Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes, y todos los que están en diferentes países reunidos: pastores, hermanos creyentes en Cristo en este tiempo final. Es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Quiero agradecer a todos los que visitaron mi blog: williamsotosantiago.com. En el transcurso de esta semana recibí 18.634 visitas; personas que pudieron leer y compartir en las redes sociales todos los artículos, las postales y los videos que he publicado. En este espacio ustedes podrán encontrar artículos sobre proyectos e iniciativas que estoy desarrollando sobre temáticas de actualidad a nivel mundial; también pueden dejar sus opiniones y sugerencias sobre los temas que desean profundizar o conocer, y que contribuyan a la paz del ser humano integral.
Por otra parte quiero invitarlos para que puedan seguirme a través de mi cuenta de twitter: @drwilliamsoto. Estamos trabajando en todos los campos; y lo hacemos con entusiasmo y alegría, porque esta labor está siendo desarrollada en favor de la paz de la familia humana.
Les espero en la página, en el blog, y también en mi cuenta de twitter. Son bienvenidos todos, para compartir así los trabajos y los proyectos que estoy llevando a cabo, y puedan ver lo que ustedes están haciendo también al respaldar estos proyectos.
Deseo saludar al misionero, reverendo doctor Miguel Bermúdez Marín, y a su esposa, donde se encuentren en estos momentos. Que Dios te bendiga, Miguel y Ruth, y les use grandemente en Su Obra en este tiempo final.
Para esta ocasión leemos en Filipenses, capítulo 1, versos 6 al 11, donde dice San Pablo:
“…Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo;
como me es justo sentir esto de todos vosotros, por cuanto os tengo en el corazón; y en mis prisiones, y en la defensa y confirmación del evangelio, todos vosotros sois participantes conmigo de la gracia.
Porque Dios me es testigo de cómo os amo a todos vosotros con el entrañable amor de Jesucristo.
Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en ciencia y en todo conocimiento,
para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo,
llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.”
Tomamos dos lugares aquí. En el verso 6, que dice: “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.” Y el verso 10, que dice: “para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo.”
Iremos a Apocalipsis, capítulo 1, versos 10 al 11, que dice:
“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,
que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
“EL DÍA DE CRISTO.”
Un día delante del Señor es como mil años, y mil años un día, nos dice San Pedro en Segunda de Pedro, versos 8 en adelante, donde dice:
“Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.
El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.”
Un día delante del Señor, dice San Pedro que es como mil años; y el Salmo 90, verso 4, también nos habla de lo mismo.
Cuando se habla del Día del Señor, del Día de Cristo, se esta hablando de un día señalado por Dios, un día delante de Dios, que para los seres humanos será un milenio, el séptimo milenio de Adán hacia acá. Ese es el Día Postrero, el Día del Señor, para lo cual Cristo dice en San Juan, capítulo 6, versos 39 al 40:
“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.
Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”
Y el verso 44 de ese mismo capítulo 6, dice:
“Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.”
Aquí nuevamente nos ha dicho el Señor que Él a los creyentes en Él los resucitará en el Día Postrero; o sea, a los que hayan muerto a través de la historia del cristianismo. Y los que estén vivos, dice San Pablo, serán transformados cuando Cristo venga con todos los santos que están en el Paraíso, los creyentes en Él que han muerto físicamente y que lo están esperando allí en el Paraíso, la sexta dimensión; pero Él está, Cristo, en la séptima dimensión, como Sumo Sacerdote, haciendo intercesión por todos los que le reciben como único y suficiente Salvador, y manteniendo limpios a los que ya han entrado a formar parte del Cuerpo Místico de Cristo; porque Cristo con Su Sangre nos mantiene limpios de todo pecado.
Y ahora, en el Paraíso lo están esperando. Recuerden que será como cuando Cristo murió: fue al infierno, le quitó las llaves del infierno y de la muerte al diablo, y salió de allí; pero allí Él dejó los pecados de todos nosotros, los regresó al originador del pecado, que es el diablo; le quitó las llaves del infierno y de la muerte; pasó al Paraíso, donde estaba Abraham, Isaac, Jacob, los patriarcas y todos los creyentes del Antiguo Testamento; y Él resucitó, y ellos con Él, el domingo muy temprano en la mañana, el domingo de Resurrección, el primer día de la semana, que es domingo.
Por eso luego los cristianos se reunían el domingo, todos los domingos, para alabar a Dios a través de Cristo y predicar el Evangelio de Cristo, y dar la oportunidad a las personas que no habían recibido a Cristo, que lo recibieran como único y suficiente Salvador, y fueran bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; y Cristo los bautizaría con Espíritu Santo y Fuego, y producirá el nuevo nacimiento en las personas; nacerían así en el Reino de Cristo. Y por consiguiente, vendrán a formar la Iglesia del Señor Jesucristo.
Así ha sido de etapa en etapa, a través de la historia de la Iglesia del Señor Jesucristo. Y Cristo ha estado en y con Su Iglesia en Espíritu Santo, pues Él dijo: “Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” San Mateo, capítulo 28, verso 20. Y también San Mateo, capítulo 18, verso 20, donde dice: “Donde estén dos o tres reunidos en mi nombre, allí yo estaré.”
En Espíritu Santo ha estado en Su Iglesia, y ahí – desde ahí es que Cristo se ha manifestado a través de Su Iglesia; así como Dios se manifestó a través de Jesucristo, ahora Jesucristo se manifiesta a través de Su Iglesia desde el Día de Pentecostés hasta nuestro tiempo.
Y así como Cristo fue glorificado, la Iglesia del Señor Jesucristo —y por consiguiente cada miembro de la Iglesia del Señor Jesucristo— será glorificado, juntamente con la Iglesia, que es el Cuerpo Místico de Cristo o también la segunda Eva, así como Cristo es el segundo Adán.
Y así como Adán por medio de Eva trajo hijos e hijas, el segundo Adán, Jesucristo, por medio de Su Iglesia, Su Novia, Su Esposa, ha estado trayendo hijos e hijas de Dios en el Reino de Dios, naciendo en el Reino de Dios en cada etapa de la Iglesia del Señor Jesucristo, en donde ha ocurrido una manifestación de Cristo, de amor a y con Su Iglesia para reproducirse en muchos hijos e hijas de Dios, que son engendrados y nacen por la Palabra del Evangelio, la Palabra creadora de Dios.
Ya estamos al final de la Dispensación de la Gracia, para entrelazarse con la Dispensación del Reino, y así llevarse a cabo la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de los que estén vivos, creyentes en Cristo, nacidos de nuevo, para todos ser iguales a Jesucristo, con cuerpos eternos, inmortales, glorificados y jóvenes para toda la eternidad.
Eso será la Adopción de los hijos e hijas de Dios, la manifestación gloriosa de los hijos e hijas de Dios, de la cual habla San Pablo en Romanos, capítulo 8, versos 14 al 39.
Por eso dice que la Creación gime a una y a una está con dolores de parto hasta ahora, esperando la manifestación gloriosa de los hijos de Dios; esto es la adopción, la redención del cuerpo. Porque así como nuestra alma y espíritu han sido redimidos, también nuestro cuerpo físico será redimido, la redención del cuerpo, que será la adopción de los hijos e hijas de Dios, los cuales serán todos iguales a Jesucristo: con cuerpos eternos, inmortales y glorificados y jóvenes, ¿para cuanto tiempo? Para toda la eternidad.
Jesucristo está tan jóven como cuando subió al Cielo, y permanecerá jóven por toda la eternidad. Y al decir “por toda la eternidad,” como no tiene fin tampoco tendrá fin Su juventud; y la juventud que hemos de recibir en el cuerpo glorificado tampoco tendrá fin.
Estamos aquí en la Tierra pasando por un proceso, una etapa en la cual obtenemos la redención del alma, la redención espiritual, la adopción espiritual y luego viene la adopción física, la redención del cuerpo, la cual ocurrirá en el tiempo de la Segunda Venida de Cristo, que corresponde al Día Postrero, el cual es el Día del Señor, el Día de Cristo.
Recuerden que Cristo dijo en una ocasión que el Hijo del Hombre es Señor del Día de Reposo. Eso está por San Mateo, capítulo 6, versos 5. Corrijo: capítulo 12, verso 8; San Lucas, capítulo 6, verso 5; y San Marcos, capítulo 2, verso 28.
Por eso en medio del judaísmo el sábado es el Día del Señor; para el cristianismo el domingo es el Día del Señor, porque se reúne el cristianismo el domingo; pero cuando se trata de este Día profético, el Día de Cristo o el Día del Señor como día sujeto al tiempo, es el séptimo milenio, que es el día o milenio de reposo para la Tierra y sus habitantes, en donde el Mesías Príncipe, el Cristo, establecerá Su Reino, el cual es el Reino de David con el Trono de David que será restaurado; porque el Mesías Príncipe es el heredero al Trono y Reino de David. Y en ese Reino estarán con Cristo todos los que han formado parte de la Iglesia del Señor Jesucristo en el tiempo que le tocó vivir a cada la persona.
Ahí en ese Reino es donde tendrán almacenado su tesoro, en donde serán reyes, sacerdotes y jueces; o sea, el gabinete del Mesías, del Cristo; el gabinete del poder judicial, el gabinete del poder político, porque son reyes también y son sacerdotes. Por lo tanto, son los que estarán a cargo con el Mesías, de la parte espiritual del Reino, y de la parte política con Cristo el Mesías, que es Rey; y con Él son reyes los creyentes en Él; y tendrán también a cargo la parte del poder judicial, porque el Mesías Príncipe es Juez también; y por eso es que San Pablo dice que los santos juzgarán al mundo y aun a los ángeles. Eso es en el Reino del Mesías.
Como etapa o edad, el Día del Señor corresponde al domingo espiritual, que es la etapa de Piedra Angular donde Él estará, donde Él se manifestará, donde Él se revelará; y le hablará a Su Iglesia en forma consecutiva, revelándole el misterio contenido en los Siete Truenos de Apocalipsis, capítulo 10.
Y los Siete Truenos de Apocalipsis, capítulo 10, revelan el misterio de Su Segunda Venida, de la Venida del Ángel Fuerte que desciende del Cielo; que es Cristo, el Ángel del Pacto, viniendo a Su Iglesia con el Librito abierto en Su mano, revelándole todo el misterio relacionado a Su Segunda Venida. Eso es para el Día de Cristo, para el Día del Señor, para el Día Postrero, que es el séptimo milenio de Adán hacia acá.
Recuerden que Joel dice, y también San Pedro en el libro de los Hechos, capítulo 2, nos habla (como Joel, capítulo 2 también), nos habla de que Dios derramará de Su Espíritu sobre toda carne en los días postreros. Y los días postreros comenzaron en el tiempo de Jesucristo, y el Día de Pentecostés Dios derramó de Su Espíritu Santo sobre ciento veinte que estaban esperando la Venida del Espíritu Santo, los cuales eran creyentes en Cristo.
Y para todos los creyentes en Cristo, todos los que lo reciben como Salvador, es la promesa del Espíritu Santo; para así tener el Espíritu de Cristo, tener la Vida de Cristo, y ser parte del Cuerpo Místico de Cristo; y por consiguiente haber nacido de nuevo, haber nacido en el Reino de Dios.
Porque con el nacimiento en este reino terrenal a través de nuestros padres terrenales, hemos sido colocados en la vida temporera o temporal, que se acaba, y la persona no sabe cuándo se le va terminar. Pero tenemos todos la oportunidad de hacer contacto con Cristo la Vida Eterna, para que nos otorgue vida eterna, como dijo Cristo: “Mis ovejas oyen mi voz, y me siguen, y yo las conozco, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás. Mi padre que me las dio es mayor que todos; y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre una cosa somos.”
Dios estaba en Cristo reconciliando Consigo mismo al mundo. Dios estaba en Jesucristo. Él decía: “El Padre que mora en mí, Él hace las obras. El Padre que mora en mí hasta ahora obra, y yo obro.” Y también decía que el Padre le mostraba a Él lo que Él hacía; y lo que hacía el Padre, lo hacía el Hijo. O sea, que todo lo que tenía que hacer Jesucristo se lo mostraba en visión el Padre a Jesucristo, por medio del Espíritu Santo que moraba en Jesucristo.
Vean, Jesucristo decía: “El Padre que mora en mí.” ¿Dónde moraba el Padre? En Jesucristo. Por eso Él dijo: “Destruyan este templo y en tres días yo lo levantaré.” Pensaban que estaba hablando del templo de piedras, pero estaba hablando de Su cuerpo; porque el cuerpo es el templo de Dios, es un templo. Y en Jesucristo, en Su cuerpo físico, era y es el Templo de Dios, donde Dios moró y mora y morará en toda Su plenitud. Por lo tanto, Padre, Hijo y Espíritu Santo ¿estaban dónde? En Jesucristo.
Por eso también Él dijo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido…” y comenzó a decir para qué había sido ungido. San Lucas, capítulo 4, versos 11 en adelante; y eso ahí está citando lo que dijo Isaías, capítulo 61, versos 1 en adelante.
O sea que el Padre estaba en Jesús, y el Espíritu Santo estaba en Jesús. Dios el Padre estaba en Jesús. Dios y el Espíritu Santo, que es el Ángel del Pacto, estaba en Jesús. El cuerpo angelical de Dios, el Ángel del Pacto, estaba en Jesús. Ahí tenemos: Padre, Hijo y Espíritu Santo: Dios en toda Su plenitud. Dios con un cuerpo angelical y cuerpo físico en medio de Su pueblo Israel. Emanuel: Dios con nosotros, como dice Isaías, capítulo 7, verso 14; y San Mateo también nos habla de lo mismo.
Y como en la ciudad de Naím cuando Jesús resucitó al hijo de la viuda que lo llevaban a enterrar, y lo resucitó antes de depositarlo en la tumba; los que lo llevaban, la gente dijo: “Dios ha visitado a Su pueblo Israel, porque un gran profeta se ha levantado entre nosotros.”
Esa es la forma de Dios visitar a Su pueblo, esa es la forma más grande de una visita divina: cuando Dios visita a Su pueblo dentro de un velo de carne, hablándole a Su pueblo y llevando cabo lo que Él prometió para ese tiempo en que está llevándose a cabo esa manifestación divina.
En Zacarías, capítulo 7, verso 11 (pasaje que ya conocemos), dice:
“Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;
y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros…”
¿Cómo Dios le habla al pueblo? Por medio de profetas. Eso fue lo que Dios dijo también en Deuteronomio, capítulo 18; y Dios no ha cambiado eso que Él dijo.
Recuerden que cuando Aarón y Miriam o María, la hermana de los hermanos de Moisés, que eran mayor que Moisés, dijeron: “¿No ha hablado Dios también por nosotros?” O sea, estaban tratando de hacerse iguales a Moisés. Pero el mensajero, el profeta de la Dispensación de la Ley, era Moisés. Aarón y Miriam, sus hermanos, eran ayudantes de Moisés.
Cuando Moisés pidió un ayudante en el capítulo… del capítulo 3 al capítulo 6 del Éxodo, porque Moisés tenía problemas para hablar, era tardo, tartamudo (no se sabe desde cuándo le comenzó ese problema); pero ahora, fuera un problema físico o fuera porque ya se había olvidado del hebreo…, y pidió un ayudante, uno que supiera hablar; y Dios se enojó con él.
Miren los problemas que le causó Aarón y Miriam. Primero, mientras Moisés está en el Monte Sinaí, a petición del pueblo, le pidieron que hiciera un becerro de oro, que era un ídolo, el ídolo de la religión pagana babilónica; y les construyó un ídolo y un altar. O sea, le cambió el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, por el dios pagano babilónico; le cambio la fe.
Aunque probablemente algunos no estuvieron de acuerdo; pero vean, trajo un problema grave sobre el pueblo, a tal grado que Dios quería destruir el pueblo. Si Moisés no intercede y le dice a Dios que perdonara al pueblo o si no: “Ráeme de Tu Libro que has escrito…” le dice Moisés a Dios; y Dios le dice: “Al que pecare, raeré del Libro.” O sea, que Moisés no le podía pedir a Dios que fuera raído del Libro porque Moisés no había pecado, era el pueblo.
Moisés intercedió por el pueblo, la ira de Dios se aplacó; y Moisés, como había quebrado las tablas de la Ley, ahora tuvo que preparar nuevas tablas de piedra y subir con ellas al monte para que Dios escribiera en ellas de nuevo los diez mandamientos.
Encontramos que más adelante, también Aarón y Miriam dicen: “¿No ha hablado Dios también por nosotros?” Y eso desagradó a Dios, porque Dios habló por Moisés, y Moisés le hablaba a Aarón, y Aarón repetía lo que Moisés le decía.
Dios le dijo: “Tú pondrás en la boca de Aarón lo que él tenga que hablar. Tú serás para Aarón en lugar de Dios, y él será para ti en lugar de tu profeta (así como Dios tenía a Moisés como profeta, y colocaba en la boca de Moisés lo que Moisés tenía que hablar).”
Encontramos que la forma de hablar, de Dios al pueblo, es como Dios dice que él hablará. Deuteronomio, capítulo 18, versos 15 en adelante, dice:
“Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis;
conforme a todo lo que pediste a Jehová tu Dios en Horeb el día de la asamblea, diciendo: No vuelva yo a oír la voz de Jehová mi Dios, ni vea yo más este gran fuego, para que no muera.
Y Jehová me dijo: Han hablado bien en lo que han dicho.
Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare.
Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta.”
Y ahora, ¿dónde es que Dios dice que serán encontradas las palabras de Dios? En la boca del profeta que Él envía para cada tiempo. Cuando Amós, capítulo 3, versos 7, nos dice también: “Porque no hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos Sus profetas,” eso quedó establecido, y Dios no lo ha cambiado.
Y ahora, encontramos que también en Amós, capítulo 8, versos 11 al 12, dice que Dios enviará hambre y sed sobre la Tierra. Hambre y sed sobre la Tierra enviará Dios, dice Amós, capítulo 8… Vamos buscar ese pasaje para leerlo tal y como fue hablado, para que tengamos el cuadro claro; y cuando deseemos oír la Voz de Dios sepamos cómo viene la Voz de Dios para el pueblo.
Dios le habla al mensajero que Él tenga para ese tiempo; y ese mensajero con la Palabra de Dios en su boca le habla al pueblo. Amós capítulo 8, versos 11 en adelante, dice:
“He aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra (en los cuales ¿qué?) …enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová.
E irán errantes de mar a mar; desde el norte hasta el oriente discurrirán buscando palabra de Jehová, y no la hallarán.”
Es hambre en el alma. “Porque no solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” Deuteronomio, capítulo 8, versos 1 en adelante. Y San Mateo, capítulo 4; y San Lucas, capítulo 4, en donde Cristo dice: “No solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios.”
Y sale de la boca de Dios al mensajero, al profeta; y de la boca de Dios a través del profeta por medio del Espíritu Santo, para el pueblo. Y si Dios dijo que habrá hambre sobre la Tierra de oír la Palabra de Dios, entonces en cada tiempo hay que buscar el instrumento que Dios tenga con ese ministerio profético, para escuchar la Palabra que Dios ha colocado en Su boca, que es el Mensaje para el tiempo en que las personas están viviendo. Para cada tiempo viene Palabra de Dios al pueblo, conforme al orden que Dios ha establecido.
Y algunas veces surgen problemas, porque hay también personas que como Aarón y Miriam, dicen: “Dios también ha hablado por mí, ha hablado por nosotros.” Pero Dios habló por medio de Moisés, y Dios habló por medio de cada profeta que Él envió. Porque el Espíritu de Dios vino al mensajero profeta en cada tiempo y le reveló a él la Palabra de Dios para ese tiempo, la puso en el corazón y en la boca de ese hombre; y ese hombre la habló inspirado por el Espíritu Santo que estaba en él; y eso era Dios por medio de Su Espíritu hablando a través de carne humana, a través de un hombre. De esa hambre y sed de oír esa Palabra es que la humanidad tendría en el tiempo final también.
Pero es sencillo saber qué ha prometido Dios y dónde. En la Dispensación de la Gracia… En la Dispensación de la Ley era en medio del pueblo hebreo; en la Dispensación de la Gracia es en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, de edad en edad, de etapa en etapa; ahí ha estado el Espíritu Santo hablando, colocando la Palabra en el corazón y la boca del mensajero de cada tiempo, y hablando a través de él al pueblo.
Y ese Mensaje ha traído al Redil del Señor las almas que formarían la Iglesia del Señor Jesucristo en cada etapa de la Iglesia del Señor Jesucristo. Y junto a ese mensajero han estado siempre compañeros en el ministerio, trabajando brazo a brazo con ese instrumento que Dios envía de etapa en etapa, de edad en edad.
En los tiempos también del profeta Elías. En el capítulo 17 de Primera de Reyes, él dijo: “No habrá lluvia ni aun rocio, sino por mi Palabra.” Y así fue. Tres años y medio sin lluvia. Morían los animales, las cosechas se secaban, y muchos adultos, jóvenes y niños murieron también; porque la vida surge del agua y se mantiene por el agua. Sin agua las personas mueren.
Por lo tanto, si así es en lo físico, cuanto más en lo espiritual para el alma de la persona. Sin el pan y agua de la Palabra de Dios para el tiempo en que la persona vive, su alma muere, la persona muere espiritualmente. Por eso antes de morir se ve una debilidad espiritual. Espiritualmente débiles, que les da trabajo hasta para levantarse para ir a la Iglesia. Débiles, debilidad espiritual hasta para leer la Biblia, la cual debe ser leída todos los días. Débiles para orar tambien.
El rey David decía: “Tres veces al día me presento ante Dios,” o sea, oraba a Dios; y dice que madrugando buscaba a Dios, era madrugador para presentarse ante Dios; y durante la noche meditaba, decía que su conciencia le enseñaba; o sea que mientras estaba recostado en su cama, antes de dormirse o si despertaba, estaba meditando en la Palabra del Señor, y su conciencia le enseñaba. Es importante así.
Por lo tanto, tenemos que andar conscientes de la Palabra de Dios para el tiempo en que nos toca vivir, porque esa Palabra es el alimento espiritual para nuestra alma, es la Palabra revelada para el tiempo que nos toca vivir, como fue también para otras etapas del cristianismo la Palabra correspondiente a cada edad.
Para nuestro tiempo, las cosas que deben suceder pronto, contenidas en el libro del Apocalipsis y contenidas en el Libro sellado con siete sellos, y contenidas en la Voz del Ángel Fuerte que desciende del Cielo clamando con cuando un león ruge y siete truenos emitiendo sus voces, que contienen la revelación del Séptimo Sello…; lo cual le fue prohibido a Juan el apóstol escribir lo que él escuchó. “Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas.” Lo que él escuchó no lo pudo escribir; porque ese es el contenido o revelación de la Segunda Venida de Cristo.
Pero esa revelación de los Siete Truenos, la Voz de Cristo hablándole, estará hablándole a Su Iglesia todas esas cosas que Juan escuchó y no pudo escribir; y eso es el alimento espiritual para nuestra alma. Y el reverendo William Branham dice que los Truenos darán la fe de rapto a la Iglesia del Señor Jesucristo.
Por lo tanto, es importante estar al tanto al Programa Divino para nuestro tiempo, porque todas estas cosas corresponden al Día del Señor, al Día de Cristo, que como tiempo es el séptimo milenio de Adán hacia acá; pues Él dijo: “Y yo le resucitaré en el Día Postrero.” San Juan, capítulo 6, versos 39 al 40. Y San Juan, capítulo 11, versos 21 al 27, donde Jesús fue a resucitar a Lázaro; y le dice a Marta: “Tu hermano resucitará.” Marta le dice: “Yo sé que resucitará en la resurrección en el Día Postrero.” Ella sabía que era para el Día Postrero, y que un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día.
El día postrero de la semana es el séptimo día, el sábado, y el Día Postrero delante de Dios es el séptimo milenio; ese es el Día del Señor, ese es el tiempo en que la resurrección de los muertos en Cristo va a ocurrir, ese es el Día en que Cristo va a cumplir Su Segunda Venida; y vendrá con todos los santos creyentes en Él, que están en el Paraíso.
Antes de pasar a Su Iglesia que estará viva, a los creyentes en Cristo que estarán vivos, pasará por el Paraíso, la sexta dimensión, como antes de Cristo resucitar pasó por el Paraíso, donde estaban Abraham, Isaac, Jacob, los patriarcas y demás creyentes del Antiguo Testamento, y vinieron con Él en la resurrección. Así será para los creyentes en Cristo que partieron y están en el Paraíso.
Y así como aparecieron a muchos, y Cristo apareció a Sus discípulos, también ocurrirá; porque será paralelo ¿cómo? Paralelo en todo, la Tercera Etapa; será paralelo en todo, lo que fue precursado por el reverendo William Branham, precursor de la Segunda Venida de Cristo.
Y él dijo en el mensaje “Cristo el misterio de Dios revelado,” por la página 6 y 7… Y es bueno que nadie sepa cómo Él viene y cuándo Él viene; eso es para que no haya imitaciones. Y Cristo también dijo que nadie sabía el día y la hora en que el Hijo del Hombre vendría, ni aun los ángeles.
Si la Primera Venida de Cristo, aunque estaba profetizado dónde nacería, y que nacería a través de una virgen en Belén de Judea, y descendiente del rey David; y sin embargo fue un misterio que no comprendieron los que vivieron en aquel tiempo, excepto algunos: los que creyeron en Jesucristo como el Mesías; ¡cuánto más la Segunda Venida de Cristo!, de la cual hay muchas profecías, pero sin mucha especificación.
Pero todo eso será revelado a los creyentes en Cristo que estarán en el Día Postrero viviendo, y serán preparados para ser transformados y raptados; porque toda esa revelación de la Voz de Cristo hablándole a Su Iglesia en el Día Postrero, en la etapa de oro de la Iglesia, la Edad de Oro, la Edad de Piedra Angular, nos dará la fe para ser transformados y raptados e ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Por lo tanto, es importante estar conscientes en qué Día delante de Dios estamos viviendo. En los días de Jesús estaban viviendo en el quinto día, quinto milenio, quinto día delante de Dios, que para los seres humanos era el quinto milenio de Adán hacia el tiempo de Cristo. Y en ese quinto milenio comenzó la Dispensación de la Gracia con la venida del Espíritu Santo a ciento veinte creyentes en Cristo. Y así ha continuado; y han transcurrido ya dos días de los tres días postreros, quinto y sexto milenio delante de Dios, que para los seres humanos son quinto y sexto milenio, y delante de Dios quinto día y sexto día. “Porque un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día.”
Y conforme al calendario gregoriano ya estamos en el séptimo milenio de Adán hacia acá; y por consiguiente, en el Día Postrero, en donde van a ocurrir todas estas profecías de las cuales Cristo mismo habló que corresponden al Día Postrero.
Por ejemplo: La Venida de Cristo a Su Iglesia, la resurrección de los muertos en Cristo, la transformación de los vivos y el arrebatamiento de la Iglesia para ir a la Cena de las Bodas del Cordero con Cristo; y después de eso, también, después del arrebatamiento: la gran tribulación para toda la humanidad, que durará tres años y medio.
También está el recogido de ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, representados en Benjamín (Benjamín el hermano de padre y madre, de José). También encontramos que Manasés representa a los judíos e Israel, y Efraín representa a la Iglesia gentil de Señor Jesucristo; y el que tenía la bendición mayor era Efraín: la bendición de la primogenitura. Todo eso es tipo y figura de lo que estará pasando en este tiempo final.
Hemos visto que el Día de Cristo o Día del Señor, en donde Él habla como una Voz de Trompeta y dice: “Yo Soy el Alfa y la Omega, el primero y el último.” ¿Y quién es el Alfa y Omega, el primero y el último? El Señor Jesucristo. Le estará hablando a Su Iglesia en el Día Postrero, así como le habló en cada etapa de Su Iglesia a través del Espíritu Santo manifestado en cada mensajero que Él envió para cada etapa de Su Iglesia.
Y eso hacía venir la fe para los que escuchaban la predicación; porque “la fe viene (¿por que?) por el oír la Palabra del Señor,” pero “con la boca se confiesa para salvación.”
Por eso se le da la oportunidad a las personas que escuchen, si no han recibido a Cristo como Salvador, para que lo reciban como su único y suficiente Salvador.
Yo lo recibí como mi Salvador hace muchos y muchos años: por el año 59 al 60. Y cada día estoy más agarrado de Cristo mi Salvador; y no me avergüenzo del Evangelio porque es poder, potencia de Dios para salvación; para los judíos y para los griegos también, para los gentiles.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos; y estaremos orando por usted, para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone, y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y sea bautizado en agua en Su Nombre, y Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en usted el nuevo nacimiento.
Por lo tanto, los que están presentes y los que están en otras naciones, otros países, pueden venir a los Pies de Cristo si todavía no lo han hecho, para que Cristo les dé vida eterna.
“Mis ovejas oyen mi voz, y me siguen, y yo las conozco, y yo les doy vida eterna.” No hay otra persona a la cual usted pueda ir para que le dé vida eterna, solamente hay uno y Su Nombre es: Señor Jesucristo. Porque no hay otro Nombre bajo el Cielo, en el cual podamos tener, recibir, vida eterna; no hay otro Nombre en el cual podamos obtener la Salvación y vida eterna; solamente hay uno, y es: Señor Jesucristo. Por eso se le llama el Salvador del mundo. Él es mi Salvador, ¿y de quién más? De cada uno de ustedes también.
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en diferentes naciones, para que Cristo les reciba en Su Reino, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, y sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Los niños también, de 10 años en adelante pueden venir a los Pies de Cristo nuestro Salvador, pues Cristo dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos.” [San Mateo 19:14].
En todos los países pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo. Pueden pasar al frente donde se encuentran, para recibir a Cristo como único y suficiente Salvador. Porque no hay otro Nombre en el cual podamos ser salvos; y si no hay otro Nombre, entonces todos necesitamos a Jesucristo nuestro Salvador.
Con nuestras manos levantadas al Cielo, vamos a orar por las personas que están recibiendo a Cristo como Salvador en diferentes naciones en estos momentos.
Todos con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo:
Padre nuestro que estás en los Cielos, vengo a Ti en el Nombre del Señor Jesucristo con todas estas personas que en diferentes naciones están recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador. Recíbeles en Tu Reino. Te lo ruego en el Nombre del Señor Jesucristo.
Ahora repitan conmigo esta oración, los que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón.
Creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu Primera Venida y creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo, dado a los hombres, en que podemos ser salvos.
Creo en Tu Primera Venida y creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestro pecados.
Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador. Doy testimonio público de mi fe en Ti y de Tu fe en mí, y Te recibo como mi único y suficiente Salvador.
Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado; y me bautices con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre; y produzcas en mí el nuevo nacimiento. Te lo ruego en Tu Nombre Eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén y Amén.
Y ahora me preguntarán ustedes en diferentes naciones: “¿Cuándo me pueden bautizar? Porque escuché el Evangelio de Cristo, nació la fe de Cristo en mi alma, y lo he recibido como mi Salvador.”
Pueden ser bautizados, porque ustedes han creído en el Nombre del Señor Jesucristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, y han recibido a Cristo como vuestro Salvador.
El agua no quita los pecados sino la Sangre de Cristo; pero el bautismo en agua es un mandamiento del Señor Jesucristo que dijo: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” [San Marcos 16:15-16]
El mismo Jesucristo fue bautizado por Juan el Bautista. Juan no lo quería bautizar pero Jesús le dijo: “Nos conviene cumplir toda justicia.” Y entonces dejó de discutir y lo bautizó. Porque Juan decía: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por Ti ¿y Tú vienes a mí para que yo te bautice?” Jesús le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia.” Y entonces lo bautizó. Y cuando subió de las aguas bautismales, el Espíritu Santo descendió y se posó sobre Jesús; y esa era la señal que Dios le había dicho a Juan que vería sobre aquel al cual él le estaría preparando el camino, el cual sería el Mesías, el Cristo.
Y nos dice: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” Y San Pedro el Día de Pentecostés, en el capítulo 2 del libro de los Hechos, dice: “Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo, para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.” Así como Jesús al ser bautizado y subir de las aguas bautismales recibió el Espíritu Santo descendiendo sobre Él.
Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; y cuando es sumergido en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando es levantado de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida: a la vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.
Ese es el simbolismo del bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Es en el bautismo en agua donde la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura, y resurrección. Por eso es tan importante el bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; por eso fue que Él ordenó predicar y bautizar a todos los que creyeran; y por eso desde el Día de Pentecostés han estado siendo bautizados millones de seres humanos, desde el Día de Pentecostés hasta nuestro tiempo, y continúan siendo bautizados todos los que escuchan la predicación del Evangelio de Cristo y lo reciben como Salvador.
Por lo tanto, bien pueden ser bautizados los que están recibiendo a Cristo como Salvador en esta ocasión; y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en usted el nuevo nacimiento. Y nos continuaremos viendo eternamente en el Reino de Cristo; y allí nos conoceremos, y allí usted dirá: “La decisión más grande que yo hice en mi vida fue recibir a Cristo como mi único y suficiente Salvador. Esa fue la decisión que me ha colocado en el Reino de Cristo con vida eterna.”
Que Dios les bendiga grandemente a todos; y nos continuaremos viendo eternamente en el Reino de Cristo nuestro Salvador.
Continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador, y nos veremos el próximo domingo, Dios mediante.
Dejo con ustedes al reverendo José Benjamín Pérez para continuar; y en cada país y en cada congregación dejo al ministro correspondiente, para que les indique cómo hacer a los que han venido a Cristo, les indiquen cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Que Dios les continúe bendiciendo a todos, y hasta el próximo domingo, Dios mediante.
“EL DÍA DE CRISTO.”