Mujeres servidoras de Cristo

Muy buenas tardes, damas y jóvenes… Todas jóvenes, pues van rumbo a la juventud eterna, a la cual ya han entrado en el campo espiritual, y pronto en la forma física también, en donde serán jóvenes para toda la eternidad.

Es una bendición grande trabajar en la Obra del Señor, pues hay trabajo para todos los creyentes en Cristo; desde los niños y niñas, jovencitos y jovencitas, adultos y adultas, y también para los ancianos. O sea que no hay limitaciones en cuanto a quiénes pueden trabajar en la Obra del Señor.

Todos han recibido la capacidad de parte de Dios para, unos, dar fruto a ciento por uno (que es lo que todos desean), otros al sesenta por uno si no pueden dar al ciento por uno, y otros al treinta por uno. O sea que colocó solamente tres grupos: O ciento por ciento, o un poco más de la mitad, o treinta por uno. Menos de eso, pues no debe dar ningún creyente en Cristo; y no va a dar menos, porque algo siempre estará haciendo todo creyente en Cristo.

Estamos viviendo en el tiempo más glorioso de todos los tiempos: en el tiempo de mayor conocimiento del Programa Divino correspondiente a nuestro tiempo, y de conocimiento Divino del Programa de Dios que Él ha llevado a cabo o ha estado llevando a cabo, desde el tiempo de los apóstoles hasta nuestro tiempo, y desde el tiempo de Jesús también; conociendo quién fue, es y será eternamente Jesucristo.

Es el mismo Dios que se vistió de un cuerpo de carne humana llamado Jesús, cuerpo que el mismo Dios —por medio de Su Espíritu— creó en el vientre de María. O sea que nuestro Salvador no es cualquier persona: es el mismo Dios; el cual, para efectuar la Obra de Redención, tuvo que venir a ser como nosotros: una persona con un cuerpo físico, para lo cual Él tuvo que crearlo en el vientre de la virgen María.

Y la virgen María es la mujer más bienaventurada, porque fue la primera mujer que dio a luz un niño por creación divina; y no ha habido otra ni habrá otra. Esa era la forma en que Eva tenía que traer los hijos; y por consiguiente ¿quién hubiera sido el primer hijo? El cuerpo de Jesús, para Dios estar habitando en forma humana, con Adán y Eva en la Tierra; y venir la descendencia divina por medio de Cristo nuestro Salvador.

En palabras más claras: hubiéramos venido allá, en el Jardín del Edén, nosotros; ya estaríamos aquí viviendo en cuerpos glorificados, cuerpos inmortales. Pero no se preocupen, solamente ha sido un atraso de unos seis mil años, alrededor de seis mil años, y eso ni se nota en la eternidad.

Es un punto tan pequeño de tiempo, pero que cada creyente en Cristo en cada tiempo lo ha estado aprovechando, y ha estado experimentando lo que es vivir en un cuerpo físico mortal, temporal, que fue la herencia que nos dejó Adán. Pero no vamos a estar en contra de Adán, gracias que algo nos dejó.

Pero el segundo Adán nos ha traído a la vida eterna, y el Programa de Dios, de la venida de Sus hijos con vida eterna, ha continuado adelante. Por lo tanto, ¡adelante!, trabajando en el Programa Divino, conscientes de quién es Jesucristo nuestro Salvador: es Emanuel, Dios con nosotros, el cual, luego de llevar a cabo Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, dijo: “Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”[1].

Él ha estado, de edad en edad, de etapa en etapa, velado y revelado en el mensajero de cada edad en medio de Su Iglesia. Por lo tanto, ha estado velado y revelado en Su Iglesia a través del mensajero, y por consiguiente en Su Iglesia, en donde se ha manifestado, se ha revelado y ha dado a conocer Su Palabra correspondiente al tiempo en que Él se ha revelado.

Y si así lo hizo en edades pasadas, ¿cómo lo tiene que hacer en nuestro tiempo? En la misma forma. Él dijo que estaría con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo.

Miren lo que dice el reverendo William Branham en la página 80 y 81 del libro de Las Edades, dice:

“JESÚS: SUS MENSAJEROS Y SUS IGLESIAS

‘El que tiene las siete estrellas en su diestra, el cual anda en medio de los siete candeleros de oro, dice estas cosas:’

Apocalipsis 2:1

  1. Este es Aquel de Quien fue dicho: ‘Este mismo Jesús es Señor y Cristo’. Allí está Él, el único Señor, Dios Todopoderoso, y fuera de Él no hay otro. Allí está el Salvador (‘La salvación pertenece a Jehová’. Jonás 2:10) andando en medio de las Iglesias a través de las siete edades. Lo que Él fue en la primera edad, lo será en todas las edades. Para todo creyente, Él es Jesucristo; el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. Lo que Él hizo una vez, todavía lo está haciendo, y lo continuará haciendo.
  2. Ahora, usted se dará cuenta de que Jesús anda solo en medio de Sus Iglesias. No hay nadie más nadie con Él. Ni tampoco puede hacerlo, porque Él obró solo su salvación, y habiéndola comprado con Su propia Sangre, Él la posee. Él es su Señor y Maestro. Ella le da a Él toda la gloria (o sea, Su Iglesia), y esa gloria Él no la compartirá con otro. Con Él no hay ningún ‘papa’, ni ‘arzobispo’. (Ni) María, la madre de su cuerpo terrestre, no está con Él. En cuanto a Él no se trata del caso de alguien que habla y luego se voltea a un lado hacia un Padre, porque Él es el Padre; tampoco voltea al otro lado para dar órdenes a un Espíritu Santo, porque Él es Dios —Espíritu eterno— y es Su Vida que está fluyendo y latiendo en Su Iglesia, dándole Vida, y sin Él no habría Vida. La Salvación es del Señor”.

Esto nos obliga a leer otro lugar muy importante. En el mismo libro de Las Edades, página 168 y 169, nos dice:

[168]. Así que el Mensaje es transmitido a todos; pero aunque es transmitido para todos los que están al alcance del Mensaje, tal Mensaje es recibido individualmente solo por un cierto grupo calificado y de una cierta manera. Cada individuo en aquel grupo es uno que tiene la habilidad para oír lo que el Espíritu está diciendo por medio del mensajero”.

Hemos visto ahí la forma en que el Espíritu le está hablando a Su Iglesia en cada edad. Es el Espíritu Santo en y a través del mensajero de cada etapa, al cual le es dada la revelación divina para esa edad, y él la transmite al pueblo, ungido con el Espíritu Santo. Por lo tanto, es el Espíritu Santo velado en un cuerpo llamado el mensajero de cada edad, hablándole a Su Iglesia, dándole la revelación divina correspondiente a cada tiempo.

Esa es la Voz del Espíritu Santo. Y: “El que tiene oídos para oír, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”[2].

[168]. Aquellos que lo están oyendo, no están recibiendo su propia revelación, ni tampoco están (el grupo) recibiendo su (propia) revelación colectiva, pero cada persona está oyendo y recibiendo lo que el mensajero ya ha recibido de Dios”.

O sea que cada persona no puede decir: “No, yo no necesito esperar a que el mensajero de mi edad reciba la revelación”. No puede decir: “Yo me voy a ir solo delante de Dios para buscar esa revelación”. No puede hacerlo en esa forma. Si trata de hacerlo, va el enemigo a engañarlo, va a llenarlo de falsas revelaciones, a él y a los que le sigan; y se va a convertir en un Datán, Coré o Abiram.

169. Ahora, no piense usted que esto siendo el caso, sea muy extraño, porque Pablo estableció esta norma bajo la mano de Dios. Solo Pablo tenía la revelación completa para su día, como fue comprobado al confrontarse con los otros apóstoles, quienes aceptaron que Pablo era el Mensajero-Profeta a los gentiles para ese día. También note por la vindicación de la Palabra que cuando Pablo quiso ir a Asia, Dios lo detuvo porque las ovejas (Sus hijos) estaban en Macedonia, y ellos (la gente de Macedonia) oirían lo que el Espíritu tenía que decir por Pablo, mientras que la gente en Asia no oiría”.

En cada tiempo, al mensajero le es revelado el territorio donde tiene que ir con el Mensaje, porque ese es el lugar donde estarán las ovejas del Señor para ese tiempo. Para la séptima edad de la Iglesia, así como para cada edad, hubo un territorio donde nacería la edad, donde Dios tendría el mensajero y el Mensaje para ese tiempo, y de ahí se extendería a otras naciones.

Que Dios nos ayude para entender territorio y Mensaje, y las demás cosas que corresponden a nuestro tiempo; porque tiene que haber un territorio para nuestro tiempo, donde el Espíritu le hable a Su Iglesia con la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final todas las cosas que deben suceder en este tiempo final; y nos prepare para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

170. En cada edad tenemos exactamente la misma norma. Por eso es que la luz viene a través de algún mensajero levantado por Dios en un cierto lugar; y después de aquel mensajero, la luz se difunde por medio del ministerio de otros que han sido fielmente instruidos. Pero, desde luego, todos aquellos que salen no siempre comprenden cuán necesario es decir SOLAMENTE lo que el mensajero ha dicho. Recuerde: Pablo advirtió a la gente que dijeran solamente lo que él dijo:

‘Qué, ¿ha salido de vosotros la palabra de Dios? ¿o a vosotros solos ha llegado?

Si alguno a su parecer, es profeta, o espiritual, reconozca lo que os escribo, porque son mandamientos del Señor’.

1 Corintios 14:36-37”.

Dice:

171. Le agregan aquí o le quitan allá, y dentro de poco tiempo el Mensaje ya no es puro y el avivamiento se muere”.

Para que el avivamiento del tiempo en que la persona vive, en donde Dios envía un mensajero y donde habrá un pueblo que lo recibirá; para que el avivamiento de parte de Dios no muera: No se le puede ni añadir ni quitar a lo que el Espíritu le estará hablando al pueblo en ese tiempo.

Ese es el Mensaje, la Palabra de Dios por medio de Su Espíritu para Su Iglesia para ese tiempo. Y eso es lo que Dios traerá a vida en ese tiempo, y lo que hará que se cumpla lo que está prometido para ese tiempo.

Por lo tanto, en ese Mensaje estará hablando lo que está prometido de parte de Dios para ese tiempo; y eso le dará fe a las personas, porque la fe viene por el oír la Palabra; y el oír esa Palabra de las cosas que están prometidas le dará fe para creer y recibir la materialización de lo que está prometido para Su pueblo para ese tiempo.

[171]. Cuánto cuidado debemos tener al oír UNA Voz, porque el Espíritu solamente tiene una Voz, la cual es la Voz de Dios. Pablo les advirtió que dijeran (solo) lo que él dijo, como también lo hizo Pedro. Él les advirtió que ni aun él (Pablo) podía cambiar una sola palabra de lo que había dado por revelación. Oh, ¡cuán importante es oír la Voz de Dios por medio de Sus mensajeros, y luego decir lo que les ha sido dado a ellos para las iglesias!

  1. Ojalá que usted haya empezado a entenderlo”.

Y ahora, aquí hay otro lugar muy importante que no podemos pasar por alto. Página 227, dice [Las Edades]:

“‘El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita un nombre nuevo escrito, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe’.

Apocalipsis 2:17

  1. El Mensaje a cada edad individual, tiene un incentivo para el creyente, animándole a ser un vencedor y así ser recompensado por el Señor”.

Recuerden que son los vencedores los que reciben la recompensa, los que son coronados en competencias, los que son recompensados cuando se ofrece un premio para el vencedor.

[176]. En (cada) edad, el Espíritu está prometiendo el maná escondido y un nombre…”.

O:

[176]. En esta edad…”.

Y recuerden que lo que le es prometido a los creyentes de la primera edad, luego eso continúa para todos los creyentes de las demás edades; porque ya fue prometido para la Iglesia del Señor Jesucristo en esa edad, y por lo tanto, esa misma promesa sigue para los creyentes de las demás edades. O sea que los que vienen en la segunda edad reciben lo que le es prometido para esa edad, más lo que le había sido prometido a la primera edad.

Piense usted en todo lo que ha sido prometido para las otras edades, más lo que es prometido para nuestro tiempo. O sea que para nosotros es todo lo que ha sido prometido para nosotros, más lo que había sido prometido para las demás edades.

177. Ahora, siendo que cada uno de estos mensajes es dirigido al ‘ángel’…”.

Recuerde que el Mensaje para la Iglesia es dirigido al ángel; el ángel lo recibe, le es dada esa revelación y entendimiento; y él luego, por el mismo Espíritu Santo que se la dio, que está en él, la habla al pueblo; y el pueblo también la recibe.

Aunque el mensajero siempre se queda con una parte; porque recuerde: El que reparte y reparte, y reparte bien, le toca la mejor parte. Pero lo importante es que el que le toque repartir, que es el mensajero de cada edad, pues estará con el grupo de su edad. Y entonces sabremos lo que él no quiso compartir; porque era para él, pero él lo dará a conocer en algún momento.

177. Ahora, siendo que cada uno de esos mensajes es dirigido al ‘ángel’ (mensajero humano) (o sea, dirigido al ángel: mensajero humano), su porción es una grande responsabilidad como también un privilegio maravilloso. A estos hombres Dios hace promesas especiales, como en el caso de los doce apóstoles estando sentados en doce tronos juzgando a las doce tribus de Israel. Luego, acuérdese de Pablo, a quien le fue dada una promesa especial: la promesa de presentar a Jesús a la gente de la Novia de su día.

‘Pues que os celo con celo de Dios; porque os he desposado a un marido, para presentaros como una virgen pura a Cristo’.

2 Corintios 11:2

  1. Así será con cada mensajero que ha permanecido fiel a la Palabra de su hora y (de) su edad. Así será en el último día (o sea, en nuestro tiempo también). Será la misma recompensa especial que fue dada a Pablo”.

O sea que a cada mensajero, así como a San Pablo le toca presentar a Cristo la Novia de su día, de su edad; así le toca a cada mensajero presentar al grupo de su edad.

Y ahora la página 265… Recuerden que la Estrella de la Mañana es Cristo, es el Espíritu Santo.

“‘Y le daré la estrella de la mañana’.

Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.

Apocalipsis 22:16”.

Y la primera parte que leímos, corresponde a Apocalipsis 2, verso 28.

“‘… hasta que el día esclarezca, y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones’.

2 Pedro 1:19

  1. Según estos versículos, Jesús es la Estrella de la Mañana. El Espíritu está haciendo una promesa a los escogidos de las Edades del Oscurantismo en relación a Sí mismo, y luego a las edades por venir.
  2. Como ya hemos mencionado, Jesús se identifica con el mensajero de cada edad. Ellos reciben de Él (o sea, los mensajeros) la revelación de la Palabra para cada edad. Esta revelación de la Palabra saca del mundo a los escogidos de Dios y los coloca en unión completa con Cristo Jesús. Estos mensajeros son llamados estrellas porque brillan con una Luz prestada o reflejada, la Luz del Hijo, Jesús”.

Recuerden que Jesús dijo también que Él es la Luz del mundo[3]. En Apocalipsis 22:16 dice que Él es la Estrella resplandeciente de la Mañana.

[96]. También son llamados estrellas porque (brillan con luz prestada) en la noche. Así que en la oscuridad del pecado, ellos traen la Luz de Dios a Su pueblo”.

O sea que Cristo, el Espíritu Santo, la Estrella resplandeciente de la Mañana, cuando… el cual es el Verbo, la Palabra, el Espíritu Santo; cuando se vela en carne humana en el mensajero de cada edad, a través de ese mensajero resplandece y alumbra el camino a los escogidos de Dios de cada tiempo, que también son estrellas.

Recuerden que la promesa a Abraham fue que su descendencia sería como las estrellas del cielo[4]. Y cuando en Job se nos habla de las estrellas[5]: se nos habla de los hijos de Dios.

Hemos visto cómo Dios por medio de Su Espíritu, a través del reverendo William Branham nos dice cómo Jesucristo llevaría a cabo Su Programa de Redención, y cómo estaría en medio de Su Iglesia velado (o sea, dentro de un velo de carne) y revelado a través de ese velo de carne, que sería el mensajero de cada edad, en donde estaría Cristo en Espíritu Santo hablándole a Su Iglesia.

Por eso dice: “El que tiene oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. Y eso, el Espíritu hablando a Su Iglesia por medio del mensajero de cada edad. Por eso: “El que tiene oídos para oír, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”.

Es importante entender todo este mecanismo divino, que nos muestra cómo es la forma de Dios revelarse a Su pueblo: Tiene que velarse primero en un velo de carne.

Por ejemplo, cuando fue a libertar a Israel conforme a lo que estaba prometido en Génesis, capítulo 15, versos 12 al 19, tuvo que aparecerle a Moisés y velarse en Moisés, y a través de Moisés manifestarse, revelarse a Israel, y llevar a cabo todo el Programa correspondiente a aquel tiempo.

Moisés no hizo milagros, Moisés no le habló al pueblo hebreo; fue el Espíritu Santo a través de Moisés el que habló y el que obró. Como decía Jesús: “Yo no hago nada de mí mismo. El Padre que mora en mí, Él hace las obras”[6]. En la misma forma.

Y por eso es la Palabra de Dios lo que trajo Moisés al pueblo, y lo que trajo Jesús al pueblo, y lo que trajo cada mensajero al pueblo. Cada mensajero del Antiguo Pacto, del Antiguo Testamento, los profetas, o cada mensajero del Nuevo Pacto, los apóstoles y los mensajeros correspondientes a cada tiempo; y así será en nuestro tiempo también.

Por lo tanto, adelante, damas de las diferentes edades, sirviendo a Cristo, así como aquellas mujeres santas siguieron y sirvieron a Cristo en aquellos días; y están en las páginas de la historia de la Primera Venida de Cristo, y también en las páginas de la historia de los apóstoles y de los diferentes mensajeros, de las diferentes edades o etapas de la Iglesia.

Ha sido para mí una bendición y un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, compartiendo con ustedes estos momentos.

Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y nos use grandemente en Su Obra en este tiempo final.

Continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.

Y ya… ¿cuándo estaremos viéndonos de nuevo? Sábado. Mañana no es con todos. Así que les estaremos informando, dándoles a conocer las cosas que estaremos haciendo estos días; disfrutando con ustedes estos días maravillosos que Dios nos ha dado, para tener compañerismo espiritual alrededor de la Palabra del Señor, la Palabra del Señor prometida para este tiempo final.

Dejo con ustedes nuevamente al misionero Miguel Bermúdez Marín para continuar.

“MUJERES SERVIDORAS DE CRISTO”.

[Revisión octubre 2024]

[1] San Mateo 28:20

[2] Apocalipsis 2:7, 2:11, 2:17, 2:29, 3:6, 3:13, 3:22

[3] San Juan 8:12

[4] Génesis 15:5, 22:15-17

[5] Job 38:7

[6] San Juan 14:10

Scroll al inicio