Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes, y compañeros en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo. Es para mí una bendición grande y privilegio estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Para lo cual leemos Apocalipsis, capítulo 19, versos 11 en adelante, donde nos dice:
“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.
Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.
Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo de Dios.
Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.
De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.
Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores”.
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
“EL ORDEN DEL EJÉRCITO DE DIOS”.
Si hay un Ejército, hay un orden divino. Y de ese Ejército Divino, Cristo, el Ángel del Pacto, es el Comandante en Jefe, el que viene en un caballo blanco con un Nombre Nuevo que ninguno conocía; es el mismo Ángel del Pacto que le apareció a Josué en el capítulo 5, versos 13 al 15, donde dice:
“Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?
Él respondió: No; mas como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo?
Y el Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así lo hizo”.
Este Príncipe del Ejército de Dios es el Ángel del Pacto. El mismo que le había aparecido a Moisés y que envió a Moisés a Egipto para la liberación del pueblo hebreo; el cual se veló en Moisés, y a través de Moisés trajo la liberación para el pueblo hebreo; colocaba Su Palabra en la boca de Moisés, y Moisés —ungido con el Espíritu de Dios— hablaba esa Palabra. Este Ángel es Cristo en Su cuerpo angelical, que aparece en esa Columna de Fuego a Moisés, y luego al pueblo hebreo.
Él allí con el pueblo hebreo, guiándolos a la tierra prometida, les iba hablando a través del profeta Moisés; aun el mismo pueblo dijo: “No hable Dios con nosotros. Que te hable a ti, y tú nos hablas a nosotros”[1].
Encontramos todas estas cosas en la Palabra de Dios, para que así tengamos un conocimiento claro del Programa Divino que Él ha venido llevando a cabo.
Vean, en el capítulo 33 de Deuteronomio, versos 1 en adelante, dice:
“Esta es la bendición con la cual bendijo Moisés varón de Dios a los hijos de Israel, antes que muriese.
Dijo:
Jehová vino de Sinaí,
Y de Seir les esclareció;
Resplandeció desde el monte de Parán,
Y vino de entre diez millares de santos,
Con la ley de fuego a su mano…”.
“Vino de entre millares de santos”.
En el capítulo 7 de Daniel, podemos ver allí millares de santos, de los cuales nos habla Dios por medio del profeta Daniel, el cual vio esos millares de santos.
Encontramos en Apocalipsis 19, millares de santos también, un poderoso Ejército de Dios, con el cual viene el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19; encontramos que viene como Rey, y por consiguiente viene como Juez, para traer el juicio divino sobre las naciones. Eso también es conforme al Salmo 2. Dice:
“¿Por qué se amotinan las gentes,
Y los pueblos piensan cosas vanas?
Se levantarán los reyes de la tierra,
Y príncipes consultarán unidos
Contra Jehová y contra su ungido, diciendo:
Rompamos sus ligaduras,
Y echemos de nosotros sus cuerdas.
El que mora en los cielos se reirá;
El Señor se burlará de ellos.
Luego hablará a ellos en su furor,
Y los turbará con su ira.
Pero yo he puesto mi rey
Sobre Sion, mi santo monte.
Yo publicaré el decreto;
Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú;
Yo te engendré hoy.
Pídeme, y te daré por herencia las naciones,
Y como posesión tuya los confines de la tierra.
Los quebrantarás con vara de hierro;
Como vasija de alfarero los desmenuzarás.
Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes;
Admitid amonestación, jueces de la tierra.
Servid a Jehová con temor,
Y alegraos con temblor.
Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino;
Pues se inflama de pronto su ira.
Bienaventurados todos los que en él confían”.
Encontramos que Cristo vendrá como Rey de reyes y Señor de señores, con un Nombre Nuevo escrito, el cual aparece en Apocalipsis 19. Y en la lectura que tuvimos, del Salmo 2, nos dijo: “Honrad al Hijo para que no perezcáis, porque Su ira de pronto se enciende”. Para Su Segunda Venida vendrá como León, y por consiguiente como Juez de toda la Tierra. Y dice:
“Luego hablará a ellos en su furor,
Y los turbará con su ira.
Pero yo he puesto mi rey
Sobre Sion, mi santo monte.
Yo publicaré el decreto;
Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú;
Yo te engendré hoy.
Pídeme, y te daré por herencia las naciones,
Y como posesión tuya los confines de la tierra.
Los quebrantarás con vara de hierro;
Como vasija de alfarero los desmenuzarás”.
Y en Apocalipsis, capítulo 2, versos 26 en adelante, nos dice:
“Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones,
y las regirá con vara de hierro, y serán quebrantadas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre;
y le daré la estrella de la mañana.
El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”.
Así como Cristo ha recibido del Padre toda autoridad sobre las naciones, Él otorgará también esta autoridad al Vencedor.
Y en Apocalipsis 19, donde leímos al principio, dice que “Él pisa el lagar del vino del furor y de la ira de Dios” (verso 15). Hablando de Cristo, dice:
[Apocalipsis 19:14] “Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.
De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.
Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores”.
Es que Él cambia de Cordero a León, de Sumo Sacerdote a Rey, y por consiguiente, a Juez. Y vean ustedes, la profecía del Salmo 2 tendrá doble cumplimiento: tiene cumplimiento para la Primera Venida de Cristo y para la Segunda Venida de Cristo.
Vean, Apocalipsis, capítulo 21, versos 5 en adelante, dice:
“Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.
Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.
El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo”.
Y ahora, esto, así como Cristo venció, vencerán los mensajeros de cada edad con el grupo de cada edad; y esos son los hijos e hijas de Dios con el mensajero que Dios tenga para cada etapa de Su Iglesia, a través del cual Cristo estaría velado y revelado en y a Su Iglesia; y a él vendría toda revelación: al mensajero de cada etapa. Toda revelación de parte de Cristo, por el Espíritu de Cristo, vendría a ese mensajero; él hablaría esa Palabra revelada, y serían llamados y juntados los escogidos de esa etapa; y así se iría formando ese Ejército celestial, que es la Iglesia del Señor Jesucristo; por lo cual, encontramos que ellos también son reyes y sacerdotes y jueces, porque Cristo con Su Sangre los ha limpiado de todo pecado. “Y nos ha hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes (dice), y reinaremos sobre la Tierra”. Capítulo 1 del Apocalipsis, versos 5 al 6. Dice:
“… y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,
y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén”.
Y en el capítulo 5 de Apocalipsis también, nos dice, versos 9 en adelante:
“… y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;
y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”.
Aquí tenemos el Orden celestial, compuesto por Cristo y los redimidos por Cristo, que son los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo. Y en el capítulo 20, versos 4 al 6, dice, de Apocalipsis:
“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.
Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección.
Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre estos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años”.
Estos son los creyentes en Cristo, el Ejército del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19. Este es el poderoso Ejército de nuestro amado Señor Jesucristo.
Por lo tanto, los creyentes en Cristo son soldados del Ejército celestial, del Ejército de Jesucristo nuestro Salvador, luchando en contra de las huestes malignas para traer las almas a Cristo, para que reciban la salvación y vida eterna. Tienen una lucha espiritual desde el Día de Pentecostés hacia acá, como la tuvo Cristo también y Sus discípulos al principio.
“El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo”. (Apocalipsis 21, verso 5 al 7).
También dice que le dará autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro; pues también dice el apóstol Pablo, en Primera de Corintios, capítulo 6, verso 2 al 3:
“¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas?
¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida?”.
No solamente juzgarán al mundo, Cristo y los creyentes en Cristo, sino que también a los ángeles que pecaron en contra de Dios; porque los creyentes en Cristo, que forman la Iglesia del Señor Jesucristo, son el poder sacerdotal celestial que será implantado en este planeta Tierra; son también del poder político celestial, del poder teocrático que será implantado en la Tierra, y que traerá la restauración del Reino de David; y también son el poder judicial celestial que juzgará no solamente a los ángeles que se rebelaron en contra de Dios y al diablo, sino que juzgarán también a todos los seres humanos que han pasado por este planeta Tierra.
Por eso en Apocalipsis, capítulo 20, versos 4 al 6, dice que los que están sentados en estos tronos reciben poder para juzgar:
“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar…”.
Y encontramos que serán juzgados los que adoraron la bestia y su imagen; y serán juzgados todos los que van a ser presentados ante el Trono de Cristo. Dice el apóstol Pablo que Dios ha puesto a Jesús como Juez de los vivos y de los muertos. Y si Él es el Juez, pues tiene que haber un poder judicial, una Corte Divina, de la cual Cristo es el Juez Supremo y los miembros de Su Iglesia son los miembros de ese poder judicial.
Estamos viendo EL ORDEN DEL EJÉRCITO DE DIOS, de la Iglesia del Señor Jesucristo; y Cristo, a todo lo que es heredero, lo son también como herederos Su Iglesia, los miembros de Su Iglesia; porque somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro[2]; herederos a la vida eterna, herederos al Reino eterno, herederos a la glorificación, al cuerpo glorificado y eterno, herederos al Reino de Dios, tanto al Reino celestial como al Reino terrenal, herederos de los Cielos y de la Tierra.
Por eso podemos ver que nos habla de que Cristo es el heredero de este mundo, el cual lo recibirá conforme a Apocalipsis, capítulo 11, versos 15 en adelante, donde nos dice:
“El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos”.
¿Quién es el heredero de este mundo y los reinos de este mundo? El Señor Jesucristo.
“Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, se postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios,
diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y que has de venir, porque has tomado tu gran poder, y has reinado.
Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra.
Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo”.
Aquí podemos ver que Cristo es el heredero al Reino terrenal, y todo el planeta Tierra va a pertenecer al Reino del Mesías, al Reino de David; y por eso es que habrá paz en este planeta Tierra, porque Cristo es el Príncipe de Paz, el que traerá la paz al planeta Tierra completo.
Encontramos que habrá un Reino terrenal el cual se unirá con el Reino celestial. Cristo como Hijo del Hombre es el heredero al Reino terrenal, y Cristo como Hijo de Dios es el heredero al Reino celestial, al Trono de Dios celestial; y como Hijo del Hombre y como Hijo de David es el heredero al Trono de David; como Hijo del Hombre es el heredero al Trono y gobierno mundial; o sea, es el heredero al planeta Tierra completo, con todos los habitantes que habrá; y por consiguiente es el heredero al Trono que gobernará mundialmente a la humanidad en el Reino del Mesías, en el Reino Milenial, y después en el Reino por toda la eternidad.
Estamos viendo: “EL ORDEN DEL EJÉRCITO CELESTIAL”.
Así como el Ángel de Dios que le apareció a Daniel y que le apareció también a Josué es Cristo en Su cuerpo angelical, Él es el Comandante en Jefe, el Príncipe.
[Josué 5:14] “Él respondió: No; mas como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora”.
El Príncipe, por consiguiente el principal, el Jefe, el Comandante en Jefe del Ejército de Dios es Cristo; el Comandante en Jefe de la Iglesia del Señor Jesucristo es este mismo Ángel, Cristo en Su cuerpo angelical; y Cristo en Su cuerpo angelical es Cristo en Espíritu Santo.
El Espíritu Santo es el Ángel del Pacto, Cristo en Su cuerpo angelical, Su cuerpo teofánico, el cual dijo: “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”. San Mateo, capítulo 28, verso 20. Y también dijo: “Donde estén dos o tres reunidos en mi Nombre, allí yo estaré”. San Mateo, capítulo 18, verso 20. Porque donde esté Su Ejército, ahí Él está, ahí está el Comandante en Jefe, nuestro amado Señor Jesucristo.
Él siempre estará con ese Ejército espiritual celestial, que lucha en contra de las huestes del maligno para establecer el Reino de Dios en el corazón de las personas, para que entren al Reino de Dios las personas; y Cristo es el que comanda ese Ejército, Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia; y en el corazón, en el alma de cada creyente está dirigiendo ese Ejército celestial. Y es un privilegio grande y bienaventuranza pertenecer al Ejército de Dios.
Dice que nuestra lucha es contra malicias espirituales, contra potestades malignas, contra gobiernos de las tinieblas y así por el estilo[3]. O sea que es contra esa dimensión del maligno que tiene cautiva a la humanidad, es contra el reino de las tinieblas; y el Ejército de Cristo es el Ejército del Reino de la Luz, del Reino de Cristo nuestro Salvador.
A todo lo que Cristo es heredero, y todo lo que Cristo es, lo son también los miembros de ese Ejército.
Cristo dijo: “Yo soy la Luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la luz de la Vida”. San Juan, capítulo 8, verso 12. Y también dijo de Su Iglesia, de los creyentes en Él: “Vosotros sois la Luz del mundo”[4].
Y también Cristo es la Estrella resplandeciente de la Mañana, y los creyentes en Cristo son estrellas también, son las estrellas de la mañana, de la cual Job estuvo hablando[5]. Y esos son los hijos de la mañana, los creyentes en Cristo, el Ejército de Dios, el Ejército del Señor Jesucristo, del Rey de reyes y Señor de señores, del Príncipe de las huestes de Jehová, de las huestes de Dios.
Y a ese Ejército pertenezco yo, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también.
Que Dios los bendiga grandemente. Y nos veremos mañana, Dios mediante, en este mismo lugar.
Dejo con ustedes aquí al ministro Ronald Ríos Jaramillo, para continuar y finalizar.
“EL ORDEN DEL EJÉRCITO DE DIOS”.
[Revisión octubre 2024]
[1] Éxodo 20:18-19
[2] Romanos 8:17
[3] Efesios 6:12
[4] San Mateo 5:14
[5] Job 38:4-7