terremoto está muy cerca. No hay esperanza para las naciones, no hay esperanza para la familia humana, excepto la Venida del Señor para el Día Postrero, es la única esperanza que hay para el ser humano que vive en este tiempo.
Por lo cual, estemos bien agarrados de Cristo nuestro Salvador, habiéndole recibido como nuestro único y suficiente Salvador, habiendo sido bautizados en agua en Su Nombre, habiendo recibido de Su Espíritu; y por consiguiente, habiendo recibido el nuevo nacimiento y habiendo sido colocados, trasladados, del reino de los gentiles al Reino de Dios, al Reino del Mesías, que está en la esfera espiritual; y que cuando esté en la esfera literal el Reino del Mesías, por mil años, también allí estaremos con Él.
Por lo cual, si alguna persona todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos, y estaremos orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino; para lo cual puede pasar al frente y estaremos orando por usted, ustedes que están aquí presentes y los que están en otras naciones.
Estamos en un tiempo en donde Dios ha prometido grandes bendiciones para la Iglesia del Señor Jesucristo y también para el pueblo hebreo, para los judíos; es un tiempo para grandes bendiciones ser dadas, derramadas, para los judíos y también para la Iglesia del Señor Jesucristo.
En la Venida del Mesías para el Día Postrero hay grandes bendiciones para todos los creyentes en el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, tanto judíos como cristianos creyentes en Cristo.
“LA PIEDRA NO CORTADA DE MANOS.”
Eso es la Venida del Mesías, la Venida del Cristo, la Venida del Ungido para Su pueblo, para Su Iglesia y para el pueblo hebreo.
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos, en diferentes naciones. Con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo, y nuestros ojos cerrados, los que están presentes y los que están en otras naciones:
Padre celestial, en el Nombre del Señor Jesucristo vengo a Ti, trayendo ante Ti todas estas personas que están recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador. Te ruego los recibas en Tu Reino. En el Nombre del Señor Jesucristo te lo ruego.
Y ahora, los que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos, repitan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón.
Creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu Primera Venida y creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo, dado a los hombres, en que podemos ser salvos.
Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, un Redentor. Doy testimonio público de mi fe en Ti y te recibo como mi único y suficiente Salvador, mi único y suficiente Redentor.
Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre; y produzcas en mí el nuevo nacimiento.
Te ruego, Señor, que hagas realidad en mí la salvación que ganaste para mí y para todos los que te recibirían como Salvador; hazla una realidad en mi vida. Te lo ruego, Señor Jesucristo, en Tu Nombre Eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén y amén.
Y con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo, todos decimos: ¡LA SANGRE DEL SEÑOR JESUCRISTO ME LIMPIÓ DE TODO PECADO! ¡LA SANGRE DEL SEÑOR JESUCRISTO ME LIMPIÓ DE TODO PECADO! ¡LA SANGRE DEL SEÑOR JESUCRISTO ME LIMPIÓ DE TODO PECADO! AMÉN.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo y nació la fe de Cristo en vuestra alma, y dieron testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndole como vuestro único y suficiente Salvador.
Por lo tanto, pueden ser bautizados los que han recibido a Cristo como Salvador en estos momentos; y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
El agua en el bautismo no quita los pecados, sino que es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado, pero el bautismo en agua es un mandamiento del Señor Jesucristo, el cual dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
El mismo Jesucristo fue bautizado por Juan el Bautista para cumplir toda justicia; y si Él fue bautizado, ¡cuánto más nosotros tenemos necesidad de ser bautizados en el Nombre del Señor Jesucristo!
Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; y cuando es sumergido en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando es levantado de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida: a la vida eterna en el Reino de Cristo nuestro Salvador.
Por lo cual, en el bautismo en agua en el Nombre del Señor, la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Es tipológico, pero es un mandamiento del Señor en el cual nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección.
Conscientes del significado del bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, bien pueden ser bautizados; y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
Continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador. Dejo al reverendo José Benjamín Pérez con ustedes aquí, y en cada país dejo al ministro correspondiente para que les indique a las personas cómo ser bautizadas en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, en estos momentos, todos los que le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador en diferentes países.
Continúen pasando todos, una tarde feliz llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador, LA PIEDRA NO CORTADA DE MANOS.
Dios les bendiga y les guarde a todos, y hasta el domingo próximo en la mañana.
Y como siempre les digo: En vivo. En vivo, ya sea aquí o desde cualquier país. Pero vean, hemos estado aquí por bastantes domingos, así que es una bendición para mí estar con ustedes aquí dándoles testimonio de la Palabra de Dios, del Evangelio de Cristo, y de todas las profecías correspondientes a este tiempo final.
Que Dios les bendiga y les guarde a todos, y les proteja de todos los peligros; y que la mayoría de todos ustedes permanezcan vivos hasta la transformación, que no tengamos que ver muerte sino seamos transformados; por lo cual, es importante portarse bien, porque si no se porta bien una persona, Dios le puede decir: “Acá estás mejor, acá no vas a dar problema,” y se lo puede llevar al Paraíso, y que desde allá vea todo lo que estará aconteciendo acá en la Tierra en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo.
O sea, Dios puede acortar los días de una persona; pero queremos que nos alargue nuestros días; cuando se nos cumpla el tiempo de estar aquí, que nos alargue los días hasta la transformación y que seamos transformados sin ver muerte.
Por lo tanto, queremos que Dios nos ayude a portarnos correctamente, conforme a lo establecido en la Biblia, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento.
Bueno, es un consejo, porque mi deseo es que todos permanezcan vivos hasta que seamos transformados. Hay una promesa de que habrá un grupo de creyentes que no verán muerte, sino que serán transformados. Por lo tanto, esas personas serán los de este tiempo final y ellos lo estarán creyendo de todo corazón: que son del grupo que dice la Escritura que estarán vivos y serán transformados.
San Pablo decía: “Y los que vivimos, seremos transformados.” O sea, que está hablando de un grupo de creyentes, el grupo de creyentes del Día Postrero, que va a ser transformado; así que los esperamos, mejor, a ellos acá, que resuciten los que ya murieron, los esperamos acá, porque tienen que venir, ellos están viendo… ¿Saben ustedes una cosa? Algunas veces algunos faltan al culto, ¿saben ustedes una cosa? Ellos no se pierden ni un culto, los que están en el Paraíso.
Así que, queremos también nosotros estar siempre escuchando la Palabra del Señor en la Casa del Señor, y luego en nuestros hogares tener la literatura y la Biblia para mantenernos también leyendo y alimentando nuestra alma; “porque no solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios,” y siempre sale por medio de Sus mensajeros desde el Génesis hasta el Apocalipsis.
Bueno, que Dios les continúe bendiciendo a todos, y continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.
“LA PIEDRA NO CORTADA DE MANOS.”