Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes aquí en Panamá, Panamá, y Hotel El Panamá. Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y nos abra las Escrituras en esta ocasión, y nos enseñe Su Palabra. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Nos dice el libro del Apocalipsis, en el capítulo 21 y 22; el 22, verso 12, de la siguiente manera:
“He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.
Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último.”
Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Aquí nos habla Cristo por Su Espíritu, de la Segunda Venida, que será a Su Iglesia antes de la gran tribulación; y después de ir a la Cena de las Bodas del Cordero regresaremos con Él para el establecimiento del Reino del Mesías, que será el Reino de Dios en la Tierra y que es el Reino del cual Dios le habló por medio del profeta Isaías, en el capítulo 37, de la restauración del Reino de David; en donde estarán los creyentes en Cristo, los escogidos, en cuerpos glorificados con Cristo, como reyes y sacerdotes, trabajando en ese Programa Divino del Reino de Dios en la Tierra; lo cual está muy cerca.
Ese Reino del Mesías prometido, será de mil años, y luego por toda la eternidad; por lo tanto, tenemos que estar preparados para el cumplimiento de esa profecía, de esa promesa divina.
Recuerden, la Venida del Señor a Su Iglesia es el misterio más grande de todos los misterios. Es el misterio del cual Cristo dijo que ni los ángeles en el Cielo sabían cuándo sería el día y la hora; pero será revelado a la Iglesia del Señor Jesucristo en el Día Postrero, que es el postrer milenio de los tres milenios postreros, los cuales son quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio; de esos tres milenios postreros, el último es el tercero de Cristo hacia acá o séptimo de Adán hacia acá.
Por lo tanto, es importante que todos estemos preparados habiendo confesado a Cristo nuestras faltas, errores y pecados, para así ser lavados con la Sangre de Cristo.
Es importante estar atentos a las profecías correspondientes al Día Postrero, para así estar en pie delante del Hijo del Hombre en Su Venida.
Dice San Lucas, capítulo 21, verso 36:
“Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.”
Es importante, para este tiempo en que vivimos, también estar conscientes de cuáles son las profecías que se tienen que cumplir en este tiempo; sobre todo, las profecías ligadas a la Segunda Venida de Cristo.
Por lo tanto, no será Su Venida como Cordero, como fue Su Primera Venida, sino como León, como León de la tribu de Judá, Rey de reyes y Señor de señores. Es como nos muestra Apocalipsis también, capítulo 19, versos 11 en adelante. Y nos dice:
“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.
Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.”
O sea, que viene con un Nombre que nadie conoce sino Él mismo, que nadie lo conoce como el Nombre del Señor Jesucristo, y solamente Él lo conoce.
“Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo de Dios.
Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.
De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.
Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores. “
Por lo tanto, Su Venida será como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, con un Nombre Nuevo: con el Nombre que le corresponde como Rey, para gobernar sobre Israel y sobre todas las naciones.
De que tiene un Nombre Nuevo no hay dudas. Aquí mismo lo dice. Y también en Apocalipsis, capítulo 3, verso 12, dice:
“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios (o, sea, una persona importante. El Templo del Señor como Cuerpo Místico de creyentes es Su Iglesia),
y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios (o sea, que va a escribir el Nombre de Dios sobre el vencedor también),
y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo (o sea que tiene un Nombre Nuevo, para gobernar como Rey de reyes y Señor de señores).”
Estamos conscientes de estas profecías, las cuales tienen que ser cumplidas en el Día Postrero, o sea, en el milenio postrero.
Vean esta otra Escritura que dice, capítulo 2, verso 17 de Apocalipsis:
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias (o sea, que es un mensaje para las iglesias).
Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.”
Y el que lo recibe es el Vencedor, aquel sobre el cual Él pondrá el Nombre de nuestro Dios, lo escribirá, el Nombre de la ciudad de nuestro Dios y Su Nombre Nuevo.
“…y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.”
Habrá una bendición muy grande en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo en el Día Postrero. Todos han deseado conocer ese Nombre Nuevo. Y la Iglesia del Señor Jesucristo que estará sin transformar, sin resucitar, que estará sin haber muerto los miembros de Su Iglesia en el Día Postrero, serán los que estarán conociendo primeramente ese Nombre Nuevo, que será revelado por Cristo clamando como cuando un león ruge, en Apocalipsis capítulo 10, y siete truenos emitiendo sus voces.
Lo que revelan los Truenos es la Venida del Señor con un Nombre Nuevo; el cual estará hablando en medio de Su Iglesia como habló en cada una de las etapas pasadas de Su Iglesia: en Espíritu Santo estuvo hablando, de edad en edad; hubo un tiempo para cada edad; habló, no consecutivamente con un solo mensajero las siete edades, sino que tuvo siete mensajeros para siete edades de Su Iglesia entre los gentiles.
Pero luego, en la etapa o Edad de Piedra Angular, estará hablando a Su Iglesia y en Su Iglesia en forma consecutiva: Siete Truenos emiten Sus Voces; bajo cada uno de esos Truenos está una revelación divina y un tiempo.
En todo lo que nos estará hablando en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular, hablándonos como León, estará el contenido de las Siete Voces de Cristo clamando como cuando un león ruge y siete truenos emitiendo sus voces; y por consiguiente, ahí estará revelado el misterio de Su Venida, de Su Nombre Nuevo, de la Obra que llevará a cabo y todas estas cosas, la fe para ser transformados y raptados con Cristo para ir a la Cena de las Bodas del Cordero; todo eso estará ahí. Y así nos dará la fe, la revelación, para ser transformados y llevados por Cristo y con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Así será en este tiempo final.
Y estaremos con Cristo luego, en el Reino Milenial, disfrutando de todas Sus bendiciones. Por eso es tan importante estar preparados para Su Venida, no vayamos a perder la bendición de Su Venida.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en esta noche, y estaremos orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; y Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en usted el nuevo nacimiento.
Para lo cual, damos unos minutos para que puedan pasar al frente y podamos orar por usted. Pueden pasar al frente los que todavía no han recibido a Cristo como Salvador, y estaremos orando por usted.
Los niños también, de diez años en adelante, pueden venir a los Pies de Cristo nuestro Salvador.
Todos queremos estar preparados para ese evento tan grande, el cual será tan determinante para los creyentes en Cristo, para ir a la Cena de las Bodas del Cordero con Cristo.
Dios tiene mucho pueblo en Centroamérica y en Suramérica, en todo el Caribe también; y los está llamando en este tiempo final; y nos está hablando por Su Palabra para abrirnos el entendimiento y llenarnos así de conocimiento espiritual y fe para prepararnos para Su Venida.
En la Escritura nos dice: “Prepárate para el encuentro con tu Dios.” Por lo tanto, ¡prepárate para la Venida del Señor!, ¡prepárate para el encuentro con el Señor Jesucristo en el Día Postrero en Su Venida!
Dios está preparándonos a todos para Su Venida. Hay grandes bendiciones para todos los creyentes en Cristo, pues tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Y por eso es que cuando se ha predicado la Palabra, ha nacido la fe de Cristo en su alma y ha venido a los Pies de Cristo: porque su nombre está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.
Por esa causa es que a través de la historia de la Iglesia del Señor Jesucristo, donde se ha estado predicando el Evangelio, millones de seres humanos han venido a los Pies de Cristo y han recibido la Salvación y vida eterna. Ese es el propósito de la predicación del Evangelio de Cristo: que nazca la fe de Cristo en el alma de las personas y lo reciban como único y suficiente Salvador. No hay nada más importante que la salvación de nuestras almas, para que podamos vivir eternamente con Cristo en Su Reino.
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo nuestro Salvador. Con nuestros ojos cerrados y nuestros rostros inclinados:
Padre celestial, en el Nombre del Señor Jesucristo vengo a Ti con todas estas personas que están recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador. Te ruego los recibas en Tu Reino, los perdones y con Tu Sangre los limpies de todo pecado; y los bautices con Espíritu Santo y Fuego, y produzcas en ellos el nuevo nacimiento; y así entren a Tu Reino. Te lo ruego en el Nombre del Señor Jesucristo, para quien sea la gloria y la honra, por los siglos de los siglos. Amén.
Y ahora, los que han recibido a Cristo como Salvador, me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor, porque Él dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.’ (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16).”
También hay otras Escrituras que nos hablan para todos los creyentes que lo han recibido como Salvador, nos hablan del bautismo en agua; el cual es un mandamiento del Señor Jesucristo; porque en el bautismo en agua nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección.
Por lo tanto, encontramos que Cristo también fue bautizado por Juan el Bautista. Y si Cristo necesitó ser bautizado para cumplir toda justicia, ¡cuánto más nosotros!, para dar testimonio de que nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección.
Estábamos en Cristo todo el tiempo; así como físicamente, antes de usted nacer, todo el tiempo usted estaba en su padre; así como todo el tiempo Leví y los otros patriarcas estaban en los lomos de Abraham, y fueron pasando de Abraham a Isaac, de Isaac a Jacob, y de Jacob vinieron a existencia en cuerpos físicos para formar las doce tribus de Israel.
Por lo tanto, es importante saber que estábamos en Cristo todo el tiempo, por eso es que somos eternos; y vino para restaurarnos a la eternidad, por eso nos da vida eterna; porque cuando Adán pecó, perdió la vida eterna él y su descendencia, y solamente le quedó vida temporal, la cual hemos heredado nosotros del primer Adán.
Pero vida es vida, y es buena; y amamos la vida, y queremos vivir eternamente, para lo cual recibimos a Cristo como único y suficiente Salvador.
Él dijo: “Mis ovejas oyen mi voz y me siguen, y yo las conozco, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre una cosa somos.” [San Juan 10:27-30]
¿Ve que Él le da vida eterna a las ovejas que el Padre le dio? A las personas que están escritas en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Por lo tanto, necesitamos a Cristo para obtener la vida eterna, o sea, ser restaurados a la vida eterna. Solamente hay uno que nos puede dar vida eterna y es Jesucristo.
“Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en Su Hijo (en Jesucristo).
El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.”
[Primera de Juan 5:10-12]
Y esta es la buena noticia: que Él nos ha dado vida eterna.
Y ahora, podemos dar la oportunidad al ministro aquí, Ariel, para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Ha sido para mí una bendición grande estar con ustedes en esta noche.
Que las bendiciones de Jesucristo sean sobre todos ustedes y sobre mí también, y nos continuaremos viendo eternamente en el Reino de Cristo nuestro Salvador, y en lo que queda de tiempo en estos cuerpos mortales. Y que Dios les ayude a vivir en el Reino de Cristo todos los días de vuestra vida, de lo que falta en estos cuerpos mortales, y luego en los cuerpos eternos que Él nos va a dar.
Pasen todos muy buenas noches.
“PREPÁRATE PARA EL ENCUENTRO CON JESUCRISTO.”