Muy buenas noches para todos. Es para mí una bendición grande estar nuevamente con ustedes para estos momentos de celebración del cumpleaños de nuestro hermano, amigo, misionero Miguel Bermúdez Marín.
Solamente cumple ¿Cuántos, Miguel?
[Hno. Miguel – 83 en papel]
83 certificados; más los otros que no le pusieron, porque lo llevaron caminando y esos años no le contaron, que fueron ¿como tres más?, ¿como dos? O sea que sería como 85, 87 años (eso es mal contados). Pero Miguel no tiene problemas. Su mamá… Cuando tenía como 103 años ¿por ahí?…
[Hno. Miguel – Sí, ya ella tenía como 105 cuando yo la visité, y ella me dice… no, cuando cumplió 100: “Vengo a visitarte porque vas a cumplir 100 y voy viajando.” Entonces ella…]
¿Puede comenzar de nuevo?
[Hno. Miguel – Cuando cumplió 100 la fui a visitar. Yo le dije: “Mamá, vengo a visitarte porque estás cumpliendo 100 años y voy en un viaje largo.” Me dijo: “Yo creo que puedo vivir 100 más.” Digo: ¡Oiga! Tú vas a vivir mucha más de eso, le digo yo. “100, yo creo que puedo vivir 100 más.” Y si no existieran los médicos…, porque ella decía que ella tenía su sanador, y que la cuidaba, y era William; y entonces yo le digo: “Mamá, el hermano William nos dice que nosotros invocamos el Nombre del Señor Jesucristo.” Ella dice: “Pero ¿tú no oíste que él dijo que el Nombre de Jesucristo está en el Ángel? Yo no tengo otro Ángel, yo no conozco otro Ángel.” —“Ah bueno mamá, sigue así.” “Pero fíjate, tanto tiempo, yo no he necesitado de médico, de nada. William me cuida.” Le digo yo: “Bueno, sigue así muchacha!]
¿Y cuántos años vivió?
[Hno. Miguel – 106 vivió]
O sea que Miguel es de ese tipo de madera que pasa de 100 años; o sea que todavía le queda mucho tiempo.
Los dos somos descendientes de personas longevas, que los años parece que cuando vienen, se bajan, y le pasan por encima a las personas.
En mi ascendencia también hay personas que han durado más de 100 años. O sea que estamos como Josué y Caleb. Caleb le dijo a Josué, cuando tenía 80 años Caleb, 85 años, como Miguel, y le dice Caleb: “Oye, yo estoy tan fuerte como cuando salí de Egipto. Déjame conquistar el Monte, el Monte Hebrón.” Y lo conquistó. O sea, que la edad no es la que cuenta, sino la fe.
Moisés, vean, a los 80 años fue que comenzó el ministerio profetico para la liberación del pueblo; y Josué tenía también sobre unos 80 años, de seguro, cuando comenzó su ministerio sucesor de Moisés.
O sea, que la edad no es ningún problema. Le podemos decir a Miguel: “Estás 83 años declarados, certificados, más cerca de tu transformación.”
Es que mientras más años cumplimos, más cerca estamos de la meta divina, que es nuestra transformación, la redención del cuerpo, nuestra adopción. Para lo cual hemos sido sellados con el Sello del Espíritu de Dios, el Espíritu Santo, conforme a Efesios, capítulo 4, verso 30.
Para eso es que fuimos sellados: para y hasta el día de nuestra redención, que es el día de nuestra transformación, juntamente con la resurrección y glorificación de los que murieron. O sea, que estamos viviendo en esta Tierra por y para un Programa Divino.
Así que, Miguel, todo el tiempo que falta hasta nuestra transformación lo puedes vivir, porque estás… todavía no has llegado a 100 años, para pensar que puedes partir antes de los 200 años; así que no hay por qué preocuparse, Miguel.
Es una bendición grande vivir en este tiempo, que es el tiempo de oro, representado en el oro; porque representa la edad nuestra, la Edad del Lugar Santísimo del Templo Espíritu de Cristo, la Edad de la Piedra Angular, la edad más gloriosa de todas las edades; a donde ha sido subida la Palabra, el Arca del Pacto, que es Cristo; ha sido colocado en el Lugar Santísimo de Su Templo.
Y está prometido que habrá una manifestación de Cristo, una manifestación plena, en y desde el Lugar Santísimo, que es la Edad de la Piedra Angular; ahí es donde se va a cumplir esa manifestación plena del Señor; y eso será cuando venga la apretura.
Algunos se asustan porque escuchan que vendrá una apretura, pero otros se regocijan porque saben que vendrá una bendición grande de parte de Dios, que culminará con nuestra transformación y arrebatamiento al Cielo, para estar con Cristo en la Cena de las Bodas del Cordero.
Por lo tanto, Miguel, adelante. Que Dios te bendiga y te guarde junto a Ruth y a tus niñas; y que Dios les use grandemente en Su Obra en este tiempo final, junto a hijos e hijas. En el Nombre del Señor Jesucristo. Que Dios te bendiga y te use grandemente en Su Obra en este tiempo final. Y siempre te dé la victoria. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Para mí ha sido un privilegio grande, Miguel, estar aquí el día de tu cumpleaños, gracias por tu invitación; y dejo por aquí nuevamente a Miguel Bermúdez Marín, mi amigo personal, mi hermano y compañero en el ministerio de este tiempo final, en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Edad de la Piedra Angular.
Dios te bendiga, Miguel.
Y ¡feliz cumpleaños! para Miguel Bermúdez Marín.
De Benjie y su familia fue este abrazo que le entregué a Miguel Bermúdez Marín.
Quiero también felicitar a Guillermo Rodríguez quien cumplió años en estos días, Guillermo de Argentina: Dios te bendiga Guillermo, te use grandemente en Su Obra, te bendiga a ti y a tu familia, y a la congregación allá en Argentina. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.
“Palabras en celebración de Cumpleaños 83 Misionero Miguel Bermúdez Marín.”