Actividad de Santa Cena y Lavatorio de pies

Así como Dios ordenó a Moisés que conmemoraran la Pascua en memoria de lo que había sucedido en Egipto, el sacrificio del cordero pascual para la vida y por la vida y preservación de la vida de los primogénitos, ahora encontramos a Cristo diciéndonos en el capítulo 13 de San Juan…

Cuando hubo cenado con ellos y les dio luego pan, al partirlo les dio pan y dijo: “Este es mi cuerpo que por vosotros es partido,” y luego les dio la copa de vino habiendo dado gracias al Padre, y les dijo: “Esto es mi Sangre del Nuevo Pacto que por muchos es derramada para remisión de los pecados.”

Y luego se ciñó y fue y lavó los pies de los discípulos, y les dice luego… Pedro no quería, decía: “Nunca me lavarás los pies,” y le dice Jesús: “Si no te lavare, no tendrás parte conmigo,” y Pedro le dice: “No solamente los pies, sino la cabeza también.” [San Juan 13].

Y así también, como esto es tipo y figura de lo que Cristo hace, de mantenernos limpios con Su Sangre, y la Santa Cena en memoria del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, el que no conmemora la muerte de Cristo como el Sacrificio de Expiación para la preservación de la vida de los primogénitos, como el Cordero que quitó el pecado nuestro para la preservación de la vida, y tener vida eterna, el que no conmemora es porque no tiene qué conmemorar; pero el creyente en Cristo sí conmemora, porque tiene mucho agradecimiento a Dios de lo que Cristo hizo en la Cruz del Calvario; y lo mostramos en la conmemoración de la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario y Su Sangre siendo derramada por todos nosotros, la Sangre del Nuevo Pacto.

Ya no sangre de un corderito literal como el que sacrificaron en Egipto, ni como un macho cabrío de la expiación, sino la Sangre preciosa de nuestro amado Señor Jesucristo, que fue tipificado en el cordero pascual y también en el macho cabrío de la expiación.

Y ahora bajo el Nuevo Pacto, la Sangre no es de animalitos, es la Sangre de Cristo, la Sangre del Nuevo Pacto; y no habrá otro derramamiento de sangre por nuestros pecados, porque la Sangre de Cristo nos limpia de todo pecado, nos mantiene limpios delante de Dios; por eso podemos acercarnos a Dios, conscientes de que tenemos entrada a Su presencia.

San Pablo dijo en Primera de Corintios, capítulo 11, versos 23 en adelante:

Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan;

y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí.”

Recuerden, en San Juan, capítulo 13, Él dijo que lo hiciéramos, “si sabemos estas cosas, seremos bienaventurados si las hacemos.”

Hay una bendición grande en la Santa Cena y el Lavatorio de pies; y conmemoramos lo que Cristo ha hecho por nosotros, para nuestra liberación y para mantenernos libres delante de la presencia de Dios.

…y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí (representó Su cuerpo, que sería sacrificado, en el pan).

Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí.

Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis (¿hasta cuándo?) hasta que él venga.”

Y ahí nos encontraremos con Cristo, el que murió por nosotros en la Cruz del Calvario; y mientras tanto, en la Santa Cena y Lavatorio de pies estamos recordando lo que ya pasó y anunciando lo que va a venir, una conmemoración que da testimonio de lo que ya Dios hizo por medio de Cristo en la Cruz, y da testimonio, anuncia Su Venida para el Día Postrero; y entonces nos encontraremos con Él, con el que murió por nosotros y nos limpió con Su Sangre preciosa, y nos mantiene limpios todos los días con Su Sangre preciosa.

De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor.”

Por eso toda persona, dice San Pablo que se examine; y en ese examen chequea si ha pecado, si ha cometido algún error delante de Dios, lo confiese a Cristo, Cristo lo perdona y con Su Sangre lo limpia de todo pecado, y queda listo para tomar la Santa Cena en perfecto estado espiritual; la toma, entonces, dignamente.

Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo (y coma luego), y coma así del pan, y beba de la copa.

Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí.

Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen.”

Porque al comerla y tomar: comer el pan indignamente, que representa el cuerpo de Cristo, y tomar el vino indignamente, es culpado de la muerte del Señor Jesucristo, es culpado del cuerpo y de la Sangre del Señor, dice San Pablo; y dice que muchos están enfermos, debilitados, y otros duermen, otros han muerto. No quiere decir que se perdieron. Vamos a ver:

Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados…”

Porque si uno se examina y ve en qué falló, pide perdón y es limpiado con la Sangre; y no hay de qué ser juzgados.

…mas siendo juzgados (si no nos examinamos, si somos juzgados, siendo juzgados)… mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo.”

Si no nos examinamos y confesamos a Cristo nuestras faltas, errores y pecados, Él no nos puede limpiar con Su Sangre; y Él quiere limpiarnos con Su Sangre para que comamos el pan, que representa el cuerpo de Cristo, y tomemos el vino, que representa la Sangre, dignamente; así comamos y bebamos, comamos Su cuerpo y bebamos… el pan, que representa el cuerpo, y el vino, que representa Su Sangre; y así lo hagamos dignamente.

Y si al hacerlo indignamente hay juicio, maldición de juicio; mas al tomarlo dignamente, hay bendición del Cielo. Usted decide qué quiere recibir al tomar la Santa Cena; por eso se le da unos minutitos para que usted reflexione y examine su interior.

Si su corazón le reprende, mayor es Dios que su corazón. Por lo tanto, sea grande, mediana o pequeña la falta, error o pecado, confiésela a Cristo; Él quiere que usted lo haga para con Su Sangre limpiarlo de todo pecado, y tome así la Santa Cena dignamente; porque Cristo nos ama y quiere bendecirnos, porque Él vino para bendecirnos a todos nosotros.

Y tomó todo aquello que ocasionaba juicio, y todo tipo de problema lo tomó, o sea, nuestros pecados, que es lo que hace y produce los problemas en la vida de los seres humanos; porque la paga del pecado es, ¿qué?, muerte; y las enfermedades y problemas producen, ¿qué?, la muerte, si no se atiende y se resuelve ese problema.

Lo más importante es estar bien con Dios. Tener problemas no es problema; aunque es un problema, pero el problema grande, el problema real es tener problemas con Dios: No confesar a Cristo nuestras faltas, errores y pecados, y pensar que no hay consecuencia. Dice la Escritura: “La paga del pecado es muerte.” Romanos, capítulo 3… 6:23. Y el capítulo 3… Hay dos Escrituras… El 6:23… y nosotros tenemos que conocer estas cosas.

Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”

El regalo de Dios, el premio de Dios, es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

Les dije el 3:23 también. Dice:

…Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,

siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,

a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados,

con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.”

Conscientes de la realidad de estas Escrituras y de todo lo que la Biblia nos habla, y nos habló Jesús y los apóstoles, los profetas del pasado desde el Génesis, tomemos la Santa Cena conscientes de que hemos confesado a Cristo todo lo que es malo o desagradable delante de Dios.

Por lo tanto (dice Pablo), pruébese cada uno…”

Así que, hermanos míos, cuando os reunís a comer, esperaos unos a otros.”

Por eso damos tiempo en lo que cada uno recibe el pan; y después cuando es la copa, en lo que todo el mundo recibe la copa, y el ministro lee la Escritura correspondiente; dice: “Comed…” y luego cuando es la copa, dice: “Tomad de ella todos,” conscientes de lo que significa la Santa Cena. Y luego el Lavatorio de pies, conscientes de que eso significa que hemos confesado a Cristo nuestros pecados y Cristo nos mantiene limpios con Su Sangre.

Por lo tanto, ningún cristiano puede desanimarse si ha fallado en alguna ocasión, porque ha confesado a Cristo sus faltas, errores y pecados, y Cristo lo ha mantenido limpio de todo pecado con Su Sangre preciosa; por eso está todavía como Intercesor, intercediendo por nosotros los que ya estamos dentro del Cuerpo Místico, y por los que vienen a Cristo y Él los coloca dentro de Su Cuerpo Místico de creyentes.

No tenemos que estar confesando luego, los pecados de antes de recibir a Cristo; porque ya esos los confesamos a Cristo y ya Él con Su Sangre nos limpió de todo pecado cuando nos recibió; son los que después de haber recibido a Cristo, si fallamos, lo confesamos a Él, y nos mantiene limpios; y después ya no tiene que estar recordando de nuevo para pedirle perdón: ya Él lo limpió de todo pecado; no los vuelva a sacar para presentárselos a Cristo, ya usted los presentó a Cristo, y Cristo los tomó, los echó en Su Sangre y desaparecieron.

Si 24 horas al día peca, falla delante de Dios, 24 horas al día confiéselos a Cristo; no se quede con ellos. Recuerden que la Sangre de Cristo es para limpiarnos de todo pecado y mantenernos limpios de todo pecado.

Conscientes del significado de la Santa Cena ―que es un memorial, que es tipológico― y del Lavatorio de pies, tomemos la Santa Cena y realicemos el Lavatorio de pies. Y las bendiciones de Cristo sean sobre cada uno de ustedes, en el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Dejo para continuar al reverendo y misionero Miguel Bermúdez Marín.

 

 

Palabras de cierre

 

Le damos gracias a Dios por Cristo, el cual se proveyó de un cuerpo físico para colocar sobre Él nuestros pecados y ser así el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados; y así llevó a cabo la Obra más grande que se haya llevado a cabo en este planeta Tierra: la Obra de Redención, la labor de expiar nuestros pecados.

Y ahora tenemos paz para con Dios por medio de Jesucristo, y damos testimonio en la Santa Cena y en el Lavatorio de pies, de la Obra de Redención que Él llevó a cabo y que se mantiene vigente delante de Dios.

No hay otra labor, no hay otro Sacrificio que pueda ser hecho, porque Dios no acepta otro Sacrificio; y los sacrificios que se efectuaban antes con animalitos, tampoco ya Dios los acepta; porque hay un Sacrificio perfecto que fue llevado a cabo en la Cruz del Calvario, y por consiguiente ese es el Sacrificio de Expiación perfecto delante de Dios, el cual toda persona necesita.

Por lo cual toda persona tiene la oportunidad de tener el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, y conmemorarlo en la Santa Cena, y dar testimonio que nos mantiene limpios con Su Sangre también en el Lavatorio de pies. Por lo cual le damos gracias a Dios por Cristo nuestro Salvador, recordando las palabras que dice la Escritura en San Juan, capítulo 3, verso 16:

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

Esa es la forma para el ser humano recibir de parte de Dios la vida eterna a través de Jesucristo, lo cual ya yo hice, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también.

…Porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” [Hechos 4:12]

Y si no hay otro Nombre, pues no buscamos otro nombre.

El Nombre es Señor Jesucristo en la traducción en español. En hebreo: Yeshua.

Jesucristo, no importa en el idioma en que Su Nombre sea traducido, es efectivo: es el mismo Salvador y los mismos efectos que produce Su Salvación, el cual mora en el corazón, en el alma de cada uno de los que lo han recibido como su único y suficiente Salvador.

Que las bendiciones de Dios por medio de Jesucristo, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Dejo con nosotros al pastor, reverendo José Benjamín Pérez, para finalizar en esta ocasión.

ACTIVIDAD DE SANTA CENA Y LAVATORIO DE PIES.”

Scroll al inicio